miércoles, 3 de marzo de 2021

Celos - Capítulo 01: La bola de cristal

 Capítulo 01

La bola de cristal

Hacía un día estupendo para pasear. Todavía hacía frío, pero el sol brillaba en el cielo y no corría viento. Sus y Diamante salieron a pasear con sus hijos. Suselle y Dante corrían de un lado para otro, mirando escaparates y jugando sin cesar. Bosco estaba sentado en el carricoche. Se enfadaba al ver a sus hermanos jugar y no poder participar.

Sus: Bosco, no te enfades. Cuando lleguemos al parque, jugarás con ellos.

Diamante: Me encanta la bufanda que me regaló Duclack por Navidad. Es suave y abriga mucho.

Sus: Duclack hace buenos regalos. Yo estoy encantada con este sombrero azul marino. 

Diamante: Te queda muy bien.


Una mujer misteriosa los observaba pasar. Su pelo era negro y sus ojos marrones hipnotizaban a todo el que la miraba. Llevaba puesto un vestido negro y largo, con toques dorados y lila. Era elegante y muy bella. Diamante no pudo evitar mirarla de arriba a bajo. Sus estaba pendiente de Bosco, por lo que no se percató de ello.

Suselle: Tengo hambre...
Sus: Podemos cenar algo por aquí.
Dante: ¡Quiero ir al Burguer Click!
Sus: Ya veremos.


La mujer misteriosa se acercó a Diamante.

Mujer Misteriosa: Buenas tardes. Me llamo Morgana y esta es mi tienda. ¿Puedo tocar su mano?
Diamante: Sí.
Sus: ¡Diamante!

La mujer miró atentamente la palma de su mano. Estaban junto a un establecimiento llamado "La magia de Morgana". Desde muy pequeña, Morgana tenía dones muy especiales. Era capaz de adivinar el futuro mediante su bola de cristal, leyendo las palmas de las manos o los posos del café. Era una experta tarotista y sabía mucho sobre las ciencias ocultas. Llevaba años regentando su tienda, dedicada a todo este tipo de cosas. Vendía piedras con propiedades especiales, amuletos, hierbas medicinales y brebajes que preparaba ella misma.

Morgana: No se preocupe, señora. Soy totalmente inofensiva. 

A Sus le sentó fatal lo de señora. Todavía no aceptaba que se refiriesen a ella de esa forma.

Morgana: Te voy a leer la mano.
Diamante: ¿Duele?
Morgana: Todo lo contrario, notarás unas suaves caricias en la palma de tu mano.


Sus: Tenemos prisa, Diamante.
Morgana: Será un momento.
Diamante: ¿Puede ver mi futuro a través de mi mano?
Morgana: No exactamente. Puedo averiguar algunas cosas sobre algunos aspectos de su vida. Esta es la línea de la vida. Vivirá usted muchos años. Goza de gran salud y así seguirá por mucho tiempo. En el amor es usted muy afortunado. Ha tenido mucho éxito con las clacks y ahora vive el amor verdadero, aunque aparecerán más amores a lo largo de su vida.
Diamante: ¡Guay!
Sus: ¿Guay?
Diamante: Eh...es mejor que me vaya. Gracias, Morgana.
Morgana: Ha sido un placer. Si quieren saber algo más o necesitan mi ayuda, ya saben dónde encontrarme.


Suselle: ¿De verdad puedes adivinar el futuro?
Morgana: Así es, pequeña. Aunque no siempre es claro y se puede malinterpretar. A veces, es como mirar a través de una niebla muy espesa.
Dante: ¡Yo quiero que me adivines el futuro!
Morgana: Otro día, guapo. Vuestros padres os están esperando y tienen prisa.


Diamante: ¡Hasta luego!
Sus: Diamante, mira al frente que te vas a tropezar. ¿Me puedes explicar que querías decir con eso de que es muy guay tener nuevos amores?
Diamante: Ah, eso...Sus, le estaba siguiendo el juego. ¿Crees que todo lo que dice es verdad?
Sus: No lo sé, pero esas cosas me dan miedo. Prefiero no saber lo que me deparará el futuro...Además, la veo muy lanzada. Te miraba de una forma que no me gusta.
Diamante: Normal. Soy un click muy atractivo.
Sus: Y yo una señora...ains.


Suselle: ¡Un döner Kebab! 
Dante: ¡Quiero un Durüm!
Diamante: ¡Y yoooo! ¡Con patatas fritas y mucha salsa!
Sus: Pues podríamos cenar eso. Aunque prefiero comer sentados en un banco en el parque. El interior de ese restaurante es muy pequeño.


Morgana empezaba a tener algo de frío, así que decidió entrar en su tienda y esperar a posibles clientes.

Morgana: Voy a seguir leyendo las nieblas de Avalon, que está muy emocionante. 


Sabrina paseaba por esa misma calle. Iba con su nueva amiga, Nerea. Era una wensulana atractiva, de pelo largo oscuro y cuerpo escultural, aunque a petarda no le ganaba nadie. Era una clack superficial y materialista. Salía con un compañero de trabajo de John y después de quedar varias veces, se convirtieron en inseparables. 

Nerea: Así que les monté un pollo por teléfono. No suelo gritar si no es necesario, pero es que esa mojigata no entendía mis exigencias. Llevaba más de cinco minutos llamando sin que nadie me contestase. Una nefasta atención al cliente.
Sabrina: Seguro que para la próxima, ya no te hacen esperar tanto.


Nerea: ¡Mira, Sabri! En este sitio pueden adivinar tu futuro. ¿Entramos?
Sabrina: No creo en esas cosas...
Nerea: Vamos, será divertido. 


Morgana estaba absorta leyendo su libro. Su gato, Penumbra, dormía bajo el mostrador. Era negro, como cabía esperar dada la naturaleza de su dueña. 


Sabrina y Nerea entraron en la tienda. Ambas miraban de un lado a otro, sorprendidas por la decoración.

Morgana: Bienvenidas, chicas. ¿Os puedo ayudar?
Nerea: ¿No eres adivina? Deberías saberlo...
Morgana: Ese chiste ya me lo han contado muchas veces y no tiene la menor gracia. Calle abajo encontraréis un circo, quizás estéis mejor allí. 


Sabrina: Disculpe, no queríamos molestarla.
Nerea: Mi amiga quiere que le adivine el futuro.
Morgana: Pues en ese caso, habéis venido al lugar indicado. Me llamo Morgana.
Nerea: Me lo imaginaba, por el nombre de tu tienda...
Sabrina: Yo soy Sabrina y ella mi mejor amiga, Nerea.
Morgana: Un placer, chicas. Nerea, deberás esperar aquí mientras atiendo a Sabrina.
Nerea: De eso nada, yo quiero estar presente.
Morgana: Lo siento, pero así trabajo yo.


Diamante y los niños leyeron el menú que tenían colgado en la entrada al establecimiento.

Diamante: Sin duda alguna quiero un menú dürüm. Mixto, con queso y con todo. ¡Y con mucho picante!
Dante: ¡Yo igual!
Sus: No, que luego te duele la barriga. Sin picante.
Dante: ¡Jo! Pues con extra de olivas.
Suselle: Yo un pita de falafel, sin cebolla, con mucho queso y unas patatas.
Sus: Yo quiero lo mismo que Suselle, pero sin salsas. Os espero aquí con Bosco.


El restaurante era muy pequeño. Les atendió un hombre muy amable y Diamante hizo el pedido. El hombre escuchó atentamente y se puso a trabajar, sin apuntar nada. 

Diamante: Menuda cabeza tienes. A mi se me olvidaría todo. Ay, por cierto, mi dürüm con extra de picante, por favor.
Halim: Marchando, amigo.


Dante y Suselle se sentaron en la única mesa del restaurante.

Dante: ¡Tengo un hambre!
Suselle: Yo también. Dante, luego podríamos ir a comernos un gofre.
Dante: Seguro que mamá no nos deja.
Suselle: Quiero uno con chocolate y topic de fresas.
Dante: Se lo diremos a papá. Seguro que a él también le apetece.


Diamante: ¿Hace mucho que habéis abierto el restaurante?
Halim: El mes que viene hará un año. 
Diamante: Pues no me había dado cuenta. Sabiendo que estáis aquí, vendremos más veces.


Halim: Gracias. Ha sido un año duro, pero estamos empezando a arrancar.

Los dos rulos de carne no dejaban de dar vueltas. Halim cortaba la carne con maestría y preparaba todos los ingredientes. 
Diamante: ¡Huele que alimenta!


Era rápido, así que el pedido salió sin largas esperas. 

Suselle: ¡Mmmmm, está delicioso! Ay, tiene cebolla...he dicho que no quería cebolla.
Dante: El mío no tiene olivas.


Morgana cerró el habitáculo con un biombo. Ahí es dónde atendía a sus clientes. De esta forma la consulta era más íntima. Sabrina se sentó a su lado. Una enorme bola de cristal presidía una pequeña mesa en el centro. 

Morgana: ¿Quieres saber sobre algo en particular? ¿Amor? ¿Dinero?
Sabrina: No, de todo un poco.

Cerró los ojos y tocó la esfera en silencio. Luego, levantó las manos y las sacudió como si tuviese espasmos. 

Morgana: Por la Diosa...
Sabrina: ¿Ocurre algo?
Morgana: Me cuesta ver las cosas con claridad. No veo que vayas a tener problemas de salud, aunque se avecinan muchos problemas. Debes tener cuidado. Tomas malas decisiones que afectan a tu entorno, a tus seres queridos.


Sabrina: He cambiado.
Morgana: En tu interior sigues siendo la misma clack. No consigues cambiar algo en ti. Te autodestruyes.
Sabrina: Tonterías.
Morgana: Debes esforzarte más. Eres egoísta y manipuladora. Has hecho mucho daño y lo seguirás haciendo. Debes replantearte tu vida, pedir ayuda. Veo mucho veneno en tu vida.
Sabrina: ¿Veneno? No sabe lo que dice.


Morgana: Lo siento, pero es lo que veo. Mucho veneno. Perderás a tu marido, a tus hijos y todo lo que tienes si no cambias. Ah, y esto no me lo dice la bola, pero aléjate de esa amiga tuya. No es buena clack y te traerá problemas. Siento ser tan directa, pero es lo que veo en la bola. Puedo ayudarte, si lo deseas.
Sabrina: ¡Usted no sabe nada sobre mi!


Sabrina se levantó y salió corriendo de la tienda. Morgana intentó tranquilizarla, pero no consiguió que se quedara.

Morgana: ¡Puedo ayudarte!
Sabrina: ¡Déjeme en paz! ¡Bruja!
Morgana: Un placer, encanto. Otro cliente que se marcha sin pagar...


Salió al exterior aterrada. Aquellas palabras le habían afectado mucho. Sabía que tenía razón, que todavía no había cambiado. No quería escucharla ni pensar en ello.

Nerea: ¡Sabri! ¿Ocurre algo?


Sabrina se detuvo al escuchar a su amiga. Intentó tranquilizarse. No quería que Nerea se enterase de todo lo que le había dicho Morgana.

Nerea: Chica, parece que has visto un fantasma. ¿Qué te pasa?
Sabrina: Que he visto cucarachas enormes. Del asco he tenido que salir corriendo.
Nerea: ¡Qué ascazo! Siento haberte incitado a entrar en ese antro. Vamos, te invito a una cerveza para quitarte el susto del cuerpo.


Sabrina:¡Sus!
Sus: ¡Hola, Sabrina!


Sabrina: Hola, familia. Anda, veo que os estáis poniendo las botas.
Sus: Sí, teníamos hambre. Por cierto, ¿sigue en pie lo del viernes?
Sabrina: ¡Por supuesto! Recordad, a las cinco en mi casa. Espero que a Duclack no se le olvide.
Sus: Se lo recordaré, no te preocupes.


Sabrina y Nerea entraron en el restaurante. 

Sus: Todavía me cuesta confiar en ella...
Diamante: Podríamos dar una excusa y no ir.
Sus: Me sabe mal, Diamante. Está muy ilusionada con nuestra visita. Quiere enseñarnos su casa.


Harim: ¿Dos menús dürüm?
Sabrina: Al mío le añades extra de salsa, de esa tan rica que hacéis.
Nerea: A mi no me pongas salsa ni picante. Que sea de pollo, lechuga y maíz. Una cerveza fresquita para mi amiga y un agua natural para mi. Rapidito, que tenemos hambre.
Harim: En seguida. 
Sabrina: ¿No te apetece una cerveza?
Nerea: No bebo entre semana. 


Continuará...










1 comentario:

  1. Siempre me encantan tus historias y sabía que ésta no iba a ser menos, ¡pero ésta me gusta mucho! Me gusta mucho el personaje de Morgana, no puedo evitarlo, y también me di cuenta de que hay guiños a cosiñas que me suenan mucho :). Creo que Morgana se llevaría muy bien con Agnes y Artemisa. Me gusta mucho ese personaje. También me hace gracia Nerea y entiendo que a Sabrina le haya dolido todo lo que Morgana le ha dicho, pero sobre todo le ha dolido porque es totalmente cierto y la verdad siempre duele cuando no la queremos reconocer... También me hace gracia cuando entran a pedir al Kevap y el chico no apunta los pedidos y luego se equivoca. ¡Es tan y tan habitual...! Me encanta la historia y estoy deseando saber por dónde continúa. No sé qué va a pasar en la fiesta que dará Sabrina en su casa, pero estoy segura de que va a ser muy emocionante todo. ¡No tardes en poner la continuación! De verdad que me encanta el personaje de Morgana. ¡A mí me encantaría ser así! Y también cree en la Diosa y lee Las nieblas de Avalón....! ¡Qué guay! Ya sabes que te recomiendo muchísimo ese libro.

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