miércoles, 30 de mayo de 2018

Vacaciones en el mar - Capítulo 07: ¡Soy libre! (Capítulo final)

Lilu se había salido con la suya. Después de darse un buen baño en la piscina (aunque ella no se mojó el pelo), fueron a tomar el sol. Llevaba su móvil para ir haciéndose fotos y compartirlas en Instaclick. Duque aguantaba la situación tumbado bajo la sombrilla.

Lilu: ¡Divina! ¡Amor, estoy divina! ¿Te gusta esta foto? ¿Mejor esa? ¿La tercera?
Duque: No sé, todas me parecen iguales.
Lilu: ¡Duque! Esto es very important, ¿ok?
Duque: Está bien...la segunda.
Lilu: Me caigo muerta en la bañera. ¡En esa tengo mala cara! Mejor la quinta, que la media sonrisa es mega perfecta. 


Duque: Sí esa esa, ponte esa.
Lilu: ¡Esta me la pongo de perfil! Mira, ¡me como toda! La innombrable debe estar rabiando de envidia.  Mira, ya tengo cinco me gusta.


Duque: Eso es genial...
Lilu: Ahora cuando traigan las bebidas, me haré otra. Quiero hacerme otra contigo, cari. Para presumir de novio.
Duque: No me gustan las fotos y menos que las vea todo el mundo.


Lilu: Eres tan tímido...
Duque: No soy tímido, Lilu. Simplemente es que eso no me va, y punto.
Lilu: Osea, ¡escudo protector activado! Tienes muy mala vibra, Duque.
Duque: Es lo que ocurre cuando uno hace cosas que no le apetecen.
Lilu: Amor, ¡si esto es maravilloso!
Duque: No encuentro placer a tomar el sol, lo siento.


Lilu: Mi pirata malhumorado, si es que es imposible no quererte.
Duque: Siento estar así, pero estoy incómodo. Creo que esto no es lo mío. Imagina que pasa un barco pirata con camaradas a bordo. Sería el hazmereír  de todos...
Lilu: Al contrario, te tendrían mucha envidia.Ya les gustaría a ellos poder estar aquí.
Duque: Lilu...tenemos que hablar. Hace tiempo que esto no...


Lilu: ¡Ahhhhh!
Duque: ¿Qué ocurre?


Lilu: La innombrable. Está actualizando su perfil, ¡está  very horrible! Dice que se va de shooping con Alexia, ¡pues no me da envidia! Pobre Alexia, tener que aguantar a esa pordiosera...
Duque: Lilu...
Lilu: ¡Ah! No tiene tantos me gusta como yo. Oh nena, haz click y minimízate, eres lo peor.



Duque: Lilu, necesitamos hablar.
Lilu: Mira, la camarera.
Dora: Aquí os traigo vuestras bebidas. Cocoloco para la señorita y ron para el caballero.
Lilu: ¡Eres fabulosa, cari! Muchas gracias, guapísima.
Dora: Gracias a usted. 
Duque: Gracias.


Lilu: Toma, pago con tarjeta. 
Dora: Perfecto.
Lilu: No tengo efectivo, pero luego te pienso dar una buena propina.
Dora: Es usted muy amable.
Lilu: Puedes tutearme, cari. Si me hablas así, me siento vieja.
Dora: Entendido. Os dejo que disfrutéis de las bebidas.
Lilu: Besiis.



Duque: Bueno, ¿me atiendes un momento o tengo que enviarte un mensaje por whatsaclick?
Lilu: Duque, one moment. Es que tengo que colgar otra foto en instaclick tomando esto. Quiero que la innombrable se quede muerta de la envidia. 


Duque: Me estoy hartando de todo esto.
Lilu: Ay Duque, busca acuarelas y pinta tu mundo. No seas tan tremendista, que estamos de crucero. Venga, que ahora nos hacemos una foto juntos y la colgamos en instaclick.
Duque: Te he dicho que no quiero fotos y menos que las publiques ahí.


Lilu: ¿Perdona? Instaclick es very important, ¡no podemos estar fuera de onda!
Duque: Pues pienso estar fuera de onda, me da igual. Me estoy cansando de tus tonterías.
Lilu: ¿Perdona? ¡Yo no hago tonterías!
Duque: Para mi son tonterías. No me haces caso, ni tienes en cuenta mi opinión. Tengo que hacer lo que a ti te da la gana.
Lilu: Perdona, no veo que te esté poniendo un cuchillo al cuello. Estás sentado al sol, bebiendo ron y con tu novia. ¿Eso no te gusta? ¡Pues haz lo que te salga de las narices!


Duque: No tengo que aguantar todo esto, ni mucho menos. La paciencia tiene un límite. Lilu, esto no va bien y lo sabes. No puedo seguir así.
Lilu: No entiendo...
Duque: Ese es el problema, que nunca entiendes nada. Vives en tu mundo de color de rosa y no sabes ver más allá.
Lilu: ¿Perdona? Me estás faltando al respeto, Duque. Yo veré la vida color de rosa pero es que tú la ves black carbón.
Duque: Está claro que somos muy distintos. Yo no estoy para tonterías.
Lilu: ¡Yo no soy una tontería! ¿Sabes? Mejor te vas de aquí y amargas a otra.
Duque: Gran idea. Ahí te quedas.


Lilu: ¡Pues aquí me quedo! ¡¡Súbete a un árbol, hazte capullo y madura!!
Duque: Ahora la que me falta al respeto eres tú. Me largo de aquí.
Lilu: ¡Eso, vete!

En cuanto Duque se fue, no pudo evitar ponerse a llorar como una loca. Sabía que Duque estaba mal, pero no imaginaba que tanto. En su interior intuía que le quería decir algo que le dolería, por lo que intentaba retrasar el momento con mil excusas. Deseaba ir tras él, disculparse, pero su orgullo y el miedo a que la rechazase se lo impidió.


Mientras tanto, Carlota había decidido subir un rato a tomar el sol. Tenía miedo, estaba asustada, pero no quería pasarse todo el tiempo en el camarote. Necesitaba relajarse, pensar que todo estaba bien aunque fuese por un momento.


Se pidió un refresco y se tumbó en un tumbona. No quería quitarse la ropa, le daba vergüenza y no se sentía lo suficientemente animada. Al menos estaba cómoda y la brisa que le acariciaba la piel le relajaba. "Ojalá pudiese ser un pájaro y volar hasta desaparecer", pensaba con los ojos llorosos.  


Donato también había decidido subir a tomar el sol. Se acercó a la tumbona que estaba al lado de Carlota.

Donato: Perdone, ¿puedo tumbarme?
Carlota: Oh, sí. No está ocupado.
Donato: Gracias.


Donato: Un día extraordinario, ¿no cree?
Carlota: Sí, se está muy bien.
Donato: Me llamo Donato.
Carlota: Yo Car...Carmen.
Donato: Es todo un placer, Carmen. Disculpe si soy entrometido, ¿se encuentra bien? La he visto llorar.
Carlota: Estoy bien, no es nada.
Donato: Lo sé, me meto dónde no me llaman. Es que es mi debilidad. Si veo una clack llorando, directamente se me parte el corazón. Tengo la necesidad de consolarla o al menos intentar apaciguar su tristeza.
Carlota: Es usted una buena persona. Yo me encuentro bien, no tiene que consolarme.
Donato: Me alegro, se lo digo con total sinceridad. 


Donato: Mi ex-mujer y mis hijas me han sacado hasta las tripas sabiendo de mi debilidad. ¡Me chupan la sangre como sanguijuelas! Lloraban todo el tiempo y de esa forma conseguían todo lo que querían de mi. Son malas, muy malas.
Carlota: ¿Tanto?
Donato: No lo sabe usted bien. No me gusta alardear, pero el dinero no supone ningún problema para mi. Eso mis hijas y mi mujer lo saben y se aprovechan. Sí, me sobra el dinero, pero no me gusta que me sangren y luego me escupan a la cara. No sé si me explico...
Carlota: Sí, le entiendo perfectamente. Siento que sean así con usted.
Donato: Estoy acostumbrado, aunque siempre consiguen sorprenderme con alguna estrategia legal para sacarme más cleuros. Mi ex me da más igual, pero mis hijas...que sean tan desagradecidas.


Carlota: Es triste, que unas hijas se comporten así. Dicen que el dinero corrompe.
Donato: Si no tienes cabeza, corrompe. Perdone, le estoy incomodando con mis problemas.
Carlota: No me incomoda. ¿Viaja solo?
Donato: Sí, llevo mucho tiempo viajando solo. Adoro este barco y su tripulación, por eso repito una y otra vez. Se puede decir que este barco es mi casa. ¿Usted viaja sola?
Carlota: Sí, viajo sola. 
Donato: Somos dos almas solitarias...
Carlota: Supongo que sí. ¿Ya no piensa regresar a su casa?
Donato: Bah, ¿para qué? En cuanto pise tierra firme, las hienas vendrán a por mi. Quizás después de este viaje, me marche lejos.
Carlota: ¿A dónde?
Donato: China, tengo muchos amigos allí. Se vive bien. ¿Conoce China?
Carlota: No, aunque me llama la atención.


Donato: Boqiang Liao, debe visitarlo. Es un lugar maravilloso. Creo que me instalaré allí por un tiempo.
Carlota: Me temo que no sabría ni cómo llegar a un lugar tan remoto.
Donato: No se preocupe por eso, yo le indicaría si llegara el momento. También se puede venir conmigo, no me importaría viajar con una clack tan tremendamente preciosa.
Carlota: Gracias...pero no creo que eso fuese posible.
Donato: ¿Le gustaría cenar conmigo esta noche? Le aseguro que soy todo un caballero y la pienso respetar.
Carlota: Lo siento, pero no es posible.
Donato: Oh, le aburro.
Carlota: No es eso...
Donato: No le gusto. Lo sé, no soy tan guapo como otros...
Carlota: Tampoco es por eso. Es que no puedo...


Donato: Vamos, se lo pasará muy bien. Le aseguro que soy un excelente conversador y no se aburrirá.
Carlota: Debo irme, lo siento.
Donato: No se vaya, siento haberla importunado...
Carlota: Adiós.
Donato: Carmen...


Gabi viajaba solo. Llevaba tiempo soñando con viajar en un crucero pero hasta ese momento no había tendido la ocasión. Estaba feliz, aquel barco le gustaba mucho. Era un apasionado del Titanic y de los grandes barcos y cruceros de la historia. No pudo evitar escuchar la conversación entre Demetria y Felipe. Estaban sentados mirando al mar.

Demetria: Sí, esto es precioso.
Felipe: No tanto como tus ojos.
Demetria: No hace falta que me digas esas cosas, Felipe. Te puedo parecer preciosa, pero sé que no lo soy.
Felipe: Hace falta que te lo diga para que sepas que es verdad.


Gabi se dio la vuelta y vio a Demetria. Su corazón dio un vuelco. No entendía que se menospreciase de esa manera. Era la famobil más bonita que había visto nunca. Aunque al verle con Felipe, pensó que eran novios y se desanimó.

Demetria: No estoy acostumbrada a que me digan esas cosas.
Felipe: Pues ya puedes ir acostumbrándote, te pienso piropear todos los días.
Demetria: Cambiemos de tema, que no me gusta ser el centro de atención. ¿Te gusta la música?
Felipe: Sí, el metal.
Demetria: Huy, a mi me gusta el pop.
Felipe: El pop también me gusta mucho. Tenemos muchas cosas en común.


Demetria: Es verdad. ¿Sabes? Pensaba que estas cosas no ocurrían. 
Felipe: ¿Estas cosas?
Demetria: Sí. Encontrar alguien especial sin esperarlo. Siempre he estado sola...
Felipe: Pues ya ves que ocurren. De vez en cuando la vida te hace un regalo.
Demetria: De pequeña estuve muy enferma. Los médicos decían que no sobreviviría, pero lo conseguí. Recuerdo pasar largas horas dibujando sobre la cama. Me encantaba dibujarme con un vestido de princesa y un príncipe que venía a rescatarme. Me sacaba del hospital en un pegaso blanco y salíamos volando. Siempre dibujaba al príncipe con un corazón enorme en el pecho.
Felipe: ¿Y eso?
Demetria: Ese corazón representaba lo mucho que me amaba, lo buena persona que era. Un corazón que me protegía, que me salvaba de la muerte y de todas las cosas malas...

Demetria no pudo contener las lágrimas. Felipe, que hasta ese momento había fingido prácticamente en todo momento, sintió un escalofrío en todo su cuerpo. Al ver a Demetria llorar, algo en ella le despertó un sentimiento del que no conseguía escapar.

Felipe: Eso es precioso, Demetria.


Demetria: Perdona, al recordar todo aquello me pongo a llorar. Fue muy duro. Hice amigos, aunque al que nunca olvidaré es a Rodrigo. Nos llevábamos muy bien en el hospital. Pasábamos largas horas jugando. Una tarde, fui a su habitación y ya no estaba. Murió, y no pude despedirme. Todo aquello me acompaña siempre, no lo puedo olvidar.

Felipe: Es lógico, fue una etapa muy dura en tu vida. Vaya, lo has pasado muy mal. Debes pensar que ahora estás muy bien, eso es lo que importa. 
Demetria: Sí, las cosas han cambiado mucho. Tengo salud, que es lo más importante. Trabajo y mi familia está bien. El amor es lo único que falla.
Felipe: ¿No te has enamorado nunca?


Demetria: Sí, pero no fue un amor correspondido. Me engañaba...se aprovechaba de mi. En realidad me detestaba. Me utilizaba para su propio beneficio.
Felipe: Eso es horrible...
Demetria: Por eso me cuesta mucho confiar en los clicks. Aunque tú pareces diferente.

Aquellas palabras se clavaron en su corazón. "No, no soy diferente". Deseaba detener aquel juego, alejarse de ella para no hacerle daño, pero algo había cambiado. No podía marcharse sin más. Demetria le gustaba, aunque no quería reconocerlo. De pronto sintió que debía compensarla. Le haría una foto y le mostraría lo bella que es. Sí, ya no le parecía tan espantosa.


Felipe: Deja que te haga una foto.
Demetria: Felipe, no me gustan las fotos. Me odio, siempre salgo mal. 
Felipe: De eso nada. Deja que te haga una y te mostraré lo bella que eres.
Demetria: No, mejor no me la hagas.
Felipe: Venga, es una foto de nada. Ponte, que te la hago.


En cuanto Felipe se puso a hacer fotos, Demetria se levantó de su asiento muy enfadada. Recordó las burlas de la gente cuando salía en alguna fotografía. Detestaba la fotografía y por nada del mundo quería verse en una.

Demetria: ¡¡Que no me hagas una fotos!!


No pudo contenerse y le gritó. Se arrepintió al momento, pero a Felipe le sentó muy mal.

Felipe: No hacía falta que me gritases. Hasta luego.
Demetria: ¡Felipe! Perdona, por favor...

Felipe se marchó enfadado sin mirar atrás. Gabi fue testigo de todo lo sucedido.


Demetria se puso a llorar. Se odiaba por ser así.

Gabi: Debería respetar que no quieres fotos.


Demetria se dio la vuelta y vio a Gabi. 

Demetria: ¿Disculpa?
Gabi: Que no debería hacerte fotos sin tu consentimiento. Debe respetar tus decisiones.
Demetria: Le he gritado...
Gabi: Has perdido los nervios, pero estoy seguro que es por una buena razón.
Demetria: Tengo algunos traumas con las fotos...
Gabi: ¿Se reían de ti? No eres la única, conmigo se metían todo el tiempo. Quizás por eso ahora soy fotógrafo profesional y me hago más fotos que nadie.
Demetria: ¿De verdad?


Gabi: Sí, no quería que se saliesen con la suya. ¿Y sabes una cosa? Ahora me gusta verme. Digamos que para mi los defectos que otros dicen que tengo para mi son virtudes.
Demetria: Eso es fabuloso.
Gabi: Me llamo Gabi.
Demetria: Demetria. Debería disculparme con Felipe.
Gabi: Se ha ido bastante indignado. ¿Es tu novio?
Demetria: No, para nada. Lo he conocido hoy.

Gabi disimuló su alegría. Quizás tuviese una oportunidad con ella.


Izan y Alicia se habían puesto sus bañadores y estaban en la cubierta. Esperaban a la camarera sentados al sol. Una pareja de enamorados se besaba cerca de ellos. Izan los miraba algo envidioso. Alicia se había traído el ordenador y estaba tecleando sin parar. Hacía conexiones en directo para hablar con trabajadores y compañeros de su empresa. Aunque se estaba muy bien, Izan se aburría.

Izan: ¿Te queda mucho?
Alicia: No, en seguida estoy. ¡Tengo una llamada! Hola, Ángela.
Ángela: Hola, Alicia. No sé si molesto.
Alicia: No, tranquila.
Izan: Sí que molesta...


Ángela: Los japoneses están muy interesados. Dicen que les gustaría invertir.
Alicia: ¡Fantástico! ¿Has hablado con mi hermana?
Ángela: Sí, ya está al tanto. ¿Les doy cita para mañana mismo?
Alicia: Sí, por favor. ¿Has contactado con Kevin?
Ángela: Sí, me ha dicho que está con el informe pero que hay algunos datos que no puede concretar.
Alicia: Ahora mismo lo llamo. Ángela, necesito hablar con Konrad. Tenemos que perfilar los detalles del contrato con los Pain.
Ángela: ¿Te paso con su despacho?
Alicia: Sí, cuanto antes.


Izan:  No entiendo nada. Me dijiste que pasarías del trabajo.
Alicia: Hasta ahora, Ángela. Lo siento, cariño. El trabajo es el trabajo. Es importante que esto salga bien.
Izan: ¿Y nosotros?
Alicia: Dame un momento, por favor.



Izan: Quiero ir a la piscina y luego al spa. 
Alicia: Ahora no puedo. Puedes ir solo.
Izan: ¿Yo solo?
Alicia: Claro, así me dejas trabajar.


Izan: No sabía que fuese una molestia...
Alicia: Y no lo eres, tonto. No seas impaciente. Pronto estaré solamente por ti.
Izan: Ya...


Dora: ¿Desean tomar algo?
Izan: Sí, una cerveza fresquita.
Dora: ¿Y la señora?
Alicia: Nada, no quiero nada.
Izan: Anda, pide algo. No te pasará anda por relajarte cinco minutos.
Alicia: No, ahora no puedo.
Dora: Entonces, una cerveza fresquita.
Izan: Eso es.
Dora: Marchando.


Dora no tardó mucho en traer la cerveza. Izan estaba deseando beber un buen trago. Estaba empezando a hacer calor.

Dora: Aquí tienen. Son 2,00 Cleuros.


Izan: Maldita sea, me he dejado la cartera en el camarote. ¿Llevas algo encima?
Alicia: Konrad, tenemos que pensar muy bien la propuesta.
Izan: Alicia, ¿que si tienes suelto encima?
Alicia: ¡Estupendo! Eso es fabuloso. Deberíamos ir añadiendo todas estas ideas.
Izan: Ni caso...


Cecilia: No se preocupe, yo le invito.

Una mujer sacó unas monedas y pagó. Era castaña con el pelo recogido. Ojos marrones y piel morena por el sol. Llevaba un bikini amarillo y lila y un pareo blanco. Su piel era reluciente y su sonrisa espectacular.

Dora: Puedo cargar los dos euros al número de su habitación.
Izan: Sí, no hace falta que pague nada.
Cecilia: Insisto, no me es un problema.
Izan: Muchas gracias.


Cecilia: Llevo rato observándole.
Izan: ¿Me observaba?
Cecilia: Sí, es que le noto tenso. Creo que tiene la espalda muy cargada.
Izan: ¿En serio? La verdad es que me molesta un poco. Llevo tiempo así.
Cecilia: Voy a darme un buen baño en la piscina, ¿le apetece venirse conmigo? Soy masajista, podría darle un masaje de los míos. Soy buena, muy buena.
Izan: Suena bien. A ver si mi novia se apunta.


Izan: Alicia, ¿te vienes a la piscina? Esta chica tan maja dice que me va a dar un masaje. Ya sabes que a veces me molesta la espalda.
Alicia: Lo siento, no puedo. Ahora estoy muy ocupada. Puedes ir tú, luego nos vemos. 
Izan: Está bien...
Alicia: ¿Por dónde íbamos? Ah sí,el informe técnico. Mira a ver si hemos añadido el...


Mientras tanto, Wenda y Duclón paseaban por el barco. Llegaron a la proa. Allí se notaba más el viento y hacía más fresco.

Wenda: Temo caerme al agua. Ya sabes que no soy una gran nadadora...
Duque: No te caerás, tranquila. Debes ver esta zona del barco, es la mejor.


Wenda: Luego tengo que llamar a Wen. Espero que hayan ido a ver la casa que mi padre les tiene reservada.
Duque: ¿Esa casa familiar que me has contado?
Wenda: Sí, ahí vivieron mis padres cuando eran jóvenes. 


Duque: ¿Y bien? ¿Te gusta?
Wenda: ¡Esto es precioso!


Wenda se agarró a la barandilla y miró al frente. En aquel momento todas sus preocupaciones desaparecieron. El viento le revitalizaba en cuerpo y alma. Se sentía viva.

Duque: A mi es la parte que más me gusta de un barco.
Wenda: Oh, Duclón. Me gustaría detener el tiempo en este preciso momento. Soy feliz, muy feliz.


Duclón: Yo también lo soy.
Wenda: Me siento libre.
Duclón: Todavía puedes sentirte más libre.
Wenda: ¿Más?
Duclón: ¿Confías en mi?
Wenda: Sabes que sí.


Duclón la agarró de la cintura y la subió a la barandilla. Wenda gritó espantada.

Wenda: ¡¡Que me caigo!! ¡Bájame de aquí!
Duclón: No te vas a caer, te tengo bien sujeta. Abre los brazos y déjate llevar.
Wenda: Tengo miedo...
Duclón: Confía en mi.


Wenda se dejó llevar. Abrió los brazos y una sensación indescriptible la invadió. 

Wenda: ¡Oh, estoy volando! ¡Duclón, estoy volando!
Duclón: ¡¡Eres libre!!
Wenda: ¡Soy libre!


Se sintió como un pájaro, volando libre hacia un mundo nuevo. Wenda estaba viviendo uno de los momentos más felices de su vida, aunque desconocía que pronto viviría un momento todavía más feliz e inolvidable. 


Continuará...