domingo, 14 de febrero de 2016

04 - Loca - San Valentín

Cuando John se marchó, se puso manos a la obra. Encendió la radio y anunciaron que era día de San Valentín. Sabrina odiaba San Valentín. Siempre estaba sola y prefería ni acordarse de esa fecha tan señalada para los enamorados. Era una ocasión especial para esforzarse todavía más con la cena y sorprender a John. 
Fue al supermercado y compró marisco y carne de calidad. Con la ayuda de Donna la cena salió deliciosa. Preparó una mesa elegante y compró champagne (en realidad lo robó, no tenía tanto dinero encima). 


John había pasado el día pensando en su situación con Sabrina y Walter. No estaba seguro de lo que debía hacer, pero su corazón se lo susurraba con cada latido. La amaba con locura, a pesar de todo lo que había ocurrido. Su mente le advertía que no debía precipitarse. Al ver lo que Sabrina le había preparado, el corazón ganó a la mente. Sabía perfectamente lo mucho que le costaba a Sabrina cocinar y ser tan detallista.


John: ¿Sabrina?
Sabrina: Hola, mi amor.


Sabrina lucía un precioso vestido rojo, zapatos blancos de tacón y un collar. Se había maquillado a conciencia y se había cortado las puntas en la peluquería. 

John: Estás preciosa.
Sabrina: Llevo todo el día preparándome para ti. Hoy es San Valentín y pienso darlo todo para volver a conquistar tu corazón. 


John: Sabrina, pero si mi corazón ya lo has conquistado.
Sabrina: Tienes dudas sobre mi, cariño. He cometido cientos de errores, lo reconozco. Soy una bruta, envidiosa y muy celosa. Soy así y creo que no conseguiré cambiar nunca. Soy algo traviesa y siempre me meto en problemas, pero hay algo en mi que es diferente. Te amo y quiero pasar el resto de mis días a tu lado. Se acabaron otros hombres y las infidelidades. No he sabido valorarte, John, pero a partir de ahora eso cambiará. Tenemos un hijo precioso que nos necesita y estoy dispuesta a hacer todo lo que me pidas para demostrarte que te amo. 
John: Sabrina...
Sabrina: No te quiero presionar. Si no lo tienes claro, me marcharé. Aunque me duela en en el alma, lo aceptaré...

Las lágrimas resbalaban por sus mejillas. John la observaba emocionado.


John: Hay una cosa que puedes hacer por mi. 
Sabrina: Haré lo que sea. 
John: Cásate conmigo.
Sabrina: ¿Qué? ¿Has dicho que me case contigo?
John: Sí, cásate conmigo. Dejemos atrás el pasado y casémonos ya. Te lo iba a pedir en el pantano, pero las cosas no salieron bien...
Sabrina: John...
John: ¿No quieres?
Sabrina: ¡Sí, quiero!


La cogió en brazos y la subió al dormitorio.

Sabrina: ¡John! ¡Tenemos que cenar!
John: ¡Mi cena eres tú!


La tiró sobre la cama y se puso sobre ella. 

Sabrina: ¿De verdad te quieres casar conmigo?
John: Sí, quiero que seas mi mujer y poder hacer esto todos los días.
Sabrina: ¡¡Casémonos ya!!
John: Sabrina, tenía tantas ganas de ti...

Se besaron con pasión y se fundieron el uno con el otro.


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Sabrina dormía con la cabeza apoyada sobre el escultural pecho de John. Un ruido la despertó.

######

Sabrina: ¿Eh?


Algo la observaba desde la escalera. Parecía un panda, pero no estaba segura.

Sabrina: ¿Pandy?


Se levantó y fue hasta las escaleras, pero desapareció. Miró al piso de abajo y allí estaba. Parecía que iba hacia la cocina.


Llegó a la cocina pero no lo encontraba. Se preguntaba que hacía Pandy allí.

Sabrina: A lo mejor está harto de Sus y quiere que lo cuide yo. No me extraña, Sus es una clack sosa y aburrida.


Entonces, al mirar la puerta de salida, encontró a Sus.

Sabrina: ¿Sus? ¡¿Qué haces aquí?! Esta es mi casa, ¿cómo te atreves a entrar sin permiso?


Sus: Crees que puedes ser feliz y superar mi felicidad, pero eso no es posible. Siempre has sido mala clack y siempre lo serás. 
Sabrina: Seré mucho más feliz que tú. Me voy a casar con John y tengo un niño precioso.
Sus: Un niño que no es de John...le sigues engañando. Por cierto, mi casa es mucho más bonita que esta.
Sabrina: ¡¡Eso es mentira!!


Los ojos y la boca de Sus se deformaron. Su rostro era horrible y Sabrina gritó asustada cayendo al suelo. 

Sabrina: ¿Qué eres? ¡Tú no eres Sus!
Sus: ¡Diamante es mejor que John y mis hijos más guapos que Walter! Oh, mala madre...enterraste a tu hijo en el bosque...¡Tú lo mataste!
Sabrina: ¡Eso es mentira!

Unos zombies estaban entrando por la puerta principal.

Sus: Mereces ser devorada por los zombies. Pandy y yo observaremos como te devoran hasta no dejar nada de tu patético cuerpo.
Sabrina: No...no...


Sus desapareció y los zombies estaban invadiendo la casa. Debía avisar a John y huir de allí lo antes posible. Al dirigirse hacia el primer piso, un zombie le bloqueó el paso.


Se lanzó a por ella con la boca abierta pero consiguió zafarse. Corrió sin perder el tiempo escaleras arriba seguida de todos los zombies. Cada vez eran más y aparecían por todas partes.

Sabrina: ¡Socorro!



John seguía durmiendo sin enterarse de nada. Zarandeó su cuerpo para hacerle despertar pero John no reaccionaba.

Sabrina: ¡John, han vuelto los zombies! ¡Despierta!


Abrió los ojos y su rostro se transformó. Le salía sangre por la boca y en sus ojos había desaparecido todo rastro de vida.

John: ¡Ahhhhhh!
Sabrina: John, no...tú no...mi amor...


Se levantó deseoso de atraparla y pegarle el primer bocado. Los zombies que la perseguían no tardaron en aparecer. Sus piernas no le respondían así que se arrastró como pudo hasta una esquina de la habitación. No podía huir, se sentía débil y demasiado aterrada. La estaban rodeando. Extendían sus brazos hacia ella y abrían sus bocas hambrientas.

Sabrina: ¡Nooooo!


¡Sabrina!

Sabrina: ¡Nooooooo!

¡Sabrina!


Sabrina: ¡Noooo!
John: ¡Sabrina, despierta! Cariño, estás soñando...
Sabrina: ¿John?


Abrazó a John llorando. La tranquilizó hasta que se relajó.

Sabrina: Pensaba que te había perdido para siempre...¡No quiero que te mueras!
John: Ha sido una pesadilla, ya está.
Sabrina: John...ha sido horrible...
John: Ya está, relájate mi amor.
Sabrina: Estoy loca...


John: No estás loca. Ha sido una pesadilla. Debes ser paciente, pronto estarás del todo bien. El doctor me dijo que tenemos que tener paciencia. Lo pasaste muy mal y esto es como una herida, necesita su tiempo para cicatrizar. 
Sabrina: Oh, John...es que ha sido horrible..Sus y unos zombies me perseguían... y tú...tú estabas...
John: Cariño, tan solo era una pesadilla. No le des más importancia. Olvida eso y piensa en nuestra boda.


Sabrina: ¡Es verdad! ¡Nos casamos!¡Nos casamos! ¡Esto lo tiene que saber todo el mundo!


Salió al balcón y lo gritó con todas sus fuerzas.

Sabrina: ¡NOS VAMOS A CASAAAAAAAAAR!
John: ¡Jajajaja! Dudo que sea del interés de los animales y de los pocos vecinos que nos rodean.


John sacó una manta y la rodeó con ella.

John: No quiero que te pongas mala. Sé que anhelas una boda por todo lo alto, pero amor...no quiero perder más tiempo. Tengo un contacto en el ayuntamiento y me hará un hueco para casarnos. Nada de muchos invitados ni de una gran ceremonia.
Sabrina: Pero John...
John: Tú y yo y unos pocos. Mi madre no debe enterarse por nada del mundo.
Sabrina: Se enfadará. Además, me odia.
John: Sé que se ofenderá, pero no quiero que nos estropee la boda. 
Sabrina: Como quieras.
John: Será una boda íntima. Iremos elegantes, pero nada pomposo. Quiero casarme contigo cuanto antes, sin nada de parafernalias y tonterías. Me deben días en el trabajo, así que nos iremos de luna de miel.
Sus: ¡Vivaaaaa! Me habría gustado una boda como la de Sus y Diamante, que se casaron por todo lo alto y con muchos invitados, pero bueno...lo importante es que por fin seré tu mujer. Te amo.
John: Yo también te amo. 


jueves, 4 de febrero de 2016

03 - Loca - Recuperar mi vida

Con el poco dinero que Bruno le dio antes de morir, consiguió llegar hasta la casa de John. Estaba muy nerviosa y cansada. Sentía un agotamiento casi extremo por todo el cuerpo y no sabía ni cómo se mantenía en pie. Elvis permanecía a su lado, olisqueando y analizando la zona. El pequeño Walter dormía profundamente. 

Sabrina: Es la hora de la verdad, Elvis. Si John me rechaza, no sé lo que haré...


Pensaba que la policía la buscaba por el incendio en el centro de enfermos mentales, pero no era así. No averiguaron quién fue el culpable. Aunque sabían de su desaparición, no se la consideraba peligrosa.

Sabrina: Allá voy...deséame suerte, Elvis. 

Se plantó frente a la puerta y cerró los ojos. Le costaba tocar el timbre. El agradable olor de la casa de John la estaba invadiendo. Tenía tanto miedo que le temblaban las piernas. Le había prometido a Bruno que lo intentaría, que lucharía por recuperar su vida. No se lo pensó más y llamó.


John se estaba preparando para ir al trabajo. Había desayunado un batido y una pieza de fruta a toda prisa. Cuando escuchó el timbre imaginó que se trataba de Rose. Ella siempre se pasaba por su casa para ir al trabajo juntos.

John: ¡Voy!


Al abrir la puerta su corazón dio un vuelco. Ver a Sabrina allí de pie, con una sonrisa y los ojos llorosos fue todo un shock para él. Llevaba mucho tiempo buscándola, colgando carteles por las calles junto a Donna. Había perdido toda la esperanza de volver a verla.


Sabrina: Hola.
John: No puedes ser tú...
Sabrina: Sí, soy yo. John, lo siento...perdóname...


La abrazó inmediatamente con lágrimas en los ojos. Aquello le parecía un sueño del que no quería despertar. Sabrina también lloraba. Ese abrazo la tranquilizó un poco.

John: Sabrina...estás viva...Dime que estás bien, dime que esto no es un sueño.
Sabrina: John, soy real. He vuelto y si me perdonas, no me alejaré nunca más. Mi amor, este es nuestro hijo, Walter...


John: ¿Nuestro hijo? ¡Nuestro hijo! Es mi hijo, mi pequeño...
Sabrina: Está dormido. El viaje ha sido largo y...muy...
John: Es precioso.
Sabrina: Ay...no me encuentro bien...
John: ¿Que te ocurre? ¡Sabrina!


El cansancio pudo con ella. Se desmayó allí mismo, quedando inconsciente en la entrada de la casa. Elvis se puso a ladrar nervioso y Walter despertó al momento llorando por el ruido.

John: ¡Sabrina!


Al día siguiente...

Estaba realmente cómoda. Hacía tiempo que no sentía unas sábanas tan suaves acariciando su piel. Estaba caliente y relajada. Le extrañó que el cartón y los trapos en el suelo fuesen tan confortables pero de pronto, recordó todo lo ocurrido. Abrió los ojos asustada, esperando encontrarse de nuevo en el centro de enfermos mentales. En lugar de encontrar al doctor Luconnor, encontró a John. Estaba sentado a su lado dónde había vivido tantos buenos momentos juntos. Hacía un día espléndido. John le sonreía aunque parecía preocupado.

John: Buenos días, bella durmiente.
Sabrina: ¿Dónde está Walter? No dejes que me lo quiten...
John: Está abajo, durmiendo. No te preocupes, nuestro pequeño está bien.


Sabrina: Tengo que verle...
John: ¿Cómo te encuentras?
Sabrina: Me duele el cuerpo. Sobretodo las piernas y la espalda. 
John: Has estado durmiendo 24 horas. Vino un doctor y te examinó. Estás bien, aunque necesitas reposo para recuperarte. 
Sabrina: ¿No me has entregado? Me estará buscando la policía...
John: Te está buscando todo el mundo, pero al igual que a todos los enfermos que huyeron del centro. No te preocupes, estás en paz con la justicia.
Sabrina: Ahhh...¿Me has perdonado? John, siento haberte traicionado. Te quiero con locura, debes creerme.


John se levantó de la cama y se alejó hasta el ventanal del balcón. Miró al exterior, dándole la espalda a Sabrina.

John: No sé si de verdad me quieres. Yo te puedo asegurar que te amo más que a mi vida. No he dejado de quererte en ningún momento y no creo que pueda dejar de amarte. Te he buscado por tierra y aire, Sabrina. Mi vida era un infierno. Tu hermana y yo hemos recorrido las calles mil veces buscando una pista que nos llevase a ti.
Sabrina: Lo siento, pero no me encontraba bien...ni sabía lo que hacía.
John: ¿Y ahora sabes lo que haces?
Sabrina: Pues claro, mi amor. Quiero estar contigo. Créeme, yo también he sufrido mucho. En aquel centro de locos. Los doctores estaban peor que los enfermos. Una loca me agredió y los locos me perseguían...En la calle he pasado frío y mucho miedo. Aunque he conocido clicks maravillosos que me ayudaron...pero uno de ellos murió...Sus vidas no son nada fácil. Te echaba de menos, pero soñaba con los zombies y todo me daba miedo. Siento no haber dado señales de vida...te he echo sufrir mucho.


John: Es lo que obtengo de ti, sufrimiento. Ahora que sé que estás bien, creo que lo mejor es que nos tomemos un tiempo. No deseo seguir sufriendo más y no sé si estar contigo es lo que más me conviene. 


Sabrina se levantó de la cama y se acercó hasta John. Le cogió de los hombros llorando.

Sabrina: John, comprendo que dudes de mi. Después de ser la peor novia del mundo es normal que desconfíes de mi. No te reprocho que no quieras volver conmigo, pero dame una oportunidad.  He visto cosas ahí fuera. He pisado fondo y ahora sé lo que quiero. Te quiero con toda mi alma. Dame otra oportunidad...

Intentó besarle pero John se apartó.


John: Dame tiempo, por favor. Ahora no te preocupes e intenta descansar. En el armario está tu ropa. Te he dejado toallas limpias en el cuarto de baño. Baja a desayunar, te esperaré a bajo. 
Sabrina: Vale, enseguida voy.


Cuando se duchó, se miró al espejo. Una parte de ella se odiaba profundamente, pero otra se negaba a darse por vencida.

Sabrina: No es momento de flojear, Sabrina. Ese hombre te pertenece y lucharás por él. Venga, debes ser fuerte. Hazlo por ti, por Walter y... por Bruno, que se lo prometistes. 


Bajó las escaleras que daban a la terraza. Allí se encontró a Elvis, Rex y Rita jugando. Los tres perros se acercaron a ella contentos. En otros tiempos Sabrina los habría espantado, pero algo había cambiado en ella.

Sabrina: Nunca pensé que diría esto, pero me alegro de volver a verte, Rex. ¡Hola Rita! Parece que eres la novia oficial de Rex, tienes buen gusto. ¡Mi Elvis! Hola perro loco, te echaba de menos.



Donna estaba en la cocina y cuando vio entrar a su hermana no pudo evitar emocionarse mucho. Sabrina le sonrió aunque se sentía avergonzada por su comportamiento. Le había hecho mucho daño y no estaba segura de que su hermana la fuese a perdonar.

Donna: ¡Hermana!


Se abrazaron efusivamente. Las dos lloraban emocionadas y sin decir una sola palabra, se lo dijeron todo. Lo pasado ya no tenía importancia. Estaban juntas, son hermanas y se querían. 


Sabrina: No llores más, hermanita.
Donna: Te echaba de menos, Sabri. No quiero volver a perderte, por favor.
Sabrina: No me perderás, te lo prometo.
Donna: Me tienes que contar dónde has estado todo este tiempo.
Sabrina: Lo haré. 


John estaba jugando con Walter. Los dos se llevaban muy bien. El niño sonreía con los juegos de John. Estaba claro que se querían y habían conectado.


Aquella escena la emocionó todavía más. Era su familia y lucharía por ella con todas sus fuerzas.


Sabrina: Hola, chicos.
John: Oh, mira Walter. Es mamá. 
Walter: Uohheuueoa.
Sabrina: Mis hombres...


Corrió hacia ellos y los abrazó. Quería permanecer así de por vida. 

John: ¿Te encuentras bien?
Sabrina: Sí...Os quiero mucho, a los dos.
Walter: Ouuauuuoopppph.


John se deshizo del abrazo y agarró a Walter en brazos. Sabrina se sintió mal, pero sabía que John necesitaba tiempo.

John: ¿Has desayunado?
Sabrina: No, pero no tengo hambre.
John: Tonterías. Necesitas reponer fuerzas. Walter, vamos a prepararle el desayuno a mamá.


Cuando desayunó, acostó a Walter. John se fue a trabajar así que decidió salir al balcón y tomar el sol. Donna todavía no se había marchado.

Donna: ¿Puedo?
Sabrina: Donna, claro que sí.


Donna: Hace un día estupendo, ¿verdad?
Sabrina: Sí, se está muy bien al sol.
Donna: Sabri, ¿que te ocurrió? ¿Dónde has estado todo este tiempo?
Sabrina: Lo ocurrido en el pantano fue un trauma para mi. Por los zombies pero también por perderos a todos. Que me dejaseis allí abandonada tampoco estuvo muy bien, Donna. Eso me enloqueció.
Donna: Lo siento, pero estaba muy dolida. Aunque John nos aseguró que PD te llevaría a casa. Habló con él y quedaron en eso.
Sabrina: Sí, pero había perdido la cabeza. Veía zombies, Pandys y Payasos Demonios por todas partes.
Donna: ¿Que ocurrió en el centro de enfermos mentales?


Sabrina: Reconozco que perdí la cabeza, pero estar en aquel lugar no me estaba ayudando en nada. Aquellos locos no dejaban de incordiarme y los métodos del doctor para curarme eran muy agresivos. No quiero entrar en detalles, pero decidí quemar el edificio y huir.
Donna: ¡Sabrina!
Sabrina: Lo sé, no estuvo bien. Huí y encontré a un click maravilloso. Se llamaba Bruno y me enseñó muchas cosas. También conocí a Dakota y Romeo. Los dos grandes clicks. Vivían en la calle y aunque no tenían nada, me lo dieron todo...
Donna: Comprendo. Es una suerte que dieses con ellos. Me encanta Walter. Por fin soy tía. Sabri, lo hemos pasado muy mal. John casi perdió la cabeza...por eso debes darle tiempo y ser comprensiva.
Sabrina: Estoy dispuesta a esperar el tiempo que haga falta.


Sabrina no se encontraba del todo bien. Seguía teniendo muchas agujetas y dolores por todo el cuerpo. Al día siguiente, despertó un poco tarde. John había dormido en el sofá. 

Cloti: ¡Despierta!
Sabrina: Eh...¿Qué pasa?
Cloti: ¡Serás gandula! 


Los gritos la terminaron de despertar. Cloti, la madre de John la miraba furiosa. Su mirada reflejaba el odio que le tenía.

Sabrina: Buenos días...
Cloti: ¿Buenos días? ¡Serás sinvergüenza!
Sabrina: A mi no me grite.
Cloti: Degenerada, ¿para que has vuelto? ¡Vete por dónde has venido!
Sabrina: No me da la gana.
Cloti: Eres una cochina malnacida. No tienes bastante con robarle a mi hijo y serle infiel con un montón de hombres, encima le encasquillas un hijo. Ese no es mi nieto, a mi no me engañas.
Sabrina: He cambiado, señora. No sé que quiere decir con que no es su nieto.
Cloti: Yo no soy tonta. Está claro que ese niño es de otro hombre, no de mi hijo. Ahora pretendes que te pague una manutención y vivir del cuento, ¿verdad? No lo permitiré.


Sabrina: Se equivoca.
Cloti: Desde el primer momento que ti vi supe que eras una fresca.
Sabrina: Y usted una bruja amargada y controladora. Amo a su hijo y si para ello tengo que pasar sobre su cadáver, no tenga la menor duda de que lo haré. No le tengo miedo ni me importa lo que piense. Es mejor que se aparte de mi camino. ¿No lo sabe? Estuve ingresada en un centro de enfermos mentales. Ahora estoy muy loca y soy capaz de todo...
Cloti: ¡Cómo te atreves a amenazarme! Maldita lunática.
Sabrina: Le estoy avisando. Yo no quiero problemas, señora. Amo a su hijo y sí, he cometido errores terribles, pero no le corresponde a usted decidir sobre su vida y su corazón.
Cloti: Te juro que haré todo lo que pueda para que mi hijo abra los ojos. No permitiré que le encasquetes un hijo que a todas luces se ve que no es suyo y le arruines la vida.
Sabrina: Yo también la quiero. Ahora largo de aquí y manténgase alejada de nosotros.


La madre de John bajó y dejó a Sabrina que se levantase. Al bajar, se escondió para escuchar la conversación que mantenía John con su madre y Rose.

Cloti: Que no hijo, que esa clack está loca.
John: Mamá...
Clori: ¿Tengo razón, Rose?
Rose: Sí. Sabrina no está bien. Aunque si John la quiere, no podemos hacer nada, señora Clotilde.
Cloti: ¡Y un pimiento! Yo sí que puedo. Esa loca me acaba de amenazar, hijo mío. ¿Es que no te importa?
John: Mamá, es que tú también la atacas. Ha pasado por un infierno y...
Cloti: ¡Ni infierno ni infierna! Hijo, que te ha robado y encima te fue infiel unas cuantas veces. Sé inteligente y busca otra clack de provecho.


John: Se equivocó y ha sufrido las consecuencias. Necesito reflexionar. La amo pero...
Cloti: Sabes que no te conviene. Además, este niño es precioso pero sabes que no es tu hijo.
John: ¡Es mi hijo!
Rose: No diga eso, señora Clotilde. 
Cloti: ¡Pero si es verdad!


John: Walter es mi hijo.
Cloti: Estuvo con unos cuantos clicks, cariño. No sabes si es tu hijo. Además, ¿no te das cuenta que no se parece en nada a ti? Es rubio, blanco...
John: Me da igual no ser su padre biológico...seré su padre y punto.
Cloti: No me engañas. Te molesta. No es tu hijo y sabes que es fruto de una infidelidad y no del amor. ¿Que diría el padre Ramón de todo esto?
John: Cómo puedes decir eso, mamá. Walter es mi hijo y es todo amor. Quiero que te vayas.
Cloti: ¡Pues muy bien!


Se levantó enfadada y se fue hacia la puerta de la calle. John se quedó sentado con Walter y Rose fue tras ella. Sabrina se escondió para no ser vista.

Rose: ¡Señora Clotilde! No se ponga así, por favor.
Cloti: ¡Me voy! Rose, haz entender al cabezota de mi hijo que se está equivocando.


Cuando Cloti se fue, Sabrina salió de su escondite. Rose al verla fue a saludarle. Nunca había sentido afinidad con ella y no la soportaba, pero no quería empeorar la situación. Hizo un esfuerzo y le sonrió.

Rose: Hola, Sabrina. ¿Estás bien?
Sabrina: Sí, gracias.


Rose: Me alegro por ti. Oye...sabes que no seremos nunca amigas pero tampoco deseo que las cosas te vayan tan mal. Intenta recuperarte e intenta rehacer tu vida. Por lo que más quieras, no le sigas haciendo daño a John. Busca un hotel y no empeores la situación, yo misma te lo pagaré. Deja que John sea feliz. Sabes que contigo nunca lo será y está sufriendo mucho. No sois compatibles.
Sabrina: Agradezco tus palabras y sé que te preocupas por John, pero no tienes razón. Pues claro que somos compatibles. Seremos muy felices y nunca más le haré sufrir.


John seguía distante, aunque sabía que la seguía queriendo. Debía demostrarle que había cambiado, pero no sabía cómo. 

Sabrina: Siento haber disgustado a tu madre...
John: Nunca cambiaréis...
Sabrina: Yo he cambiado, John.


John: Tengo que ir a trabajar. Se hace tarde.Traeré alguna pizza para cenar.
Sabrina: De eso nada. La cena la haré yo.
John: Tú no sabes cocinar...y nunca lo has intentado. 
Sabrina: Pues ahora lo haré. No se hable más, la cena la haré yo. Prepárate, te vas a chupar los dedos. 
John: De acuerdo. Voy a ponerme el uniforme. 


Rose: Sabrina, piensa en lo que te he dicho. Te pagaré la habitación de hotel el tiempo que haga falta. 
Sabrina: Adiós, Rose.


John: Ya estoy. Nos vemos luego. Adiós, Walter.
Sabrina: Dile adiós a papá.
Walter: Uoehuoipchhzz.
John: He soñado tanto con una vida así...contigo y nuestro hijo...
Sabrina: Ahora es una realidad, cariño.
John: Intenta descansar y no hagas esfuerzos.
Sabrina: Que sí, tú vete tranquilo.


Continuará...