domingo, 28 de mayo de 2023

La gran aventura: Capítulo 11: Ya nos conocemos

Por suerte para ambas, cayeron desde un hueco no muy alto. Al caer al suelo, Suselle reaccionó. No entendía lo que le había ocurrido. Pradito abrió una compuerta y entraron en una sala.

Suselle: No encontraremos nunca a Dante.
Pradito: ¡Claro que sí! No te desanimes, Suselle.
Suselle: Aquí no está...


Entraron en la habitación con mucho cuidado. No había ventanas y el olor a humedad era más intenso. Un reloj de pie presidía la oscura estancia. Sus agujas daban vueltas como locas. Un murciélago dormía plácidamente en una de las paredes y una enorme araña peluda se dirigía hacia ellas.

Suselle: ¡Me dan miedo las arañas, Pradito!
Pradito: Solamente tenemos que rodearla, vamos.


Pradito abrió la puerta de un armario y descubrió que escondía un oscuro pasadizo secreto.

Suselle: ¡La araña viene a por mi!
Pradito: ¡Aquí hay un pasadizo! ¡Rápido!


Dante estaba mareado, pero consciente. El monstruo lo había metido en un cubo enorme. Dante estaba sentado y rodeado de todo tipo de especias y una extraña sustancia verde.

Dante: ¿Qué estás haciendo?
Señor Grey: Preparando la cena, niño incauto. 
Dante: ¡Quiero volver a mi casa!
Señor Grey: Eres muy poco considerado. ¿Deseas dejarme sin cena? Voy a preparar unas patas de lagarto y lenguas de ardilla para la guarnición. 


El ser estaba preparando dichos ingredientes en el pollo de la cocina. Dante se sentía mareado y no era capaz de escapar. Además, seguía esposado. Cual fue su sorpresa al ver a Suselle asomándose por el enorme horno de la cocina. Al verla, casi grita de alegría, pero Suselle se puso un dedo en los labios para indicarle que guardara silencio. 


Dante señaló las llaves colgadas en uno de los armarios de la cocina.

Suselle: Pradito, tenemos que llegar a esas llaves para quitarle las esposas a mi hermano.
Pradito: Vale. Tenemos que intentar no hacer ruido.


Caminaron lentamente hasta las llaves mientras escuchaban al ser canturrear canciones demoniacas, conocidas únicamente en su mundo y que eran repugnantes.

Señor Grey: Para ser feliz para ser feliz, felices matando, me como los cuatroooo...trala rala la...


Suselle alcanzó las llaves y tardó muy poco en liberar a su hermano.

Pradito: Date prisa, Suselle. Se dará cuenta de que estamos aquí.
Dante: Ese monstruo está loco. Menos mal que me habéis encontrado. Quiere comerme.
Suselle: No lo permitiremos.


Señor Grey: ¡¡Menuda sorpresa!! Pensaba que pasaría hambre, con tan poca cena, pero con vosotras dos, creo que me voy a saciar del todo.
Pradito: ¡A ver si te atreves a tocarnos, bicho espantoso!
Señor Grey: ¡Me voy a comer hasta los huesos!


El señor Grey agarró a Suselle del pelo y a Pradito de la chaqueta. Ambas empezaron a forcejear para liberarse. Dante aporreaba la cabeza del monstruo para ayudarlas.

Dante: ¡Suéltalas! 


El monstruo las soltó enfurecido. No estaba acostumbrado a que unos niños se le resistiesen tanto. Tenía claro que se los tendría que comer a los tres.

Señor Grey: ¡Pequeños seres malcriados! Ningún niño ha podido escapar de mi mansión. Es el momento de que os rindáis y aceptéis vuestro destino.

Suselle: ¡No permitiremos que nos hagas daño!
Pradito: No sabes con quién te estás metiendo.


Nesi había encontrado un pasadizo secreto. Aunque era algo estrecho, pudo entrar. Tras un largo recorrido, llegó a la cocina.


Vio a los niños en peligro, con el demonio a punto de hacerles daño y se lanzó a por él.

Señor Grey: ¡¿Eh?! ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¡Nadie osa atacarme en mi propia morada!
Nesi: ¡Corred! Seguid ese pasillo. Os llevará a la salida.
Señor Grey: ¡No dejaré que os marchéis!


Señor Grey: En cinco minutos, mi mansión se teletransportará a otra dimensión. Todo el que permanezca en su interior, se vendrá conmigo para siempre.
Nesi: Eres un ser cruel y malvado. 
Señor Grey: Eso es un halago para mi.
Nesi: Espero que algún día recibas tu merecido.


Grey se tiró al suelo sin poder parar de reír. Sus carcajadas se escuchaban en todos los rincones de la mansión. 

Señor Grey: ¡No podréis escapar! ¡Ya no os dará tiempo a salir!


Nesi salió tras los niños. Caminaban por el pasadizo en silencio, temiendo que ya no les diese tiempo a salir. Por fin, vieron algo de luz. Llegaron a la sala principal de la mansión.

Suselle: ¡La puerta está ahí!
Pradito: ¡Vamos, Dante!
Dante: ¡Voyyy!


Nesi fue la última en salir del pasadizo. No sabía el tiempo que había transcurrido pero sabía que no les quedaba mucho.

Nesi: ¡Rápido! ¡Tenemos que salir de aquí cuento antes!


Alcanzaron la puerta y salieron al exterior a toda velocidad. 

Suselle: ¡Estamos fuera!
Pradito: ¡Corre, Nesi!


Los niños gritaban a Nesi desde una distancia prudencial. Le estaba costando salir por la puerta y el tiempo se estaba agotando.

Dante: ¡Tú puedes, Nesi!


Estaba atascada. Tenía medio cuerpo fuera, pero de cintura para abajo no lograba salir. Los niños corrieron hasta ella y tiraron con todas sus fuerzas. Consiguieron desatascarla y alejarla de la casa.

Nesi: Gracias, chicos.
Pradito: Ha venido de poco.


Unos segundos después, la mansión desapareció. En su lugar, quedó un pequeño solar con tierra seca y algunos matojos.

Suselle: ¡Ha desaparecido!
Dante: ¡Flipa!
Pradito: Lo hemos conseguido.


Dante: ¿Y los hombres malos?
Nesi: Creo que ya no nos darán más problemas.
Dante: Muchas gracias por ayudarnos.
Pradito: Te debemos una.
Nesi: No os podía dejar solos.
Suselle: Dante, pensaba que te había perdido.
Dante: De eso nada. Soy hijo de un pirata, ¿recuerdas? Soy un niño muy fuerte.


Diamante: ¡Niñooooos! ¿Dónde estáis?
Duclack: ¡Praditoooo!
Suselle: ¡Son nuestro padres! Nesi, deja que te los presente.
Nesi: No, chicos. Yo debería irme.
Pradito: ¡De eso nada! No puedes irte así.
Nesi: He recordado que tengo un compromiso. Ha sido un placer conoceros. No volváis a meteros en problemas.
Suselle: ¿Volveremos a verte?
Nesi: No lo sé, quizás.


Diamante: ¡Ahhhhhhh! ¡Hormigas!

Diamante había pisado sin querer un hormiguero. Las hormigas salían corriendo en todas direcciones. Estaban tan desorientadas que subían por las piernas de Diamante.

Lúa: Tranquilo, no hacen nada.
Diamante: ¡Me dan mucho asco!
Duclack: ¡Sal del hormiguero!
Diamante: ¡Ayyyy!


Una enorme hormiga recorría su pecho sin saber muy bien dónde se encontraba.

Diamante: ¡Me va a comer! ¡Ayuda, Duclack!


Duclack le quitó la hormiga y se la dio a Lúa, que la sujetaba en su mano.

Diamante: Gracias, por poco no lo cuento.
Duclack: Diamante, ¡solamente es una hormiga!
Diamante: Sí, pero enorme.
Lúa: La devolveré a su hogar.


Dante: ¿Papá?
Diamante: ¡Dante!
Duclack: ¡Niños! ¿Dónde estabais?
Lúa: Nos estábamos empezando a preocupar.


Pradito: ¡Mamá!
Duclack: Huy, ¿estás bien?
Diamante: ¿Y estos abrazos? ¿Nos habéis echado de menos?
Suselle: Mucho, papá.
Lúa: Qué bonito.
Diamante: Volvamos a la fiesta. Mamá debe estar muy preocupada.


Cuando llegaron a la fiesta, Sus se alegró mucho. Abrazó a Diamante y lo besó.

Diamante: Hoy todo el mundo se alegra de verme. ¿También me has echado de menos?
Sus: No sabes cuanto. ¿Dónde estabais? Habéis tardado mucho.
Duclack: Los niños nos han retrasado.


Agnes: Habéis tardado mucho, Lúa. ¿Va todo bien?
Lúa: Los niños, que se han alejado demasiado y no los encontrábamos. 
Alejandra: Este bosque puede ser peligroso si te pierdes, y más si eres un niño.
Nora: Menos mal que ha quedado en un susto. Por cierto, Sebastián tiene ya la comida lista, deberíamos empezar a comer. 
Alejandra: Sí, mi abuelo está hambriento. 


Sus: ¿Os habéis perdido?
Suselle: Un poco...
Dante: Hemos sido muy valientes mamá. 
Duclack: ¿Habéis sido valientes?
Pradito: Hemos conseguido escapar de un monstruo demonio que nos quería comer.
Duclack: Ahh...
Suselle: ¡Vivía en una mansión muy pequeña y raptó a Dante!
Sus: Qué pasada.
Dante: Suerte que somos hijos de piratas. 
Diamante: ¡Di que sí, hijo!


Nesi: Hola...

Los niños se sorprendieron al ver a Nesi en la fiesta. Estaba junto a Agnes, que le agarraba del brazo sonriente.

Agnes: Os presento a mi amiga. Se llama Nesi. Ellos son...
Nesi: Sus caras me suenan de algo...


Los niños se abrazaron a ella emocionados. Todos los presentes miraban desconcertados la escena.

Dante: ¡Has venido!
Suselle: Pensaba que tenías un compromiso.
Nesi: Este era el compromiso. Lo que no sabía es que vosotros también estaríais aquí.
Agnes: No entiendo nada. ¿Ya los conocías?
Nesi: Sí, somos amigos.


Alejandra: Basta ya de tanta cháchara. Vamos a comer, que es mi cumpleaños y la comida se enfría. ¡Todos a la mesa! Después, nos iremos todos a la feria.


Continuará...



 

jueves, 18 de mayo de 2023

La gran aventura: Capítulo 10: La mini mansión

En lo más profundo del bosque, entre grandes árboles y frondosa vegetación, había una mansión oculta. Su tamaño era pequeño, como si viviesen en ella hobbits o enanitos. Su aspecto era tenebroso. Una pequeña puerta amarilla y unos ventanales te daban la bienvenida cuando mirabas la fachada. De un color gris azulado, dos plantas de altura y unas torres sobresaliendo del tejado.


Sombra llevaba arrastras a Dante hacia ella. Aunque se resistía y protestaba, Sombra no le hacía el menor caso. Lo agarraba con fuerza de las esposas y tiraba de él sin ninguna consideración.


Nesi, Pradito y Suselle los seguían de cerca. Cuando vieron la mansión, no pudieron evitar estremecerse. Nesi supo en ese preciso momento que esa sensación que tanto la angustiaba provenía de esa mansión.

Nesi: Ese lugar es muy peligroso.
Pradito: Qué extraño, es una mansión muy pequeña.
Suselle: ¿Y quién puede vivir ahí? Me da miedo...
Nesi: Vive alguien malvado, estoy segura.


Dante: ¡¡Quiero que me sueltes!!
Sombra: Ya hemos llegado. Ahora saldrá mi señor. Te ordeno que obedezcas y no le perturbes. 
Dante: ¿Un señor?
Sombra: Ahora lo conocerás.


Dante: ¡Mi padre te dará tu merecido!  Es un pirata muy valiente.
Sombra: Primero tendría que encontrarnos, y dudo que lo consiga. Ahora perteneces a mi señor, así que acéptalo y deja de protestar. 


Un ser de la misma altura que Dante, abrió la puerta de la mansión y salió. Su cuerpo era delgado y lila. Tenía brazos largos y piernas cortas. Su cara era amarilla, con una enorme y maliciosa sonrisa. Sus ojos eran rojos y sus orejas puntiagudas. Dante se lo quedó mirando, aterrado.

Sombra: Mi señor, le traigo otro niño.
Señor Grey: Me prometiste que serían más.
Sombra: Este vale por muchos, mi señor. Le prometo que le volveré a traer más.
Señor Grey: No prometas si no puedes cumplir.


Sombra: Cumpliré, mi señor.
Señor Grey: Eso espero. Si no cumples con lo acordado, nuestro trato se verá anulado.
Sombra: Tome, señor. Es todo suyo.
Dante: ¡Suéltame!


Señor Grey: Eres insolente, me gusta. No puedes pronunciar ninguna palabra que pueda herir mis sentimientos, pues no dispongo de ellos. Puedes llorar y gritar lo que quieras, nadie vendrá a rescatarte.


Suselle: ¡Ese monstruo se lo lleva!
Pradito: Tenemos que ayudarle.
Nesi: Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde. Tened cuidado, son seres muy peligrosos.


Nesi y las niñas salieron de su escondite dispuestas a rescatar a Dante. Nesi gritó como nunca pensó que podría hacerlo. Sombra, Dante y el demonio miraron sorprendidos en su dirección.

Nesi: ¡Alto! ¡Dejen libre a ese niño!
Dante: ¡Me habéis encontrado!
Sombra: ¡No es posible!


Señor Grey: ¡Maldito incompetente!  Te dejé muy claro que nadie debía averiguar mi ubicación, eso era de vital importancia. Has incumplido tu palabra y ahora mismo ya no vales para nada.
Sombra: ¡Señor, yo no lo sabía! Deje que lo solucione, por favor.
Señor Grey: Si no quieres que acabe con tu vida aquí mismo, vete y no vuelvas más.


Sombra salió corriendo hacia el bosque y desapareció. Temía por su vida y sabía que su señor no se andaba con tonterías. Estaba muy asustado pero también muy decepcionado consigo mismo. No entendía cómo le habían podido seguir.


Grey tiró de Dante y lo metió en la mansión antes de que ellas pudiesen agarrarlo.

Dante: ¡Socorro!
Suselle: ¡Dante!
Pradito: ¡Esa cosa se lo lleva!

Tanto Pradito como Suselle estaban dispuestas a entrar en la mansión sin pensárselo dos veces, pero Nesi las detuvo.


Nesi: No sabemos lo que hay ahí dentro. Percibo que es muy peligroso.
Suselle: ¡Pero tenemos que ayudar a mi hermano!
Nesi: Lo sé. Debemos ir con sumo cuidado. Entramos en el territorio de ese ser maligno. Jugamos con desventaja.
Pradito: Tendremos que arriesgarnos. 
Nesi: Está bien. Tened cuidado, por favor.


A Nesi le costó entrar por la puerta. Pradito la empujó desde fuera cuando se quedó atascada y no podía moverse.

Pradito: Espera, que te empujo desde fuera.


Una vez dentro, se quedaron paralizadas observando el interior. La decoración de la mansión era extraña. Los muebles eran muy pequeños y antiguos. Los colores pastel reinaban en gran parte de las paredes, pero contrarrestaban con suelos extraños con colores muy chillones. Olía a humedad, a casa cerrada. De las ventanas no entraba mucha luz.

Suselle: Qué sitio más raro.
Pradito: No me gusta estar aquí.
Nesi: Normal, este lugar es maligno. Tenemos que encontrar a Dante cuanto antes y salir de aquí.


Pradito: Subamos por esas escaleras.
Suselle: Sí, no perdamos más tiempo.
Nesi: Andad con cuidado. Aquí nada es lo que parece.


Al llegar a la primera planta de la mansión, se encontraron con un dormitorio. Disponía de un mueble con muchos libros viejos, una cama y una pequeña chimenea. Caminaban con sigilo, intentando no hacer ruido, pero algo surgió de las sombras y las atacó.

Pradito: ¡Murciélagos! 

Los murciélagos intentaban herirlas revoloteando a su alrededor. Se pusieron nerviosas, intentando deshacerse de ellos.

Suselle: ¡Me hacen daño!


Pradito: ¡Ayúdanos, Nesi!
Suselle: ¡Ahhhhh! ¡Tengo miedo!


Nesi cerró los ojos y se concentró. Sin saber muy bien cómo, consiguió que los animales las dejasen en paz. Salieron por el hueco de una ventana rota y se alejaron.

Suselle: ¿Lo has hecho tú?
Nesi: Sí. ¿Estáis bien?
Pradito: Sí, estamos bien. Gracias, Nesi.
Nesi: Solamente estaban asustados. Ya no nos molestarán más.


Para proseguir su marcha, debían meterse por un pequeño hueco por el que Nesi no cogía. No le quedó otra opción que esperar allí y que ellas buscasen a Dante. 

Nesi: Si ocurre algo malo, volved hasta aquí, por favor.
Suselle: Lo haremos.
Nesi: Siento no poder acompañaros...
Pradito: No pasa nada. Volveremos con Dante, ya lo verás. 


Empezaron a caminar por habitaciones oscuras, muy parecidas entre ellas. Se escuchaban susurros y había movimiento en las zonas más oscuras de la casa. Ambas se cogían de la mano asustadas.

Suselle: Dante, ¿estás ahí?
Pradito: Este sitio no me gusta nada, Suselle.


Se toparon con una puerta camuflada en una pared y decidieron abrirla. Suselle se asomó con cuidado, temerosa de lo que se pudiese encontrar al otro lado.

Pradito: ¿Ves algo?
Suselle: Sí.
Pradito: ¿Está Dante?
Suselle: No, pero hay juguetes.


Efectivamente, la habitación estaba repleta de juguetes vintage. Eran preciosos. Una pequeña noria giratoria, un tren volador, un carrusel con caballitos y otras preciosas reliquias.

Suselle: ¡Qué bonito!
Pradito: Son una pasada. Mira el tren, es muy chulo.


Eran tan bonitos y entrañables que tenían la necesidad de sentarse a jugar con ellos. Parecían estar allí para ellas, esperando que un día los encontrasen.

Suselle: Podríamos jugar un rato.
Pradito: Sí, sería una pena no aprovecharse. Ya que estamos aquí.


Suselle se sentó en el suelo y se puso a jugar con el carrusel. Si le daba a una llave, daba vueltas. Disponía de luces y sonido con melodías muy pegadizas. Pradito se quedó junto a la noria. También tenía luz y sonido. Le apasionaba darle a la manivela para que diese vueltas sin parar. Pasado unos minutos, se preguntó que es lo que estaba haciendo ahí. Entonces, recordó a Dante. Algo sobrenatural las estaba controlando. Solamente deseaban jugar. ¿Estarían los juguetes encantados?


Haciendo un sobresfuerzo, agarró Suselle del brazo y tiró de ella.

Suselle: ¿Qué haces? ¡Suéltame!
Pradito: Suselle, tenemos que salir de aquí.
Suselle: ¡Quiero seguir jugando!
Pradito: ¡Tenemos que rescatar a Dante! ¡No dejes que estos juguetes te controlen!


Suselle se resistía. Parecía no importarle nada. Intentaba zafarse de Pradito proporcionándole golpes y empujones, pero su amiga no estaba dispuesta a rendirse. Tiró más de ella y sin querer, pisaron una trampa. Se accionó una trampilla y cayeron por ella.


Continuará