jueves, 30 de enero de 2020

Las aventuras de Lucy Brown: Capítulo 02 - Nos vamos de viaje

Nunca había vivido una situación similar. Mi tía Teresa sufrió un atraco en una ocasión, según ella fue una experiencia terrible. Nos contó la historia tantas veces que todos la sabíamos de memoria. En esos momentos la entendí. Pensaba hacer la competencia a mi tía contar mi propia experiencia traumática tantas veces como tuviese ocasión...si sobrevivía.

Preso: Ahora entremos en la casa. ¿Seguro que no hay nadie?
Lucy: No hay nadie pero mis hermanos estarán por llegar...

Desconocía dónde estaba Nina. A veces salía a jugar por ahí y la perdía de vista. Deseaba que estuviese lejos, entretenida con sus cosas y no tuviese que sufrir una situación así.


Preso: Camina.

Seguía apuntándome con la pistola. Yo con los brazos arriba, muy asustada. Empecé a caminar lentamente, intentando no hacer ningún movimiento que considerase brusco.


Entramos en la casa y ni rastro de Nina. Sabía que estaría jugando cerca del río y por el momento, estaba a salvo. Tenía que intentar deshacerme de aquel hombre lo más rápido posible.

Preso: Por favor, dame agua.
Lucy: Sí...

Le serví agua y bebió hasta hartarse. El agua le caía por la barbilla y mojaba su ropa. Supuse que llevaba días caminando a pleno sol. Me miró de arriba abajo y me aterroricé. ¿Cuales eran las intenciones de aquel delincuente?

Preso: No quiero hacerte daño. ¿Cómo te llamas?
Lucy: Me llamo Lucy.
Preso: Yo me llamo Bill.


Lucy: Dices que no quieres hacerme daño pero me apuntas con tu arma.
Bill: Cierto. No quiero hacerte daño, pero lo haré si no haces exactamente lo que te pido.
Lucy: ¿Y que es lo que quieres?
Bill: Que me ayudes. Tengo que quitarme el grillete y cambiarme de ropa. Busca un hacha. 


Fui a por un hacha sin que Bill me perdiese de vista. Se sentó en una silla y colocó su pie sobre un taburete.

Bill: Lucy, tendrás que romper el grillete con el hacha.
Lucy: ¿Has perdido el juicio? ¡Te cortaré el pie!
Bill: Espero que no sea así.


Estaba aterrada. Me sentía incapaz de hacer algo así y no confiaba en absoluto en mi puntería.
Pidió whisky y se lo ofrecí. Bebió un trago. Cuando terminó, me serví también una copa y me la bebí de un golpe. 

Bill: ¿Estás lista?
Lucy: No, pero adelante.


Me imaginé a Bill con el pie mutilado, disparando enfurecido sobre mi. Por nada del mundo debía permitir que eso ocurriese. Sin pensármelo dos veces, apunté con el hacha y de un golpe, destrocé el grillete. Bill saltaba de alegría. Me sentí muy aliviada y en otras circunstancias también habría saltado contenta.

Bill: ¡Eres una mujer estupenda! ¡Gracias, Lucy!
Lucy: De nada...Ahora vete, por favor.


Bill: Necesito ropa, ¿recuerdas?

Saqué ropa de mi padre y se vistió. Quise cerrar los ojos, pero no lo pude evitar y miré. No me perdí detalle cuando se desnudó. La ropa de mi padre le quedaba bien. 

Bill: ¿Me queda bien?
Lucy: Sí...
Bill: Necesito cortarme el pelo y un sombrero.
Lucy: Está bien.


Nada quedaba de el preso que irrumpió en mi casa. Parecía un hombre formal, incluso elegante.

Bill: Muchas gracias por todo. Siento haberte amenazado, pero no me quedaba más remedio.
Lucy: ¿Te has escapado de alguna prisión? 
Bill: Es una historia muy larga y no disponemos de tanto tiempo. Lucy, no sé si es buena idea dejarte aquí sola...
Lucy: Por favor, no diré nada...


Mi hermanita volvía a casa en esos momentos. Había estado jugando con Rayo junto al río.

Nina: Rayo, contigo no se puede jugar a nada. Si haces de caballo, ¡tienes que moverte! ¿Dónde se ha visto un caballo que duerme todo el tiempo?


Escuchó voces y se extrañó. No había caballos amarrados al porche. Se asomó por la puerta y vio a Bill con la pistola en la mano. Identificó la ropa de mi padre y supo de inmediato que algo malo estaba ocurriendo. 


Guardábamos una escopeta en un escondite, bajo unas cajas. La teníamos ahí para utilizar en caso de emergencia.

Lucy: Vamos, Rayo.


Mi padre nos había enseñado a utilizar armas para defendernos.De eso ya hacía tiempo y no estaba segura de que supiésemos utilizarlas en caso de emergencia. Nina agarró la escopeta y se dirigió decidida a la casa.


Bill: Necesitaremos dinero.
Lucy: Eso es todo lo que tengo. Por favor, vete. Te he ayudado y ahora debes cumplir tu palabra.
Bill: Lo sé...pero no deseo que mueras...y menos por mi culpa. 
Lucy: ¡No tienes que matarme si me quedo! No diré nada, lo juro.


Nina entró a la casa. Apuntaba con el rifle a Bill, que la miraba completamente sorprendido.

Nina: Suelta el dinero y vete de mi casa, forastero. 
Bill: ¿¿Quién es esta niña?? Pequeña, baja eso...
Lucy: ¡No la sueltes, Lucy!
Bill: ¡Las armas no son para los niños!
Nina: ¡Fuera de mi casa!
Bill: No dispares, pequeña. No os haré daño.


Nina disparó. No sé si a propósito o por los nervios, pero disparó. Por suerte o desgracia no alcanzó a Bill y ella salió disparada hacia atrás cuando apretó el gatillo. No estaba preparada para aguantar la potencia del disparo.

Lucy: ¡Nina!
Bill: ¡Casi me mata!


Fui hasta ella muy preocupada. Nina estaba bien, solamente algo aturdida y muy decepcionada por su mala puntería. Bill nos apuntaba con su pistola. 

Bill: No sabes lo que me alegra que tengas tan mala puntería. Te podrías haber hecho daño, señorita. Lucy, no has sido sincera conmigo...eso no me gusta.
Lucy: Lo siento...es mi hermana. Solamente quería defenderme.
Bill: Lo comprendo. Nina, yo habría actuado de la misma forma. Eres muy valiente.
Nina: Gracias.
Bill: Esto lo cambia todo. Tendréis que venir las dos conmigo.
Lucy: Deja que nos quedemos, por favor.
Bill: ¡Alguien viene!
Nina: ¡Es el sheriff y el tonto de su ayudante!


Bill agarró a Nina del cuello y le apuntó con su arma.

Nina: ¡Ayyy!
Bill: Deshazte de ellos o me la cargo.
Lucy: Por favor, no le hagas daño.
Bill: No le ocurrirá nada malo si haces lo que te pido.
Lucy: Sí, me desharé de ellos. Nina, no te preocupes, ¿vale? Todo saldrá bien.
Nina: Lucy...


No soportaba a James, pero en aquel momento me alegré al verle. Deseaba que pudiese leer mi mirada y que supiese lo que me estaba ocurriendo.


Lucy: ¡Hola, chicos!
James: Hola, preciosa. 
Lucy: No os esperaba.
James: ¿No? Te dije que me pasaría para saber tu respuesta.
Lucy: ¿Respuesta?


Recordé su absurda propuesta. Vivir con nosotras mientras que nuestro padre estuviese ausente. Me sorprendí pensando que prefería ser secuestrada que vivir con él.

Lucy: Ah, eso...
James: Veo que no has pensado demasiado en ello...
Lucy: Necesito más tiempo para reflexionar.
John: Vamos, guapa. Toda mujer necesita la protección de un hombre, ¿verdad, James?
Lucy: No tengo tiempo para escuchar tonterías.


Rayo se puso a ladrar a la ventana. Bill estaba ahí escondido.

John: Tu perro nos da la razón.
James: ¿Le ocurre algo? Nunca lo había visto así.
John: Es verdad, siempre está durmiendo.
Lucy: Es que tiene hambre...


James: Nosotros también. ¿Conversamos dentro? Así nos sirves un buen trago y algo para acompañar.
John: ¡Sí, tengo hambre!
Lucy: ¡Nooooo!

Por nada del mundo podía permitir que entrasen en mi casa. La vida de Nina estaba en peligro.

James: ¿Ocurre algo? ¿Dónde está tu hospitalidad?
John: Eso, ¿dónde está tu hospitilidad?
Lucy: Es que...


En ese momento, Bill salió al porche junto a Nina. Llevaba su arma escondida en la mano. Debo reconocer que me quedé totalmente en blanco.

James: ¿Y este?
Lucy:...
James: ¿Lucy?
Bill: Soy su novio.
James: ¿Cómo? ¿Novio?


Bill: Sí, somos novios. Estoy arreglando unas tablas del suelo y no se puede pasar.
James: ¡¿Novio?! Lucy, exijo una expicación inmediatamente. 
John: ¡Eso, una inmediatamente!
James: ¡Tú, calla!
Lucy: Lo siento, James...no sabía cómo decírtelo. Es mi novio y en breve nos casaremos.
James: Ya veo...


Se dieron media vuelta y fueron a por sus caballos. Odiaba a James, pero en esos momentos sentí pena por él. Noté en su mirada la decepción. Había sido un duro golpe para su incomprendido corazón.

James: Lucy, ¿de verdad que ese es tu novio? Tu padre no me ha dicho nada y hasta ayer no sabía de su existencia.
Lucy: Sí, es mi novio. Es mejor que os vayáis...tengo muchas cosas que hacer...Por favor, vuelve cuando quieras.
James: No lo sé, Lucy. Quizás tarde un poco en pasarme por aquí. Ahora ya tienes un hombre que te proteja. Aunque tiene pinta de ser torpe y dudo que sea tan macho como yo.


Subieron a sus caballos y se marcharon.

John: A ese le falta la elegancia que tiene usted, James. Es guapo, eso hay que reconocerlo, pero ni mucho menos es tan...
James: Desearía que guardases silencio, John. Estoy pensando. Hay algo que no me cuadra. He visto a ese hombre en alguna parte, pero no recuerdo dónde.
John: Lo ha visto ahora mismo, ¿es que ya no se acuerda?
James: Hazme un favor y cierra el pico. Una palabra más y te mando al río de una patada.


Bill: Muy bien, señoritas.
Lucy: Ya se han ido. Ahora déjanos en paz y vete.
Bill: No puedo hacer eso, Lucy. No quiero que os pase nada malo.
Lucy: ¡Tú eres lo único malo que nos pasa!
Bill: He dicho que nos vamos. Ponte algo más adecuado para salir. 


Me calcé mis zapatos negros ya algo anticuados, me até un pañuelo al cuello y agarré mi sombrero rojo. Nina no parecía muy aterrada. Teníamos un carro en la parte trasera de la casa y un caballo que se llamaba Pecas. Su idea era viajar en el carro y dirigirnos a quién sabe dónde.

Nina: ¡Bieeeen, nos vamos de viaje!
Lucy: Nina, ese hombre nos apunta con su arma.
Nina: Bah, ya no me da miedo.


Bill: Saca al caballo, date prisa. El tiempo juega en nuestra contra.
Lucy: Será mejor que te marches sin nosotras. Te retrasaremos.
Bill: Está bien. Si os quedáis, moriréis.Si os venís conmigo, viviréis. Vosotras decidís...
Lucy: Prepararé a Pecas.
Bill: ¿Pecas? Menudo nombre para un caballo.
Lucy: A Pecas le gusta su nombre.


Bill: Yo le habría llamado trueno, salvaje o trueno salvaje, por ejemplo.
Lucy: Solamente un hombre es capaz de poner un nombre así a un caballo. ¿Verdad, Pecas? Cariño, nos vamos de viaje. No te preocupes, cuidaré de ti.


Montamos y yo me senté delante, para conducir el carro. Bill se sentó atrás, junto a Nina. 

Nina: ¿A dónde vamos?
Lucy: Eso, ¿a dónde vamos?
Bill: De momento, lejos de aquí.


Rayo se acercó ladrando hasta nosotras.

Nina: ¡Rayo! ¡No podemos dejarlo solo!
Bill: No hay sitio para un perro.
Lucy: Nos perseguirá todo el tiempo.
Bill: Está bien, que suba.
Nina: ¡Yupi! Sube, Rayo.

Rayo saltó con una vitalidad para mi desconocida, y se tumbó a mis pies.


Continuará...

jueves, 23 de enero de 2020

¡Oh, Chidi de mi corazón! - Capítulo 01: Lectura interrumpida

Wenda pertenecía a un club de lectura. Esa semana le tocó organizar la lectura en su casa, pues cada semana le tocaba a una socia distinta. Todas estaban encantadas, Wenda siempre organizaba la reunión con dulces, infusiones y todo tipo de comodidades.


Además, la mansión era un lugar muy confortable para leer. Wenda mandaba encender fuego en la chimenea y tomaban asiento ante una gran mesa. Todo era comodidad y se creaba un ambiente perfecto para sumergirse en la lectura.


Aquel día, Wenda ofreció tarta de vainilla además de té, infusiones variadas y café. Leían un libro de una escritora muy conocida, Marina Glimtmoon. Se trataba de una novela muy profunda y mágica. Era el diario de una clack que contaba su vida desde lo más profundo de su corazón. Estaban muy enganchadas.

Wenda: ¡Ay chicas, está muy emocionante!

Esa semana solamente habían podido asistir 5 socias. Wenda, Filomena (madre de Leticia), Fui (cuidadora de Pinky), Beatriz (madre de Kim) y Cloti (madre de John).



Beatriz: ...ansiaba acariciar su cuerpo, pero me contuve. Amaba a Artemisa, pero ella era muy especial para mi. Estaba confundida...¡Ay, pobre! Al final dejará a su novia y se liará con esta.
Filomena: Lúa me parece una mujer muy mágica y creo que harían buena pareja.
Beatriz: Yo prefiero a Artemisa.
Fui: Después de tantos años como pareja, me gustaría que acabasen juntas.
Wenda: Años en pareja no determina nada, amiga. Es verdad que el tiempo puede fortalecer una relación, pero también la puede destruir.
Cloti: Chorradas. El amor, si es verdadero, es para toda la vida.


Ann: Señora, Chidi ya está aquí.
Wenda: ¡Chidi! Hazle pasar, Ann.
Ann: Sí, señora.
Wenda: Gracias.


Ann abrió la puerta a Chidi y todas se dieron la vuelta para verle. Estaban muertas de la envidia.

Wenda: ¡Amor, pasa!
Cloti: ¿Ese es tu novio?
Filomena: Chica, eres una asaltacunas.
Beatriz: Oh, uno así quiero yo. Fijo que te quita todas las penas.


Chidi: Buenas noches, señoras.
Cloti: Encima es educado.
Fui: Guapo y educado.
Wenda: Mi Chidi es un caballero.
Filomena: Esos están en peligro de extinción. 


Wenda: Chicas, os presento a mi novio. Chidi, mis amigas del club de lectura.
Todas: ¡Hola! Un placer. Todo un gusto, Chidi.
Chidi: No pretendía interrumpir la reunión. Pensaba que ya habíais terminado.
Wenda: Es culpa mía, me equivoqué al decirte la hora.


Wenda: Chisas, tendremos que dejar la reunión por hoy.
Filomena: No te preocupes. Yo debería marcharme ya. Tengo a Bisbi solo en casa y no me fío.
Fui: Yo iré a ver a Pinky, en pocos días vuelvo a China y me quiero despedir de ella.
Cloti: Yo no tengo prisa, pero entiendo que tienes otras cosas más importantes que hacer...
Beatriz: Y seguro que cosas muy placenteras...
Filomena: La semana que viene toca en mi casa. Ya lo hablaremos.
Wenda: Hasta la semana que viene, chicas.


Chidi fue a saludar a Ernesto, pero Wenda lo agarró del brazo y se lo llevó.

Chidi: ¡Wenda!
Wenda: Vamos,no perdamos el tiempo.


Casi choca con Ann, que estaba recogiendo la mesa.

Wenda: ¡Disculpa, Ann!
Ann: ¡Ohhh! No se preocupe, señora...


Wenda no pudo aguantarse y cuando llegaron a la sala de lectura, lo abrazó. Se besaron con pasión.

Chidi: Amor, no esperaba este recibimiento.
Wenda: Esto es solo el principio, cariño. Quiero besarte, hacerte mío y explorar tu cuerpo.
Chidi: No sabía que mi novia es exploradora.
Wenda: Una gran exploradora.
Chidi: Dime, ¿me has dicho mal la hora para que coincidiese con tus amigas?
Wenda: Pues claro. Quería presumir de novio ante ellas. ¡Se han muerto de envidia!


Lo tiró al sofá y luego se lanzó encima.

Chidi:¡Wenda! Aquí nos pueden pillar...
Wenda: ¿Y? Ya me da igual todo.
Chidi: ¡Viene alguien!


Se escondieron tras el sofá. Wen pasó caminando a toda prisa y no se percató de su presencia.

Wenda: Ha faltado poco...
Chidi: Imagina lo que habría pensado tu hijo de mi...
Wenda: Ay pobre, seguro que pensaría que su madre ha perdido la cabeza. En cierto modo es cierto, la he perdido por ti.
Chidi: Y yo por ti. Me vuelves loco...


Fueron al dormitorio de Wenda y cerraron la puerta con llave.

Wenda: Ahora nadie nos interrumpirá. 
Chidi: Yo también quiero explorar tu cuerpo.
Wenda: Ven aquí.


Wenda: Oh, Chidi. Estoy tan enamorada. Te quiero y solamente puedo pensar en ti.
Chidi: Yo también te quiero. Eres el amor de mi vida. La clack con la que quiero pasar el resto de mi vida.


Wenda: Tus labios son tan dulces y hueles tan bien. Tu mirada me hipnotiza y tus músculos son tan poderosos. Esa sonrisa tan sincera y...el sabor de tu piel...
Chidi: Ven aquí, esta noche tocarás las estrellas con las manos.


Pasadas unas horas...

Wenda: Ha sido increíble. Jamás había sentido algo así. No sé cómo lo haces, pero es que pierdo hasta el sentido.
Chidi: No lo sé. Seguramente eres tú, que consigues que me entregue como nunca.
Wenda: Soy tan feliz.
Chidi: Wenda, me gustaría proponerte algo. Sabes que este fin de semana me marcho a ver a mis padres, ¿no?
Wenda: Sí...te echaré de menos.


Chidi: Quiero que me acompañes.
Wenda: ¿Que te acompañe?

Wenda se sentó en la cama, sorprendida.

Chidi: ¿No quieres conocer a mi familia?
Wenda: Oh, no es eso...
Chidi: ¿Entonces? Quiero que conozcan a la clack que amo. Eres mi novia.
Wenda: Chidi...no creo que sea una buena idea.


Chidi: ¿No es una buena idea? En algún momento tendrás que conocerlos.
Wenda: Lo sé, pero...
Chidi: ¿Temes no gustarles?
Wenda: Sí...
Chidi: Les vas a encantar.
Wenda: Soy mucho más mayor que tú, cariño. Recuerda que yo soy madre y sé lo que se siente. Me da miedo su reacción...y no quiero que lo pases mal por mi culpa.
Chidi: Estoy seguro que les gustarás. Deja de preocuparte tanto. Vamos, no seas tan dramática y confía en mi. 
Wenda: Está bien. Iré a conocer a tu familia. ¡Espero no parecerles demasiado mayor!


Continuará...