Me llamo Lucy Brown y os quiero contar mi historia. Nací a las afueras de Tombstone, en una granja que mi padre construyó para nuestra familia. Fui una niña feliz, criada con amor por mis padres. Aquella granja era mi mundo, amaba aquel lugar. Disfrutaba cuidando las gallinas y bañándome en el río. Vivíamos lejos del pueblo, pero a mi me daba igual. Toda esa felicidad llegó a su fin de una forma totalmente inesperada. Las cosas se torcieron cuando mi madre murió al poco tiempo de dar a luz a mi hermana pequeña, Nina. Fue un duro golpe para la familia y desde ese momento, me convertí en la mujer de la casa. Todas las responsabilidades cayeron sobre mi. Mi padre se marchaba largas temporadas a trabajar guiando ganado y yo debía cuidar de Nina y la granja totalmente sola. Poco a poco, la granja se convirtió en mi prisión. Deseaba marcharme, viajar y vivir aventuras, pero mis responsabilidades me lo impedían. Aprendí a renunciar a mis sueños y acepté mi destino a regañadientes.
Ahora tengo 40, pero me gustaría viajar a una noche hace 20 años atrás. Mi padre llevaba semanas fuera. Nina y yo estábamos prácticamente todo el tiempo a solas. El Sheriff del Condado y su estúpido ayudante solían hacerme algunas visitas para asegurarse de que estaba bien. Mi padre se llevaba muy bien con James (el sheriff) y este ,estaba muy interesado en mi. A mi sin embargo, no me interesaba lo más mínimo. Después de cenar salí al porche a tomar el aire. Nuestro perro había tenido la misma idea y se encontraba allí tumbado (como casi el 100% del tiempo). Se llamaba Rayo, pero bien se podría haber llamado tortuga, pues siempre estaba tumbado. Nina se columpiaba en el columpio que mi padre había construido en el porche.
Escuché el sonido de un caballo trotando hacia la granja. A pesar del sonido del río, se escuchaba perfectamente.
En el cielo brillaba la luna llena, mi amiga. Somos amigas íntimas y todas las noches hablaba con ella y le contaba todas mis penas. El camino que llevaba a mi casa estaba perfectamente iluminado y allí pude ver a mi padre, subido a su caballo y galopando sin prisa pero sin pausa. Mi corazón dio un vuelco. Ansiaba la vuelta de mi padre. Estaba cansada de estar sola con tantas responsabilidades y además, quería a mi padre con todas mis fuerzas y lo echaba de menos.
No era precisamente un hombre joven, pero era fuerte y muy valiente. Me puse a llorar como una tonta, no lo podía evitar.
Lucy: Nina, padre está aquí.
Nina: ¿Padre?
Clay: ¡Lucy, Nina!
Lucy: ¡Padre!
Nina: ¡Por fin has vuelto!
Mi padre se emocionó al vernos. Sabía que dejarnos solas siempre era un riesgo. Se escuchaban muchas cosas terribles por ahí. Una familia murió asesinada no muy lejos de nuestra granja y a pesar de los esfuerzos, nunca se encontró a los culpables. Algunos acusaban a los indios, pero yo nunca los creí capaces de hacer semejante atrocidad.
Lo vi más viejo y me sorprendió. No lo recordaba con tantas canas y esa barba tan descuidada lo envejecía. A pesar de todo seguía conservando su elegancia y esa voz ronca que tanto le caracterizaba. Siempre recordaré sus regañinas. Cuando elevaba la voz yo me encogía sobrecogida. Nunca le contrarié, pues no deseaba escuchar su voz ronca dándome una bronca.
Clay: ¡Mis niñas! ¡Os echaba de menos!
Rayo reaccionó (estaba empezando a creer que era una estatua) y ladró entusiasmado. Me sorprendió verle mover la cola, a veces pensaba que había perdido la capacidad de moverla.
Lucy: ¡Padre, te echaba de menos!
Nina: ¿Me has traído un regalo?
Clay: ¡Claro que sí, mi pequeña!
Mi padre nos abrazó con fuerza. Nosotras correspondimos su abrazo. Me limpió las lágrimas que caían por mis mejillas y me sonrió.
Clay: No llores más, Lucy. Ya estoy en casa.
Lucy: Promete que te quedarás mucho tiempo.
Clay: Lo prometo.
Nina: ¡Mi regalo, mi regalo!
Clay: Ahora te lo doy, tesoro.
Lucy: Nina, no le agobies. Deja que tome asiento y cene algo, que debe estar exhausto. Entremos en casa, que empieza a refrescar.
Entramos y Nina le sirvió cerveza a nuestro padre. Sin duda estaba sediento pues se terminó la copa de un trago y Nina le volvió a servir. Nos contó lo que había hecho durante todos esos meses de trabajo y nosotras le contamos nuestra aburrida monotonía. Se interesaba en cada uno de los detalles que le contábamos, a pesar de ser cosas sin importancia.
Clay: Me alegra de que las cosas hayan ido bien. Lo estáis haciendo a las mil maravillas. Mamá estaría orgullosa de vosotras.
Lucy: ¡Tengo caldo de pollo! Este mediodía preparé un poco. ¿Quieres un huevo?
Clay: Sí, gracias.
Clay: ¿Se ha pasado el sheriff estos días por aquí?
Lucy: Sí...es un poco pesado.
Clay: Se preocupa por vosotras, hija. Yo me quedo mucho más tranquilo si permites que os visite cuando yo no estoy.
Lucy: Lo sé...pero es muy pegajoso.
Clay: Está interesado en ti. Deberías darle una oportunidad.
Lucy: Prefiero morir sola y rodeada de gatos.
Clay: ¿Que tal está Rosita?
Lucy: Bien, aunque ya no se pasa casi nunca por aquí. Creo que tiene un pretendiente y ahora yo soy su segunda opción.
Clay: Es natural, hija mía.
Lucy: ¡Pues la amistad también es importante! Caliento el caldo y te lo sirvo.
Clay: ¡Huele estupendamente!
Nina: Sí, pero no sabe estupendamente.
Lucy: ¡Te he escuchado!
Clay: ¿Sigue cocinando regular?
Nina: Regular tirando a mal...
Cuando mi padre estaba fuera, dormía en su cama. Era una de las pocas ventajas de las que disfrutaba en su ausencia. Esa noche me tocó compartir cama con Nina, pero no me importó. Dormí de un tirón y feliz de tener de nuevo a mi padre en casa. Al levantarme no encontré a mi padre en casa. Salí al exterior y lo vi hablando con Jesse, su compañero de trabajo.
Jesse: Estamos hablando de mucho dinero, Clay. Es un mes, pero está muy bien pagado.
Clay: Una oportunidad única, desde luego.
Jesse: Si salimos ahora, llegaremos esta noche.
Clay: Deja que encuentre la forma de decírselo a mis hijas. No se lo tomarán muy bien...
Lucy: ¿El qué?
Clay: Hija, buenos días. Tengo una buena y una mala noticia. Jesse ha hablado con el encargado y nos ofrece un trabajo único y muy bien pagado. Sería llevar unas reses hasta el condado de...
Lucy: No aceptes, padre. Llegaste ayer, no te puedes ir ahora.
Clay: Necesitamos el dinero, Lucy.
Lucy: Pero...
Clay: Será un mes y después, me quedaré en casa durante mucho tiempo. Con lo que gane podremos vivir tranquilos.
Lucy: ¡El dinero no sirve para nada si nunca estás en casa!
Perdí los nervios. Mi padre estaba en los cierto, era una gran oportunidad y necesitábamos el dinero, pero estar de nuevo al cargo de la granja yo sola y sufrir otra vez la ausencia de mi padre no me dejaba ver las cosas con claridad. Salí corriendo con lágrimas en los ojos.
Clay: ¡Lucy!
Jesse: Vaya...
Clay: Deja que hable un momento con ella.
Jesse: No te preocupes, te espero aquí.
Mi padre fue en mi búsqueda y me encontró frente al río. Miraba el agua correr y los peces saltar de un lado para otro.
Clay: Lucy, entiendo que estés disgustada.
Lucy: Vete, vete otra vez y déjame sola al cuidado de todo esto. ¡No puedo más!
Se acercó y puso su mano sobre mi hombro.
Clay: ¿Crees que es fácil para mi alejarme de vosotras? Desearía quedarme en casa pero debo pensar en vuestro bienestar.
Lucy: Nos abandonas cada dos por tres...
Clay: Lucy...necesitamos ese dinero. Prometo quedarme más tiempo cuando vuelva. Podríamos celebrar el cumpleaños de Nina por todo lo alto y comprarle regalos especiales.
Acepté que tenía razón, por mucho que me doliese que se marchase otra vez y durante tanto tiempo.
Lucy: Lo siento...es que quiero estar contigo. Te echamos de menos y me duele que te tengas que marchar otra vez...
Clay: Lo entiendo.
Lucy: Perdona la escena...no he podido evitarlo. Ve tranquilo, yo me ocuparé de todo.
Clay: Tu madre estaría muy orgullosa de ti. Cuando vuelva, te podrás ir una temporada con tu tía Teresa. Así te compensaré por tanto sacrificio y podrás hacer un poco más de vida social.
Lucy: Vale.
Mi padre creía que la idea de pasar una temporada con mi tía Teresa me entusiasmaba, pero no era así. A mi me apetecía salir de aventura, subida a un caballo y descubrir nuevos horizontes. Mi tía era una mujer muy refinada a la que le gustaba demasiado el chisme y criticar. Despedí a mi padre y Jesse, que ya estaban listos para marcharse. Nina lloraba triste. Estaba igual de desilusionada que yo.
Nina: No quiero que te vayas...
Clay: Te traeré un regalo sorpresa.
Nina: No quiero más regalos...te quiero a ti.
Clay: Lo sé, mi pequeña.
Jesse: Debemos irnos ya si no queremos cabalgar de noche.
Lucy: Cuida a mi padre, Jesse.
Jesse: Descuida.
Clay: Avisaré al sheriff para que se pase a veros.
Lucy: Vale...
Y de esa forma, se marcharon a trote sobre sus caballos. Menos mal que en esos momentos desconocía que no volvería a verlo nunca más. Me habría agarrado a las patas de su caballo y no habría permitido que se marchase bajo ningún concepto.
Nina: Otra vez solas...
Lucy: Sí, pero lo pasaremos bien. Iremos más al pueblo y haremos acampadas al aire libre.
Nina: ¡Yupi!
Lucy: Arréglate para ir a la escuela mientras preparo el desayuno.
Al día siguiente, ya habíamos aceptado que estábamos solas en casa. Mi padre estaba tanto tiempo fuera que lo normal era estar solas y lo excepcional que estuviese con nosotras. Nina leía un libro y yo daba de comer a las gallinas cuando vi que dos jinetes de acercaban a casa.
Nina: Viene el novio ese tuyo.
Lucy: ¡No es mi novio!
Nina: Pues yo creo que piensa que lo es...
James Mc Cowen era el sheriff del condando y John Walker su ayudante. James era un hombre fuerte, pelirrojo y con una barba enorme. Su ayudante John, era rubio y bastante guapo. Su problema residía en su cerebro, pues carecía de uno.
Yo era una chica hermosa, al menos eso es lo que todos decían sobre mi. Pelo largo y moreno, ojos negros y un rostro agradable. Yo no me consideraba nada del otro mundo, y menos cuando vestía como una pordiosera, con la ropa sucia y con el olor a granja incrustado en el pelo. Los veía acercarse, cruzando el puente hacia la granja.
James: ¡Buenos días, preciosa!
Lucy: Buenos días.
Bajaron de sus caballos y los amarraron a las vallas del porche.
James: Tu padre me dijo que estáis de nuevo solas.
Lucy: Así es.
James: No es seguro estar solas tanto tiempo, Lucy. Podría trasladarme aquí hasta que vuestro padre regrese.
Lucy: No es necesario.
James: Las mujeres necesitan la protección de un hombre.Sobretodo una mujer tan bella como tú...
Lucy: Nina, trae cerveza para los dos.
John: Sí, estoy sediento.
James: A mi un whisky, por favor.
John: Ah sí, a mi también.
James se acercó a mi y me susurró al oído.
James: ¿Cuando dejarás de resistirte? Necesitas a un macho en tu vida, un hombre que te proteja. Soy tu mejor opción, Lucy. Conmigo podrás vivir en mejores condiciones.
Lucy: No necesito protección de ningún hombre y de momento, estoy bien sola.
James: No seas ridícula. Una mujer sin un hombre no es nada en esta vida.
Lucy: Pues prefiero ser nada a algo a costa de un hombre.
James: Me gustas, eres muy testaruda.
Nina les trajo finalmente cerveza. No sabía dónde tenía guardado el whisky. Aceptaron a regañadientes y se bebieron sus copas en un momento.
James: Piensa en mi propuesta. Mañana volveré y me das una respuesta.
Lucy: No tengo nada que pensar. Lo siento,tengo mucho que hacer.
Los dos se marcharon en seguida, pero sabía que al día siguiente volverían.
Lucy: Idiota.
Nina: Has dicho una palabrota...se lo diré a padre.
Lucy: No es una palabrota, es simplemente una definición. ¿Has visto las espuma de las cerveza pegada a su asquerosa barba?
Nina: ¡Bebía como un caballo!
Lucy: ¡No compares a los caballos con el sheriff! Son animales nobles y no merecen que los compares con un hombre así. Ellos beben con mucha más clase.
Nina: Tienes razón, ¡jajaja!
Ese mismo día decidí limpiar el gallinero y de paso, mirar si las gallinas habían puesto más huevos. Pensaba en el sheriff continuamente. Sus palabras me indignaban profundamente y estaba buscando las palabras más adecuadas para rechazar su propuesta. Imaginarme viviendo con él un mes me ponía enferma.
Abrí el gallinero y me encontré a un hombre tumbado sobre la paja. Vestía un traje de prisionero, a rayas blancas y negras. Era guapo. Castaño y con el pelo hasta los hombros. En uno de sus pies tenía un grillete al que tenía sujeta una cadena gruesa y metálica con una de esas enormes bolas tan pesadas. Grité sorprendida. El hombre ni se inmutó y pensé que podría estar muerto. En esos momentos no tenía un arma con la que defenderme y no había nada a mi alrededor que me sirviese. Me acerqué lentamente con la intención de tocarle y averiguar si estaba muerto.
Cuando estaba a punto de tocarle, abrió los ojos y sacó un arma. Fue tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar. Me quedé ahí plantada, esperando escuchar el estruendo del disparo y el impacto sobre mi. Debo reconocer que estaba tan asustada que fui incapaz de hacer nada.
Preso: No te muevas o te vuelo la tapa de los sesos.
Lucy: No dispare, por favor.
Levanté las manos en señal de rendición. Me temblaba todo el cuerpo.
Se levantó sin dejar de apuntarme con su arma. Caminé hacia atrás cuando se quiso acercar a mi.
Preso: ¿Vives sola?
Lucy: Vivo con mis hermanos y mi padre...
Preso: ¡No me mientas!
Lucy: Están fuera pero volverán en cualquier momento.
Preso: Si descubro que me mientes, morirás.
Lucy: No le miento. Tengo algo de dinero en casa. Se lo daré si se marcha.
Preso: Camina y ni hagas movimientos bruscos.
Lucy: ¿Que es lo que quiere?
Preso: Quiero que obedezcas. Camina. Quiero entrar en la casa y que me ayudes.
Lucy: ¿Ayudarle?
Preso: Sigue caminando.
Lucy: Tengo siete hermanos y todos van armados. Si me hace daño, se las verá con ellos.
Preso: He vivido la gran guerra. Sus hermanos no me asustan lo más mínimo.
Fue lo único que fui capaz de hacer, mentir. Me salió sin pensarlo, intentando ocultar a toda costa que estaba sola con Nina en casa. Esperaba que por su bien, Nina se ocultase en algún lugar seguro.
Continuará...
Me gusta mucho que seas capaz de crear historias tan distintas las unas de las otras. Esta historia me ha enganchado mucho desde el principio. Tiene muchos detalles que me gustan, como el cariño que Lucy siente por la granja, pero también lo frustrada que se siente cuando tiene que cuidar de todo ella sola y hacerse cargo de su hermanita pequeña. Me gustan mucho las fotos, sobre todo las primeras en las que todo se ve iluminado por la luna llena. Son muy bonitas.
ResponderEliminarMe he reído mucho con los nombres del sheriff del condado y su ayudante, jajajaja, sé perfectamente de dónde vienen. ¡Qué bueno! Pero qué asco me ha dado James. No soporto su manera de ser y me da asco. Has caracterizado perfectamente al personaje para que provoque repulsión. Y qué bueno el otro, John, cuando cambia de opinión sobre lo que quiere beber al oír que James quiere wisky, jajajaja.
Es una historia muy bonita llena de detalles que seguro que se me olvida la mitad por comentar. Entiendo al padre, pero también a Lucy y a Nina. Me da pena que las tenga que dejar solas, pero también es cierto que él lo hace por ellas. Me intriga saber por qué no lo verán nunca más. Qué pena.
Y ese preso... No me fío nada, pero intuyo que algo grave esconde y quieren que lo ayuden actuando de ese modo tan temible... pero no me gusta nada. Me da muy mala espina.
¡Espero que puedas colgar pronto la continuación!