jueves, 31 de octubre de 2013

Halloween 2013: Capítulo 4


Vicrogo: No temáis.

Vicrogo apareció por la misma puerta por la que había entrado Sinéad. Duclack y Diamante lo miraron sorprendidos. Parecía estar tranquilo y sin miedo a todo lo que estaba sucediendo. Llevaba cogido en brazos a Pandy, que se acurrucaba miedoso entre sus brazos.

Duclack: ¡Cuidado Vicrogo!
Diamante: ¡Estamos rodeados de chupasangres!


Vicrogo bajó las escaleras y se reunió con ellos. Pandy se alegró mucho al ver a Duclack y Diamante.

Duclack: Has encontrado a Pandy…
Vicrogo: Sinéad lo estaba cuidando. Estos vampiros no son malos, chicos.
Diamante: ¡Eso no es verdad! Han atacado a Mary… ¡Puede que esté muerta!
Vicrogo: Debéis tranquilizaros. Os lo contaré todo. Sinéad vive junto a su padre Leonard y más vampiros en este castillo. Se alimentan de sangre, pero no desean hacernos daño. La vampiresa que os ha atacado se llama Cecilia, y esa sí que es muy peligrosa. Está descontrolada. Sus  y yo la liberamos ignorando lo peligrosa que era. Estaba prisionera para que no hiciese daño a nadie pero nos engañó...
Duclack: ¡Pues tenemos que ayudar a Mary!
Diamante: ¿Y dónde está Sus?
Vicrogo: La tiene Cecilia…
Diamante: ¡Nooo! ¡No me fío de vosotros! ¡Devolverme a Sus!


Scarlya: Hemos buscado a Sus, pero no la encontramos. Por el contrario, pude salvar a otra de vuestras amigas. Por muy poco Cecilia no acaba con su vida...



Mary estaba bien. Entró en la estancia por su propio pie.

Mary: ¡Chicos!
Duclack: ¡Mary!
Mary: Estoy bien, Scarlya me ayudó.


Vicrogo: Os dije que no son peligrosos. Solo querían asustarnos para que los dejásemos en paz. ¿No os parece fabuloso? ¡Existen los vampiros! Tengo tantas preguntas que haceros…Sinéad, ¿podría hacerte unas preguntas? ¡Me muero por saber cosas sobre vosotros!
Sinéad: Sí, no hay problema.


De pronto, Cecilia apreció volando. Llevaba consigo a Sus. Parecía estar muy enfadada.

Cecilia: ¡Los clicks sois solo nuestro alimento! ¡No merecéis ningún tipo de consideración!
Sus: ¡Socorro!
Cecilia: ¡Me alimentaré de vuestros cuerpos hasta que queden secos como el carbón!


Diamante: ¡Sus! ¡Deja en paz a mi mujer!
Sinéad: ¡Cecilia, debes recapacitar! ¡Deja esa clack y hablemos!
Cecilia: ¡Maldita Sinéad! ¡Piensas que eres la mejor vampiresa del mundo! ¡Te odio!
Sinéad: ¡Eso no es cierto!
Leonard: Está descontrolada…me temo que la muerte es la única solución…


Sinéad: ¡Deja que me ocupe, padre!
Leonard: ¡Sinéad, no lo hagas! ¡Vuelve!

Sinéad no obedeció a su padre. Cecilia había dado muchos problemas, pero sentía que debía intentar hacer algo por ella. Si no conseguía reducirla, su padre ordenaría su muerte. Su estado podía poner en peligro la existencia de los vampiros.

Sinéad: ¡Detente! No tenemos necesidad de llegar a esto.
Cecilia: ¡Acabaré contigo, Sinéad Lindqvist! ¡Estoy cansada de tus sermones y ñoñerías!
Sinéad: ¡Tú lo has querido!

Cecilia dejó caer a Sus cuando se disponía a enfrentarse a Sinéad. Scarlya acudió veloz y evitó que se golpeara contra el suelo.


Aunque Sinéad era una vampiresa muy poderosa, capaz de matar tan solo con desearlo, no quería utilizar sus poderes. A pesar de las duras palabras de Cecilia, no deseaba matarla. Intentaría reducirla.

Cecilia: ¡Me beberé tu sangre y seré la vampiresa más poderosa del Playmundo!
Sinéad: ¡Primero deberás vencerme! 


Empezaron a forcejear. A Cecilia le dominaba el más absoluto odio. Le tiraba de los pelos y le arañaba la cara con sus largas uñas. Aunque a Sinéad le dolía, intentaba controlarse para evitar usar sus poderes y fulminar a Cecilia en el acto. 

Leonard: ¡Basta, Cecilia!


Diamante: ¡Sus! ¿Estás bien?
Sus: Sí, ¿y tú?
Diamante: Perfectamente.
Sus: ¡Pandy! Estaba muy preocupada por ti.
Scarlya: Sinéad adora a los animales y lo cuidó todo este tiempo.
Sus: Oh, gracias…



Finalmente, Cecilia fue reducida por Sinéad. Agarró a Cecilia y la lanzó contra el suelo con todas sus fuerzas. Para que no se levantara, utilizó sus poderes para que sintiese dolores intensos que le impedían moverse.

Cecilia: Maldita seas…
Sinéad: Me has obligado a esto…


Leonard: Eres una vergüenza para nuestra especie. Ven conmigo, volveré a encerrarte hasta que decida que hacer contigo.
Cecilia: ¡Será mejor que me matéis! ¡Si me vuelvo a liberar juro que acabaré con todos vosotros! ¡Suéltame!
Scarlya: Has perdido la cabeza. Ya puedes dar gracias a Sinéad, por ella sigues con vida.


Cuando Leonard encerró de nuevo a Cecilia, reunió a todos en el gran comedor. Los vampiros observaban a los clicks con detenimiento. Leonard los miraba seriamente.

Leonard: Entrar en nuestro hogar ha sido un error fatal. Mirad lo que ha ocurrido. Nos habéis puesto a todos peligro. Intentamos asustaros, pero persististeis en vuestra absurda aventura. Ahora, las cosas han llegado demasiado lejos…
Sinéad: Padre…


Diamante: Deje que nos vayamos, por favor…
Vicrogo: Señor Leonard, piense que esto es bueno. Soy un gran seguidor de la temática vampírica. He leído libros y visto todo tipo de películas y series, y le aseguro que no somos una amenaza.
Leonard: Nadie debe saber de nuestra existencia. Debemos vivir en el más absoluto de los secretos. Nuestra existencia depende de ello.
Sus: No diremos nada a nadie…
Duclack: No queremos tener más problemas. Disculpe todas las molestias, esto no volverá a ocurrir nunca más.


Sinéad: Padre…no los elimines. ¿Qué conseguirás con su muerte? Han demostrado que no son malos. Me gustaría poder ser su amiga…compartir experiencias.
Leonard: Sabes muy bien que eso no es posible. Las leyes son claras al respecto. Nuestra existencia debe ser un secreto. Lo siento, pero ellos no pueden ser tus amigos.
Sinéad: ¡Padre! Te lo ruego, ten piedad. Soy consciente del daño que nos han hecho los clicks a lo largo de la historia, lo he sufrido en mis propias carnes, pero a pesar de ello, no todos los clicks son iguales…
Leonard: Está decidido hija.


Leonard miró a Vicrogo, Duclack, Sus, Mary y Diamante. Estaban sudando. Diamante parecía que se desmayaría en cualquier momento. Sus se abrazaba a Pandy con lágrimas en los ojos. Duclack estaba dispuesta a luchar, aunque sabía que no tenía nada que hacer contra unos vampiros. Mary temblaba aterrada y Vicrogo intentaba encontrar más argumentos para impedir que los mataran.

Leonard: Lo siento, pero debo cumplir las leyes…no es nada personal. 
Sinéad: Padre, no lo hagas…por favor…
Scarlya: Esto es terrible…
Vicrogo: Se lo ruego, no somos una amenaza…
Leonard: La decisión ya está tomada.
Sinéad: Leonard, por favor...
Leonard: Confía en mi, hija mía.


Pasados unos minutos…

Leonard escuchaba atentamente la música. Sentado en un sillón verde, se deleitaba con el sonido de aquellos instrumentos y la angelical voz de su hija, Sinéad. Scarlya tocaba una pandereta, Stella una lira, otro miembro de de los vampiros el piano y Sinéad tocaba su amada arpa mientras se dejaba llevar por sus sentimientos. Su voz se escuchaba en todos y cada uno de los rincones del castillo.





Leonard: Hija mía, consigues emocionarme. Nunca me cansaré de escuchar tu preciosa voz.
Sinéad: Estoy enfadada, Leonard…no creas que con tus cumplidos olvidaré lo ocurrido.
Leonard: Siento haber sido tan estricto, pero he hecho lo correcto.


Vicrogo miraba la puerta del castillo desorientado. Se sentía extraño. La lluvia caía otra vez con fuerza . Los truenos  le pusieron la piel de gallina. Tenía miedo, un miedo atroz a entrar en ese castillo. Tenía la necesidad de huir, alejarse de aquel lugar y olvidar lo para siempre. Aquellas ganas que tenía de investigar y pasar la noche en aquel castillo, se habían esfumado por arte de magia…

Vicrogo: Eh…
Sus: Me siento un poco mareada…
Mary: Yo también…


Vicrogo: Chicos, lo he pensado mejor… ¿Nos vamos a casa?
Diamante: ¡Aplaudo la idea! Hace frío y ese castillo me da mucho miedo…
Duclack: Deseo ir a casa. Preparemos chocolate y comamos dulces…este lugar no me gusta. Quiero irme de aquí inmediatamente.
Mary: Amén.
Sus: Yo también, quiero ir a casa.
Vicrogo: No podría estar más de acuerdo.



Pandy: ###### #######(¡No es justo! Ese vampiro los a hipnotizado y no recuerdan nada…es como si nada de esto hubiese ocurrido…les ha inducido el miedo a este lugar en el cuerpo para que no vengan más… ¡Pero yo lo recuerdo todo! ¡Buaaaa! Por lo visto no funciona con los animales…)
Sus: ¡Pandy! Estás temblando. Pobre, también tiene miedo. Tan solo es una tormenta, no temas. Nos vamos a casa.


Vicrogo miró hacia atrás una última vez. Sentía que algo se le olvidaba…le parecía escuchar una voz angelical que se despedía de él. Una voz dulce y cariñosa que de difuminaba con el sonido ensordecedor de la tormenta. Un escalofrío le recorrió el cuerpo así que siguió andando y no volvió la vista atrás.

Vicrogo: Serán imaginaciones mías...


Calabazo:. ¡Lo han olvidado todo! Aunque Leonard los ha hipnotizado, con Pandy no ha surgido efecto.  No sé que es mejor, olvidar o recordar todo… ¡Oh! Mirad, mi prometida está tan enamorada que ha perdido la cabeza por mí… entre nosotros, me está agobiando. ¡No me deja respirar! ¿Huesita? ¡Eres una cabeza loca!


Vampiresa1: Hola, guapo…
Vampiresa2: Que pena que estés comprometido con esa…cosa. Es una lástima que nuestros cuerpos esculturales no puedan competir con ese montón de huesos.
Vampiresa1: Con la de cosas divertidas que queríamos hacer contigo…tendremos que buscarnos a otro…


Calabazo: ¿Sabéis que os digo? Que a mi madre nunca le gustó Huesita. Lo siento amor, pero hemos terminado, ¡hasta nunca! Amigos, espero que os haya gustado la historia de Halloween de este año. Volveremos el próximo Halloween con nuevas y terroríficas historias. Ahora debo irme, estas dos preciosidades me están esperando, y yo soy todo un caballero.


Calabazo: Señoritas, ¿que son esas cosas divertidas que pensaban hacer conmigo? ¡Soy un ser infernal libre!



FIN

sábado, 26 de octubre de 2013

Halloween 2013: Capítulo 3


Diamante gritaba asustado. Sus gritos alertaron a Mary y Duclack. Fueron hasta él e intentaron tranquilizarle.

Diamante: ¡En ese baúl hay alguien! ¡Tenemos que irnos de aquí!
Mary: ¿En ese baúl?



Duclack enfocó con la linterna el interior del baúl. Allí dentro solo había polvo y telarañas.

Duclack: Diamante, aquí no hay nada…
Diamante: ¡Juro que ahí había alguien! ¡Parecía un vampiro! Creo que se ha ido, pero muy deprisa...


Mientras, en otra estancia del castillo...

Sus: ¡Ahhhh!

No pudo evitar gritar cuando descubrió que el suelo de aquel lugar estaba lleno de esqueletos humanos. Allí debía haber muerto mucha gente. La mujer que había pedido ayuda estaba de pie al fondo de la estancia. Estaba cara a la pared llorando intensamente. Su pelo era de un color rojo intenso y lucía una capa que le cubría todo el cuerpo.

Sus: ¡Ay Dios mío!
Vicrogo: ¡¿Qué demonios ha ocurrido aquí?! ¡¡Tenemos que irnos!!


Sus: ¡Vamos, deme la mano!
Mujer: No puedo…

Sus extendió su brazo y le ofreció la palma de su mano.

Sus: No tenga miedo, no le haremos daño. Venga, debemos salir de aquí…


Mujer: ¿Me darán de comer?
Vicrogo: ¡Pues claro!
Sus: En cuanto salgamos de aquí. Venga, esto es peligroso…
Mujer: Estoy de acuerdo. Estar aquí es muy peligroso…


La mujer se dio la vuelta y mostró su rostro. Su pálida piel parecía brillar en la oscuridad. Abrió la boca y mostró sus colmillos. Sonrió al ver la cara de sorpresa de Sus y Vicrogo. Se tiró sobre Sus y le mordió en el cuello.

Sus: ¡Ahhh! ¡Socorro!

A pesar de estar muerto de miedo, Vicrogo no lo dudó ni un segundo y fue a ayudar a Sus. Tiraba de la vampiresa para liberar a su amiga, pero era muy fuerte. Sus dejó de gritar y perdió la consciencia.

Vampiresa: Ahora te toca a ti.
Vicrogo: ¡No te acerques! ¡Sus, despierta! ¡Suus!
Vampiresa: Es inútil, ella ahora es mía.



No pudo hacer nada más. Salió corriendo para huir de los hambrientos colmillos de la vampiresa. Corría por pasillos y habitaciones sin saber a dónde iba. Estaba perdido. La vampiresa le seguía de cerca y si no encontraba un buen lugar dónde esconderse, acabaría igual que Sus.


Pandy se había perdido. Tras dar muchas vueltas, encontró la puerta de salida. Él no podía abrir la puerta por sí solo, así que se quedó allí esperando a que le fuesen a buscar. Tenía miedo. Escuchaba susurros y gritos procedentes de todas partes del castillo. La tormenta parecía haber cesado, pero se escuchaba el viento azotar las paredes del castillo. Se escondió dentro de un jarrón. Quería irse a casa, estar junto a Sus, Diamante y los niños.


De pronto, escuchó unos pasos. Se asomó y vio a una extraña mujer. Su belleza era sobrenatural. El color de sus ojos, su pálida piel y aquella ropa tan extraña le sorprendió. No sabía si salir corriendo o lanzarse a sus brazos. A pesar de lo extraño de su físico, era tan bella que sentía que podía confiar en ella. Lo abrazó y al sonreír enseñó sus inquietantes colmillos. 

Sinéad: No temas, pequeño. No voy a hacerte ningún mal. Conmigo estás a salvo.



Duclack, Mary y Diamante llegaron a la parte más alta del castillo. Entraron en una alcoba pequeña amueblada con una cama, una mesita y una mesa con un taburete.  Fuera parecía haber dejado de llover. Las nubes eran de un color lila precioso. Aunque todo parecía estar en calma, pronto volvería a llover con fuerza.

Duclack: ¿Pandy?
Mary: Aquí tampoco parece estar…


Diamante se asomó por una de las ventanas y se percató de lo mucho que habían subido. Sintió vértigo al mirar a bajo…

Diamante: ¡Por todos los piratas! Esto está excesivamente alto…



Duclack: A lo mejor está escondido por aquí…
Mary: ¿Pandy?

Diamante se disponía a ayudarles a buscar a Pandy cuando vio a través de la ventana alguien suspendido en el aire. Parecía flotar sin la ayuda de ningún tipo de mecanismo. Era un hombre guapo, muy pálido pero que parecía estar en muy buen estado físico. Vestía con ropa antigua y una capa larga.

Diamante: ¡Ahhhhhhh!



Mary: ¡Por Dios Diamante! ¿Qué pasa ahora?
Diamante: ¡Ahhhh! ¡Ahí fuera hay un drácula volando!
Duclack: ¿Un drácula? Diamante…
Diamante: ¡Lo juro! ¡Estaba volando! Me ha mirado y me ha sonreído, ¡es el Conde Drácula!


Mary: Diamante, me vas a matar del susto si sigues gritando de esa forma. Vamos, ahí fuera no hay nada…
Diamante:¡Tenemos que marcharnos! Seguro que nos chupará la sangre y luego usará nuestros huesos para darle sabor a sus potajes de vampiro, ¡esto es peligroso!
Duclack: Vamos, debes intentar relajarte. Hemos pasado por situaciones más peligrosas que esta, ¿recuerdas?
Diamante: Capitana…no estoy delirando…ahí fuera está el chupa sangre más famoso del Playmundo y estamos en peligro.
Mary: No podemos abandonar a Pandy...debe estar por ahí solo temblando de miedo y frío...



Vicrogo subió unas escaleras de caracol hasta llegar a una puerta. La cerró y la vampiresa la golpeaba con fuerza. Estaba muy enfadada.

Vampiresa: ¡Abre la maldita puerta!



 Aunque parecía una puerta resistente, no duraría mucho los embistes de la vampiresa. Vicrogo buscó alguna otra forma de escapar, pero a menos que le saliesen alas, era imposible salir de allí. Se asomó para valorar sus posibilidades de sobrevivir si saltaba y supo que no tenía ninguna escapatoria. Estaba atrapado y era cuestión de tiempo que tirase la puerta abajo.


De pronto, otra vampiresa apareció volando. Aunque lucía unos buenos colmillos, era muy bella. Sabía de lo que eran capaces de hacer los vampiros, lo había visto en la serie Click Blood y en la novela La clack de la noche. Además, estaba escribiendo un libro sobre vampiros...así que sabía lo poderosos que podían ser estos seres.

Sinéad: Ven conmigo.

Su voz era dulce. Sabía que estos seres usaban sus poderes sobrenaturales para cazar a sus víctimas. Si se dejaba llevar, caería en su embrujo y estaría perdido.

Vicrogo: ¿¡Que quieres de mi!?
Sinéad: Salvarte la vida. Esa vampiresa es muy peligrosa.


Vicrogo: ¿A caso no todos los vampiros lo sois?
Sineád: Así es, Vicrogo.
Vicrogo: ¿Cómo sabes mi nombre?
Vampiresa: ¡Abre esa puerta!


Sinéad: El tiempo se agota. Debes tomar una decisión.
Vicrogo: ¿Cómo se que no me harás daño?
Sinéad: No lo sabes. No tienes muchas opciones. Morir a manos de Cecilia o confiar en mi.
Vicrogo: ¿Cecilia?
Sinéad: Así se llama la vampiresa que golpea esa puerta. Es una neófita descontrolada y sedienta de sangre...su maldad no conoce límites.



Vicrogo: ¿Cómo te llamas?
Sinéad: Sinéad. Deseo ayudarte, no debes tener miedo.
Vicrogo: Está bien, confiaré en ti.

Sinéad se acercó hasta Vicrogo y lo abrazó fuerte. Su cuello quedaba muy cerca de los labios de la vampiresa. La piel se le puso de gallina.

Sinéad: No temas, ya me he alimentado y no tengo hambre. Agárrate bien fuerte, vamos a volar.
Vicrogo: ¡Ahhhhhhhh! ¡Socorro!

Sineád se lanzó al vacío. Tenía bien agarrado a Vicrogo, así que su vida no corría peligro.


Cecilia consiguió abrir la puerta, Gritó enfurecida al ver como Sinéad se llevaba a Vicrogo volando.

Cecilia: ¡Sinéad! ¡Maldita seas!


Tan enfadada estaba que fue en busca de más víctimas. Encontró fácilmente a Mary, Duclack y Diamante en aquella habitación. Entró por una de las ventanas sin problemas y los sorprendió intentando tranquilizar a Diamante.

Cecilia: ¡Buenas noches!
Diamante: ¡Otra vampiresa! ¡Ahhhh!



Se lanzó sobre Mary. Aunque Diamante y Duclack intentaron ayudarle, Cecilia poseía una fuerza sobrehumana. Mary quedó tendida en el suelo inconsciente. Le había absorbido una buena cantidad de sangre, pero todavía seguía viva. Salieron corriendo para salvar sus vidas y Cecilia los siguió.



La vampiresa que había salido del baúl entró por la misma ventana que había usado Cecilia. Encontró a Mary en el suelo. Le tomó el pulso para comprobar si seguía con vida.

Scarlya: Vaya, parece que todavía está viva.



Duclack y Diamante corrían hacia el comedor. Querían encontrar a Sus y Vicrogo para avisarles del peligro.

Diamante: ¡Ya no nos sigue!
Duclack: ¡Debemos avisar a Sus y Vicrogo! ¡Entre todos rescataremos a Mary!
Diamante: ¡Seguro que a Vicrogo se le ocurre algo! Os lo dije, ¡aquí hay vampiros!



En lo alto de las escaleras que conducían al primer piso, apareció Sinéad.

Diamante: ¡Ahhhhh! ¡Otra vampiresa!
Duclack: ¡Oh no!
Sinéad: Hola. No debéis tener miedo. Me llamo Sinéad.


Diamante: Que guapa es…
Duclack: ¡No dejes que te hipnotice!
Sinéad: No pienso hipnotizar a nadie.


Scarlya: Nos volvemos a ver, amigo humano.
Diamante: ¡Es la vampiresa del baúl!
Scarlya: Mejor llámame Scarlya…la vampiresa del baúl no me gusta nada.


Leonard: ¿Qué hacéis en mi castillo? Solo lleváis unas horas aquí y ya habéis causado muchos problemas...
Diamante: ¡Otro vampiro!
Duclack: Nos están rodeando…
Sinéad: Hemos intentado asustaros para que os marchéis, pero no lo hemos conseguido... 
Leonard: La morada de un vampiro es sagrada. No debisteis entrar en mi castillo…


Diamante: Duclack...este es el fin...
Duclack: ¡Lucharemos por nuestras vidas!


Continuará...capítulo final en Haloween.