lunes, 25 de enero de 2016

Un domingo cualquiera

Es un domingo cualquiera, de esos que se olvidan. Es un día oscuro, quizás algo triste. Las paredes de casa se te caen encima y no hay nada que te saque una sonrisa. Necesitas escapar. El bosque es una gran opción, la única posible y más alentadora. El aire puro te revitaliza, la soledad te serena y la naturaleza te acaricia el alma. Wen y Sus necesitan salir solos y hablar de sus cosas. Pandy les acompaña, salir de paseo le apasiona. El bosque en el que tantos buenos ratos han pasado está mutilado, casi destrozado. Aquel vendaval casi lo destruyó por completo. 

Sus: Me entristece ver nuestro bosque así. No es justo que uno de los pocos lugares mágicos que existen a nuestro alrededor esté desapareciendo...
Wen: No te preocupes, renacerá. 
Sus: Tengo la sensación de que está llorando...


Wen: Vamos a tumbarnos sobre estas hojas. Estaremos en contacto con el espíritu del bosque.
Sus: Diamante y los niños han ido a pasar la mañana en el barco de Duclack. Necesitaba unas horas de tranquilidad.
Wen: Así estamos un tiempo juntos, que últimamente nunca podemos hacer cosas solos.
Pandy: ###### (Me estoy quedando frito...)


Es desolador encontrar el bosque así, pero sigue vivo. Su espíritu es fuerte y lucha contra las adversidades. Todavía quedan lugares mágicos y rincones misteriosos. En un momento han perdido a Pandy. Lo buscan desesperados. Miran en el interior de esa extraña y profunda cueva y lo llaman.

Sus: ¡Pandy!
Wen: No creo que esté ahí dentro...
Pandy: ##### (¡Estoy aquí fuera!)
Sus: ¡Pandy! Me has asustado.


En algunos lugares todavía se respira tranquilidad, y es ahí dónde puedes dar rienda suelta a tu imaginación. Deciden jugar al escondite y contar historias fantásticas. 


Es un domingo cualquiera, pero no de esos que se olvidan. Recordaremos estos momentos vividos en plena naturaleza, en un día que parecía triste y gris, pero se volvió mágico.


domingo, 24 de enero de 2016

Pasatiempos 1ª Parte

Os dejo con unos divertidos pasatiempos clikeros. El primero es la clásica sopa de letras. Debéis encontrar los 21 personajes ocultos. Estos son:
Sus, Wen, Ben, Diamante, Sabrina, Wenda, Duclack, Ernesto, Pandy, Lilu, Duque, Sarrat, Willy, Sinéad, Alexia, Vicrogo, BadLuck, John, Duclón, Dante y Suselle. 


En esta imagen tenemos a partes de tres personajes distintos. ¿Sabrías decirnos de que personajes se trata?




Pandy, Chiluca, Tánger, Swity y Hurto se han perdido. Hafida, Duclack, PD, Lilu y Sus los están buscando. ¿Sabrías enlazarlos con sus respectivas mascotas?


Estas dos fotografías parecen iguales, pero entre ellas existen siete diferencias. A ver si sois capaces de encontrarlas.



Pandy está escondido entre ese revoltijo de piezas de Playmobil. ¿Serás capaz de encontrarlo?


¡Se volvió a esconder! Ahora está escondido en esta celebración de la victoria de la Reina Evelyn en la guerra contra SAM. ¿Podrás encontrarlo?


Encuentra de nuevo las siete diferencias entre estas dos imágenes.





viernes, 15 de enero de 2016

02 - Loca - Vivir en la calle

Aquí encontrarás la primera parte de la historia de la mano de Duclack. Es imprescindible leerla para comprender lo que ocurre en esta:

Tras incendiar el centro de enfermos mentales en el que estaba ingresada, escapó. Aquel lugar se convirtió en un infierno de llamas, humo y gritos de terror. Aprovechó el momento de descontrol para huir de allí. Temía que la encontrasen así que corrió todo lo que pudo y se alejó hasta que no pudo más. Llegó a una zona apartada de la ciudad y se detuvo en un mirador. Subió muchas escaleras y llegó a lo más alto.


Allí arriba encontró algunas casas y varios clicks observando las vistas. Estaba nerviosa y esperaba que nadie la reconociese. A pesar de estar embarazada y notar pinchazos en el vientre, no pensaba darse por vencida.


Cual fue su sorpresa cuando se encontró a dos policías. No se habían percatado de su presencia y hablaban animadamente. Pensó en correr de allí antes de ser vista, pero la clack policía la miró. 


Le dijo algo al compañero y este también miró a Sabrina. Seguramente la estarían buscando "psicópata se ha escapado de un centro de enfermos mentales. Es peligrosa y está loca", pensó temblando. Necesitaba salir de allí pero no quería llamar la atención ni parecer nerviosa.


Susurraron algo y se dirigieron hacia ella decididos. "Me han pillado, maldita sea", se lamentó. No estaba dispuesta a volver a aquel terrible lugar con todos esos locos. 


Salió corriendo antes de que los agentes la abordasen. Los policías se sorprendieron ante su reacción. 

Agente Click: ¡Oiga, espere!
Agente Clack: ¡Un momento, señora!
Sabrina: ¡Yo no soy una señora!


Se escondió al lado de un contenedor de basura y se acurrucó esperando no ser descubierta. Los agentes bajaron las escaleras y se detuvieron buscando alrededor.

Agente Click: ¿A dónde habrá ido?
Agente Clack: Ni idea...¿Qué le sucederá? Se le veía tan angustiada...
Agente Click: A lo mejor corría porque ha roto aguas...
Agente Clack: Es posible...

Sabrina permaneció quita mientras los agentes se alejaban lentamente. No se atrevía a moverse y tampoco se encontraba muy bien como para hacerlo. Decidió quedarse en aquella esquina olvidada y descansar.



Pasaron unas horas hasta que apareció un pequeño perro negro. Tenía pelo blanco en la cola y la cabeza y resultaba muy gracioso. Aunque no era muy amante de los animales, que aquel pequeño perro se la quedase mirando le enterneció.

Sabrina: Hola, ¿qué quieres?

¡Guau, guau guuarf!


El perro se acercó y Sabrina le acarició. El animal agradeció el gesto lamiendo sus dedos.

Sabrina: ¿Tienes hambre? Lo siento, no tengo nada...aquí hay algo de basura, si quieres. ¿Estás solo como yo? Ahora que te miro bien, pareces un panda...¿No serás hermano de Pandy? ¡Oh! Podrías ser mi panda...Cuando tenga a mis gemelos, tu serás la mascota panda de la familia. 

¡Guau, Guuaaarf!

Sabrina: Sí, tranquilo. No dejaré que los zombies te coman. Ese Payaso Demonio tampoco te atrapará. Nos esconderemos juntos. Ven aquí.


Agarró al perro en brazos y lo acarició. Hacía frío y viento. La gente que caminaba por la calle comentaba horrorizada la gran tormenta que estaba a punto de caer. Una clack bella y con un cuerpo escultural pasó corriendo por su lado sin reparar en su presencia. Sabrina la odió profundamente. Mientras que ella estaba gorda y fea, esa clack deportista lucía un cuerpo de escándalo.

Sabrina: Cuando tenga a mis gemelos, que ya te adelanto que serán más guapos que los de Sus y Diamante, volveré a lucir un cuerpo de infarto. Iré al gimnasio...aunque no me acostaré con nadie más, te lo prometo. Seré fiel a John.

¡Guau, guau, guaarf!


Estaba nublado y se escuchaban truenos que resonaban en toda la ciudad. Sabrina se asustó y se acurrucó más. Abrazaba al perro con frío. De pronto, un coche policía se detuvo muy cerca de ella. Salieron dos agentes del vehículo. En ese momento ya estaban cayendo las primeras gotas de lluvia. 

Sabrina: Maldita sea, Pandy...nos han pillado. No puedo volver allí, no lo soportaré...
Agente 1: Central, seguimos buscando en el sector norte.Cambio.
Radio: Recuerden que se trata de una mujer muy peligrosa. Corto y cambio.
Agente 2: Dicen vecinos que han visto a una mujer sospechosa en esta zona. 

¡Guau, guau, guarff!

Sabrina: ¡Shhh, Pandy!
Agente 1: ¿Has escuchado eso? 
Agente 2: Sí, prepara tu arma.


Agente 1: ¿Hola? Somos la policía. Salga de su escondite con las manos en alto.
Sabrina: Ahora que hago...estoy acabada...y todo por tu culpa, Pandy.


Un vagabundo, muy conocido en aquella zona, vio Sabrina allí escondida junto al perro, completamente asustada. Los agentes se acercaban hacia ella y pronto sería descubierta. Cuando se percató de su embarazo, no lo dudó ni un instante.


Vagabundo: ¡Elvis! Llevaba horas buscándote, perro loco.

Los agentes se detuvieron al escuchar al hombre gritar. El perro acudió hacia él al momento. De un salto llegó hasta su pecho y este lo abrazó cariñoso.


Vagabundo: ¡Te estás mojando, perro loco!
Agente 1 : Buenas tardes, Bruno.
Bruno: Perdonen a Elvis, agentes. Ya saben como es...
Agente 2: No te preocupes. Oye, está lloviendo...¿Quieres que te llevemos al albergue? Allí te darán algo caliente para comer y refugio. Esta noche lloverá mucho, Bruno.
Bruno: Se lo agradezco, pero no puedo dejar mi carro abandonado, es todo lo que tengo. Además, no me gusta ese lugar...
Agente 1: Está bien, Bruno. Ten cuidado, por favor.
Bruno: Descuide. 


Los agentes subieron al coche y se marcharon. Sabrina miraba a Bruno desconfiada.

Sabrina: ¿Qué quieres? Es mejor que me deje en paz.
Bruno: De nada, señorita. He visto que estabas en apuros y decidí ayudarte. Estás encinta y además cuidabas de mi perro. ¿Verdad, Elvis?
Sabrina: ¿Elvis? Por favor, Elvis no...me recuerda a aquel loco del centro de enfermos mentales...
Bruno: Elvis de Elvis Presley, la estrella de la música más grande que existe. Sus canciones y su estilo marcaron una época. Desde su muerte, no hay otro igual.


Sabrina: Yo le había puesto Pandy, le pega más.
Bruno: ¿Pandy? No me gusta. Está empezando a llover fuerte. Ven conmigo o te mojarás.

Bruno empujaba un carro con un montón de trastos en su interior. Era mayor, aunque todavía guardaba cierto atractivo. Su pelo y su barba hacía tiempo que no conocían peine. Lucía un sombrero negro sucio y ropa destartalada. Su olor corporal no era precisamente agradable.

Sabrina: Prefiero mojarme, gracias.
Bruno: No seas tonta, chiquilla. Si no lo haces por ti, hazlo por la criatura que estás esperando.


Mientras tanto...

Facunda: Por muy poco no me pilla la pasma. Desde que robé en la tienda de la Loli y en la librería Papiro, no me los quito de encima. Gracias a ese Vagabundo no me han visto. Pero no me pillarán, yo soy más lista. A ver si la Fune me ayuda, que es mi colega.


Facunda se marchó satisfecha. Un día más conseguía escapar de la justicia.


Finalmente Sabrina decidió aceptar la invitación de Bruno. Desconfiaba de un hombre tan sucio y maloliente, pero no tenía a dónde ir. Llegaron bajo el puente del mirador y allí se refugiaron. 


Bruno: Bienvenida a mi hogar.

Aquel puente era profundo por lo que vivían más vagabundos. Tenían barriles en los que encendían fuego para calentarse.

Bruno: Vivo con más gente, pero no te preocupes, son como de la familia. Una advertencia, nunca cojas nada de un carro de un sin techo, es sagrado y podrías tener problemas.
Sabrina: Este lugar me da asco...y jamás cogería nada de un carro de esos...no hay más que porquería.
Bruno: Lo que para unos es porquería sin valor, para otros es un tesoro. 

 

Sabrina: No me siento segura, lo siento...
Bruno: Te comprendo, pero descubrirás que no somos mala gente. Yo sólo soy un viejo carcamal con un pie en la tumba. Aquí estarás caliente y protegida. No puedes estar sola en la calle, es muy peligroso.


Sabrina: Le agradezco esto, pero...
Bruno: Por favor, siéntate ahí. No es una cama pero se parece. No es bueno que tú y tu hijo hagáis esfuerzos. ¡Dakota, Romeo!


Dakota: ¿Qué pasa, viejo?
Bruno: Dakota, quiero presentarte a mi invitada. Se llama...
Sabrina: Sus...
Bruno: La pobre estaba sola pasando frío. Cuidó de Elvis cuando se perdió y he pensado que se quede unos días hasta que encuentre un lugar mejor.
Sabrina: Si es molestia, me marcho...

Dakota era rubia pero su ropa era vieja y estaba desgastada. Tenía un complicado tatuaje en la cara y se mantenía seria mirándole fijamente.

Dakota: Eres una mentirosa compulsiva, ¿verdad?


Sabrina: ¿Yo?
Dakota: No te llamas Sus. Noto cuando alguien miente. No pasa nada, todos tenemos un pasado y cosas que ocultar. Los amigos de Bruno son mis amigos, bienvenida pequeña mentirosa. 
Sabrina: Gracias...


Sentado en un carricoche había un bebé rubio muy guapo. Dakota lo acercó hasta Sabrina para presentárselo.

Dakota: Pequeña mentirosa, te presento a Walter.
Sabrina: ¡Oh, es muy guapo! Hola, chiquitín. Es muy pequeñito para vivir aquí...
Dakota: ¿Insinúas que soy mala madre? Pues bonita, no creo que tu hijo viva en un palacio.
Sabrina: Lo siento, no pretendía molestar. 


Romeo: Bueno, para romper el hielo me presento. Me llamo Romeo Carmena, el terror de toda nena. 

Era un chico guapo, de pelazo rubio muy llamativo y ojos azules penetrantes. Su barba de dos días lo hacían más interesante. A pesar de vivir en duras condiciones, no vestía del todo mal.

Sabrina: Un placer. Yo me llamo Sabri...Sus.
Romeo: ¿Sabrisus? Es un nombre un tanto extraño, pero me gusta. Sabrisus.
Dakota: Sus, dice que se llama...


Romeo se sentó a su lado y para su sorpresa, no desprendía olor corporal desagradable.

Romeo: Da igual, yo tampoco me llamo Romeo en realidad. ¿Sabes cual es mi nombre real? ¡Salustiano! Horrible, ¿verdad?
Sabrina: Pues...
Romeo: Mi madre me odiaba, de eso no tengo duda.


Bruno: Bueno, dejémonos de tanta cháchara y vamos a comer.
Sabrina: ¿Tenéis comida?
Bruno: No tanta como quisiéramos, pero tenemos.
Dakota: El dueño de una tienda me dio carne caducada. Está buena, por eso no te preocupes. Es que no la puede vender.
Romeo: Yo he conseguido comida del Burguer. Unas pijas se dejaron tres menús completos sobre la mesa. La gente no aprecia lo que tiene y lo desperdicia. Por suerte yo soy muy astuto.
Bruno: Yo tengo yogures y algo de fruta picada. 


Aquella fue la primera noche en mucho tiempo en la que Sabrina se sintió bien. Aquellas personas aparentemente sin nada que ofrecer, se lo estaban dando todo. La lluvia caía con fuerza hasta caer haciendo un ruido casi ensordecedor. Se arrimaban al fuego y juntos, comían y bebían. Aunque Sabrina era muy especial para las comidas, aquella noche comió como nunca.


Las patatas del burger le sabían a gloria. Las comía hambrienta y saboreando cada una de ellas. Romeo seguía sentado a su lado. Le hacía reír con chistes malos y anécdotas graciosas. Walter sonreía a Sabrina divertido en su carro.

Sabrina: Walter, eres muy guapo. Lo sabes, ¿no? Una pregunta, Romeo...¿Es tu hijo?
Romeo: ¿Bromeas? Yo no tengo hijos ni estómago para acostarme con Dakota. No, en serio. Este no es el primer hijo de Dakota. Tiene nueve hijos más.
Sabrina: ¡¿Nueve hijos?! ¿Y dónde están?
Romeo: Han sido adoptados. Los asistentes sociales siempre aparecen y se los llevan.
Sabrina: Pobre Dakota...


Romeo: De pobre nada. No los quiere. El otro día me dijo que ya estaba cansada de Walter...
Sabrina: Pero, si es su hijo...
Romeo: Todos sus hijos son de diferentes padres. No entiendo para qué los tiene, pero los tiene. No te confundas, aunque como madre es una porquería, es buena tía. Aunque le pierde el alcohol...Cuando se emborracha...descuida a sus hijos. Si Walter está limpio y cuidado es por nosotros. Aunque si te soy sincero, me gustaría que lo adoptase una familia...esta no es vida para un bebé.


Sabrina: Yo estoy deseando tener a mis hijos. Serán gemelos, estoy segura.
Romeo: Seguro que serán tan guapos como la madre.
Dakota: Romeo, ¿quieres salchichas?
Romeo: Sí, que estoy hambriento.
Dakota: Oído cocina.


Romeo: El alcohol arruinó la vida de Dakota. No puede ocuparse de los niños, se dedica exclusivamente a beber. El caso de Bruno es distinto. Su mujer y su hija murieron en un accidente de coche. Él era el conductor y aquel día había bebido más de la cuenta. La depresión más profunda lo llevó hasta aquí. De esto ya hace años. Aunque jamás ha vuelto a beber.


Cuando terminaron de comer, Dakota se puso a beber. Una botella tras otra. Cantaba y reía. 

Dakota: Es mi hip, familia, ¿lo sabes pequeña hip, mentirosa? 
Sabrina: Lo sé. Me lo has dicho unas cuantas veces...
Dakota: Bruno, hip. Cuenta a tu hip, invitada la fiesta que montamos en fin de año, hip. Espera, que Walter quiere que lo hip, coja en brazos.


Al cogerlo se le resbaló de las manos. Bruno fue rápido y consiguió atraparlo al vuelo. Todos gritaron aterrados del susto. El niño casi ni se inmutó.

Dakota: ¡Has estado hip, rápido! Lo siento, Walter.
Romeo: Vamos, Dakota. Será mejor que te acuestes ya.
Dakota: ¡No quiero!


Romeo: Has bebido demasiado y necesitas descansar. Venga, que te acompaño a tu cama.
Sabrina: Menudo susto...pobre Walter...
Bruno: No es capaz de cuidar a su hijo, y ella lo sabe. Pronto se lo llevará el asistente social...echaré de menos a este renacuajo, pero necesita a una madre de verdad. Dakota no está capacitada para cuidar a nadie...


Hacía más frío y la lluvia caía con intensidad. Bruno le dio al niño a Sabrina y esta lo cogió en brazos. Walter se quedó dormido al instante.

Bruno: Le gusta estar contigo.
Sabrina: Y a mi estar con él.
Bruno: Esta noche duerme con él. A tu lado estará calentito. Nos espera una noche lluviosa y fría.


Bruno no se equivocó.Aquella noche la tormenta que llegó a la ciudad descargó con tal fuerza que los servicios de emergencias trabajaron sin parar. Sabrina se tapó con una manta y acurrucaba a Walter entre sus brazos para darle calor. Bruno se quedó dormido mirando la lluvia caer junto a Elvis.



Aunque el frío y la tormenta no la dejaron dormir plácidamente, lo peor fueron las pesadillas. Se veía en el centro de enfermos mentales, atrapada entre aquellas paredes. El loco del caballito, la payasa, el que aseguraba tener un refugio nuclear, la de los peines, el que se creía Cutreman...todos se abalanzaban sobre ella, exigiéndole atención. Le rasgaban la ropa y la arañaban. Luego el fuego lo invadía todo y el Doctor Luconnor la obligaba a someterse a experimentos muy dolorosos. 


En otras pesadillas aparecían los zombies del pantano. Alargaban sus brazos para atraparla y devorarla. Huía pero no había escapatoria. Payaso Demonio se reía de ella y Pandy saltaba feliz disfrutando de su miedo.


Los Latin Klicks son una banda de seis clicks muy peligrosos. Se dedican a robar, dar palizas y vender sustancias prohibidas. Se habían hecho con el dominio de algunas zonas de la ciudad y para demostrar su poder y asustar, exigían dinero a los clicks sin techo. Si no pagaban podían recibir palizas y ser expulsados de la zona.


Romeo tenía un sexto sentido para detectar el peligro. Escuchó pasos extraños a horas poco habituales y se puso en alerta. Sabía que los Latin Klicks podían aparecer en cualquier momento para exigir dinero. Habían conseguido algo vendiendo cosas y pidiendo, pero no se conformarían con tan poco. Pidió a Bruno que se escondiese junto a Sabrina, Walter y Elvis en la parte más oscura del puente. 

Bruno: Sabrina, despierta.
Sabrina: ¿Qué ocurre? ¡No, Doctor Luconnor!
Bruno: Soy yo, Bruno. Debemos escondernos.
Sabrina: ¿Qué ocurre?
Bruno: No hay tiempo, ya vienen.
Sabrina: ¿Que pasa con Dakota?
Bruno: No podemos cargar con ella, la dejaremos bajo las mantas para que no la vean.
Sabrina: Vienen los zombies, ¿verdad? Lo sabía, decían que estaba loca pero todo fue verdad...
Bruno: No es eso, tranquila.


Romeo: ¡Rápido, ya están aquí!
Sabrina: Pero, ¿qué ocurre?
Bruno: Guarda silencio, te lo pido.


Rott: Romeo, ¿dónde está Julieta?
Romeo: Hola, chicos. ¿Dakota? Se fue al albergue con Bruno. Por la tormenta, ya sabes...
Rott: Me fastidia tener que venir aquí a buscar la pasta. Se moja mi ropa y no es precisamente barata. 
Pallá: Eso, no es precisamente barata, ¿lo pillas?
Bruno: Muy guapa la ropa. Tenéis buen gusto.


Bestia: ¿Nos estás haciendo la pelota? Me revientan los peloteros.
Romeo: Que va, tío. Mirad, tengo la pasta.
Annita: Uy, en ese fajo falta dinero. Rott, dijiste que me comprarías el piercing que me mola. Yo no he venido hasta este asqueroso lugar para 50 pavos.
Rott: Has molestado a mi niña, muerto de hambre.
Romeo: Hemos hecho todo lo que hemos podido. Ya sabes, Rott...la crisis. Es todo lo que tengo. Prometo que para la próxima conseguiremos más.


Rott: Eso espero...pero para que no se te olvide, te dejaremos un pequeño recuerdo. Darle una buena paliza.
Romeo: ¡No, Rott!
Sabrina: ¡Tenemos que ayudarle!
Bruno: Shhh, ni se te ocurra. Esos desalmados son capaces de cualquier cosa.
Romeo: ¡Ah!
Bestia: ¡Esto es para que aprendas a respetarnos!

Le propinaron patadas por todo el cuerpo y le golpearon con objetos contundentes.

Rott: Vamos. No quiero que mi niña se moje con la lluvia y tiene pinta de que seguirá lloviendo.
Annita: Te quiero, Rott.


Cuando la banda de delincuentes se marchó, fueron a socorrer a Romeo. Se había llevado muchos golpes, pero ninguno mortal. Uno de ellos le había dado en la pierna, dónde tenía una antigua herida. Aquello le provocó un gran dolor. No se podía poner de pie.

Sabrina: ¡Romeo! ¡Contesta!


Romeo: Estoy bien, tranquila Sabrisus.
Bruno: Esos mal nacidos...Deberíamos ir al hospital.
Romeo: Estoy bien, de verdad. Es la pierna, que me han dado justo dónde tengo una herida.
Sabrina: Tendríais que ir a denunciar a la policía. Mi John los buscará y los meterá entre rejas. Eso sí, yo no puedo estar aquí cuando vengan.
Romeo: La policía no hará nada, Sabrisus. No importa, estoy bien.
Bruno: Te dejaré mi muleta de madera. Al menos con ella podrás ponerte en pie.


De esta forma transcurrieron varios días. Aquel rincón oscuro y sucio del Playmundo se convirtió en su nuevo hogar. Aunque añoraba a John y sufría pesadillas, se encontraba bien junto a aquellas personas. Fue testigo de la lamentable situación de Dakota, que lejos de dejar de emborracharse lo hacía diariamente descuidando a su hijo. Bruno se convirtió en su gran amigo y Romeo en alguien al que admiraba y quería. Varias veces pensó en insinuarse, pero verse tan gorda y con los dolores se veía incapaz.



Una tarde soleada Sabrina rompió aguas. Se apoyó a la pared mareada. En seguida todos fueron a socorrerla.

Sabrina: ¡He roto aguas! ¡Ay, no estoy preparada!
Romeo: ¡Bruno, ha roto aguas!


Bruno: Dakota, trae agua templada y Romeo, abanica a Sabrina. 

Sabrina: No sé que hacer...¡Me duele!
Bruno: Muerde este palo. Debes apretar con fuerza, lo conseguiremos.
Sabrina: ¡Tengo miedo! ¡No quiero dar a luz aquí!
Dakota: Yo he dado a luz aquí unas cuantas veces, tranquila que todo saldrá bien.


Entre grandes dolores finalmente dio a luz a una niña. Dakota saltó de alegría y Romeo reía con lágrimas en los ojos. Bruno sin embargo, permanecía serio y preocupado.

Dakota: ¡Ya eres madre!
Romeo: ¡Es una niña preciosa!
Sabrina: ¡Mi hija! ¡Quiero verla, Bruno!


Bruno se llevó al bebé. Le golpeaba en la espalda y le hacía el boca a boca. Dakota observaba la escena llorando.

Sabrina: Un momento, ¿porqué no está llorando? Debería llorar, ¿no? Bruno, quiero ver a mi hija, ¡Bruno! ¡Quiero ver a mi bebé! Por favor, quiero ver a mi bebé. ¡Deja que lo vea!
Bruno: Sabrina...
Sabrina: ¿Qué ocurre? ¿Está dormido? Por favor, dime que está bien, Bruno...
Dakota: Por cosas como esta prefiero estar todo el día borracha...
Sabrina: ¿Porqué lloras, Dakota? ¡Mi bebé, nooo!


Bruno le dio a su hija. No había conseguido reanimarla. 

Bruno: Lo siento, pequeña...

Todos lloraban, incluso Walter y Elvis. Sabrina gritaba desesperada alargando los brazos para abrazar a su hija.

Sabrina: No puede ser, es mi niña...¡Es mi pequeña, ella no puede morir!


Lo agarró en brazos y lloró tirada en el suelo. 

Sabrina: ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡No me quites a mi niña, por favor!  Haré cualquier cosa, pero no me la quites, te lo pido...
Bruno: Sabrina, lo siento mucho.
Sabrina: Este es mi castigo, por ser la peor clack del mundo. ¡Pero mi hija no tenía culpa de nada! ¡AHHHHHHHHHHHHH!
Dakota: Le daré un calmante, necesita descansar o le dará algo.
Romeo: Sabrina, lo siento...


Desde el fallecimiento de su hija, Sabrina no se levantó. Dormía a todas horas y comía muy poco. Todos intentaban animarla pero les fue imposible. Tan solo se levantó para enterrar a su hija y llorar sobre su tumba. Estaban todos desolados. Una mañana, después de una noche embriagada, Dakota se despertó totalmente decidida. Tomó en brazos a Walter y se acercó hasta ella.

Dakota: Pequeña mentirosa, despierta.
Sabrina: Déjame en paz. Quiero dormir.
Dakota: Es importante. 


Sabrina se incorporó y Dakota le tendió su hijo. Sabrina lo cogió en brazos extrañada.

Sabrina: ¿Qué ocurre?
Dakota: Siento la muerte de tu hija. Estoy segura de que serías una madre maravillosa. Aunque la vida te da una nueva oportunidad.
Sabrina: No entiendo...
Dakota: Tú quieres ser madre y yo no. Me quitarán a Walter en cualquier momento y prefiero que sea tu hijo antes que el de un desconocido. Quiero que lo adoptes y lo críes tú.
Sabrina: Dakota, no puedo hacerlo...
Dakota: Debes hacerlo. Walter te adora y no quiero que viva con desconocidos. No te preocupes, yo no os molestaré jamás. Él no sabrá de mi existencia. Puedes decir que es tú hijo, o que yo morí en un terrible accidente. 
Sabrina: Pero Dakota, es tu hijo...
Dakota: No soy una buena madre ni lo seré jamás. Soy un desastre y mi adicción me matará algún día. Esta es la decisión más sabia que he tomado en toda mi vida. Si te niegas, no sé que será de Walter...y él te adora, te quiere.


Dakota agarró su carro y tiró hasta salir fuera.

Sabrina: Dakota...seré una madre ejemplar.
Dakota: Eso espero, pequeña mentirosa.
Sabrina: Me llamo Sabrina.
Dakota: Lo sé. He visto carteles con tu rostro. Hay gente que te quiere y te está buscando. Deberías intentar recuperar tu vida. Para ti todavía no es tarde y tienes una responsabilidad con Walter. 
Sabrina: Dakota...¿A dónde vas?
Dakota: Lejos. Es hora que cambie de aires. Diles a Bruno y Romeo que los quiero, pero que necesito cambiar de aires.
Sabrina: Lo haré. Cuídate.
Dakota: No creo que lo haga, pero lo intentaré. Adiós, Walter.


Dakota se marchó empujando de su carro y no volvió más. Sabrina permaneció en silencio, abrazando a Walter. Lloraba de felicidad y de tristeza. Había perdido un hijo pero la vida le había ofrecido otra oportunidad. Cuidaría de Walter como si fuese su propio hijo. Unos quejidos interrumpieron sus pensamientos. Bruno caminaba lamentándose. Romeo le ayudaba para que no cayese al suelo.

Romeo: ¡Sabrisus!
Sabrina: ¿Qué ocurre? ¡Bruno!


Entre los dos, tumbaron a Bruno sobre las mantas. Estaba muy pálido y sudoroso.

Sabrina: ¿¡Qué le ocurre!?
Romeo: No lo sé, lleva unas horas así. Le he dicho de ir al médico, pero se niega. 
Bruno: ¡Nada de médicos! ¡Ahh!
Sabrina: ¡Pero estás enfermo!
Bruno: Lo sé, y no me importa.


Romeo lloraba desconsolado. Sabrina le dio a Walter y se acercó a Bruno para intentar hacerle cambiar de opinión.

Sabrina: Bruno, debemos ir al médico. Algo malo te está ocurriendo. Por favor, vamos para que te curen.
Bruno: Un hombre sabe cuando le llega el final. Es demasiado tarde para mi, pequeña. 
Sabrina: ¡Tonterías! Por favor, Bruno...

Sabrina lloraba impotente.

Bruno: No debéis estar tristes por mi. Me voy con mi familia. Llevan años esperando este momento y por fin me reuniré con ellos. He malvivido demasiados años y ya no tengo fuerzas para seguir luchando. 
Sabrina: Pero yo no quiero que te mueras, Bruno. ¡Por favor, vamos al médico!
Bruno: ¡Ahhh! Para mi es tarde, pero no para ti, pequeña. Busca a tu familia y soluciona las cosas. Si hay vida, hay solución. No desperdicies más tiempo aquí escondida. Promete que lo harás. Ve a por John, dile lo que sientes y lucha por su amor. Tienes una oportunidad para ser feliz. El no ya lo tienes. ¡Ahhh!
Sabrina: Te lo prometo. Por favor...no te mueras...
Bruno: ..te..te quiero pedir una última cosa. Cuida de Elvis. Si lo dejas aquí, se morirá de pena. 
Sabrina: Cuidaré de él, te lo prometo.
Bruno: En mi carro tengo algo de ropa vieja de mujer. También te...tengo algo de dinero. No es mucho pero te servirá para volver a casa...
Sabrina: ¡Bruno, te quiero mucho!
Bruno: Y yo a ti. Has si...sido como mi hija todo este tiempo. La hija que perdí hace años vive en ti.


Bruno falleció y Sabrina lloró desconsolada sobre su cuerpo. Elvis ladraba y lloraba desesperado.

Sabrina: Bruno, jamás te olvidaré...


Romeo lloraba sin parar pero haciendo un esfuerzo, se serenó.

Romeo: ¿Dónde está Dakota?
Sabrina: Se ha ido. Dice que os quiere pero que necesita cambiar de aires...Me ha dicho que cuide de Walter como si fuese mi hijo. Lo haré, pienso ser su madre y quererle con toda mi alma.
Romeo: Serás una gran madre. Sabrisus, ya no me retiene nada más aquí. Me marcho.
Sabrina: ¿Te marchas? ¿A dónde?
Romeo: No lo sé. Sin Bruno, aquí no puedo vivir. Hazle caso y vuelve a tu casa. Soluciona tus problemas.
Sabrina: ¡Ven conmigo! No puedes estar por ahí solo.
Romeo: Sabes que eso no es posible. Puede que algún día nos veamos. Ahora me tengo que ir. Debo llamar una ambulancia para que se lleven el cuerpo de Bruno. Adiós, preciosa.


Sabrina: Romeo, te echaré de menos...
Romeo: Y yo a ti. Cuida de Walter y haz caso a Bruno. 

Se fue cojeando y apoyándose en la muleta.


Encontró algo de ropa en el carro de Bruno y se la puso. También dinero en un bolsillo del pantalón y algunas pertenencias personales de Bruno. Lo guardó todo en una mochila y sentó a Walter en el carricoche.

                                     

Tiró del carricoche llorando, sin poder dejar de mirar el cuerpo de Bruno en el suelo. Sentía que se le rompía el alma dejándolo allí abandonado. Cuando se disponía a marcharse, Elvis se sentó junto al cuerpo de Bruno.

Sabrina: Elvis, nos vamos.

¡Guau, guau, guauuu! ¡Grrrrr!



Se acercó hasta el perro y lo acarició.

Sabrina: Lo sé, no lo quieres abandonar. Prometí a Bruno que te cuidaría y pienso cumplir mi promesa. Yo también lo echaré de menos...pero debemos ser fuertes, Elvis.


Finalmente se marcharon de allí. Tenía miedo por todo lo que se encontraría al llamar a la puerta de John. Temía que la rechazase, que la arrestase la policía y la llevasen de nuevo al centro de enfermos mentales. Temía que le quitasen a Walter, eso no lo podría soportar. A pesar de todo, caminó y luchó contra sus miedos.


Continuará...