Sabrina corría tras su hermana. Si Donna contaba a John lo ocurrido, todo se iría al traste. Perdería a John y todo lo que había conseguido hasta ahora. Lo amaba, aunque se acostase con otros clicks y no valorase todo lo que hacía por ella. Debía detener a su hermana a toda costa.
Sabrina: ¡Donna, te lo ruego! ¡Deja que te explique!
Finalmente Donna se detuvo. Miró a su hermana furiosa y esperó a que hablase.
Sabrina: Ha sido un error, ¡nada más!
Donna: He escuchado todo lo que le decías a ese desconocido. ¡Debería darte vergüenza!
Sabrina: Vale, no volverá a ocurrir nunca más.
Donna: No puedo creerte. Quiero que hables con él, esto no lo puedes dejar así.
Sabrina: ¿Y a ti que más te da? Soy tu hermana, no deberías traicionarme de esta forma.
Donna: ¿Tú me hablas de traición?
Sabrina: Ahora lo entiendo...Por eso se lo quieres decir. Buscas la forma de que rompamos y te deje el camino libre, ¿verdad? ¿Te gusta mi novio?
Donna: ¿Te estás escuchando? Estás muy confundida. John quiere casarse contigo, ¡fue eso lo que me dijo cuando te pusiste celosa!
Sabrina: Casarse conmigo...¡No puede ser!
Donna: Pero no lo hará. Debe saber la verdad.
Sabrina: ¡Y un cuerno! ¡No lo permitiré!
Se pusieron a forcejear. Donna no lograba zafarse de ella por más que lo intentaba.
Donna: ¡Me estás haciendo daño! ¡Suéltame!
Sabrina la empujó con fuerza y esta cayó al suelo.
Desgraciadamente Donna se golpeó la cabeza contra un roca. En seguida se asustó. No deseaba hacerle daño, era su hermana y la quería.
Sabrina: ¿Donna? Vamos, no hagas tonterías...¿Donna?
Se agachó y le tocó el pulso. Estaba muerta. Comenzó a golpear el cuerpo de su hermana en un intento desesperado por devolverle a la vida, pero no lo consiguió. Lloraba y gritaba su nombre una y otra vez meneando su cuerpo y tocándole la cara. Nada de aquello funcionó. Había matado a su hermana.
Sabrina: Donna, por favor...¡No te mueras! ¡Lo siento, hermana! ¡Lo siento!
Abrazó a su hermana sollozando y arrepentida. De pronto, le vino a la mente su estancia en la cárcel de alta seguridad en Clisandia. No podía volver allí, no lo soportaría. Con antecedentes, nadie creería que había sido un accidente.
Sabrina: No...no puedo volver a la cárcel...tengo que pensar algo...
Regresó a la caravana. Clotilde estaba sentada bajo la sombra animando a su hijo y a Rose. Estaban haciendo flexiones. Se habían retado a ver quién conseguía hacer más. Rita, que estaba olisqueando el suelo, descubrió a Sabrina escondida.
Necesitaba entrar en la caravana y coger algunas cosas sin ser vista. La perra se acercó y ladró.
Sabrina: ¡Shhh! ¡Largo, vete de aquí!
Rita parecía saber que algo raro ocurría, pero al final se marchó y la dejó en paz.
Cloti: ¡Vamos, Rose! ¡Demuestra que las clacks somos mucho mejores que los clicks!
Rose: ¡No sé si lo lograré!
John: ¿Ya estás cansada? ¡Si esto no es nada!
Rose: ¡No estoy cansada!
Sabrina entró sin ser vista y se puso unos pantalones largos y unas zapatillas deportivas. Agarró un pico y una pala y se asomó. Al ver la escena no pudo evitar sentir celos. No tenía tiempo para eso así que se marchó rápidamente.
Le costó, pero finalmente consiguió hacer una pequeña zanja. Metió a su hermana en el interior con claras intenciones de enterrar su cadáver.
Sabrina: Hermana...lo siento...yo...yo...
No pudo seguir hablando y se puso de nuevo a llorar. No sabía cómo lograría vivir el resto de su vida sabiendo que mató y enterró a su hermana.
Sabrina: Yo debería estar muerta, tú no. Siempre has sido buena conmigo, a pesar de lo mal que te he tratado. Espero que vayas al cielo, yo seguramente iré al infierno. Perdóname...
Cogió la pala y comenzó a echar tierra sobre el cuerpo de su hermana. Lloraba y gritaba mientras la enterraba. Jamás se perdonaría lo ocurrido.
Una vez enterrada rezó por el alma de su hermana. No se sabía de memoria ninguna oración, así que se la inventó. Se quedó un rato llorando sin saber cómo mantener la compostura para que nadie sospechase.
Sabrina: Te encontrabas mal y te fuiste a casa. Un coche pasaba casualmente por aquí y te subiste. El hombre era muy amable y se ofreció sin problemas. No sé si se lo creerán...
Regresó junto a los demás pero antes se detuvo para reponer fuerzas. En ese preciso momento John salía a buscarla. La encontró apoyada en la caravana, intentando calmar sus nervios. Cuando John la vio, supo que algo le ocurría.
John: Sabrina, ¿que te ocurre? ¿Estás bien?
Al escuchar su voz, fue hasta su novio y lo abrazó llorando. No lo podía evitar. No sabía cómo podría ocultar algo así. John la abrazó desconcertado.
John : Ey, cariño. ¿Estás bien? ¿Que pasa?
Sabrina: ¡Soy un monstruo, John! ¡Soy despreciable!
John: No digas eso, por favor. Cálmate y dime que está pasando.
Sabrina: Es mi hermana...mi hermanita...¡No me lo podré perdonar jamás!
John: Sabri, ¿te has discutido con ella? ¿Dónde está?
Sabrina: Ella está...
John: ¿Dónde está?
Sabrina: No...no la puedo abandonar allí. ¡No puedo hacerlo!
Se alejó corriendo sin mirar atrás ante el desconcierto de John, que no lograba comprender nada.
John: ¡Sabrina!
Sabrina: ¡Ahora vuelvo!
John: ¿¡Dónde vas ahora!?
Sabrina: ¡A por mi hermana!
No podía abandonar a su hermana en aquel lugar. Había sido un accidente, y aunque nadie la creyese, debía hacer lo correcto. Donna no merecía ser enterrada de esa forma. Merecía un funeral en condiciones y un respeto a su recuerdo. Aceptaría su destino, por muy malo que fuese.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. El calor del pantano se esfumó. Todo le daba vueltas y el miedo se apoderó de ella. El cuerpo de su hermana había desaparecido.
Sabrina: No puede ser... ¡Donna! Yo pensaba que había muerto... ¡Debe estar mal herida y desorientada!
Alguien se acercó hasta ella. Se imaginó a Donna enfadada, recriminándole su comportamiento. Intentaría explicarle lo ocurrido, hacerle entender que había sido un accidente. Cuando estuvo más cerca averiguó que se trataba de Gerard.
Sabrina: Hola, ¿has visto a mi hermana? Es la que nos pilló...
Cuando le pudo ver bien la cara, enmudeció. Gerard se había convertido en un ser monstruoso, en un zombie. Alargaba sus brazos hacia ella y abría la boca hambriento.
Cayó al suelo aterrorizada. Descubrió que otra criatura, (anteriormente había sido modelo y se llamaba Cindy), se acercaba hacia ella. Entonces en su mente surgió una idea, un temor. Aquel era el día del juicio final y ella había sido condenada a muerte. Esos zombies eran su castigo por todo el mal que había hecho.¿O estaba perdiendo la cordura?
Se lanzaron a por ella, pero consiguió zafarse en el último momento. Lloraba histérica y muy asustada. Deseaba llegar hasta John y suplicarle su perdón. Aunque corría con todas sus fuerzas, aquellos zombies no se cansaban ni se rendían.
Sabrina: ¡No, por favor! ¡Socorro, que alguien me ayude! ¡No quiero morir así!
Lejos de allí, unos nuevos visitantes llegaron al pantano. Duclack y Wen llevaban tiempo viajando para llegar hasta allí. Lo hacían en el coche de Wen, el 4x4 de enormes ruedas. Llevaban tiempo tras la pista de Estrella, la ex novia de Wen. La estaba buscando para pedirle perdón y rogarle una nueva oportunidad.
Estrella había viajado por todo el mundo haciendo un reportaje fotográfico sobre animales. Ellos le habían seguido la pista pero el último lugar que les quedaba por buscar era el pantano. Allí Wen y Estrella se conocieron hace años. Ella vivía allí junto a sus hermanos y era posible que hubiese vuelto a sus orígenes.
Duclack: Aunque sea peligroso, este lugar tiene un encanto especial.
Wen: Es hermoso y peligroso, tienes razón. Para mi el pantano significa mucho. Fue dónde la conocí y siempre guardaré un recuerdo muy especial en mi corazón.
Duclack: Hemos vivido tantas aventuras aquí.¿Recuerdas cuando estuvimos aquí con tu padre cuando éramos adolescentes?
Wen: Sí, yo me perdí toda la acción. Fui con mi padre a explorar y vosotros os enfrentasteis a aquel ser.
Duclack: Fue emocionante, pero lo pasamos mal. Aquel año aprendimos a respetar y ser cuidadosas con el entorno. Curiosamente nunca más hemos vuelto a ver a aquel monstruo.
Wen: Un año vinimos mi hermana y yo solos. Fue cuando nos encontramos a Payaso Demonio.
Duclack: Se enamoró de Sus, ¿verdad?
Wen: Locamente. La secuestró pero Pandy y yo la rescatamos. PD había desconectado cables del motor del coche, pero yo me había traído mi moto y con ella los encontré.
Duclack: Nada tiene que ver aquel Payaso Demonio con el actual. Es tan bueno y cariñoso.
Wen: Sí, descubrimos a un click estupendo y ahora gran amigo.
Duclack: Su hermana Pepota es muy distinta. ¿Recuerdas aquel año? ¡Nos atacó! Tenía a sus órdenes a los hermanos de Estrella.
Wen: Ella no esperaba que una tribu de bebés salvajes le fastidiasen el plan. ¡La mascota de aquellos niñitos era un Tyrannosaurus Rex!
Duclack: Por suerte todo acabó bien para todos. Incluso Diamante le pidió matrimonio a Sus.
Wen: Parece que hayan pasado siglos.
Duclack: Un año muy especial fue cuando vinimos en autocar, ¿lo recuerdas?
Wen: ¡Sí! Pensaba que me costaría conducir uno pero fue fácil. Éramos unos cuantos. Ese año precisamente fue cuando conocí a Estrella. Y pensar que vivía aquí con los salvajes de sus hermanos...
Duclack: Sí, pero la cosa terminó bien y se vino con nosotros a casa. Nos encantaba tomar el sol todas juntas, ¡que tiempos! Recuerdo que Diamante estaba saliendo con Mercedes Clická.
Wen: ¡Sí! Alexia también vino aquel año y estaba enfadada con él. Hacía poco que había roto con Diamante. ¿O rompió él con ella? No lo recuerdo...
Duclack: También recuerdo especialmente aquel año en el que nos atacaron unos caníbales. Secuestraron a Estrella y pretendían comérsela.
Wen: Aquel año desaparecieron muchos clicks. No se me olvidará nunca el momento en el que Estrella subió a aquel camión y desapareció. El coche no me funcionaba y ella acompañó al camionero a pedir ayuda a una gasolinera. No sabíamos que aquel camionero era el líder de aquellos engendros caníbales.
Duclack: Es verdad, que había una gasolinera. ¿Seguirá funcionando?
Wen: Un oso guió a todos nuestros amigos para que pudiesen ayudarnos.
Duclack: Tampoco me olvido de aquel año en el que Uma se volvió loca. Después de intentar asesinarnos con aquel incendio, lo intentó con aquel Dios con poderes. ¡Recuerdo que le salían rayos por todas partes!
Wen: John y Rose nos ayudaron mucho. Incluso Lara Click estuvo con nosotros. Un mafioso quería hacerse con aquel Dios de oro y envió a unos matones para arrebatárselo.
Duclack: Uma está en la cárcel desde entonces y espero que se quede allí el resto de sus días.
Wen detuvo el coche y se bajaron. Desde aquella montaña tenían unas estupendas vistas del pantano.
Wen: Este año espero encontrar a Estrella y poder enmendar mis errores. La quiero, Duclack.
Duclack: Lo sé. No pierdas la esperanza, Wen. Si está en algún lado, debe ser este.
La buscaremos.
Wen: Esto es tan grande que no sé ni por dónde empezar...
Duclack: Lo cierto es que no será fácil, pero no nos rendiremos.
Subieron de nuevo al coche y siguieron buscando. Muchos de los lugares dónde habían veraneado estaban bajo el agua. Ese año el pantano tenía más agua gracias a las lluvias por lo que aquellas zonas se habían inundado.
Heidi vio el coche a lo lejos y quiso seguirles, pero pronto perdió su rastro. Necesitaba encontrar más comida desesperadamente así que siguió caminando en busca de otra presa.
Wen: Mira, Duclack. Allí hay alguien.
Duclack: ¡Es verdad! Parece que nos pide ayuda.
Wen: Debemos ir con cuidado.
David saltaba y movía los brazos para llamar su atención. Se había librado de los zombies pero no sabía por cuanto tiempo. Necesitaba salir de allí cuanto antes y pedir ayuda.
David: ¡Ehhh! ¡Socorro!
Bajaron del coche y David se acercó hasta ellos agradecido. Estaba sudando y muy nervioso.
David: Gracias por parar, os debo la vida.
Wen: ¿Te encuentras bien?
David: Debemos salir de aquí. Me persiguen unos zombies...ya sé que parece una locura, pero os juro que es verdad.
Duclack: Tranquilo, no me parece una locura. Te aseguro que hemos vivido cosas que nadie creería. Me llamo Duclack y él es mi amigo Wen, ¿y tú?
David: Un placer, Duclack y Wen. Yo me llamo David. Vine con unos amigos de excursión pero no sé dónde están.
Wen: Sube al coche, los buscaremos.
David subió y se sentó más relajado. Después de temer por su vida, ahora podía respirar más tranquilo. Wen y Duclack no querían marcharse sin encontrar a Estrella y a los amigos de David.
Lejos de allí, Will seguía caminando enfadado. No sabía si había tomado la dirección correcta, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse y tomar otro rumbo. Se estaba acordando de las palabras de su mecánico cuando revisó el motor de su coche. "El motor está muerto" dijo tranquilamente."Pero algo se podrá hacer, ¿no?" le respondió esperanzado. "Esta tartana que tienes como coche no vale para nada, chico. Es mejor que te compres otro y vendas esto al chatarrero".
Will: ¡Mi coche una tartana! Maldito mecánico...
Cuando quedó con Gerard para ir de excusrión, le impactó que apareciese con un flamante deportivo rojo. Will lo tocó fascinado y Gerard le regañó, "no lo toques que lo manchas".
Will: Espero que se lo rayen o le pongan una buena multa. Que injusta es la vida...
Se sentó en el suelo exhausto. Se puso a llorar lamentando su mala suerte.
Will: Y para colmo Verónica, la clack más bella del mundo se casará con mi mejor amigo...¡Que asco de vida! Yo sólo pido ser amado, una novia que me quiera con locura. Tener dinero, poder comprar un coche como el de Gerard y salir a pasear junto a una chica maravillosa que me ame...¿¿¡¡Tanto pido!!??
Tenía ganas de orinar así que se fue hasta los matorrales.
Will: Llora llora que menos meas, decía mi abuela. Eso es una mentira como una casa.
No se dio cuenta, pero mientras hacía sus necesidades pasaron a pocos metros de él Y-321, Mathías y Damon. Los zombies no se percataron de su presencia y pasaron de largo.
Cuando terminó siguió caminando ignorando el peligro.
Will: La mala suerte me persigue...¡Todo me sale mal! ¿Que más me puede ocurrir?
Los zombies siguieron su camino y por suerte, se libró de una muerte segura.
Continuará...