martes, 19 de octubre de 2021

Halloween 2021 - Capítulo 02: El circo

Capítulo 02

El circo

Candy era una chica dulce y cariñosa de veinte años. Sus padres estaban muy orgullosos de ella. Era una chica estudiosa, responsable que nunca se metía en problemas. Le gustaba cuidarse. No bebía alcohol ni fumaba. Salía todos los días a caminar y cuidaba su alimentación. Todo eso cambió cuando conoció a  George. Caminando por el parque, lo vio sentado bebiendo cerveza con sus amigos. Tenía veinte años más que ella, pero eso no le importó cuando se acercó y le ofreció un trago de su cerveza. Se enamoró de él al instante. Era un hombre musculoso, guapo y con pinta de macarra. Aunque ella en un principio lo rechazó, pronto cayó en sus brazos. Llevaba meses faltando al trabajo y llegando a casa a altas horas de la madrugada. Sus padres estaban desesperados.

Aquella noche, Candy salió de fiesta con George y sus amigos. Al salir de la discoteca, decidieron seguir la fiesta en algún parque. Llevaban muchas latas de cerveza en el coche. Candy se negó, estaba empezando a cansarse de esa vida, pero George siempre conseguía liarla.

Candy: George, debería volver ya a casa. Mis padres...
George: ¡Olvida a tus viejos! Ellos ya han vivido su juventud, ahora te toca a ti. Lo vamos a pasar muy bien, preciosa.
Candy: Es que estoy cansada y no quiero darles más disgustos...
George: ¿Ellos son más importantes que yo? Soy tu novio y tu deber es estar conmigo.



George conducía su jeep a toda velocidad por una carretera secundaria. Candy estaba sentada de copiloto. Miró triste al bosque que los rodeaba. Aquella carretera pasaba por un espeso bosque repleto de sombras y oscuridad. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Deseaba estar en su cama, leyendo o escuchando música. George le puso una mano en el muslo y le sonrió.

George: Te amo, preciosa.

Candy agarró su mano con cariño y le sonrió.

Candy: Está bien, pero solamente un ratito.


Sentados en la parte de atrás estaban Jane y Axel. Eran novios y muy amigos de George. Ella era una gran amante de los tatuajes y su cuerpo era una muestra de ello. Era divertida y muy bromista. Su vida de desenfreno le estaba causando muchos problemas. El trabajo pendía de un hilo y su familia ya no le hablaba. Axel era vigilante en una discoteca y todo el mundo le temía. Su carácter fuerte y violento le había ocasionado muchos problemas. Había estado en prisión en varias ocasiones pero nada le hacía cambiar de actitud. En una pelea perdió un ojo, así que lucía un parche negro en la cara. Los dos reían a carcajada limpia mientras se besaban y bebían.

Jane: ¡No seas aguafiestas, Candy! ¡La noche es joven! ¡Yuhuuuu!
Axel: ¡La fiesta acaba de empezar!


Axel: Ven aquí, Jane. Quiero besarte.
Jane: Ven aquí, machote.


En la absoluta oscuridad que reinaba en el bosque, una luz llamó su atención. Los árboles impedían ver lo que era.

Jane: ¿Has visto eso?
Axel: Sí, ¿eso qué es? Está en mitad del bosque.
Jane: Que me parta un rayo, ¿es la carpa de un circo?
Axel: ¡Es un circo!
Jane: Qué extraño, ¿un circo en lo más profundo de un bosque?


Axel: ¿Habéis visto eso? ¡Un circo!
Jane: Es siniestro. Un circo en mitad de la nada.
George: ¿A quién se le habrá ocurrido semejante idea?


Candy: Me da miedo.
Axel: ¿Miedo? ¡Es la caña!
Jane: Podríamos ir. 
George: No veo camino de acceso.


Jane: Pues caminamos. 
Candy: ¿Quieres que nos metamos en lo más profundo de un bosque a estas horas?
Jane: ¡Seeeeeh!
Axel: Puede ser divertido. Seguro que nos echamos unas risas.
Candy: Odio el circo.
George: Venga, preciosa. Anímate, puede ser divertido. Estaremos un rato y luego te llevo a casa.


George aparcó el coche a un lado de la carretera. Casi no había arcén, por lo que tuvo que meter parte del coche en los arbustos. Bajaron del coche riendo emocionados a excepción de Candy. Era la única que no se sentía cómoda en esa situación.

Jane: Anima esa cara, Candy.
Axel: Seguro que lo pasaremos bien. Veremos payasos, trapecistas y comeremos palomitas.
Jane: ¡Quiero algodón de azúcar!


Candy: Lo siento, no me emociona la idea. No me gustan los circos y mucho menos ese. 
George: No temas, preciosa. Yo te protegeré de los animales del bosque y de los payasos del circo. Soy tu novio y sabes que soy invencible.
Candy: Lo sé. Vale, pero nos volvemos pronto.
George: Esa es mi chica.


Jane: A lo mejor tenemos suerte y es un circo after con DJ y barra libre. 
Axel: ¡Eso sería bestial! Vamos, no perdamos más tiempo.


Candy se quedó inmóvil, incapaz de entrar en el bosque. Los demás comenzaron a caminar y George se giró al ver que no se movía.

George: Preciosa, ¿estás bien? Venga, que nos quedamos atrás.
Candy: Voy...


Tras caminar por el espeso y oscuro bosque durante un buen rato, encontraron el circo. La carpa luminosa les hizo de guía. Candy no comprendía cómo era posible que hubiesen instalado un circo en semejante lugar. Estaba totalmente rodeado de árboles, solamente la entrada principal estaba despejada. Parecía tarea imposible instalar semejante carpa sin tener casi espacio para maniobrar.

George: ¿Cómo narices han podido montar esto aquí?
Axel: A lo mejor es un circo ilegal. 
Candy: Esto es muy extraño.


La luz que emitía la carpa blanca y roja iluminaba los árboles que la rodeaban. Algunos animales se asomaron curiosos desde sus escondites y otros, se alejaron todo lo que pudieron de aquel lugar. La entrada al circo no tenía puerta, pero si una enorme cortina roja. Dos taquillas a los laterales y dos tigres de cartón adornaban la entrada. El viento movía las banderas que lucían en lo más alto de la carpa.


Jane se acercó a una de las taquillas, pero allí no había nadie. Axel encontró un enorme cartel de promoción.

Axel: "El circo ya está aquí. Maravillosas actuaciones que harán las delicias de los más exigentes espectadores. Pasen y disfruten de nuestro show, no se arrepentirán...o sí". Es alucinante.


Jane: ¿Hola? Queremos comprar entradas. ¿Hay alguien ahí? Esto está muerto.
George: A lo mejor está cerrado.
Axel: Pues yo no me he recorrido medio bosque para irme así, sin más.


Candy: Será mejor que volvamos al coche. Todavía estamos a tiempo de cambiar de planes. 
George: ¡Espera, muñeca! 
Jane: ¡No seas tan miedica! 
George: ¡Candy, vuelve aquí!


Un hombre bajito salió tras la cortina. Su mirada era muy siniestra. Sonreía, pero había algo en ella que ponía los pelos de punta.

Jaimito: Por favor, no se marchen. Nuestro circo está abierto.


Candy regresó y agarró a George de la mano. Los cuatro miraban curiosos al hombre misterioso.

Jane: ¿Está abierto?
Jaimito: Así es. Llegan en el mejor momento. Hoy tenemos un espectáculo muy especial.
Axel: ¿Cuánto vale la entrada?
Jaimito: Hoy la entrada es totalmente gratuita.
Jane: ¡Eso mola!
George: ¿Podemos entrar?
Candy: Amor, por favor...
George: Shhh, deja de preocuparte.
Jaimito: Por supuesto. Mi nombre es Jaimito. Les doy la bienvenida a nuestro circo. Pasen, no sean tímidos.


A pesar de que su cuerpo le lanzase múltiples advertencias sobre aquel lugar, Candy entró junto a los demás en aquel extraño y solitario circo.


Una vez en su interior, se asombraron al ver lo grande que era. Muchos asientos vacíos, luces y una enorme pista central dónde actuaban los artistas. Los colores rojo, azul y amarillo predominaban en aquel lugar.

Candy: ¿Dónde está la gente?
Jaimito: Están por llegar.
George: Esto es enorme.


Axel: Imagino que no vendrán niños a ver la función. Menudas horas para abrir...
Jaimito: Nuestro público es más exclusivo y especial. Los niños no son aptos para este tipo de espectáculos.


Jane: ¿No son aptos? A los niños les encanta el circo. 
Candy: ¿Qué tipo de espectáculos ofrecen?
Jane: No me digas que ofrecen shows de striptease y cosas así. 
Jaimito: No, es algo mucho mejor.
Jane: ¿Mejor que un striptease? 


Jaimito: Debo irme. Pueden disfrutar de nuestras instalaciones mientras se preparan para el show. Visiten los camerinos o la sala de las bestias.
Candy: Oiga, ¡vuelva!


Axel: ¡Mirad, una puerta! Haremos un tour por todas las estancias de este circo. Con suerte encontraremos alguna caja fuerte.
Jane: ¡Me apetecen chuches!
George: ¡Pues yo quiero una birra!


Candy: Chicos, esto no me gusta...
George: Vamos, preciosa. Buscaremos algo dulce para ti. Venga, no te quedes ahí plantada.
Candy: Voy...


Continuará...


 



jueves, 14 de octubre de 2021

Halloween 2021: Capítulo 01: American Diner

 Capítulo 01

American Diner


Ya está aquí nuestra fiesta preferida del año, Halloween. Los seres de la noche salen de sus escondites para dejarse ver y aterrorizar a los mortales. Es una noche mágica en la que todas tus pesadillas, se pueden hacer realidad. Nos encontramos en las afueras de la mansión de Calabazo. Como todos los años, su hogar está en un estado deplorable. Ventanas rotas y tapiadas, humedades, malas hierbas, montañas de hojas en la entrada y cortinas desgarradas.

Algunos animales se pasean por el porche y los alrededores desconocedores de lo que en su interior alberga. Ratas, arañas y cuervos son algunos de ellos. Calabazo los respeta, son animales despreciados por la sociedad a los que nadie quiere tener cerca.


¡La puerta de su mansión está abierta! Es el momento de entrar y saludar a nuestro más querido y temido cuentacuentos. Ya es de noche y llega el momento de que nos cuente la historia. 


Aquí fuera empieza a hacer frío y aunque su casa no es el lugar más seguro del mundo, seguro que en su interior entraremos en calor.


Esto está lleno de polvo, ¡achís! Vaya, no tiene encendida la chimenea y ni rastro de Calabazo. ¿Dónde nos contará la historia de terror de este año?


Subiremos las escaleras al primer piso, seguramente nos esté esperando allí. No puedo evitar temblar. Se escuchan ruidos y susurros en las paredes. Tengo miedo, no me avergüenza reconocerlo. Solamente espero poder sobrevivir a esta noche y descubrir la historia de este año. ¿Calabazo? ¿Hola? ¿Estás ahí?


Tampoco está por aquí. ¿Dónde se habrá metido? Esperad, aquí hay una nota...

"Estoy en el restaurante del km 666, al lado de la gasolinera. Os estaré esperando".

Nos tocará desplazarnos a ese restaurante. ¿Allí nos contará la historia? En seguida lo averiguaremos. 



Ahí está el letrero luminoso del restaurante. Parece que está inspirado en los típicos restaurantes americanos de antaño.


Me parece que Calabazo está sentado a la barra. Creo verlo por la ventana, pero no estoy totalmente seguro. Un momento...se acerca alguien al restaurante.


Es una pareja. Los dos son guapos. Ella es rubia, pelo corto y ojos verdes. Viste muy bien, sí señor. Lleva un pañuelo blanco al cuello y un bolso a juego. Pantalones rosas y blusa azul con mangas rosas. Él va más casual. Pantalón tejano oscuro, jersey negro y chaleco azul marino. Lleva un gorro negro de lana, que ya aprieta el frío. Es guapo, con esa barbita de tres días, rasgos muy varoniles y ojos negros como la noche.


Se disponen a entrar al restaurante. Seguramente para cenar. Yo me comería ahora mismo una buena porción de tarta de chocolate y un buen batido de fresa. 


¡Él es todo un caballero! Le abre la puerta y deja que ella entre primero. Ya no quedan clicks así. 

Steve: Las damas primero.
Carol: Muchas gracias, caballero.


Steve: Mira, un gato negro. ¡Mal augurio! 
Carol: Pobre gato. Solamente por ser negro, tiene que aguantar un montón de prejuicios.
Steve: Con lo que molan los gatos.


¡Ya estamos en el interior del restaurante! Vaya, la decoración vintage es un puntazo. Hay una mujer rubia de pelo corto que los observa entrar. Parece que es la cocinera, o quizás camarera. No tiene cara de muchos amigos. Hay otro hombre en la barra. Es un señor con cara de desgana y poco agraciado. Viste elegante y va peinado con kilos de gomina. También es un trabajador del restaurante. Este parece que se ocupa de atender en la barra.

Carol: Buenas noches.

Son maleducados, pues no le han devuelto el saludo.

Steve: La educación ante todo...¡Una máquina de música!


Es cierto, ahí tienen una máquina antigua de música. Puedes elegir una canción si le metes una moneda. Suena la canción y emite luces parpadeantes de colores. Steve tiene ganas de probarla. Ha metido una moneda. Suena una canción que no había escuchado nunca.

Steve: ¿La recuerdas?
Carol:¡Oh, es la canción que ponían por la radio cuando nos conocimos!


Steve: ¿Me concede este baile, señorita?
Carol: ¡Steve! Nos están mirando...
Steve: Les estamos haciendo un favor. Tienen cara de amargados y esto les dará de lo que hablar durante mucho tiempo.

Sí, los miran, pero no parece que les haga demasiada gracia que se pongan a bailar ahí, llamando tanto la atención. El restaurante está tan tranquilo...


Ya han tomado asiento. Parecen sillones muy cómodos.

Carol: No mires. ¿Has visto a ese que está en la mesa? Está sentado a la barra.
Steve: ¿Quién?
Carol: ¡Steve! Te he dicho que no te gires. Me da muy mal royo. Tiene pinta de asesino o ser maligno de película mala de miedo.

Sí, es un ser maligno, un poco de respeto. Se trata de nuestro Calabazo. Está sentado a la barra, de espaldas a ellos.

Steve: Es la noche de Halloween. Es un buen disfraz. No logro verle la cara.


Carol: Da bastante grima. 
Steve: No te preocupes, aquí estoy yo para protegerte.
Carol: Sé protegerme muy bien yo solita, no te preocupes campeón. Ya sabes que a mi no me impresiona casi nada. Esas tonterías de fantasmas, monstruos o brujas no me dan ningún miedo. 
Steve: ¿Y los payasos?


La mujer rubia se dirige a ellos con una jarra de café en la mano.

Amanda: Buenas noches, chicos. ¿Café?
Carol: Sí, por favor.
Steve: Yo también quiero. 
Amanda: ¿Deseáis comer alguna cosa?
Steve: Quiero...la hamburguesa especial de la casa y unas patatas fritas.
Amanda: ¿Y usted?
Carol: Tomaré lo mismo.
Amanda: Anotado.


Carol: Caramba, ese café está muy fuerte.
Steve: A mi me gusta así. Carol, te preguntaba por los payasos. Me dijiste que te daban miedo.
Carol: Sí, cuando era una niña. Ahora siento total indiferencia. Los payasos no me hacen reír ni llorar.
Steve: Pues a mi no me gustan nada. No es que me asuste al ver uno, pero siento rechazo.
Carol: Bah, solamente son hombres disfrazados.


Calabazo: ¿Seguro que no temen a los payasos? 

¡Calabazo les habla! No se ha girado para mirarles a la cara. Sigue de frente a la barra.

Steve: ¿Disculpe?


Morgan: Aquí tiene su plato, señor Calabazo.
Calabazo: Oh, gracias Morgan. Huele que alimenta.

¿Qué es lo que contiene ese plato? No tiene muy buen aspecto. Parecen espaguetis, pero se mueven...

Calabazo: Os propongo un reto.
Carol: ¿Un reto?


Menudo susto se han pegado cuando Calabazo se ha girado. Steve ha querido disimular el susto, pero sin éxito.

Steve: Buena máscara, amigo.
Calabazo: Os cuento una historia de terror. Si no os aterroriza, os pago la cena.
Carol: No nos asustamos fácilmente. ¿Está seguro que desea retarnos? 
Steve: ¿Y si nos asustamos? ¿Qué gana usted?
Calabazo: Vuestras almas.
Steve: Bah, eso es una tontería. ¿No prefiere que le paguemos la cena? Eso sería más equitativo. 
Calabazo: Prefiero vuestras almas. Tengo amigos que pagarían lo que fuese por ellas.
Carol: Steve, a lo mejor deberíamos pasar de esto.
Steve: ¿Crees de verdad que nos jugamos el alma? Si perdemos no pasaría nada, pero si ganamos, nos paga la cena. No veo el problema.
Carol: Está bien, aceptamos el reto. Le advierto que no nos asustamos con facilidad. 


Calabazo: Y yo les advierto que no podrán engañarme. Sabré si se han asustado de verdad. Están a tiempo para renunciar al reto.
Steve: No no, ahora no intente convencernos para que dejemos el juego. Hemos aceptado y no hay vuelta atrás.
Carol: Empiece con esa historia terrorífica.
Calabazo: Era una noche de Halloween como esta, oscura y misteriosa. Un grupo de amigos...


Continuará...