Capítulo 02
El circo
Candy era una chica dulce y cariñosa de veinte años. Sus padres estaban muy orgullosos de ella. Era una chica estudiosa, responsable que nunca se metía en problemas. Le gustaba cuidarse. No bebía alcohol ni fumaba. Salía todos los días a caminar y cuidaba su alimentación. Todo eso cambió cuando conoció a George. Caminando por el parque, lo vio sentado bebiendo cerveza con sus amigos. Tenía veinte años más que ella, pero eso no le importó cuando se acercó y le ofreció un trago de su cerveza. Se enamoró de él al instante. Era un hombre musculoso, guapo y con pinta de macarra. Aunque ella en un principio lo rechazó, pronto cayó en sus brazos. Llevaba meses faltando al trabajo y llegando a casa a altas horas de la madrugada. Sus padres estaban desesperados.
Aquella noche, Candy salió de fiesta con George y sus amigos. Al salir de la discoteca, decidieron seguir la fiesta en algún parque. Llevaban muchas latas de cerveza en el coche. Candy se negó, estaba empezando a cansarse de esa vida, pero George siempre conseguía liarla.
Candy: George, debería volver ya a casa. Mis padres...
George: ¡Olvida a tus viejos! Ellos ya han vivido su juventud, ahora te toca a ti. Lo vamos a pasar muy bien, preciosa.
Candy: Es que estoy cansada y no quiero darles más disgustos...
George: ¿Ellos son más importantes que yo? Soy tu novio y tu deber es estar conmigo.
George conducía su jeep a toda velocidad por una carretera secundaria. Candy estaba sentada de copiloto. Miró triste al bosque que los rodeaba. Aquella carretera pasaba por un espeso bosque repleto de sombras y oscuridad. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Deseaba estar en su cama, leyendo o escuchando música. George le puso una mano en el muslo y le sonrió.
George: Te amo, preciosa.
Candy agarró su mano con cariño y le sonrió.
Candy: Está bien, pero solamente un ratito.
Sentados en la parte de atrás estaban Jane y Axel. Eran novios y muy amigos de George. Ella era una gran amante de los tatuajes y su cuerpo era una muestra de ello. Era divertida y muy bromista. Su vida de desenfreno le estaba causando muchos problemas. El trabajo pendía de un hilo y su familia ya no le hablaba. Axel era vigilante en una discoteca y todo el mundo le temía. Su carácter fuerte y violento le había ocasionado muchos problemas. Había estado en prisión en varias ocasiones pero nada le hacía cambiar de actitud. En una pelea perdió un ojo, así que lucía un parche negro en la cara. Los dos reían a carcajada limpia mientras se besaban y bebían.
Jane: ¡No seas aguafiestas, Candy! ¡La noche es joven! ¡Yuhuuuu!
Axel: ¡La fiesta acaba de empezar!
Axel: Ven aquí, Jane. Quiero besarte.
Jane: Ven aquí, machote.
En la absoluta oscuridad que reinaba en el bosque, una luz llamó su atención. Los árboles impedían ver lo que era.
Jane: ¿Has visto eso?
Axel: Sí, ¿eso qué es? Está en mitad del bosque.
Jane: Que me parta un rayo, ¿es la carpa de un circo?
Axel: ¡Es un circo!
Jane: Qué extraño, ¿un circo en lo más profundo de un bosque?
Axel: ¿Habéis visto eso? ¡Un circo!
Jane: Es siniestro. Un circo en mitad de la nada.
George: ¿A quién se le habrá ocurrido semejante idea?
Candy: Me da miedo.
Axel: ¿Miedo? ¡Es la caña!
Jane: Podríamos ir.
George: No veo camino de acceso.
Jane: Pues caminamos.
Candy: ¿Quieres que nos metamos en lo más profundo de un bosque a estas horas?
Jane: ¡Seeeeeh!
Axel: Puede ser divertido. Seguro que nos echamos unas risas.
Candy: Odio el circo.
George: Venga, preciosa. Anímate, puede ser divertido. Estaremos un rato y luego te llevo a casa.
George aparcó el coche a un lado de la carretera. Casi no había arcén, por lo que tuvo que meter parte del coche en los arbustos. Bajaron del coche riendo emocionados a excepción de Candy. Era la única que no se sentía cómoda en esa situación.
Jane: Anima esa cara, Candy.
Axel: Seguro que lo pasaremos bien. Veremos payasos, trapecistas y comeremos palomitas.
Jane: ¡Quiero algodón de azúcar!
Candy: Lo siento, no me emociona la idea. No me gustan los circos y mucho menos ese.
George: No temas, preciosa. Yo te protegeré de los animales del bosque y de los payasos del circo. Soy tu novio y sabes que soy invencible.
Candy: Lo sé. Vale, pero nos volvemos pronto.
George: Esa es mi chica.
Jane: A lo mejor tenemos suerte y es un circo after con DJ y barra libre.
Axel: ¡Eso sería bestial! Vamos, no perdamos más tiempo.
Candy se quedó inmóvil, incapaz de entrar en el bosque. Los demás comenzaron a caminar y George se giró al ver que no se movía.
George: Preciosa, ¿estás bien? Venga, que nos quedamos atrás.
Candy: Voy...
Tras caminar por el espeso y oscuro bosque durante un buen rato, encontraron el circo. La carpa luminosa les hizo de guía. Candy no comprendía cómo era posible que hubiesen instalado un circo en semejante lugar. Estaba totalmente rodeado de árboles, solamente la entrada principal estaba despejada. Parecía tarea imposible instalar semejante carpa sin tener casi espacio para maniobrar.
George: ¿Cómo narices han podido montar esto aquí?
Axel: A lo mejor es un circo ilegal.
Candy: Esto es muy extraño.
La luz que emitía la carpa blanca y roja iluminaba los árboles que la rodeaban. Algunos animales se asomaron curiosos desde sus escondites y otros, se alejaron todo lo que pudieron de aquel lugar. La entrada al circo no tenía puerta, pero si una enorme cortina roja. Dos taquillas a los laterales y dos tigres de cartón adornaban la entrada. El viento movía las banderas que lucían en lo más alto de la carpa.
Jane se acercó a una de las taquillas, pero allí no había nadie. Axel encontró un enorme cartel de promoción.
Axel: "El circo ya está aquí. Maravillosas actuaciones que harán las delicias de los más exigentes espectadores. Pasen y disfruten de nuestro show, no se arrepentirán...o sí". Es alucinante.
Jane: ¿Hola? Queremos comprar entradas. ¿Hay alguien ahí? Esto está muerto.
George: A lo mejor está cerrado.
Axel: Pues yo no me he recorrido medio bosque para irme así, sin más.
Candy: Será mejor que volvamos al coche. Todavía estamos a tiempo de cambiar de planes.
George: ¡Espera, muñeca!
Jane: ¡No seas tan miedica!
George: ¡Candy, vuelve aquí!
Un hombre bajito salió tras la cortina. Su mirada era muy siniestra. Sonreía, pero había algo en ella que ponía los pelos de punta.
Jaimito: Por favor, no se marchen. Nuestro circo está abierto.
Candy regresó y agarró a George de la mano. Los cuatro miraban curiosos al hombre misterioso.
Jane: ¿Está abierto?
Jaimito: Así es. Llegan en el mejor momento. Hoy tenemos un espectáculo muy especial.
Axel: ¿Cuánto vale la entrada?
Jaimito: Hoy la entrada es totalmente gratuita.
Jane: ¡Eso mola!
George: ¿Podemos entrar?
Candy: Amor, por favor...
George: Shhh, deja de preocuparte.
Jaimito: Por supuesto. Mi nombre es Jaimito. Les doy la bienvenida a nuestro circo. Pasen, no sean tímidos.
A pesar de que su cuerpo le lanzase múltiples advertencias sobre aquel lugar, Candy entró junto a los demás en aquel extraño y solitario circo.
Una vez en su interior, se asombraron al ver lo grande que era. Muchos asientos vacíos, luces y una enorme pista central dónde actuaban los artistas. Los colores rojo, azul y amarillo predominaban en aquel lugar.
Candy: ¿Dónde está la gente?
Jaimito: Están por llegar.
George: Esto es enorme.
Axel: Imagino que no vendrán niños a ver la función. Menudas horas para abrir...
Jaimito: Nuestro público es más exclusivo y especial. Los niños no son aptos para este tipo de espectáculos.
Jane: ¿No son aptos? A los niños les encanta el circo.
Candy: ¿Qué tipo de espectáculos ofrecen?
Jane: No me digas que ofrecen shows de striptease y cosas así.
Jaimito: No, es algo mucho mejor.
Jane: ¿Mejor que un striptease?
Jaimito: Debo irme. Pueden disfrutar de nuestras instalaciones mientras se preparan para el show. Visiten los camerinos o la sala de las bestias.
Candy: Oiga, ¡vuelva!
Axel: ¡Mirad, una puerta! Haremos un tour por todas las estancias de este circo. Con suerte encontraremos alguna caja fuerte.
Jane: ¡Me apetecen chuches!
George: ¡Pues yo quiero una birra!
Candy: Chicos, esto no me gusta...
George: Vamos, preciosa. Buscaremos algo dulce para ti. Venga, no te quedes ahí plantada.
Candy: Voy...
Continuará...
¿Cómo puedes crear personajes tan opuestos? Candy no tiene nada que ver ni con George, ni con Jane y mucho menos con Axel; lo cual me hace preguntarme cómo es posible que una chica tan lista e inteligente se deje llevar tanto por esa gente que sólo busca pasárselo bien en detrimento de su propia salud y vida; pero así es más emocionante la historia. Candy no se equivoca y me da rabia que no le hagan caso en ningún momento. Yo creo que George no la valora, en realidad; pero tampoco habría historia si le hiciesen caso 😂. Me da mucho miedo ese circo. No debe pasar nada bueno ahí. La ambientación es genial, en medio del bosque, me imagino el silencio, la oscuridad sólo quebrada por las luces del circo, que los llaman como si fuesen sirenas en medio del mar. ¿Qué ocurrirá? Me gustaría que un espectáculo de ese circo consistiese en hacérselo pasar mal a esos macarras, a excepción de Candy, que la pobre no tiene culpa de estar ahí; aunque yo habría salido corriendo pasando de todo. Hay límites en las relaciones. ¡Por favor, no tardes en poner la continuación! Por cierto, no he podido evitar reírme al leer que el recepcionista del circo se llama Jaimito. Es como si le restase gravedad al asunto con ese nombre, jajajajajajaja. ¡Está genial!
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