lunes, 12 de septiembre de 2022

Historias del barrio - Capítulo 12: Pillado infraganti

Mary y Hilary no podían creer lo que sus ojos veían. Lilu y Duque se estaban besando apasionadamente en mitad de la pista de baile. Nunca habían visto a Lilu así. Siempre había mantenido las formas ante los demás, pero ese día había mandado al cuerno la vergüenza y la compostura. 

Mary: ¿Has visto eso? ¡Menudo lote se están dando!
Hilary: Estoy que me pellizco y no me duele. Parece que han vuelto, ¿no?
Mary: Sí, no creo que sea una forma cariñosa de saludarse y quedar como amigos.


Chumina: ¡Todo el mundo a bailar! ¡Esta noche es nuestraaaa! ¡Venga, nenas! ¡Todas a mover el pompis!
Diamante: ¡Vamos, Sus! ¡Mueve el esqueleto!
Sus: ¡Eso intento!
Duclack: ¡Menuda fiesta!
Sebastián: ¡Nunca había estado en una así!


Anabel caminaba por el local. Deambulaba de un lado para el otro hasta que se detuvo al ver a Isidora.

Anabel: ¡Esa es la mujer que odia a Caitlyn!
Isidora: ¿Dónde estará metido mi hijo? ¡Tengo que encontrarlo antes que lo perviertan! 


Bryan salió corriendo tras Lucía, que ya estaba fuera del flamenco rosa. Estaba confundido y necesitaba aclarar las cosas. 

Bryan: ¡Lucía! ¡Espera, por favor!


Ella se detuvo, satisfecha por tenerle a sus pies. 

Bryan: Siento que las cosas hayan salido así. Eres una clack fabulosa y te mereces ser feliz. A mi lado no lo serás, pues mi corazón pertenece a otra persona. 
Lucía: Ya no me amas...
Bryan: Llevo mucho tiempo diciéndotelo. No quieres aceptar la realidad, pero esto es así. A pesar de todo, me haré cargo de nuestro hijo. Prometo estar ahí en todo momento.


Lucía: Solamente estarás ahí por el bebé.
Bryan: Es mi hijo, claro que cumpliré con mis obligaciones como padre.
Lucía: Lo siento, Bryan. No estoy embarazada. 
Bryan: ¿Cómo?


Lucía: Me aconsejaron que te engañase de esa forma para que te vinieses conmigo, pero es ridículo. Lo siento, no vamos a tener un hijo.
Bryan: Lucía, no es propio de ti hacer estas cosas.
Lucía: Tampoco esperaba que tu amor desapareciese de la noche a la mañana. 
Bryan: ¿De verdad que no estás embarazada?
Lucía: Me lo he inventado. Lo siento, me he dejado enredar con malos consejos. Vuelvo al barco, necesito estar sola.


Bryan se quedó en silencio mientras Lucía se alejaba. Había empezado a sentirse emocionado con la idea de tener otro hijo y aunque por una parte estaba aliviado, no pudo evitar desilusionarse. No entendía el engaño de Lucía. Ahora debía volver junto a Caitlyn y contarle lo sucedido. 


Anabel estaba buscando a Ben. Le había dicho que la esperase en la zona de las mesas. Lo encontró allí, sentado a una de las mesas, riendo y hablando con una espectacular clack. Eso la puso celosa.

Anabel: Amor, ya estoy aquí.
Ben: Ah, hola. Mira, te presento a Pam. Pam, ella es mi novia.
Pam: Buenas. Así que tú eres Anabel...
Anabel: Hola. Ben, vamos a bailar.
Ben: No me gusta bailar.


Anabel: Haz un esfuerzo por mi. Venga, lo pasaremos bien.
Ben: Prefiero estar aquí sentado. Pídete algo y siéntate con nosotros.
Pam: Pídete una birra, aquí las tienen muy buenas.
Anabel: No bebo alcohol. Ben, quiero ir a bailar. Eres mi novio y te pido que me acompañes.
Ben: Puedes ir a bailar sola, te espero aquí.


Anabel: No entiendo nada. Vienes vestido de esa guisa y encima no piensas hacerme caso. Esto no es lo que me esperaba de ti.
Ben: Anabel, siento que no soy lo que necesitas.
Anabel: ¿Qué quieres decir? 
Ben: Que no somos compatibles.  Esto no funciona. Lo siento, será mejor que me marche.


Pam: ¿Nos vamos a aquel bar de carretera? ¡Hoy sirven patatas bravas gratis por cada consumición!
Ben: ¡Fabuloso! 
Anabel: ¿Cómo? ¡No puedes marcharte así, Ben!
Ben: Disfruta de la fiesta, Anabel. 


Ben agarró a Pam de la mano y salieron corriendo del local. Anabel se puso histérica. 

Anabel: ¡Ben! ¡Vuelve!


Salieron del local a toda prisa. Anabel protestaba, intentando hacerle recapacitar, pero Ben no quería detenerse. Tras caminar un par de calles, montaron en el coche de Ben y se marcharon.

Anabel: Jolines.
Jordi: Yo estoy libre, preciosa. Si quieres, nos vemos después del trabajo.
Anabel: Olvídalo. 


Rose se estaba tomando un refresco mientras observaba en busca de algo sospechoso. Cuando Isidora pasó cerca de ella, en seguida le llamó la atención. Es cierto que la clientela del flamenco rosa era muy variopinta, pero Isidora no encajaba en aquel lugar. Miraba de un lado para el otro, buscando a alguien.

Rose: John, ¿has visto esa señora? Me parece muy sospechosa. ¿John?


En ese momento, Isidora vio a su hijo. Josué se estaba besando con Nino. No eran besos suaves y tiernos, todo lo contrario. Parecían querer devorarse el uno al otro. Nino dejaba descansar los labios de Josué por un momento para recorrer con su lengua todo su cuello, morderle la oreja y volver a sus labios. Isidora estaba tan escandalizada que sentía ganas de agarrar del cuello a Nino y asfixiarle con sus propias manos.


Isidora: ¡Josué!

La pareja dejó de besarse. Josué abrió los ojos como platos cuando vio a su madre ante él.

Josué: ¡Madre!
Isidora: ¡No te reconozco! ¿Cómo has podido hacer semejante barbaridad? ¡Irás directo al infierno! Volvamos a casa, todavía estás a tiempo de rectificar. Te confesarás y no saldrás de casa hasta que te recuperes de esta enfermedad que te invade. Tú, ¡apártate de mi hijo!
Josué: ¡Basta, madre! Ya no puedo más. Quiero ser libre, madre.
Isidora: ¡No me rechistes! Nos vamos a casa ahora mismo. Dile a ese degenerado que se aparte de ti.


Josué: ¡No puedo más! ¡Soy gay, madre! ¡No soporto la forma en la que me tratas! Ya soy mayor de edad, puedo hacer lo que quiera. No estoy enfermo y nada de esto es pecado. Tengo derecho a ser feliz y no me da la gana alejarme de Nino. Me gusta.
Isidora: ¡Hay normas, Josué! Yo soy tu madre, me debes obediencia. Yo te lo he dado todo.
Josué: Te lo agradezco, pero eso no te da derecho a decidir por mi. 
Isidora: ¡He dicho que nos vamos a casa!


Intentó agarrar a su hijo de la camiseta, pero Josué se zafó a tiempo. Agarró a Nino de la mano y salieron corriendo. 

Isidora: ¡Josué! ¡Vuelve ahora mismo!
Josué: ¡Lo siento, madre!


Se escondieron bajo unas escaleras. Josué parecía liberado, pero también muy asustado. Su vida con su madre se había complicado y seguramente su relación cambiaría para siempre.

Nino: ¿Estás bien?
Josué: Me siento más vivo que nunca.
Nino: Dame un abrazo. Has sido muy valiente.


Isidora estaba muy enfadada y para ella el verdadero culpable de lo ocurrido con su hijo era Caitlyn. 

Isidora: ¡Es el demonio! ¡Por su culpa mi hijo ha caído en el pecado! Ese demonio no se va a salir de rositas.

Se imaginó que Cailtyn estaría en la zona privada del local, así que fue en su búsqueda. Estaba dispuesta a vengarse y hacerle saber lo mucho que la detestaba. Subió las escaleras sin pensárselo dos veces.


Alexia: Mi hija lo es todo para mi.
 John: Mis hijos también lo son todo para mi. 
Alexia: Eres todo un padrazo.
John: Lo intento.
Alexia: Podríamos quedar un día y presentar a los niños.
John: Me parece muy buena idea.


Rose: John, te estoy hablando por el pinganillo.
John: ¡Diablos! Perdona, Rose.
Rose: La mujer sospechosa ha subido al despacho de Caitlyn. Deberíamos averiguar que es lo que hace allí.
Alexia: ¿Ocurre algo?
John: Te tengo que dejar, lo siento.


Subieron las escaleras para averiguar que es lo que tramaba Isidora. En esos momentos, se había convertido en la sospechosa número uno.


Al llegar al despacho, encontraron a Caitlyn en el suelo, inconsciente. Isidora miraba a los policías sorprendida. Ambos sacaron sus armas y la apuntaron. 

John: ¡No se mueva!
Isidora: ¡A mi no me apunten con eso! ¡Las armas las carga el diablo!
Rose: ¡Manos arriba!


Rose esposó a Isidora, que se movía furiosa intentando escabullirse. John se puso un guante de látex y le agarró el bolso a Isidora. De su interior sacó una llave inglesa manchada de sangre. 

Isidora: ¡He dicho que me suelte!
John: ¡Bingo! 
Isidora: ¡Yo no he hecho nada!
John: ¿Y esta llave manchada de sangre? ¿La guardaba en su bolso como recuerdo?
Isidora: ¡El diablo es astuto! ¡Sálvense antes de que sea tarde!
Rose: ¡Cállese! Hay que llamar a una ambulancia, John.


John: La ambulancia ya está en camino. Parece que está viva.

John notó algo extraño en el interior del bolso y sacó al señor Agripino.

John: ¡El oso de peluche! Es usted también una ladrona.
Isidora: ¡El oso es mío!
John: Sabe muy bien que no es suyo. 
Isidora: Devuélvamelo, me hace compañía. Está mejor conmigo que no con esa loca.
Rose: ¿Se atreve a llamar loca a Ximena con lo que ha hecho?
Isidora: ¡Yo no he hecho nada!


Rose: ¿Caitlyn? ¿Se encuentra bien? Le ha dado un buen golpe en la cabeza.
Caitlyn: Oh, mi cabeza...
John: Por muy poco no lo cuenta. Habría corrido la misma suerte que Paca. Esta herramienta tiene sangre seca, imagino que pertenecerá a ella.
Rose: Seguramente sea el mismo objeto con el que asesinó a Paca. No se mueva, viene una ambulancia de camino.
Caitlyn: No es necesario, me encuentro bien.


John y Rose se llevaban a Isidora para la comisaría. Todo el local miraba asombrado la escena.

Anabel: ¿Qué ocurre?
Chumina: Se llevan presa a esa señora.


Caitlyn se había levantado. Le dolía la cabeza, pero a simple vista no parecía sufrir más daños. Bryan le pedía que se sentase, que debían ir al hospital, pero Caitlyn se negaba en rotundo. 

Caitlyn: Estoy bien, de verdad.
Bryan: Para asegurarnos deberíamos ir al hospital.
Caitlyn: Esa mujer no va a arruinar nuestra noche. Estoy bien. No deberías preocuparte por mi, vete con Lucía.


Bryan: ¡Por supuesto que me preocupo por ti! Vamos al hospital.
Caitlyn: Te prometo que luego iré, cuando termine mi actuación.
Anabel: Por favor, vamos al hospital. No me quedo tranquila hasta que no te vea un médico.
Caitlyn: No insistáis. Voy a seguir adelante.
Anabel: ¿Viste cómo te golpeó esa señora?
Caitlyn: Me pilló por sorpresa, por la espalda.
Chumina: ¡Esa loca casi te mata! Espero que la encierren de por vida en la cárcel.
Anabel: Sabía que ella era la responsable de la muerte de Paca. Su forma de mirarte...
Caitlyn: Lo importante es que ya no podrá hacernos más daño y que se ha hecho justicia.


Rose: Caitlyn, la ambulancia está abajo. Le aconsejo ir al hospital y dar parte de lo ocurrido.
Cailtyn: Ahora iré, se lo prometo. Voy a actuar, no pienso dejar que nada ni nadie arruine esta noche. 
Rose: Está bien, pero no tarde en ir. 


Bryan: Amor, ¿estás segura de esto?
Cailtyn: Totalmente. Estoy bien, de verdad.
Anabel: Como te vea algo mareada o te note rara, nos vamos directos al hospital.
Caitlyn: Vaaaale.
Bryan: No quiero perderte. He pasado mucho miedo.
Caitlyn: Bryan, debes irte. Esperas un hijo de Lucía. 


Bryan: Mintió. Dijo eso para engatusarme. No está embarazada.
Caitlyn: ¿Lo dices en serio?
Bryan: Muy en serio. Se lo inventó.
Anabel: La gente se está volviendo loca, no entiendo nada.
Caitlyn: Eso es muy retorcido. Siento que te engañara de esa forma.
Bryan: Da igual. Quiero estar contigo, para siempre.


Continuará...


1 comentario:

  1. ¡Qué capítulo tan trepidante! Me lo he leído a toda prisa con el corazón en un puño porque no dejaban de pasar cosas a cual más emocionante y me he quedado muy sorprendida con varias. Primeramente, menos mal que Lucía ha confesado a tiempo que es mentira que esté embarazada y no ha llevado esa mentira más lejos. Como Anabel, yo también opino que la gente está volviéndose loca y tampoco entiendo nada. Me ha sorprendido mucho que Ben deje a Anabel ahí plantada en la discoteca y se vaya con Pam, pero es verdad que no pegan mucho. También me alegro por Lilu y Duque y también por Kaitlin y Bryan. Se merecen ser felices. También me alegra que hayan detenido a Isidora. ¡Está más tarada que nadie! Me alivia mucho que su hijo le haya plantado cara y le haya dicho la verdad. Es muy buena esa historia. ¡También le robó a Ximena el señor Agripino! Estoy deseando ver cómo reacciona Ximena cuando se lo deuelvan, pobrecilla. Es un capítulo increíble y me ha encantado. ¡Espero que no sea el último, por favooooor!

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