viernes, 9 de septiembre de 2022

Historias del barrio - Capítulo 11: La gran inauguración

Llegó el día de la gran inauguración. Muchos clientes deseosos de entrar en el local formaban cola impacientes. Lupita era la encargada de cobrar las entradas. Vestía como un hada, con sus alas y su pelo dorado con coletas. Caitlyn contrató también a un vigilante. Debido a los últimos acontecimientos, decidió que era mejor invertir en seguridad. 


Lupita: Usted tiene invitación, puede pasar.

Brenda: Gracias.


Un hombre que se tambaleaba, seguramente debido al consumo de sustancias prohibidas, quiso entrar al local. El guardia de seguridad se lo impidió. Era un hombre fuerte, de gimnasio. Alto e imponente. Su rostro era el de un hombre duro. Su peinado en punta ayudaba a que su aspecto fuese más intimidante. 

Jordi: ¡Alto ahí! No puede pasar.
Chungo: ¡Quiero pasar! ¡Yo puedo ir a dónde quiera!
Jordi: Aquí no. Será mejor que se marche, caballero.
Chungo: ¡Déjame entrar, musculitos!


Jordi: He dicho que se marche, caballero.
Chungo: ¡Pues me voy!
Jordi: ¡Debería ir a dormir la mona!
Chungo: ¡Será posible el musculitos! ¡Vete al cuerno!


Zac y Jaguar servían las copas con gran simpatía y profesionalidad. Las clientas y los clientes estaban muy satisfechos. Además, eran tan guapos que todo el mundo quería ir a la barra a pedir copas. 

Zac: ¡Marchando dos bebidas! 


Duque había decidido ir a la inauguración. Le había comentado Diamante que pensaba ir con Sus y que seguramente les acompañaría Lilu. A Duque le hacía ilusión coincidir con ella, aunque solamente fuese para cruzar sus miradas. 


Valeria le pidió a Ximena ir al flamenco rosa. Estaba convencida que salir un rato la distraería. Estaba demasiado obsesionada con la desaparición de el señor Agripino. 

Valeria: Venga, tómate el agua con gas. Te sentará bien. Luego podemos ir a bailar.
Ximena: No me apetece...
Valeria: Tienes que animarte, cariño. 


Rose y John habían acudido a la inauguración para investigar. Se habían vestido de calle para pasar desapercibidos. Estaban seguros de que el asesino de Paca, haría acto de presencia. Si no fuese así, esperaban encontrar pistas que los llevase a encontrar al asesino.

John: Tenemos que estar atentos a cualquier sospechoso.
Rose: El problema es que todos me parecen sospechosos.


Había mucha gente bailando y disfrutando de la noche. Artemisa bailaba con su hermana Cassandra. Las dos necesitaban despejar sus mentes y pasar un rato divertido.

Cassandra: ¡Mueve el esqueleto, hermanita! Esta noche, vamos a quemar la ciudad.
Artemisa: ¡Esta canción me encanta!


Lúa y Agnes también disfrutaban de la noche. Estaban bailando juntas, en la pista de baile.

Agnes: ¿No ponen ninguna muñeira?
Lúa: No creo, Agnes. Ponen música moderna.
Agnes: Pues alguna canción gallegiña podrían poner. 


Nino estaba sentado a la mesa que había junto a la cabina del DJ. Estaba algo triste. Desde que lo dejara con su novio, todos los días le parecían igual. Se dio cuenta que no lo echaba de menos, que no lo amaba, pero que estar tanto tiempo solo le deprimía. Sentía que había fracasado en el amor.


Mientras tanto, Caitlyn se terminaba de arreglar para su espectáculo. Estaba nerviosa, pero muy contenta por poder hacer realidad su sueño y el de Paca. Anabel estaba junto a ella, ayudándole para estar perfecta.

Anabel: ¡Está siendo todo un éxito! Hay mucha gente y ni te imaginas la cola en la calle.
Caitlyn: Temía que no viniese nadie. Estoy muy emocionada.
Anabel: No es para menos. 


Caitlyn: Creo que me voy a poner este vestido plateado. Le gustaba mucho a Paca.
Anabel: Es precioso. Seguro que estará saltando de alegría en el cielo.
Caitlyn: Espero que esté orgullosa de todo lo que hemos conseguido.


Bryan: ¿Se puede?
Caitlyn: ¡Bryan! Estás guapísimo.
Anabel: ¡La elegancia personificada!
Bryan: Muchas gracias.


Bryan se acercó hasta Caitlyn y la besó.

Bryan: Estás preciosa.
Caitlyn: Todavía no me he puesto el vestido.
Bryan: Pues así ya me parece que estás espectacular.


Ben: ¿Anabel?
Anabel: ¡Amor! ¿No te has puesto guapo para la ocasión?
Ben: No me gusta vestirme de etiqueta.
Anabel: ¡Pero es una ocasión especial, Ben!


Ben: Quizás ha sido un error venir. Mejor te espero en mi casa.
Anabel: ¡Espera un momento! No te enfades. Para mi estás guapo de todas las maneras. 
Ben: No quiero incomodarte, Anabel.
Anabel: Tonterías. A mi no me incomodas. Ve a tomarte algo a la barra, luego me paso a verte.
Ben: Está bien.


Josué no estaba dispuesto a perderse la gran inauguración del flamenco rosa. Para que su madre no sospechase, cenó con ella, leyeron la biblia juntos y se acostó a una hora prudencial. Esperó a que su madre se fuese a dormir y se levantó sin hacer ruido. Se arregló y salió por la ventana de su cuarto. Tenía la necesidad de acudir a la fiesta, de averiguar lo que allí ocurriría. Necesitaba liberarse.

Lupita: Ya puedes pasar, guapo.
Josué: ¡Gracias!
Lupita: Recuerda que tienes una consumición gratis con tu entrada.
Lupita: ¡Siguiente!
Lilu: ¡Nosotras!


Josué estaba muy nervioso. Había desobedecido por primera vez a su madre. A sus veinte años, jamás se había atrevido a hacer algo que la disgustara. Su intención era regresar sin que ella se percatase de nada. Aunque desconocía que su madre sospechaba que algo estaba tramando. Isidora conocía muy bien a su hijo. 


Lo siguió ocultándose entre los coches y los árboles de la ciudad. No entendía que su hijo saliese a la calle de esa forma, saltando por la ventana y a esas horas. Cuando lo vio entrar en el flamenco rosa, casi se cae de espaldas.

Isidora: Hijo mío, estás entrando en la casa del pecado. No puedo creerlo. Mi hijo ahí dentro, eso no puedo consentirlo. 


La fiesta seguía su curso. Todo el mundo bailaba, bebía y reía. Alexia había acudido a la inauguración junto a Mary y Hilary. Después de hablar largo y tendido sobre las últimas novedades sobre sus vidas, fueron a la pista de baile. No pretendían bailar, pero les apetecía escuchar música y ver lo que allí se cocía. Alexia abrió los ojos como platos cuando vio a John.

Alexia: ¿Has visto a ese? ¡Está buenísimo!
Mary: Creo que es John, el marido de Sabrina.
Alexia: Vaya, está pillado.
Mary: No, está solo. Sabrina se marchó y lo dejó para siempre. Hace ya unos años que no se sabe nada de ella.
Alexia: No entiendo que deje a un hombre así. ¡Está impresionante!
Mary: ¿Tú no tenías un medio novio?
Alexia: Tenía. No deja de mirarme.


John miraba a Alexia sin cesar. Desde el momento que la vio, no podía quitarle la vista de encima. Sabía que estaba trabajando, pero sentía mucha atracción por ella. Tenía un pinganillo en la oreja con el que se comunicaba con Rose. Se habían separado para vigilar más estancias del local.

Rose: John, ¿todo bien? ¿John?
John: Sí, todo bien. 
Rose: ¿Estás bien?
John: Sí, estoy bien. He visto a una clack espectacular.
Rose: ¡John! Estamos trabajando, concéntrate. 


John: Lo siento, estaré más pendiente.
Rose: Te llevaré de fiesta cuando terminemos esta misión, pero ahora tenemos que estar atentos. El asesino puede aparecer en cualquier momento.
John: ¡Oh, vaya!
Rose: ¿Ocurre algo?
John: Esa clack que te digo, viene hacia aquí.
Rose: Deshazte de ella.


John: No quiero ser maleducado, Rose.
Alexia: ¿Disculpa?
John: Perdona, estaba cantando.
Alexia: Quizás te parezca un atrevimiento por mi parte, pero he sentido la necesidad de venir a saludarte. Me llamo Alexia.
John: Hola, Alexia. Yo soy John. ¿Y cómo es que tienes esa necesidad?
Rose: John, no le sigas el juego.
Alexia: Cuando algo me gusta, me lanzo. Soy así, muy directa. 
Rose: De eso ya nos hemos percatado...
John: Me alegra que seas directa. Yo también deseaba saludarte.
Alexia: Me he dado cuenta por tu forma de mirarme.
Rose: ¡John, deshazte de esa pesada!


Josué se pidió un agua con gas y subió a la sala de baile. Allí la música sonaba a todo volumen y la gente bailaba sin parar. Bebió un sorbo de su bebida y miró a un hombre solitario sentado en una de las mesas de la sala. Le pareció bellísimo. Su pelo castaño, su mirada penetrante, sus músculos apretados en su camiseta blanca y sus sensuales labios. Calculó que tendría unos treinta años o alguno más.  Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el hombre lo miró.


Isidora había tenido que pagar la entrada. De nada le sirvieron sus protestas. Argumentó que pretendía entrar a por su hijo y salir inmediatamente, pero Lupita y sobre todo el portero, le habían dejado las cosas claras. Se dio por vencida y pagó para poder entrar. Le repugnaba entrar en un lugar así, pero debía rescatar a su hijo de las garras del demonio.

Isidora: ¿Dónde se habrá metido? Lo pienso castigar de por vida. A este lo pienso encauzar de nuevo por el buen camino.


Pam estaba bebiendo su consumición en una mesa junto a la barra. Estaba sola. Llevaba tiempo triste y desanimada. Aunque había quedado allí con Sus para pasarlo bien, no estaba de ánimos. Decidió que lo mejor era sentarse y beber. No quería amargarle la noche a nadie. 

Ben: ¡Pam!

A Pam le cambió el semblante cuando vio a Ben caminar hacia ella. No podía imaginar que Ben iría a un lugar tan moderno.

Pam: ¿Ben?


Ben: ¿Puedo sentarme?
Pam: Pues claro, menuda pregunta. ¿Qué demonios haces aquí?
Ben: No lo sé.
Pam: Yo tampoco.

Los dos se echaron a reír a carcajadas. Eso dio paso a una conversación que cambió la deriva de la noche. Ahora realmente se lo estaban pasando bien.


Lulú: ¡Sisteeeer!
Lilu: ¿Qué pasa, nena? No grites así que no estoy sorda, cari.
Lulú: Si te digo a quién he visto, te caes muerta en la bañera.
Lilu: ¿A Bradley Cooper?
Lulú: No.
Lilu: ¿Chris Hemsworth?
Lulú: No, mucho mejor.
Lilu: ¿Mejor?


Lulú: ¡A Duque!
Lilu: ¡Duque!
Duque: Hola, chicas. Lilu, estás preciosa.
Lilu: Gracias. No sabía que te gustaba salir de fiesta.
Duque: Quizás hay muchas cosas sobre mi que todavía no sabes.
Lulú: Os dejo, me voy a pedir otra copa a la barra.


Lilu: Pensaba que lo sabía todo sobre ti.
Duque: Pues ya ves que no.
Lilu: Vaya, pues siento curiosidad por esas cosas que no sé sobre ti.
Duque: ¿Quieres saber otra?
Lilu: Vale...si quieres.
Duque: Todavía te sigo amando. Nunca he conseguido olvidarte, Lilu.
Lilu: Duque...


Josué y Nino no podían dejar de hablar. Habían conectado desde el primer momento. Se gustaban y las chispas saltaban entre ellos. Hacía años que Nino no sentía un flechazo directo al corazón. Josué estudiaba cada una de las partes del cuerpo de Nino. Sentía fascinación y mucha atracción.

Nino: ¿Y has venido solo?
Josué: Sí, y tampoco me puedo quedar mucho rato.
Nino: ¡Pero si la noche acaba de empezar! No puedes irte, lo mejor está por venir.
Josué: Me gustaría, pero...
Nino: Dicen que las actuaciones de este lugar son lo más.
Josué: Vale, me quedaré un poco más.
Nino: ¿Sabes que eres muy guapo?
Josué: ¿Sí? Tú también lo eres. 


Bryan ayudaba a Caitlyn con el vestido. Le subía la cremallera del vestido, situada en la espalda, mientras le besaba en el cuello.

Bryan: Eres preciosa. Te deseo.
Caitlyn: Bryan, ahora no es el momento.
Bryan: Lo sé...


Isidora seguía buscando a su hijo. Había tanta gente que era como buscar una aguja en el pajar. Estaba agobiada. La música y la gente saltando y gritando por todas partes le ponía de los nervios. 

Isidora: ¡¿Dónde estará este desvergonzado?! 


Lucía: Bryan.

La que fue novia de Bryan, estaba en el despacho de Caitlyn.


Bryan y Caitlyn se sobresaltaron al verla. Vestía con el uniforme blanco del trabajo. Tenía los ojos llorosos.

Bryan: ¿Lucía? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?
Lucía: Yo también me alegro de verte. He pagado mi entrada y una tal Anabel me ha dicho que estabas aquí. Hola, Cailtyn.
Caitlyn: Hola...
Bryan: ¿A qué has venido?
Lucía: Quiero arreglar las cosas entre nosotros. No rompas lo que tenemos, Bryan.


Bryan se acercó a ella y le tocó en el hombro.

Bryan: Sabes que lo nuestro no estaba funcionando. No podemos seguir manteniendo esta mentira. Siento que estés así, pero lo superarás.
Lucía: No quiero renunciar a ti. Sé que todavía me amas.
Bryan: No sigas, Lucía. Será mejor que te marches.


Lucía: ¿Piensas dejarme ahora que estoy embarazada?
Bryan: ¿Embarazada?
Lucía: Así es. Vamos a tener un niño. No puedes dejarme ahora.
Bryan: Yo...


Bryan miró Caitlyn, que observaba atenta lo que estaba ocurriendo. Sus lágrimas caían por sus mejillas llevándose consigo el maquillaje.

Caitlyn: Será mejor que te marches con ella.
Bryan: Caitlyn, vamos a hablar.
Caitlyn: Tienes un hijo con ella, el que yo jamás te podré dar. Será mejor que te marches, Bryan.
Lucía: Amor, ven conmigo. No puedes mirar para otro lado. Somos tu familia.


Caitlyn: Hazle caso.
Bryan: Caitlyn, por favor.
Cailtyn: ¡Vete!


Continuará...













 

2 comentarios:

  1. ¡Qué inauguración tan intensa! Me alegro mucho de que las cosas les hayan ido tan bien a Kaitlin y a los demás. Me hace mucha gracia haber acertado con el hijo de Isidora (ay, ¡me olvidé del nombre, qué mal!) y me hace gracia que esté por ahí merodeando, pero también creo que ella es la asesina, aunque no sé cómo lo van a saber Jonh y Rose. Por cierto, que fácil es mirar a alguien que te gusta y enseguida ir a saludarlo, ¿no? Con lo vergonzosa que yo soy para eso. También me ahce gracia que esté Agnes ahí con lo poco que le pega estar en una discoteca y lo que le gustan, pero creo que es una ocasión muy especial y me alegra que también esté allí con todos. Me hace gracia que pretenda que ahí suene una canción gallega, jajajajajajajaja, pobre, qué mal encaminada va, pero me recuerda a mí cuando quiero que en una discoteca, las poquísimas veces que he llegado a ir últimamente, pongan alguna canción que me guste de las mías, jajajajaja. También me da pena Bryan, pero Lucía me parece un poco tonta y desesperada si pretende que Bryan esté con ella sólo porque esté embarazada sin pensar que él no la ama y que es peor que esté con ella sin amarla, pero en fin... ¡Veremos a ver cómo sigue! ¡No tardes mucho en poner la continuación!

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  2. Vergonzosa que soy... ¿En qué estaba pensando?

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