Bryan manejaba el timón del Panama mientras Caitlyn observaba fascinada. La decisión de pasar una temporada en alta mar en el crucero había sido todo un acierto. Estaba con el hombre al que amaba y podía relajarse mientras viajaba y actuaba algunas noches para los pasajeros. Sabía que el flamenco rosa estaba funcionando a las mil maravillas. Chumina se comunicaba con ella todos los días para informarle sobre todo lo relacionado con el local. Las cosas no podían ir mejor. Echaba de menos a Paca, pero prefería pensar en ella con una sonrisa y dedicarle todas sus actuaciones.
Bryan: Venga, te toca tomar el timón.
Caitlyn: ¿Yo? Será mejor que no lo haga. Me da miedo hacer algo mal.
Bryan: Yo estaré a tu lado. Venga, déjate llevar.
Caitlyn agarró el timón. Estaba nerviosa, pero Bryan permanecía a su lado.
Bryan: Muy bien, cariño.
Caitlyn: Es una sensación muy extraña y excitante al mismo tiempo.
Bryan: Se te da bien.
Caitlyn: Bryan, ¿crees que Lucía aceptará algún día lo nuestro?
Bryan: No lo sé. Sigue de morros.
Caitlyn: Me hace sentir muy incómoda cuando se queda mirándome tan seria.
Bryan: Tenemos que darle tiempo.
Caitlyn: El caso es que siempre me ha caído muy bien. Espero que al menos pierda el interés en mi. No sabes las veces que Anabel y yo la hemos pillado espiándonos.
Bryan: Lo está pasando mal.
Elliot: ¡Caitlyn!
Caitlyn le devolvió el timón a Bryan y salió del puesto de mandos para ver lo que quería. Elliot saltaba contento y emocionado.
Elliot: ¡La DJ está pinchando nuestra canción!
Caitlyn: ¡No me digas!
Elliot agarró de la mano a Caitlyn y tiró de ella.
Alliot: ¡Rápido, tenemos que bailarla!
Caitlyn: ¡Rápido, antes que termine!
Bryan sonrió al verles correr hacia la pista de baile. Lucía, que estaba atendiendo a una clienta en recepción, los miró celosa.
La DJ pinchaba todas las canciones de moda más bailables. Todo aquel que se animaba, saltaba a la pista a bailar. Niños y mayores se dejaban llevar por el ritmo de la música.
Caitlyn y Elliot tenían una canción favorita. Cuando la ponían, saltaban a bailar, no importaba en el lugar dónde sonaba. Al llegar a la pista, empezaron a bailar entre risas.
Anabel: ¡Caitlyn! Tenemos que preparar el espectáculo de esta noche.
Caitlyn: ¡Es verdad! Lo siento, estaba tan distraída que se me pasó.
Anabel: No importa, todavía disponemos de tiempo para prepararlo.
Dejó a Elliot bailando con más niños y se marchó con Anabel. Mientras se alejaban de la pista de baile, Lucía observaba atentamente todos sus movimientos.
Anabel: ¿Has visto? Otra vez nos está mirando.
Caitlyn: No sé si hablar con ella.
Anabel: ¡Ni se te ocurra! Es mejor que te mantengas alejada de ella. Me da mucho miedo su forma de mirarnos.
En la sala de mandos divisaron el barco policial acercándose al crucero. La radio empezó a emitir un mensaje proveniente del barco.
¡Aquí el barco 3465 de la policía marítima! Necesitamos que paren motores y nos dejen subir a bordo. Se trata de una emergencia.
Bryan: ¡Es la policía!
Aquí Panama. ¿Se puede saber cual es la razón por la que tenemos que detener el barco? Tenemos una ruta que cumplir.
¡No disponemos de tiempo para dar explicaciones! Deben detener el barco y dejarnos subir.
Bryan: Está bien, para motores.
Rose hablaba a través del megáfono. John había parado el barco justo al lado del crucero.
Rose: ¡Somos la policía! ¡Tenemos que subir al barco!
Bryan se asomó para ver que es lo que estaba ocurriendo.
Bryan: ¿Qué es lo que ocurre?
Rose: Tienen a una delincuente a bordo.
Bryan: ¿Una delincuente?
Rose: No hay tiempo para explicaciones, Capitán. Tiene que dejarnos subir antes de que sea demasiado tarde.
Bryan: Ahora mismo. Leire, ordena que desplieguen la escalera.
Leire: A sus órdenes mi Capitán.
Caitlyn y Anabel organizaban el espectáculo de aquella noche. Anabel le enseñaba varios vídeos a Caitlyn desde su portátil. En ellos se veían diferentes shows para las canciones que tenían preparadas.
Anabel: Este es ideal para la canción de introducción.
Caitlyn: ¡Me encanta! Podría salir tras las cortinas justo cuando suena el redoble de tambores.
Anabel: ¡Buena idea!
Escucharon voces y el barco se detuvo.
Caitlyn: ¿Qué es lo que ocurre por ahí?
Caitlyn se asomó y vio a la policía entrando en el barco. Justo en ese momento, Anabel le golpeó con su ordenador en la cabeza. Caitlyn cayó al suelo dolorida.
Anabel: ¡De esta ya no te libras!
Caitlyn: Anabel...
Lucía llevaba días observándolas. Anabel fue quién le dio la idea del falso embarazo. Se puso en contacto con ella y la convenció para que intentase recuperar a Bryan con esa mentira. Se presentó como una ex amiga de Caitlyn y que a ella también le había arrebatado a su novio en el pasado. Al verla subir al barco junto a Caitlyn, sonaron todas las alarmas en su cabeza. Sabía que no era trigo limpio, pero no imaginaba que podía llegar hasta ese punto. Es por eso que pudo llegar a tiempo antes de que volviese a golpear a Caitlyn en la cabeza.
Lucía: ¡Déjala en paz!
Anabel: No te interpongas, Lucía. ¡Ella te arrebato a Bryan!
Lucía: Lo mío con Bryan hace mucho tiempo que no funcionaba. Por favor, déjala en paz.
Anabel: ¡No me da la gana!
Se abalanzó sobre Lucía y lo hizo con tanta fuerza que se cayeron al suelo. Forcejearon un buen rato, pero finalmente Anabel consiguió ponerse encima y golpearle en la cabeza.
La empujó al agua, pero cayó en los asientos del barco policial.
Anabel: Espero que esté muerta...
Caitlyn aprovechó el descuido para intentar inmovilizarla. Estaba mareada, pero gracias a Lucía seguía viva.
Anabel: ¡Nunca te mueres!
Caitlyn: ¡Para ya! ¡Anabel, por favor! ¡Somos amigas!
Anabel: ¡No somos amigas! Nunca te has molestado en averiguar cómo estaba.
Caitlyn intentaba razonar con ella, por lo que no ejerció toda la fuerza necesaria para retenerla. Anabel supo que tenía que aprovechar el momento y la empujó. Caitlyn se quedó colgando por la borda, a punto de caer al agua. Se agarraba a duras penas a una pequeña barandilla.
Anabel: ¡Siempre te ha ido mejor que a mi! Yo no tengo trabajo, te mentí. Vivo de alquiler y y llevo dos meses sin pagar. Mis espectáculos nunca interesaron a nadie y tú no has sido capaz de ofrecerme actuar en tu local.
Caitlyn: ¡Has perdido la cabeza!
Anabel: Quería que las cosas te fuesen mal. Por eso encargué a una pandillera que matase a Paca. Pensé que te rendirías, pero seguiste adelante con el negocio. Es una pena que esa pandillera no aceptase un nuevo encargo. Así que fui yo la que te golpeó el día de la inauguración. No podía soportar ver el local tan lleno, tu novio tan guapo contigo, a punto de actuar y encima, a mi me acaban de dejar. Mi novio se había ido con su ex y a ti te importaba un pimiento.
Caitlyn: ¡Estás loca! ¡¿Cómo pudiste matar a Paca?!
Anabel: Sabía que su muerte te afectaría mucho.
Caitlyn: Por favor, me estoy resbalando. Anabel, deja esta locura y ayúdame.
Anabel: Te ayudaré, pero a caer al agua. Con otro golpe en la cabeza, no creo que puedas sobrevivir.
John: ¡Policía!
Rose: ¡No se mueva!
John: ¡Las manos arriba!
Anabel no hizo caso y alargó el brazo para golpear de nuevo a Caitlyn. John disparó al ordenador y Anabel cayó al suelo aturdida.
Rose ayudó a Caitlyn a ponerse a salvo. Estaba al límite de sus fuerzas.
Rose: ¿Se encuentra bien?
Caitlyn: No, ahora mismo me encuentro muy mal.
Rose: Siéntese aquí y tome aire.
Caitlyn: ¿Cómo sabían que Anabel era la asesina?
Rose: La noche del asesinato hubo un testigo. Gracias a él pudimos dar con la persona a la que Anabel le encargó el asesinato.
John: Esa persona confesó que Anabel le había pagado por asesinar a Paca y que pretendía que hiciese lo mismo con usted.
Caitlyn: No me lo puedo creer. Pensaba que éramos amigas...
John: Fue ella quién le golpeó aquella noche. Aunque la señora Isidora es una persona despreciable, es inocente.
Bryan: ¡Caitlyn!
El Capitán corría desesperado en busca de Caitlyn. Ahora que por fin estaban juntos no estaba dispuesto a perderla.
Caitlyn se levantó y lo tranquilizó. Se abrazaron y besaron mientras John apretaba las esposas a Anabel, que los miraba furiosa.
John: Queda detenida por asesinato e intento de asesinato. Tiene derecho a permanecer en silencio. Todo lo que diga puede...
Anabel: Siempre se sale con la suya. La odio.
Rose: Ese odio la llevará a la cárcel. ¿Le merecía la pena? Se supone que eran amigas.
Caitlyn la miró. En sus ojos llorosos se reflejaba la decepción y la tristeza. Aquella mirada la sobrecogió. Se avergonzó de si misma, por todo lo que había hecho.
John: Andando.
Lucía había resultado ilesa. Estaba sentada, intentando recuperarse del susto.
Rose: Ha sido un milagro que haya sobrevivido.
Bryan: Es una mujer muy fuerte y valiente.
Lucía: Cualquiera habría hecho lo mismo en mi lugar.
Rose: No esté usted tan segura de eso.
Caitlyn: Lucía, gracias por salvarme la vida.
Lucía: No ha sido nada.
Caitlyn: Casi pierdes la vida por ayudarme. Te estaré eternamente agradecida.
Lucía: Lo importante es que estamos bien.
Caitlyn miró por última vez a Anabel. Estaba sentada en el barco policial. Esposada al asiento. Cuando se percató de la presencia de Caitlyn, bajó la mirada avergonzada.
Caitlyn: Te consideraba mi amiga, casi una hermana. Espero no volver a verte nunca más y que pagues por lo que le hiciste a Paca. Mereces pudrirte en la cárcel. Hasta nunca.
Cuando todos abandonaron el barco. John y Rose se prepararon para volver al puerto y llevar a Anabel a la comisaría.
Rose: Al final hemos resuelto el caso.
John: Sí, ha sido emocionante. El caso del oso de peluche la verdad es que me aburría bastante.
Rose: Cierto, pero al final también lo hemos resuelto. Hacemos buen equipo.
John: Somos el mejor equipo. Me fastidia soltar a Isidora. Esa mujer trató a su hijo como si fuese basura.
Rose: A mi también me fastidia. El único delito que cometió es el robo del oso de peluche.
John: Tratar así a un hijo también debería ser delito, pero tienes toda la razón. Bueno, tardaremos un poco en dejarla en libertad, toca hacer papeleo y ya es un poco tarde.
Rose: Sí, que pase la noche en el calabozo. Así podrá pensar con tranquilidad en lo mal que se ha comportado con su hijo.
John arrancó el barco y se alejaron del Panama. Escucharon a Anabel llorando y gritando.
Rose: ¿Llamarás a esa tal Alexia?
John: Es posible.
Rose: Es guapa.
John: ¿Verdad?
Rose: Sí, es toda una princesa.
Panama siguió su travesía por alta mar. Caitlyn y Bryan salieron a tomar el aire y relajarse. Por fin podían estar tranquilos.
Bryan: ¿Estás bien?
Caitlyn: Sigo conmocionada, pero lo superaré.
Bryan: Siento que Anabel sea la asesina.
Caitlyn: Ahora hay muchas cosas que me cuadran. Ella siempre insistió en que lo dejase todo, que me fuese con ella a un local no sé dónde.
Bryan: Quería alejarte de todos los que te quieren. Vete a saber lo que te habría hecho de tenerte solo para ella, en un lugar desconocido.
Caitlyn: Fuiste tú el que me convenciste para no abandonar el Flamenco rosa. Si me llego a ir con ella...
Bryan: Aunque he fallado en algunas cosas. Tenía a una asesina a bordo. Tendría que haberte protegido.
Caitlyn: Me has protegido, muchos más de lo que imaginas. Te amo.
Bryan: Yo te amo más.
Caitlyn: Bésame.
Ambos se fundieron en un beso largo y sincero. Caitlyn tenía la sensación de que a partir de ese momento, las cosas saldrían bien.
Bryan: Eso sí, a partir de ahora nada de amigas locas.
Ambos se rieron. A pesar de lo ocurrido, Caitlyn se sentía feliz por haber encontrado el amor de su vida, por sentirse plena y orgullosa por haberse convertido en la mujer que era.
Elliot se interpuso entre ellos entre risas. Bryan empezó a hacerle cosquillas y Caitlyn se unió al momento. Los tres reían felices. Caitlyn no podía ser madre, pero sentía aquel niño como si fuese su propio hijo. Por fin, la vida le sonreía.
FIN