miércoles, 27 de febrero de 2019

Mi vida ahora - Capítulo 05: Ay, Fernanda

Capítulo 05: Ay, Fernanda

Las cosas iban muy bien en casa de Sus y Diamante. Desde que Filomena y Leticia trabajaban para ellos, Sus tenía más tiempo para todo. Gracias a las clases de repaso de Filomena, los niños entendían mejor las lecciones. Dante, que era al que más le costaba estudiar, estaba progresando a pasos agigantados. 

Filomena: ¡Muy bien, Dante! ¿Ha visto? Le dije que lo entendería.
Dante: Sí, no pensaba que me fuese a resultar tan fácil.
Filomena: Suselle, ¿ha conseguido terminar el ejercicio?
Suselle: Sí, está terminado.

Estudiaban en la mesa del comedor con la supervisión de Filomena. Pandy jugaba con un ovillo de lana en su canasto.


Leticia limpiaba el polvo de toda la casa. Los muebles lucían más limpios que nunca. Era muy eficiente en su trabajo y parecía encantada por hacer todas las labores del hogar.

Leticia: Laralararitoo, laralalaraaa, laralaralitooo...


Dante: Oye, ya hemos estudiado mucho. Quiero salir a jugar...
Filomena: Debemos terminar los deberes, Dante. Después podrá salir a jugar.


Sus bajó las escaleras. Había quedado con Duclack para hacer unos recados al centro. Se había arreglado a conciencia, con un vestido que no se solía poner.

Leticia: ¡Oh, estás guapísima!
Sus: Gracias, Leti. No me puedo creer que pueda salir sin preocuparme de la casa. Estaré por aquí en un par de horas.
Leticia: No te preocupes.


Sus: ¿Todo bien por aquí?
Filomena: Estamos terminando los deberes. 
Sus: Estoy muy contenta con vosotros. Veo que os estáis esforzando mucho y obedecéis a Filomena sin rechistar. Os traeré alguna cosita del centro.
Dante: Bueno...
Filomena: Son dos ángeles. Dante desea salir a jugar, pero primero debemos cumplir con nuestras obligaciones.
Sus: Claro que sí. Me voy que llego tarde. Filomena, tiene mi número, ¿verdad? Llámeme si pasa cualquier cosa, por favor. 
Filomena: Puede ir tranquila, señora. Estarán bien.



Diamante estaba en la sala del piano, en su santuario. Allí, con su sofá, su televisión y su cerveza y palomitas, estaba disfrutando de su programa de coches favorito. Subió el volumen con el mando a distancia para que no se le escapase ni una sola palabra del comentarista.

Comentarista:  BMW nos sorprende con una nueva gama de la serie uno. De líneas elegantes y con unas prestaciones más avanzadas que sus predecesores. 


Diamante: Cochazo. Ya me queda menos para comprar el coche de mis sueños. De momento me conformaré con la videoconsola que he comprado. La Clickstation 5.
Comentarista: Su interior está cuidado al detalle, con acabados en cuero y...
Diamante: ¡Wooow! ¡Lo quiero! Voy a contar el dinero que tengo ahorrado. 


Se levantó y fue a por su cofre dorado.Ahí escondía todo el dinero que estaba ahorrando para comprarse un coche. Su hobby número uno era contarlo una y otra vez, amontonado las monedas e imaginando que pronto conseguiría su objetivo. Guardaba el cofre en un mueble que habían comprado no hacía mucho.


Se sentó en el sofá y lo abrió con delicadeza. Se le caía la baba ante tanta cantidad de monedas de oro. Los últimos viajes en barco con Duclack habían sido muy fructíferos. 

Diamante: ¡Mi tesoro!


Sus se encontró con Duclack en la puerta de la casa.

Duclack: ¡Hola, Sus! 
Sus: ¡Holaaa! No me puedo creer que podamos salir, estoy siempre tan liada...


Caminaron tranquilamente por la calle.

Duclack: ¿Que tal Filomena y Leticia?
Sus: Oh, Duclack. Estoy encantada con ellas.
Duclack: ¿No son un poco raras?
Sus: Raras no sé, aunque sí peculiares. Hacen muy bien su trabajo, no tengo queja.
Duclack: Yo no las perdería de vista.


Sus: ¿No te fías de ellas?
Duclack: No sé, no me terminan de convencer.
Sus: Deberías conocerlas, son muy buenas clacks. Filomena es algo seria, pero es maja.
Duclack: Ya...


Una furgoneta de transporte DHL, llegó a casa de Sus y Diamante. Traía un paquete urgente. El transportista aparcó la furgoneta en esa misma acera.

Transportista: Creo que es aquí.



Fue en busca del paquete y se aseguró de que la dirección era correcta.


Diamante estaba desesperado. Le hacía mucha ilusión tener la videoconsola. Se asomó al balcón para ver si veía al repartidor, y cual fue su sorpresa que estaba a punto de llamar a la puerta.

Diamante:¡Yupi! ¡Ya está aquí!


Ding dong

Leticia: ¡Ya voy yo, madre! ¿Quién será?


Abrió la puerta y se encontró con el repartidor. Llevaba consigo un paquete gigante.

Repartidor: Traigo un paquete para Diamante. ¿Es aquí?
Leticia: Sí, vive aquí. Un momento, que le aviso.


Diamante: ¡Ehhh, ya estoy aquí!
Leticia: Un paquete para ti.
Diamante: ¡Lo sé, es mi Clickstation5!
Leticia: Oh, yo tengo la primera Clickstation.


Diamante firmó rápidamente y salió corriendo hacia la sala del piano. Allí podría conectar la consola y jugar a su aire.


Agnes había metido en el horno otra bandeja de bizcochos.Estaba cansada, pero feliz por lo bien que estaban saliendo las cosas.

Agnes: E logo?
Artemisa: Es que me veo tan diferente con este peinado...¿De verdad que te gusta?
Agnes: Artemisiña, ¡estás preciosa!


Alexia había llamado a sus amigas Mary Sarrat y Hilary para charlar. Después de muchos meses, se pudieron sentar juntas para tomarse un café tranquilamente. 

Alexia: Cuanto tiempo sin vernos, chicas.
Mary: Estamos muy perdidas.
Hilary: Han sido tiempos muy difíciles. Hemos tenido amigos en común que han enturbiado nuestra amistad.
Alexia: Será mejor que dejemos ese tema, Hilary.
Mary: Os echaba de menos.
Alexia: Yo también. Venga, nos tenemos que poner al día, chicas.


Mary: Pues he pasado una etapa de mi vida muy complicada. He vivido momentos terribles de los que prefiero no recordar...
Hilary: Mary...
Mary: He conseguido trabajo como directora de una de las cadenas de moda más famosas del Playmundo y eso me ayuda a no pensar demasiado, pero el trabajo es agotador. Estoy muy ausente, pero espero que sepáis entenderme. 
Alexia: Claro que sí. Mary, puedes contar con nosotras, ya lo sabes. Llama y ahí estaremos.


Mary: Gracias, chicas. Alexia, ¿que tal tú?
Alexia: Tengo muchos eventos a los que ir, entrevistas e inauguraciones. Me paso el día viajando de acá para allá y sin tiempo para nada. Estoy preocupada por Ambrosio. Su relación con Eddy no va muy bien. Lo veo triste y apagado.
Mary: Se podría haber venido con nosotras.
Alexia: Es verdad, no lo pensé.


Hilary: Yo abrí hace cosa de dos semanas una tienda en el centro. Me va fenomenal y las clientas están encantadas. A pesar de lo mal que lo pasé por culpa de Lilu, las cosas me van bien. Ahora tengo novio y si todo sale como tengo calculado, me pedirá matrimonio en breve.
Alexia: Eso es fabuloso, Hi. No quiero meterme dónde no me llaman, pero...¿se puede saber que es lo que ha pasado entre Lilu y tú?
Mary: Es verdad, no entiendo que de ser tan amigas ahora os llevéis a matar.
Hilary: Quería tener todo el protagonismo. En las entrevistas sobre nuestros nuevos diseños no me mencionaba y mi presencia en los eventos de la tienda y las promociones era casi nula. Protesté y eso desató un huracán. Yo le sobraba. Le dije cuatro verdades a la cara y se terminó la amistad.
Mary: Es una pena...


Emma había invitado a Flavia, que era su mejor amiga, a conocer a todos sus nuevos amigos. Había ido de visita a la gran ciudad y estaban aprovechando para estar juntas todo el tiempo posible. Se habían reunido en la cafetería. Emma invitó a Kim, Renzo, Willy y Jorgito. Manolete se tuvo que ir a ver a su padre torear.

Kim: Así que tú eres la famosa Flavia.
Flavia: No sabía que era famosa, hahaha. Me encanta tu estilo, Kim.
Kim: Gracias. Ya te daré algunos consejitos y trucos para estar más guapa.
Emma: Flavia y yo somos amigas desde siempre, ¿verdad?
Flavia: Sí, amigas inseparables.
Willy: Eso es genial, Flavia. ¿Cuanto tiempo te quedarás por aquí?
Flavia: Creo que bastante.


Emma: Un día te tienes que venir al instituto. Así ves lo grande que es.
Flavia: No sé, me da vergüenza.
Emma: Hay chicos muy guapos...
Flavia: ¡Me has convencido! 


Kim: Puedes mirar a todos los que quieras menos a Renzo. Me pertenece. ¿Verdad, mi niño?
Renzo: Sí, soy todo tuyo.
Kim: Pídeme otra magdalena, cariño. ¡Están deliciosas!
Renzo: Es que no me llega...tengo lo justo para pagar lo tuyo y lo mío.
Kim: Vaya...me voy a quedar con ganas de comerme otra...
Jorgito: ¡Yo te la compro! 
Kim: Oh, gracias Jorgito. Eres tan bueno conmigo.
Jorgito: De nada...ya sabes, no me importa.
Renzo: ...


Doña Hermenegilda abrió la puerta y golpeó la silla de Renzo, que se retiró un poco para que pudiese pasar.

Hermenegilda: Gracias mozo. Esto está muy estrecho para entrar. 
Fernanda: Está muy lleno de gente. Tiene pinta de ser muy caro y no llevo muchas perras encima.
Hermenegilda: Ay, Fernanda. En nuestros tiempos con cinco pesetas íbamos al cine y nos sobraba. Ahora con eso no te dan ni los buenos días.


Agnes vio a la señora Hermenegilda y se le cayó el mundo encima. Artemisa sentía el impulso de tirarse al suelo y esconderse detrás de la barra, pero se contuvo. Fernanda la miró de arriba a bajo. 

Hermenegilda: ¡Rapaza! ¡Mira, Fernanda! ¡Esa es la que te digo, la gallega! ¡Es moderna y tiene novia!
Fernanda: ¿Es libiana?
Hermenegilda: Sí, es libirana.
Fernanda: Ay, amiga, a que sitios me traes...estas cosas tan modernas no me gustan y no las entiendo.


Agnes: ¡Hola, señora Hermenegilda! Cuanto tiempo sin verla.
Hermenegilda: Claro, si es que no venís a verme. Os dije que os pasarais por casa y que os preparaba un caldo gallego de los de chuparse los dedos.
Agnes: Es que estamos muy liadas...
Hermenegilda: Esta es mi amiga, Fernanda.
Agnes: Hola,un placer conocerla.
Fernanda: A mi me gustan los hombres y estoy casada.
Agnes: Oh, una forma...diferente de presentarse...


Hermenegilda: Mira la Artemisa. ¡Artemisa!
Artemisa: Hola, señora Hermenegilda.
Hermenegilda: Luego voy y te doy dos besos como dios manda. 
Fernanda: No hagas eso, Hermenegilda...que son libianas.
Hermenegilda: Ay, Fernanda. ¡Si yo estoy para el arrastre! En mi no se fijan ni los perros, ¿no ves que mis huesos son más viejos que los disauros antiguos? Agnes, bonito el sitio, si señor. Me gusta la decoración.
Fernanda: ¿Es caro? No llevo muchas perras.
Agnes: No se preocupe, no tenemos precios abusivos. 
Hermenegilda: ¿Hay descuentos para los jubilados?
Agnes: Pues...no, pero ya verá que no le resultará caro.


Hermenegilda: ¿Y dónde nos sentamos?
Agnes: Tenemos todas las mesas ocupadas. Podrían sentarse fuera, en la terraza.
Fernanda: ¿Nos quiere matar de frío?
Agnes: Tenemos estufas que dan mucho calor.
Hermenegilda: Nada, somos ancianas y tenemos prioridad. Dile a esas que se marchen. Ya han terminado y están de cháchara.
Agnes: No puedo hacer eso...esperen un momento, seguro que se marchan pronto.
Hermenegilda: Más sabe el diablo por viejo, que por diablo.


Las ancianas se aproximaron hasta Alexia, Hilary y Mary. Estaban hablando animadamente cuando Hermenegilda las interrumpió.

Hermenegilda: Buenas tardes, jovencitas. Perdonad que os interrumpa, pero veo que ya habéis terminado de merendar.
Alexia: Sí...
Hermenegilda: Mira, yo estoy mala de casi todo. Mi médico de cabecera me dice que la próxima vez que vaya, le diga lo que no me duele y así terminamos antes. Me conozco a todos los especialistas y hasta les envío felicitaciones cuando cumplen años. Sí, soy vieja y estoy muy escacharrada. Tomo tanta midicinas que las meto en un plato hondo y me las como con cuchara. 
Mary: Vaya...eso es terrible.
Hermenegilda: Ser vieja es un asco, chiquita. Imagina, con todo lo que me duele y lo vieja destartalá que soy, ahí de pie esperando que terminéis de rajar.
Fernanda: ¿No se te parte el alma?
Hilary: Pues...
Hermenegilda: Ayy, que majas que son. Muchas gracias, guapísimas.


Se levantaron sorprendidas de sus asientos. Hermenegilda no tardó ni un segundo en sentarse y Fernanda tampoco.

Fernanda: ¿Sois libianas?
Alexia: ¿Eso que es?
Fernanda: Eso tan moderno de ahora.
Hilary: No sé lo que es.
Mary: Vamos, chicas. Podemos ir a mirar tiendas.
Alexia: Sí, vamos.
Hermenegilda: ¡Muchas gracias, guapiñas!


Artemisa se ocupó de sacar todas las tazas y platos de la mesa y se los llevó en un carro. Agnes limpiaba la mesa con un paño.

Agnes: Mira que arte limpiando.  ¿Te duele la espalda?
Agnes: No, ¿por qué lo pregunta?
Hermenegilda: Mi madre decía que si no te duele la espalda, no es un trabajo.
Fernanda: Yo toda la vida trabajando en mi casa, tengo la espalda machacada viva. El doctor dice que tengo la columna como un acordeón. 
Agnes: Pues olvidemos los dolores y disfrutemos un poquito. ¿Que les apetece?


Hermenegilda: Yo no puedo tomar dulce, que te lo diga Fernanda.
Fernanda: No puede tomar dulce.
Hermenegilda: ¿Ves? Pero me dijo el doctor que un capricho me puedo dar de vez en cuando. Así que algo me quiero llevar a la boca. Para beber un café con leche bien caliente, para entrar en calor.
Fernanda: Yo un chocolate caliente y algo dulce.
Hermenegilda: Algo gallego, de la tierra. ¿Tienes bica o tarta de Santiago?
Agnes: Sí, ambas cosas.
Hermenegilda: Pues un cacho grande de bica. Sé generosa.
Fernanda: Yo quiero churros.
Agnes: Churros no tenemos.
Fernanda: Pues vaya un sitio...
Agnes: Tenemos unos melindros deliciosos.
Fernanda: Pues de eso.
Hermenegilda: Yo preparaba en casa los dulces. Soy buena repostera, no te vayas a creer. Mis hijos, se chupaban los dedos con los postres. La tarta de Santiago la hacía a mi manera, con el toque que le doy yo a las cosas. El único que me critica es su marido, el Bartolo.
Fernanda: Ese es tonto.
Hermenegilda: Yo hago la tarta de Santiago con mermelada de naranja. Dice que así no se hace, ¡pero yo la hago como me sale de la peineta!
Fernanda: Es pa darle palos y no parar. Ese hombre me trae por la calle de la amargura.
Hermenegilda: Se parece a mi primer marido, Gregorio. Ay, Fernanda. La pobre tiene ganado el cielo aguantando a ese hombre.


Continuará...

1 comentario:

  1. ¡He conseguido vencer el sueño para leerme este capítulo! ¡Tenía muchísimas ganas de leerlo! ¡No me lo esperaba tan divertido! Es que, cuando sale la señora Hermenegilda, la risa está asegurada. El personaje inspira mucho y parece como si, al escribir con ella, nos poseyese y nos dijese lo que tenemos que escribir. Los diálogos donde aparecen tanto Hermenegilda como Fernanda son muy buenos. Me he reído muchísimo. Me costará acordarme de todas las cosas que me han hecho gracia, pero lo voy a intentar. Me he reído muchísimo cuando Hermenegilda echa de la mesa a las pobres chicas y encima dice que conoce a todos los especialistas, que incluso les envía felicitaciones cuando cumplen años y (lo que más me ha hecho reír) que toma tantas pastillas que se las echa todas en un plato hondo y se las come con cuchara. Jajajajajaa, pero ¿cómo se te ocurren estas cosas? Y luego Fernanda con esos prejuicios, qué risa, y cuando Hermenegilda dice que hace la tarta de Santiago con mermelada de naranja. Me imagino que el marido gallego que tuvo no estaba nada de acuerdo con que hiciese la tarta así, jajajaja, y me encantan los guiños que haces a Agnes y a las cosas de Galicia. Me encanta que tengan bica en la cafetería y también tarta de Santiago, jajajaja y no tienen churros, qué bueno. También me hace gracia Artemisa, con lo guapa que está y lo insegura que se siente con su nuevo peinado. También cuando la señora Hermenegilda dice que no puede comer dulce, que lo diga Fernanda, y Fernanda va y lo dice como si sus palabras tuviesen más validez. Ay, me he reído mucho. Y también me ha gustado mucho la primera parte. Me hace ilusión que ahora Sus se sienta más liberada. Por lo visto, los niños progresan bien con Filomena. Ay, me hace gracia que introduzcas guiños a cosas que pasan y han pasado en la vida real, como la opinión de Duclack para con Filomena y Leticia.
    Ay, no sé si me dejo algo por comentar, pero de verdad que estaría escribiendo horas sobre este capítulo porque me ha hecho muchísima gracia. ¡Me ha encantado este capítulo, de verdad! Qué bien terminar el día así, después de leer algo tan chulo y divertido. Nunca dejes de crear, de escribir, de entregarnos con tus historias una pequeña parte de tu mundo.

    ResponderEliminar