viernes, 22 de febrero de 2019

Mi vida ahora - Capítulo 04: Un maletín de dinero

Capítulo 04: Un maletín de dinero

El despertador sonó muy temprano, como todos los días. Sus lo apagó a tientas y siguió durmiendo un minuto más. Abrió los ojos perezosa y se estiró. Diamante dormía como un tronco a su lado. El timbre de la entrada sonó y eso la espabiló rápidamente. Se levantó y se lió una sábana al cuerpo. Fue a la puerta de entrada, extrañada de que alguien llamase a la puerta a esas horas.

Sus: ¡Voooy!


Abrió y encontró a Filomena y Leticia en la puerta. Sonrieron y le dieron los buenos días.

Filomena: Buenos días, Sus.
Sus: Huy, no os esperaba tan temprano.
Filomena: Venimos a levantar a los niños y hacer el desayuno.
Sus: Oh, eso es fantástico. 


Sus las hizo pasar. Estaba muy contenta. Eso de que alguien se encargase del desayuno y de levantar a los niños era para ella algo totalmente nuevo.

Leticia: No te preocupes por nada, Sus. Yo me encargaré del desayuno de toda la familia.
Sus: Gracias, Leti.
Leticia: No las merecen.


Sus: Yo voy a cambiarme y a despertar a mi Diamante. Estoy muy feliz por teneros aquí, chicas.
Filomena: El placer es nuestro, señora. 
Sus: Señora, como suena eso.  Puedes llamarme Sus. Pues os dejo hacer, chicas.


Sus despertó a Diamante como a él más le gustaba, con besos y caricias. Bajó a la cocina y encontró la mesa preparada. Olía a café y tostadas. Leticia freía huevos y un par de salchichas para Diamante.

Sus: Leti, es fabuloso.
Leticia: Estoy aquí para hacerte la vida más fácil. Por favor, toma asiento y disfruta del desayuno.


Sus: Gracias.
Leticia: En el horno tengo la pata de cabrito y en un momento me pondré con las galletas. Traigo la masa preparada de mi casa.


Sus tomó asiento y mordió una tostada con mermelada de fresa.

Sus: ¡Qué rica!
Leticia: El café está caliente, ahora mismo te sirvo.
Sus: No hace falta, ya me sirvo yo. Sois para mi una bendición. Necesitaba un poco de paz.
Leticia: Nosotras también estamos muy felices de trabajar aquí. Los huevos están listos. Sacaré los kellogs por si los niños quieren.


Diamante salía de su habitación para ir al lavabo. Llevaba solamente sus calzoncillos largos blancos con lunares rojos. En ese momento, pasaba Filomena por el descansillo de esa planta.

Diamante: ¡Ops!
Filomena: Buenos días, señor. El desayuno está casi listo.
Diamante: Gracias...


Diamante entró de nuevo en la habitación y se sentó en la cama.

Diamante: No sé si seré capaz de acostumbraré a ver a la señorita Rotenmeyer todos los días por casa. Me gusta desayunar en ropa interior y me cohíbe...


Filomena subió al cuarto de Suselle y encendió la luz. Dio varias palmas al aire para despertarla. Suselle se removió en la cama. No entendía que estaba ocurriendo.

Filomena: Señorita Suselle, es hora de levantarse.
Suselle: ¿Eh?


Subió las escaleras que daban a su cama y le habló de nuevo.

Filomena: Suselle, debe levantarse de inmediato. El desayuno ya está listo y si no se da prisa, se lo comerá Pandy, ya sabe usted el hambre que arrastra ese animal. Arriba, venga.


Suselle se sentó en la cama y bostezó. Miró sorprendida como Filomena se alejaba camino al cuarto de Dante.

Suselle: Qué pesada.


Entró en el cuarto de Dante y encendió la luz sin piedad. Estaba todo por medio. Los juguetes estaban esparcidos por todas partes. Miró alrededor indignada. 

Filomena: Menudo desastre.



Filomena: ¡Señorito Dante, es hora de levantarse!
Dante: ¡No quiero!
Filomena: ¡Debe ir al colegio!
Dante: ¡Quiero dormir!
Filomena: Tiene que hacerse un hombre de provecho.


Dante: Cinco minutos más...
Filomena: De eso nada, señorito. Recuerde que tiene que ir al colegio. 
Dante: ¡Déjame dormir!


Filomena: El desayuno está listo, usted mismo. Si no baja de inmediato, se quedará sin desayunar. Es una falta de respeto despreciar la comida de esa forma. ¡Piense en los niños de África! Ellos bajarían como alma que lleva el diablo. Venga, compórtese como un caballero y no sea holgazán. 


Se marchó como un huracán mientras hablaba.

Filomena: También le ayudaré a valorar el preciado don del orden y la limpieza.

Suselle entré en el cuarto de Dante. Este se había levantado de la cama y no se creía lo que había ocurrido.

Suselle: No sé tú, pero yo prefiero que me despierte mamá.
Dante: ¡Es una bruja! Pienso quejarme por esto.
Suselle: Me parece que no tenemos otra que aceptarlo...


Cuando los niños desayunaron. Sus les dio un beso a cada uno y les acompañó a la puerta. Leticia les había preparado un bocadillo para la hora del recreo. Filomena los llevaría hasta la parada del autobús escolar. 

Suselle: Tenemos que esperar a Pradito, siempre viene a buscarnos para ir juntos al cole.
Dante: No tenemos dos años para que nos acompañe nadie al colegio.
Filomena: Iremos en busca de Pradito. Me parece muy mal que siempre sea ella la que venga a buscaros. Y aunque sé que no tenéis dos años, aprovecharemos el camino para repasar las lecciones que daréis en clase.
Sus: Oh, es una gran idea.
Dante: Yupi...
Suselle: Vale.
Dante: Mamá, esto no me gusta...
Sus: Haced un esfuerzo por mi, por favor. Aunque sea un tiempo.
Suselle: Bueno...


Sus: Gracias, chicos.
Suselle: Quiero ir a la cafetería de Agnes, mamá. ¿Me acompañarás luego?
Sus: Hoy no puedo, cariño. Tendrá que ser otro día...
Suselle: ¡Jooo!


Leticia: Os puedo acompañar yo. Así nos conocemos más y de paso, merendamos juntos.
Suselle: Prefiero ir con mi madre.
Sus: No seas así, Suselle. Eso será fantástico, Leticia.
Dante: ¡Síii! Me parece genial.
Suselle: A mi no me lo parece.
Filomena: Vamos, que perderemos el bus.


Sus: ¡Adiós, niños!
Suselle: ¡Adiós, mami!
Dante:¡Hasta luego!
Sus: ¡Haced caso a Filomena!


Leticia estaba barriendo. Se detuvo y suspiró. Parecía estar triste. Sus se acercó y le puso una mano en el hombro.

Sus: Siento que Suselle sea así contigo. De verdad que es una niña maravillosa y muy buena.
Leticia: No le caigo bien...
Sus: Dale su tiempo.
Leticia: Sí, eso haré. Espero que algún día me vea como una amiga.


Ben desayunaba junto a Keira en la cafetería en la que trabajaban Agnes y Artemisa. Ella se había pedido un bollo de fresa y un café largo. Ben un té con hielo.

Ben: Está bien este lugar.
Keira: Sí, todo el mundo habla maravillas de este sitio.


Ben dio un sorbo a su té con hielo y miró preocupado a Keira. Estaba extraña y distante.

Ben: ¿Ocurre algo? 
Keira: Sí, necesitaba quedar contigo y hablar las cosas, Ben.
Ben: No me asustes.
Keira: Me gusta la sinceridad, sobretodo conmigo misma. Nuestra relación no va a ningún lado.
Ben: ¿Hablas en serio? ¡Pero si estamos muy bien!
Keira: Estamos estancados, Ben. Yo necesito mucho más de lo que tú me puedes ofrecer. En el fondo, esto lo sabías. Necesito algo más serio y contigo nunca lo obtendré. Te quiero, pero no lo suficiente como para seguir perdiendo el tiempo.
Ben: Keira, dame más tiempo y...


Keira se levantó y le sonrió con tristeza.

Keira: Ben, nunca nos iremos a vivir juntos ni compartiremos proyectos. Los dos lo sabemos, pero yo soy la única capaz de decirlo en alto. No soy la clack de tu vida, Ben. Lo he pasado muy bien contigo y espero que podamos seguir siendo amigos, pero lo nuestro se acabó. Lo siento.
Ben: Keira...


Keira se marchó dejando a Ben allí sentado, incapaz de reaccionar. Artemisa se acercó a Ben y le habló con delicadeza.

Artemisa: ¿Se encuentra bien? Siento su ruptura...
Ben: No me lo esperaba.Quizás tenga razón, pero siento algo especial por ella.
Artemisa: ¿Puedo ofrecerle uno de nuestras infusiones? Invita la casa.
Ben: Oh, pues...
Artemisa: Es una infusión deliciosa y muy eficaz contra el desamor. Contiene un ligero toque a chocolate, plátano y nueces. Le aseguro que al menos, le ayudará a superar este mal momento.
Ben: Eres muy amable. Acepto encantado esa infusión.
Artemisa: Ahora mismo se la traigo.


Fatumata: Vaiana, decídete ya. 
Vaiana: Es que todo tiene muy buena pinta. ¿Y si me pido dos porciones de tarta?
Fatumata: Con una tienes suficiente. Hoy tenemos ratones con arroz para comer y sabes que terminas empachada.
Eddy: Qué pesada la niña...estaremos aquí hasta mañana.
Ambrosio: No seas impaciente, cariño. 
Vaiana: Pues...una porción de tarta de frambuesas.
Agnes: Buena elección. Su sabor es muy intenso y delicado. Te gustará mucho.
Vaiana: ¿Has visto, mamá? Soy buena eligiendo tartas.


Cuando Fatumata y Vaiana se marcharon, Agnes atendió a Eddy y Ambrosio. Eran pareja desde hace muchos años, aunque la cosa no iba del todo bien.

Eddy: Quiero dos porciones de bizcocho con naranja y dos cruasanes. 
Ambrosio: El mío de chocolate, por favor.
Agnes: ¿Alguna cosita más?
Eddy: ¿Le parece poco? No quiero ponerme como un ceporro. 
Agnes: Oh, disculpe...
Ambrosio: Eddy...no le haga caso.
Eddy: Como te gusta tener siempre la última palabra...
Ambrosio: Eddy, no empieces. Por favor, cóbreme.
Agnes: Sí.

A Agnes no le gustó nada Eddy y le dio pena Ambrosio, que parecía avergonzado por el comportamiento de su pareja.


Silvia entró en la cafetería.Artemisa le había llamado para decirle que un hombre preguntaba por ella y que tenía algo importante que proponerle. Silvia acudió intrigada.

Silvia: Hola, Artemisa.La cafetería no puede ir mejor.
Artemisa: ¡Hola! Sí, estamos abarrotados.


Silvia: ¿Necesitáis algo?
Artemisa: No, nos apañamos bastante bien. Agnes me está enseñando mucho.
Silvia: Es fantástico. Dime, ¿quién pregunta por mi?
Artemisa: Es aquel señor de ahí.
Silvia: ¿El chino gordo?
Artemisa: Sí.Lleva desde primera hora esperando.


Silvia se acercó hasta él y le saludó.

Silvia: Buenos días. Soy la propietaria del local. Me han dicho que preguntaba por mi.
Chino Juan: Un placel, señolita Silvia. Pol favol, siéntese.


Silvia: Dígame, ¿que es eso tan importante que desea proponerme?
Chino Juan: Estoy muy intelesado en complal este local.
Silvia: Oh, siento que haya perdido el tiempo esperando. No está a la venta, lo siento. Hemos inaugurado hace poco y nos va muy bien.
Chino Juan: Lo sé, pol eso me intelesa. El negocio funciona bien y me gustalía que fuese mío.
Silvia: Lo siento, pero no está en venta.


Chino Juan: Señolita Silvia.Ahora la cosa va bien, pelo es fácil que todo se tuelza. Los negocios que suben muy lápido, bajan mucho más. Mile esto.

Sacó un maletín metálico y lo puso sobre la mesa. Lo abrió y enseñó su contenido. Estaba repleto de billetes.

Silvia: ¡Es una maletín de dinero! Señor, no puede ir por ahí con tanto dinero encima...
Chino Juan: Tleintamil cleulos en metálico.Son suyos si acepta la ofelta.
Silvia: No...lo siento. No estoy interesada.


Chino Juan cerró el maletín y se puso en pie. 

Chino Juan: Volvelé con otla ofelta bajo el blazo.
Silvia: No es necesario, de verdad que no deseo vender.
Chino Juan: Hasta el plóximo día, señolita Silvia.


Ben había sido testigo de la escena. Miraba fascinado a Silvia, pues le había parecido una clack deslumbrante, tanto por su forma de ser como por su espectacular aspecto.

Ben: Es un hueso duro de roer.
Silvia: ¿Habla conmigo?
Ben: Sí, disculpe. No he podido evitar escuchar la conversación. Quería decir que usted es un hueso duro de roer.
Silvia: Es posible.
Ben: Conozco a Chino Juan. Es buena gente, pero insistirá.


Silvia se acercó hasta Ben y se fijó en él. Era un hombre maduro muy atractivo.

Silvia: ¿Mal de amores?
Ben: ¿Perdone?
Silvia: Lo digo por la infusión. Es todo un clásico cuando se sufre una ruptura.
Ben: Así es. Está delicioso. ¿Le gustaría sentarse y charlar un rato?
Silvia: Me gustaría, pero debo irme. En otra ocasión será.
Ben: Es una pena.
Silvia: Recupérese de su ruptura.
Ben: Gracias...


Continuará...

1 comentario:

  1. Siempre digo lo mismo, lo sé, pero es que es la pura realidad: ¡me lo he pasado genial leyendo este capítulo! Me gusta mucho que en un capítulo se vayan mezclando las historias, que vayan entrando en contacto todo tipo de personajes. Me dijiste que no pasan grandes cosas, pero no es del todo cierto porque para cada personaje está habiendo cambios muy intensos, empezando por Suselle y Dante. Me da pena que los despierten ahora con tanta falta de delicadeza y cariño. Por lo menos todavía Diamante puede seguir disfrutando de un despertar dulce y cariñoso. Me hace mucha gracia que Diamante llame Señorita Rotermeller a Filomena. Me da pena que a Suselle no le caiga bien Leticia, pero la entiendo. Quizás sea cuestión de tiempo. Los niños son así, cuando hay cambios, a veces, les cuesta adaptarse, sobre todo si esos cambios implican menos contacto con sus padres; pero es que Sus necesitaba tranquilidad porque tanto estrés podía perjudicar a su embarazo.
    Me ha gustado mucho la parte de la cafetería. Me entretengo mucho leyendo todo lo que pasa ahí dentro. Me gusta que salgan nuevos personajes, pero también que estén presentes los que ya tanto conocemos. No me esperaba para nada que Keira dejase a Ben. Me ha parecido muy valiente por su parte ser tan sincera, pero me da pena Ben. No obstante, es todo un Donjuán y seguro que enseguida encuentra una clack a la que pretender, y creo que la hallará dentro de poco, si es que no lo ha hecho ya. Tengo que reconocer que Silvia es, como él muy bien ha dicho, un hueso duro de roer. ¡A ver qué has pensado para ella! Me hace gracia que aparezca el chino Juan queriéndole comprar el negocio, pero también me da un poco de rabia. ¿Y cómo es posible que tenga tanto dinero? Espero que Silvia no sucumba a sus ofertas. Ella es muy testaruda y seguro que va a ser imposible convencerla. Me hace gracia también que siempre vaya tan atareada, de un lado para otro y con el tiempo mínimo para hacer nada, jajajajaja. También me resulta muy bonito que haya una infusión para cada estado de ánimo. Es algo muy original. Y esa pareja de Eddy y Ambrosio... Es graciosa la escena en la que salen, pero a mí también me da pena Ambrosio.
    Me ha gustado mucho el capítulo. ¡Qué bien que estés haciendo esta historia tan interesante y amena de leer! Ya sabes que aquí tienes tu lectora más fiel.

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