martes, 1 de junio de 2021

Celos - Capítulo 13: Esconde al muerto

Sabrina llamó a Nerea y le pidió que acudiese a su casa cuanto antes. Le dijo que entrase por la puerta lateral, para no llamar la atención. Nerea se presentó rápidamente. Llamó a la puerta y Sabrina le abrió de inmediato. 

Nerea: He venido lo antes que he podido. ¿Qué es eso tan urgente?
Sabrina: Necesito tu ayuda.
Nerea: ¿Qué ocurre?


Sabrina le enseñó a Bruno tumbado sobre el sofá.

Sabrina: Lo he envenenado. Por favor, ayúdame a reanimarlo.
Nerea: ¿¿Qué?? ¿Envenenado? Sabrina, ¡has perdido el juicio!
Sabrina: ¡Shhhh! No grites. Por favor, ayúdame a salvarlo.
Nerea: ¡Pero yo no soy médico! Tenemos que llamar a una ambulancia cuanto antes.
Sabrina: ¿Y que les digo? ¡Me meterán en la cárcel! No puedo volver allí...
Nerea: Está bien, deja que lo intente.


Nerea encendió su móvil y buscó un tutorial de reanimación. Era muy confuso y no le salía.

Nerea: ¡No me aclaro!
Sabrina: ¡Inténtalo otra vez!
Nerea: Sabrina...no tiene pulso.


Sabrina se puso a llorar. Había matado a Bruno. El chico le caía bien y a su juicio, no era merecedor de una muerte así.

Sabrina: Pobre chico, lo he matado...
Nerea: Sabrina, guarda la compostura. Tenemos que mantener la mente fría.
Sabrina: No sé cómo...
Nerea: Debemos actuar con rapidez. 
John: ¿Sabrina?



Sabrina: ¡Es John!
Nerea: Esto es un sofá cama, ¿no?
Sabrina: Sí.
Nerea: Vamos, escondamos a Bruno ahí.
Sabrina: ¡Corre, que ya viene!


Consiguieron esconder a Bruno cuando llegó al despacho.

John: Estás aquí. Hola, Nerea. No sabía que estabas en casa. ¿Qué hacéis? Estáis sudando.
Sabrina: Haciendo ejercicio.
Nerea: Sí, un nuevo movimiento que está de moda. Hace sudar muchísimo.
John: Ey, pues quiero probar.


Sabrina: Otro día, cariño. Estamos agotadas y ahora vamos a hablar de nuestras cosas.
John: Vale, pues otro día. Voy a correr un rato. Estaré aquí para la cena.
Sabrina: Muy bien, cariño.


Nerea: Sabrina, tenemos que buscar un lugar mejor dónde dejar el cadáver. 
Sabrina: Arriba tengo un armario vacío. 
Nerea: Lo escondemos ahí. Mientras tanto, pensaremos bien el siguiente paso.


Agarraron a Bruno y entre las dos, lo fueron subiendo por las escaleras. Sabrina se cercioró de que no había nadie cerca.

Nerea: ¿Todo bien?
Sabrina: Sí, creo que los niños están jugando a la consola.


Continuaron arrastrando a Bruno con gran esfuerzo. Les tocaba subirlo por las escaleras del último piso.

Nerea: Pesa mucho.
Sabrina: El chico estaba cachas. Menudo desperdicio.
Nerea: Agárralo bien fuerte, toca subirlo por las escaleras. 


Sabrina agarró a Bruno de los brazos y Nerea de los pies. Les estaba costando horrores subirlo por las escaleras.

Sabrina: No puedo más.
Nerea: Aguanta, ya casi estamos.
Sabrina: ¡Cuidado!


Sabrina no pudo más y Bruno cayó escaleras abajo. El cuerpo fue dando golpes con los peldaños hasta que aterrizó con la cabeza en el suelo. Un fuerte crujido en el cuello las sobrecogió. 

Sabrina: ¡Maldita sea!
Nerea: Por todos los clicks...


Sabrina bajó corriendo para ver el estropicio.

Sabrina: ¡Pesa demasiado! 
Nerea: Creo que se ha roto el cuello. Esto complica todavía más las cosas.
Sabrina: Mi hijo dice que su veneno no deja rastro. Si le hacen autopsia, no saldrá en los análisis. Pensarán que tuvo una caída y se rompió el cuello.
Nerea: No sé si será tan fácil. Por el momento, tenemos que seguir el plan. Esconder el muerto.


Con gran esfuerzo, lo metieron en el armario.

Sabrina: Cuidado, no quiero que se rompa nada más.
Nerea: Mete la pierna por arriba.
Sabrina: Me da pena, es una mala postura. 
Nerea: Ya da igual, está muerto.


Sabrina: John es policía, Nerea. Me descubrirá. No seré capaz de aguantar la compostura. 
Nerea: Deja de llorar. Tienes que disimular. Si te ven llorando y preocupada podría resultar sospechoso. John es policía, pero si no le damos motivos, no sospechará.
Sabrina: ¿Y qué hacemos con Bruno? No podemos dejar su cuerpo ahí.
Nerea: Mañana lo sacaremos, a última hora de la noche. Traeré mi coche y los llevaremos a una zona boscosa. Es lo único que se me ocurre.
Sabrina: Pero sabrán que hemos movido el cadáver. Vendrán aquí, para preguntar...
Nerea: Entonces lo enterraremos. Nadie sabrá jamás que fue de él. Por cierto, ¿has tirado todo el veneno?
Sabrina: ¡Oh no! La botella sigue ahí.
Nerea: ¡Tira inmediatamente esa botella! Si Leticia bebe y muere, resultará muy sospechoso.


Sabrina bajó corriendo y para su sorpresa, no encontró a Leticia bebiendo agua envenenada. Sin embargo, Anita tenía una copa repleta de esa misma agua. 

Sabrina: ¡Alto! ¡No bebas de esa copa!


Anita: Mamá, ¿qué ocurre?
Sabrina: ¿Has bebido?
Anita: Un sorbo.
Sabrina: ¡Maldita sea! ¡Si a ti no te gusta el agua con gas!
Anita: Ya, pero a Leticia no le apetecía beberse esta copa y me la iba a beber yo. No está tan mala.


Sabrina le quitó la copa a su hija y agarró la botella de la mesa. Fue hasta el fregadero y vació el contendido. Temía por la vida de su hija.

Leticia: ¿Qué ocurre?
Sabrina: ¡Mi hija es alérgica al agua con gas!
Leticia: ¿Qué? ¡No lo sabía!
Anita: Ni yo.


Sabrina: Tengo que ir a llevarla a urgencias.
Leticia: Lo siento, de verdad que no tenía ni idea.
Sabrina: Ahora eso no importa. Quédate con Walter. Tengo que llevarla al hospital cuanto antes.


Después de pasar dos horas en el hospital, volvieron a casa. Hicieron muchas pruebas a Anita, pero estaba perfectamente. No encontraron ningún rastro de veneno en la sangre. Eso la alivió pero no podía dejar de llorar por lo ocurrido. Quizás un sorbo de veneno no había sido suficiente para matarla y eso la salvó. Acostó a los niños y se fue a dormir. Se tumbó en su cama y se tapó. John estaba preparando la ropa del trabajo para el día siguiente.

John: Pues eso, que no tenía ni idea de que Anita era alérgica al agua con gas. Es una alergia muy rara, ¿no? En fin, lo que importa es que está bien. Lo siento por Leticia, pero en esta casa ya no entra más agua con gas.

Sabrina no tenía ganas de hablar. Pensaba en Anita, pero también en Bruno. En el piso de arriba, estaba su cuerpo metido en un armario.


John: Leticia estaba muy preocupada. Ha llamado varias veces para saber cómo se encontraba Anita. Menudo susto nos hemos llevado todos. Por cierto, ¿sabes algo de Bruno? 
Sabrina: ¿Bruno? ¿Qué Bruno?
John: Cariño, el profesor de Anita. Es que ha llamado su novia por teléfono, preguntando por él. Dice que no sabe dónde está. ¿Te dijo si se iba a algún sitio después de impartir clase a Anita?
Sabrina: No.

Sabrina se aguantó las ganas de llorar. Recordó las palabras de Nerea, no debía levantar sospechas.

Sabrina: Estará por ahí de botellón.
John: Sí, seguramente.


Sabrina: Hoy en día la gente se vuelve loca por ir de fiesta y emborracharse.
John: Tienes razón. Por desgracia, es mi pan de cada día. Sabrina, tienes que relajarte. Te noto tensa y preocupada.
Sabrina: No...estoy bien.


John se acostó a su lado y se tapó. Se giró para mirarla pero Sabrina evitaba su mirada.

John: Anita está bien, tranquila. No tienes culpa de nada.
Sabrina: Quizás sí. No soy una buena madre...
John: No digas tonterías. Eres una madre maravillosa. Te preocupas mucho por tus hijos, y por mi.
Sabrina: John...

Ya no pudo más y se puso a llorar. Le quería confesar lo ocurrido, pero era incapaz. Sabía que si le contaba la verdad, todo cambiaría para siempre.

John: No llores, todo está bien. Descansa, mi amor. Mañana verás las cosas de otra forma.


Continuará...

 

1 comentario:

  1. ¡Pero cómo es posible que no hayan dejado el cuerpo en el suelo en lugar de subirlo y dejarlo escondido en un armario! Tenían la oportunidad perfecta para fingir que no sabían nada de su muerte y que en realidad Bruno se mató cayendo por las escaleras. Me da mucha pena el chico, pero, en este caso, me sorprende mucho que Sabrina no haya aprovechado la ocasión. ¿Cómo van a sacar ahora el cuerpo del armario y enterrarlo en el bosque? Eso no es fácil y tendrán que dejarse la piel haciendo un profundo agujero en el que enterrarlo y luego echarle la tierra por encima... ¡Qué emocionante! Qué sangre tan fría tiene Nerea, más que Sabrina, que, por lo menos, ella lloró al descubrir que Bruno estaba muerto por culpa suya. Luego, para colmo, Anita bebe del agua y no le queda más remedio que inventarse que Anita tiene alergia al agua con gas; una alergia totalmente imposible. ¡Voy a leerme el siguiente capítulo! ¡Está muy emocionante!

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