lunes, 17 de mayo de 2021

Celos - Capítulo 08: Tía Lidia

Capítulo 08: Tía Lidia


Sabrina estaba celosa y enfadada. Leticia estaba cada vez más integrada en la familia. John la adoraba y los niños también. Incluso su padre se había encaprichado de ella. Empezaba a sentir que perdía el control. Dio una patada contra la pared y gritó de dolor. Luego agarró un jarrón y lo estrelló contra el suelo. Se sentó sobre su cama e intentó tranquilizarse. De pronto, una idea muy loca apareció en su mente. Se levantó de la cama y fue hasta el cuarto de Walter. El veneno seguía sobre la mesa de estudio.


Agarró la botella y miró su contenido con mucho interés.

Sabrina: Mira por dónde, me vas a venir muy bien. Se va a enterar esa petarda.



 Se encontró con Walter, que ya había vuelto del paseo con sus amigos. Cuando vio a su madre con el veneno, pensó en lo que le había dicho Morgana.

Walter: ¿Dónde vas con el veneno?
Sabrina: Lo voy a tirar por el retrete. No vuelvas a trastear con cosas tan peligrosas. ¿Entendido?
Walter: Sí, mamá.


Sabrina: ¿Lo has pasado bien?
Walter: Sí. Mamá, ¿tiramos juntos el veneno al retrete?
Sabrina: ¿Juntos? No es necesario. Venga, vete a tu cuarto a jugar a la consola. Mamá tiene cosas que hacer.
Walter: Está bien...


Mientras tanto...

Filomena tenía una hermana un año mayor que ella. Se llamaba Lidia y vivía en una buena casa en el centro de Wensuland. Era una casa muy grande, pero antigua.  Lidia conservaba el papel de las paredes con flores de colores y estampados chillones. Los muebles eran viejos, pero de gran calidad y muy bonitos. Vivía sola. Nunca se había casado y odiaba a los hombres más que cualquier otra cosa en el mundo. Adoraba a su sobrina, aunque con su hermana no se llevaba del todo bien. Cuando Filomena, Bisbi y Leticia se quedaron sin vivienda, ella los acogió. Filomena no deseaba pedirle ayuda a su hermana,  pues era muy orgullosa, pero no tuvo más remedio. Lidia los acogió sin pensárselo dos veces y recriminó a su hermana que no lo hubiese hecho antes. 



Pasaba mucho tiempo cosiendo. Tenía una pequeña máquina de coser con la que hacía gran variedad de prendas que solía regalar a los más allegados. Aquel día, estaba cosiendo una bufanda para Leticia mientras veía la televisión. Era una mujer solitaria. Pertenecía a un club de lectura y solía salir todas las mañanas para desayunar en su cafetería preferida, pero poco más. Convivir con su hermana y sus sobrinos alegró sus días. 


Leticia y Filomena entraron en casa. Leticia estaba muy enfadada con su madre, que no paraba de recriminarle su comportamiento.

Leticia: Por favor, madre. Ya estoy cansada de que se meta en mi vida.
Filomena: Soy tu madre, tengo todo el derecho del mundo a hacerlo.


Leticia: Pues a mi no me gusta. Soy una clack adulta...
Filomena: Hija, que estamos hablando de cosas muy serias. La señora Sabrina está muy enfadada y si no te comportas, te echará del trabajo.


Leticia: ¿Si no me comporto? Creo que mi comportamiento es ejemplar.
Filomena: No me hagas hablar, Leticia. Deja de coquetear con ese hombre.
Leticia: Oh...yo...
Filomena: Me decepcionas, hija. Por favor, recupera la cordura. Deja a ese hombre en paz, conserva tu trabajo. Lo necesitamos. No podemos abusar de la hospitalidad de mi hermana eternamente.


Leticia enmudeció. No entendía como era posible que Sabrina se hubiese enterado. Le dio mucho coraje que se lo hubiese contado a su madre antes de hablarlo con ella. Entraron en el comedor y Lidia las saludó.

Tía Lidia: ¿Otra vez enfadadas?
Filomena: Nada importante, hermana.
Tía Lidia: Sobrina, tienes mala cara. Acércate, cariño.


Leticia: Estoy bien, tía Lidia. Es que estoy muy cansada.
Tía Lidia: En ese trabajo te explotan. Mira, te estoy terminando la bufanda.
Leticia: ¡Qué ilusión! Está quedando preciosa.
Tía Lidia: Ahora viene el calor, pero ya verás como me lo agradecerás en invierno. Es calentita y muy suave. 


Leticia se sentó en el sofá. Estaba preocupada y cansada. No quería tener más problemas con Sabrina y detestaba que su madre estuviese al corriente sobre su vida sentimental. Filomena fue hasta ella y le habló en voz baja.

Filomena: Usa la cabeza, hija. Yo no te he educado para que te comportes de esa manera. Aléjate de ese hombre. 
Leticia: Me enamoré, madre. Aunque no tiene que preocuparse, no volveré a acercarme a él.
Filomena: Eso espero. Y de esto ni una palabra a tu tía. Ya sabes cómo es ella. 
Leticia: Lo sé...


Filomena se fue a la cocina y Lidia se acercó a su sobrina.

Tía Lidia: Tienes mala cara, sobrina.
Leticia: No se preocupe, tía. Estoy bien.
Tía Lidia: Soy vieja, pero no tonta. Sé cuando mi sobrina está mal.


Se sentó junto a ella y le cogió la mano.

Tía Lidia: ¿Se trata de un hombre?
Leticia: Prefiero no hablar de ello...
Tía Lidia: Cariño, te lo he dicho mil veces. Los hombres no traen nada bueno. Te prometen la luna, pero una vez metido, se olvidan de lo prometido. Haz caso a tu tía. Aléjate de ellos. No quiero que te lo hagan pasar mal. Yo vivo estupendamente sola.
Leticia: No es tan fácil, tía Lidia.


Días más tarde...

Llegó el fin de semana. Azur y Junior quedaron para pasear por el puerto. Hacía un día estupendo. El sol brillaba en un cielo azul sin ninguna nube a la vista. Los pescadores salían a faenar en sus pequeñas embarcaciones. 


Los pelícanos descansaban en las rocas, disfrutando del sol. Las gaviotas revoloteaban alrededor, buscando comida. 


Los propietarios de las embarcaciones amarradas en el puerto, aprovechaban el buen tiempo para salir. Mientras, la heladería del puerto vendía helados sin parar. 


Junior y Azur caminaban tranquilamente junto a la heladería. Azur le quería presentar alguien muy especial a Junior. 

Azur: Mira, qué suerte tienen esos. Tienen su propio barco.
Junior: Sí, pueden ir dónde les apetezca. 


Azur: Aunque nosotros también podemos ir dónde queramos. No necesitamos un barco.
Junior: Pues también es verdad. Al final, son caprichos de pijos.
Azur: Sí. En realidad, no somos tan materialistas. 

   

Se sentaron junto al mar, observando el horizonte. Junior no podía estar más feliz. Azur estaba resplandeciente. Sus ojos azules iluminaban su rostro. No podía dejar de mirarla cuando ella se distraía. Él, que siempre había renegado de las relaciones y le daba asco cuando sus amigos se morían por una chica, había caído en las redes del amor.

Azur: Junior, no sabes lo mucho que te agradezco lo que hiciste por mi en el trabajo. Ahora mi jefe me trata de otra forma.
Junior: No tienes que agradecerme nada, Azur. No soporto que te traten mal. 
Azur: Eres un amigo de verdad.

Azur: ¡Mira, por ahí viene Ulises! 

Un chico muy atractivo y con cuerpo de gimnasio, se acercaba a ellos montado en una moto acuática. Su pelo largo y negro se movía con el viento.

Azur: ¡Ulises, estamos aquí!

Llegó al puerto y apagó el motor de la moto. Saltó a tierra firme y besó a Azur en los labios. Junior palideció (todavía más de lo que estaba). ¡Se habían besado! Estaba confundido.

Ulises: Princesa mía. Estás preciosa.

Azur: Estás empapado. Mira, te quiero presentar a un amigo. Se llama Junior. ¿Recuerdas que te hablé de él?

Ulises: ¡Junior! Pues claro que me acuerdo. Defendiste a mi chica del cretino de su jefe. Te debo una, colega.

Junior: No fue nada...

Ulises: Me mola que mi novia tenga amigos como tú.

Esa palabra resonó con fuerza en su mente y se le clavó en el corazón. Novia, había dicho novia. No podía creerlo, Azur tenía novio. Se sentía ridículo. Tenía ganas de tirar al agua Ulises. Empujarle y salir corriendo, pero disimuló. 

Junior: Creo que he de irme.

Ulises: ¿Ya? No hombre, vente con nosotros a tomarte algo.

Junior: En serio, tengo prisa.

Azur: Junior, ¿estás bien?

Junior: Estoy bien. Es que he recordado que el lunes tengo examen y no he estudiado nada.

Azur: Junior, quédate aunque sea un ratito.

Junior: No, lo siento. Un placer, Ulises.

Azur: ¡Junior, espera!

Junior salió corriendo. Cuando se alejó lo suficiente, se puso a llorar. 

Junior: ¡Soy tonto! Pensar que una chica así se fijaría en mi. ¡He hecho el ridículo!


Continuará

1 comentario:

  1. ¡Qué cortito se me hizo el capítulo! Espero que Sabrina no se salga con la suya. Miedo me da que intente emplear ese veneno... porque puede que lo tome Leticia, pero también que ocurra cualquier cosa inesperada y lo tome cualquier otra persona. Me da mucha rabia que sea tan retorcida. Estoy totalmente segura de que Leticia no está enamorada de Jonh. Seguro que está enamorada de Bruno y todo está malinterpretándose. Me gusta mucho la tía Lidia. Me cae bien y tiene una vida muy bonita, realmente, aunque parezca solitaria, pero me fascinan y me identifico mucho con esas personas que saben vivir perfectamente solas sin depender de nadie.
    Me da mucha pena que Azur tenga novio y entiendo perfectamente a Junior. Yo también habría salido corriendo. Empatizo mucho con él, pero algo me dice que a Azur no le resulta indiferente Junior... pero, claro, tiene novio y a primera vista se la nota fascinada y enamorada de él. ¡Veremos en qué termina! Pobre Junior, cómo lo entiendo...

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