El soldado y la muerte
Capítulo 04
Un fantasma atormentado
El soldado informó a su familia de lo ocurrido y se acostó. No tardó en sentirse mal y enfermar. Su mujer y su hija lloraban por el terrible desenlace. Agarró la copa y miró a través de ella. La muerte se había colocado en la cabecera de su cama.
"Despídete pronto de los tuyos, pues te quedan tres minutos escasos de vida",le informó la muerte.
"Muerte, ¿que es esto?"Le preguntó enseñándole el saco. "Un saco", respondió impasible. "Es verdad, pues entra dentro", le ordenó el soldado.
La muerte en un instante se encontró metida en el saco. La mujer y la hija del soldado observaban la escena sin perderse detalle. No podían ver a la muerte, pero imaginaban lo que estaba ocurriendo. Ató fuertemente el saco para que no pudiese escapar.
El soldado se recuperó de inmediato. Saltó de la alegría junto a su mujer y su hija. Había capturado a la muerte y su vida ya no corría peligro.
Debía esconder el saco en un lugar seguro, lejos de curiosos y ladrones.Decidió encerrar el saco en una de las mazmorras del palacio, un lugar oscuro al que nadie tenía acceso.
Pasaron los años y nadie moría. Nacían y nacían, pero ninguno se moría. Así pasaron los años, sin que el soldado liberase a la muerte. Su hija creció y se convirtió en una mujer bella y sana. Un día, el soldado paseaba con su mujer y su hija por las calles de una aldea cercana. Un anciano decrépito caminaba lentamente por la calle, a penas se sostenía en pie.
El soldado se acercó y lo saludó. "¡Anciano, qué viejo eres! No concibo que puedas seguir caminando en ese estado", le dijo sorprendido.
"Sí, hijo mío. Cuando hiciste prisionera a la muerte solo me quedaba una hora de vida. Tengo gran deseo de descansar; pero, ¿cómo he de hacer? Sin la muerte, la tierra no me admite para que descanse en sus profundidades. Dios te castigará por ello, Soldado. Son muchos seres humanos que estamos sufriendo a causa de tus actos insensatos."
El soldado no había pensado en las terribles consecuencias de sus actos. Había pensado en su propio bienestar y el de su familia, pero no en el de los demás.
"¡Dios te castigará por ello!" Exclamó el decrépito anciano."Es necesario que libere a la muerte, aunque esta me lleve a mi. He sido un inconsciente y un egoísta. ¡Soy un gran pecador!"Dijo arrepentido.
Sin más demora, corrió al palacio y se dirigió a las mazmorras. El saco seguía en el mismo lugar en el que lo había dejado. Se acercó y habló. "Muerte, ¿sigues viva?" Tras unos segundos de silencio, respondió. "Sigo viva, amigo". La muerte le contestó con una voz apenas perceptible.
Abrió el saco y la muerte sacó la cabeza. "Te liberaré, pero te pido que me mates rápido, para no sufrir", le dijo temeroso. Abrió el saco para que pudiese salir.
Cuando estuvo fuera, no hizo caso a sus palabras. Huyó asustada, temerosa del soldado y aquel saco. En un momento, desapareció.
Pasaron los años y la esposa del soldado enfermó. A pesar de todos los cuidados, esta murió. Fue un gran golpe para el soldado, pues la amaba de verdad.
Siguieron pasando los años y se convirtió en un anciano decrépito al que le costaba caminar. La muerte le temía y nunca iba a por él. Su hija murió anciana, y tras su hija sus nietos, y sus tataranietos. Se quedó solo en el mundo, pues todo aquel que le importaba terminaba muriendo.
Reclamaba a la muerte misericordia, que no lo abandonase, pero esta lo temía y nunca se lo llevó.
Tras un largo viaje, encontró la entrada al infierno. Tan desesperado estaba que entregarse a los demonios le pareció la mejor opción a su situación. Deseaba terminar su andadura por la tierra, desaparecer para siempre, aunque tuviese que pasar la eternidad en el infierno.
Llamó a la puerta. De esta salían llamas y un calor sofocante. Huesos y calaveras rodeaban la entrada a aquel terrible lugar. La puerta se abrió y el demonio al que le había arrancado el cuerno hacía ya muchos apareció.
"¡Tú, maldito soldado!" Gritó espantado. "Por favor, permite mi entrada al infierno, no puedo seguir vagando por la tierra. La muerte me teme y no hallo la paz".
"¡No eres bienvenido! No me fío de ti ni de tu saco", contestó asustado el demonio. "Te regalo el saco si lo deseas, ¡no lo quiero!" Exclamó el soldado. "¡Aparta esa cosa de mi vista! ¡Fuera de aquí y no vuelvas!" Tras aquellas palabras, el demonio cerró la puerta.
El soldado se marchó cabizbajo, cansado de su miserable vida y su mala suerte. Se fue caminando lentamente. Recorría los caminos en los que, años atrás, había encontrado a aquellos mendigos. Recordando tiempos felices, desapareció entre la espesa vegetación. Han transcurrido muchos años, pero muchos son los que dicen que lo han visto caminando lentamente entre los árboles, como un fantasma atormentado.
Calabazo: ¡Fin! Es bonito, ¿verdad?
Suselle: Es un final muy triste.
Calabazo: ¿Triste? ¡Pero si el protagonista no muere! ¡Jajajajaja!
Dante: Ahora tienes que cumplir tu palabra y liberarnos.
Calabazo:Sí, pero antes os convertiré en ratas.
Suselle: ¡No, por favor! ¡No quiero ser una rata!
Dante: ¡Dijiste que después de contarnos el cuento, nos dejarías libres!
Calabazo: Sí, pero no especifiqué que fuese en forma humana. Un momento, voy a mirar el libro de los hechizos de la bruja Calíope.
Dante: Ahora que está distraído, tenemos que intentar escapar.
Suselle: ¿Cómo?
Dante: Espera, creo que puedo forzar esta madera. ¡Está abierto!
Dante: Somos libres...vamos, antes de que se percate.
Suselle: Espera, Dante. No me dejes sola...
Dante: Dame la mano.
Calabazo: ¿Dónde está ese hechizo? ¡Ahora recuerdo! !En la página 666!
Dante: ¡Ahí están las llaves! ¡No las alcanzo!
Suselle: ¡Aúpame, rápido! ¡Las tengo!
Calabazo: ¿Eh? ¿Ya os vais?
Dante: ¡La puerta ya está abierta, vamos Suselle!
Suselle: ¡Corre que viene!
Calabazo: ¡No salgáis ahora a la calle, que hace mucho frío!
Vaya, se han escapado.Les estaba gastando una broma, no pensaba convertirlos en rata. Esos animales son asquerosos pero no son los más repugnantes. Pensaba convertirlos en dos enormes y espantosas cucarachas. Habría sido tan divertido...
Soy tan torpe, dejarme la trampa abierta justo cuando me había dado la vuelta...
Amigos, esto ha sido todo por este año. Espero hayáis disfrutado de esta historia y que este Halloween se cumplan todos vuestros deseos más terroríficos. Me marcho, tengo mucho trabajo. Hay muchos niños y no tan niños a los que atormentar y no quiero que se me escape ninguno. Hasta el año que viene. ¡Feliz Halloween!
FIN
¡El judío errante! Este capítulo me ha recordado mucho a esa leyenda, aunque claro que no tiene nada que ver. Me ha gustado mucho. No esperaba que el soldado capturase a la muerte en el saco y me ha encantado la idea de que nadie puede morir porque la muerte está capturada. También me ha sorprendido mucho que la muerte tema al soldado, siendo ella tna fuerte, como un dios, pero la verdad es que ha sido muy divertido. Pobres Dante y Suselle, menos mal que han conseguido escapar. ¡Qué asco si los hubiese convertido en cucarachas! Pobres. Me alegra que hayan podido escapar. Me ha gustado mucho la historia. Tienes que hacer historias más a menudo porque a mí me encanta leerte. ¡No tardes tanto hasta la siguiente! Y la verdad es que echo de menos hacer historias juntos. ¡Enhorabuena por esta historia de Halloween!
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