"Se pensaba la pringá esa que me conformaría con una limosna" pensaba El Perlita caminado con el maletín del dinero. Pensaba quemar el dinero en fiestas y vicios varios. No sabía que dirección tomar, así que caminaba esperando encontrar alguna indicación. Vio a dos clacks sentadas y decidió acercarse hasta ellas y preguntar.
Cual fue su sorpresa al descubrir la identidad de aquellas dos clacks. La Facunda y él se habían pegado juntos muchas fiestas hasta altas horas de la madrugada. Tenían los mismos vicios y preocupaciones. Con Roula era diferente. Le gustaba esa clack. Ella era más dulce y cariñosa que Facunda y desde el primer momento que la vio le gustó.
El Perlita: ¡No me lo puedo creer! ¡Flipo en colores!
Facunda: ¡Perlita! ¡Si no lo veo no lo creo, tío! ¿Pero que haces aquí, macho?
El Perlita: Cuanto tiempo sin verte.
Facunda: Mazo tiempo, tío. Sigues estando to igual, no cambias nada. ¿Te has tragado la fuente de la juventud?
El Perlita: Una fuente de cerveza, ¡Jajajaja!
Facunda: ¡Jajajaja!
El Perlita: Roula, tan guapa como siempre. Mi corazón palpita como una patata frita.
Roula: Anda ya, tonto. Me alegro de verte, guapo.
Facunda: ¿Ande vas con ese maletín? ¿Te has vuelto to pijo?
El Perlita: Que va, colega. Negocios.
Facunda: Ouuuhh, cuidado que ahora es un tío de negocios de esos. Que llevas en el maletín, ¿el boli y la carpeta?
El Perlita: ¿Un boli? Mira, chavala. Pasta gansa.
Facunda: ¡Que me aspen! ¡Cuanta pasta! ¡Eres millario!
Roula: Millonario. Es mucho dinero, Perli. ¿En que andas metido?
El Perlita: Lo sé. Yo no me ando con tonterías. Me gusta jugar fuerte y siempre gano.
Facunda estaba conmocionada. El dinero ganado abandonado el bidón en el pantano le parecía ridículo. Con todo el dinero de El Perlita, podría hacer todo lo que le viniese en gana y ser completamente libre.
Roula: Siempre supe que eres un click especial.
El Perlita: Roula, escucha atentamente. Quiero que te vengas conmigo y me ayudes a gastar toda esta pasta. Alquilaremos una habitación en un hotel caro y pediremos todo lo que nos apetezca. Iremos de fiesta y arrasaremos la ciudad.
Roula: Es tu dinero, no quiero aprovecharme de ti...
El Perlita: Quiero que te aproveches de mi, nena.
Facunda no podía soportar ni un segundo más aquella conversación. Tenía ganas de potar y se estaba aburriendo.
Roula: Eso suena tan...excitante. No sé si debería...
El Perlita: Vamos muñeca, no te reprimas y vente conmigo.
Facunda agarró un palo del suelo y le arreó un buen golpe en la cabeza. El Perlita cayó al suelo inconsciente.
Roula: ¡Facu! ¿¡Qué has hecho!?
Facunda: Hasta las narices estaba de esa porquería. Te he hecho un favor, tía.
Agarró el maletín y lo abrazó feliz.
Facunda: Ahora esto es nuestro. Vamos, tenemos trabajo en las máquinas tragaperras. Lo siento por El Perlita, pero la pasta es la pasta. Ya le invitaré a una birra y se le pasará el cabreo.
Roula examinó a su amigo y lo colocó sobre sus piernas.
Roula: ¿Te has vuelto loca? ¡Lo podrías haber matado! Ese dinero es suyo, no tienes derecho...
Facunda: Vamos tía, no seas inegua. ¡Seguro que lo ha robado! Te daré algo de pasta, no creas que me lo quiero quedar para mi sola.
Roula: No voy a ningún lado contigo, Facu. Somos amigos, y a los amigos se les respeta.
Facunda: Tía, estás to tonta. Yo me doy el piro con la pasta. Quédate aquí asándose al sol con este fracasao de tío si quieres. Yo pienso gastar hasta el último cleuro en lo que me dé la gana. ¡Soy millaria!
Facunda dio media vuelta y se marchó de allí con el maletín. Roula estaba indignada. Le tentaba marcharse con ella y quedarse con la mitad del dinero, pero no podía. Le gustaba El Perlita y sabía que eso no estaba bien.
Roula: ¡Mala amiga! Muy bien, disfruta con todo ese dinero pero cuando no te quede ni un cleuro no se te ocurra venir a buscarme.
Facunda: Si te he hecho un favor, ahora estarás sola con tu amor. ¡Adiós Roula!
Roula: ¡Facu!
Pasados unos minutos , El Perlita despertó. Roula le explicó lo ocurrido y entró en cólera. Se había fiado de Facu pero estaba dispuesto a ir tras ella y recuperar su dinero.
El Perlita: Y tú te has quedado conmigo...
Roula: ¡Pues claro! No iba a dejarte aquí abandonado.
Se incorporó y sacó su pistola del pantalón. Roula se asustó al ver el arma.
Roula: ¿Y esa pistola?
El Perlita: Vamos a buscar a esa traidora. Voy a recuperar toda mi pasta y a darle un escarmiento.
El Dr. Marcus y la Dra. Ada seguían el rastro del bidón. Marcus había llamado a el departamento de residuos tóxicos de Ambrella para averiguar si había llegado el bidón con Y-321 en su interior. Al descubrir que su sobrina no había cumplido con sus indicaciones, se puso en marcha. La señal del móvil de Facunda les llevó hasta el pantano. Gracias a un sofisticado aparato que detectaba moléculas del virus zombie, siguieron el rastro del bidón. Llevaban consigo un arma para defenderse y un par de botellas con una sustancia que eliminaba el virus Clickora. Debían encontrar el bidón y eliminar cualquier rastro del virus para evitar daños mayores.
Dra. Ada: Su sobrina nunca me causó buena impresión, Dr. Marcus. La señal del buscador indica que por aquí hay rastro del Clickora, aunque se está muriendo al no encontrar sujetos a los que contagiar.
Dr. Marcus: De alguna forma Y-321 habrá conseguido escapar del bidón. Mi sobrina es toda una decepción. Puede culparme, he pecado de ingenuo.
Dra. Ada: Si no logramos encontrar a Y-321, nuestro trabajo no sólo habrá sido un fracaso, también será el fin del Playmundo.
Dr. Marcus: Lo sé, lo sé muy bien. Debemos recuperar al zombie y seguir con nuestro trabajo. Sospecho que estamos cerca de descubrir algo realmente importante.
Dra Ada: Ahora mismo no soy capaz de pensar en eso. Deseo solucionar todo este desaguisado antes de que más personas resulten heridas o lo que es peor, muertas.
El detector comenzó a vibrar a más velocidad. Ada seguía la señal nerviosa. Si Y-321 había conseguido salir del bidón, tendrían que enfrentarse a él. Iban vestidos con trajes de protección especial contra residuos tóxicos y químicos. Unas máscaras especiales les protegían del aire contaminado.
Cuando Ada vio el bidón, llamó inmediatamente a su camarada. No cabía la menor duda, el zombie había conseguido escapar.
Dra. Ada: ¡Doctor, está aquí! ¡He encontrado el bidón!
Examinó el bidón y descubrió que estaba algo abollado por un lateral.
Dra Ada: Sin duda alguien golpeó el bidón. Todavía hay muchos restos residuales...
Dr. Marcus: Hágase a un lado, querida. Debemos limpiar toda esta zona.
Roció el bidón y los alrededores con la sustancia que contenían las botellas. Una vez precintado el bidón, lo aseguraron para que no volviese a ocurrir lo mismo.
Dr. Marcus: Debemos encontrar al sujeto antes de que contamine a alguien.
Dra Ada: Esto se nos está escapando de las manos...
Dr. Marcus: No desespere, lo encontraremos. Sigamos el rastro del virus y acabemos con todo esto de una vez por todas.
Siguieron el rastro del virus sin percatarse que no muy lejos de su posición, una clack corría desesperada pidiendo ayuda. Claudia no los había visto así que se alejaba corriendo en dirección contraria. Estaba muy asustada y agotada.
Dra. Ada: Es por aquí. ¡Aquí hay sangre!
Dr. Marcus: ¿Sangre? Espero que sea del propio Y-321...
Dra. Ada: No la identifica como sangre contaminada...
Misty observaba escondida a los científicos. No solía intervenir en los asuntos de los clicks, pero estaba preocupada por la estabilidad y bienestar de sus tierras. Era el espíritu del pantano y no podía permitir que destruyesen su hogar y las criaturas que allí habitaban.
Aunque Facunda estaba contenta, en su interior se sentía mal. Apreciaba a Roula pero estaba decepcionada. A la primera de cambio le había traicionado por un click. Pensaba que eran amigas de verdad. Estaba sudada, molesta y muy incómoda.
Facunda: Lo primero que haré es ir al bar Manolo y tomarme una buena birra fresquita. Pediré un par de tapas, una de brazas y otra de olivas con anchoas. ¡Que hambre tengo! Que leches, ahora soy millaria, me pediré también unos calamares y unos chocos con limón. La máquina tragaperras que tienen allí la tengo controlada. Me gusta más que la del vikingo que tienen en el bar co.
Vio a Sabrina corriendo hacia ella y se preparó para defenderse. Podía estar buscando el maletín y no estaba dispuesta a renunciar a sus sueños por nada del mundo. Sabrina vio el cielo abierto cuando la vio. Se había perdido y no encontraba la caravana ni a John. Aunque Facunda era una mujer extraña, que causaba desconfianza por su aspecto, al menos no era un zombie.
Sabrina: ¡Socorro!
Facunda: ¿Quién eres y que quieres? ¡El maletín es mío!
Sabrina: ¡El maletín! ¿Se lo has quitado al Perlita? Bueno, me da igual...¡Tengo que encontrar a John! Me persiguen unos zombies...
Facunda: ¿Conoces al Perlita? ¿Te manda él? Podría inventarse algo más creíble para quitarme el dinero.
Sabrina: ¡No me manda nadie! ¡Te digo que me persiguen zombies! Quieren hacerme pagar por todos mis pecados...¡No quiero morir!
Facunda: ¿Estás flipá? ¡Que no pienso soltar ni un cleuro!
Gerard y Claudia las sorprendieron en mitad de la discusión. Facunda se quedó petrificada. Ver a los dos zombies acercarse hasta ellas le había causado una gran conmoción. Sabrina gritaba histérica, al borde de la locura.
Sabrina: ¡Ya vienen, ya vienen! ¡Es el fin del mundo! ¡Socorro!
Facunda: Esto...debe ser una broma...
Gerard se abalanzó sobre Facunda, que no supo reaccionar a tiempo. Interpuso el maletín entre su cuerpo y la hambrienta boca del zombie.
Facunda: ¡Ahhh! ¡Ayuda!
Sabrina: ¡Oh no!
Facunda: ¡Agarra el maletín!
Se libró del zombie y le lanzó el maletín a Sabrina. Facunda se puso a correr pero Sabrina tropezó. El maletín cayó junto a los zombies y dudó si ir a por él.
Facunda: ¡Agarra el maletín, tonta! ¡No lo dejes ahí!
Sabrina: Es el fin del mundo...el dinero ya no vale para nada...
Facunda: ¿Qué dices?
Sabrina: En el infierno no me hará falta dinero.
Abandonó el maletín y salió corriendo junto a Facunda.
Facunda: ¡Era mucha pasta! ¡Maldita seas!
Sabrina: ¡Pues ve tú a por el dinero si tanto lo deseas!
Facunda no respondió. Tenía demasiado miedo y no era capaz de arriesgar su vida por el dinero.
Muy cerca de allí, Estrella y Gallofa disfrutaban de un tranquilo día en el Pantano. Llevaban unos días viviendo allí. Aunque seguía triste por la ruptura con Wen, había conseguido vivir con ese dolor en su corazón. Allí junto a su querido amigo Gallofa era más o menos feliz. Añoraba a Wen y todos sus amigos y su vida en la ciudad, pero estaba resignada.
Vivían en una antigua caravana. Disponían de pocas comodidades y la vida allí no era precisamente fácil, pero se las apañaban. Habían encendido un fuego en el cocinaban. Gallofa miraba las llamas pensativo cuando Estrella le sacó de sus pensamientos.
Estrella: ¡Mira que bonita!
Gallofa: ¿Otra serpiente?
Estrella: ¡Sí! Es muy bonita. Le haré un par de fotos para el álbum. Mira, parece que está posando para mi.
Gallofa: A mi me parece muy fea...y me da asco.
Estrella: Anda ya, pero si es muy bonita.
Gallofa: Me aburro...
Estrella: ¿No te gusta estar aquí?
Gallofa: Sí, pero...No hay nada que hacer...
Estrella: Mañana iremos a la gasolinera a comprar comida y pilas para la cámara. Podríamos comprar algún juego de mesa.
Gallofa: ¡El parchís! ¡Soy fan de ese juego! Siempre ganaba a mis amigos.
Estrella se sentó a su lado y le enseñó las fotografías de la serpiente.
Estrella: ¿Te gustan? Se las enviaré a Vicrogo en cuanto pueda.
Gallofa: La serpiente es fea pero la foto me gusta. Estrellita, ¿no crees que deberías hablar con Wen? No eres feliz, no me lo puedes negar...
Estrella: Es demasiado tarde, Gallofa. Seguro que ya no piensa en mi. Estará junto a Sinéad, enamorados y felices. Hice bien quitándome de en medio. Lo amaré mientras viva, pero mi tiempo junto a Wen terminó.
Gallofa: Pues yo no pienso igual. Si no luchas por tus sueños, ¿que te queda? Una vida triste y oscura preguntándote si podrías haber cumplido tus sueños luchando por ellos.
Estrella: Me harás llorar, Gallofa. Mejor dejemos de hablar de esto...me hace daño.
¡¡Ahhhhhhhhhh!!
Gallofa: ¿Has escuchado esos gritos?
Estrella: Sí...
Gallofa: ¿Será un pájaro?
Estrella: No, eso no es un pájaro.
Sabrina y Facunda vieron la caravana y corrieron hacia ella. Aporrearon la puerta pidiendo ayuda desesperadamente.
Sabrina: ¡Por favor, que alguien nos ayude!
Facunda: ¡Ya vienen los zombies! ¡Abran la puerta!
Gallofa y Estrella se asomaron y vieron a las dos clacks golpeando la caravana.
Gallofa: ¿Que hacen?
Estrella: ¡Es Sabrina!
Sabrina: ¿Estrella? ¿Tú también estás en el infierno?
Estrella: No comprendo. ¿Qué haces aquí?
Sabrina: ¿No te has enterado? ¡Estamos en el infierno! ¡El juicio final!
Estrella: Tranquilízate, por favor.
Facunda: ¡Y un pimiento! ¡Que vienen los zombies! Abre la puerta de la caravana antes de que nos alcancen.
Gallofa abrió la caravana y dejó entrar a Facunda. En ese momento fueron atacados por los zombies. Facunda luchaba contra Gerard. Pretendía entrar en la caravana y darse un banquete con ella. Gallofa observaba horrizado la escena. A Estrella y Sabrina no les dio tiempo a entrar. Claudia estiraba los brazos para alcanzar a las dos clacks y acabar con sus vidas.
Facunda: ¡Maldita sea! ¡No me deja cerrar la puerta!
Gallofa: ¡Estrellita y Sabrina están fuera!
Facunda: ¡Lo siento, esto es sálvese quien pueda!
Sabrina: Tenemos que huir, ¡ahora!
Estrella: No entiendo nada...
Sabrina: ¡Nos matarán! ¡Vamos!
Aunque corrían con todas sus fuerzas, Claudia les estaba dando alcance. Mientras ellas corrían alejándose de la caravana, Facunda consiguió cerrar la puerta. Gerard quedó fuera golpeando una y otra vez la puerta.
Facunda: ¡Toma ya! ¡Chúpate esa, zombie del demonio!
Gallofa: ¡Estrella! ¡Oh no! ¡Estrella, corre!
Gallofa observaba aterrorizado desde el interior de la caravana. Veía cómo el zombie las perseguía muy de cerca y temía por la vida de su amiga.
Continuará...
Por fin veo a Estrella, pero ¡en qué situación! Pobrecita, no le ha dado tiempo a reaccionar, sigue enamorada de Wen, y estoy seguro que con un poco de empeño la cosa se podría solucionar, pero los zombies lo han enredado todo, ¡espero que se salve, se lo merece! Además, ahora el maletín repleto de cleuros está rodando por ahí, ¿se lo encontrará alguien? Y Sabrina tampoco es que pueda respirar muy tranquila, lo está pasando verdaderamente mal, en fin, supongo que en el próximo capítulo sabremos si escapa y si es así cómo se las apaña con John. Me ha gustado mucho la primera parte, qué verdad es eso de que "quien roba a un ladrón"... El Perlita es un pillo, pero Facundaes peor todavía, no tiene escrúpulos de ninguna clase, en cambio Roula ha demostrado que en el fondo tiene buen corazón. Me ha resultado muy tierna la escena de Estrella con la serpiente, ella sabe ver la belleza donde para otros solo hay "bichos asquerosos", como le pasa al bueno de Gallofa. ¿Conseguirán los doctores controlar la epidemia zombi? Ah... eso se revelará más adelante... ¡qué emoción!
ResponderEliminar¡Ay noooooooooooooooo, que a Estrella no le pase nada a la pobre! Pero supongo que no te atreverás a hacerle nada siendo un personaje tan querido. En cambio, a la Facunda esa que se la traguen todos los zombis del mundo. El gran descubrimiento del capítulo es la personalidad de Roula. Me ha sorprendido que en verdad tiene corazón, algo que no me esperaba, y que en verdad tiene bondad, algo que Facunda no tiene; pero no puedo negarte que me río mucho con ella. Es todo lo que yo no sería nunca, le gusta todo lo que yo detesto y es el típico personaje que, aunque te dé rabia cómo actúe, te hace reír mucho, por eso me da pena que muera en verdad. También me sabe mal por Sabrina y hay momentos en los que la compadezco por el miedo que tiene. Me hace sonreír lo que Estrella piensa de Wen y de Sinéad. Qué lejos queda ya todo eso, y ella sin saberlo. Espero que dentro de poco se dé cuenta de que está equivocándose al no luchar por sus sueños, tal como cree Gallofa. ¡Esto está súper interesante! ¡Voy enseguida a por el siguiente capítulo!
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