Junior: ¡Cómo mola esa historia, papá!
PD: Aunque lo pasó mal, Dorothy aprendió a ver más allá. Usó todos sus sentidos y descubrió lo fantástico y peligroso que puede ser el pantano.
Calíope: Esa historia está muy bien pero yo me sé otra.
Junior: ¿Me la cuentas, mami? ¡Porfi!
Calíope: Está bien, te la contaré. Al igual que la historia que te ha contado tu padre, ocurrió hace muchos años...
En el pantano existe una entrada oculta a un mundo paralelo que pocos han descubierto, el de las hadas. Cuentan que el mundo de las hadas tiene numerosas entradas secretas y todas ellas vigiladas para que no entre ningún intruso. Se nombra una guardiana entre muchas candidatas y desde muy pequeña se le instruye para ello. Para que no se encuentren solas se les designa un unicornio. Desde muy pequeños les son entregados a las guardianas para que les ayuden ante cualquier adversidad. Entre ellas siempre se crea un vínculo muy fuerte y se convierten en seres inseparables. En aquellos años Kinele era la guardiana de la entrada oculta en el pantano junto a Wyther, su adorable unicornio. Su relación era intensa. Desde muy pequeños aprendieron juntos las técnicas para proteger la entrada. Kinele se sentía protegida y feliz junto a Wyther.
Pasaron 200 años, un tiempo insignificante para un hada. Los dos vigilaban la entrada secreta y aquí, en este pantano, vivían felices sin grandes problemas. Jamás se habían enfrentado a ningún enemigo y tras tantos años de tranquilidad veían poco probable que eso ocurriese. De vez en cuando viajaban a su mundo para saludar a sus amigos y otras veces recibían visitas en este lado.
Su mejor amiga y guía espiritual vino un día a visitarlos. Kinele era una de sus mejores alumnas, siempre ansiosa por aprender. Aunque confiaba en Kinele sabía que era una hada muy noble y confiada y temía que algo malo le ocurriese.
Bhanet: Buenos días, Kinele y Wyther.
Kinele: ¡Bhanet!
Bhanet: Espero no estar interrumpiendo algo importante.
Kinele: ¡Claro que no! Wyther y yo disfrutábamos del silencio del pantano mirando las llamas del fuego.
Bhanet: Interesante...
Kinele: Por favor, toma asiento junto el fuego.
Hablaron durante horas ante la atenta mirada de Wyther, que a pesar de no poder hablar comprendía perfectamente lo que decían.
Bhanet: He visto hadas unidas a sus unicornios pero nunca una relación tan estrecha como la vuestra.
Kinele: Wyther es mío pero yo también le pertenezco. Nos sentimos unidos el uno al otro, tanto que no creo que podamos sobrevivir separados. El amor que siento por él es tan intenso que a veces siento que el pecho me explota.
Bhanet: Eso es fantástico, Kinele. Wyther es un gran unicornio, noble y cariñoso. Juntos hacéis un gran equipo. Aún así debes andar con cuidado. Sé que llevo 200 años repitiéndome una y otra vez pero es mi obligación advertirte de los peligros que nos acechan. Están ahí, a la espera....buscando un momento de debilidad por nuestra parte.
Kinele: Es cierto, ¡te repites mucho! No te preocupes, estaremos atentos.
Al día siguiente Kinele salió en busca de conchas y caracolas. Siglos atrás las tierras del pantano estuvieron sumergidas bajo el mar y cuando este desapareció, dejó un rastro de conchas y caracolas que demuestran que todo esto había pertenecido al mar. Kinele adoraba las conchas y las caracolas. Le gustaba colorearlas con colores alegres.
Se encontraba realizando esta tarea cuando encontró un cuerpo tirado en el suelo. Se asustó mucho ante el hallazgo y no dudó un instante en acercarse y ayudar. Descubrió que se trataba de una mujer de piel verde y muy bella. Portaba una capa negra larga y una corona con cuernos negros muy grandes. Con la ayuda de Wyther la llevó a su refugio.
Kinele: ¿Que opinas, Wyther? No se despierta... ¿De dónde procederá? ¿Que le habrá ocurrido?
Violice: Ahhh....
Kinele: ¡Se está despertando!
Violice: Mi cabeza...¿Dónde estoy?
Kinele: Soy Kinele. Te encontramos inconsciente y no reaccionabas. He decidido traerte a mi guarida. ¿Que te ha ocurrido? ¿Quién eres?
Violice: Gracias...Me había perdido y no sabía a dónde ir. Me llamo Violice. Anduve durante horas hasta que perdí el conocimiento...menos mal que me has encontrado, Kinele. Gracias, te debo la vida.
Kinele: No ha sido nada. ¿Estás bien? Puedo pedir ayuda para que te curen heridas.
Violice: ¡No! No...estoy bien, tranquila.
Kinele: ¿Que hacías por aquí sola? ¿De dónde eres?
Violice: Vivo en un pueblo lejos de aquí. Me gusta la naturaleza así que decidí salir a pasear y disfrutar del paisaje...sí, esto es muy secano pero es bello.
Kinele: ¡Yo también adoro la naturaleza! Has tenido suerte, amiga mía. ¿Que es eso?
Violice: Ah, ¿esto? Es mi cetro. Es que me gusta practicar la magia blanca para curar animales y hacer el bien. Creo que ya puedo ponerme en pie.
Kinele: Me caes bien, Violice. Que cetro más bonito, ¿y esa esfera que hace?
Violice: Es una esfera de poder. ¡Oh! ¿Es un caballo?
Kinele: ¡Un caballo! No, es un unicornio. ¿Ves ese cuerno que tiene? Además, no hay caballos azules. Se llama Wyther, mi gran amigo.
Violice: Es fantástico. Se ve tan majestuoso...
Violice se acercó a Wyther temblando. Se le salían los ojos de sus órbitas observando al unicornio.
Kinele: Es guapo, ¿verdad?
Violice: Es más que eso. Ese cuerno que tiene es...maravilloso...
Kinele: Sí, es un cuerno especial. Es mágico. Muchos malvados andan buscando cuernos de unicornio para aumentar sus poderes.
Violice: Lo sé.
Kinele: ¿Lo sabes?
El rostro de Violice se transformó en una horrible cara. Sus labios eran grandes y sus ojos amarillos desprendían maldad. Murmuró unas palabras y de la esfera brillante que tenía su cetro salieron luces amarillas que alcanzaron el cuerno de Wyther.
Kinele: ¿¡Que haces!? ¡Violice!
Wyther gritó dolorido y aunque intentó huir, nada pudo hacer para escapar de los poderes de la bruja.
Una extraña fuerza arrancó el cuerno a Wyther. El mágico animal gritó de dolor y abundante sangre emanó de la herida. El cuerno fue a parar a las manos de la bruja, que reía satisfecha por su éxito.
Bruja Violice: ¡Ja ja ja! ¡El cuerno es mío!
Kinele: ¡Noooooooo! ¡Wyther!
Kinele corrió hacia su querido amigo. Lloraba preocupada por él, sabía que sin su cuerno, moriría. La bruja la observaba satisfecha. Le había costado un gran esfuerzo interpretar el papel, pero había valido la pena. Odiaba a las hadas y sus ridículos mundos. Con el cuerno, todas las entradas secretas que existían en el Playmundo quedarían al descubierto. Sus camaradas oscuros podrían entrar a sus anchas y conquistar sus tierras. Podrían matar a todas las hadas y esclavizar a los seres mágicos que allí vivían.
Bruja Violice: Mira que llegas a ser ingenua. Podría acabar con tu vida ahora mismo pero me resulta placentero verte sufrir. Pronto llorarás por algo más que un unicornio.
Kinele: ¡Asesina! ¡¿Por qué lo has hecho?!
Bruja Violice: Necesitaba el cuerno de un unicornio y tú eras el hada más ingenua y estúpida que he visto nunca. Sabía que podría engañarte fácilmente.
La bruja se marchó con el cuerno entre carcajadas. Kinele no supo reaccionar. No podía ir tras ella, necesitaba cuidar de Wyther.
Kinele: No te mueras, Wyther...por favor...no puedo vivir sin ti... Te quiero...
Las lágrimas de Kinele resbalaron por sus mejillas hasta caer sobre las heridas del unicornio.
El cuerpo de Wyther se iluminó de tal forma que Kinele pensó que se había tragado el mismísimo sol. Su cuerpo cambió de forma y se transformó en el de un hada muy bello.
Kinele: ¡Wyther! ¿Que te ocurre?
Su pelo era azul como el cielo y su cuerpo fuerte y musculoso. Sus ojos eran verdes y su rostro angelical. Unas preciosas alas de hada lucían en su espalda. Kinele lo miraba sin comprender que estaba ocurriendo. Su querido unicornio había desaparecido y en su lugar tenía un hada, el más bello que había visto jamás.
Kinele: ¿Wyther?
Wyther: ¿Kinele? ¡Puedo hablar!
Kinele: ¿¡Quién eres tú!? ¿¡Dónde está Wyther!?
El hada se incorporó tocándose todo el cuerpo. Parecía estar emocionado. Miró a Kinele y unas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
Wyther: Yo soy Wyther.
Kinele: ¿¡Qué!? ¡No me engañarás! ¡Esto es cosa de la bruja!
Wyther: No comprendo que es lo que me ha ocurrido, pero ahora soy un hada. Mi cuerpo ha cambiado...aunque no lo entiendo...
Kinele: No puedo creerte...
Wyther: Adoras ir a por conchas y caracolas. Tus mejores amigas son Alhora, Dayane y Catzuna. Llevamos toda la vida juntos, desde muy pequeños. Adoras las moras y las fresas pero no te gustan los melocotones. No soportas que te toquen el pelo ni que...
Kinele: ¿Wyther? ¿Eres tú?
Wyther: Así es...soy yo. Pensaba que moriría...que no volvería a verte nunca más. Veía una luz acerarse a mi...
Kinele: Wyther...¡Ahora eres un hada! Pero no comprendo a que es debido...
Wyther: No lo sé...pero es un milagro. Por fin puedo hablar y expresar con palabras lo que siento por ti. No sé cuanto durará esto pero necesito que lo sepas. Te amo, Kinele. Sabía que mi amor era imposible, que nunca me verías como algo más que una mascota...
Kinele: Wyther...tú no eras mi mascota, lo sabes. Eras mi amigo...y lo sigues siendo.
Wyther: ¡Kinele!
Kinele: ¡Wyther! Me da igual la forma que tengas, te quiero. No sabía que sentías eso por mi.
Wyther: Todos estos años he deseado confesarte mi amor, pero no sabía cómo confesarme...además, siendo un unicornio nuestro amor sería más bien una maldición...
Kinele: El amor nunca es una maldición, Wyther. Eres tú, estás vivo...es todo lo que me importa. No quiero que te mueras y aunque no te veía con los mismos ojos con los que me veías, siento algo que aumenta por momentos.
Bhanet: Socorro...
Bhanet caminaba a duras penas apoyándose en su cetro.
Kinele: ¡Bhanet!
Wyther: ¡Está herida!
Entre los dos acostaron a Bhanet en el suelo. Parecía estar malherida pero no mortalmente.
Kinele: Bhanet, ¿que te ha ocurrido?
Bhanet: Una bruja, Kinele. Llevaba un cuerno de unicornio y era poderosa. Intenté retenerla pero me fue imposible y escapó.
Kinele: ¡Oh no! Es la misma que atacó a Wyther y le arrancó el cuerno...lo siento, fue culpa mía...
Bhanet: Kinele, ¡debías estar atenta! ¡Te lo advertí!
Kinele: Lo siento...
Bhanet: ¡Oh no! ¡Wyther! ¿Está muerto? Los unicornios mueren sin sus cuernos...lo siento, Kinele.
Kinele: No, está bien...bueno, ha sufrido una transformación...mira.
Bhanet: ¡Por la Diosa! ¿Ese es Wyther?
Wyther: Sí, soy yo...aunque con este cuerpo. Confieso que no me desagrada...
Kinele: No comprendo cómo ha ocurrido pero está vivo...y me ama.
Bhanet: Yo sé que es lo que ha ocurrido. Kinele, tu amor a salvado la vida de Wyther. Quizás hayan sido tus lágrimas que han actuado como mensajeras de tu amor y le han permitido vivir, aunque esta vez para que podáis vivir vuestro amor con plenitud.
Kinele: ¡Oh, Bhanet! ¡Esto es tan maravilloso!
Bhanet: Me alegro por vosotros pero...debéis encontrar a la bruja. Con el cuerno podrá preparar un conjuro con el que todas nuestras entradas secretas quedarán expuestas a los seres malignos y oscuros.
Wyther: ¡No podemos permitírselo!
Kinele: ¡Y todo por mi culpa!
Bhanet: No es momento para lamentaciones, debéis actuar. Buscad esa bruja y recuperar el cuerno antes de que sea demasiado tarde.
Wyther: Si recuperamos el cuerno...¿volveré a ser unicornio?
Bhanet: No. me temo que ya no podrás recuperar tu cuerpo original.
Wyther: ¡Estupendo! Deseo permanecer con este cuerpo.
Bhanet: Yo guardaré tu cuerno en un lugar seguro cuando lo recuperéis. Ahora debéis encontrar a la bruja, ¡no perdáis más tiempo!
Kinele: ¿Estarás bien?
Bhanet: Me recuperaré, no os preocupéis. Toma, usa mi cetro. Te ayudará a derrotar a la bruja.
Wyther y Knele se pusieron en marcha. Aunque ambos estaban emocionados por las confesiones y cambios que habían sufrido, sabían que necesitaban encontrar a la bruja para salvar al mundo de las hadas. No sería fácil, pero debían intentarlo.
Continuará...
Al leer esta historia, aparte de pensar que me parece preciosa y tiernamente mágica, no puedo evitar que mi mente se llene de una frase: si no consiguen recuperar el cuerno de Wither, todo se irá al cuerno, jajajaja. Me parece tan tierna... Es muy bonito y especial que haya tantas diferencias entre la primera historia y ésta, la que por supuesto tampoco puede acabar mal, pobres haditas, pobre mundo mágico... y precisamente esta historia viene en un momento en el que yo también me siento inspirada por la magia. Me parece que el amor entre Wither y Kinele será la fuerza que los guíe a través de ese mundo hasta encontrar a la malvada bruja Violice. Por cierto, con tan sólo imaginarme la transformación de su rostro me ha dado escalofríos y es que en ningún momento he creído que fuese buena, sobre todo porque eso de que tenga la piel verde... me ha resultado sospechoso. ¡Estoy deseando saber cómo continúa!
ResponderEliminar¡Este cuento necesita una aclaración de esas que diga "ningún unicornio ha sufrido daño alguno en el transcurso de la historia"! Es que me daban escalofríos pensando en que se podía tronchar el cuerno, esa puntita de sangre que has puesto es espeluznante... Hay que reconocer que Wither con el cambio de cuerpo no ha perdido nada nada, al contrario... jajajajajaja.... no me extraña que Kinele acepte la transformación con alegría... pero a lo que vamos, ¡qué malísima es esa Violice! El caso es que ahora, con todo el poder que tiene, no va a ser fácil volver las cosas a su sitio, ¿lo harán con astucia? ¿les servirá de algo el amor que se tienen? Tendré que esperar la continuación, está visto que este pantano guarda muchos secretos, menos mal que durante los veranos te vas enterando de alguno y nos lo cuentas...
ResponderEliminar¡Qué historia más tierna! Y casi decides no hacerla... Menos mal que te animaste al final a hacer las fotos. La verdad es que Violice al principio parecía desvalida y Kinele, que tiene un gran corazón, actuó como es debido. Lástima que haya gente con tan mala fe, dispuesta a aprovecharse de la bondad de la gente. A mí también me encanta conocer año tras año los secretillos del pantano. Asi que allí también hay una puerta al mundo de las hadas... Hmm.. El "hado" o hada macho es monísimo, con esos coloretes que le dan cierta ingenuidad y su pelo azul como el del unicornio. A ver qué pasa ahora... Voy a por la continuación.
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