Aquel individuo estaba furioso. Eros fue mucho más rápido de lo que ese hombre podría imaginar y en seguida lo redujo sin problemas. El hombre gritaba enfurecido en el suelo mientras Eros le agarraba por el cuello. Sinéad observaba atónita. Aunque había vivido situaciones límite en su vida, nunca se terminaba de acostumbrar a las imprevisibles reacciones de los humanos.
Eros: ¡Quieto parao! ¿Que pensabas hacer?
Vagabundo: ¡Suéltame! ¡Esta es mi casa!
Eros: ¿Prometes no hacer ninguna tontería?
Vagabundo: Lo prometo...
Su olor era nauseabundo. Era una mezcla entre suciedad y alcohol. A Sinéad le entraron angustias y a punto estuvo de salir corriendo, pero al ver al hombre abrazar al perro con mucho cuidado y cariño, cambió de opinión.
Sinéad: ¿Es suyo?
Vagabundo: Trasto no pertenece a nadie, yo solo lo cuido y lo protejo.
Sinéad: Que nombre más gracioso. Es tu protegido, tu amigo, ¿no?
Vagabundo: Sí...no podía permitir que os lo llevaseis.Lo rescaté de un contenedor, alguien lo había abandonado y me comprometí a cuidar de él. Lo siento, no pretendía hacerles daño...
En seguida ese hombre despertó en Sinéad una profunda admiración. A pesar de su olor corporal y su aspecto, su corazón era noble y bueno.
Sinéad: Lo siento, no sabíamos que Trasto ya tenía quién le cuidara.
Eros: Voy a seguir investigando las habitaciones...me aseguraré que no nos encontremos más sorpresas.
Sinéad: Ten cuidado, por favor.
Eros: Lo tendré, Shiny. Vosotros también.
Wen: Cuantas botellas de vino y cerveza...¿vives aquí?
Vagabundo: Sí...llevo tiempo viviendo aquí con Trasto. No tengo amigos ni familia y en este lugar hasta ahora nadie me había molestado.Antes que me lo pregunte, sí, soy alcohólico. Por ese motivo lo perdí todo...
Wen: ¿Cómo te llamas?
Vagabundo: Me llamo Leo.
Wen: Yo soy Wen.
Sinéad: Yo soy Sinéad.
Leo: Al menos aquí me sentía seguro junto a Trasto. Por favor, aquí no molesto ni hago daño a nadie...si me echan no sabré a dónde ir.
Wen: Leo, si quieres te podemos ayudar. Podemos buscarte un lugar dónde estar.
Leo: No tengo dinero...
Wen: No te preocupes por eso.
Sinéad: Leo, veo en ti un buen hombre. Ahora soy la dueña de este hotel y quiero tener cerca a personas como tú. Sé que el alcohol es una adicción muy difícil...tengo una amiga que ha sufrido ese calvario con su padre. Yo misma fui víctima hace años de una adicción muy fuerte que por muy poco no me llevó a la muerte...
Sinéad se emocionaba al recordar aquellos años oscuros. Hizo daño a los seres queridos que la rodeaban y perdió totalmente el control de si misma. Sabía lo duro que resultaba salir de ese oscuro pozo y más sin ningún tipo de ayuda.
Sinéad: Si lo deseas, podrás trabajar en este hotel. Puedes alojarte en uno de mis hoteles y cuando lo hayamos reformado, podrías incorporarte a la plantilla.
Leo: No sé si seré capaz...
Sinéad: Pediremos ayuda a dónde sea para curarte.
Wen: Hablaré con Lilu, ella te ayudará a cambiar de aspecto. Encontrará ropa para ti y te convertirá en otra persona. Será todo un reto para ella.
Sinéad: A partir de ahora ya no estás solo.
Leo se levantó y abrazó a Sinéad llorando. Aunque su olor era nauseabundo y su ropa estaba sucia y rota, Sinéad correspondió el abrazo. Sabía que lo que más necesitaba Leo era cariño y comprensión.
Leo: ¡Muchas gracias! Eres un ángel para mi.
Sinéad: No las merecen. Vamos, te llevaré a un hotel para que puedas asearte y descansar.
Wen: Que buena eres, Sinéad. Esto demuestras el gran corazón que tienes. Cada día me reafirmo más, los vampiros...digo, que sé que no sois malos. Tu eres la prueba de ello.
Sinéad: Wen, no sabes como me alegra escuchar eso...lo necesitaba.
Leo: Trasto, ¡nos mudamos de casa!
Al día siguiente la reforma del hotel se puso en marcha. Ya que se iniciaban a primera hora de la mañana, Sinéad y Eros no pudieron estar presentes. Wen se ocupó de todo. Los negocios de Murfi habían fracasado uno tras otro, así que ahora se dedicaba a recoger trastos y vender chatarra. La hermana de Pinhead no tenía trabajo fijo, así que ayudaba a Murfi y se ganaba un dinero. Sus padres tenían una carnicería, pero le costaba trabajar bajo las órdenes de sus padres, sobretodo de su madre, pues era un mujer muy exigente y estricta. Al contrario que su hermano Pinhead, Sandy no quería delinquir e intentaba trabajar dentro de la legalidad.
Murfi: ¡Cuidao otía! Que si eto se cae, me plasta el pie, ¡tira pa la izquierda leches!
Sandy: Lo intento, ¡esto pesa una barbaridad!
Intentaban introducir en la furgoneta una enorme caja de seguridad.
Murfi: ¡Me cruje la esparda! Venga, farta poco.
Sandy: ¡Sí, casi está listo!
Manolo había quitado la mala hierba de la entrada y las ventanas del hotel. Se sentía satisfecho.
Manolo: ¡Ezto parezía una zelva!
Wen llamó a Chelo para que se ocupase de organizar la limpieza del hotel cuando las reformas estuviesen acabadas.
Wen: Chelo, necesitaremos tu ayuda. Confío plenamente en ti para este trabajo.
Chelo: No sabes la alegría que me da que pienses en mi para este trabajo, no es por nada, pero no tengo rival en cuanto a la limpieza, me se todo los trucos que existen. ¿Me podría llevar a mi hija? Es que no es porque sea mi hija, pero es muy buena trabajadora.
Wen: Puedes formar el equipo de limpiadoras que quieras y veas necesario. Por supuesto, esto estará bien pagado.
Chelo: ¿Cuando comenzamos?
Para reformar el hotel, Wen contó con sus amigos piratas. Ellos se encargaron de la reforma del piso de Diamante y Sus y el resultado no pudo ser más bueno. Carmelo transportaba materiales con la carretilla. Diamante era el jefe de obra y se encargaba de que todo fuese sobre ruedas. Aunque también se dedicaba a hacer diversas tareas, lo que más le gustaba era ordenar y dirigir. Tigre utilizaba un pico para arrancar humedades de una pared. Wen ponía tochos y Tom atornillaba los marcos de los ventanales.
Diamante: Carmelo, he visto tortugas más rápidas...
Carmelo: Si no te gusta como lo hago, lo puedes hacer tú mismo. Como te gusta mandar.
Diamante: No rechistes, que soy el jefe de obra.
Diamante le sacó la lengua y Carmelo le respondió de la misma forma.
Gallofá se tumbó sobre un gran montículo de arena y sacó de un bolsillo dos figuras de juguete. Eran dos piratas armados con espadas y pistolas. Diamante y Tigre lo miraron atónitos.
Gallofa: ¡Este lugar es ideal para jugar con mis muñecos! Capitán, ¡estamos perdidos en una isla desierta! No se preocupe señor Garfio, ¡encontraremos una forma de salir de este lugar! Capitán, ¡tengo sed! Yo tengo la lengua más seca que la mojama, aguante.
Tigre: ¡¿Pero esto que es?!
Diamante: Tranquilo, Tigre...
Tigre: ¡Yo trabajando y él jugando con sus muñecos!
Diamante: Lo sé, esto no es normal...
Gallofa: ¡Pero no puedo desaprovechar ese montículo de arena!
Tigre: ¡Tienes razón! Yo también me he traído mis muñecos. También son piratas, Capitán Barbalarga y la comandante Jaimita Golondrina, ¡Eh vosotros! Soy el capitán Barbalarga y esta es mi isla, ¡no tenéis derecho a estar aquí!
Gallofa: ¡No nos interesa esta isla! Queremos marcharnos, ¡es horrible y fea!
Tigre: ¡Nadie insulta mi querida isla! ¡Lo pagaréis muy caro!
Diamante: Pues está interesante...
Diamante tomó asiento y sacó su desayuno. Llenó una copa de buen ron y como si se tratase de una obra de teatro, se puso a ver como jugaban.
Tigre: ¡Chupupám! No tenéis escapatoria jajajaja.
Gallofa: ¡Corra señor Garfio, que estos están locos!
Mientras, Duque y Hércules reformaban la cocina levantando un muro. Hércules se aseguraba que estuviese a nivel.
Duque: Está desnivelado...
Hércules: ¿Tú crees? Bueno...representa que es un muro fashion...ahora hay estanterías torcidas y a la gente le gusta...No cuela, ¿no?
Duque: Creo que no...tendremos que volver a empezar.
Omar, Othello, Duclack y Sus se dedicaban a pintar las paredes en blanco. Disfrutaban de ello, ya que lo hacían sin presiones. A Duclack le relajaba pintar, darle luz a las amarillentas paredes. Sus usaba su rodillo tarareando la canción de Clingo.
Sus: Clickas del amoooooor, sentimientos apasionados por amooor...la la la laaaa. Uff, me siento cansada.
Duclack: Yo no, esto me relaja muchísimo.
Sus: Ay, necesito tomarme un descanso. Uff, me duele el brazo...seguro que luego tendré agujetas. Que floja soy...
Duclack: Deberíamos apuntarnos a las clases de Chino Juan, para ponernos en forma en cuerpo y alma.
Sus: Es buena idea, creo que me estoy quedando oxidada...
Aparecieron Vicrogo, Mary y Estrella con pizzas y bizcochos caseros. No habían podido ayudar así que decidieron animar a sus amigos llevando una deliciosa comida que les proporcionase energía.
Vicrogo: ¿Alguien a dicho pizza?
Estrella: ¡De barbacoa y vegetariana!
Mary: Y un delicioso bizcocho casero para el postre.
Todos saltaron de alegría al verles entrar. A Sus se le olvidaron las agujetas al ver la deliciosa pinta que tenía el bizcocho. Supo de inmediato que había sido cosa de Vicrogo, experto en bizcochos y magdalenas.
Pasados unos días terminaron las reformas. Solo faltaba la limpieza y la organización de los muebles y decorados para abrir el hotel al público. Wen, Duclack, Sus y Diamante se quedaron hasta el anochecer trabajando en los últimos detalles. Mary les trajo pizza así que cenaron los cuatro en el comedor del hotel, sentados en el suelo a falta de muebles. Comían pizza y bebían celebrando el fin de la obra.
Duclack: Ha quedado estupendo. Seguro que me hospedaré en este hotel muchas veces. Me traerá muy buenos recuerdos.
Wen: Sí, después del duro trabajo la verdad es que ha quedado genial. Ya veréis cuando lo vean Sinéad y Eros.
Diamante: Oye, hablando de ellos...¿No os parece extraño que no hayan aparecido nunca para ver que tal va la obra?
Wen: Si lo han hecho, unas cuantas veces.
Diamante: Sí, pero siempre por la noche.
Sus: Cariño, ya sabes que a ellos no les gusta salir por el día. No se sienten cómodos.
Diamante: Ni que fuesen vampiros, ¡jajajajaja!
Wen aguantó la respiración al escuchar esa palabra. Sabía que Diamante lo había dicho en broma, pero ya sospechaban que algo extraño ocurría con ellos.
Duclack: Wen, ¿te ocurre algo?
Wen: No es nada...
Diamante: ¿Es por lo que he dicho? ¡Lo decía en broma!
Wen: Lo sé...es solo que estoy cansado...
Duclack: Si fuesen vampiros, yo ya estaría muerta. Salgo muchas veces con la moto con Eros por ahí. Ya me habría mordido. Además, son los dos un encanto.
Sus: A lo mejor tienen una enfermedad, ¿os acordáis de la película Los otros clicks? Los niños tenían una enfermedad y no les podía dar la luz del día.
Duclack: Nos lo habrían dicho, ¿no?
Diamante: Incluso tienen una dieta muy extraña, ¡nunca los he visto comer!
Wen: El otro día vi a Sinéad comiéndose un bocata vegetal. Luego se pidió unas patatas de luxe en el ClickDonalds.
Wen mintió sin pensar, intentando proteger la verdadera identidad de Sinéad y Eros. Dijo lo primero que le vino a la cabeza.
Diamante: Ah...pero, ¿ves? ¡Vegetal!
Sus: Oye, ¿que tienes en contra de lo vegetal?
Diamante: Que eso es comida para cabras y ovejas.
Sus: ¿Me estás llamando cabra?
Diamante: ¡Sí!
Todos estallaron en carcajadas. Sus sacaba la lengua a Diamante entre risas y Diamante le mandaba besos burlones.
Sinéad: Hola, siento interrumpir.
Sinéad observaba a sus amigos tímidamente. No les había querido interrumpir, sentía que podía molestar. Había escuchado la conversación y se sentía fuera de lugar. Se le pasó salir corriendo de allí, pero al ver a Wen se tranquilizó.
Wen: ¡Sinéad!
Diamante: ¡Sinéad! Espero que no te tomes a mal lo que he dicho de la comida vegetal...¿Lo has escuchado?
Diamante se puso rojo como un tomate.
Sinéad: No, no te preocupes.
Sus: Diamante es muy bromista, siempre se mete conmigo por ser vegetariana.
Wen: Siéntate con nosotros.
Duclack: Sí, estamos celebrando el fin de la obra.
Sinéad: ¡Ya está terminada!
Sinéad se sentó en el suelo junto a ellos. Aunque al principio se había sentido fuera de lugar, pronto esa sensación desapareció.
Duclack: Hace un ratito que lo hemos terminado.
Sinéad: Es genial, está todo tan bonito. Muchas gracias, chicos. Sois los mejores amigos que se pueden tener.
Sus: Lo hemos hecho encantados. Estoy segura que este hotel será todo un éxito.
Sinéad: Eso espero...No sé que habría hecho sin vosotros.
Wen: Te mereces esto y mucho más.¿Dónde está Eros?
Sinéad: No ha podido venir. Estoy deseando que venga para verlo, es fantástico. Habéis llenado este hotel de buenas vibraciones y eso se nota.
Lilu: ¡Sorpresaaa!
Lilu apareció sin avisar y asustó a todos los presentes. Parecía estar muy contenta y entusiasmada.
Sinéad: Que inmenso susto me has dado.
Sus: Lilu, ¡que nos matarás de un infarto!
Wen: ¿Siempre tienes que dar la nota?
Lilu: ¡Tu calla! Caris, siento el susto pero es que estoy loquísima. ¡Loca de contenta!
Duclack: ¿A que se debe esa alegría?
Lilu: ¿Os acordáis de Leo?
Diamante: ¿Leo?
Sinéad: Sí, el indigente que nos encontramos en este hotel. Está viviendo en un hotel, con los gastos pagados hasta que consiga valerse por si mismo.
Lilu: ¡Bingo! Ese boy. Pues nenas, agarraos bien fuerte las bragas porque se os caerán al suelo cuando lo veáis entrar. ¡Está irreconocible! Quién iba a decirme que bajo esa montaña de ropa sucia, esa mata de pelo y esa barba larga, la mugre y el olor...se escondía un chico tan guapo como este, ¡pasa Leo!
Su cara estaba al descubierto. Ya no quedaba ni rastro de esa larga y espesa barba rubia. Su pelo ahora era corto y un poquito rizado. Llevaba un jersey amarillo y unos pantalones grises a juego con el gorro. Lucía unos zapatos de vestir modernos y elegantes. De una correa llevaba a su querido amigo Trasto. A Leo le daba mucha vergüenza aquella situación y no sabía ni a donde mirar. Estaba acostumbrado a ser invisible para todo el mundo.
Leo: Hola...
Lilu: ¿A que es un milagro? Lo sé, lo sé, soy la más.
Todos aplaudieron y felicitaron a Lilu por el trabajo y a Leo por el cambio.
Sinéad se acercó hasta Leo y le sonrió con ternura. Leo parecía otra persona. De sus ojos radiaban esperanza y felicidad.
Sinéad: No solo eres bello por dentro, también lo eres por fuera.
Leo: Gracias...
Lilu: Además, hace dos semana que no bebe ni una gota de alcohol.
Sinéad: ¡Que maravilla! ¿Cómo lo has conseguido?
Leo: Lilu me apuntó a las clases de Chino Juan, él me ayudó a superar mi problema...aunque dice que tendré que luchar con ella toda la vida y nunca tendré que bajar la guardia. A pesar de ello, hace años que no llevo tanto tiempo sin beber.
Sinéad: Esto me hace muy feliz.
Lilu: Por cierto, quiero presentaros a una amiga. La conocí de compras y en seguida me cayó genial. Viste de lo más in y es toda una cari. Se llama Sidra.
Una mujer bella, de pelo negro y largo y ojos claros saludó a todos.Vestía de verde y el color le favorecía mucho Llevaba un bolso verde a juego con la ropa.
Sidra: Hola, buenas noches.
Lilu: Wen y Sus son mis primos. Diamante el marido de Sus y Duclack y Sinéad dos amigas íntimas mías. Nena, todos tienen un heart grandioso.
Sidra: Es un placer conoceros.
Sus: Siéntate con nosotros, Sidra. ¿Quieres tomar algo?
Sidra: No sé si debería...he dejado al niño con mi marido en el hotel y no me gusta dejarlos solos mucho tiempo.
Lilu: Cari, ¡luego te acompaño si es necesario! Decidido, te quedas y no hay más que hablar.
Sidra: Vale, un ratito.
Duclack: ¿De dónde eres, Sidra?
Sidra: De Hàbú. Me gusta venir a Wensuland de compras. A mi marido le aburre mirar tiendas así que él se queda en el hotel con el niño y yo me voy sola de compras.
Wen: ¡Hàbú! Mis padres pasaron su luna de miel allí.
Sus: Un día me gustaría visitar Hàbú.
Sidra: Si me avisáis con tiempo os puedo hacer de guía.
Sinéad: He escuchado que es un lugar ideal para vivir.
Sidra: Sí, aunque tiene sus más y sus menos, como en todas partes. Hace poco una loca sembró el terror en todo el país, la llamaban la granjera asesina.
Duclack: Leí algo sobre eso en los periódicos.
Lilu: Que alguien me sirva un copazo, ¡please! ¡Celebramos que hacemos amigos y que este hotel será todo un éxito!
Continuará...
¡Qué divertido capítulo! Me ha encantado como han reformado el hotel entre todos. Los trajes de Diamante, Sus, Duclack, Carmelo... son ideales para trabajar. Están todos guapísimos. Y no es por ser mi Duclack pero debo reconocer que ese traje de pintora le queda de maravilla, mujy con su estilo.
ResponderEliminarMe ha encantado la escena de Gallofa y Tigre jugando con los playmobil en el montocito de arena. Es genial. Algo natural que a cualquier amante de playmobil al ver esa montaña de arena se le hubiera venido a la cabeza. Has conseguido crear un recurso con el discurso metalingüístico, donde el lenguaje habla del mismo lenguaje, los playmobil juegan a los playmobil. ¡Sublime!
Leo ha quedado guapísimo. Parece un hombre nuevo. Me alegro de que le hayan dado una oportunidad. Ese click me resulta muy sexy.
En cuanto al final, me parece fantástica la aparición estelar de Sidra. Pareces conocer muy bien al personaje hablando sobre Hábù, la granjera asesina, su marido Alberto y su hijo Roberto. Y qué gracia que los padres de Wen y Sus pasaran allí su luna de miel. Mi Duclack también quiere visitar algún día Hábù. Has unido el mundo de Sidra con el nuestro y parecen haber congeniado muy bien todos. Es bonita la foto allí sentados en el suelo hablando. A ver cómo sigue esta historia. ¡Enhorabuena por ella!
Este capítulo me ha encantado. Como acostumbras, mezclas momentos de ternura, emoción, diversión y tensión. Me hace muchísima gracia Murfy y Sandy trabajando. Después, la subrepticia intervención de Lilu... Tiene muchos detalles que me han hecho reír. como por ejemplo cuando a Wen se le escapa la palabra vampiros. sinéad no le da importancia, pues le hace más caso a los halagos que le ha dedicado. El comportamiento de Ssinéad en esta entrada es entrañable. Me gusta cómo se conmueve con la personalidad de Leo. Sé que se ve totalmente reflejada en él por ser él tan pobre. Ella se apiada enseguida de los pobres porque ella también lo fue. me ha sorprendido que sea capaz de confesar tan deliberadamente que ella también fue víctima de una adicción muy fuerte, pues esa etapa de su vida ella la guarda con recelo y vergüenza. Que haya sido capaz de confesarla es señal de que empatiza tanto con Leo que no le importa que nadie se sorprenda con sus palabras. No sé qué habrá pensado Wen cuando Sinéad ha dicho eso. También me encanta la complicidad que hay entre todos los que arreglan el hotel y cuando Gallofa y Tigre se ponen a jugar a los muñecos. Es un capítulo genial, que te engancha y te hace querer saber lo que sucede. Gracias por deleitarnos con tus historias.
ResponderEliminarMe encantó este otro capítulo de sed de sangre. A final Leo ha resultado ser un buen hombre, es una pena que en la realidad haya personas así castigadas por una adicción. Al final el trabajo en equipo de esos grandes amigos ha dado un gran resultado y el hotel ha quedado muy bien. ¡No me creo que haya aparecido Sidra! Ha sido una manera genial de presentarla, ¡no pensaba que Lilu sería a la primera que conocería! Me encanta el bolso que le has puesto. Bueno, voy a empezar a buscar piezas y a ver si consigo hacer una Sus para que aparezca en mis historias. Un saludo
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