viernes, 28 de febrero de 2014

Hafida: Capítulo 14 - Encerradas

Simbat estaba sentado en uno de los muchos patios del palacio de Zayd. Se sentía como un prisionero. Aunque no estaba atado de manos y pies y se podía mover con libertad por el palacio, salir al exterior sin permiso lo tenía totalmente prohibido. Siempre encontraba guardias que le impedían el paso y le preguntaban por sus intenciones. Zayd estaba decidido a no dejarle escapar hasta que se casase con su hija. No podía dejar de pensar en Hafida, en sus ojos lagrimosos cuando le dijo que no la amaba. Le había costado mucho pronunciar esas palabras pero debía protegerla. Zayd la mataría y también a su padre. A pesar de todos estos problemas, Simbat estaba decidido a luchar por Hafida. 

Simbat: No sé que debo hacer...debo pensar algún plan...


Rausahana: Simbat, estás aquí.

Rausahana se había portado muy bien con Simbat. Procuraba que no le faltase de nada y le hablaba con amabilidad y respeto. Fue en su busca para hacerle algunas preguntas. No tenía muy claro cuales eran los sentimientos de Simbat.

Simbat: Desearía estar solo, si no le importa.
Rausahana: No deseaba molestarte, Simbat. Necesito hablar contigo...luego te dejaré a solas con tus pensamientos.
Simbat: ¿Que quiere?


Se sentó a su lado y le sonrió. Aunque la madre de Jessenia era una buena mujer, no estaba de humor para conversar. Quería estar solo y buscar una solución a todos sus problemas.

Rausahana: No pareces el típico novio días antes de la boda...más bien un hombre desdichado e infeliz, ¿no deseas casarte con mi hija? Es importante que lo tengas claro.

Deseaba gritarle que no amaba a su hija y cuales eran las amenazas que su marido había hecho, pero no podía. Temía enfadar a Zayd y empeorar su situación.

Simbat: Sí, deseo casarme con ella.
Rausahana: Entonces, ¿que es lo que tanto te perturba? Estás nervioso, ¿es eso?
Simbat: Deben ser los nervios...

De pronto, tuvo una idea. Necesitaba hablar con Hafida, explicarle todo lo que había sucedido y que la seguía amando. Quizás juntos pudiesen urdir un plan.

Simbat: ...y me preocupa Hafida.
Rausahana: Debo confesarte que a mi también. Parecía muy afectada...y el comportamiento de mi hija fue desproporcionado. Siempre han sido amigas y esta situación me entristece.
Simbat: Desearía ir a hablar con ella...pedirle disculpas por mi indecisión, por haberle hecho daño. Le podría pedir que fuese paciente con Jessenia, que con el tiempo lograrían olvidar lo ocurrido y volver a ser amigas...pero no puedo, esos guardias no me dejan salir.
Rausahana: Comprendo. Es normal que te sientas tan mal por ellas...sois amigos de toda la vida. Aunque mi marido es muy estricto con las salidas, te ayudaré. Tendrás una hora para ir a hablar con ella, pero ni un segundo más...si Zayd se enterase...
Simbat: ¡Gracias! Se lo agradezco mucho...


Jessenia: ¡Que imagen más bonita! Mi futuro marido y mi madre juntos, ¡debería haceros una foto!
Simbat: Tienes una madre maravillosa.
Rausahana: Os dejaré solos...pero no hagáis nada indebido...
Simbat: Descuide...
Rausahana: Voy a hablar con los guardas para que puedas salir.


Rausahana se marchó y los dejó a solas. Jessenia apoyó su cabeza sobre el pecho de Simbat. Cerró los ojos suspirando. Le parecía estar viviendo un sueño. Lo amaba tanto que sería capaz de dar su vida por él.

Jessenia: El latir de tu corazón es la música más bonita que he escuchado nunca. 
Simbat: ¿Querías algo?
Jessenia: Sí, estar contigo. Estás tan serio...¿Que te ocurre?
Simbat: ¿No te sientes mal por lo ocurrido con Hafida?
Jessenia: Entiendo que estés triste por Hafida, pero no podemos dejar que empañe nuestro amor. Desearía que no nos hubiésemos peleado pero ya no puedo hacer nada al respecto. Aunque me duela...se lo buscó. Ella me traicionó.



Simbat: Las cosas no son tan fáciles como aparentan.
Jessenia: Bueno, dejemos de hablar de ella. Lo importante es que estamos juntos y nos vamos a casar. No hago más que pensar en el día de nuestra boda. Llevo mucho tiempo soñando con este momento. Simbat, te amo tanto que daría mi vida por ti.
Simbat: Jessenia...tengo que irme.


Jessenia: ¿A dónde?
Simbat: Tengo asuntos que resolver.
Jessenia: Estás muy serio, amor mío. ¿Crees que no me siento mal por ella? Es la primera vez que nos peleamos de esa forma y su traición me corroe por dentro...pero intento reponerme.
Simbat: Hafida no te ha traicionado.
Jessenia: ¿La defiendes? Quiso confundir tus sentimientos, ¿no lo recuerdas?


Simbat: Disculpa, tengo prisa.

Simbat se levantó y se alejó de Jessenia. Ella lo miraba confundida. Una voz en su interior le gritaba con todas sus fuerzas pero ella no la quería escuchar. 

Jessenia: De acuerdo, cariño...luego te veré para la cena...
Simbat: No tengo hambre.


Tenía calor, mucho calor. El sudor empapaba su ropa y el pelo se le pegaba en la cara. Abrió los ojos y un dolor intenso en la cabeza le obligó a volver a cerrarlos. Escuchaba golpes y reconocía esa voz. Era la voz de Nazira, gritaba algo que no comprendía. Abrió de nuevo los ojos y el dolor no fue tan intenso. Miró a su alrededor y no reconoció el lugar.


Nazira: ¡Abran esa puerta! ¡Socorro!
Indulala: De nada sirve que grites, nadie te escuchará.
Nazira: ¡Esto es un error! ¡Socorro!

Escuchaba voces, pero no sabía a quiénes pertenecían. Solo supo identificar que se trataban de voces femeninas. Estaba tumbada sobre un montón de paja amontonada. Era un recinto cerrado de ladrillo negro oscuro. Entraba poca luz y el calor no podía ser más asfixiante.



Se incorporó y en seguida acudieron dos mujeres. Una de ellas rubia, piel pálida y ojos azules. Vestía con ropa moderna, de sport. Tenía todas las pintas de ser una turista. La otra era una mujer hindú. Su piel y su ropa la delataban. La rubia habló primero, parecía realmente preocupada.

Denise: ¿Te encuentras bien?
Hafida: ¿Dónde estoy?
Densie: Te han secuestrado...
Indulala: Has caído en las redes de la mafia de trata de blancas. 
Hafida: ¿Que significa eso?
Indulala: Hombres que trafican con mujeres como si fuésemos ganado. Nos venden al mejor postor...
Hafida: No comprendo que hago aquí...
Denise: Yo llevo aquí tres días encerrada. 
Indulala: Yo una semana.


Nazira: ¡Hafida! Al fin despiertas, ¿cómo estás?
Hafida: Me duele la cabeza...¿Sabes que está ocurriendo?
Nazira: Unos hombres nos atacaron. Te golpearon en la cabeza y perdiste el conocimiento. Nos retienen aquí para vendernos, ¡no lo podemos permitir!
Hafida: Tenemos que hacer algo...¡Swity! ¿Dónde está?
Nazira: Dudo que siga con vida...se lo llevaron...
Hafida: Swity...no puede ser...


Denise: ¡Viene alguien! Manteneos alejadas de la puerta...son muy agresivos.
Nazira: ¡No saben quién soy yo!
Indulala: No debes hacerles enfadar o te castigarán.


La puerta se abrió y un hombre armado con una pistola entró. Gritaba enfurecido que mantuviesen las distancias. Nazira hizo caso omiso a las advertencias y se acercó suplicante al hombre.

Hombre: الظهر أو فسوف يندم
Nazira: Oiga, todo esto debe ser un error. Debe dejarme marchar, ¡tengo una vida!
Hombre: لا تجعل لي امرأة غاضبة ضئيلة
Indulala: ¡No le haga enfadar!


El hombre entró en cólera y golpeó con la culata de su pistola en la cara de Nazira. Esta cayó al suelo dolorida y asustada.

Hafida: ¡Nazira!
Hombre: إذا كنت تبيع أي شيء لبلدي اثنين من الماعز التي هي أكثر قيمة من الخاص
Hafida: ¿Estás bien?
Nazira: Sí, sobreviviré...
Denise: Te lo advertimos, estos no se andan con tonterías.    



Hombre2: Mujeres, comed. Tenéis que permanecer vivas hasta el día de vuestra compra.

Otro hombre traída dos platos llenos a rebosar de una nauseabunda comida.

Hafida: ¡Queremos salir de aquí!
Hombre2: Pronto saldréis, tened paciencia.
Indulala: Nos retenéis contra nuestra voluntad, ¡es un delito muy grabe! No somos mercancías, ¡somos clacks y tenemos nuestros derechos!
Hombre2: Calla, tu palabrería me aburre.


Zayd: ¿Cómo están mis chicas?

Cuando Hafida vio entrar a Zayd no supo como reaccionar. Ver un rostro conocido en toda aquella locura la tranquilizó, era el padre de su mejor amiga...quizás había acudido para ayudarle.

Hafida: ¡Señor Zayd! Menos mal que está usted aquí, ¡nos han secuestrado!
Zayd: Siempre acudo para supervisar la mercancía. Hafida...pronto cambiarás de vida, no te preocupes.
Hafida: No lo entiendo, ¿no piensa ayudarnos?
Zayd: ¡Este es uno de mis más fructíferos negocios! Contigo ganaré mucho dinero...pagarán grandes cantidades por pasar un rato contigo.
Hafida: Sabía que tenía negocios ilegales, pero no imaginaba que llegaría a caer tan bajo. ¡Soy amiga de Jessenia!
Zayd: Puede que el golpe te haya causado pérdida de memoria. Ya no sois amigas. Mi hija no quiere volver a verte nunca más, ¿recuerdas?


Hafida: ¡Es usted un repugnante gusano!

Hafida avanzó con intención de lanzarse a su cuello pero sus hombres le apuntaron con sus pistolas y se detuvo.

Zayd: Hace años que te habría vendido si no llega a ser por tu amistad con mi hija. Luego mi hijo se encaprichó de ti y tú...lo rechazaste,¡ rechazaste a mi hijo! Esa humillación no se la consiento a nadie, ¡A nadie!
Hafida: ¡Me buscarán y averiguarán lo que está haciendo!
Zayd: ¿Hablas de tu viejo tío? Piensa que te has marchado...que lo has vuelto a abandonar. Seguro que imaginará que estás con ese viejo de ciudad...puede que te haga un favor y te venda a un viejo, ¿eso te haría feliz?


Zayd salió riendo a carcajadas. Hafida se sentía impotente y muy furiosa. Su indignación fue a más cuando vio a Makin entrar de la mano de Pamela. Parecía estar satisfecho. Sonreía feliz viendo a Hafida en esa situación. Pamela la miraba burlona. 

Hafida: ¿Estás al corriente de todo lo que hace tu padre?
Makin: Hafida, yo soy su mano derecha. ¿Ves lo que ocurre por querer ser una mujer moderna?
Hafida: Makin, debes entrar en razón...esto no está bien. 
Makin: Tu rechazo fue lo que no estuvo bien.
Pamela: Ahora está conmigo. Lo siento, pero has perdido tu oportunidad.


Makin se acercó a Hafida y le puso la mano sobre su hombre.

Makin: Todavía estás a tiempo...si te casas conmigo te sacaré de este lugar y podrás ser feliz a mi lado.
Pamela: ¿El qué?
Makin: Hafida, es tu última oportunidad.
Hafida: Quita tu sucia mano de mi hombro. No quiero que vuelvas a tocarme nunca más. Me repugnas tanto que no quiero respirar el mismo aire que respiras. Cásate con esa, se os ve muy enamorados. 
Makin: Maldita...


Makin: Allá a dónde vas no serás feliz. Ahora lo veo claro, es tu destino. Siempre serás desgraciada.
Hafida: Pero mi dignidad siempre seguirá intacta. 
Pamela: Vamos cielo, no perdamos más tiempo con esa mujer. Oye, eso que le has propuesto del matrimonio era una coña, ¿no?
Makin: Calla.


Makin salió al exterior y Pamela se quedó en el umbral de la puerta para despedirse de Hafida.

Pamela: ¡Que calor más asqueroso hace en este lugar! Yo me daré un baño perfumado y después comeré deliciosos manjares hasta hartarme.
Hafida: Espero que te atragantes.
Pamela: Cuanta ira contendida, querida. Es la envidia que te corroe por dentro.


Makin: Aquí nos despedimos. Te espera un futuro muy duro, así que tendrás que mentalizarte.
Pamela: Sí, tendrás que mentalizarte.
Makin: Pamela, no hablaba con ella, sino contigo.
Pamela: ¿Disculpa? ¿Que quieres decir? 
Makin: Gracias por tus servicios, preciosa.
Pamela: Cielo, me estás asustando. Venga, deja la broma que no tiene gracia...
Zayd: Es un buen ejemplar, hijo. Estoy orgulloso de ti.
Makin: Hasta nunca, Pamela.


Makin cerró la puerta y Pamela quedó encerrada con las demás. Golpeó la puerta con sus puños llamando desesperada al que ella creía que era su gran amor. Veía como se le escapaba de las manos una vida de lujos y diversión. No supo darse cuenta que había sido utilizada desde el principio para poner celosa a Hafida y ser vendida. No fue capaz de ver la realidad, ella no encajaba y nunca lo habría hecho. Era una mujer moderna, que vestía de forma provocativa y eso no estaba bien visto en aquellas tierras. Lloraba y pateaba la puerta furiosa intentando convencerse que se trataba de una broma. Las demás la miraban atónitas. 

Pamela: ¡No tiene gracia! Vamos, ya te has reído suficiente...déjame salir. Cielo, esto no tiene gracia, ¡quiero salir ya! Venga, que aquí hace calor...¡abre la puerta!



Pamela se dio la vuelta y miró a las demás. Todas guardaban silencio. Pamela intentaba aguantar la compostura mordiéndose el labio inferior y tragándose las ganas de llorar.

Pamela: Volverá, es solo una broma de las suyas. Sé que volverá...estoy segura. ¡No me miréis más!


Mientras Pamela seguía gritando y hablando con la puerta, Hafida se sentó junto a las demás. Intentó probar la comida que les habían traído, pero no fue capaz.

Hafida: Esto parece una pesadilla...no puedo creer que me esté ocurriendo.
Nazira: Yo tampoco.No sé si podré soportar este calor por mucho tiempo más. 
Denise: Es insoportable.
Hafida: Denise, ¿de dónde eres?


Denise: Soy de Cima alta. Allí tengo a mis padres y mis hermanas. 
Nazira: ¿Cómo te atraparon?
Denise:  Estaba a punto de casarme con el hombre al que amaba. Creía que era feliz, pero no era así. Pensar en la boda, en una vida rutinaria con los niños, el trabajo, comidas familiares, la barbacoa de los domingos con los vecinos...un día antes de la boda me marché. Necesitaba escapar. Decidí viajar, descubrir nuevos mundos. Llegué aquí hace más de un mes y en una de mis excursiones me secuestraron.
Hafida: ¿Tu familia no sabe que estás aquí?
Denise: Les envié una postal en la que les decía que estaba bien y que no se preocupasen. Que tonta fui...debí casarmee con él...esto me ocurre por irresponsable...
Hafida: Eso no es cierto. No te tortures, no eres culpable de que te haya ocurrido esto.


Nazira: Indualala, ¿cual es tu historia?
Indulala: Soy profesora de baile en una academia. Conocí por Internet a un hombre del cual me enamoré. Durante meses hablamos por chat y por teléfono. Me pedía que fuese a verlo, pero no podía dejar mi trabajo. Una de mis alumnas se enteró de mi historia y entre todas reunieron el dinero para que viniese a verlo. Yo me negué en rotundo, pero insistieron tanto y yo estaba tan enamorada que...accedí. Mi hermana me advirtió sobre esto pero no quise escucharla. Cuando nos encontramos por primera vez supe que algo estaba mal. Era seco y poco cariñoso...montamos en un coche y me trajo directamente a este lugar y  desde entonces estoy aquí encerrada.
Hafida: Te engañaron...tenemos que salir de aquí como sea. 


Estaba oscureciendo. Hasine había cenado poca cosa, tenía el estómago cerrado. Desde que su sobrina se marchó, su vida había dejado de tener sentido. Lloraba a todas horas y se lamentaba continuamente. Un camello se aproximaba. Cuando estuvo cerca, vio que lo montaba Simbat. 



Simbat: ¡Hasine, Hasine! Necesito hablar con Hafida,¿dónde está?
Hasine: Simbat...ella ya no está.
Simbat: ¿Está en el oasis pescando?


Hasine: No puedo decirte más, solo se que se fue para no volver. Tú eres el culpable, ¿que te dijo Zayd para que te casaras con su hija? Hiciste daño a mi sobrina.
Simbat: No puede ser, ¡debo hablar con ella! ¿No le dijo a dónde iba?
Hasine: No me dijo nada...
Simbat: Hafida...¿Dónde podría estar?
Hasine: Ya te he dicho que no lo sé. Dime, ¿que es lo que te dijo para que te casaras con su hija?
Simbat: No se lo puedo decir...
Hasine: Cobarde.
Simbat: No lo comprende...
Hasine: Comprendo más de lo que piensas. ¿Te amenazó? ¡Debes luchar y no rendirte jamás! Por tu culpa mi Hafida me a abandonado...y sin despedirse.
Simbat: Lo siento...


Hasine: Tus disculpas no me devolverán a mi sobrina. Ve junto a tu futura esposa y deja en paz a mi sobrina, tiene derecho a rehacer su vida. Por favor, no vuelvas a molestarme más. Estoy viejo y cansado de la vida.
Simbat: No volveré a molestarle, se lo juro. Hafida...quizás nuestro destino sea estar separados...un amor verdadero pero imposible.



Continaurá...

sábado, 22 de febrero de 2014

Sed de sangre: Capítulo 3 - Una nueva oportunidad

Aquel individuo estaba furioso. Eros fue mucho más rápido de lo que ese hombre podría imaginar y en seguida lo redujo sin problemas. El hombre gritaba enfurecido en el suelo mientras Eros le agarraba por el cuello. Sinéad observaba atónita. Aunque había vivido situaciones límite en su vida, nunca se terminaba de acostumbrar a las imprevisibles reacciones de los humanos.

Eros: ¡Quieto parao! ¿Que pensabas hacer?
Vagabundo: ¡Suéltame! ¡Esta es mi casa!
Eros: ¿Prometes no hacer ninguna tontería?
Vagabundo: Lo prometo...


Su olor era nauseabundo. Era una mezcla entre suciedad y alcohol. A Sinéad  le entraron angustias y a punto estuvo de salir corriendo, pero al ver al hombre abrazar al perro con mucho cuidado y cariño, cambió de opinión. 

Sinéad: ¿Es suyo?
Vagabundo: Trasto no pertenece a nadie, yo solo lo cuido y lo protejo.
Sinéad: Que nombre más gracioso. Es tu protegido, tu amigo, ¿no?
Vagabundo: Sí...no podía permitir que os lo llevaseis.Lo rescaté de un contenedor, alguien lo había abandonado y me comprometí a cuidar de él. Lo siento, no pretendía hacerles daño...

En seguida ese hombre despertó en Sinéad una profunda admiración. A pesar de su olor corporal y su aspecto, su corazón era noble y bueno.

Sinéad: Lo siento, no sabíamos que Trasto ya tenía quién le cuidara. 


Eros: Voy a seguir investigando las habitaciones...me aseguraré que no nos encontremos más sorpresas.
Sinéad: Ten cuidado, por favor.
Eros: Lo tendré, Shiny. Vosotros también.


Wen: Cuantas botellas de vino y cerveza...¿vives aquí?
Vagabundo: Sí...llevo tiempo viviendo aquí con Trasto. No tengo amigos ni familia y en este lugar hasta ahora nadie me había molestado.Antes que me lo pregunte, sí, soy alcohólico. Por ese motivo lo perdí todo...


Wen: ¿Cómo te llamas?
Vagabundo: Me llamo Leo. 
Wen: Yo soy Wen.
Sinéad: Yo soy Sinéad.
Leo: Al menos aquí me sentía seguro junto a Trasto. Por favor, aquí no molesto ni hago daño a nadie...si me echan no sabré a dónde ir.


Wen: Leo, si quieres te podemos ayudar. Podemos buscarte un lugar dónde estar.
Leo: No tengo dinero...
Wen: No te preocupes por eso. 


Sinéad: Leo, veo en ti un buen hombre. Ahora soy la dueña de este hotel y quiero tener cerca a personas como tú. Sé que el alcohol es una adicción muy difícil...tengo una amiga que ha sufrido ese calvario con su padre. Yo misma fui víctima hace años de una adicción muy fuerte que por muy poco no me llevó a la muerte...

Sinéad se emocionaba al recordar aquellos años oscuros. Hizo daño a los seres queridos que la rodeaban y perdió totalmente el control de si misma. Sabía lo duro que resultaba salir de ese oscuro pozo y más sin ningún tipo de ayuda.

Sinéad: Si lo deseas, podrás trabajar en este hotel. Puedes alojarte en uno de mis hoteles y cuando lo hayamos reformado, podrías incorporarte a la plantilla.
Leo: No sé si seré capaz...
Sinéad: Pediremos ayuda a dónde sea para curarte.
Wen: Hablaré con Lilu, ella te ayudará a cambiar de aspecto. Encontrará ropa para ti y te convertirá en otra persona. Será todo un reto para ella.
Sinéad: A partir de ahora ya no estás solo.


Leo se levantó y abrazó a Sinéad llorando. Aunque su olor era nauseabundo y su ropa estaba sucia y rota, Sinéad correspondió el abrazo. Sabía que lo que más necesitaba Leo era cariño y comprensión.

Leo: ¡Muchas gracias! Eres un ángel para mi. 
Sinéad: No las merecen. Vamos, te llevaré a un hotel para que puedas asearte y descansar.


Wen: Que buena eres, Sinéad. Esto demuestras el gran corazón que tienes. Cada día me reafirmo más, los vampiros...digo, que sé que no sois malos. Tu eres la prueba de ello.
Sinéad: Wen, no sabes como me alegra escuchar eso...lo necesitaba.
Leo: Trasto, ¡nos mudamos de casa!


Al día siguiente la reforma del hotel se puso en marcha. Ya que se iniciaban a primera hora de la mañana, Sinéad y Eros no pudieron estar presentes. Wen se ocupó de todo. Los negocios de Murfi habían fracasado uno tras otro, así que ahora se dedicaba a recoger trastos y vender chatarra. La hermana de Pinhead no tenía trabajo fijo, así que ayudaba a Murfi y se ganaba un dinero. Sus padres tenían una carnicería, pero le costaba trabajar bajo las órdenes de sus padres, sobretodo de su madre, pues era un mujer muy exigente y estricta. Al contrario que su hermano Pinhead, Sandy no quería delinquir e intentaba trabajar dentro de la legalidad. 


Murfi: ¡Cuidao otía! Que si eto se cae, me plasta el pie, ¡tira pa la izquierda leches!
Sandy: Lo intento, ¡esto pesa una barbaridad!

Intentaban introducir en la furgoneta una enorme caja de seguridad.

Murfi: ¡Me cruje la esparda! Venga, farta poco.
Sandy: ¡Sí, casi está listo!


Manolo había quitado la mala hierba de la entrada y las ventanas del hotel. Se sentía satisfecho.

Manolo: ¡Ezto parezía una zelva!


Wen llamó a Chelo para que se ocupase de organizar la limpieza del hotel cuando las reformas estuviesen acabadas.

Wen: Chelo, necesitaremos tu ayuda. Confío plenamente en ti para este trabajo.
Chelo: No sabes la alegría que me da que pienses en mi para este trabajo, no es por nada, pero no tengo rival en cuanto a la limpieza, me se todo los trucos que existen. ¿Me podría llevar a mi hija? Es que no es porque sea mi hija, pero es muy buena trabajadora.
Wen: Puedes formar el equipo de limpiadoras que quieras y veas necesario. Por supuesto, esto estará bien pagado.
Chelo: ¿Cuando comenzamos? 


Para reformar el hotel, Wen contó con sus amigos piratas. Ellos se encargaron de la reforma del piso de Diamante y Sus y el resultado no pudo ser más bueno. Carmelo transportaba materiales con la carretilla. Diamante era el jefe de obra y se encargaba de que todo fuese sobre ruedas. Aunque también se dedicaba a hacer diversas tareas, lo que más le gustaba era ordenar y dirigir. Tigre utilizaba un pico para arrancar humedades de una pared. Wen ponía tochos y Tom atornillaba los marcos de los ventanales.

Diamante: Carmelo, he visto tortugas más rápidas...
Carmelo: Si no te gusta como lo hago, lo puedes hacer tú mismo. Como te gusta mandar.
Diamante: No rechistes, que soy el jefe de obra.

Diamante le sacó la lengua y Carmelo le respondió de la misma forma.


Gallofá se tumbó sobre un gran montículo de arena  y sacó de un bolsillo dos figuras de juguete. Eran dos piratas armados con espadas y pistolas. Diamante y Tigre lo miraron atónitos.

Gallofa: ¡Este lugar es ideal para jugar con mis muñecos! Capitán, ¡estamos perdidos en una isla desierta! No se preocupe señor Garfio, ¡encontraremos una forma de salir de este lugar! Capitán, ¡tengo sed! Yo tengo la lengua más seca que la mojama, aguante.


Tigre: ¡¿Pero esto que es?!
Diamante: Tranquilo, Tigre...
Tigre: ¡Yo trabajando y él jugando con sus muñecos!
Diamante: Lo sé, esto no es normal...
Gallofa: ¡Pero no puedo desaprovechar ese montículo de arena!


Tigre: ¡Tienes razón! Yo también me he traído mis muñecos. También son piratas, Capitán Barbalarga y la comandante Jaimita Golondrina, ¡Eh vosotros! Soy el capitán Barbalarga y esta es mi isla, ¡no tenéis derecho a estar aquí!
Gallofa: ¡No nos interesa esta isla! Queremos marcharnos, ¡es horrible y fea!
Tigre: ¡Nadie insulta mi querida isla! ¡Lo pagaréis muy caro!
Diamante: Pues está interesante...


Diamante tomó asiento y sacó su desayuno. Llenó una copa de buen ron y como si se tratase de una obra de teatro, se puso a ver como jugaban.

Tigre: ¡Chupupám! No tenéis escapatoria jajajaja.
Gallofa: ¡Corra señor Garfio, que estos están locos!


Mientras, Duque y Hércules reformaban la cocina levantando un muro. Hércules se aseguraba que estuviese a nivel.

Duque: Está desnivelado...
Hércules: ¿Tú crees? Bueno...representa que es un muro fashion...ahora hay estanterías torcidas y a la gente le gusta...No cuela, ¿no?
Duque: Creo que no...tendremos que volver a empezar.


Omar, Othello, Duclack y Sus se dedicaban a pintar las paredes en blanco. Disfrutaban de ello, ya que lo hacían sin presiones. A Duclack le relajaba pintar, darle luz a las amarillentas paredes. Sus usaba su rodillo tarareando la canción de Clingo.


Sus: Clickas del amoooooor, sentimientos apasionados por amooor...la la la laaaa. Uff, me siento cansada.
Duclack: Yo no, esto me relaja muchísimo.


Sus: Ay, necesito tomarme un descanso. Uff, me duele el brazo...seguro que luego tendré agujetas. Que floja soy...
Duclack: Deberíamos apuntarnos a las clases de Chino Juan, para ponernos en forma en cuerpo y alma.
Sus: Es buena idea, creo que me estoy quedando oxidada...


Aparecieron Vicrogo, Mary y Estrella con pizzas y bizcochos caseros. No habían podido ayudar así que decidieron animar a sus amigos llevando una deliciosa comida que les proporcionase energía.

Vicrogo: ¿Alguien a dicho pizza?
Estrella: ¡De barbacoa y vegetariana!
Mary: Y un delicioso bizcocho casero para el postre.

Todos saltaron de alegría al verles entrar. A Sus se le olvidaron las agujetas al ver la deliciosa pinta que tenía el bizcocho. Supo de inmediato que había sido cosa de Vicrogo, experto en bizcochos y magdalenas.


Pasados unos días terminaron las reformas. Solo faltaba la limpieza y la organización de los muebles y decorados para abrir el hotel al público. Wen, Duclack, Sus y Diamante se quedaron hasta el anochecer trabajando en los últimos detalles. Mary les trajo pizza así que cenaron los cuatro en el comedor del hotel, sentados en el suelo a falta de muebles. Comían pizza y bebían celebrando el fin de la obra.

Duclack: Ha quedado estupendo. Seguro que me hospedaré en este hotel muchas veces. Me traerá muy buenos recuerdos.
Wen: Sí, después del duro trabajo la verdad es que ha quedado genial. Ya veréis cuando lo vean Sinéad y Eros.
Diamante: Oye, hablando de ellos...¿No os parece extraño que no hayan aparecido nunca para ver que tal va la obra?
Wen: Si lo han hecho, unas cuantas veces.
Diamante: Sí, pero siempre por la noche.
Sus: Cariño, ya sabes que a ellos no les gusta salir por el día. No se sienten cómodos. 
Diamante: Ni que fuesen vampiros, ¡jajajajaja!

Wen aguantó la respiración al escuchar esa palabra. Sabía que Diamante lo había dicho en broma, pero ya sospechaban que algo extraño ocurría con ellos.



Duclack: Wen, ¿te ocurre algo?
Wen: No es nada...
Diamante: ¿Es por lo que he dicho? ¡Lo decía en broma!
Wen: Lo sé...es solo que estoy cansado...
Duclack: Si fuesen vampiros, yo ya estaría muerta. Salgo muchas veces con la moto con Eros por ahí. Ya me habría mordido. Además, son los dos un encanto.
Sus: A lo mejor tienen una enfermedad, ¿os acordáis de la película Los otros clicks? Los niños tenían una enfermedad y no les podía dar la luz del día.
Duclack: Nos lo habrían dicho, ¿no?


Diamante: Incluso tienen una dieta muy extraña, ¡nunca los he visto comer!
Wen: El otro día vi a Sinéad comiéndose un bocata vegetal. Luego se pidió unas patatas de luxe en el ClickDonalds.

Wen mintió sin pensar, intentando proteger la verdadera identidad de Sinéad y Eros. Dijo lo primero que le vino a la cabeza.

Diamante: Ah...pero, ¿ves? ¡Vegetal!
Sus: Oye, ¿que tienes en contra de lo vegetal? 
Diamante: Que eso es comida para cabras y ovejas.
Sus: ¿Me estás llamando cabra?
Diamante: ¡Sí!

Todos estallaron en carcajadas. Sus sacaba la lengua a Diamante entre risas y Diamante le mandaba besos burlones.


Sinéad: Hola, siento interrumpir.

Sinéad observaba a sus amigos tímidamente. No les había querido interrumpir, sentía que podía molestar. Había escuchado la conversación y se sentía fuera de lugar. Se le pasó salir corriendo de allí, pero al ver a Wen se tranquilizó.

Wen: ¡Sinéad!
Diamante: ¡Sinéad! Espero que no te tomes a mal lo que he dicho de la comida vegetal...¿Lo has escuchado?

Diamante se puso rojo como un tomate. 

Sinéad: No, no te preocupes.
Sus: Diamante es muy bromista, siempre se mete conmigo por ser vegetariana. 
Wen: Siéntate con nosotros.
Duclack: Sí, estamos celebrando el fin de la obra. 
Sinéad: ¡Ya está terminada!


Sinéad se sentó en el suelo junto a ellos. Aunque al principio se había sentido fuera de lugar, pronto esa sensación desapareció. 

Duclack: Hace un ratito que lo hemos terminado.
Sinéad: Es genial, está todo tan bonito. Muchas gracias, chicos. Sois los mejores amigos que se pueden tener.
Sus: Lo hemos hecho encantados. Estoy segura que este hotel será todo un éxito.
Sinéad: Eso espero...No sé que habría hecho sin vosotros.
Wen: Te mereces esto y mucho más.¿Dónde está Eros?
Sinéad: No ha podido venir. Estoy deseando que venga para verlo, es fantástico. Habéis llenado este hotel de buenas vibraciones y eso se nota.


Lilu: ¡Sorpresaaa!

Lilu apareció sin avisar y asustó a todos los presentes. Parecía estar muy contenta y entusiasmada.

Sinéad: Que inmenso susto me has dado.
Sus: Lilu, ¡que nos matarás de un infarto!
Wen: ¿Siempre tienes que dar la nota?
Lilu: ¡Tu calla! Caris, siento el susto pero es que estoy loquísima. ¡Loca de contenta!


Duclack: ¿A que se debe esa alegría?
Lilu: ¿Os acordáis de Leo?
Diamante: ¿Leo?
Sinéad: Sí, el indigente que nos encontramos en este hotel. Está viviendo en un hotel, con los gastos pagados hasta que consiga valerse por si mismo. 
Lilu: ¡Bingo! Ese boy. Pues nenas, agarraos bien fuerte las bragas porque se os caerán al suelo cuando lo veáis entrar. ¡Está irreconocible! Quién iba a decirme que bajo esa montaña de ropa sucia, esa mata de pelo y esa barba larga, la mugre y el olor...se escondía un chico tan guapo como este, ¡pasa Leo!


Su cara estaba al descubierto. Ya no quedaba ni rastro de esa larga y espesa barba rubia. Su pelo ahora era corto y un poquito rizado. Llevaba un jersey amarillo y unos pantalones grises a juego con el gorro. Lucía unos zapatos de vestir modernos y elegantes. De una correa llevaba a su querido amigo Trasto. A Leo le daba mucha vergüenza aquella situación y no sabía ni a donde mirar. Estaba acostumbrado a ser invisible para todo el mundo.

Leo: Hola...
Lilu: ¿A que es un milagro? Lo sé, lo sé, soy la más.

Todos aplaudieron y felicitaron a Lilu por el trabajo y a Leo por el cambio.


Sinéad se acercó hasta Leo y le sonrió con ternura. Leo parecía otra persona. De sus ojos radiaban esperanza y felicidad.

Sinéad: No solo eres bello por dentro, también lo eres por fuera.
Leo: Gracias...
Lilu: Además, hace dos semana que no bebe ni una gota de alcohol.
Sinéad: ¡Que maravilla! ¿Cómo lo has conseguido?
Leo: Lilu me apuntó a las clases de Chino Juan, él me ayudó a superar mi problema...aunque dice que tendré que luchar con ella toda la vida y nunca tendré que bajar la guardia. A pesar de ello, hace años que no llevo tanto tiempo sin beber.
Sinéad: Esto me hace muy feliz.


Lilu: Por cierto, quiero presentaros a una amiga. La conocí de compras y en seguida me cayó genial. Viste de lo más in y es toda una cari. Se llama Sidra.

Una mujer bella, de pelo negro y largo y ojos claros saludó a todos.Vestía de verde y el color le favorecía mucho Llevaba un bolso verde a juego con la ropa.

Sidra: Hola, buenas noches.
Lilu: Wen y Sus son mis primos. Diamante el marido de Sus y Duclack y Sinéad dos amigas íntimas mías. Nena, todos tienen un heart grandioso. 
Sidra: Es un placer conoceros.
Sus: Siéntate con nosotros, Sidra. ¿Quieres tomar algo?
Sidra: No sé si debería...he dejado al niño con mi marido en el hotel y no me gusta dejarlos solos mucho tiempo.
Lilu: Cari, ¡luego te acompaño si es necesario! Decidido, te quedas y no hay más que hablar.
Sidra: Vale, un ratito. 


Duclack: ¿De dónde eres, Sidra?
Sidra: De Hàbú. Me gusta venir a Wensuland de compras. A mi marido le aburre mirar tiendas así que él se queda en el hotel con el niño y yo me voy sola de compras.
Wen: ¡Hàbú! Mis padres pasaron su luna de miel allí.
Sus: Un día me gustaría visitar Hàbú.
Sidra: Si me avisáis con tiempo os puedo hacer de guía. 
Sinéad: He escuchado que es un lugar ideal para vivir.
Sidra: Sí, aunque tiene sus más y sus menos, como en todas partes. Hace poco una loca sembró el terror en todo el país, la llamaban la granjera asesina.
Duclack: Leí algo sobre eso en los periódicos.
Lilu: Que alguien me sirva un copazo, ¡please! ¡Celebramos que hacemos amigos y que este hotel será todo un éxito!


Continuará...