Simbat estaba sentado en uno de los muchos patios del palacio de Zayd. Se sentía como un prisionero. Aunque no estaba atado de manos y pies y se podía mover con libertad por el palacio, salir al exterior sin permiso lo tenía totalmente prohibido. Siempre encontraba guardias que le impedían el paso y le preguntaban por sus intenciones. Zayd estaba decidido a no dejarle escapar hasta que se casase con su hija. No podía dejar de pensar en Hafida, en sus ojos lagrimosos cuando le dijo que no la amaba. Le había costado mucho pronunciar esas palabras pero debía protegerla. Zayd la mataría y también a su padre. A pesar de todos estos problemas, Simbat estaba decidido a luchar por Hafida.
Simbat: No sé que debo hacer...debo pensar algún plan...
Rausahana: Simbat, estás aquí.
Rausahana se había portado muy bien con Simbat. Procuraba que no le faltase de nada y le hablaba con amabilidad y respeto. Fue en su busca para hacerle algunas preguntas. No tenía muy claro cuales eran los sentimientos de Simbat.
Simbat: Desearía estar solo, si no le importa.
Rausahana: No deseaba molestarte, Simbat. Necesito hablar contigo...luego te dejaré a solas con tus pensamientos.
Simbat: ¿Que quiere?
Se sentó a su lado y le sonrió. Aunque la madre de Jessenia era una buena mujer, no estaba de humor para conversar. Quería estar solo y buscar una solución a todos sus problemas.
Rausahana: No pareces el típico novio días antes de la boda...más bien un hombre desdichado e infeliz, ¿no deseas casarte con mi hija? Es importante que lo tengas claro.
Deseaba gritarle que no amaba a su hija y cuales eran las amenazas que su marido había hecho, pero no podía. Temía enfadar a Zayd y empeorar su situación.
Simbat: Sí, deseo casarme con ella.
Rausahana: Entonces, ¿que es lo que tanto te perturba? Estás nervioso, ¿es eso?
Simbat: Deben ser los nervios...
De pronto, tuvo una idea. Necesitaba hablar con Hafida, explicarle todo lo que había sucedido y que la seguía amando. Quizás juntos pudiesen urdir un plan.
Simbat: ...y me preocupa Hafida.
Rausahana: Debo confesarte que a mi también. Parecía muy afectada...y el comportamiento de mi hija fue desproporcionado. Siempre han sido amigas y esta situación me entristece.
Simbat: Desearía ir a hablar con ella...pedirle disculpas por mi indecisión, por haberle hecho daño. Le podría pedir que fuese paciente con Jessenia, que con el tiempo lograrían olvidar lo ocurrido y volver a ser amigas...pero no puedo, esos guardias no me dejan salir.
Rausahana: Comprendo. Es normal que te sientas tan mal por ellas...sois amigos de toda la vida. Aunque mi marido es muy estricto con las salidas, te ayudaré. Tendrás una hora para ir a hablar con ella, pero ni un segundo más...si Zayd se enterase...
Simbat: ¡Gracias! Se lo agradezco mucho...
Jessenia: ¡Que imagen más bonita! Mi futuro marido y mi madre juntos, ¡debería haceros una foto!
Simbat: Tienes una madre maravillosa.
Rausahana: Os dejaré solos...pero no hagáis nada indebido...
Simbat: Descuide...
Rausahana: Voy a hablar con los guardas para que puedas salir.
Rausahana se marchó y los dejó a solas. Jessenia apoyó su cabeza sobre el pecho de Simbat. Cerró los ojos suspirando. Le parecía estar viviendo un sueño. Lo amaba tanto que sería capaz de dar su vida por él.
Jessenia: El latir de tu corazón es la música más bonita que he escuchado nunca.
Simbat: ¿Querías algo?
Jessenia: Sí, estar contigo. Estás tan serio...¿Que te ocurre?
Simbat: ¿No te sientes mal por lo ocurrido con Hafida?
Jessenia: Entiendo que estés triste por Hafida, pero no podemos dejar que empañe nuestro amor. Desearía que no nos hubiésemos peleado pero ya no puedo hacer nada al respecto. Aunque me duela...se lo buscó. Ella me traicionó.
Simbat: Las cosas no son tan fáciles como aparentan.
Jessenia: Bueno, dejemos de hablar de ella. Lo importante es que estamos juntos y nos vamos a casar. No hago más que pensar en el día de nuestra boda. Llevo mucho tiempo soñando con este momento. Simbat, te amo tanto que daría mi vida por ti.
Simbat: Jessenia...tengo que irme.
Jessenia: ¿A dónde?
Simbat: Tengo asuntos que resolver.
Jessenia: Estás muy serio, amor mío. ¿Crees que no me siento mal por ella? Es la primera vez que nos peleamos de esa forma y su traición me corroe por dentro...pero intento reponerme.
Simbat: Hafida no te ha traicionado.
Jessenia: ¿La defiendes? Quiso confundir tus sentimientos, ¿no lo recuerdas?
Simbat: Disculpa, tengo prisa.
Simbat se levantó y se alejó de Jessenia. Ella lo miraba confundida. Una voz en su interior le gritaba con todas sus fuerzas pero ella no la quería escuchar.
Jessenia: De acuerdo, cariño...luego te veré para la cena...
Simbat: No tengo hambre.
Tenía calor, mucho calor. El sudor empapaba su ropa y el pelo se le pegaba en la cara. Abrió los ojos y un dolor intenso en la cabeza le obligó a volver a cerrarlos. Escuchaba golpes y reconocía esa voz. Era la voz de Nazira, gritaba algo que no comprendía. Abrió de nuevo los ojos y el dolor no fue tan intenso. Miró a su alrededor y no reconoció el lugar.
Nazira: ¡Abran esa puerta! ¡Socorro!
Indulala: De nada sirve que grites, nadie te escuchará.
Nazira: ¡Esto es un error! ¡Socorro!
Escuchaba voces, pero no sabía a quiénes pertenecían. Solo supo identificar que se trataban de voces femeninas. Estaba tumbada sobre un montón de paja amontonada. Era un recinto cerrado de ladrillo negro oscuro. Entraba poca luz y el calor no podía ser más asfixiante.
Se incorporó y en seguida acudieron dos mujeres. Una de ellas rubia, piel pálida y ojos azules. Vestía con ropa moderna, de sport. Tenía todas las pintas de ser una turista. La otra era una mujer hindú. Su piel y su ropa la delataban. La rubia habló primero, parecía realmente preocupada.
Denise: ¿Te encuentras bien?
Hafida: ¿Dónde estoy?
Densie: Te han secuestrado...
Indulala: Has caído en las redes de la mafia de trata de blancas.
Hafida: ¿Que significa eso?
Indulala: Hombres que trafican con mujeres como si fuésemos ganado. Nos venden al mejor postor...
Hafida: No comprendo que hago aquí...
Denise: Yo llevo aquí tres días encerrada.
Indulala: Yo una semana.
Nazira: ¡Hafida! Al fin despiertas, ¿cómo estás?
Hafida: Me duele la cabeza...¿Sabes que está ocurriendo?
Nazira: Unos hombres nos atacaron. Te golpearon en la cabeza y perdiste el conocimiento. Nos retienen aquí para vendernos, ¡no lo podemos permitir!
Hafida: Tenemos que hacer algo...¡Swity! ¿Dónde está?
Nazira: Dudo que siga con vida...se lo llevaron...
Hafida: Swity...no puede ser...
Denise: ¡Viene alguien! Manteneos alejadas de la puerta...son muy agresivos.
Nazira: ¡No saben quién soy yo!
Indulala: No debes hacerles enfadar o te castigarán.
La puerta se abrió y un hombre armado con una pistola entró. Gritaba enfurecido que mantuviesen las distancias. Nazira hizo caso omiso a las advertencias y se acercó suplicante al hombre.
Hombre: الظهر أو فسوف يندم
Nazira: Oiga, todo esto debe ser un error. Debe dejarme marchar, ¡tengo una vida!
Hombre: لا تجعل لي امرأة غاضبة ضئيلة
Indulala: ¡No le haga enfadar!
El hombre entró en cólera y golpeó con la culata de su pistola en la cara de Nazira. Esta cayó al suelo dolorida y asustada.
Hafida: ¡Nazira!
Hombre: إذا كنت تبيع أي شيء لبلدي اثنين من الماعز التي هي أكثر قيمة من الخاص
Hafida: ¿Estás bien?
Nazira: Sí, sobreviviré...
Denise: Te lo advertimos, estos no se andan con tonterías.
Hombre2: Mujeres, comed. Tenéis que permanecer vivas hasta el día de vuestra compra.
Otro hombre traída dos platos llenos a rebosar de una nauseabunda comida.
Hafida: ¡Queremos salir de aquí!
Hombre2: Pronto saldréis, tened paciencia.
Indulala: Nos retenéis contra nuestra voluntad, ¡es un delito muy grabe! No somos mercancías, ¡somos clacks y tenemos nuestros derechos!
Hombre2: Calla, tu palabrería me aburre.
Zayd: ¿Cómo están mis chicas?
Cuando Hafida vio entrar a Zayd no supo como reaccionar. Ver un rostro conocido en toda aquella locura la tranquilizó, era el padre de su mejor amiga...quizás había acudido para ayudarle.
Hafida: ¡Señor Zayd! Menos mal que está usted aquí, ¡nos han secuestrado!
Zayd: Siempre acudo para supervisar la mercancía. Hafida...pronto cambiarás de vida, no te preocupes.
Hafida: No lo entiendo, ¿no piensa ayudarnos?
Zayd: ¡Este es uno de mis más fructíferos negocios! Contigo ganaré mucho dinero...pagarán grandes cantidades por pasar un rato contigo.
Hafida: Sabía que tenía negocios ilegales, pero no imaginaba que llegaría a caer tan bajo. ¡Soy amiga de Jessenia!
Zayd: Puede que el golpe te haya causado pérdida de memoria. Ya no sois amigas. Mi hija no quiere volver a verte nunca más, ¿recuerdas?
Hafida: ¡Es usted un repugnante gusano!
Hafida avanzó con intención de lanzarse a su cuello pero sus hombres le apuntaron con sus pistolas y se detuvo.
Zayd: Hace años que te habría vendido si no llega a ser por tu amistad con mi hija. Luego mi hijo se encaprichó de ti y tú...lo rechazaste,¡ rechazaste a mi hijo! Esa humillación no se la consiento a nadie, ¡A nadie!
Hafida: ¡Me buscarán y averiguarán lo que está haciendo!
Zayd: ¿Hablas de tu viejo tío? Piensa que te has marchado...que lo has vuelto a abandonar. Seguro que imaginará que estás con ese viejo de ciudad...puede que te haga un favor y te venda a un viejo, ¿eso te haría feliz?
Zayd salió riendo a carcajadas. Hafida se sentía impotente y muy furiosa. Su indignación fue a más cuando vio a Makin entrar de la mano de Pamela. Parecía estar satisfecho. Sonreía feliz viendo a Hafida en esa situación. Pamela la miraba burlona.
Hafida: ¿Estás al corriente de todo lo que hace tu padre?
Makin: Hafida, yo soy su mano derecha. ¿Ves lo que ocurre por querer ser una mujer moderna?
Hafida: Makin, debes entrar en razón...esto no está bien.
Makin: Tu rechazo fue lo que no estuvo bien.
Pamela: Ahora está conmigo. Lo siento, pero has perdido tu oportunidad.
Makin se acercó a Hafida y le puso la mano sobre su hombre.
Makin: Todavía estás a tiempo...si te casas conmigo te sacaré de este lugar y podrás ser feliz a mi lado.
Pamela: ¿El qué?
Makin: Hafida, es tu última oportunidad.
Hafida: Quita tu sucia mano de mi hombro. No quiero que vuelvas a tocarme nunca más. Me repugnas tanto que no quiero respirar el mismo aire que respiras. Cásate con esa, se os ve muy enamorados.
Makin: Maldita...
Makin: Allá a dónde vas no serás feliz. Ahora lo veo claro, es tu destino. Siempre serás desgraciada.
Hafida: Pero mi dignidad siempre seguirá intacta.
Pamela: Vamos cielo, no perdamos más tiempo con esa mujer. Oye, eso que le has propuesto del matrimonio era una coña, ¿no?
Makin: Calla.
Makin salió al exterior y Pamela se quedó en el umbral de la puerta para despedirse de Hafida.
Pamela: ¡Que calor más asqueroso hace en este lugar! Yo me daré un baño perfumado y después comeré deliciosos manjares hasta hartarme.
Hafida: Espero que te atragantes.
Pamela: Cuanta ira contendida, querida. Es la envidia que te corroe por dentro.
Makin: Aquí nos despedimos. Te espera un futuro muy duro, así que tendrás que mentalizarte.
Pamela: Sí, tendrás que mentalizarte.
Makin: Pamela, no hablaba con ella, sino contigo.
Pamela: ¿Disculpa? ¿Que quieres decir?
Makin: Gracias por tus servicios, preciosa.
Pamela: Cielo, me estás asustando. Venga, deja la broma que no tiene gracia...
Zayd: Es un buen ejemplar, hijo. Estoy orgulloso de ti.
Makin: Hasta nunca, Pamela.
Makin cerró la puerta y Pamela quedó encerrada con las demás. Golpeó la puerta con sus puños llamando desesperada al que ella creía que era su gran amor. Veía como se le escapaba de las manos una vida de lujos y diversión. No supo darse cuenta que había sido utilizada desde el principio para poner celosa a Hafida y ser vendida. No fue capaz de ver la realidad, ella no encajaba y nunca lo habría hecho. Era una mujer moderna, que vestía de forma provocativa y eso no estaba bien visto en aquellas tierras. Lloraba y pateaba la puerta furiosa intentando convencerse que se trataba de una broma. Las demás la miraban atónitas.
Pamela: ¡No tiene gracia! Vamos, ya te has reído suficiente...déjame salir. Cielo, esto no tiene gracia, ¡quiero salir ya! Venga, que aquí hace calor...¡abre la puerta!
Pamela se dio la vuelta y miró a las demás. Todas guardaban silencio. Pamela intentaba aguantar la compostura mordiéndose el labio inferior y tragándose las ganas de llorar.
Pamela: Volverá, es solo una broma de las suyas. Sé que volverá...estoy segura. ¡No me miréis más!
Mientras Pamela seguía gritando y hablando con la puerta, Hafida se sentó junto a las demás. Intentó probar la comida que les habían traído, pero no fue capaz.
Hafida: Esto parece una pesadilla...no puedo creer que me esté ocurriendo.
Nazira: Yo tampoco.No sé si podré soportar este calor por mucho tiempo más.
Denise: Es insoportable.
Hafida: Denise, ¿de dónde eres?
Denise: Soy de Cima alta. Allí tengo a mis padres y mis hermanas.
Nazira: ¿Cómo te atraparon?
Denise: Estaba a punto de casarme con el hombre al que amaba. Creía que era feliz, pero no era así. Pensar en la boda, en una vida rutinaria con los niños, el trabajo, comidas familiares, la barbacoa de los domingos con los vecinos...un día antes de la boda me marché. Necesitaba escapar. Decidí viajar, descubrir nuevos mundos. Llegué aquí hace más de un mes y en una de mis excursiones me secuestraron.
Hafida: ¿Tu familia no sabe que estás aquí?
Denise: Les envié una postal en la que les decía que estaba bien y que no se preocupasen. Que tonta fui...debí casarmee con él...esto me ocurre por irresponsable...
Hafida: Eso no es cierto. No te tortures, no eres culpable de que te haya ocurrido esto.
Nazira: Indualala, ¿cual es tu historia?
Indulala: Soy profesora de baile en una academia. Conocí por Internet a un hombre del cual me enamoré. Durante meses hablamos por chat y por teléfono. Me pedía que fuese a verlo, pero no podía dejar mi trabajo. Una de mis alumnas se enteró de mi historia y entre todas reunieron el dinero para que viniese a verlo. Yo me negué en rotundo, pero insistieron tanto y yo estaba tan enamorada que...accedí. Mi hermana me advirtió sobre esto pero no quise escucharla. Cuando nos encontramos por primera vez supe que algo estaba mal. Era seco y poco cariñoso...montamos en un coche y me trajo directamente a este lugar y desde entonces estoy aquí encerrada.
Hafida: Te engañaron...tenemos que salir de aquí como sea.
Estaba oscureciendo. Hasine había cenado poca cosa, tenía el estómago cerrado. Desde que su sobrina se marchó, su vida había dejado de tener sentido. Lloraba a todas horas y se lamentaba continuamente. Un camello se aproximaba. Cuando estuvo cerca, vio que lo montaba Simbat.
Simbat: ¡Hasine, Hasine! Necesito hablar con Hafida,¿dónde está?
Hasine: Simbat...ella ya no está.
Simbat: ¿Está en el oasis pescando?
Hasine: No puedo decirte más, solo se que se fue para no volver. Tú eres el culpable, ¿que te dijo Zayd para que te casaras con su hija? Hiciste daño a mi sobrina.
Simbat: No puede ser, ¡debo hablar con ella! ¿No le dijo a dónde iba?
Hasine: No me dijo nada...
Simbat: Hafida...¿Dónde podría estar?
Hasine: Ya te he dicho que no lo sé. Dime, ¿que es lo que te dijo para que te casaras con su hija?
Simbat: No se lo puedo decir...
Hasine: Cobarde.
Simbat: No lo comprende...
Hasine: Comprendo más de lo que piensas. ¿Te amenazó? ¡Debes luchar y no rendirte jamás! Por tu culpa mi Hafida me a abandonado...y sin despedirse.
Simbat: Lo siento...
Hasine: Tus disculpas no me devolverán a mi sobrina. Ve junto a tu futura esposa y deja en paz a mi sobrina, tiene derecho a rehacer su vida. Por favor, no vuelvas a molestarme más. Estoy viejo y cansado de la vida.
Simbat: No volveré a molestarle, se lo juro. Hafida...quizás nuestro destino sea estar separados...un amor verdadero pero imposible.
Continaurá...