jueves, 23 de febrero de 2023

La gran aventura: Capítulo 02: El mochazo

En el interior de la gasolinera Isa atendía a los clientes. Con su melena lila y su agradable sonrisa, atendía con amabilidad a todo el mundo. Ese día intentaba mantener la calma, pues la tranquilidad que solía reinar en la cafetería de la gasolinera había desaparecido.


Isa: Aquí tiene su ticket. Muchas gracias por su visita. Que tenga un buen día.

La clienta, que había merendado en la cafetería, se marchaba deseándole lo mismo a Isa.


Una clienta estaba sentada a la mesa, tomándose un té rojo y un donut de coco. Después de un día muy duro en el trabajo, ese era su momento de relax. Durante todo el día había estado pensando en disfrutar de su té en la cafetería, pero por desgracia, el jaleo que tenían montado unos niños le estaban destrozando el momento.


Hermenegilda había llevado a dos de sus nietos a merendar allí. Era más barato que en las cafeterías del barrio y le pillaba cerca del supermercado. Pedrito y Pablito eran muy revoltosos. Su hijo solía dejárselos para que los cuidase mientras trabajaba, así que se pasaba todo el día con ellos. Su nuera también trabajaba, así que no le quedaba otra que apechugar. 

Pedrito: ¡Abu, mira lo que hago!

Pedrito hizo gárgaras con el zumo que estaba bebiendo. Hermenegilda le regañó enfadada.

Hermenegilda: ¡Con la comida no se juega, Pedrito! Compórtate como es debido o la próxima te quedas en casa.
Pablito: ¡Cho mge pogto bieg abu!
Hermenegilda: ¡No hables con la boca llena! Ay, no puedo con estos nietos míos. ¡Te has manchado el jersey, Pablito!
Pedrito: ¡Es un guarro!
Pablito: ¡Eso lo serás tú!
Hermenegilda: Me voy a liar a dar tortas que me voy a quedar tan pancha.


Olivia entró junto a Estrella, que miraba expectante la distribución de la tienda y todos los clientes.

Pablito: ¡¡Me ha escupido en la jeta!!
Pedrito: ¡Has empezado tú!
Olivia: Perdona, esto suele estar más tranquilo...
Estrella: No pasa nada. Así me familiarizo antes con las situaciones más estresantes. 


Olivia: Isa, te presento a Estrella, tu nueva compañera.
Isa: Un placer, Estrella.
Estrella: Igualmente.
Olivia: Coincidiréis en el cambio de turno. No sé si te dije que se trabaja sola. 
Estrella: No...
Olivia: Tendrás a tu disposición un número de teléfono con el podrás contactar con nosotras para cualquier duda o problema que te surja. Luego te meto en el grupo que tenemos.
Isa: Sí, ya lo verás, el grupo es una pasada...


Mientras tanto en el taller...

Jonas, agarró del hombro a Gan y lo alejaba de Alejandra, que no podía dar crédito a lo que estaba ocurriendo.

Jonas: Las clacks se creen que lo saben todo, macho. Me fío de ti, tienes pinta de listo. Mira, necesito el coche para mañana, tengo un...
Gan: Oiga, yo solamente soy el aprendiz...


Alejandra tocó el hombro de Jonas, que se giró disgustado.

Jonas: ¿Qué quieres?
Alejandra: Tienes que hablar conmigo, majete. Gan es mi aprendiz.
Jonas: Pues seguro que sabe lo que se hace. No tengo nada en tu contra, guapa. Es que esto es algo de hombres, aquí una mujer no pinta nada. 


Alejandra: Me estás faltando al respeto, guapito. No solamente a mi, también a todas las mujeres.
Jonas: La verdad duele, lo siento. Mejor dedícate a limpiar el taller o lo que sea que hagas, pero deja que los mayores nos encarguemos de las cosas importantes.
Alejandra: Tengo cuarenta años, pedazo de alcornoque. 
Jonas: Ey, sin faltar. Desde luego, las mujeres estáis que no se os puede decir nada. Con el rollo este del feminismo no puede abrir uno la boca. 
Alejandra: ¿El rollo del feminismo? Esto debe ser una broma, ¿no? ¿De qué caverna has salido tú?
Jonas: Anda, vete a traernos un café mientras hablo con el mecánico y no molestes. Podrías fregar el suelo, que seguro se te da muy bien.


Alejandra agarró el mocho y se lo restregó por toda la cara. Lo hizo con fuerza y mucha puntería. El mocho, que estaba repleto de grasa y suciedad, pasó por todo su rostro. Estaba mojado, por lo que las gotas de suciedad penetraron en su boca y mojaron su camiseta.

Alejandra: ¡A lo que le hace una buena fregada es a tu cerebro de besugo! 
Jonas; ¡Puaggg! ¡Socorro!
Alejandra: ¡Fuera de mi taller!
Pam: ¡Muy bien, Ale!


Jonas y Carlos salieron despavoridos del taller. Alejandra los perseguía con el mocho en alto y gritando enfurecida.

Alejandra: ¡¡Y no volváis nunca más por aquí, escoria!!
Pam: ¡Bravo!


Gan: ¿No nos pueden denunciar por esto?
Alejandra: ¡Pues que lo hagan! A este tipo de escoria de seres humanos, hay que tratarlos como lo que son, basura. Estos desgraciados vienen a mi taller a faltarme al respeto y devolverme a la edad de piedra y se piensan que me voy a quedar de brazos cruzados. 
Gan: Se lo merecía, la verdad. Voy a sacar su coche a la calle.


Pam: No cambiarás nunca, Ale.
Alejandra: Quién no cambiará nunca son los neandertales como estos, que no saben que hace siglos que salimos de las cavernas. 
Pam: Bueno, no te alteres más. Con esta gente no vale la pena. Si un mono te insulta, ¿te enfadarías?
Alejandra: Tienes razón, amiga. Bueno, pensaré en mi cumpleaños. ¿Traerás acompañante?
Pam: Iré sola. Ben y yo hemos roto definitivamente.
Alejandra: Lo siento.
Pam: No pasa nada. Hemos quedado como buenos amigos.


En el exterior, Jonas intentaba explicarle a Maximus lo ocurrido. Se frotaba la cara con la manga de su camisa, intentando secársela.

Jonas: ¡Y esa loca me ha dado con la fregona en la cara! ¡Mira cómo ha quedado mi camisa!
Maximus: ¿Y que es lo que ocurrió para que ella reaccionase así?
Carlos: Nada. Se puso como loca sin venir a cuento.
Gan: Mentira. Le faltó al respeto. La menospreció por ser una clack.
Maximus: Mira, mierdecilla. Si vuelvo a ver tu cara de cerdo cerca del taller o de mi gasolinera, te las verás con esta.
Jonas: ¿Con quién?
Maximus: Con esta.

Le enseñó el puño y Jonas tragó saliva asustado. Subió al coche y Carlos hizo lo mismo. Se marcharon maldiciendo en voz baja.


Maximus: Alejandra, ¿estás bien?
Alejandra: Sí. Lo siento, no he podido evitar darle un escarmiento.
Maximus: No te preocupes, lo entiendo. Para la próxima, me llamas a mi y yo me encargo.


Maximus entró en la gasolinera. Se encontró con la mesa ocupada por Hermenegilda y sus nietos.

Hermenegilda: ¡Que no os voy a comprar más juguetes! En mi época jugábamos con un palo y éramos los más felices. Ahora son todo maquinitas y pantallas.


Isa: ¿Nerviosa?
Estrella: Sí, un poco. No sé si este trabajo es para mi...
Isa: No es el trabajo ideal, no te voy a engañar. Tiene sus momentos duros, pero al final te terminas acostumbrando. Lo peor es cuando entregan cupones descuento o la hora del desayuno, pero se sobrelleva.


Pedrito: ¡¡Maximus!! ¡¡Es el guerrero de la tele!! 
Pablito: ¡¡Mira abu!! ¡Holaaaaaaa!
Maximus: Hola, pequeños.
Hermenegilda: Anda, si es el de las películas de romanos. Vaya, es todavía más alto de lo que pensaba. ¡Hola, soy fan de sus películas!
Maximus: Gracias, señora.
Hermenegilda: Soy viuda, mi querido Gregorio me dejó hace años. ¡Podría usted venirse a mi casa! Preparo unos caldos de rechupete. Mira estos, la energía que tienen.
Pablito: ¡¡QUEREMOS JUGAR CONTIGO!!
Hermenegilda: ¡No saltéis encima de las sillas que os podéis caer! ¡¡Niños!!


Olivia: ¡SILENCIOOOOOOO!

Olivia gritó enfurecida. No era capaz de soportar ni un instante más los gritos de los niños.

Maximus: Amor, relájate. 
Olivia: No puedo más, no los soporto.
Pedrito: ¿Qué le pasa a esa señora?
Olivia: ¿¿Señora??
Hermenegilda: No estará bien de la cabeza.
Pablito: ¿Está loca?
Olivia: ¿Loca! ¡Será posible!
Maximus: Tranquila, por favor...


La mujer que estaba sentada a la mesa de al lado, se levantó con el alboroto. Se acercó a Maximus y le acarició su musculoso pecho. Él le sonrió sorprendido ante la furiosa mirada de Olivia.

Anacleta: Señor Máximus, está usted muy fuerte.
Maximus: Muchas gracias...
Anacleta: Se nota que va al gimnasio. Oh, soy tan fan de usted...
Maximus: Me halaga. 


Anacleta: ¿Le podría decir una cosa al oído?
Maximus: Ehhh, bueno...

Maximus se agachó y ella le susurró al oído.

Anacleta: Es usted mi fantasía más íntima. Sueño con usted todas las noches y fantaseo con la idea de pasar una maravillosa noche juntos.

Sus labios rozaban la oreja de Maximus, que tenía la piel de gallina.


Olivia estalló contra ella.

Olivia: ¡¡Es mi novio, descarada!! ¡¡Te voy arrancar hasta el último pelo de la cabeza!!
Anacleta: ¡Ahhhh!
Maximus: ¡Huye, por tu vida!

Anacleta salió corriendo. Casi tira a Carmen Clickores, que estaba en el interior de la tienda.


Maximus agarró a Olivia por los hombros e intentó tranquilizarla. 

Maximus: Por favor, relájate.
Olivia: Menuda fresca. ¡A esa no la quiero volver a ver por aquí!
Maximus; Entre tú y Alejandra, nos vamos a quedar sin clientes.
Olivia: ¿Es que justificas su asqueroso comportamiento? A mi me ha parecido una descarada, pero a lo mejor es que estoy loca, no sé. ¿Es eso? ¿Estoy loca?
Maximus: No, caramaelito mío. Venga, intentemos controlarnos.
Olivia: Tienes razón.


Olivia se giró hacia Estrella, que miraba horrorizada la escena. Estaba a punto de salir corriendo junto a Anacleta, pero se contuvo. Olivia le sonrió como si no hubiese pasado nada.

Olivia: Pues esto es todo, Estrella. ¿Alguna pregunta?
Estrella: No...
Olivia: Perfecto. Ya estás lista para trabajar.


Continuará..

miércoles, 15 de febrero de 2023

La gran aventura: Capítulo 01: La gasolinera

La gasolinera service de la avenida Playclicks llevaba ya un año en funcionamiento. Sus dueños apostaron por esa ubicación dada la gran afluencia de vehículos y que estaba justo al lado de la autopista N42. Fue todo un acierto, pues la gasolinera no ha dejado de recaudar dinero. Un éxito junto al taller mecánico que construyeron justo al lado. Ambos de los mismos propietarios, unos Airgamboys que en un principio fueron recibidos con recelo, pero que poco a poco se ganaron la confianza de sus clientes. Dicha pareja de Airgamboys estaba compuesta por Olivia, modelo y empresaria y Maximus, famoso ex jugador de la NBClick y ahora, actor de películas de romanos.


Los airgamboys son bastante más altos que los clicks y no se suelen relacionar si no es estrictamente necesario. A pesar de eso, las películas y novelas del país de los airgamboys son todo un éxito en todo el playmundo. Maximus era muy admirado entre los clicks por sus éxitos deportivos y sus premiadas actuaciones. Con los nuevos tiempos, las relaciones sentimentales entre clicks y airgamboys son más frecuentes, así como las de los pinypon o los Gijoe, pero siempre suelen tener sus detractores y puristas que las critican. 

Aquel viernes, Olivia esperaba pacientemente la llegada de su nueva trabajadora. La estaba esperando en la gasolinera, junto a la caja de la leña y las flores que vendían a la entrada de la tienda. 


Como solía ser ya habitual, la gasolinera no vivía solamente de la gasolina, el gas o el gasoil. Era prácticamente un supermecado en el que podías comprar todo lo que necesitabas. En la fachada podías encontrar un congelador con todo tipo de helados, flores, leña y la típica maquinita de bolas con sorpresas. En su interior tenían servicio de cafetería con dulces y bocadillos.


Todo tipo de vehículos se acercaban a la gasolinera para repostar, tomar un café o comprar algún capricho. Algunos se dirigían al taller mecánico para la revisión de su vehículo. Ponían el coche a punto, cambiaban aceites, baterías y arreglaban cualquier tipo de avería. Jonas llevaba su coche al taller para que lo revisasen. Se quedaba sin batería a pesar de habérsela cambiado por una nueva. Le acompañaba su gran amigo Carlos. 


Jonas: A ver si me lo arreglan de una vez por todas, macho. 
Carlos: Este finde hemos quedado con esas pavas, bro. Te lo tienen que solucionar cuanto antes o nos quedaremos a dos velas.
Jonas: Lo sé, loco.


Carmen Clickores: Manolete, deja ya de insistir. No puedes ir a esa fiesta.
Manolete: Pero mamá...
Carmen Clickores: Este fin de semana tienes que ayudar a tu padre en la finca. Le dijiste que le ayudarías con las vaquillas si te compraba ese móvil que tanto querías.
Manolete: Ya...

Carmen conducía su coche rojo descapotable. De copiloto iba su hijo adolescente. Era buen chico, pero estaba empezando a ser algo rebelde y sus padres lo llevaban a raja tabla.


Los clientes iban y venían todo el tiempo. La chica encargada de la gasolinera no tenía prácticamente ni un momento de tranquilidad.

Isa: Un bocadillo de queso y un café con leche. Te lo cobro como oferta merienda. Son tres cleuros. ¿Con tarjeta o efectivo?


Estrella llegaba en su vespa a la gasolinera. Después de realizar una entrevista por vídeollamada, la seleccionaron para trabajar en la gasolinera. Estaba muy nerviosa, pues nunca había trabajado en algo así. Vio a Olivia esperándola y todavía se puso más nerviosa. Le cayó bien durante la entrevista y no quería quedar mal con ella. Aunque llegaba antes de la hora acordada, ella ya la estaba esperando.


Estrella: Qué alta es, madre mía. Nunca había visto una airgamboy tan de cerca. Siempre he sentido mucha curiosidad por su comunidad.


Estrella aparcó la moto y saludó a Olivia con la mano.

Estrella: Buenas tardes, señora Olivia. 
Olivia: ¡Estrella, bienvenida! ¿Estás nerviosa?


Estrella: A decir verdad, lo estoy.
Olivia: Eso significa que te preocupas, que quieres que todo salga bien y eso, me gusta. Aunque no debes estarlo, es un trabajo fácil aunque no te puedo negar que puede ser estresante. No te preocupes, aquí estarás muy bien. El ambiente de trabajo es muy bueno.
Estrella: Qué bien. Me hace mucha ilusión trabajar aquí.


Maximus: ¡¡Amor de mi vida!! ¡¡Tesoro de mi corazón!!
Olivia: ¡Bomboncito! ¡Has podido venir!

Estrella casi se cae de espaldas al ver a Maximus. Su altura, su físico escultural, su piel oscura y su forma de vestir la sorprendió mucho. Lo había visto en muchas películas y en partidos de baloncesto. En persona era mucho más impresionante. Se acordó de que Gallofa era fan de Maximus y pensó en pedirle un autógrafo, pero no creyó que fuese buen momento para eso. 

Maximus: Hemos terminado el rodaje.

Vestía con poca ropa. Llevaba puesto la vestimenta que utilizaba en el rodaje, ideal para una película de romanos pero no para ir por la calle.


Maximus y Olivia se besaron apasionadamente. Estrella no sabía dónde meterse. Pasaban los segundos y la pareja no parecía estar dispuesta a parar. 

Olivia: Te echaba de menos, bomboncito.
Maximus: Y yo a ti, caramelito mío. 


Olivia: Mira, te presento a Estrella. Es nuestra nueva empleada.

Maximus se agachó un poco para verla mejor. Su expresión le dio miedo. Tenía cara de pocos amigos.

Maximus: Estrella, yo soy Maximus. Imagino que ya me habrás reconocido. Sí, soy el famoso actor. No te preocupes, te firmaré un autógrafo si lo deseas. Bienvenida a nuestra empresa.
Estrella: Gracias.


Olivia: Estrella, ven con nosotros. Te voy a presentar a Isabel y el interior de la gasolinera. 
Estrella: Genial.


Carmen Clickores: Voy a ponerle gasolina al coche. Espera aquí.
Manolete: Mamá, cómprame una chocolatina.
Carmen Clickores: En casa tienes preparada tu merienda.
Manolete: Aquí venden una que me gusta mucho.
Carmen Clickores: Te la compro, pero no me atosigues más con esa fiesta.


Olivia: Estos son los surtidores. Normalmente los clientes se sirven ellos mismos. A no ser que te lo pidan. 
Estrella: De acuerdo.
Maximus: La gente se suele liar con el gas. Te enseñaremos cómo funciona.


En el taller mecánico...

Alejandra era la encargada del taller mecánico. Era una gran profesional con años de experiencia en el sector. Cuando le propusieron abrir un taller junto a la gasolinera no se lo pensó dos veces. Amaba la mecánica y era un sueño poder trasladar su taller a un lugar tan concurrido. Se llevó a su aprendiz, Gan. Era de ascendencia china, pero llevaba más de la mitad de su vida viviendo en Wensuland. Su abuelo, el empresario chino Juan, le había ofrecido muchos puestos en los diversos negocios que regentaba, pero Gan quería valerse por si solo. Ese día, Lilu acudió al taller junto a su novio Duque y su perrita Chiluca. Su coche estaba estropeado. 

Alejandra: Ahora mismo, Gan está solucionando la pérdida de aceite.


El coche de Lilu estaba colocado sobre la máquina elevadora. A un metro del suelo, Gan estaba tumbado debajo, intentando solucionar el problema.

Chiluca: ¡Grrrrrr!
Lilu: ¡Chilu! De verdad, no paras cari. Ahora le ha dado por ladrarle a todo el mundo. Pues estoy tope preocupada. ¿Se puede arreglar?
Alejandra: Sí, no tienes que preocuparte. Eso sí, hasta que no me lleguen las piezas de Clisandia, no podremos terminar de solucionarlo. 


Lilu: ¿Y si voy yo a buscar las piezas? 
Alejandra: Son piezas que no venden en las tiendas. Se las sirven a talleres mecánicos.
Duque: No te agobies, Lilu. Iremos en mi coche.


Alejandra fue hasta recepción y consultó el ordenador.

Alejandra: Voy a ver cuando me llegan las piezas. El lunes por la mañana estarán aquí. Por la tarde, tendréis el coche listo.
Lilu: ¡Guay!
Duque: A eso se le llama ser eficiente. 


Alejandra: Somos rápidos, aunque un poquito más con vosotros. Llevo encargándome de los coches de vuestra familia muchos años. Tu abuelo era para mi más que un cliente. Sentí mucho su pérdida. 
Lilu: Yo todavía no proceso bien que no esté...
Alejandra: Es normal. Era un hombre excepcional. Pues os aviso en cuanto lo tengamos listo.


Cuando Lilu, Duque y Chiluca salían del taller, entraron Jonas y Carlos. Alejandra estaba tecleando frente al ordenador de recepción.

Jonas: Buenas.

Carlos no podía dejar de mirar a Lilu, que se alejaba del taller agarrada de la mano de Duque.

Carlos: Menudo pivonazo acaba de salir. Qué suerte tienen algunos.
Alejandra: Buenas tardes.


Jonas: Traigo mi coche para que lo revisen. 
Alejandra: ¿Qué le ocurre?
Jonas: Se queda sin batería y eso que se la he cambiado.
Alejandra: Muy bien. Ya puede meter el coche al taller. Yo le indico. 


Jonas se puso al volante y siguiendo las indicaciones de Alejandra, lo fue metiendo.

Alejandra: Avance más. Muy bien, un poco más.
Carlos: Esta tía también tiene su morbo, toda repleta de grasa. Le podría tirar la caña.


Gan sacó el coche de Lilu del elevador y se lo llevó a otra zona del taller. De ese modo, dejó espacio para el coche de Jonas.


Aprovechó para limpiar los restos de grasa con la fregona. Era la parte que menos le gustaba de su trabajo.

Gan: Cuanto aceite soltaba ese coche...


Alejandra: Ahora le haremos una valoración. Lo pasaremos por la máquina a ver que fallos aparecen y le echaremos un vistazo.
Carlos: Lo necesitamos para mañana. 
Jonas: Sí, es urgente que lo tengamos listo para mañana.
Alejandra: No les puedo asegurar nada. Hasta que no sepa a ciencia cierta cual es la avería, no les podré decir nada.


Pam: ¡Alejandra!
Alejandra: ¡Ey, Pam! Disculpen un momento. ¿Cómo estás?
Pam: Bien. Oye, ¿sigue en pie lo de tu cumple?
Alejandra: Claro. Mañana en mi casa lo celebraremos. He invitado a algunos amigos.
Pam: Pues yo te he comprado un regalo que lo vas a flipar.
Alejandra: No tendrías que haberte gastado dinero en mi. Oye, tengo que atender a estos clientes. Luego hablamos.


Alejandra: Perdone, caballero. Pues lo que le decía. Ahora lo meteremos en la máquina y haremos una valoración.
Carlos se acercó a Pam con una sonrisa pícara. 

Carlos: Hola, preciosa. ¿Cómo te llamas?
Pam: Piérdete.
Carlos: Un nombre muy curioso.
Pam: Mi puño también es muy curioso. ¿Quieres conocerlo?
Carlos: No no...
Jonas: Yo quiero hablar con el mecánico.
Alejandra: Soy yo.
Jonas: En serio, quiero hablar con un profesional. Usted seguro que lo hace muy bien atendiendo a los clientes, pero seguro que de mecánica no tiene ni idea.
Alejandra: Pero qué...


Gan apareció tras lavarse las manos. Jonas se dirigió a él dejando a Alejandra con la palabra en la boca.

Jonas: Ahí está el mecánico. Hablaré con él.
Alejandra: Ese es mi aprendiz.
Jonas: Ya, claro. ¡Perdona, amigo! Necesito hablar con alguien que entienda de mecánica. 
Gan: ¿?


Continuará...