jueves, 15 de diciembre de 2022

Halloween 2022 - Capítulo 03: El anzuelo

Espero que os esté gustando la historia de Halloween de este año. Todavía tienen que ocurrir muchas cosas, así que permaneced atentos. El bobo de Antón ha perdido a su amada, la cursi de Martina. El pobre pescador la está buscando sin muy buen resultado. Su amor empachoso y aburrido ha sido interrumpido por una sirena. Se la ha llevado y todo parece sospechar que está muerta. 


Aunque esta sirena no se conformará con matar a su novia. Lo quiere a él y cuando se encapricha de un hombre, puede ser muy persistente. Le hemos dejado descansando en su ridículo barco, incapaz de mover un dedo. Brisa ha regresado para ir a por Antón y esta vez no está dispuesta a fallar. 


Aunque Antón estaba tumbado en su barco, seguía atento a cualquier ruido. Gracias a eso, pudo escapar de Brisa. Ella gritó enfurecida cuando se le escabulló de sus brazos. 


Se alejó todo lo que pudo de ella, pero no tenía a dónde ir.

Antón: ¿Dónde está Martina? ¡Tienes que decírmelo!

La sirena no le respondía pero parecía complacida al escucharle gritar.

Antón: ¿¡La has matado!? ¡Dímelo!


Brisa golpeó con una fuerza descomunal el barco y este se volteó de lado. Antón intentó agarrarse pero la sirena lo alcanzó. Los dos cayeron al agua mientras el barco se hundía.


Por suerte, el arpón había caído junto a ellos y lo pudo agarrar a tiempo para golpearla. Nadó hasta el barco y se subió. Estaba ladeado y se hundía poco a poco, pero le sirvió para mantenerse alejado de ella. Brisa salió furiosa del agua e intentó subirse al casco del barco, pero Antón la golpeó nuevamente en la cabeza y esta cayó al agua inconsciente.


Vio como su cuerpo se hundía lentamente hasta desaparecer. Tenía miedo, así que permaneció atento por si seguía con vida.


Pasadas unas horas, el pesquero se terminó de hundir. Antón pudo hacerse con un salvavidas y gracias a eso, consiguió sobrevivir al naufragio. Ahora estaba a merced de las olas. No sabía dónde estaba. Ya había oscurecido y la luna era lo único que le permitía ver un poco. Estaba muerto de frío y muy agotado. No podía creer que Martina hubiese muerto. Lloraba desconsolado en plena soledad.


Cuando ya había perdido la esperanza de ser rescatado, escuchó un motor a lo lejos. No era capaz de ver de dónde procedía el ruido. Se puso a gritar pidiendo ayuda y moviendo los brazos en todas direcciones. 

Francisco: ¡Allí hay algo!
Alejandro: ¿Es ella?
Francisco: Creo que no.


Alejandro lo localizó flotando en el agua y se aproximó a él. Francisco alargó el brazo para ayudarlo a subir a la lancha.

Francisco: Agarra mi mano. Te tengo, amigo.


Cuando Antón subió a bordo, se sentó para recuperarse. Ambos hombres le miraban casi sin pestañear. Estaban deseosos por saber que le había ocurrido.

Francisco: ¿Se encuentra bien? Por poco no lo cuenta. 
Alejandro: Ha tenido mucha suerte. Si no llegamos a pasar nosotros...
Antón: Había perdido la esperanza. Gracias.
Francisco: ¿Qué le ha ocurrido? ¿Dónde está la chica que le acompañaba?
Antón: Ha sido ella...
Francisco: ¿La sirena? Les advertí. Es muy peligrosa.


Antón les relató lo ocurrido. Mientras hablaba, Francisco se tocaba la barba preocupado. Alejandro parecía más sereno, pero no dejaba de mirar a su alrededor. 

Francisco: Llevo semanas tras ella. A mi me ocurrió algo muy parecido. Atacó al barco en el que viajaba, con mi esposa. Esa bestia del demonio se encaprichó de mi y se llevó a mi esposa. Conocí a un tipo que me creyó cuando lo conté. Han desaparecido muchas personas en estas aguas sin dejar rastro. Las autoridades no investigan y los que hablan de una sirena, son tomados como locos. Ese hombre me contó todo lo que sabía sobre ella. Me dijo que vive en unas cuevas subterráneas y que un superviviente las encontró. Allí pudo reencontrarse con su mujer y ambos huyeron y salvaron sus vidas. Nadie les creyó, así que decidieron encontrar esas cuevas y demostrar que no estaban locos. No eran capaces de ubicarlas, por lo que se tiraron años buscando. Un buen día, desaparecieron.  En sus escritos hablan de las costumbres de esta sirena inmortal. Por lo visto, deja algunas de sus presas con vida durante semanas. Son mascotas para ella. Las alimenta pero no las permite abandonar las cuevas. Mi intención era encontrar a mi mujer, pero ya han pasado demasiados días y no creo que siga con vida. Ahora mi único objetivo es acabar con ella.
Antón: Entonces, Martina puede que siga con...


Algo golpeó con fuerza la lancha. Antón por poco cae al agua. Alejandro sacó un arma y Francisco se hizo cargo del disparador del arpón gigante.

Antón: ¿Ha sido ella?
Francisco: Está aquí. 
Alejandro: Vamos a acabar con esa cosa de una vez por todas.
Antón: Pero ella podría llevarme hasta Martina. A lo mejor está viva.
Francisco: Lo siento, amigo. Es ella o nosotros.


Brisa los observaba desde la distancia. Reconoció a Francisco y se enfureció. Aquel hombre había sido su gran obsesión en el pasado y ahora, lo odiaba. Estaba dispuesta a matarlos a todos, menos a Antón.

Alejandro: Tened cuidado.
Francisco: Amigo, agárrate bien. Si caes al agua, estás perdido.


Alejandro: ¡Está allí!
Francisco: ¡Dispara!
Antón: ¡No, por favor!


Alejandro y Francisco dispararon sus armas, pero no lograron alcanzarla. Antón estaba preocupado. Quería encontrar a Martina y si mataban a la sirena, jamás la encontraría.

Antón: Por favor, mi novia puede seguir con vida.
Francisco: Ella acabará con nosotros, amigo. Tenemos que defendernos.


En un descuido, Brisa saltó y se llevó a Alejandro al agua. Este disparó su arma al aire pero de nada le sirvió.

Francisco: ¡Alejandro, resiste!


La sirena desapareció llevándose consigo a Alejandro.

Francisco: ¡Nooooo! ¡Maldita sea! ¡Abominación de la naturaleza! ¡Acabaré contigo!


Antón: Quizás podamos salvar también a su amigo.
Francisco: Es demasiado tarde para él.
Antón: Veo que tiene esa cuerda kilométrica sin usar. Yo puedo hacer de anzuelo. 
Francisco: No funcionará.
Antón: ¡Debe salvar a su amigo! Mi novia puede seguir viva y tengo que intentarlo. Me ataré la cuerda alrededor del cuerpo y ella seguro que vendrá a por mi. Dejaré que me arrastre a su guarida y una vez allí, acabaré con ella y rescataré a mi novia y a su amigo.
Francisco: ¿Está seguro de querer hacer semejante locura?
Antón: Su cueva no debe estar lejos. Tengo que intentarlo.
Francisco: Quizás no lo logre.
Antón: Lo conseguiré.
Francisco: Está bien.


Antón se ató la cuerda alrededor de su pecho y esperó. Hacía viento y el mar estaba alborotado. Tenía mucho miedo, pero debía intentar salvar a Martina. Escuchó como Francisco se encendía un cigarro y le daba una calada.

Antón: Un mal hábito. 
Francisco: De algo habrá que morirse.
Antón: Preferiblemente que no sea por haberse matado uno mismo.
Francisco: Debe amar de verdad a esa chica para hacer esto.
Antón: Con todas mis fuerzas. No puedo perderla. Ella es...
Francisco: Shhh, guarde silencio. He escuchado algo.


La sirena saltó sobre Antón y lo tiró al agua. Francisco se tragó el cigarro del susto y casi se ahoga. Corrió para ver si seguían ahí, pero ya habían desaparecido.


Antón sentía cómo Brisa le arrastraba hacia la oscuridad más absoluta. El agua estaba todavía más fría y no podía aguantar por más tiempo la respiración. Por suerte, pudo tomar aire al entrar en unas cuevas. Brisa lo tenía muy bien agarrado pero dejaba que pudiese sacar la cabeza para respirar. 


Llegaron a su guarida. Era una cueva oscura en la que había suelo firme en el que pisar. Brisa se tumbó junto a él sobre tierra y dejó que tomase aire. Antón tosió varias veces hasta que consiguió controlar su respiración.


Brisa lo soltó y se sentó en el suelo, junto a ella. La sirena volvía a tener un rostro bello, sin esos colmillos afilados. Le miraba coqueta, feliz de tenerle en casa. Antón tenía que controlar sus ganas de vomitar. En aquella cueva olía a muerte.


Miró alrededor y descubrió que estaban rodeados por cadáveres. Huesos y cuerpos putrefactos invadían aquella oscura cueva. Junto a ellos, partes de embarcaciones, objetos y el cuerpo inerte de Martina. Yacía boca abajo y no parecía que respirase. 


Continuará... 

1 comentario:

  1. ¡Qué terrorífico! La verdad es que se me pone la carne de gallina al imaginarme a Antón naufragado en medio de la noche, sin luz, ni nada y menos mal que Francisco y Alejandro aparecieron, pero no quiero que ninguno de los cuatro muera. Me encanta el rumbo que está tomando la historia y también me gusta cómo Calabzo describe las cosas. Me río muchísimo con él. ¡Por favor, no tardes en poner la continuación! Me gusta mucho el terrorífico personaje de la Sirena. Creo que es la primera vez que a unna sirena se le da un carácter así tan malévolo.

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