Cuando vació la botella de lejía, sonrió satisfecha. De pronto, escuchó una voz que reconoció al instante.Se trataba de Minerva, la madre adoptiva de su hija. No podía permitir que la descubriesen trabajando en la limpieza, era para ella una humillación.
Minerva: Si quieres, nos pasamos por la tienda y te compro otro estuche.
Anita: Menos mal, pensaba que no me lo dirías. Todas mis amigas tienen uno de Frozen y yo llevo uno cutre de Doraimon.
Minerva: Pues a mi me gusta mucho Doraimon.
Sabrina se escondió tras un perchero con ropa. Por suerte, no la descubrieron.
Minerva: ¡Cuidado, cariño! No lo vayas a pisar...
Anita: ¡Qué asco!
Minerva: Será mejor que pasemos deprisa...
Minerva: Mamá, vamos ahora a por el estuche.
Cuando se fueron, Sabrina salió de su escondite. Estaba muy triste. Anita llamaba mamá a Minerva. Ella quería recuperar a su hija, pero tenía serias dudas de que fuese lo mejor para la niña. Separarla de sus padres adoptivos podría ser un trauma para ella y conseguir que la quisiera como una madre era muy difícil. "Al cuerno, es mi hija y debo luchar por ella. No se quedará con la petarda esa", pensó.
Vio el vómito y con el mocho, lo empujó hasta esconderlo bajo un perchero.
Sabrina: Perfecto, ahí no se ve.
Fue hasta el mostrador y le dijo a Ruth que ya lo había limpiado.
Ruth: Menos mal, has tardado muchísimo. Se lo pienso comunicar a tu jefe, lo siento.
Sabrina: Pero si ya está limpio.
Ruth: Sí, pero has tardado demasiado. Tienes que espabilar, chica. Además, has usado lejía, has podido ensuciar el género y huele fatal. Podrías por lo menos echar un poco de ambientador.
Sabrina: ¿Quieres ambientador? Pues toma.
Empezó a pulverizar ambientador en la cara de Ruth. Esta gritó sorprendida.
Ruth: ¡Qué haces!
Sabrina: Así hueles tú también, que empiezas a sudar y se nota en el ambiente.
Ruth: ¡Loca!
Sabrina se puso a limpiar barandillas. Llegó a la zapatería. El hombre estaba atendiendo a un clienta que estaba sentada probándose numerosos calzados.
Casimiro: Este es su número.
Chica: ¡Oh, es perfecto! ¿No hay rebaja?
Casimiro: No, estos son de temporada y no tienen descuento.
Chica: Bueno, me los llevo.
Casimiro: ¡Muy bien! No se arrepentirá. Son muy duraderos, de gran calidad y la verdad es que son preciosos. Pueden parecer caros, pero para nada.
Sabrina: ¡Un momento!
Casimiro: ¿Ocurre algo?
Sabrina: Sí, es que yo he visto esos mismos zapatos en la tienda del centro por la mitad de precio.
Chica: ¿En serio?
Sabrina: Sí, además si te llevas dos, te regalan otro par de regalo.
Casimiro: Ehhh, pero... los dependientes no son tan atentos como yo.
Chica: Mejor los dejo y me paso otro día.
Casimiro: No haga caso, señorita.
Chica: Hasta luego...¡Gracias, amiga!
Sabrina: ¡De nada! Para que luego digan que soy mala.
Casimiro: ¡Para una venta que tenía! ¡Has conseguido que no me compre!
Sabrina: Pues ponga los precios más bajos. Ni que fuera mi culpa que sea tan carero.
Sabrina siguió limpiando barandillas y llegó a la tienda de Nicole. Se quedó fascinada con los vestidos y complementos que vendía.
Nicole estaba atendiendo a clientas, así que aprovechó para ir a mirar vestidos y de paso, probárselos.
Se probó un vestido azul celeste con un estampado de flores rosas y lilas.
Sabrina: Estoy preciosa. Aunque creo que me hace culo...paso.
Fue a por otro vestido, este más espectacular y muchísimo más caro. Era azul y largo, sin tirantes. Agarró un bolso y se miró en el espejo.
Sabrina: Me queda niquelado. Parezco una princesa. Princesa Sabrina, la clack más bella del Playmundo. ¡Seeeh, esa soy yo! La más bella y la más cruel. Quiero que le corten la cabeza a Sus. Quién antes lo haga, le recompensaré con un beso.
Comenzó a saltar feliz. Se reía ante la idea. Se imaginaba a todos los clicks rendidos a sus pies. Daba vueltas sin parar mirándose el vestido.
Sabrina: ¡Que le corten la cabeza! ¡Jajajajajajaja! ¡Uouuu!
Estiró las piernas y el vestido se rajó. Miró a la dependienta preocupada. No se había percatado de nada. Decidió dejarlo otra vez en su sitio antes de que se diese cuenta de lo ocurrido.
Se lo quitó rápidamente y lo dejó en su sitio. Justo en ese momento, Nicole fue a buscar ese vestido para una clienta.
Disimuló limpiando estanterías.
Sabrina: Limpiando espero, al click que yo más quierooo, la larala la la la laaa...
Nicole: Este que te voy a enseñar es precioso. Ideal para lucir en una boda.
Clienta: A ver.
Nicole: Es este.
Clienta: Es muy bonito...¿y esta raja?
Nicole: ¿Raja? ¡Está roto! No puede ser...
Clienta: Tan caro y que se rompa tan fácilmente...
Nicole: No lo entiendo...
Sabrina se alejó todo lo que pudo. Se había librado por los pelos. De pronto, escuchó alguien acercarse. Era una voz muy familiar.
Sus: Ya verás, Suselle. Es un monedero precioso para la boda de Duclack.
Suselle: ¡Estoy deseando ver a Duclack de novia!
Sus: Yo también, cariño.
Sabrina se metió en una tienda a toda prisa. No podía permitir que Sus la descubriese trabajando como limpiadora. Se sentiría humillada.
Edurne: ¡Hola, Sabrina! ¿Va bien el primer día de trabajo?
Sabrina: Pssse. Más o menos.
Edurne: Cuando te agobies, te vienes un ratito conmigo y charlamos.
Sabrina: Vale.
Edurne: Te encontrarás de todo. Hay gente muy maja, ya lo verás. Lo bueno es que somos todos como una gran familia y...
Sabrina se puso a limpiar más estanterías. La puerta era de cristal y pudo ver a Sus y su hija caminando para la tienda.
Edurne: ...nos llevamos muy bien. Yo llevo aquí un par de añitos y...
No se lo pensó dos veces y se metió en el probador. Edurne no se percató de ello y seguía hablando sin parar.
Edurne: ...lo llevo muy bien. Se sale tarde del trabajo, pero...¿Sabrina?
Sus: Hola.
Edurne: Huy. Hola, pasad. ¿Habéis visto a la chica de la limpieza?
Sus: No.
Edurne: Madre mía, estaba hablando sola. ¿Vienes a por el monedero?
Sus: Sí.
Edurne: Ahora lo saco. Por cierto, ¿has comprado ya el vestido para la boda?
Sus: Se encarga mi prima.
Suselle: ¡Me gustan estos bolsitos, mamá!
Sus: No toques nada, Suselle.
Edurne: Es que me han llegado unos espectaculares y a ti te quedarían muy bien.
Sabrina permanecía en el interior del probador. Estaba muy nerviosa.
Sabrina: Vete ya, petarda. No puedo consentir que me vea de esta guisa...¿Cómo salgo de aquí sin que me vea? ¡Maldita sea!
Suselle: ¡Mami, mira este bolsito!
Sus: Deja el bolso en su sitio, Suselle.
Suselle: Es rosa y aquí puedes meter el móvil.
Edurne: Sí, es muy práctico.
Suselle: ¿Y para mi? Me gusta.
Suselle: Ese es un bolso para adultos, cariño. Por favor, no toques nada y déjalo en su sitio.
Sabrina se asomó para ver si existía alguna posibilidad de escapar sin ser vista. Era imposible, Suselle le bloqueaba la salida.
Sabrina: ¡Tengo que salir de aquí como sea!
Edurne: Mira este vestido. Es precioso y creo que es ideal con el color de piel que tienes.
Sus: Es bonito.
Edurne: Venga, te lo pruebas sin compromiso.
Sus: Vale.
Sabrina: ¡Oh no!
Se dirigieron al probador e intentaron abrir la puerta. Sabrina había puesto el pestillo para impedirlo.
Sabrina: ¡Ocupado!
Edurne: Huy, no sabía que había una clienta en el probador. ¡Disculpe, no sabía que estaba ocupado!
Sus: Me lo pruebo otro día.
Edurne: Esperamos a que salga. Será un momento.
Sabrina: ¿Qué hago? En menudo lío me he metido. Si me ve trabajando como limpiadora, se lo dirá a Duclack y las demás y se estarán riendo de mi de por vida.
Edurne: ¿Has visto los vestidos de fiesta?
Sus: No, pero de momento no tengo pensado comprar ninguno.
Edurne: Están rebajados y te aseguro que son preciosos. Ven que te los enseño.
Mientras, Suselle se puso a jugar con los abanicos.
Suselle: ¡Soy una mariposaaaa! ¡Soy un pájaro!
Sabrina: Eh tú, niña.
Suselle: ¿Eh?
Sabrina: Sí, te hablo a ti.
Suselle: Ah, hola. ¿Qué quieres?
Sabrina: Me gusta ese abanico rosa que tienes en la mano, ¿me lo dejas?
Suselle: ¿Este?
Sabrina: No, el de la calle de enfrente. ¡Pues claro que me refiero a ese! Guapa, ¿me lo pasas? Es que no puedo salir del probador, estoy en ropa interior...
Suselle: Bueno. Toma...
Sabrina agarró el abanico y ocultó su rostro. Salió del probador a toda pastilla.
Edurne: Huy. ¿Sabrina?
Sabrina: ¡Me llevo el abanico! ¡Ya te lo pagaré!
Edurne: ¡Aguarda! ¡Es muy caro!
Sabrina salió corriendo de la tienda y Edurne tras ella.
Edurne: ¡Devuélveme el abanico!
Sabrina: ¡Lo necesito!
Sus: ¿Sabrina? ¿Es la Sabrina que creo que es?
Suselle: Sí, es la mamá de Walter. Quería que le dejara el abanico. ¿Es una ladrona?
Sus: No lo creo...la mamá de Walter es especial...
Sabrina tiró al suelo el abanico y siguió corriendo. Edurne lo recogió aliviada.
Llegó al ascensor y en su interior encontró a Tiburcio, el vigilante de seguridad.
Tibucio: Hay un retrete atascado en la planta baja.
Sabrina: ¡Eso es muy urgente! ¡Vamos!
Llegaron a la puerta de los servicios.
Tiburcio: Yo no entro, el olor es insoportable. Espero que sepas solucionar esto, es asqueroso.
Sabrina: ¿Tan asqueroso es?
Entró y en seguida le invadió un olor repugnante. Le dieron ganas de salir, pero Tiburcio estaba fuera, atento a todos sus pasos. Agatha, la cuidadora de los niños de Sus y Diamante, se estaba lavando las manos.
Sabrina: No entiendo que la gente sea tan guarra...
Agatha: Te tendrían que pagar más que a un ministro. Es espantoso el olor. No he podido entrar a hacer mis necesidades, es un horror.
Sabrina: ¿Tienes trabajo?
Agatha: Sí, ¿por?
Sabrina: Te doy 10 cleuros si lo limpias tú.
Agatha: Ah, no no...lo siento.
Sabrina: ¡15 cleuros!
Agatha: Lo siento, pero ni por 30...
Sabrina abrió la puerta del water y casi se cae de espalda. Le dieron ganas de potar pero se aguantó.
Sabrina: Ay virgen de los clicks desamparados, no puedo con esto...
Agatha: Ánimo...
Se alejó del retrete e intentó tranquilizarse.
Sabrina: Podría limpiar el retrete a distancia.Necesitaría un alargador, de esos que usan los pintores...¡Jolines! ¿Y si le doy golpes con la escoba? A lo mejor se desatasca...¡No puedo con esto! Me quiero ir a mi casa...
Chelo: ¡Hola, Sabrina! Huy, huele fuerte. ¿Otra vez el retrete atascado?
Sabrina: ¡Chelo! Menos mal que has venido. Mira, llevo aquí un montón de rato y no consigo dejar ese retrete como es debido.
Chelo: ¿Está muy mal?
Sabrina: Un elefante ha debido hacer sus necesidades en este water, no me lo explico. ¿Me podrías ayudar a limpiarlo? Una experta como tú seguro que lo hace en un momento y utiliza técnicas que desconozco.
Chelo: Mira y aprende.
Chelo se puso a limpiar el water. Sabrina respiró aliviada.
Chelo: Este producto es una maravilla. Lo dejas actuar. Ahora los bordes, con la escobilla le das así, ¿ves?
Sabrina: Ahá...
Sabrina agarró su ropa y sus cosas y se fue con sigilo.
Chelo: ¿Ves? Ahora tiras de la cadena y con la escobilla le vuelves a dar.
Sabrina: Sí sí, sigue por favor...
Salió del water y se encontró a Tiburcio.
Tiburcio: ¿A dónde vas?
Sabrina: Me largo de aquí. Dame mis cosas.
Tiburcio: Todavía no termina tu jornada laboral.
Sabrina: He terminado mi jornada laboral para siempre, chaval.
Tiburcio: ¿Dejas el trabajo?
Sabrina: Sí, me voy a mi casa. Ale, hasta nunca.
Tiburcio: Ya se te veía, que no vales para esto.
Sabrina: Es verdad, no valgo para aguantar petardos insoportables como tú.
Fue hasta la tienda de electrodomésticos.
Juanjo: ¿Te vas?
Sabrina: Sí, esto no es para mi. ¿Te importa que me cambie aquí?
Juanjo: No...
Sabrina se quedó en ropa interior ante él, moviéndose de forma insinuante. Juanjo miraba atónito la escena.
Sabrina: Estoy un poco sudada y me brilla la piel.
Juanjo: Ya...ya veo...
Se terminó de vestir y se acercó hasta él.
Sabrina: Eres lo mejor de este maldito lugar. Espero volver a verte alguna vez, y en otras circunstancias. Adiós guapo.
Juanjo: Cuando quieras...
Chelo: ¡Sabrina! ¿A dónde vas?
Sabrina: ¡Gracias por todo, Chelo! ¡Renuncio a este trabajo!
Chelo: ¡Sabrina!
Donna: Sabri, ¿ya has terminado la jornada laboral?
Sabrina: Se puede decir que sí.
Donna: Sabrina, no metas la pata otra vez. Este es un buen trabajo y lo necesitas.
Sabrina: Lo dices tú, que ni te llega el pestazo del olor del water aquí en tu tienda perfumada de maletas.
Donna: No es un trabajo fácil, pero es muy digno y no está nada mal. No pasas frío ni calor y hay gente muy agradable.
Sabrina: Si tanto te gusta, deja este trabajo y quédate con mi puesto. Por cierto, me llevo una maleta, se la voy a regalar a John para que no se enfade conmigo.
Donna: Un momento, ¡la tienes que pagar! Hermana, es una maleta cara y yo no estoy para regalar nada.
Sabrina: Te compensaré, te lo prometo.
Donna: No tienes remedio, hermanita.
Sabrina: ¡Ya me pasaré por tu casa! ¡Adiós hermanita!
Donna: ¡No puedes seguir huyendo de todo lo que no te gusta!
Sabrina: ¡Hasta luegiii!
Salió del centro comercial y se alejó todo lo que pudo. Había muchísima gente entrando y saliendo.
Esperó sentada en un banco hasta que oscureció. Escuchaba música y comía patatas en bolsa. Pensaba en la mejor forma de contarle a John lo sucedido. Sabía que se enfadaría si se enteraba de todo lo que había hecho. No solía durar más de un día en los trabajos.
Sabrina: Quizás con la maleta no se lo tome tan a mal...
John llegó en el coche. Sabrina lo saludó con la mano y se acercó lentamente al coche.
Entró con la maleta y John la miró sorprendido.
John: ¿Y esa maleta?
Sabrina: Para ti.
John: ¿Para mi? Muchas gracias, cariño. Esta maleta es cara...
Donna: Mi hermana me hace precio especial.
John: Genial. Me gusta mucho. ¿Que tal el trabajo?
Sabrina: Cariño..yo...
John: Me lo imaginaba...
Sabrina: Lo siento. No hago más que defraudarte.
John: No seas tonta. No has encontrado tu sitio, nada más. Saldremos adelante. Tengo una reunión mañana, quizás sea el ascenso que tanto estamos esperando.
Sabrina: ¡Eso sería genial!
John: ¿Has cenado algo?
Sabrina: Patatas en bolsa.
John: Vamos a por Walter y cenamos algo por ahí.
Sabrina: Te quiero, John.
John: Y yo a ti, mi clack rebelde.
Fin
¡Por fin tenemos la segunda parte de esta historia tan divertida! Me he leído la entrada sintiendo emociones encontradas. Al principio, me satisfacía que pillasen a Sabrina en todos los fregados en los que se metía, pero, hacia el final del capítulo, me he dado cuenta de que no quería que la siguiesen pillando, y no porque ella me caiga bien, sino porque al final es que empatizas con ella sin quererlo, jajajaja. Me ha hecho muchísima gracia la escena de los retretes y, al instante, me he acordado de algo parecido que yo viví en la estación de RENFE de Pontevedra este verano, donde había dos servicios para minusválidos. La señora de la limpieza estaba esperando a que se desocupase el que no estaba usando mi amiga para limpiarlo. Cuando la persona en cuestión salió, nos miramos las dos horrorizadas y yo incluso le dije: no entre, espérese un poco, y acabamos teniendo una conversación muy parecida a la que tú has puesto en esta historia. Le dije: deberíais llevar mascarillas, deberían pagaros más por esto... La mujer me dijo que se había encontrado cosas horribles, le dije yo que había que tener mucho estómago, ella me dijo que sí... Fue algo muy parecido a lo que se encuentra Sabrina. No me extraña que haya huido. Yo habría salido por patas también. La pena es que no sea capaz de llevarse bien con nadie. Me da pena porque no dispone de habilidades sociales. Lo que me sorprende es lo bueno y comprensivo que es Jonh con ella. Desde luego, tiene un tesoro como marido.
ResponderEliminarGracias por colgar una historia de las tuyas. ¡Echaba de menos leerte! ¡Espero que no tengamos que aguardar tanto para la próxima!
¡Madre de Dios! Sabrina no va a sentar cabeza en la vida. Es como un uracán que destroza todo a su paso cada vez que la contratan para algo. Yo que que en las etts ya la tienen fichada. Han de tener su foto en todas las oficinas para que nadie ose darle el más minimo puesto de trabajo.
ResponderEliminarUna historia muy divertida.
Sarrat