sábado, 11 de mayo de 2019

Trabajo en el centro comercial - 1ª Parte

Chelo esperaba a Sabrina. Su compañera Pepi estaba de baja y alguien tenía que suplir su puesto. Esa era Sabrina, contratada gracias a su hermana Donna, que trabajaba en el centro comercial. Estaría trabajando unos meses de limpiadora, hasta que Pepi se recuperase.

Chelo: Esta chica se está retrasando y tengo mucha prisa.


Su jefa le había encargado que enseñara a Sabrina el centro y le explicase cuales eran sus tareas. Chelo trabajaba en un hotel, en el centro comercial y en una guardería. Se combinaba perfectamente aunque llegaba a casa muy cansada. Se estaba planteando disminuir el trabajo y empezar a vivir un poco más.


John llevaba a Sabrina al trabajo en coche. Estaba enfadada y tenía cara de pocos amigos. No le apetecía trabajar, y menos limpiando. Se sentía humillada y poco valorada. Donna había conseguido que la contratasen y se veía en la obligación de aceptar para no quedar mal. "Podría haberse quedado ella el trabajo", pensaba malhumorada. Necesitaban el dinero. Habían conseguido la custodia de su hija perdida, por lo que necesitarían cubrir sus necesidades y eso conllevaba muchos gastos. Aunque con el sueldo de John llegaban, no podrían hacer frente a un gasto imprevisto.


John abrió la puerta del copiloto y Sabrina lo miró suplicante.

John: Venga, seguro que este trabajo te irá muy bien.
Sabrina: Sí, disfrutaré como una loca limpiando retretes.
John: Venga, haz un esfuerzo cariño. Será algo temporal. Sabes que en cualquier momento me pueden ascender en el trabajo y podremos permitirnos que no trabajes.
Sabrina: Jolines...
John: Te amo.


Sarina salió del coche resignada.

Sabrina: ¿Vendrás a buscarme? No me apetece volver en tren y luego en bus...
John: Claro que sí. Te pasaré a buscar todos los días, no te preocupes por eso. Venga, cambia esa cara.
Sabrina: ¿Y si ya no compro revistas y menos bollería? Renuncio a eso si es necesario con tal de no trabajar en esto...
John: Sabes que con eso no es suficiente. Venga, luego vengo a buscarte. Intenta portarte bien y no hagas de las tuyas, que nos conocemos.
Sabrina: Descuida, seré buena.


Cuando John se fue, se quedó mirando el centro comercial. Era grandioso.

Sabrina: ¿Y tengo que limpiar todo esto? ¿Yo sola?


Se dio media vuelta con decisión.

Sabrina: Al cuerno, le diré que me han dicho que no valgo para este trabajo.
Chelo: ¡Sabrina!


Chelo se acercó a ella a toda velocidad.

Chelo: Perdona, es que te estaba esperando por aquella entrada. No te especifiqué la entrada en la que te esperaría.
Sabrina: Oh, no se preocupe...
Chelo: Tengo mucha prisa, vamos y te enseño esto.


En la puerta, les estaba esperando el guardia de seguridad. Era un hombre fuerte, de gimnasio, con el pelo recogido en una coleta, con unas cejas negras muy pobladas y bastante feo.

Chelo: Hola, Tiburcio. Mira, vengo con la nueva.
Tiburcio: Hola, Chelo. ¿Esta es la nueva?

Se la quedó mirando atentamente.

Sabrina: ¿Tengo monos en la cara?
Tiburcio: No, y tampoco pelos en la lengua...
Chelo: Tibu, tengo mucha prisa.


Tiburcio: Sí, pasad.¿Me necesitáis para algo?
Sabrina: Yo no, desde luego.
Chelo: No, ya nos apañamos nosotras.
Sabrina: Precioso el nombre, ¿Tuborcio?
Tiburcio: Tiburcio, Listilla...


Chelo: Es majo, pero un poco pesado. Es soltero y mucho me temo que lo será para siempre.
Sabrina: Con esa cara de suela que tiene...


Chelo abrió una puerta y entraron en el lavabo.

Chelo: Ahí tienes el uniforme de trabajo. 
Sabrina:¿Me lo pongo ahora?


Chelo: Sí, yo te espero ahí fuera.


Sabrina se puso el uniforme.Era cómodo, aunque tenía que llevar una corbata azul y le molestaba un poco. Falda, un delantal y una boina blanca, estilo Sus.

Sabrina: Esta boina me recuerda a Sus...la odio.


Salió del lavabo y Chelo la estaba esperando. Tiburcio la miraba de arriba a bajo. Parecía dar su visto bueno al uniforme.

Chelo: Te queda muy bien.
Tiburcio: Resalta tu figura. Te hace buen trasero, y las te...
Sabrina: Sigue hablando y te comes la porra esa que tienes.
Tiburcio: Menudo carácter...
Sabrina: Sigo sin tener monos en la cara, así que mira para otro lado, que eres un salido.
Chelo: Venga, será mejor que te enseñe todo esto.


Chelo: Esta es la tienda de electrónica. Televisores, ordenadores, cámaras y todo tipo de cachivaches modernos. ¡Hola Juanjo!
Juanjo: Hola, Chelo. Tan guapa como siempre.
Chelo: Mira, te presento a Sabrina. Es la que sustituye a Pepi.
Juanjo: Bienvenida, Sabrina. Es un placer.
Sabrina: El placer es mío...(¡Está como un queso! Menos mal, así me quito el mal sabor del Riburcio ese).


Chelo: La librería. Esa es África, la dueña. La pobre ha sufrido mucho. Hace poco se le murió el nieto, que lo quería como a un hijo. Era un bala perdida. Hola, África.
África: Hola Chelito. A ver si quedamos para tomar ese café.
Chelo: Mañana sin falta. Sabrina, ¿has visto cuantos libros? ¿Te gusta leer?


Sabrina: Sí, revistas y el whatsaclick.
Chelo: Yo leo novelas de amor. Te recomiendo "Pasiones de una clack desenfadada", buenísimo.
Sabrina: Me lo apunto...


Chelo: La heladería. Ese es Manuel. Todo lo que te estoy enseñando lo tienes que limpiar. Llevarás un auricular por el que Tiburcio te avisará de posibles urgencias. Un helado en el suelo, cristales rotos...si te llama, tienes que ir inmediatamente.
Sabrina: Bueno...


Chelo: Mira, ahí está tu hermana. Su tienda de bolsos y maletas es todo un éxito.
Donna: ¡Sabri!
Sabrina: ¡Hola, hermana!


Donna: Vaya, estás guapísima.
Sabrina: Siempre lo estoy. 
Donna:Me alegra que por fin tengas trabajo. Ya verás, aquí estarás muy cómoda.
Sabrina: ¿Has visto al macizorro de la tienda de electrodomésticos? 
Donna: Síi, es Juanjo. Reconozco que está cañón.
Sabrina: Hermana, esa maleta metálica me gusta. ¿Me la regalas?
Donna: Menudo morro tienes. 
Sabrina: Unos morritos sexys, lo sé. Luego nos vemos.


Subieron al ascensor y dejaron a Donna organizando la tienda.

Sabrina: ¿Cuando desayuno?
Chelo: Tienes veinte minutos a las 10.
Sabrina: Menudo abuso, no da tiempo a comerse un bocadillo.
Chelo: No es mucho, pero es lo que marca la ley.


Sabrina: Seguro que esa ley la ha impuesto uno que no trabaja o un jefazo que tiene cuatro horas para desayunar y no le afecta. A lo mejor uno que no tiene costumbre de desayunar...
Chelo: No lo sé, pero no nos queda otra que acatar la ley. Esta es la juguetería y llegamos a la cafetería.


Sabrina: Ya tengo hambre...veo magdalenas y bizcocho...
Chelo: Este lugar siempre despierta el apetito. Las camareras son muy majas. La Pepi desayunaba siempre aquí y dice que todo muy rico.


Chelo: Esta es la tienda de ropa de Ruth. Vende unos vestidos muy bonitos. Aquí me compré uno para la boda de una amiga.
Sabrina: ¡Me encantaaan! Son tan bonitos...
Chelo: Ruth es una amargada.Ten cuidado con ella y no le hagas enfadar. Es una petarda de cuidado y te puede hacer la vida imposible.


Ruth: Chelo, ¿y Pepi?
Chelo: Está de baja.
Ruth: Tiene mucho cuento esa mujer. No trabaja bien. Soy yo la que tiene que pasar el plumero, hay mucho polvo y siempre usa ese ambientador tan fuerte que no soporto.
Chelo: Eso se lo tienes que decir a la jefa, yo no tengo voz ni...
Ruth: Y usa lejía, con lo fuerte que es eso. Me puede manchar el género y es ropa cara, ya lo sabes. No sabe fregar y es muy lenta.
Chelo: De momento la sustituye Sabrina.
Sabrina: Hola.
Ruth: A ver si tú eres más eficiente. Se ve que la gente no tiene ganas de trabajar. Mira que es fácil limpiar, eso lo hace hasta un niño.
Chelo: Te dejo que tengo prisa.


Chelo: Esta es la zapatería. Su dueño es un buen hombre, pero el negocio no le va muy bien. A mi me idolatra, pero sabe que yo estoy casada y le quedo en otro mundo. ¡Casimiro!
Sabrina: ¿El qué casi miras?
Casimiro:¡Chelo! Benditos los ojos que te ven. Bella, como siempre.
Chelo: Tendrá que regularse la vista, Casimiro.
Casimiro: Reconozco la belleza en cuanto la veo.
Chelo: Le presento a Sabrina, la nueva limpiadora.
Casimiro: Bienvenida al centro comercial. 
Sabrina: Gracias.


Chelo: Esta es la boutique de Nicole. Es encantadora, nada que ver con Ruth. Eso sí, su ropa es exclusiva y debes tener mucho cuidado, es muy cara.
Sabrina: Pues esto es gigante...¿lo tengo que limpiar todo?
Chelo: Sí, cariño. Es mucho pero te lo tomas con filosofía. El truco es hacerlo con idea, siempre limpiando en profundidad lo que más se ve.


Chelo: Esta es la tienda de Edurne. Encantadora. Es una tienda pequeña, pero con ropa muy cuca. Esta te costará poco de limpiar.
Edurne: ¡Hola, Chelo! ¿Nueva chica?
Chelo: Sí, se llama Sabrina.
Edurne: Encantada, Sabrina. Aquí me tienes, para lo que necesites.
Sabrina: Muy bien.


Chelo se fue, aunque le prometió volver en cuanto pudiese para ver que tal le iba. Sabrina empezó a limpiar la tienda de electrónica. Con su trapo, quitaba el polvo de las estanterías. No se fijaba mucho si quedaba bien, estaba embobada mirando a Juanjo.

Sabrina: Menudos brazos, este va al gimnasio. ¿Y el culo? ¡Impresionante! El pantalón le queda perfecto. Me gusta su cara, es muy guapo. Aunque yo tengo al click más guapo del mundo en mi casa, pero es que este tampoco está nada mal.


Se acercó hasta Juanjo, que miraba la pantalla del ordenador casi sin pestañear. 

Sabrina: Ya tienes la tienda limpita, Juanjo.
Juanjo: Gracias, Sabrina.
Sabrina: Lo que necesites, no dudes en llamar.
Juanjo: Gracias, maja.


Se sentó en un banco, cerca de la librería. Ya estaba muy cansada y acababa de empezar la jornada laboral.

Sabrina: ¿Maja? Me ha llamado maja...eso es que no le he impresionado...¿Será la hora de desayunar? ¡Oh, no! Solamente han pasado 20 minutos...es como si el tiempo se hubiese ralentizado. Me aburro mucho...


Sabrina: Escucharé un poquito de música para animarme. 

Sacó el móvil y se puso los auriculares. Hizo caso omiso a la advertencia de lo peligroso de escuchar música tan fuerte y le dio al play. Sonó su canción preferida y le dieron ganas de bailar. Miró alrededor aburrida. 

Sabrina: Ojalá estuviera en otro lugar...¡Paso de limpiar todo esto! Este trabajo no es para mi. Ya sé, podría leer revistas. Ya que estoy aquí las puedo leer de gratis.


Cogió una revista y se puso a leer. Sentada y escuchando música, olvidó que tenía que trabajar. Tiburcio la llamaba, había una urgencia en una de las tiendas, pero con los auriculares, no le escuchaba.


Sus conducía el coche familiar. le acompañaba Agatha, Suselle,Dante y los pandas. Pinky y Pandy eran inseparables.

Sus: Aparcaré aquí mismo.
Dante: ¡Yo quiero un móvil nuevo!
Sus: Tendrás que esperar a Papa Noel.
Dante: Jolines, mamá...para eso queda mucho...
Sus: No puede ser, Dante.
Suelle: Eres un caprichoso.
Dante: ¡Uhhhh! 


Sus tenía que ir a buscar un monedero que había encargado en una tienda.

Sus: ¿Os quedáis con Agatha mientras voy a por el monedero?
Dante: Vale, paso de ir a ese aburrimiento.
Suselle: Yo voy contigo, mami.



Tiburcio: ¿Pasando de trabajar? ¡Ey! ¡Oye!
Sabrina: ¿Quién grita? ¡Ops!


Se levantó rápido y se puso a limpiar la revista.

Sabrina: No entiendo que vendan las revistas con polvo, ¡los clientes se pueden quejar! Menos mal que estoy yo aquí...
Tiburcio: Está prohibido trabajar con los auriculares y escuchando música.


Sabrina: Es que así me animo...
Tiburcio: Dame, yo te lo guardo. Ahora ve a la primera planta. Una niña ha vomitado.
Sabrina: Pues que se encargue la madre, no te fastidia.
Tiburcio: ¡La madre no está contratada para limpiar el centro comercial, listilla!
Sabrina: Cuando hablas tiras perdigones, que lo sepas. Da asco, mucho asco. Voy porque me da la gana, no porque me lo digas tú. 


De camino, pasó por la heladería. Había muchos clientes tomando helados. Se le antojó uno y fue a hablar con el vendedor.


Sabrina: Hola...¿Manuel?
Manuel: Sí, ¿todo bien?
Sabrina: Que se me antoja un helado. ¿Me invitas? Un cucurucho de vainilla, menta y chocolate.
Manuel: ¿Hablas en serio? Lo siento, pero si quieres un helado lo tendrás que pagar. Esto es un negocio...
Sabrina: Pero...
Manuel: Si me disculpas, tengo que atender a los clientes.


Manuel fue a atender a una niña y Sabrina aprovechó para prepararse un mega cucurucho de muchas bolas. De paso, agarró una cuchara y se metió varias cucharadas de helado en la boca.

Sabrina: ¡Mmmm! Este de mango está muy rico, y este...mmmm de avellana, ¡deliciosos!


Cuando Manuel fue a la barra, se encontró con que muchos sabores se habían terminado y de otros quedaba poco.

Manuel: No lo entiendo, si no he vendido tantos...


Sabrina se marchó con su cucurucho de mil bolas y sabores. Donna la miraba sorprendida.

Donna: ¡Hermana! ¿Se puede saber que haces con ese cucurucho?
Sabrina: ¡El heladero que es muy amable!
Donna: ¡No hagas trastadas, por favor!
Sabrina: ¿¡Yo!? ¡Me estoy portando divinamente! ¡No puedo seguir hablando!
Donna: Vale vale, entiendo que tienes mucho trabajo y no te quiero entretener.
Sabrina:¡No, es que se me derrite el helado!


Se sentó en un rincón y se comió el cucurucho tranquilamente. Cuando terminó, fue caminando a toda prisa para limpiar el desagradable desastre provocado por una niña.

Sabrina: Si tu hija está mala, no la saques a la calle, leches. Ahora tengo que ir a limpiar las porquerías de sus hijos...

Hablaba enfadada y con pocas ganas de realizar la tarea.


Llegó a la tienda de Ruth. Según Tiburcio, allí había vomitado una niña.


Había gente por todas partes y no le apetecía que nadie le viese limpiando eso. Ruth la vio venir y puso cara de enfado. 

Sabrina: ¡Pero que asquerosidad! ¡Es repugnante!

Vio el vomito en el suelo y casi le da algo. 


Ruth: ¡Ya era hora! Estoy perdiendo ventas por tu lentitud. ¡Limpia esto inmediatamente!
Sabrina: Perdona, estaba trabajando. A ver si te piensas que me estoy tocando las narices. Hay mucho trabajo y no doy a basto.
Ruth: ¡No me cuentes tu vida! Limpia esto de una vez.


Sabrina: ¡Pero me da mucho asco! ¿Te doy la fregona y lo limpias tú?
Ruth: ¿Perdona? ¡Ese no es mi trabajo!
Sabrina: ¿Y si le tiro serrín y lo dejo así?
Ruth: ¡Lo tienes que quitar! Como no lo hagas, llamo a tu empresa y te juro que te despiden.
Sabrina: Menudo carácter. Yo creo que no vendes por rancia. 
Ruth: Tengo que seguir trabajando. Lo limpias ahora mismo.
Sabrina: Vale...


Tiburcio: Vaya, disfrutando de tu primer día de trabajo, ¿no? ¡Jojojojo! Es desagradable, ¿verdad?
Sabrina: Pues fíjate, tu cara me resulta todavía más desagradable.
Tiburcio: Muy graciosa. ¡¿Estás tirando lejía?!
Sabrina: Pues claro, para desinfectar. Esto me da mucho asco. Ay, no lo soporto...
Tiburcio: ¿De dónde narices sales tú? Ahí te dejo. Atenta por si te llamo.
Sabrina: A sus órdenes, capitán. 


Ruth: ¡¡Eh!! Cuidado con la lejía, menudo pestazo. ¿Nos quieres asfixiar a todos?
Sabrina: ¿Limpio o no lo limpio?
Ruth: ¡Limpia pero ten cuidado con la ropa! Si la manchas de lejía, te las verás conmigo.
Sabrina: Estoy desinfectando la zona, chavala. Deja a una profesional trabajar y pasa de mi cara. A ver si te piensas que soy tonta.
Ruth: Pues lo pienso, guapa.


Ruth siguió a lo suyo. Sabrina estaba que trinaba. Odiaba a Ruth y su ridícula tienda de vestidos pijos. Miró la lejía y luego los vestidos. Una idea muy loca se le pasó por la cabeza y sonrió con malicia.

Sabrina: Vamos a jugar un ratito.


Agarró bien la botella de lejía y como si estuviese regando las plantas, mojó todos los vestidos con lejía.

Sabrina: Anda, pues hasta quedan bonitos. Si es que tengo alma de diseñadora. Este año se lleva la ropa descolorida y con manchas de lejía, ¡jajajaja!


Continuará


1 comentario:

  1. ¡Menuda locura! ¡Cómo me he reído! Echaba de menos una historia graciosa que hiciese sonreír y con esta no he dejado de reírme. Desde luego, qué poco se merece Sabrina todo lo que tiene. Es cierto que limpiar no es un trabajo muy agradable, pero por lo menos tiene trabajo y, siendo temporal, tampoco es para tanto; pero ella es muy caprichosa e infantil. He pensado que me gustaría conocer cómo fue su infancia. Debe haber sufrido carencias para ser así de mayor; pero no puedo negar que me he reído muchísimo. Me he reído mucho con Tiburcio y con las cosas que Sabrina le dice. También me he reído cuando se pone a tirarles lejía a todos los vestidos. Qué morro tiene también cogiendo una revista, escuchando música y leyendo, desde luego que me ha dado vergüenza agena, jajajaja. Y luego intentando seducir al de la tienda de informática, que espero que no se fije en ella nunca, por lista. Ay, pero está muy bien la historia porque es divertida y además me gusta mucho cómo has construido todas las tiendas, qué variedad, y qué original. ¡Me he reído mucho cuando Sabrina se pone a coger helados! ¡Pero qué poca vergüenza tiene! ¿Cómo es posible que sea así? ¡Pero de verdad que me encantan este tipo de historias tan locas. ¡Gracias por hacerme reír!

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