Capítulo 02: El accidente
Ann conducía a toda prisa. Apretaba el acelerador observando nerviosa la hora. Ya había salido de la ciudad y conducía por una carretera que atravesaba un frondoso bosque. La oscuridad era casi absoluta. Se conocía bien el camino, pero siempre le había causado algo de respeto.
Ann: No se ve un pimiento.
Había pensando en quedar con Mike cerca de casa, en algún hotel de la zona, pero prefería conducir antes de levantar sospechas y ser descubierta por su marido.
Ann: Es imposible que llegue antes que George. Tengo que pensar en una buena excusa.
Hacía frío y encendió la calefacción. Se arrepintió por no haberse llevado una chaqueta.Vestía con poca ropa y no abrigaba en absoluto.
Ann: ¡Ya sé! Oh George, he ido al cine con Trudy y Jim...no cuela. Además, no tengo ni idea de las películas que hay en cartelera.
El viento movía los árboles y sintió un escalofrío por todo el cuerpo. Aquel bosque intimidaba, con tantos árboles y aquella intensa oscuridad. Dio más potencia a la calefacción y sin querer, arañó el tapizado con una uña.
Ann: ¡Maldita sea! Señora Lansin, cambiar el tapizado le costará 600 cleuros. Esos del taller siempre me están sacando el dinero por cualquier tontería. Debo tranquilizarme, me estoy volviendo paranoica. Debo pensar una excusa cuanto antes.
Ann: George, he estado en un hotel con un gigoló. Ni te imaginas lo bien que lo he pasado.Por 500 cleuros te proporciona seis orgasmos, ¡seis orgasmos! Oh George, es encantador. Se llama Mike, lo tendríamos que invitar a cenar a casa.
Ann se reía de pensarlo. A George le daría un infarto si le confesase la verdad, pero reírse le tranquilizaba.
Ann: Si le confieso la verdad, lo pierdo todo. ¡Ya sé, le puedo decir que le estoy preparando una sorpresa para su cumpleaños! Todavía queda un mes, pero puede colar.
Esa excusa le pareció convincente, así que se relajó. Encendió la radio y sintonizó la emisora que le gustaba. Sonaba una de sus canciones preferidas, walk on the wild side, de Lou Reed. Se puso a cantar como una loca, pensando en el próximo encuentro con Mike.
Por fin había entrado en calor y se había tranquilizado. Era una carretera muy solitaria, apenas pasaban coches. No le gustaba conducir de noche, y menos por carreteras tan solitarias.
Ann: Bueno, vale la pena correr el riesgo. ¡Seis orgasmos! Pobre Mike, creo que se está enamorando de mi.
Decidió fumarse un cigarrillo. Siempre se fumaba uno en la cama, junto a Mike. Con las prisas, no había tenido tiempo para fumárselo. Se autoconvencía de que un cigarrillo al día no le hacía ningún daño, y era casi una obligación después de disfrutar de un intenso orgasmo.
Ann: Creo que tengo un paquete en la guantera...
La guantera era un cajón desastre. Gafas, papeles, perfumes, pinturas...era casi imposible encontrar el paquete de tabaco. Dejó de mirar a la carretera y se centró en la guantera, situada frente al asiento del copiloto.
Ann: ¡Tiene que estar por aquí!
Un autoestopista se aproximó a la carretera al ver un coche pasar. Llevaba horas caminando y tenía frío. Aquel bosque provocaba escalofríos y estaba asustado. Necesitaba que alguien lo llevase. Llevaba a cuestas su enorme mochila, cargada de utensilios de viaje. La luz de los focos del coche le cegaron por un momento.
Ann seguía buscando el paquete de tabaco en la guantera, cada vez más desesperada. No miraba al frente, por lo que no se percató de la presencia del autoestopista ni de que se estaba saliendo de la carretera.
Ann: ¡Tengo que ordenar todo esto! ¡Bingo! Aquí están los cigarrillos.
Cuando se incorporó y miró a la carretera, ya era demasiado tarde. Gritó al ver al autoestopista frente a ella, levantando las manos y con una expresión de terror en sus ojos.
Lo atropelló de pleno, dándole muy fuerte. El autoestopista se golpeó contra el capó. Gritaba de dolor y miedo. Cada golpe que se daba, era más fuerte que el anterior. Ann había perdido el control del vehículo e iba dando bandazos de un lado para otro.
El hombre cayó a un lado y las ruedas delanteras y luego las traseras pasaron por encima de su ya magullado cuerpo. Dejó de gritar cuando una de las ruedas le pasó por la cabeza.
Ann consiguió dominar el coche y frenó. El cuerpo del autoestopista yacía sobre la carretera, sin signos de vida. Se quedó paralizada, mirando por el espejo retrovisor al hombre tirado en la calzada. Se puso a llorar histérica, tapándose la boca sorprendida.
Ann: ¡He atropellado a alguien! ¡Oh, no!
No podía dejar de llorar. Miraba por el espejo retrovisor, esperando que el hombre se moviese o diese algún signo de vida. Pasaban los minutos y el autoestopista no se movía.
Ann: Está muerto...lo he matado. Debería bajar...comprobar que está muerto. A lo mejor sigue con vida...¡No, ya está muerto! Piensa, Ann, piensa...
Ann: Esto arruinará mi vida. Quizás vaya a la cárcel y George descubrirá lo de Mike. Ya no puedo hacer nada por este hombre. Será mejor que me marche, que olvide lo ocurrido. ¡No puedo!
Seguía llorando, intentando aclarar las ideas. Debía tomar una decisión.
De pronto, las luces de un coche se acercaban lentamente hasta ella. Alguien venía por esa misma carretera y en cuanto llegase,no podría escapar. Tendría que apechugar con lo que había hecho y su vida cambiaría para siempre.
Ann: No sé que debo hacer...
Aquel coche se detuvo ante el cadáver del autoestopista. Las luces de sus faros iluminaron al pobre hombre y sus terribles y mortales heridas.
George: ¡Un accidente!
Ann se alejó lentamente de la escena y se detuvo a una distancia prudencial. No quería que reconociesen el coche ni pudiesen ver la matrícula.
Un hombre mayor bajó del vehículo y fue en auxilio del autoestopista. Cuando vio el estado en el que había quedado, supo que era imposible que hubiese sobrevivido.
George: Por todos los clicks, está muerto.
Miró al coche de Ann. Solamente podía ver las luces traseras de su vehículo. En plena oscuridad parecían los ojos rojos de un demonio enfurecido.
George: Aquel coche le habrá atropellado. ¿No piensa hacer nada?
Otro vehículo se detuvo para saber que estaba ocurriendo. Conducía una mujer, que miró desde el asiento del conductor la escena. Cuando vio el cadáver, gritó espantada.
Laura: ¿Está muerto?
George: Me temo que sí.
Laura: ¿Lo ha atropellado?
George: No, ha sido aquel vehículo de allá.
Laura se bajó para comprobar que en realidad estuviese muerto.
Laura: ¡Pobre hombre! Es horrible...
George: Ya he llamado a una ambulancia, dicen que tardarán un poco en llegar.
Ann miraba desde la distancia lo que estaba ocurriendo. Seguía indecisa, sin saber lo que debía hacer.
Ann: Debería ir y aceptar mi destino.
Laura miraba al coche de Ann. Estaba muy enfadada.
Laura: ¡Vuelve aquí y da la cara! ¡Le has atropellado, asesino! Rápido, debemos tomar la matrícula antes que escape.
George: Desde aquí no se ve nada.
Laura: Me acercaré con mi coche.
Al escuchar sus gritos, reaccionó. Aceleró y se alejó de allí a toda prisa. Laura gritaba enfurecida. Corría en un intento desesperado por anotar la matrícula o averiguar que clase de coche era.
De nada le sirvió, Ann se alejó rápidamente sin que le diese tiempo a nada. Estaba temblando, muy nerviosa.
Ann: Ann,¡en que lío te has metido! No puedo creer lo que he hecho...¡He matado a un hombre! La cuestión es, ¿podré vivir con ello? Todavía estoy a tiempo para entregarme. Puedo alegar que lo confundí con un animal...Un momento, a lo mejor no está muerto. Es verdad, quizás haya sobrevivido. Tengo que tranquilizarme y no precipitarme.
Vio a alguien caminando torpemente por la carretera y se detuvo. Miró por el espejo retrovisor. Aquella persona parecía ser el autoestopista, pero era imposible. Lo había dejado allí, muerto o malherido.
Estaba muy oscuro, por lo que le costaba verle. Aquel hombre se acercaba muy lentamente, arrastrando una de sus piernas. Levantaba un brazo, pidiendo a Ann que la esperase.
Parecía el mismo hombre que había atropellado, malherido y con sangre por todas partes. Estaba desesperado por llegar hasta Ann y comenzó a caminar más deprisa,arrastrando su pierna y sonriendo mientras escupía sangre por la boca.
Ann aceleró asustada. Estaba empezando a pensar que había perdido la cabeza.
Ann: Creo que me estoy volviendo loca.
Continuará...
Podría haber hecho trampas y leerme el siguiente capítulo para comentártelos los dos en un solo comentario, pero siempre he pensado que hacer eso es algo muy cutre y también prefiero ir saboreando la historia capítulo por capítulo. Annb sigue cayéndome muy mal. Me parece una mujer muy superficial. Incluso, cuando se echa a llorar tanto por el hombre al que ha atropellado, me parece que no llora por él, sino por ella, por el lío en el que se ha metido, porque se ha metido en un buen lío al que no sabe enfrentarse. Muy valiente es para quedar con otro hombre a espaldas de su marido (aunque eso me parece algo muy cobarde), pero muy cobardísima para enfrentarse a algo así y además es que ni se preocupa de comprobare si de verdad lo ha matado. Muy diferentes son las personas que han pasado por ahí y que sí se han preocupado por él. Ahí demuestra que clase de persona es Ann y es que no me daría nada de pena que el fantasma del autoestopista la persiguiee por todas partes haciéndole perder la razón. Qué pena que vaya a salir indemne de este caso y encima es que lo ha atropellado por estar buscando tabaco. Es que no puede ser más despreciable. Me gusta queel autoestopista vaya detrás de ella. ¡A ver qué pasa ahora! Me encanta la ambientación de esta historia. La verdad es que está muy conseguido todo. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarPerdón por las faltas mecanográficas. El teclado desde el que escribo es un asco y encima el ordenador se me ha vuelto loco y no me ha pasado el corrector.
ResponderEliminarTenía muchas ganas de poder sentarme a leer tranquila los capítulos. Este ha estado muy emocionante. Me gusta cómo vas contando la historia. Podemos ver en todo momento los pensamientos de la protagonista, lo que resulta bastante divertido. No esperaba que encontraran el cuerpo otros coches. Las fotos son buenísimas. Es increíble como unas fotos oscuras pueden quedarte tan bien. Me encantan. Consigues meternos perfectamente en la historia. Estoy deseando leer el siguiente a ver qué sucede. Voy a ello.
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