martes, 31 de julio de 2018

Vacaciones en el mar - Capítulo 17: ¡Comienza el show!


Felipe no se podía sentir peor. Se arrepentía por todo lo que había hecho. Recordaba las palabras de su madre "no te juntes con esos, que te llevarán por mal camino", no se equivocó. Junto a Blas y Jano, había hecho cosas de las que se arrepentía. "Es que yo quiero ser guay", se decía cuando su conciencia le decía que estaba haciendo mal. Se había sentado bajo las escaleras que daban al tobogán de la piscina. La oscuridad le permitía pasar desapercibido. En esos momentos no le apetece ver a Blas ni hablar con nadie.


El hombre misterioso seguía pendiente. Miraba de un lado para otro esperando encontrar al fin su objetivo. Sabía que estaba en ese barco y tenía que encontrarlo para eliminarlo de una vez por todas. Bebía de su copa de zumo sin perder de vista todo lo que ocurría en la sala de fiestas.


Una música alegre y animada sonó de repente. Todos los asistentes dejaron sus conversaciones para más tarde y se acercaron para ver lo que estaba ocurriendo. Una chica preciosa, con el pelo dorado y vestida con una falda plateada y una blusa blanca, subió al escenario. Sonriendo al público se presentó.

Malena: ¡Buenas noches, queridos amigos! Mi nombre es Malena y estoy aquí para presentaros nuestro show. Se trata de un espectáculo fantástico, repleto de grandes artistas. 


Malena: Sin más dilación, empezaremos nuestro show con un humorista de categoría. Se trata del famoso y querido, ¡Chiclicko de la Calzada! ¡Un fuerte aplauso!


Chiclicko de la Calzada: ¡Te das cuen, te das cuen! Por la gloria de mi madre. Este era uno con cara de fistro, que entra en una entrevista de trabajo. El que entrevistaba le dijo. Fistro, ¿nivel de inglés? El cara fistro, le contestó que nivel alto, por la gloria de mi madre. El entrevistador le dijo "muy bien, cara fistro, traduzca fiesta". Le contestó con el diodeno sexuá muy deteriorado "party". El entrevistador le dio el visto bueno y le dijo "ahora utilícelo en una frase". Respondió mu serio "Ayer me party la cara con el caballo". El hombre le dijo, "¡Contratado!" Este caballo viene de bonanzaaaa... 


"Fistrooo, ¿cómor?"


"¡No te digo digo, por no llamarte Rodrigo! ¡Hasta luego Lucas!"


Malena: Ahí teníamos al gran Chicliko de la Calzada. ¡Hasta luego fistro! Ahora llega el momento de presentar a una de las actuaciones más esperadas de la noche. Ellas son hermanas, gallegas y con tanto arte en el cuerpo que no se puede aguantar. Se presentan esta noche a nuestro espectáculo con un show maravilloso. Con todos ustedes, ¡Las Playgirls!


Las tres hermanas subieron al escenario y se colocaron en posición para empezar a cantar y bailar. 



Asunción era la que cantaba. Las tres bailaban haciendo una coreografía muy preparada. Se notaba que lo hacían con ilusión, dando todo en el escenario. 



Cantaban y bailaban transmitiendo a todos los presentes ganas de moverse y saltar.


Artemisa las miraba enfadada. No quería que la viesen ahí sentada, disfrutando del espectáculo. Así que se escondía tras las cabezas de los que estaban sentados delante de ella.

Artemisa: Estas son tontas. Se creen que lo hacen muy bien. Das una patada y salen mil como ellas.

Aunque no las quería ni ver, no podía evitar mover un pie al ritmo de sus canciones.


Cuando terminó su espectáculo, Asunción se quedó sobre el escenario y las demás bajaron.

Asunción: ¡Muchas gracias!

La gente aplaudía su actuación y pedía otra canción. Artemisa puso los ojos en blanco, deseando que Asunción desapareciese del escenario. Estaba empezando a tenerle muchísima manía.

¡Otra, otraa, otraaa!

Asunción: Gracias, querido público. Nos preparamos y saldremos con otra canción, pero antes, tenemos una actuación muy especial. 
Artemisa: Qué pesada que esta mujer. A ver si se pierde de una vez por todas, es insoportable. 
Asunción: Es su primera actuación, así que espero que todos le apoyemos y animemos para que pueda cantar tranquila y sin nervios. Se llama Agnes y esta actuación especial se la dedica a su gran amor, Artemisa.
Artemisa: ¿Cómo? No puede ser...Agnes no es capaz de hacer esto.
Asunción: Con esta canción, quiere demostrarle que la ama y que no hay nada en el mundo que le importe más que ella. Que la hace feliz y que no dude nunca del amor que las une, pues es verdadero y eterno. 
Artemisa: Agnes...
Asunción: Con todos ustedes, ¡Agnes!


Artemisa: No me lo puedo creer...esto no es posible, Agnes se moriría de vergüenza. 


Al verla subir al escenario, su corazón dio un vuelco. Estaba bellísima, con un vestido largo blanco y con tonos plateados. Su pelo, su cara, su piel...parecía un hada salida de un cuento. Se arrepintió al momento de haber dudado de su amor, de haberla tratado de una forma tan injusta. Estaba allí arriba, haciendo un esfuerzo descomunal para intentar hacerla entrar en razón.

Agnes: Artemisa, esta canción es para ti. Espero que con ella, seas capaz de ver que te amo, que eres el amor de mi vida y que me haces muy feliz. 

No lograba verla entre el público la inseguridad se apoderó de ella.


Al ver a todo el mundo mirándola, esperando verla cantar, se puso muy nerviosa. De pronto, no era capaz de hacerlo. Le daba miedo hacer el ridículo, que Artemisa no la viese cantar...todo le daba miedo. ¿Y si Artemisa seguía pensando igual y todo esto no servía para nada? Se quiso bajar del escenario, pero las Playgrils se interpusieron en su camino. Artemisa tenía un nudo en la garganta, sabía lo mal que lo estaba pasando.

Asunción: Agnes, no dejes que el miedo te domine. Eres capaz de hacerlo, estamos seguras de ello.
Justina: ¡Ánimo, Agnes!
Piedad: ¡Tú puedes, Agnes!
Agnes: No puedo...
Asunción: Hazlo por Artemisa, hazlo por ti. Demuéstrate que eres capaz de hacerlo, que este miedo no puede contigo. ¡Deleita a este público con tu maravillosa voz!


Agnes respiró profundamente y volvió al escenario. La gente empezó a aplaudir. Artemisa lloraba nerviosa. Las Playglirls hacían de coro mientras Agnes cantaba con todo su corazón.



La canción en seguida caló entre los presentes. Algunos intentaban disimular sus lágrimas y otros se rendían ante la belleza de su voz y la canción. Artemisa no podía reprimir sus lágrimas. Se levantó y fue hasta Agnes.


Cuando Agnes la vio aparecer, sonrió aliviada. Su presencia le dio seguridad y al verla sonreír emocionada, supo que las cosas estaban solucionadas.


Cuando terminó la canción, Agnes habló para ella.

Agnes: Artemisiña...te quiero. Espero que esta canción nos ayude a superar esta crisis.
Artemisa: Ya no hay crisis entre nosotras. Perdona, Agnes...he sido una tonta.


Artemisa subió al escenario y besó a Agnes. Todo el mundo aplaudía emocionado. 


Las Playgirls gritaban enloquecidas. 

Justina: ¡Viva el amor!
Artemisa: Chicas, siento haber sido tan...injusta. Sobretodo contigo, Asunción.
Asunción: No importa, de verdad. Es comprensible, no quieres perder a Agnes. Cuídala, pues es una clack maravillosa.


Mientras todo esto ocurría, el hombre misterioso encontró al fin su objetivo. Allí estaba, sentada en primera fila, disfrutando del espectáculo. Sonreía mirando al escenario y aplaudiendo con entusiasmo. 

Hombre Misterioso: Ya no te escapas.


Carlota lo vio al otro lado de la sala. Era él, el hombre que la quería matar. Llevaba tanto tiempo huyendo que ya estaba empezando a pensar que todo se lo había imaginado, pero nada más lejos de la realidad. Estaba allí y nada le detendría hasta que ella estuviese muerta.

Carlota: No puedo creerlo...
Donato: Yo tampoco, canta como los ángeles. Hacen buena pareja, ¿verdad?
Carlota: No me refiero a eso...
Donato: ¿Estás bien? Carmen, ¿va todo bien?
Carlota: Me llamo Carlota.
Donato: ¿Carlota? No entiendo nada.


Carlota: ¡Tengo que irme! ¡No me sigas!
Donato: ¡Carmen! ¡Espera!

Carmen salió corriendo. Donato no entendía nada, pero estaba claro que algo malo le estaba ocurriendo. Decidió seguirla y averiguar lo que estaba pasando.

Donato: ¡Espera!


El hombre misterioso no estaba dispuesto a dejarla escapar. Dejó su copa sobre la barra del bar y salió tras ellos. Se tocó la chaqueta y con disimulo, quitó el seguro de su arma.


Continuará...

sábado, 28 de julio de 2018

Vacaciones en el mar - Capítulo 16: El amor es un engaño

Demetria necesitaba respirar aire puro. Subió a la cubierta esperando haberse librado de Felipe. Lo escuchó correr tras ella, pero consiguió despistarlo. Gabi estaba sentado en la terraza, intentando relajarse cuando la vio aparecer.


Pensaba en acercarse y preguntarle cómo se encontraba, pero le daba miedo molestarla. "Debe estar muy triste", pensó. No se equivocaba, Demetria no podía estar más triste y decepcionada. Aunque en esos momentos, a quién más odiaba era a ella misma. Se culpaba por haber confiado en Felipe sin conocerlo de nada.


Felipe la encontró. La vio allí sola, mirando al horizonte y se le partió el corazón. Sabía que estaría enfadada y muy decepcionada.

Felipe: ¡Demetria!


Demetria se dio la vuelta al escuchar su voz. Deseaba que la dejase en paz, que desapareciese de su vida. Lo peor de todo era que estaba atrapada en ese barco y no podía escapar de él. 

Felipe: Demetria, tienes que...
Demetria: Felipe, quiero que me dejes en paz. 
Felipe: ¡No lo entiendes!
Demetria: Lo escuché todo, Felipe. La apuesta, lo fea que soy...¡Nunca debí confiar en ti!
Felipe: Lo siento, esa apuesta fue un error. Al principio me acerqué a ti por eso, pero al conocerte, todo cambió.
Demetria: La apuesta sigue en pie, ¿verdad?


Felipe: ¡Ya no hay apuesta! Demetria, te lo juro. Ven conmigo, deja que te lo explique. Siento algo especial por ti, algo que...
Demetria: Mientes muy bien, tengo que reconocerlo. Deja de humillarme y vete. ¡No quiero saber nada más de ti! No te acerques a mi ni me hables.
Felipe: Vamos, Demetria. Dame otra oportunidad, te demostraré que...
Demetria: ¡¡Déjame en paz!! ¡¡Vete!!

Al ver lo tensa que se estaba poniendo la situación, Gabi decidió intervenir. 


Forcejeó con  Felipe hasta que consiguió que soltase a Demetria. Felipe cayó al suelo cuando Gabi lo empujó.

Gabi: ¡Te ha dicho que la dejes en paz!
Demetria: Gabi...
Felipe: Necesito explicarme...
Gabi: Ya está bien, ¿es que no tienes corazón?


Demetria: Felipe...no te acerques a mi, por favor.
Felipe: Demetria...
Gabi: Vamos, está anocheciendo y hace frío. Entremos y comamos algo calentito, te sentará bien.


Sinéad y Eros salieron del camarote dispuestos a pasárselo bien en la fiesta. Sinéad miraba de un lado para otro, temerosa de que la chica que los vio con el cuerpo de Jano los encontrase.

Sinéad: No la veo por ninguna parte.
Eros: Ya te dije que no pasaría nada.


Sinéad: Eros, ¿y si me vuelve a controlar el hambre? ¡No quiero hacer daño a nadie más!
Eros: En ese caso, yo te ayudaré. No te preocupes, a las malas buscamos un desgraciado como el que nos hemos zampado y ya está. Piénsalo bien, le hacemos un favor al mundo.
Sinéad: Pero no quiero ser yo la que decida quién debe o no morir. Hoy me siento como un monstruo.
Eros: Un monstruo muy sexy.


Rafa ya había hecho la transferencia. Fue a al camarote de Jean y Amy para informarles. Deseaba llevarse a Amy y que por fin, pudiese ser libre para decidir. Le angustiaba pensar que seguía en el mismo camarote que Jean.


Jean abrió la puerta y seguidamente se sentó en la cama frente a su ordenador portátil. Amy estaba en un rincón de la habitación, con una maleta con sus cosas a su lado.

Jean: Pasa y cierra la puerta.


Entró y cual fue su sorpresa al ver a Jean junto a una pistola. Aquello le aterró. ¿Y si una vez confirmada la transferencia lo mataba allí mismo? Podía tirar su cadáver al mar y desaparecería para siempre. Aquella idea se instaló en su mente y casi se quedó petrificado.

Jean: ¿Has hecho la trasferencia?
Rafa: Así es.
Amy: Es demasiado dinero, Rafa...
Jean: Es lo que vale su amor por ti, deberías sentirte alagada. 


Jean: Voy a comprobar si no me estás engañando.

Mientras Jean tecleaba en su ordenador y se metía en su cuenta bancaria, Rafa seguía mirando el arma. Estaba valorando la posibilidad de lanzarse a por ella. Estaba algo lejos, pero quizás con el factor sorpresa consiguiese hacerse con la pistola. Jamás había usado un arma, por lo que no sabía si sabría usarla y lo que es peor, disparar contra Jean.


Jean: Colega, ya tengo el dinero en mi cuenta. 

Rafa No sabía si reír o llorar. La idea de lanzarse a por la pistola cada vez se alejaba más de su mente.


Jean se puso a saltar sobre la cama. Estaba tan contento que reía y bailaba.

Jean: ¡Soy ricoooo!
Rafa: Ya tienes tu dinero, ahora deja que nos marchemos.


Jean bajó de la cama y se acercó a él con la pistola en la mano. Rafa miraba el arma aterrorizado.

Jean: Rafita, te has portado. Creo que en otras circunstancias, habríamos sido amigos.
Rafa: Lo dudo...


Estaba sudando y aquel momento se le estaba haciendo eterno. El arma le estaba poniendo muy nervioso.

Jean: Amigo, estás sudando. Tranquilo, un trato es un trato. Te puedes llevar a esta, si es lo que quieres.
Rafa: Es lo que quiero. No nos molestarás más, ¿verdad?
Jean: Soy un click de palabra, amigo. Es algo que me enseñó mi padre y cumplo a raja tabla. Es toda tuya, haz lo que quieras con ella. Yo tengo mi dinero, tú a Amy. Solamente tengo una advertencia que hacerte. 
Rafa: ¿Cuál?
Jean: No vayas a la policía. Si lo haces, mi padre y todos sus hombres irán a por ti. No existirá rincón en el mundo en el que esconderte.
Rafa: Descuida.


Agarró a Amy del brazo y tiró de ella. Salieron escopeteados del camarote. Cuando avanzaron unos metros, Jean los llamó. Se detuvieron y se giraron. Tenía todavía su arma en la mano. 

Jean: Que seáis felices.

Algo en la forma de decirlo le puso los pelos de punta. No estaba seguro de que realmente los fuese a dejar en paz.


Fue Amy la que tiró de él esta vez y se alejaron a toda prisa.


Llegó la noche y después de una cena lujosa y por todo lo alto, los pasajeros se trasladaron a la sala de fiestas, que hacía también de bar/restaurante. Era una noche muy estrellada de luna llena. Corría un viento frío pero no del todo desagradable. Lentamente se aproximaban unas nubes de tormenta, aunque todavía parecían estar lejos.


Panama navegaba en la oscuridad de aquel inmenso mar. Sus luces se reflejaban en el agua como estrellas en la inmensidad. 



Donato y Carlota observaban juntos aquel maravilloso e impactante paisaje. Después de una agradable cena, en la que comieron y rieron hasta hartarse, decidieron tomarse un refrigerio contemplando la luna y el mar.

Carlota: Me siento muy pequeña, diminuta antes esta inmensidad.
Donato: Y yo. No somos nada, Carmen.
Carlota: Ha sido una velada maravillosa.
Donato: Te dije que soy un gran conversador y que no te aburrirías. Para mi también ha sido maravillosa. Lo bueno es que la noche todavía no a terminado.
Carlota: Sí, todavía pueden ocurrir muchas cosas.
Donato: Interesante observación.


Leire estaba en cabina junto a Peter, que llevaba los mandos del barco. Miró el cielo preocupada.

Leire: ¿Estamos en alerta roja?
Peter: No te preocupes, la tormenta está tomando otra dirección. 
Leire: Aquellas nubes son terroríficas, pero preciosas.
Peter: Sí, una belleza peligrosa. Por suerte, nos mantenemos alejados de la tormenta. 


Leire: Pues yo nunca estoy tranquila con estas cosas. Ya sabes, las nubes cambian de rumbo en cuanto menos lo esperas.
Peter: Sí, pero estas las tenemos controladas. Pronto estaremos muy lejos de la tormenta.


En la sala de fiestas, Renzo y sus amigos bailaban en parejas. Como no podía ser de otra forma, Kimberly bailaba pegada a Renzo y Emma a Willy. Renzo pisaba sin querer a Kimberly y ella protestaba intentando corregir sus pasos.

Renzo: Perdona, es que no tengo ni idea de bailar...
Kimberly: Déjate llevar, cariño. No me pises más que me ensucias los zapatos y me haces daño. ¡Ay!
Renzo: Perdona.
 Kimberly: Intenta concentrarte, Renzo. En la fiesta de fin de curso quiero que bailemos juntos, que todos se mueran de la envidia. 


Renzo: ¿No podríamos pasar de eso?
Kimberly: ¡Por supuesto que no! Es importante para mi. Oh, Renzo...esto es tan romántico.
Renzo: Sí, estar aquí juntos, bailando. Te quiero, Kim.
Kimberly: Eres tan tierno, Renzo. 
Emma: Menudos pisotones le está dando Renzo a Kim.
Willy: Sí...es que no sabemos bailar.
Emma: Ni yo. A mi si me pisas no pasa nada, que tengo estas botas duras y no se ensucian fácilmente.
Willy: Intentaré no pisarte. Emma...
Emma: Dime.
Willy: Ehhh, a ti te gustaría...
Emma: ¿Tomarme un helado?
Willy: Ehhh, sí...
Emma: ¡Síi! Me has leído el pensamiento.


Ignacio y Beatriz se tomaban un copa en la barra. Permanecían en silencio, escuchando la música. Beatriz lo miraba de vez en cuando, pensando en iniciar una conversación, pero se terminaba arrepintiendo y guardaba silencio. Ignacio no la miraba. Estaba algo nervioso y muy aburrido.


Duclón y Wenda también se estaban tomando una copa, aunque ellos hablaban animadamente y reían cada dos por tres. Wenda había bebido más vino de la cuenta. Aunque no estaba ni mucho menos ebria, estaba de muy buen humor y reía con facilidad. Duclón estaba intentando ocultar sus nervios. El momento de la sorpresa estaba cada vez más cerca. 


Nicole se tomaba su copa impaciente. Veía a Ignacio con su mujer y se sentía un poco estúpida. Quería creer en sus palabras y pensar que pronto dejaría a su mujer para estar con ella. Llevaba un buen rato esperando a que Ignacio le hiciese alguna señal. Habían quedado para estar juntos y se estaba empezando a impacientar. De pronto, Ignacio le hizo con gesto con la cabeza. Interpretó que ya podía ir tirando a su camarote. En cuanto se bebiese el champagne, se marcharía.


Artemisa no estaba dispuesta a quedarse en el camarote encerrada y ni mucho menos estar con Agnes. No deseaba verla. La quería mucho, pero no soportaba verla tan infeliz a su lado. Ella quería irse a Galicia, era lo único que le importaba. Asunción parecía hacerle feliz y eso que se acababan de conocer. Claro, es gallega. Tienen mucho en común. Cantan juntas y adoran su tierra. Se sentía apartada, como si ella perteneciese a otra galaxia y encima, una galaxia mucho peor.


Había mucha gente en la sala de fiestas. Sonaba una canción romántica que no conocía.  Algunos bailaban y otros charlaban con copas en la mano. Se pidió un cóctel y se sentó en una de las sillas para ver el espectáculo. Necesitaba despejarse un poco y pensar en otras cosas.


Amy y Rafa bailaban agarrados. Rafa no podía sentirse más feliz. Ella cerraba los ojos y apoyaba la cabeza en su hombro.

Rafa: Eres libre. No tienes que estar conmigo, no me debes nada.
Amy: Rafa, quiero estar contigo. 
Rafa: Pues sonríe, tienes que estar feliz.
Amy: Sí, soy feliz pero me siento mal. Has pagado mucho dinero...
Rafa: Esa gente funciona así, Amy. No podíamos hacer otra cosa. Si la policía no es capaz de acabar con ellos, ¿que podríamos haber hecho nosotros?
Amy: Ya...
Rafa: Aunque no me termino de fiar de Jean.
Amy: No creo que nos moleste. Tiene el dinero.


Ignacio por fin rompió el silencio. Beatriz se asustó cuando lo escuchó hablar de repente.

Ignacio: Estoy sudado. Voy a darme una ducha rápida y mirar una cosa en el ordenador. 
Beatriz: ¿Ahora? Está a punto de empezar el espectáculo.
Ignacio: Da igual, el espectáculo me importa un pimiento. Disfruta sin mi. Luego nos vemos.


Llevaba mucho tiempo siendo así de antipático y borde con ella, pero había algo raro que no encajaba. Aunque en un principio pensó en quedarse y olvidarse de él, cambió de opinión. Tenía que averiguar si en realidad le estaba ocultando algo. Decidió seguirle y saber si le mentía.


Lilu llegó a la sala de fiestas casi de milagro. No tenía ganas de levantarse, pero Wenda la obligó. Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar.

Wenda: ¡Sobrina! Mi niña, nunca te había visto así.
Lilu: Nunca me había sentido así...
Wenda: Cariño, siento mucho que lo vuestro haya terminado. Sé lo mucho que quieres a Duque.
Lilu: Lo que más me duele es que él a mi ya no me quiere...eso...

No pudo evitar ponerse a llorar de nuevo.

Lilu: Eso duele mucho, tía.
Duclón: ¿Quieres que hable con Duque? 
Lilu: Te lo agradezco, pero es mejor que no lo hagas. No hay nada más de lo que hablar...
Duclón: Ánimo, esto lo superarás.


Lilu: Será mejor que vuelva a mi camarote.
Wenda: ¡De eso ni hablar! Te quedas aquí y te distraes un rato. Ay, de verdad que me duele mucho verte así.
Lilu: Estoy destrozada, no tengo ganas de vivir. No me imagino la vida sin Duque...
Wenda: Yo tampoco me la imaginaba sin Ben, y mira. Ahora estoy con Duclón y es el click de mi vida. Te voy a pedir un cosmopolitan y te sientas a ver el espectáculo. Seguro que lo pasamos muy bien. 


Lilu se sentó al lado de Artemisa, que estaba bebiendo sorbos de su copa sin mirar a ningún sitio en concreto. Al ver a Lilu así, hizo un esfuerzo en sonreír.

Artemisa: ¿Un mal día?
Lilu: El peor de mi vida...
Artemisa: Para mi también ha sido un mal día.
Lilu: El amor es una estafa. Tiene fecha de caducidad, ¿lo sabías?
Artemisa: Yo sigo enamorada como el primer día.
Lilu: ¿Y tu pareja? ¿Sigue enamorada de ti como el primer día? El amor es un engaño, una estafa. En cuanto menos te lo esperas, te tiran a la basura como algo inservible.

Lilu se puso otra vez a llorar.

Artemisa: Es complicado...
Lilu: Complicado no. Es un engaño, ¡el amor no existe!

Aquellas palabras calaron en Artemisa. ¿Y si Agnes ya se había cansado de ella? Asunción era una clack bellísima y con la que congeniaba a la perfección. Le aterrorizó que todo lo que le estaba contando Lilu fuese cierto. Si perdía a Agnes, perdería la ilusión por la vida.


Cecilia e Izan llegaron a la sala de fiestas. Decidieron tomarse unas copas en una zona más tranquila la de la sala.


Cecilia: ¿Sabes algo de Alicia?
Izan: No. Creo que lo nuestro ha terminado. Aunque la amo, la amo con toda mi alma, pero no la entiendo. Ya no sé que debo decir o hacer para que las cosas vayan bien. Me estresa y a mi no me gusta vivir así.
Cecilia: Lo entiendo. Pues disfruta de este momento, intenta olvidarte de los problemas.
Izan:Es imposible, pero lo intentaré. Al menos contigo me siento bien, no me acusas ni me ignoras. 
Cecilia: No soy tu novia. A lo mejor si lo fuese, estaríamos tirándonos los trastos a la cabeza.


Alicia estaba arrepentida. Le había dicho cosas horribles a Izan y no se lo merecía. Tenía que intentar solucionar las cosas antes de que fuese demasiado tarde. Tenía que reconocer sus errores. Su trabajo le había absorbido por completo, pasando por completo de su relación con Izan. Le había dado un ataque de celos irracional. Hasta ese momento no sabía que era tan celosa. Estaba buscando a Izan por la sala de fiestas, pero no lo encontraba.


Blas estaba harto de sus amigos. Jano le había dado el plantón. Estaba por ahí de fiesta pasando de él. Felipe se había vuelto loco y le había propinado un puñetazo. Los dos dejaban mucho que desear como amigos. A pesar de ello, no estaba dispuesto a renunciar a pasárselo bien. Quería ver a Caytlin actuar y de paso, estar con ella a solas. Aunque la apuesta ya no seguía en pie, seguía muy intersado en ella.


Sinéad y Eros también llegaron a la sala de fiestas. Sinéad se puso nerviosa al ver a tanta gente, pero Eros le apretó la mano para darle seguridad.

Eros: Tranquila, Shiny. 
Sinéad: Sí, creo que estoy bien. Vamos, busquemos asientos.


Donato: ¿Te parece este un buen lugar para sentarnos?
Carlota: Sí, es un buen sitio.
Donato: Ya verás, el show de este noche es espectacular. 


Sinéad: ¿Dónde nos sentamos?
Eros: Ahí mismo, en primer fila.
Sinéad: La música seguro que consigue relajarme todavía más.
Eros: Sí, estoy seguro.


Lilu: Mira esos dos.

Señalaba a Amy y Rafa bailando una canción muy pegados.

Artemisa: ¿A esa pareja que baila tan pegada? Es muy romántico.
Lilu: Todo es mentira. Es falso. Si buscas en algún lado, encontrarás la fecha de caducidad. Su amor no durará.
Artemisa: Me niego a pensar así.
Lilu: Es la puñetera realidad. A partir de ahora estaré sola. A mi ya no volverán a engañarme. 


Jean se paseaba por la sala de fiestas. Amy y Rafa lo vieron aparecer y se asustaron. Jean los saludó con la mano y les sonrió. Rafa temió que hiciese alguna locura, como ir a pegarle o llevarse a Amy a la fuerza. Nada de eso ocurrió.


Jean pidió una copa en la barra y se marchó tranquilamente.

Rafa: Planea algo.
Amy: Me pone los pelos de punta...
Rafa: ¿Debería decirle algo?
Amy: No, intenta pasar de él. Le gusta provocar, nada más. No dejemos que nos arruine la noche.


Continuará...