Sabrina había hecho las cosas muy mal. Estaba arrepentida pero su lado más salvaje amaba el peligro y vivir al límite, rompiendo reglas. Había engañado a su novio John. En el gimnasio conoció a un chico y tuvieron sexo esporádico en las duchas. Fue sólo sexo y ninguno de los dos quiso repetir. Un monitor llamado Ray los descubrió y los grabó en vídeo para dejar constancia. Ahora chantajeaba a Sabrina con contárselo a John y vender el vídeo a una revista si no le entregaba veinte mil cleuros. Sabrina tuvo que inventar una historia para que John le diese tal cantidad de cleuros. Ahora le exigía quedar en el pantano de Payaso Demonio para el intercambio del dinero por el tórrido vídeo.
Eran las doce del mediodía y seguía acostada. Se había ido a dormir muy tarde viendo la tele y chateando con chicos. Sintió que alguien le lamía el cuello y se le puso la piel de gallina. Abrió los ojos esperando ver a John pero en su lugar se encontró a Rex. El perro movía la cola contento y mirándola feliz.
Sabrina: ¡Ahhhh! ¡Largoooo! ¡Que asco!
Rex: ¡Guau, guau!
Sabrina: ¡Te apesta el aliento!
Rex la seguía a todas partes. Siempre trataba al perro con desprecio y nunca lo tocaba pero Rex parecía estar enamorado de ella.
Sabrina: Si me miras así no podré hacer mis necesidades, ¡largo de aquí, chucho!
Rex: ¡Guau!
Sabrina: ¡Fuera!
Se levantó del retrete y se quitó una zapatilla. Amenazó con golpearlo (aunque nunca sería capaz de hacerlo) pero el animal lo interpretó como un juego.
Sabrina: ¡Ayyyy, que me dejes en paz! ¡Maldito chucho!
Rex: ¡Guau, guau!
Bajó de la primera planta en busca de John. Estaba hambrienta. Solía sorprenderla con unos desayunos impresionantes. Las tortitas con sirope de chocolate y azúcar glas eran su perdición.Zumo de pomelo o de naranja, churros con chocolate,...cada día la sorprendía con un desayuno especial.
Sabrina: Me comería una vaca. Que hambre tengo...¿John?
Rex bajó las escaleras y entró en la cocina a toda prisa. Hacía un día soleado con un cielo azul resplandeciente.
Sabrina: Que asco de día, ¡ya podría estar lloviendo!
Entró en la cocina y para su sorpresa, no había desayuno preparado. Se sintió decepcionada y de muy mal humor.
Sabrina: ¿Y el maldito desayuno? ¡Tengo hambre!
Encontró a John haciendo pesas. Iba vestido con un chandal y su gorra preferida. Rex se acomodó en la tumbona junto a John.
John: Buenos días, bella durmiente. Pensaba que no te despertarías hasta la hora de comer.
Sabrina: Buenos días, cariño. Oye, ¿y el desayuno?
John: Me llamaron del trabajo para terminar unos informes y tuve que ir temprano. Desayuné allí con Rose y ya pensé que siendo tan tarde sería mejor que te esperases a la hora de comer.
Sabrina: Pues mal pensado. Estoy hambrienta. ¿Ahora que desayuno?
John: Hay magdalenas y una caja de rosquillas.
Sabrina: Yo quería tortitas...
John: No seas caprichosa, cariño. Mañana te las prepararé. También las podrías hacer tu misma, no es difícil y...
Sabrina: Me apaño con las rosquillas.
Sabrina: ¡Tú, quita de ahí! ¡Venga ya, saco de pulgas!
John: Que bruta que eres con Rex.
Sabrina: Se sienta en la tumbona para fastidiarme. Los perros deben estar en su sitio. Yo no dejaría que entrase en casa...
Rex: ¡Guau!
John: Pero si te adora...y sabes que Rex es muy importante para mi.
Finalmente consiguió echar a Rex de la tumbona. El perro se fue corriendo al exterior a toda prisa. La casa está situada en una zona en plena naturaleza y tenía terreno para correr y jugar.
Sabrina: Lo sé, si yo lo quiero mucho...Oye, cambiando de tema. ¿Irás hoy a por el dinero? Sabes que esos veinte mil cleuros salvarán la vida de mi hermana...
John: Lo sé, cariño. Con lo que le he pedido a mi madre y lo que tenía ahorrado cubriremos los veinte mil. Ahora iré al banco y los sacaré.
Sabrina: Recuerda, no debes decir nada a mi hermana sobre su enfermedad. Ella lo lleva en secreto y de saber que el dinero es tuyo y de tu madre no aceptaría. No quiere causar problemas...
John: Donna es un encanto. Espero que el tratamiento le cure...
Sabrina: Por eso no te preocupes, es 100% fiable. Se curará fijo. Aunque es importante que no le hables del tema, me hizo prometer que no te diría nada sobre su enfermedad.
John: De acuerdo. Sabes que quiero mucho a tu hermana y haría cualquier cosa por ella.Ese dinero era para comprar muebles nuevos, un televisor y tener nuestros ahorros, que es muy importante, pero tu hermana lo es más.
Sabrina: Eres un cielo. Amor mío, hay algo más que te quiero pedir.
John: ¿De que se trata?
Sabrina: Mi hermana desearía ir de vacaciones al pantano de Payaso Demonio.
John: ¿Allí? Sabes que es peligroso. Ocurren cosas extrañas en esas tierras...
Sabrina: Lo sé, pero tú nos protegerás. Vamos cari, que está muy enferma y aquello le vendrá bien. Le hace tanta ilusión...
John: No es buena idea.
Sabrina: ¿Y si se muere? ¡Su ilusión es ir al pantano! No podemos negarnos...
John: ¿No dices que el tratamiento de veinte mil cleuros le salvará la vida?
Sabrina: Sí...pero esto le ayudará en su recuperación. Además, no puedo evitar pensar que las cosas salgan mal...
John: Está bien, iremos al pantano. Eso sí, tendrás que aceptar unas condiciones.
Sabrina se lanzó sobre John y cayeron al suelo. Lo besó apasionadamente y John le correspondió.
Sabrina: Te amo, John. Eres el click de mi vida.
John: Y yo a ti, mi dulce Sabrina.
Sabrina: Dime, que condiciones son esas...
John: Mi madre está sola, así que se vendrá con nosotros. Rose también, que no tiene con quién pasar las vacaciones.
Sabrina: ¡¿Qué?!
Sabrina no se pudo negar y aceptó las duras condiciones. Odiaba a Rose pero mucho más a su suegra. John se marchó a correr con Rex por el bosque. Estaba relajándose sobre la tumbona cuando escuchó unos golpes. Ray la estaba llamando desde fuera de la casa.
Sabrina: ¿¡Qué haces aquí?! ¿Cómo te atreves a venir a mi casa?
Ray: Tenemos que hablar.
Sabrina: ¡Maldito!
Lo dejó pasar. Ray observaba todo detalle de la casa. Venía vestido de sport. Como siempre de una forma ridícula.
Sabrina: ¿¡Que haces en mi casa?! John podría verte. Quiero que te marches de aquí inmediatamente y no vengas más, ¿entiendes?
Ray: Menuda casa. Estoy seguro que has conseguido los veinte mil cleuros sin problemas.
Sabrina: No ha sido fácil...
Ray: Recuerda, el lugar de encuentro será el pantano. Si faltas o me la juegas, John se enterará de todo.
Sabrina: Allí estaré. Ahora vete de mi casa, rata inmunda.
Sabrina: Y ponte algo encima, estás ridículo. ¿Vas de sex symbol?
Ray: Más quisieras tú catar estas carnes.
Sabrina: Cómprate un bosque y piérdete.
Ray: Recuerda, ¡veinte mil cleuros en el pantano!
Sabrina: ¡Que te largues de una vez!
Ray se fue pedaleando su bicicleta hasta desaparecer. "En que lío te has me metido...Sabrina, no dejas de meter la pata" pensaba arrepentida.
Subió al dormitorio y se sentó frente al ordenador. Abrió su correo y buscó a uno de sus contactos para enviarle un e-mail.
"Hola, soy yo. Recuerda, nos veremos en el pantano de Payaso Demonio. Es importante que te traigas eso, que no se te olvide o te quedarás sin el dinero. Seguiremos en contacto. Por favor, no me escribas por whatsaclick ni me llames hasta nueva orden. Adiós"
Pasaron unos días y llegó el momento de ir al pantano. Clotilde (la madre de John), se había autoproclamado organizadora oficial de las vacaciones. No dejaba de dar órdenes y supervisar todo.
Clotilde: No he visto una clack con menos energía en mi toda mi vida, ¡espabila!
Sabrina: Estamos de vacaciones, señora.
Clotilde: Tú siempre estás de vacaciones, guapita. No das un palo al agua y te aprovechas de mi niño.
Sabrina: ¡Trucho trucho no te escucho!
Clotilde: Pero que pava llegas a ser, Juanita.
Sabrina: Me llamo Sabrina, señora.
Clotilde: Sabrina o Juanita...que más dá. Oye, al menos carga la nevera en el coche. No haces absolutamente nada. Te he pedido que me ayudes con los bocadillos y no has sido capaz.
Sabrina: ¡Pero si me ha dicho que me quite que no los sabía hacer bien!
Clotilde:¡Excusas! Espero que mi John se dé cuenta de la clase de clack que eres y te deje.
Sabrina: ¡Bruja!
Rose estaba cargando el equipaje en el coche. Se reía al escuchar los gritos y discusiones entre Sabrina y su suegra. John se relajaba un momento observando a Rex jugando con la perra de Donna, Rita. Los dos animales habían congeniado muy bien y corrían y jugaban sin descanso.
John: Parece que se gustan.
Donna: Yo creo que aquí hay tomate, ¡jajaja! Espero que no me la deje embarazada.
John: Mi Rex es todo un caballero...no hará nada que ella no desee.
Donna: Igual que su dueño, todo un caballero.
John: Donna, quiero confesarte algo muy importante.
Donna: ¿Que ocurre?
John: Promete que no le dirás nada a Sabrina.
Donna: ¿No puede enterarse?
John: Prométemelo o no te lo contaré.
Donna: Te lo prometo.
John: Le voy a pedir matrimonio.
Donna: ¿Hablas en serio?
John: Muy en serio.
Donna: ¡Eso es fantástico!
Clotilde: ¡Que eres una vaga y no se hable más, leches!
Sabrina: ¡Y usted una vieja gorda y fea con aires de grandeza!
Clotilde: Por mi santa madre que tú no te casas con mi hijo. Haré lo que haga falta para que eso no ocurra jamás.
Sabrina: ¡Pues ahora la nevera la lleva usted! ¡Por lista!
Rose: Sabrina, deja de rechistar y trae la nevera, anda. No seas así...
Sabrina: ¡No la soporto!
Clotilde: Déjala, Rose. Si es una vaga maleducada y egoísta. Ya llevo yo la nevera, que fuerzas no me faltan.
Rose: Que John no os escuche discutir, por favor. ¡Estamos de vacaciones!
Sabrina vio a John agarrando a Donna por la cintura. Los dos se miraban emocionados. Daba la sensación de que en cualquier momento se besarían. Se abrazaban entusiasmados una y otra vez.
Sabrina: No me lo puedo creer...mi propia hermana...Me quiere quitar a John.
Se acercó hasta ellos y los dos parecieron sentirse incómodos.
Sabrina: ¿Interrumpo algo?
Donna: Oh, no...nada...
Sabrina: ¿Y por qué te pones tan nerviosa?
Donna: ¿Yo? No estoy nerviosa...
John: Es un secreto, no preguntes más.
Sabrina: ¿Un secreto? Entre nosotros no debería haber secretos...
John: Pronto sabrás de que se trata.
Donna: ¿Has visto lo bien que se llevan Rita y Rex?
Sabrina se dio cuenta que su hermana había cambiado de tema para que dejase de interrogarles.
Sabrina: No entiendo que no los dejemos en una guardería de esas de perros...nos molestarán.
John: No seas así, Sabrina.
Donna: Son perros muy buenos.
Rose: ¡John, ayuda!
John: ¡Ahora mismo voy!
Las dos hermanas se quedaron solas. Sabrina tenía ganas de tirar de los pelos a Donna, pero se contuvo. Estaba furiosa y muy celosa. "Esta me quiere quitar a John. Que mala hermana es..." pensaba mirando al infinito.
Donna: Que seria estás. ¿Te molesta lo del secreto?
Sabrina: Sí, y mucho. Dime de que se trata y zanjemos el tema ahora mismo.
Donna: No te puedo decir nada...se lo prometí a John.
Sabrina: Vaya, ahora te llevas muy bien con él, ¿verdad?
John: ¡Chicas, acercaros!
Donna: Salvada por la campana...
Sabrina: ¿Que has dicho?
Donna: Nada, nada...
John: Ya está todo cargado, ¡comienzan las vacaciones! Nos espera un largo viaje, así que acomodaos y disfrutad del paisaje y la compañía.
Rose: ¡Lo pasaremos genial!
Sabrina: Yupi...
John: Amor mío, tú serás mi copiloto. Ya puedes tomar asiento.
Sabrina: ¡Gracias, cariño!
Clotilde: ¡Oh, lo siento pero eso no podrá ser!
Sabrina: ¿Perdona?
Clotilde: Me mareo con facilidad y tengo las piernas fatal. Estos asientos me van mucho mejor y no me marearé.
John: Perdona mamá, no pensé en eso. No te preocupes, mi niña te deja su asiento, ¿verdad?
Sabrina: "¡¡¡Bruja amorfa, fea, repugnante, hortera, marimandona, gorda, patética, ridícula y vomitiva!!!!" Por supuesto, querida suegra...
Clotilde: Gracias, Juanita querida.
Sabrina: Me llamo Sabrina, guapa. La edad ya no perdona, ¿verdad? A sus ochenta años es muy difícil acordarse de todo. Menos mal que nosotros le recordaremos que se tome sus pastillas.
John: Eres un sol, amor mío. Aunque le has puesto más años de los que tiene. Venga mamá, sube.
Clotilde: Oh, que bien se está aquí. Escucharemos buena música y hablaremos largo y tendido.
John: Claro que sí, mamá.
Sabrina: No aburra mucho a John con sus aburridas historias y problemas de salud, que se nos dormirá al volante. Y no creo que por la radio pongan esa música prehistórica que escuchaba cuando existían los dinosaurios.
Clotilde: ¡Pero que payasa que eres, Juanita! Me encanta su avispado sentido del humor. Venga, ve a hacer compañía a los perros.
Donna: ¡Sabrina, vamos! ¡Rose ha traído cartas y juegos de mesa!
Sabrina: Menuda tortura de viaje...¡Yo creo que dormiré un rato!
Subió a la caravana y John arrancó el coche. Tomaron rumbo al pantano de Payaso Demonio. Desconocían que allí vivirían una experiencia que cambiará sus vidas para siempre. Después de aquel viaje, las cosas no volverían a ser igual nunca más.
Continuará...
¡Por fin me he leído los dos primeros capítulos de esta nueva historia! Me han encantado. El primero está muy chulo con el laboratorio recreado y ese virus que me ha hecho reír con lo de que lleva también clickitis. Ahora bien, no sé como se ha podido fiar el doctor de su sobrina. En vez de ir él mismo. Esto no me huele nada bien.
ResponderEliminarEn cuanto al segundo capítulo, me ha hecho mucho reír. Sabrina es un personaje único. ¡Cuántos momentos únicos nos da! Es tremenda. Has retomado lo del gimnasi que nos quedó pendiente y este viaje familiar al pantano estoy segura de que nos va a dar mucho juego para disfrutar con tus historias. Está todo lleno de detalles de Sabrina que le han sacado más de una sonrisa. Gracias por esta historia que nos regalas. Se echaban de menos tus historietas.
¿Este es el segundo capítulo de "Epidemia Zombie"? Vaya conexión que tienes que hacer... y será en el pantano de Payaso Demonio, ¡con lo que me gusta a mí ese sitio! :-) Ya te he dicho más de una vez que podrías, perfectamente, dedicarte a la fotografía profesional, y lo reitero; pero ahora además, se me ocurre otro oficio perfecto para ti: guionista de culebrones. ¡Qué personaje, esa sabrina! En cambio Jonh, ¡qué ricura de persona! Si hasta Rex, su perro, está para comérselo, Yo me esfuerzo mucho por encontrarle algo bueno a Sabrina, que seguro que tiene, pero es que hasta con Dona es una petarda, tan malpensada. Hace muy mal cediendo al chantaje, espreo que a Ray le salga fatal la jugada y se coman con patatas por lo menos, ese dinerito tiene que ser para una boda por todo lo alto. Ya estoy deseando que los comedores de cerebros entren en acción, aunque ahora que lo pienso, ¡Sabrina tiene poco que temer de ellos! Y esa suegra, es también una fuerza de la naturaleza, ¡¡¡¡Juanitaaaaa!!!! Jajajajaajjaaja, me lo he pasado muy bien con la historia, ahora ya tienes los exteriores para lo que viene...
ResponderEliminarNo entiendo cómo alguien como Sabrina puede tener una vida tan maravillosa y no apreciarlo. Encima le pone los cuernos chateando con chicos y lo engaña. John no se lo merece. Además, me parece muy desagradable con Rex, el pobre. Creo que fue Kant quien dijo que quien sabe tratar con amor a los animales es una buena persona. Pues queda claro que Sabrina no lo es en absoluto, jajaja. Sin embargo me he sentido identificada con ella cuando dice «qué asco de día, ya podría estar lloviendo» cuando hace un sol impresionante, jajaja. Me gustaría que Ray incumpliese su parte del trato y se lo confesase todo a John, aunque también me da pena que pierda tanto dinero por ella. Me ha hecho mucha gracia cuando dices que «Clotilde [...] se había autoproclamado organizadora oficial de las vacaciones». Me encanta además que Clotilde le diga las cosas tal como son a Sabrina. Jo, es que no puedo evitar que me caiga fatal, jajaja, aunque también me hace mucha gracia como es a la vez que me saca de quicio. Yo tampoco quiero que John se case con Sabrina. Un click como él no se merece una clack como Sabrina. Y con esto ya me ha dado la risa definitivamente: «¡¡¡Bruja amorfa, fea, repugnante, hortera, marimandona, gorda, patética, ridícula y vomitiva!!!!». Ha sido un capítulo muy divertido y además te hace sentir mucha emoción por saber qué sucederá en los próximos capítulos. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminar