El verano de Sabrina no está siendo tal y como ella quería. John trabaja todo el verano así que no se pueden ir de vacaciones. A pesar de ello, John intenta que su novia pase un verano lo más intenso posible. Los dos son marchosos, les encanta salir de fiesta por las noches a las discotecas más famosas. Bailan juntos las canciones de moda que más les gusta hasta quedarse sin fuerzas. Aunque John solo tiene ojos para Sabrina, no sucede lo mismo al contrario.
John: Cariño, voy a por bebidas, ¿que quieres?
Sabrina: Un San Francisco.
John: Ahora vuelvo. Ten cuidado, que aquí hay mucho salido y tú estás preciosa.
Sabrina: No te preocupes, cariño.
Un chico rubio, muy guapo y con cuerpo de gimnasio estaba apoyado en una pared escuchando música mientras bebía de una copa. Le pareció tan sexy que no pudo evitar acercarse hasta él para insinuarse.
Sabrina: Hola, guapo.
Chico: Hola preciosa.
Sabrina: Me preguntaba que hacía un chico tan guapo solo en un lugar como este.
Chico: Mi novia está ahí, pero si quieres te paso mi número y quedamos en privado...
Sabrina: Me gusta jugar, pero no soy de esas...
Sabrina le acarició la cara y le guiñó un ojo.
Chico: Vamos, muñeca...queda conmigo.
Sabrina: ¿Para qué?
Chica: ¿Eh? ¡Que hace esa!
La novia del chico saltó desde el podium como alma que lleva el diablo y se abalanzó sobre Sabrina. Ella, que no esperaba el ataque, se vio sorprendida. Le agarró de su larga y rubia coleta y le estiró del pelo con fuerza.
Chica: ¡Ese es mi novio!
Sabrina: ¡Ahhhhh! ¡Socorro!
Chico: ¡Pelea, pelea de tías!
John: ¡Sabrina! ¡Suelte inmediatamente a mi novia! ¡Soy policía!
Chica: ¡Estaba ligando con mi novio!
Sabrina: ¡Mentirosa!
John nunca dudaba de Sabrina, así que no se creía las cosas que la gente decía de ella. En aquella ocasión John habló con los responsables de la discoteca y echaron a la agresora.
La madre de John no soporta a Sabrina. Nunca ha visto con buenos ojos su relación. No quiere para su hijo una mujer como ella, así que no pierde ocasión para intentar meter cizaña. Un viernes noche, John invitó a su madre a cenar en su casa. Sabrina quiso encargarse de la cena, así que puso todo su empeño para que todo saliese perfecto. Una vez sentados en la mesa, la tensión era más que evidente.
Cloti: ¡Puaj! ¿Que se supone que es esto?
Sabrina: Crema de calabaza. He seguido una receta de Internet.
Cloti: Te habrás equivocado en algún ingrediente...
Sabrina: Pues no.
Sabrina se llevó una cucharada a la boca y al saborear la crema, tuvo ganas de vomitar.
Cloti: Lo tuyo no es la cocina, está realmente malo...ni para los perros, los pobres podrían morir intoxicados.
John: ¡Mamá!
Cloti: Lo siento, hijo. Si le digo que está bueno nunca aprenderá a cocinar...
Sabrina: Yo sé cocinar. Además, a mi me gusta.
Se llevó otra cucharada a la boca y tragó haciendo un gran esfuerzo.
Sabrina: Está bueno, ¿verdad cariño?
John: Sí...pero creo que estoy empachado...traeré algo de embutido.
Mientras John estaba en la cocina, Cloti aprovechó para atacar de nuevo a Sabrina.
Cloti: ¿Pretendes envenenarme?
Sabrina: No está tan malo. Será usted, que tiene un paladar muy exquisito...
Cloti: Reconoce que no sabes cocinar y que nunca aprenderás. No limpias la casa ni sabes hacer las tareas. Mi John lo tiene que hacer todo. Eso no es normal.
Sabrina: Voy aprendiendo. Además, nos amamos. Eso es lo único que importa.
Cloti: ¿Amor? No seas ridícula. Eres solo un capricho. Pronto se dará cuenta la clase de mujer que eres y te dejará. ¡Si no vales ni para trabajar!
Sabrina: Señora. váyase al cuerno. No es más que una vieja estirada y amargada. Pues acostúmbrese a mi cara, John y yo estaremos juntos para toda la vida.
Cloti: ¡Descarada! Niñata impertinente, ¿cómo te atreves a hablarme así?
Sabrina: La próxima vez que venga a visitarnos le haré una cena a su medida, ¿le gusta la comida de perros o prefiere mataratas?
Cloti: Conmigo no podrás, soy más vieja y lista que tú.
Sabrina: Más vieja, eso está claro. Además, mi hermana me ha conseguido un nuevo trabajo, para que se entere.
Cloti: No durarás ni un día.
Sabrina: Eso ya lo veremos, querida suegra...¿te puedo llamar mamá?
Cloti: Ni se te ocurra. No juegues conmigo, no sabes quién soy yo y lo loca que me puedo volver por mi hijo.
El lunes, Sabrina comenzó su primer día de trabajo. Consistía en promocionar una nueva tienda de animales. Para ello, se tenía que disfrazar de cocodrilo. Una enorme careta que dejaba al descubierto su cara y llamaba mucho la atención. Cuando descubrió de lo que se trataba quiso huir, pero recordó las palabras de su suegra y se aguantó. Rezó para que no pasase ningún conocido y se puso a repartir panfletos publicitarios de la tienda. La gente la miraba curiosa. Muchos se reían al ver las pintas que llevaba.
Sabrina: ¡Mundo animaal! ¡La nueva tienda de animales ya está abierta!
Mujer: ¡Jajajajajaja!
Victoria: Mira, ¡que pintas! ¡Jajajaja!
Christie: Que graciosa.
Sabrina: ¡Aprovechen la oferta de apertura con un 50% de descuento en algunos de nuestros productos!
Todo el mundo la miraba, y prácticamente todos se reían. Para Sabrina aquella situación no podía ser más humillante. Deseaba salir corriendo y esconderse para siempre bajo las sábanas de su cama. Ya no pudo reprimir su enfado por aquella situación.
Sabrina: Tome señora, una promoción por si quiere visitar la tienda y comprar algo.
Mujer: ¡Que graciosa estás!
Sabrina: ¿Y usted se ha mirado al espejo? ¡Váyase al cuerno!
Mujer: ¡Ohh, que descarada!
Sabrina: ¡Ehh, que miras tú!
Hombre: Que poca educación.
Sabrina: ¡Viento fresco, cara mono!
Para empeorar aquella situación, uno de los temores de Sabrina se hizo realidad. Alexia y Hilary, dos de sus peores enemigas paseaban justamente por aquella calle. Cuando vieron a Sabrina, no pudieron evitar sonreír.
Hilary: ¿Has visto eso? ¡Es Sabrina! ¡Oh my god! Pero que pintas.
Alexia: ¿Va disfrazada de dragón?
Hilary: Oye, pues le sienta bien, ¡jajajaja!
Alexia: ¡Jajajaja! Bueno, al menos significa que trabaja y va por el buen camino.
Sabrina: ¡Se están riendo de mi! ¡EHHHH! ¡¿Queréis un descuento?! ¡En esta tienda venden comida para perras! ¡APROVECHAD QUE OS VEO CON HAMBRE!
Alexia: Parece que no a cambiado nada...
Hilary: Vamos, que esta está grazy.
Alec era el dueño de la tienda. Donna le había pedido como un favor personal que contratase a su hermana, que estaba sin trabajo. Se llevaba muy bien con Donna así que la contrató.
Alec: ¡Aquí está mi cocodrila! ¡Jojojo! Hola Sabrina, ¿cómo lo llevas?
Sabrina: ¿Que cómo lo llevo?
Alec: ¿Quieres beber algo? Debes estar pasando mucho calor con eso en la cabeza. ¿Has repartido muchos panfletos?
Se quitó la enorme careta y se la puso al hombre de tal forma que no podía ver nada.
Sabrina: ¡No se preocupe que yo misma me iré a beber algo! ¡PÓNGASE USTED ESE RIDÍCULO DISFRAZ!
Alec: ¡Eh! Pero, ¿que ocurre? ¿Sabrina? ¿Que pasa? ¡No veo nada!
Sabrina: Reparta usted mismo esos panfletos, ¡renuncio!
Alec: ¡Sabrina! ¡Vuelve!
Sabrina: ¡Hasta nunca!
En el fondo me da pena Sabrina... Por culpa de su pasado su suegra la odia, por cierto, vaya palabritas que le dice. No creo que Sabrina tuviera qué ponerse así de exagerada porque la vieran Hilary y Alexia, no me extraña que no dure en ningún trabajo. Por cierto, ¡me encanta la discoteca!
ResponderEliminar¡Qué graciosa está Sabrina con el disfraz de dragoncita! Esta chica no dura nada en ningún trabajo. ¡Qué risa! ¡Cómo se pasa con Hilary y Alexia! Jajaja
ResponderEliminarLa cena con la suegra no tiene tampoco desperdicio. Y me hace gracia lo ciego que está John. Ainsss, el amor...
En la discoteca tan descarada como siempre. Primero tira la caña y luego suelta al pez. Si es que no lo puede evitar... Le encanta coquetear. Eso siempre la ha perdido, a igual que su lengua y su envidia. Al final John consigue que echen a la otra chica. No creo que esa pareja hayan acabado bien...
Otro verano diferente y muy especial.