Los últimos días habían sido muy agitados para Duclack. Después de lo sucedido en la concentración motera, se sentía confundida. Eros le había rogado salir de allí corriendo. Estaba nervioso y al final cedió. Se enteró por las noticias que un chica había muerto en esa misma concentración. Aunque se llevaba muy bien con Eros y lo consideraba un amigo, no pudo evitar dudar de él. ¿Que sabía Eros sobre el asesinato de aquella chica? Para empeorar las cosas, Sinéad había desaparecido. Aunque Eros parecía afectado, ya no sabía que pensar. Aquella mañana fue a ver a Wen. Estrella le había dicho que se negaba a salir a la calle. Estaba muy preocupado por Sinéad y parecía que todo lo demás le daba igual. Aunque a todos había afectado su desaparición, Wen lo estaba hasta la desesperación. Recordaba las palabras de Estrella, sus dudas sobre los sentimientos de Wen por ella y su teoría de que sentía algo por Sinéad. Entró en su habitación y lo encontró tumbado en la cama mirando al techo.
Duclack: Hola, Wen. ¿Cómo estás?
Wen: Duclack...no muy bien. Estoy preocupado por Sinéad...desde hace días que no se sabe nada de ella.
Duclack: No debes preocuparte más de lo necesario, Wen. Estoy segura que aparecerá. La policía hará todo lo que esté en sus manos.
Wen: La policía...
Duclack: ¿Que ocurre? Eros ha denunciado su desaparición a la policía, ¿no?
Wen: No...
Todas sus alarmas interiores saltaron. "¿Porqué Eros no había denunciado su desaparición? Quizás se enteró de los sentimientos de Sinéad por Wen y los celos le llevaron a hacer una locura...no le interesaría alertar a la policía, por eso no había denunciado su desaparición. Su ira le habría hecho asesinar a aquella chica en la concentración y por eso quiso huir a toda prisa...no me encaja su excusa de estar muy cansado ". Parecía una locura, pero todo parecía cobrar sentido. Le costaba creer que Eros pudiese haber hecho daño a Sinéad. Había confiado en él y ahora ya no sabía que pensar. Antes de ir a contar sus sospechas a la policía, tenía que investigar, asegurarse de que sus deducciones eran ciertas. Deseaba con todas sus fuerzas estar equivocada. Quería a Eros y lo consideraba su amigo.
Duclack: Lo más normal es denunciar su desaparición. La policía nos ayudaría a encontrar a Sinéad. Toda ayuda es bienvenida, ¿no crees?
Wen: Sí...pero es más complicado de lo que piensas.
Duclack: Wen, ¿sabes algo que yo no sé? Puedes confiar en mi...
Wen: No...es solo que estoy preocupado. Eros confía encontrarla con sus propios medios...
Al día siguiente, Duclack se encontraba en su casa. Tanger y Cocovo jugaban con sus juguetes mientras que Duclack descansaba en un sillón. No podía dejar de pensar en todo lo que estaba ocurriendo. Temía que Sinéad hubiese corrido la misma suerte que la chica de la concentración. Sentía el impulso de compartir sus sospechas con los demás, pero por otro lado se sentía muy mal por desconfiar de esa forma de Eros. ¿Y si se equivocaba? Perdería su amistad para siempre.
Cocovo discutía con Tanger. Cuando el pequeño leopardo agarraba un oso de peluche, inmediatamente Cocovo lo quería para él. Si le cedía el suyo, en seguida se encaprichaba del otro.
Duclack: Cococvo, no seas así. Debes aprender a compartir las cosas con Tanger.
Duclón bajó del primer piso de la casa. Estaba escribiendo un relato sobre una de sus aventuras en alta mar. Al ver a su hija con cara de preocupación se acercó hasta ella.
Duclón: Duclack, ¿te ocurre algo? ¿Estás así por la desaparición de tu amiga?
Duclack: Eso me preocupa, pero...
Duclón: Habla conmigo, hija.
Duclack: Tengo sospechas de que algo oscuro está ocurriendo y no sé que hacer. Temo cometer un error fatal y acusar a un amigo de algo terrible...
Duclón: No te precipites y asegúrate de que tus sospechas son correctas. Hija, siempre he confiado en tu intuición. No recuerdo que te haya fallado nunca.
Duclack: Temo no hacer lo correcto. Si no hago nada siento que le fallo a Sinéad, a Wen...a todos. Por otro lado, fallaré a Eros...él es un buen amigo. Cuando salimos juntos con nuestras motos a hacer kilómetros hacemos una parada en una zona muy tranquila de la carretera. Está en lo más alto y las vistas son preciosas. No hablamos, los dos nos quedamos en silencio. Nos miramos y no necesitamos decir nada. La tranquilidad, la paz, la confianza...a veces el silencio expresa más que mil palabras. Me siento bien con él y le estoy traicionando...no debería pensar así...
Duclón: ¿Recuerdas lo de Jack el mostacho? Estaban desapareciendo monedas de oro del barco. No tenías pruebas sólidas de que Jack fuese el ladrón. Investigaste, lo seguiste y de esa forma descubriste que tu intuición no te había fallado. A veces en la vida nos toca correr riesgos, pero si se hace con cabeza, las cosas no tienen que acabar mal a la fuerza. Haz caso a tu intuición pero ve con mucho cuidado hija.
Duclack: Gracias, padre.
Decidió que debía correr el riesgo. Se vistió con ropa de camuflaje. Tenía que pasar inadvertida. Eros siempre se internaba en el bosque y desaparecía. Con aquel traje lo seguiría entre las sombras y la maleza del bosque sin que se percatase de su presencia.
Duclack: Espero estar equivocada y que Eros sea inocente...
Con paso decidido se fue hasta el edificio dónde vivía Eros junto a Sinéad y espero su salida.
Como venía siendo habitual, Eros salió de su casa cuando ya había oscurecido. Caminó hasta el bosque alejándose del cotidiano ruido de la ciudad. Duclack se escondía a una distancia prudencial. Aunque podría haberse alejado más, temía perderle el rastro.
Eros estaba desesperado. Sabía que los dos delincuentes habían secuestrado a Sinéad. No existía nada más importante para él que su amada vampiresa. Había evitado preocupar al padre de Sinéad y sus amigos vampiros, pero ya no tenía más remedio que hablar con ellos y pedirles ayuda. Se sentía perdido y sin saber que pasos dar. La había buscado por todas partes pero siempre sin resultado. Imaginaba cosas horribles. Sinéad sometida a dolorosas y macabras pruebas para luego ser asesinada de la forma más cruel. Se juró morir si le ocurría algo malo. No imaginaba la vida sin ella. Sería demasiado doloroso para él saber que ella ya no estaría en el Playmundo.
Duclack pisó una rama que crujió alertando a Eros. Miró alrededor y de pronto, sintió olor a sangre. Dulce y deliciosa sangre. Alguien estaba merodeando por los alrededores, lo sentía. Con su poderosa mirada buscó el origen de aquel ruido y aquel olor tan delicioso. Hasta ese momento no se había percatado de la sed de sangre que tenía. Había estado tan obsesionado buscando a Sinéad que descuidó su alimentación.
Cuando Eros se detuvo a Duclack casi se le detiene el corazón. ¡La había descubierto! Se alejó de su camino todo lo que pudo y se escondió en una antigua madriguera abandonada. Eros olía el dulce aroma de su sangre. Estaba confundido. Sentía su presencia pero no podía precisar su procedencia. Diversos olores le desorientaban.
Escuchó risas y algunos gritos. Se subió sobre el montículo de tierra dónde estaba situada la madriguera en la que Duclack se había escondido. Se preparó para defenderse...si es que debía hacerlo.
Maya: ¡Tía, te la has bebido de una sentada! Que flipada eres.
Vane: Claro tía, para eso soy la reina de los botellones.
Kevin: ¡Os voy a enseñar la última canción de Clicko el Bambino! Mola que lo flipas.
Maya: ¡Pasa el porrito, colega!
Kevin: Toma, ¡pero no te lo fumes todo colgá!
Eros: ¡Malditos adolescentes! Me han hecho perder el tiempo.
Aunque estaba sediento, no le apetecía beber sangre de clicks drogados y bebidos. Con una muesca de asco en el rostro se alejó de allí. Duclack salió de la madriguera aliviada. Se había librado por muy poco.
Cuando pensaba que lo había perdido, lo vio subido a un árbol. No entendía cómo había conseguido subir y mantenerse en pie. De pronto, comenzó a saltar de árbol en árbol ante el asombro de Duclack, que no daba crédito a lo que estaba viendo.
Duclack: ¡Cómo puede saltar de esa forma!
Duclack siguió a Eros con dificultad. Sus enormes saltos lo alejaban cada vez más. Creyó verle volar, pero imaginó que se habría confundido con la escasa luz de la noche. Eros saltó sobre unas rocas y escaló sin dificultad una pequeña montaña rodeada de vegetación. Después desapareció. Duclack escaló la montaña lo más rápido que pudo hasta llegar a la cima. No pudo creer lo que sus ojos veían, ¡no podía ser cierto!
Lejos de allí...
La casa de los hermanos Jedrek y Martyna se encontraba situada en una lujosa zona residencial de Wensuland. Cuando su primer programa de Dimensión Oculta fue emitido por televisión fue todo un éxito. Los siguientes programas que le siguieron tuvieron tanto éxito que pronto comenzaron a ganar dinero. Aquella casa fue la primera compra que hicieron. La vida parecía sonreír les pero sin saber muy bien la razón, la audiencia les dio la espalda. Por el momento podían sobrevivir con el dinero que ganaban pero si no conseguían remontar lo perderían todo. Por eso, la aparición de Sinéad había sido para ellos una bendición.
Habían invitado a Fune y Pinhead a hospedarse en su casa para mantenerlos vigilados y contar con su ayuda ante cualquier imprevisto. Se encontraban en el comedor. Pronto se emitiría el especial Dimensión Oculta y los nervios estaban a flor de piel.
Jedrek: Contaremos con invitados especiales. Algunos son expertos pero otros son personalidades famosas. Queremos atraer a todo tipo de público.
Martyna: Estoy muy emocionada. Todavía no puedo creer que tengamos una vampiresa secuestrada en casa.
Fune: Pues es bien peligrosa, así que mantén la cabeza fría. A mi me mordió y por poco no lo cuento.
Pinhead: Aquí lo que importa es que saquemos una buena tajada y que limpiemos nuestros nombre. Es importante que nos ayudéis, vosotros que sois famosos. Tenemos que conseguir que nos vean como héroes y que la pasma nos deje libres.
Jedrek: No debéis preocuparos por nada. Nos ocuparemos de todo. Ante todo el Playmundo seréis vistos como héroes que defendieron con valentía la vida de muchos clicks. A partir de ahí, os llamarán de muchos programas y haréis entrevistas millonarias. Por supuesto, la dirección de Dimensión oculta os pagará muy bien por todo lo que habéis hecho.
Fune: A la playa, ahí será dónde iré cuando pillemos mucha pasta. Quiero relajarme tomando el sol y bebiendo birras en la playa.
Jedrek: Debemos inyectarle más sangre de muerto a la vampiresa. Si se recupera podría matarnos y escapar.
Martyna: ¿Seguro que no la matará? Parece tan inocente...que me da pena.
Jedrek: ¡Es una vampiresa! Hermana, no puedes tener pena de un ser infernal.
Habían preparado una habitación especial para ella. No disponía de ventanas por las que la luz le hiciese daño. Las paredes eran lisas y blancas. Se habían asegurado de conseguir los materiales más resistentes para su construcción. Estaba amueblada tan solo con una sencilla y dura cama.Entraron para comprobar como se encontraba e inyectarle más sangre de muerto. Abrió los ojos cuando escuchó la puerta abrirse.
Fune: ¿Que ha dicho?
Jedrek: Serán palabras de un dialecto antiguo...
Sinéad: Rauth...ha sido maravilloso...
Pinhead: Hola, vampiresa.
Sinéad: ¿Cuando me dejaréis libres? Me siento muy débil...
Jedrek: Eso no será posible, lo siento. Por el momento debes permanecer aquí. Tranquila, no deseamos matarte.
Sinéad: Me inyectáis algo que me hace daño...y cada día me encuentro peor. No tenéis derecho ha retenerme...
Martyna: Pobre, nos tiene miedo...
Sinéad: Debería haberme quedado con Rauth, pero...
Pinhead: ¿Quién es Rauth?
Sinéad: Alguien muy especial...
Recordó aquel lugar tan maravilloso en el que podría ser feliz eternamente. Entonces pensó en Eros. Sintió un pinchazo en el alma cuando pensó en lo preocupado que estaría. Sin él se sentía incompleta, vacía. Le dolía no poder despedirse de él, decirle por última vez lo mucho que lo amaba. Solo le pedía a la vida poder verle por última vez, aunque solo fuese para decirle con la mirada que lo sentía, que le habría gustado casarse con él, pasar la eternidad a su lado, disfrutando juntos los buenos momentos y superando los malos. Aunque Rauth era especial y no podía negar que lo adoraba, no podía dejar solo a Eros. Sería como vivir sin la mitad de su alma. Por otro lado estaba Wen. Había tenido que sufrir un infierno para darse cuenta de lo que sentía en realidad. Se sentía atraída por Wen, por su gran corazón, por su lealtad, por su belleza, por su pureza...pero no era amor. Quería estar a su lado, compartir experiencias juntos y que la iluminase con su luz, pero amaba a Eros con tanta fuerza que sentía que el corazón se le saldría del pecho. Quería volver a verlo, ¡lo necesitaba!
Martyna: ¿Está muerta?
Fune: No se mueve...
Sinéad: Estoy viva. ¡Debéis dejarme en libertad! Otros vampiros me encontrarán y pagaréis con vuestras vidas lo que estáis haciendo.
Jedrek: Eso no es posible, Sinéad.
Escuchar su nombre de los labios de Jedrek la enfureció.
Sinéad: No eres digno de pronunciar mi nombre. Malditos humaclicks...siempre os empeñáis en destruir mi felicidad, en arrancar de mi vida a los seres a los que amo, ¡Estoy cansada! No soy un monstruo ni una atracción de feria, ¡tengo los mismos derechos que vosotros! ¡No sois los dueños y señores de todo el planeta! Estoy agotada, cansada de huir, de escapar de vuestra maldad...
Llamó a Leonard con sus pensamientos, pero su debilidad le impedía llegar hasta él.
Sinéad: ¡Dejadme en paz!
Se lanzó sobre Pinhead y le clavó los colmillos. Por suerte para Pinhead, solo consiguió perforar su ropa.
Jedrek: ¡Debes inyectarle la sangre!
Pinhead: ¡Voy!
La aguja penetró en la blanca piel de Sinéad y Pinhead le inyectó la sangre.
En seguida se sintió débil, mareada. Todos la observaban con atención y temor en su mirada.
Sinéad: Me teméis...cuando os deberíais temer a vosotros mismos...Sois el gran mal de la tierra. Os empeñáis en destruirlo todo. Si seguís inyectándome sangre de muerto moriré...
Jedrek: He calculado la dosis, no te preocupes. Vamos, dejemos que descanse.
Fune y Pinhead subieron a la primera planta de la vivienda para descansar. Encontraron un escritorio con montones de libros sobre el mundo de los vampiros.
Fune: ¿Has visto esto? Estos están obsesionados con el tema.
Pinhead: Nena, nos vamos a hacer millonarios. Saben lo que hacen.
Fune: Supongo que sí...
Un castillo, eso era lo que había descubierto Duclack. Estaba escondido entre aquellas montañas y muchísima vegetación y maleza. Eros se dirigía hacia él. Le vino a la mente las sospechas de Estrella sobre Sinéad. Le había confesado que pensaba que podría ser una vampiresa. Viendo a Eros saltar de esa forma y dirigirse a un castillo oculto en plena naturaleza...esa idea ya no le parecía tan descabellada.
De pronto, Eros saltó y voló hasta llegar a uno de los balcones del castillo. Era imposible que un click pudiese saltar esa distancia. No parecía haberle costado ningún esfuerzo.
Duclack: Puede volar...debo estar soñando...
Vio como abrió una puerta y entró en el interior del castillo. Duclack estaba temblando. No sabía si Eros era un vampiro, pero tenía claro que no se trataba de un click normal y corriente.
¿Debía dar vuelta atrás y marcharse o seguir investigando? Una parte de ella le advertía que era peligroso y otra que debía descubrir que estaba ocurriendo. La puerta estaba cerrada y no disponía de ventanas bajas. El lugar más accesible era el balcón por dónde había entrado Eros, pero aún así estaba demasiado alto.
Un gran pino se encontraba cerca del balcón, así que decidió trepar para llegar hasta el. No le costó demasiado, estaba acostumbrada a subir por las escalerillas de su barco. Pronto llegó hasta arriba. Debía saltar y agarrarse a la almena.
Saltó y se agarró con fuerza. Con esfuerzo consiguió subir. Se arrastró y luego se colocó al lado de una ventana. Con sigilo se asomó para ver si había alguien allí. Vio a Eros acariciando un arpa. Parecía estar muy triste.
Eros: Mi amor...si te ocurre algo yo...yo...no me lo perdonaré jamás. No puedes abandonarme...tampoco a tu arpa, te está esperando impaciente. Shiny...yo no deseo seguir viviendo eternamente si no estás...
Eros se acercó rápidamente a la ventana desde dónde Duclack espiaba. Pensaba que había sido descubierta, pero no fue así. Eros se tumbó sobre la cama y comenzó a llorar. Parecía estar abatido.
Eros: ¡No puedo vivir sin ti!
Eros estaba llorando desesperado. Duclack temía ser vista, pero se volvió a asomar. Lo que vio la dejó atónita. Eros estaba llorando sangre.
Cuando Eros se tranquilizó, se levantó de la cama y tras abrir una puerta, desapareció en un largo y oscuro pasillo. Duclack aprovechó para entrar. La alcoba olía muy bien, aquel olor le recordaba a alguien...era como si hubiese entrado en un jardín repleto de flores. Aquella alcoba estaba amueblada con una elegante y mullida cama, una mesita con un candelabro, un mueble con libros y un pequeño cofre dorado y un arpa. Supo que aquella habitación debía pertenecer a Sinéad, aquel olor era el que despedía Sinéad, tan dulce y fresco. Además, ella adoraba las arpas.
Duclack: Sinéad, ¿dónde estás?
Se preguntó para si misma, totalmente confundida. Eros no era humaclick, estaba claro...¿Sinéad tampoco lo era?
Paseó por varias estancias. En una halló muchos instrumentos musicales, algunos parecían tener muchos años. Libros, pergaminos y todo tipo de objetos antiguos y sorprendentes invadían todas las estancias. Llegó a una muy confortable. Una chimenea encendida, un sofá rojo, dos sillas antiguas y unas mesas con libros abiertos.
Duclack: Parece una sala de lectura...
Agarró uno de los libros y leyó algunas líneas...
"...Aquella profunda, helada y brillante naturaleza me recordaba que yo era inmortal. La certeza de ser eterna anegó mis entrañas y, durante unos largos instantes, no pude dedicarle mi atención a otro pensamiento. Era inmortal. Aquello significaba no cansarme nunca del tiempo. Éste no se agotaría para mí. El transcurso de los años no me acercaría a la muerte. Era libre. La muerte había desaparecido de mi destino"
Impresionada, buscó el nombre de la autora de aquel sorprendente libro. Cuando leyó su nombre, su piel se erizó...
Duclack: Sinéad Lindqvist.
Continuará...