Sineád entró en casa con timidez. Me hacía gracia que fuese tan cortada como yo. Bajo la luz de las bombillas me parecía todavía más pálida. Cuando entramos al comedor, todos se la quedaron mirando. Diamante la miró de arriba a bajo.
Diamante: ¿Quién es, Sus?
Sus: Es Sinéad. Nos hemos encontrado en el rellano. La señora Hermenegilda no la dejaba en paz. Me ha acompañado a comprar churros.
Wen: Pobre. La señora Hermenegilda habla demasiado.
Sus: Sinéad te presento a Wen, mi hermano; a Diamante, mi marido; Duclack, mi mejor amiga; y Vicrogo, mi mejor amigo. Por muy poquito no conoces a Mary, otra de mis mejores amigas.
Sinéad: Encantada de conoceros.
Diamante: Para nosotros también es un placer.
Wen: Sí, estamos encantados de conocerte.
Sus: Sinéad se ha trasladado a vivir aquí. Es la causante del alboroto y los ruidos que llevamos escuchando hace horas.
Diamante: ¡Los nuevos vecinos! Es extraño que trasladéis las cosas por la noche.
Wen: ¿Por qué hacéis la mudanza por la noche?
Sinéad: Por el día nos ha sido totalmente imposible.
Vicrogo: Podríais habernos pedido ayuda. Solemos pasar aquí mucho tiempo.
Sinéad: Eres muy amable, pero tampoco fue tan costoso.
Duclack: Pues seguro que nos veremos muchas veces. Es estupendo que hayáis trasladado aquí.
Sinéad: Nosotros estamos entusiasmados.
Diamante: Toma asiento, Sinéad. ¿Cuantos años tienes?
Sinéad: Pues...tengo veintidós años.
Vicrogo: Tu voz hace creer que eres más joven.
Sinéad: ¿De veras? Gracias, nunca me lo habían dicho. Ese árbol de Navidad es precioso.
Diamante: Gracias. Hoy mismo lo hemos colocado.
Sus: ¡Uy, los churros! Se enfriarán. Ahora vuelvo.
Me caía bien Sinéad. Deseaba saber más cosas sobre ella, pero suponía que tendría tiempo para hablar con ella y conocerla mejor. Saqué mi gran olla azul y preparé chocolate caliente. El dulce olor a chocolate invadió la cocina. Sinéad parecía estar muy delgada. La invitaría a una buena taza de chocolate con churros. Pensé en la pareja de Sinéad, ¿sería su novio o su marido? ¿Sería tan pálido como ella? Me asusté a mi misma con esos pensamientos, ¡me estaba pareciendo a la señora Hermenegilda! Dejé de preguntarme cosas inmediatamente. Mientras se calentaba el chocolate fui a ponerme algo más cómodo.
Cuando el chocolate estuvo listo, preparé una taza para cada uno y salí con una bandeja. Sinéad parecía estar cómoda hablando con los demás.
Sus: He hecho chocolate, por eso he tardado más.
Todos miraron la taza de chocolate con ojos ansiosos. Vicrogo se relamió los labios, Wen sonrió, Diamante abrió los ojos como platos y Duclack se levantó para ayudarme con la bandeja. Sin embargo, a Sinéad no apreció entusiasmarle la idea. Me sentí un poco mal. A lo mejor le daba vergüenza comer con gente que no conocía de nada o el chocolate no le gustaba...me arrepentí por no haberle preguntado antes.
Sinéad: Te lo agradezco muchísimo Sus, pero no me gusta el chocolate...
Vicrogo: ¡No te gusta el chocolate! ¿Cómo es posible que no te guste el chocolate?
Sinéad: No lo sé...soy bastante delicada con las comidas.
Vicrogo: No te preocupes, me lo comeré yo. Aquí no se desaprovecha la comida.
Duclack: Es cierto.
Todos nos sentamos alrededor de la mesa. Aunque Sinéad tomó asiento con nosotros, solo miraba.
Sus: Lo siento, debería haberte preguntado antes...
Sinéad: No pasa nada.
Wen: Mi hermana se parece cada día más a nuestra madre. Nos hace comer queramos o no.
Sus: Yo no me parezco a mamá.
Vicrogo: ¡Oh! Estos churros están de vicio. Sus, felicidades por el chocolate.
Sus: ¿Os gusta?
Vicrogo: ¿Se puede repetir?
Duclack: Esa es una buena respuesta a tu pregunta. Que rico. Lo que se está perdiendo Mary.
Sus: Con lo que le gusta a ella el chocolate.
Wen: Pues aquí viviréis muy bien, ya lo verás.
Sinéad: Nos gusta mucho esta zona. Yo soy más de vivir rodeada de naturaleza, pero mi pareja deseaba cambiar.
Diamante: Lo bueno de esta zona es los numerosos parques y que el bosque no queda muy lejos. Además, las vistas son preciosas.
Sinéad: Es cierto.
Me di cuenta que Sinéad miraba el chocolate como si se tratase de veneno. Me sentía tan mal, la pobre odiaba el chocolate; estaba muy claro.
Vicrogo: Sinéad, al menos cómete un churro.
Sinéad: Tampoco me gustan...
Vicrogo: ¡Increíble!
Llamaron a la puerta. Pensé en que podría ser Mary, Lilu y su primo. Fui a abrir la puerta y me encontré a la señora Hermenegilda. Llevaba una bandeja con dulces. Sus famosas rosquillas de anís no podían faltar, ¡las odiaba! Siempre se las terminaba dando a los pájaros...se me ponían duras como piedras.
Hermenegilda: Sabía que estabais reunidos. No me preguntes cómo. Ya sabes que yo lo sé todo. Traigo rosquillas y dulces de anís. Me han dicho que el anís es bueno para la circulación.
Sus: ¡Oh, gracias! No tendría que haberse molestado...
Hermenegilda: ¿Molestia? Si cocinar me relaja. Hago tanta comida que luego no sé que hacer con ella.
Sin pedir permiso se metió en mi casa. Aunque no era mala mujer, era muy pesada.
Me dio la bandeja y se sentó a la mesa, en mi silla. Me quedé de pie como una tonta sin saber muy bien que hacer. Todos la saludaron al verla entrar. Sinéad puso cara de terror.
Hermenegilda: Mirad, os he traído rosquillas. Las he hecho yo. Mañana os traeré cocido. No sé si toca...creo que no, toca garbanzos con cordero. Igualmente os traeré una gran olla para que vuestros hijos Dantesco y Susela coman también.
Sus: Se llaman Dante y Suselle. Todavía son muy pequeños para comer eso pero se lo agradezco.
Hermenegilda: ¿Cómo crees que estoy tan fuerte? ¡Desde bien pequeña mis padres (Dios los tenga en su gloria) me dieron bien de comer! ¡Anda! Enciende la estufa, que hace frío. Una ya no está para estos trotes.
Wen: ¿Quieres rosquillas , Sinéad?
Sinéad: No gracias, no me gustan.
Vicrogo: Pero, ¿a ti que te gusta comer, chiquilla?
Sinéad: Pues...
Hermenegilda: Le gustarán los cocidos que hago yo.
Sinéad: No señora, no como carne.
Sus: ¿Eres vegetariana? ¡Que bien! Conozco muchas recetas riquísimas. Si quieres un día te invito a comer.
Sinéad: Muchas gracias, pero será mejor que me marche. Se me ha hecho muy tarde y Eros estará preocupado por mí...
Vicrogo: ¿Eros? Que nombre tan mitológico.
Duclack: Me encanta ese nombre.
Sinéad: No es su verdadero nombre, pero no quiere que se lo revele a nadie...es tan especial..
Wen: Se nota que estás muy enamorada. Te brillan los ojos cuando hablas de él.
Sinéad: Sí, es cierto.
Hermenegilda: ¡Que suerte tienes chiquilla! A una ya ni la miran.
Sinéad: Estoy segura de que muchos se detendrán a a mirarla.
Vicrogo: Que pena que tengas que marcharte. Tu compañía nos resulta muy grata.
Sinéad: Nos veremos pronto. Además, me gustaría invitaros una tarde a casa.
Hermenegilda: ¿A mí también?
Sinéad: Sí puede...
Hermenegilda: Gracias, mañana si puedo. Llevaré torrijas y pudin.
Sinéad: Mañana os espero a las siete de la tarde en mi casa. Vivo en el décimo primera. Hasta mañana.
Wen acompañó a Sinéad a la puerta. Me dio la sensación de que podrían ser buenos amigos.
Wen: Ha sido un placer conocerte, Sinéad.
Sinéad: Para mi también.
Wen: Es una pena que se apunte la pesada de Hermenegilda...
Sinéad: Otro día os invitaré sin que ella se entere.
Hermenegilda: ¡Os estoy escuchando! Otra cosa no, pero el oído lo tengo muy fino.
Wen: Por eso lo decíamos, para gastarle una broma...
Hermenegilda: Lo sé, si soy el alma de este edificio.
Sinéad: Hasta mañana, Wen.
Cuando todos se fueron, Diamante y yo nos disponíamos a acostarnos. Fui a ver cómo estaban los niños. Los dos dormían profundamente, al igual que Pandy.
El viento azotaba las ventanas con fuerza. Los árboles y los toldos de los edificios se movían y los papeles y hojas en la calle danzaban al compás que el viento imponía.
Diamante: Vamos Sus, ven ya a la cama. Hoy hace un frío que congela la sangre.
Mientras preparaba mi lado de la cama, le pregunté a Diamante que le parecía la nueva vecina.
Diamante: Parece simpática. Es extremadamente pálida, ¿te has dado cuenta?
Sus: Sí, comparada con nosotros...que tenemos esta piel morena. A mi me cae bien. Es tímida. Siento que la he puesto en un compromiso con el chocolate y los churros...
Diamante: Suponías que le gustaría. El chocolate y los churros, la carne y las rosquillas...por el momento sabemos que todo eso no le gusta.
Sus: Es delicada con la comida. Está delgada, pero es muy guapa. ¿Has visto que ojazos tiene? Y ese pelo...parece una chica de una película de esas fantásticas, con seres mágicos.
Diamante: Y su forma de vestir. Es muy elegante.
Sus: Siento curiosidad, ¿cómo será su casa? ¿Que nos preparará para cenar?
Diamante: Seguro que algo muy rico.
Sus: Que frío tengo...
Diamante: ¿Tienes frío?
Sus: A ver si entro en calor.
Diamante: Deja que me ocupe de eso...
Sus: ¡Diamante! ¡Jajajajaja!
Dos días después...
La cena en casa de Sinéad y Eros fue un tanto especial. A los pobres se les quemó la comida y tras un accidente (a Sinéad se le cayó al suelo la cena), fueron a comprar comida al MC Donalds. Pensaron en mi y me trajeron patatas y ensalda. Aunque pueda parecer un desastre, no fue así. La comida estaba riquísima y juntos todo sabía mejor. Fueron unos buenos anfitriones, muy amables y atentos. Aunque la señora Hermenegilda cocinó al ver el desastre que habían causado en la cocina, nos dimos por satisfechos con la comida del MC Donalds. La casa de Sinéad y Eros era preciosa. Además, los adornos y el árbol de Navidad eran espectaculares. Lo único que empañó la noche fueron los comentarios y preguntas fuera de lugar de la señora Hermenegilda.
Aquella tare/noche me encontraba limpiando la casa. Había pasado el día en la tienda y aproveché que no estaba Diamante para poner orden en casa. Quitaba el polvo escuchando música en mi móvil iphone. Al ritmo de la música quitaba el polvo con energía y buen humor. Pandy jugaba con su ovillo preferido de lana en su cesta y los niños dormían en su cunita. Diamante se había ido con Wen y Duque con el barco a pasar unos días en alta mar.
Sus: Clickas del amoooor,
sentimientos apasionados del corazóooon,
Sensaciones al descubierto por amoooor,
clickas del amooor,
clickas del amoooor.
Llamaron al timbre y fui a abrir. Esperaba encontrarme con Duclack, pero en su lugar apareció Sinéad. Me alegré al verla.
Sinéad: Hola Sus, ¿cómo estás? ¿Es mal momento?
Sus: Hola, Sinéad. No lo es, pasa. Estaba terminando de limpiar.
Cuando entró, vio a Pandy y se le iluminaron los ojos.
Sus: No conoces a Pandy. Es uno más de la familia. Pandy, ella es Sinéad.
Pandy: ####### (¡Te conozco! Eres la vampiresa de aquel castillo...)
Sinéad: Hola Pandy, es un placer conocerte.
Pandy: ######## (Me salvaste cuando estaba perdido por tu castillo...tenía miedo y me protegiste)
Sinéad cogió en brazos a Pandy y se sentó con él junto a la chimenea. Le daba su ovillo y Pandy lo mordía juguetón. Sinéad se reía al verle mover las patitas y morder el ovillo.
Sinéad: Es precioso.
Sus: Parece que le has caído muy bien.
Sinéad: Él también me cae bien. Seremos grandes amigos, ¿verdad, Pandy?
Me senté a su lado. Pareciá estar encantada con Pandy y viceversa.
Sinéad: Sus, el motivo de mi visita es para pedirte disculpas por la cena del otro día. Siento que todo saliese de esa forma...fue un auténtico desastre. No os merecíais esa comida tan...simple.
Sus: ¡Sinéad! No debes disculparte por nada. Es más, valoramos mucho el esfuerzo y empeño que pusisteis en la preparación de la cena y en ir a buscar comida al MC Donalds como último recurso. Además, nos habéis abierto las puertas de vuestra casa con todo el cariño. No fue ningún desastre para nosotros, estuvimos muy a gusto.
Sinéad: Eres muy amable, pero no era precisamente esa la cena que tenía en mente...pero es un alivio saber que no fue incómodo y desagradable para vosotros.
Había quedado con Duclack para ir con los niños al centro comercial a ver a Papa Noel. Llegó en esos momentos. Por su ropa supe que había venido en moto. Estaba radiante y se la veía feliz.
Duclack: ¡Sinéad! No he tenido oportunidad de agradecerte que nos invitaseis a cenar en vuestra casa. Tienes un piso precioso, con una decoración de ensueño.
Sinéad: Gracias, Duclack.
Sus: Además, Eros es muy guapo. Hacéis una pareja perfecta.
Sinéad: Gracias...por favor, cambiemos de tema que en seguida me ruborizo.
Sus: No te preocupes, cambiamos de tema. Ven, te voy a presentar a mis dos corazones.
Duclack: Por cierto, te voy a proponer una cosa. A ver que te parece.
Sinéad: ¿El qué?
Duclack: Ahora te lo digo.
Fuimos a mi dormitorio y le presenté a Sinéad a Dante y Suselle. Los miró con ternura y al sonreír, le vi los colmillos. Me sorprendió que fuesen tan largos. No quise darle más importancia.
Sinéad: Son dos niños muy hermosos, dos angelitos. Tienen rasgos de los padres.Que tiernos se ven durmiendo.
Duclack: Podría estar horas mirando como duermen.
Sus: Sí, es mi hobby preferido.
Duclack: Sinéad, ¿tienes algún plan para fin de año?
Sinéad: Pues...no.
Duclack: Vamos a ir todos a una fiesta espectacular que van a montar en un hotel, ¿te apuntas?
Sinéad: Es que yo no soy mucho de ir a ese tipo de acontecimientos ni de fiestas. Prefiero la tranquilidad de casa o pasear entre los árboles.
Duclack: Será una ocasión especial, ¡anímate! Yo tampoco soy de ir a fiestas, pero estaremos todos y los pasaremos muy bien.
Sinéad: ¿En un hotel?
Sus: Sí. Mi abuelo es propietario de una cadena de hoteles en Wensuland.
Sinéad: ¿Tu abuelo me podría aconsejar para abrir un hotel? Es que estoy barajando la posibilidad de montar uno. Me parece un negocio interesante pero no sé muy bien a quién preguntar.
Sus: ¡Sí! Mi abuelo te podría aconsejar e incluso ayudar a con el negocio.
Sinéad: Bueno...viniendo de vosotras no puedo declinar la invitación.
Duclack: ¡Genial! ¡Lo pasaremos muy bien!
Sus: ¡Será estupendo!
Dante: ¡Buaaaaaaaaaaaaaaaa!
Suselle: ¿Eh? ¡Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Continuará...
¡Qué capítulo más impresionante, interesante y divertido! Hay muchísimas cosas que me han hecho gracia, empezando por la actitud de Sus cuando se da cuenta de que está pareciéndose a la señora Hermenegilda. Me hace gracia que en su interior hayan nacido tantas preguntas. Después me ha encantado que se haya sentido tan culpable porque a Sinéad no le guste el chocolate.... ¡y eso de que ella lo miraba como si fuese veneno es muy bueno! Además me ha gustado mucho que hayas citado líneas de mi relato, pero poniéndole tu toque personal, la visión de Sus. Me encanta que hagas eso. ¡Además me he dado cuenta de que has puesto un enlace a la cena que yo escribí! ¡Gracias! También me ha hecho mucha gracia cuando la señora Hermenegilda se refiere a sus padres... ¡Que Dios los tenga en su gloria! Es que me imagino perfectamente su modo de hablar y es genial. Luego también me he reído muchísimo cuando le proponen a Sinéad que vaya a la fiesta que se hará en el hotel y ella dice que prefiere pasear entre los árboles, jajajajajaja, y también que se muestre tan vergonzosa... No olvidas ni un solo detalle de su carácter. ¡qué bien la conoces! ¡Y no he podido evitar tomar aire de repente cuando Sus le ve los colmillos! Aunque Sus no le haya dado importancia, eso puede traer muchas consecuencias. Qué imprudente Sinéad sonriendo tan libremente jajajajajaja. Me encanta este capítulo. ¡Estoy deseando que hagas más! Qué bien que te salgan tan divertidos y geniales. ¡Un beso!
ResponderEliminarNo voy a repetir lo que dice la mismísima Sinéad... el relato está lleno de guiños y detallitos muy apropiados; supongo que la vampiresa está mirando todo el rato la mente de sus amigos humanos por si hay alguna sospecha o extrañeza, con el fin de acallarlas con hipnosis... Es genial que Pandy sí recuerde perfectamente quién es ella, por cierto. Y ahora, se mete en el lío ese del hotel, ¿es que se aburre? ¿quiere intimar con los humanos? No me parece a mí que ella sea la persona más apropiada para un jaleo como ese, aunque, bien mirado, muchas ocasiones se van a presentar de reírnos con sus ocurrencias, estoy seguro... cada foto de la historia está hecha con una meticulosidad pasmosa, nos tienes tan acostumbrados a la perfección en la imagen que ya casi la damos por descontada... pero no, todo tiene su trabajo, y lo que se ve corresponde perfectamente a lo que se lee... perfecta esa Duclack motera, y me encanta el loock de Sinéad. Otra historia de diez, no cabe duda, ¡ahora la fiesta se acerca!
ResponderEliminarEs muy entrañable la continuación de esta historia tan especial. A cada momento hay detalles que parece que van a descubrir la verdadera naturaleza de Sinéad. Congenia bien con el grupo de amigos y en especial con Sus. La pobre se ve apurada con el chocolate y los churros y luego viene la señora Hermenegilda con las rosquillas y también tiene que decir que no le gustan. La verdad es que me he sentido indetificada con ella por un momento. Cuando estás en una casa ajena y no hacen más que ofrecerte cosas y no consiguen dar con algo que te guste y cuando dice que es "delicada", jajajajajaja.
ResponderEliminarDespués el comento Sinéad, Sus, Duclack también es muy especial. Se sentía mal por la cena del Mc Donnals. Nos adelantas posibles acontecimientos futuros con esa invitación de Sus al cotillón de Nochevieja en el hotel de su abuelo. ¿Lo veremos pronto? ¡Estoy deseando leer esa historia también!