Después de la celebración del cumpleaños, fueron prácticamente todos a la feria. Alejandra había recibido muchos regalos y todos habían comido, bebido y bailado hasta el último momento.
Alejandra: ¡Hemos llegado a la feria! No vamos a ir todos en grupo ya que cada uno tendrá sus propios intereses, pero si os parece, no podríamos ver dentro de una hora en esta misma zona.
Nora: Si conseguimos algún peluche, prometemos regalárselo a los niños.
Suselle: ¡Qué bien, gracias!
Sus: Hay muchísima gente.
Duclack: Parece que está todo el mundo aquí.
Alejandra: Pasadlo bien, chicos. Nos vemos en una hora.
Dante: ¡Hasta luego!
Los niños salieron disparados tras los trenes.
Duclack:¡No corráis!
Sus: ¡No os gastéis todo el dinero!
Diamante: Yo creo que vendrán a pedirnos más.
Sebastián: Puedes estar seguro de ello. Mar, tranquila, te lo pasarás bien con nosotros. Quiere ir con su hermana.
Diamante: Puedes jugar con Bosco, Mar.
Mar: ¡Osco!
Nesi: No sé si quiero permanecer en un lugar así, Agnes. Hay demasiada gente y el ruido me molesta.
Agnes: Lo comprendo, yo tampoco estoy del todo cómoda, pero seguro que lo pasamos bien.
Lúa: Si os parece bien, iremos a comprar dulces y pasearemos observando las atracciones. Si os agobiáis, nos marchamos.
Nesi: Gracias, Lúa. Me parece bien.
Frida: Sus, ¿te montas conmigo en alguna atracción? Así nos divertimos juntas y de paso, charlamos de forma más íntima.
Sus: Yo, es que...
Diamante: Lo siento, pero se va a montar conmigo. A mi me hace mucha ilusión montarme con mi mujer en las atracciones y que nuestro hijo nos vea. Bosco adora a su madre y yo también, Sus es maravillosa. ¿SABES QUE ES MI ESPOSA? ¡LLEVAMOS MUCHO TIEMPO CASADOS!
Frida: Ah, claro...tienes razón, no había caído en eso.
Diamante: Gracias por tu comprensión, Frida. Si quieres, luego me puedo montar yo contigo en todas las atracciones y hablamos de forma más íntima.
Frida: Creo que me está llamando Gema. Hasta luego...
Frida salió disparada junto a Gema, que hacía cola para comprar un helado.
Frida: Menudo corte, tía.
Gema: Te lo tienes bien merecido, por meterte en medio de una relación.
Frida: ¿Y no crees que ha sido machista? Ella a lo mejor deseaba estar conmigo y ese cavernícola no le deja.
Gema: Yo creo todo lo contrario, amiga.
Sus: Diamante, nunca te había visto así.
Diamante: He pensado que te gustaría que la espantase.
Sus: Gracias, amor.
Frida: La pobre está sometida a la presión patriarcal de esta sociedad. Pide a gritos ser liberada, se lo noto.
Gema: Tienes mucha imaginación, amiga. Anda, vamos a pedirnos un helado, a ver si te relajas un poquito.
Duclack y Sebastián se quedaron junto a Mar en un puesto de dulces. Mientras, Sus y Diamante caminaban entre la gente llevando a Bosco consigo.
Diamante: ¡Mira, allí está Agatha!
Sus: También están Payaso Demonio, Calíope y Pepota.
Diamante: Pepota me sigue dando malas vibraciones.
Sus: Ha cambiado y ahora es muy maja.
Diamante: No sé yo.
Una de las atracciones de la feria era la mansión del terror. Lo que nadie sabía es que era la mansión de un ser malvado. En su interior, escondido en la oscuridad y observando por la ventana, se encontraba el señor Grey junto a Sombra. Aunque exponerse de esa forma no era la forma habitual de actuar del demonio, en esa ocasión había hecho una excepción. Sombra le había hablado de ese lugar y que los niños estarían ahí. Además, podría conseguir todos los niños que le diese la gana.
Señor Grey: He de reconocer que ha sido una buena idea.
Sombra: Gracias, mi señor.
Señor Grey: Quiero venganza. Nadie se mete conmigo y sale indemne.
Sombra: ¡Esa es la madre, mi señor!
Señor Grey: ¿La mujer de la boina blanca? Es bella. La atraeré aquí. No dejes que nadie más entre.
Sombra: A sus órdenes, mi señor.
Señor Gray: Vamos, entra en mi morada, indefensa humana...
Sus se sentía irremediablemente atraída. Deseaba entrar en la mansión.
Sus: Diamante, quiero entrar en la mansión del terror.
Diamante: ¿Ahí? No creo que sea conveniente para Bosco...le puede dar mucho miedo...
Sus: Y a ti también, ¿verdad? Entraré sola, no te preocupes.
Diamante: ¿Sola? Pero, Sus...
Sus no prestaba atención a las palabras de Diamante. El portero, un señor vestido con un extraño traje y un sombrero de copa, la dejó entrar sin problemas.
Payaso Demonio: Oiga, ¿ella puede pasar y nosotros no?
Pepota: ¡Quiero la hoja de reclamaciones!
Calíope: ¿Puedo convertirlo en rata?
Payaso Demonio: Será mejor que no, brujita mía.
Sus: No entiendo muy bien que estoy haciendo aquí...
Caminaba por la mansión si entender hacia dónde se dirigía.
En el exterior, los niños vieron la mansión. En seguida reconocieron que se trataba de la misma que encontraron en el bosque.
Suselle: ¡Es la mansión de ese monstruo!
Diamante: ¿Queréis entrar?
Pradito: ¡No! ¡Debemos alejarnos de ella!
Diamante: Da miedo, pero tampoco es para tanto...
Dante: Papá, que no es broma. Debemos irnos ya.
Diamante: Pues tendréis que esperar a vuestra madre.
Suselle: ¿Dónde está mamá?
Diamante: Ha sido más valiente que todos nosotros y ha entrado sola.
Dante: ¿Está dentro? ¡Tenemos que ayudarla!
Pradito: ¡Ese demonio vive ahí! Debemos ayudarla.
Diamante: Este juego que tenéis es muy raro. Si queréis entrar no hace falta que os inventéis todo eso, yo os dejo.
Dante: ¡Tú no lo entiendes! ¡Vamos!
Pradito: ¡Tenemos que ayudarla!
Suselle: ¡Esperadme!
Los tres salieron corriendo al interior de la mansión. Diamante los miraba sin entender nada. El hombre trajeado de colores los dejó entrar sin problemas.
Payaso Demonio: ¡Esto es discriminación a los seres infernales!
Calíope: ¡Las brujas también tenemos derecho a divertirnos!
Pepota: Conviértelo en rata.
Payaso Demonio: No, será mejor dejarlo estar...
Agnes, Lúa y Nesi paseaban tranquilamente entre las atracciones. Agnes sabía que Nesi, al igual que ella, estaba haciendo un gran esfuerzo por estar ahí. No estaban acostumbradas a estar entre tanta gente. Aunque para sorpresa de Lúa, ambas parecían relajadas. La alegría y buenas vibraciones que allí se respiraba les transmitía una sensación muy agradable.
Nesi: No es posible...
Agnes: ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que nos marchemos?
Nesi: Es esa mansión de ahí, Agnes.
Agnes: ¿La mansión del terror? Sí, se ve escalofriante.
Nesi salió corriendo en dirección a la mansión. Agnes y Lúa la siguieron sin entender nada. Cuando Nesi vio a Diamante, se le acercó muy alterada.
Nesi: ¿Dónde están los niños?
Diamante: Están en la mansión del terror. Sus también está dentro.
Nesi: ¡Oh, no! ¡Tengo que ayudarles!
Diamante: Ya me contaréis a que clase de juego estáis jugando, no lo entiendo.
Agnes: ¡Nesi!
Lúa: Parece que quiere entrar en esa atracción.
Agnes: No es propio de ella...
El hombre de la entrada se interpuso para que Nesi no pudiese entrar, pero no estaba dispuesta a dejarse amedrentar.
Lo empujó a un lado y este cayó al suelo sorprendido.
Diamante: Pues sí que tiene ganas de entrar...
Payaso Demonio: ¡Esa también a entrado!
Pepota: Así deberíamos haberlo hecho nosotros, dando empujones. Conviértelo en rata.
Calíope: Será un placer.
Sus: ¿Quién es usted?
Sombra: Mi identidad no es relevante. Ahora perteneces a mi amo, en cuerpo y alma.
Sus: No comprendo nada...
Suselle: ¡Mamá!
El señor Gray se interpuso entre los niños y Sus. Estaba desorientada y confundida.
Señor Gray: Ahora ella me pertenece.
Dante: ¡Déjala en paz!
Señor Gray: No soy un demonio cualquiera ni alguien al que podáis vapulear y salir indemnes. Vuestra rebeldía tiene consecuencias.
Pradito: Ella no te ha hecho nada.
Señor Gray: La amáis, y eso lo puedo usar en mi beneficio. Ella morirá si no os rendís.
Sus: Niños...
Suselle: ¡Mami!
Dante: ¡No le hagas daño!
Sus cayó al suelo sin apenas fuerza. Los niños acudieron en su ayuda, pero no era capaz de levantarse.
Suselle: ¡Mamá!
Dante: ¡Por favor, no le hagas daño!
Pradito: ¡Sus, levanta!
Sus quedó tendida en el suelo, inconsciente.
Dante: Mamá, despierta...
Los tres empezaron a llorar. Sabían que el monstruo la estaba matando de alguna forma que desconocían.
Suselle: ¡Haremos lo que pidas!
Pradito: ¡Sí, pero déjala en paz!
Señor Gray: Me alegra que entréis en razón.
Los llevó a la cocina y dejó a Sus con Sombra. Los tres lloraban de tristeza y miedo.
Suselle: ¿Se pondrá bien mi madre?
Señor Gray: Todo depende de cómo termine el día. Su salvación depende de vuestro destino.
Dante: Lo que sea, pero haz que se ponga buena.
Nesi encontró a Sus en el suelo. De pie, junto a ella, estaba Sombra. Al ver a Nesi enfureció. Había conseguido reconciliarse con su amo y sabía que ella era capaz de destruirlo todo.
Sombra: ¡Tú! Vete por dónde has venido.
Nesi: Eso es lo que a ti te gustaría pero no pienso hacerlo.
Tomó el pulso a Sus y detectó que latía muy lento.
Nesi: ¿Qué le has hecho?
Sombra: Nada, ha sido mi amo.
Nesi: Está siendo atacada por una magia muy poderosa.
Sombra: La puedes dar por muerta.
Nesi: ¿Dónde están los niños?
Sombra: Mi señor los tiene, es demasiado tarde para ellos.
Nesi: Eres despreciable, un ser sin alma y corazón. No deberías seguir existiendo pues no aportas nada bueno a la humanidad.
Nesi fijó sus hipnotizantes ojos sobre Sombra, que quedó petrificado de terror. Jamás le habían mirado de esa manera. Sus ojos penetraron hasta lo más profundo de su ser, desnudado cada rincón oscuro de su alma.
Notaba que su cuerpo cambiaba, que su alma putrefacta se deshacía como un helado ante el sol más abrasador. No podía moverse y no era capaz de expresar el ardiente dolor que manaba de su cuerpo. Los ojos de Nesi lo aplastaban sin piedad, reduciendo su alma a cenizas. Intentaba gritar, pedir ayuda, pero no era capaz ni de parpadear.
Sombra cayó fulminado al suelo como un saco de patatas. Nesi dejó de fijar sus ojos en él y descansó. Jamás había hecho algo así y tampoco entendía cómo había sucedido, pero tenía claro que había librado a la humanidad de un ser malvado. Había acabado con la vida de Sombra, pero también había averiguado dónde se encontraban los niños y la forma de llegar a ellos.
No tardó en encontrarlos, asustados en un rincón de la cocina de la mansión. El demonio se sorprendió al verla y enfureció maldiciendo a Sombra por haberle permitido entrar.
Señor Gray: Los lacayos de ahora no son como los de antes. No son nada efectivos. Me temo que tendré que prescindir definitivamente de él.
Nesi: No te preocupes, ya me he ocupado yo.
Señor Gray: ¿Has vuelto para morir?
Nesi: No, he vuelto para acabar contigo.
Señor Gray: Soy muy poderoso, no puedes hacerme ningún daño.
Nesi: Pues vamos a comprobarlo.
El demonio se vio sorprendido por la poderosa mirada de Nesi. Su fuerza lo lanzó al suelo y el dolor más intenso que jamás había sufrido se apoderó de su cuerpo.
Señor Gray: ¡No es posible! ¡¿Quién eres tú?!
Nesi: ¡Soy Nesi, demonio!
Señor Gray: ¡Ahhhhhh!
Quedó tendido en el suelo, aparentemente sin vida. Nesi supo que muy posiblemente la mansión desapareciese para regresar a la dimensión a la que pertenecía, así que no se paró a comprobar si realmente estaba muerto.
Pradito: ¿Está muerto?
Nesi: No lo sé, pero estoy segura que jamás volverá a hacernos daño. Debemos salir de aquí cuanto antes, esta mansión volverá a desaparecer en cualquier momento.
Suselle: ¡Debemos ir a por mamá!
Transportaron a Sus a la sala principal de la mansión, para intentar reanimarla. Nesi le tomó el pulso y fue entonces cuando se percató de que su corazón ya no latía.
Dante: ¿Se pondrá bien?
Nesi: Dante...
Intentó reanimarla de todas las formas, pero de nada sirvió. No sabía cómo decirles que su madre había muerto.
Suselle: ¿Qué le pasa?
Nesi: Lo siento, no tiene pulso.
Dante: ¿Eso que significa?
Suselle: No puede morirse, mi mamá no se puede morir...
Dante: ¿Muerta? ¡Anda ya! Mamá, despierta, ¡mamá!
Nesi: Lo siento, chicos. Vuestra madre ha fallecido...
Suselle: ¡No, mamá!
Continuará