Capítulo 03
Si me tocas la nariz, te cuento un chiste
Ya es medianoche. El frío es más intenso y no hay muchas personas en la calle. Se ven clicks disfrazados pero lejos de la solitaria calle en la que está situada la tienda de Calabazo. El silencio se rompe cuando alguien pisa unas hojas secas caídas en el suelo. Se trata de Nancy, que camina ocultándose en las sombras. Tenía planes, pero esa noche ha decidido anteponer sus prioridades. No ha ido a casa de su hermana ni tampoco con sus amigos ocupas. Desea robar El abrazo de la tierra, el libro que tanto le ha fascinado. Estaba acostumbrada a conseguir todo aquello que deseaba así que ha decidido robar el libro esa misma noche. "Luego tendré tiempo para ir a casa de mi hermana e irme con mis amigos" piensa intentando tranquilizarse.
Lo cierto es que está nerviosa. Calabazo había conseguido asustarla con su forma de hablar y de mirar. La autoridad con la que las echó de la tienda la sobrecogió, pero no piensa rendirse tan fácilmente. Ansía leer ese libro, descubrir quién es Agnes y su historia. Pocas veces un libro le había atrapado de aquella manera. "A decir verdad, nunca me he sentido tan atraída por un libro...y eso que solamente he podido leer unas líneas..." piensa entusiasmada.
Un ruido la alerta y su corazón se acelera bruscamente. Una rata corre por la calle en dirección las alcantarillas.
Nancy: Maldita rata.
Un cuervo la observa desde la rama de un árbol cercano. Piensa en espantarlo, le pone nerviosa, pero no desea llamar la atención así que lo ignora.
Aparentemente la tienda está cerrada, aunque de su interior emana una luz verde muy siniestra. Se asoma y permanece en silencio. Cuando está segura de que no hay nadie en su interior, fuerza la puerta de entrada.
Calabazo: Vaya, parece que tenemos una visita inesperada.
Sonríe maliciosamente y desaparece sin dejar rastro. Nancy no lo puede ver, pero está ahí, escondido.
La tienda tiene un aspecto macabro, mucho más que a plena luz del día. Nancy recuerda a los niños saliendo a toda pastilla de la tienda junto a su madre. En esos momentos le gustaría ser uno de esos niños. "Seguramente están comiendo dulces y protegidos por sus padres". Intenta concentrarse y respira profundamente. Su objetivo es el libro y no se irá de la tienda sin llevárselo.
Por fin llega al pasillo dónde se encuentra el libro. Lo localiza en el mismo lugar, sobre el cofre rojo.
¡¡Huye!! ¡No lo hagas!
Mira de un lado para otro en busca de la procedencia de esas voces. No hay nadie en la tienda pero juraría haber escuchado algo.
Payaso: Si me tocas la nariz, te cuento un chiste.
Casi le da un infarto. Propina una patada al payaso de juguete e intenta tranquilizarse. "Se activa si detecta movimiento" piensa enfadada.
Nancy: Maldito payaso.
¡¡Ahhhhhhh!! ¡¡Socorro!! ¡No lo hagas!
Ignora las voces, que gritan y se lamentan.
Nancy: Son los objetos, que tienen sonidos. Menuda majadería.
Se acerca ansiosa al libro. Por fin podrá leerlo y será suyo, completamente suyo. No puede evitar leer unas líneas cuando lo tiene en sus manos.
"Agnes corría a través del bosque notando que huía de la última estela de paz y de amor que podía latir en su vida, percibiendo que se adentraba en un terreno desconocido y pantanoso en el que no existía senda. Apartaba las plantas que ocultaban el camino que tenía que recorrer para alcanzar su cabaña creyendo que, en realidad, impelía con sus trémulas manos los brazos de seres horribles que deseaban apresarla"
Nancy: Quiero leerlo desde el principio, me fascina. Te vienes conmigo a casa.
Esqueleto: Este libro es sagrado.
Retrocede al escuchar la voz procedente del esqueleto que custodia el libro.
Nancy: ¡Menudo susto! Parece de verdad...
Esqueleto: Su lectura es exclusiva para unos pocos elegidos. Tú no eres uno de ellos. Has ignorado las advertencias por lo que tu alma quedará presa para la eternidad.
Los ojos del esqueleto se iluminan y una potente luz amarilla sale de ellos. Hasta ese momento había pensado que se trataba de un truco barato para asustar, pero ya no está segura de eso. Decide que es el momento de huir, aquel lugar esconde algo malvado. "Coraline tenía razón" se dice asustada.
Dos rayos amarillos brillantes como el fuego salen disparados hasta penetrar en el cuerpo de Nancy. Se retuerce en el suelo de dolor. Su cuerpo se ilumina como una bombilla y no puede moverse.
Nancy no entiende lo que está ocurriendo. Su cuerpo ya no es el mismo. No puede moverse, y aunque puede pensar y hablar, su voz solamente puede ser escuchada por seres paranormales y clicks con facultades especiales.
Nancy: ¡¿Qué me está pasando?! ¡Socorro!
Calabazo: Vaya, ¡tenemos un nuevo objeto en la tienda!
Nancy: ¡¡Tú!! Ayúdame, ¡no puedo moverme!
Calabazo: Nancy, Nancy, Nancy...
Nancy:¿Qué me has hecho? ¡Socorroooo! Por favor, no puedo moverme...
Calabazo: Por supuesto que no, ¡las baritas mágicas de juguete no pueden moverse!
Nancy: ¡Ayuda! ¡Por favor, prometo que me marcharé y no volveré a molestarte nunca más!
Calabazo: Robarme, a mi...pobre incauta. Vamos, Nancy...deberías pensar en positivo. Has podido leer unas cuantas líneas del libro, ¡eres una privilegiada! ¡Jajajajajaja!
Nancy: ¡Nooo! ¡Socorro!
En ese momento se percata de todos los gritos. Proceden de todos los objetos de la tienda. Se lamentan, piden ayuda y gritan atormentados. Al igual que ella, sus almas están condenadas para siempre en aquellos siniestros objetos.
Hotel Stanley
Londres, 1845
Las niñas corrían a toda prisa, alejándose de aquel espíritu maligno. Cuando Mina vio a la mujer de la limpieza, su corazón dio un vuelco. Por fin podría pedir ayuda. La mujer era bella. Vestía con ropa sencilla y un delantal blanco. Era pelirroja pero a penas se distinguía por el pañuelo que cubría su cabello.
Mina: ¡Señora!
Regan: ¡No, Mina! ¡Esa mujer no nos ayudará!
Mina: ¡Pero necesitamos que nos ayuden!
Mina: ¡Ya lo he intentado y no quiere!
La mujer las vio acercarse y dejó sus tareas de limpieza. Su rostro no era precisamente de amabilidad.
Mina: ¡Señora, tiene que ayudarnos!
Eleonor: Estoy trabajando. Fuera de aquí.
Mina: ¡No lo entiende! ¡Un espíritu maligno nos está persiguiendo!
Eleonor: Por favor, dejarme trabajar. Yo no quiero saber nada de espíritus malignos.
Mina: Hay un niño en peligro, ¿verdad, Regan?
Eleonor: Ese no es mi problema. Quiero que me dejéis en paz, ¡¡dejarme trabajar tranquila!!
Regan: Te lo dije, ella no nos ayudará.
Mina: Pero...
Eleonor: ¡Fuera, dejarme en paz de una vez por todas!
Regan: ¡Corre, Mina!
Las niñas corrieron hasta llegar a otro pasadizo secreto. Tras caminar unos minutos, Regan abrió una compuerta y salieron.
Regan: Es aquí, vamos.
Mina: ¿Dónde estamos?
Era una estancia grande, con muchos objetos extraños. Mina no tardó en descubrir una gran jaula de madera situada al fondo de la sala.
En su interior estaba el niño que había visto horas antes en recepción. Abría y cerraba los ojos sin fijar la vista en ningún lugar en concreto. Parecía estar mareado.
Mina: ¡Ahí está! ¿Qué le pasa?
Regan: Creo que le han golpeado y no se encuentra bien.
Mina: Pobrecito. ¡Tenemos que sacarlo de ahí!
Regan: ¡Shhhhh!
Mina: ¿Qué ocurre?
Regan: Mira.
En esa misma estancia había un hombre acostado sobre una cama. En una de sus manos sujetaba unas llaves.
Mina: Conozco a ese hombre. Lo vi cuando entramos en el hotel. No me gusta nada.
Regan: Es malo.
Mina: Sabía que no era bueno. Regan, tenemos que llamar a mis padres...
Regan: No podemos hacer eso. Si no actuamos ahora, matará al niño. Tenemos que quitarle las llaves.
Mina: ¿Cómo?
Regan: Sin que se despierte.
Caminaron poco a poco hasta llegar a la cama. El hombre roncaba y respiraba muy fuerte. Su enorme barriga se movía al ritmo de su respiración.
Mina: Hazlo tú, a mi me da miedo...
Regan: Está bien, pero eres una princesa miedica.
Alargó la mano para coger las llaves. Las tenía bien sujetas y no parecía dispuesto a soltarlas fácilmente.
Regan: No las suelta.
Mina: ¡El bolso y el maletín de mis padres!
Sobre unas maderas Mina descubrió el bolso y el maletín de sus padres.
Regan tiró con fuerza de las llaves pero el hombre se despertó al momento. Corrieron a esconderse detrás de uno de los respaldos de la cama. El hombre miraba extrañado a su alrededor con cara soñolienta.
Michael: ¿Hay alguien ahí? ¿Padre?
Mina: Nos ha descubierto...ahora nos matará a nosotras también.
Regan: ¡Shhhh, puede escucharnos!
Michael se levantó a regañadientes. Decidió ir a ver al prisionero y de paso, comer alguna cosa. Estaba hambriento. Caminó perezoso sin percatarse de la presencia de las niñas, que permanecían escondidas.
Regan: Esa muñeca es mía.
Regan señaló una muñeca de trapo situada junto a otras pertenencias.
Mina: ¿Que hacen las cosas de mis padres aquí?
Regan: Son ladrones.
Mina: ¿Son? ¿Hay más?
Michael: ¡Eh, niño! ¡Despierta!
Niño: Yo...no...
Michael: Te he dado un golpe demasiado fuerte y te has quedado tonto. Mejor, menos resistencia opondrás cuando acabe contigo.
Dejó las llaves de la jaula sobre la mesa.
Edward: ¡Michael! ¿Se puede saber que demonios has hecho?
Michael: ¡Padre! Al fin acudes en mi ayuda.
Edward: No me digas que tienes algo que ver con la desaparición de ese niño.
Michael: Pues...sí. Entré a limpiar las "chimeneas" de todas las habitaciones, como me ordenaste. En todas pude entrar sin problemas, los huéspedes duermen plácidamente, menos en una. Este niño me descubrió y salió corriendo para decírselo a su padre. Por suerte lo atrapé a tiempo.
Edward comenzó a golpear con los puños a su hijo en la cabeza. Este se protegía como podía de la lluvia de golpes recibida.
Edward: ¡Inútil! ¡Lo has vuelto a hacer!
Michael: ¡Padre, no me pegue!
Edward: ¡Te dije que no más muertes! Esto puede acabar con la poca reputación del hotel y nos quedaremos sin ganancias. Tienes que robar, pero no secuestrar o matar, ¡inútil!
Edward se acercó hasta la jaula. El niño parecía estar más despejado y se puso de pie.
Niño: Tiene que ayudarme, señor.
Edward: No te preocupes, pronto te sacaremos de aquí.
Niño: Ese hombre es malo.
Edward: ¿Malo? Yo diría que es tonto de remate.
Cogió uno de los cuchillos que había sobre la mesa y agarró a su hijo del brazo. Se alejaron un poco de la jaula y le habló en voz baja.
Edward: Toma este cuchillo. Hazlo rápido y por favor, que no sufra. La última vez no lo hiciste muy bien.
Michael: Lo sé, padre.Ella me sigue atormentado...puedo verla.
Edward: ¡Qué cruz tengo contigo! No debes temer a los muertos. Los vivos son los que tienen que preocuparte. La policía está registrando el hotel en busca del niño desaparecido y su padre está poniendo todo patas arriba. Te has llevado los bolsos, maletines y maletas de los clientes, por lo que buscan también a un ladrón. Deberías haber cogido solamente algunas joyas y dinero suelto.
Michael: Lo siento, padre. No lo volveré a hacer más.
Edward: Eso no lo dudes. Debemos ser precavidos. Es el momento de proponer a Theo que queremos comprarle el hotel. No hay mal que por bien no venga. Todo esto del niño perjudica al prestigio del hotel y nos costará remontarlo, pero Theo no tendrá más remedio que venderlo por un precio mucho más bajo.
Michael: Mira, padre.
Fueron hasta un cofre de madera y lo abrieron. En su interior había monedas y joyas.
Edward: Creo que será suficiente para poder iniciar una nueva vida. Por fin este hotel será nuestro.
Michael: ¡Yo seré el recepcionista!
Edward: Eso ya lo veremos.
Mina y Regan fueron hasta la mesa para coger las llaves.
El niño lloraba con un llanto desgarrador. Mientras Regan cogía las llaves, Mina intentaba animarle.
Mina: No llores. Nosotras te sacaremos de aquí.
Abrieron la jaula y el niño observó sin moverse. Estaba muy asustado y casi no era capaz de moverse.
Mina: ¡Date prisa!
El niño salió rápidamente aunque temblaba sin parar y no podía dejar de llorar.
La puerta de la jaula se cerró dando un fuerte golpe. Edward y su hijo se dieron la vuelta sorprendidos.
Edward: ¡Que se escapa!
Michael: ¡No os mováis de ahí!
Mina: ¡Socorroooo!
Regan: ¡Auxilio!
Edward agarró al niño, que se resistía dando patadas y pegando golpes.
Edward: ¡No te resistas!
Michael: ¡Malditas!
Mina: ¡Socorro! ¡Madre, padre!
Edward: ¡Ayúdame, imbécil!
Eleonor: ¡Deja en paz a las niñas!
Eleonor apareció dando escobazos. Pilló por sorpresa a Michael, que cayó al suelo tapándose la cabeza con las manos.
Eleonor: ¡Asesinos! ¡Os pienso denunciar a la policía!
Mina: ¡Tenga cuidado, tiene un cuchillo!
Edward: ¡¿Cómo nos has encontrado?!
Eleonor: He escuchado sus gritos.
El niño aprovechó el descuido de su secuestrador y escapó. Corrió hasta uno de los pasadizos y desapareció.
Eleonor: ¡Corre y pude ayuda!
Eleonor ya no contaba con el factor sorpresa. Padre e hijo la acorralaron. Michael agarró el cuchillo con fuerza y se lo enseñó a Eleonor, que lo miraba aterrada.
Edward: No tendrías que haber metido tus narices en asuntos que no te incumben.
Eleonor: Por favor, debéis detener toda esta locura.
Edward: Debemos acabar con tu vida, Eleonor. Eres una testigo importante que podría declarar en nuestra contra. Los niños son fácilmente manipulables. Tú eres la asesina y ladrona y nosotros los rescatadores. Te matamos en defensa propia...
Eleonor: Sois repugnantes.
Mina: ¡No le hagáis daño! ¡Por favor, dejarla en paz!
Michael: Lo siento, Eleonor...no es nada personal.
Continuará...
¡Por fin la continuación! ¡Tenía muchas ganas de leerla! Debo confesar, primero, que no me esperaba para nada que El abrazo de la tierra tuviese una participación tan activa en la historia. Me halaga mucho que la hayas introducido así, tanto que una pequeña parte de la historia gira en torno al libro y a Agnes. Me resulta muy curioso que Nancy sienta tanta curiosidad por la historia de Agnes, tanta que es capaz de renunciar a los planes que tenía y volver a la tienda de Calabazo después de haberle causado una impresión tan fuerte. Muchas gracias. Es una forma de homenajear El abrazo de la tierra y te agradezco mucho que la hayas introducido de este modo en la historia de Halloween de este año. Es un gesto muy bonito que no olvidaré.
ResponderEliminarDespués, he de confesar también que me he leído este tercer capítulo con una rapidez desesperada e incluso también tengo que decir que me lo he leído dos veces porque empecé ayer, pero no me dio tiempo a leerlo entero y, por consiguiente, tampoco a comentar, y hoy volví a leérmelo desde el principio porque es que realmente me engancha. Consigues con mucha facilidad que tenga el alma en un hilo todo el tiempo. Me encanta la historia del hotel. Los personajes están muy bien construidos, pero al mismo tiempo su forma de ser es tan habitual en las historias de terror que no cuesta nada imaginar cómo hablan, cómo se expresan y cómo piensan. Los malos causan verdadero asco y también rabia y los niños enternecen tanto… Lo que pasa en esta historia también es que tampoco consideras que el niño raptado se merezca todo el esfuerzo que los demás hacen por él, sobre todo las niñas, que, a estas alturas, no sé si Regan está viva o muerta todavía, aunque me dé vergüenza reconocerlo. Pensaba que era un fantasma, pero ahora ya dudo... porque entonces no tendría tanto miedo a los fantasmas... Lo que has conseguido también es que ya dude de quién está vivo o muerto en esta historia.
¡Es muy buena! Me gusta también la intervención de Eleonor (creo que ese nombre también está sacado de la película de La guarida, ¿verdad?) porque al principio parece que no quiere saber nada, que ni quiere ayudar ni nada, y después incluso llega a arriesgar la vida por los demás, llega a ponerse en peligro por intervenir. Espero que no le hagan nada.
¡Además las fotos son muy buenas! Me gustan las fotos del momento en que el esqueleto ataca a Nancy y también cuando las niñas están en la estancia donde duerme Michael. La ambientación está logradísima, la luz y los detalles están muy bien escogidos. ¡Enhorabuena! ¡Por favor, no tardes en poner la continuación!
Ay, otra cosa que se me olvidaba comentar es que me resulta muy bonito también que El abrazo de la tierra sea considerado un libro sagrado. ¡Me encantaría saber por qué! De nuevo, ¡gracias!
¡Esto se ha puesto al rojo vivo!Yo hasta el momento dudaba de si eran fantasmas el niño, el tal Michael, la criada e incluso Edward... Pero ahora veo que se trata de unos ladrones sin escrúpulos para conseguir sus objetivos. A ver cómo acaba todo esto.
ResponderEliminarMe ha gustado también la parte de la tienda en la que la ladrona del libro se convierte en otro objeto encantado. La verdad es que todos los objetos de esa tienda dan mucho miedo. Has sabido customizarlos de manera espeluznante. Un buen guiño al libro de Marina, me ha recordado cuando utilizamos ese mismo libro en la historia de Wensuland. Voy a por el último capítulo.