Capítulo 04
En ocasiones, veo muertos
De pronto, el niño apareció de nuevo acompañado por su padre, Theo y dos policías armados. Michael y su padre se vieron sorprendidos amenazando a Eleonor con un cuchillo y una escoba.
Michael: ¡La policía, padre!
Edward: ¡Ya lo veo, no soy ciego!
Eleonor: ¡Socorro, policía!
El niño señaló a los dos hombres, que miraban aterrados a los agentes.
Niño: ¡Son ellos, padre!
Agente de policía: ¡No se muevan! ¡Quedan arrestados!
Edward: Se trata de un error, señor agente. ¡Somos inocentes!
Niño: ¡Me tenían encerrado en esa jaula!
Theo: Edward...no puedo creerlo.
Edward: No sé de que te sorprendes, Theo. No sabes dirigir este hotel y se está hundiendo en la miseria. Pretendía comprártelo y resucitarlo. Además, con lo poco que nos pagas casi estamos trabajando gratis.
Theo: ¡Eres un desagradecido! Sabes que no tengo la culpa de lo que le está ocurriendo al hotel. Me he dejado la piel para que esto funcione y os pago a vosotros sin poder, y lo sabes. ¡Encima estáis robando a los huéspedes! La situación es ya insostenible debido a los robos, las muertes y el dichoso fantasma.
Edward: Siempre has sido una niña mimada.
Theo: Puedo entender que me robes, pero Edward...¿Asesinar? ¿Pretendíais matar a este pobre niño?
Michael: Es que me vio robando y no me quedó más remedio que secuestralo y matarlo...
Edward: ¡Cállate, idiota!
Niño: Padre, quiero irme de aquí.
Padre: Ahora mismo nos vamos, hijo mío. Ya estás a salvo.
Theo: Serviste a mis padres y te querían como a uno más de la familia. Confiaba en ti...
Edward: Siempre has sido muy inocente, Theo. Nunca he significado nada para tus padres. ¡No me incluyeron en la herencia!
Theo: Hay un inversor dispuesto a revitalizar el hotel. Pretende atraer a nuevos clientes millonarios amantes de las historias de terror. Contaba contigo para este nuevo proyecto...
Edward: ¿Por qué no me lo dijiste? Theo, esto ha sido un desafortunado error. Tienes que ayudarnos, por favor. Cuenta conmigo para este nuevo proyecto, te lo ruego.
Theo: Agentes, llévense a estos dos. No los quiero en mi hotel ni un segundo más del necesario.
Edward: Theo, por favor...
Agente: Edward y Michael Myers, quedan ustedes detenidos por asesinato, secuestro y robo.
Edward: ¡Theo!
Michael: ¡Usted nunca me creyó, padre! ¡Le dije que ella me perseguía! Su fantasma pasea por el hotel, la he visto muchas veces. ¡Ella nos delató!
Edward: ¡¡Cállate de una vez por todas!!
Theo: Eleonor...¿Estás bien?
Eleonor: Sí, creo que sí.
Theo: Dos veces agredida en el hotel...se está convirtiendo en una costumbre. Primero aquel loco asesino...menos mal que la policía acabó con su vida antes de que te hiciese daño. Ahora Edward y Michael...todavía no me lo puedo creer.
Eleonor: Yo tampoco...
Theo: Vete a casa y descansa. Mañana te puedes tomar el día libre, es lo menos que puedo hacer por ti.
Eleonor: Gracias, señora. Aunque si no le importa, deseo terminar algunas faenas antes de marcharme.
Theo: Está bien, pero no tardes. Tienes que intentar desconectar. Yo tengo que ir a entregar las pertenencias robadas a los huéspedes.
Theo se marchó triste y con losojos llorosos. Todo lo que había ocurrido le afectaba mucho. Edward era su único apoyo y la persona en la que más confiaba. Ahora se sentía un poco perdida y muy confusa.
Eleonor: ¡Niñas! ¿Estáis bien?
Mina: Sí, gracias a ti.
Regan: Nos has ayudado. Gracias a ti hemos podido salvar a ese niño y que el culpable por mi muerte pague por lo que me hizo.
Mina: No lo entiendo.
Elonor: Siento no haberte querido ayudar antes. Los espíritus siempre me han dado mucho miedo. No entendía que acudían a mi para pedirme ayuda, no para asustarme. Me cerraba en mi misma, ocultando mis sentidos capaces de contactar con los espíritus. Me has hecho entender que no debo temer mi gran don.
Mina: No puede ser...¡No estás muerta!
Regan: No te lo dije para no asustarte, Mina. No tengo amigas y me sentía tan sola.
Mina: ¡Pero no eres invisible! Yo te puedo ver,Eleonor también, y Michael.
Regan: Muy pocas personas son capaces de ver espíritus. Eleonor tiene un don, al igual que Michael. Eleonor no quería ayudarme y le daba miedo y Michael...no merece tener este don, pero lo tiene. Me podía ver y me daba tanto miedo...él acabó con mi vida y verle me recuerda una y otra vez lo que pasó.
Eleonor: Regan desapareció hace años del hotel y nunca encontraron su cadáver.
Regan: Estoy enterrada en el jardín, bajo los rosales.
Mina: Yo...lo siento mucho...
Mina no pudo contener las lágrimas. Conocer la trágica historia de su amiga le había conmovido profundamente.
Regan: Estoy preparada para irme. Eleonor, ¿que hay al otro lado?
Eleonor: No lo sé, pequeña. Estoy segura que algo maravilloso, no debes tener miedo.
Una luz brillante y cegadora apareció en una pared.
Regan: Mina, vente conmigo...tengo miedo.
Mina: No puedo, Regan. Mis padres me están esperando. No quiero que te vayas...
Se puso a llorar al entender que Regan se marchaba para siempre y que jamás volverían a verse.
Mina: ¡Regan! ¡Eres la mejor amiga que he tenido nunca!
Regan: Te estaré esperando, princesa miedica.
Eleonor también lloraba. Se sentía feliz por haber ayudado al espíritu de Regan y que pudiese marcharse en paz. Aunque sentía culpabilidad por no haber actuado antes.
Regan caminaba hacia la intensa luz blanca. Tenía miedo, pero las palabras de Eleonor la tranquilizaron.
Mina: ¡Adiós, Regan!
Regan se dio la vuelta y las saludó con una mano. Luego siguió su camino hasta desaparecer. La luz fue perdiendo intensidad hasta apagarse por completo.
Eleonor: Mina, ¿estás bien?
Mina: Sí...¡tengo que volver con mis padres!
Dejó a Eleonor allí plantada y salió corriendo en busca de sus padres.
Mientras, Theo ya había devuelto a los padres de Mina sus pertenencias. No se habían percatado de nada y se mostraron muy sorprendidos. Una vez solos, Jonathan se tumbó en la cama. Grace se sentó mirando fijamente la pared.
Jonathan: Mañana a primera hora nos marcharemos. Este lugar no es seguro. ¿No te acuestas?
Grace: No tengo sueño.
Jonathan: Debes descansar. Si sigues así, enfermarás. El doctor dijo claramente que debías intentar dormir.
Grace: Lo sé, pero no puedo. Al dormir, tengo pesadillas.
Jonathan: Grace, no quiero que enfermes. Entiendo que temas tener más pesadillas, pero el descanso es fundamental. Venga, acuéstate a mi lado.
Grace: Me gustaría ser tan fuerte como tú...
Jonathan: Eres fuerte, mi amor. No creas que yo soy inmune, también sufro y hago esfuerzos para no desfallecer.
Grace se tumbó junto a su marido. Los dos miraban al techo, pensativos.
Grace: Debería ir a ver a Mina. Estoy preocupada.
Jonathan: Estará bien, deja de preocuparte.
Grace: Quizás se sienta sola...
Jonathan: Por favor, deja el tema o me enfadaré. Debes dejar de torturarte de esta forma.
Mina: ¡Mamá! ¡He vivido una aventura! ¡Mi amiga es un espíritu!
Grace: ¡Mina!
Grace se levantó rápidamente de la cama. Jonathan se sentó, visiblemente enfadado.
Mina: Unos hombres malos querían hacernos daño, pero Eleonor nos ayudó. ¡He pasado mucho miedo!
Grace: Mina...¿Estás aquí?
Mina: Mamá, ¿que te pasa?
Jonathan: ¡No puedo más! ¡Debes aceptar su muerte! No podemos ir pagando dos habitaciones cada vez que nos alojamos en un hotel, ni pagar tres desayunos pensando en Mina. No podemos seguir tirando el dinero de esa forma. ¡Yo también sufro por su muerte! La echo de menos, pero debemos aceptar su muerte. El doctor me dijo que intentase seguirte la corriente, que debías ir aceptando su muerte poco a poco, pero no puedo más.
Grace: No...ella no está muerta. La siento, sé que está con nosotros.
Jonathan: Grace...por favor. La enfermedad se llevó a Mina, debemos aceptarlo.
Grace: Mi amor...la echo de menos...no puedo vivir sin ella...¡No puedo!
Jonathan abrazó a su mujer, que lloraba con desesperación.
Jonathan: Lo superaremos, te lo prometo. Mina querría que siguiésemos viviendo. Debemos luchar por ella. Siempre vivirá en nuestros corazones.
Mina estaba mareada, mirando a sus padres hablar entre ellos sin prestarle atención. Ahora entendía muchas cosas. Recordó su enfermedad y su peregrinaje por cientos de consultas, hospitales y doctores. Acudieron a curanderos cuando los doctores la dieron por perdida, pero tampoco consiguieron salvarla. Recordaba la sensación tan angustiosa que la embargaba. Esa sensación de malestar a todas horas, el agotamiento, la fiebre, el dolor de cuerpo...y el sufrimiento de sus padres. No le gustaba verlos así, tan tristes y preocupados.
Mina: Estoy muerta...
No podía aceptarlo. Deseaba estar con sus padres, decirles que estaba bien y que ya no le dolía nada.
Mina: ¡Mamá, estoy aquí!
Grace: ¡Mina!
Jonathan: Grace, ya basta.
Grace: Ella está aquí, no sé cómo explicarlo.
Eleonor: Tiene usted razón, señora.
Mina: ¡Eleonor!
Jonathan: ¿Quién es usted?
Eleonor: Me llamo Eleonor. Disculpen que invada su intimidad, pero no he podido evitar escuchar su conversación.
Jonathan: Haga el favor de marcharse de nuestra habitación.
Eleonor: Mina está aquí.
Jonathan: ¿Pretende aprovecharse de nuestra situación? ¡Fuera de aquí!
Grace: Usted también nota su presencia.
Eleonor: Tengo ciertas facultades. En ocasiones, veo muertos. El espíritu de su hija está aquí, la pequeña Mina. Ella no se despega de usted, no se quiere marchar.
Jonathan: Pienso llamar a la policía. ¡No nos sacará ni una moneda!
Eleonor: Créame, no quiero nada de ustedes. Quiero ayudar a Mina, que está atrapada entre dos mundos.
Grace: ¿Usted puede verla?
Eleonor: Así es, está frente a ustedes.
Mina: Dile a mi padre que añoro cuando me contaba por las noches, antes de ir a dormir el cuento del lobo y los siete cabritillos.
Eleonor: Dice Mina que añora cuando le contaba el cuento del lobo y los siete cabritillos antes de ir a dormir.
Grace: Oh, Mina...
Jonathan: Muchos padres cuentan ese cuento a sus hijos antes de ir a dormir.
Mina: Sí, pero él cambiaba el final y el lobo se convertía lagartija.
Eleonor: Usted cambiaba el final. El lobo se convertía en lagartija.
Jonathan: ¿Cómo puede saber eso?
Mina: Por favor, dígale a mis padres que los quiero mucho. Que nos se peleen, y menos por mi. Que no quiero que estén tristes. Ya no me duele nada y estoy bien. Dígale a mi madre que la quiero mucho y que quiero que sea feliz. Si ella sonríe yo también lo haré.
Eleonor le comunicaba todo lo que Mina le iba diciendo. Aunque Jonathan se resistió, finalmente no pudo evitar ponerse a llorar.
Mina: Que le regale mis muñecas a mi prima Isabella, sé que las cuidará. ¡Ah! Mis dibujos son para papá y mis peluches para mamá.
Grace: Mina...intentamos curarte, por todos los medios. No fue posible, pero sabes que hicimos todo lo que pudimos. Te queremos con locura, mi niña...Te prometo que intentaremos sonreír y ser felices, pero te llevas contigo la mitad de mi corazón. Te quiero, te quiero muchísmo y te añoro tanto...
Mina: Yo también te echo de menos, mamá. ¡Voy a un sitio genial! Allí me espera mi amiga Regan y prometo cuidarte desde ese lugar tan bonito.
Eleonor comunicó a Grace todo lo que su hija le decía.
Se despidieron entre lágrimas. Esta vez, Mina se marchaba para siempre. No tenía miedo, intuía que le esperaba una aventura que vivir al otro lado y lo estaba deseando. Sus padres aceptaron su marcha con mucha pena, pero aceptando su destino.
Mina: Gracias, Eleonor.
Eleonor: Gracias a ti, pequeña. Abriré mi mente y permitiré que los espíritus se acerquen a mi. Prometo ayudarles a encontrar la luz. Sin ti y Regan, seguiría rechazando mi don.
Mina: Debo irme. Alguien me llama, y creo que es Regan.
Eleonor: Adiós, Mina.
De nuevo apareció una luz blanca cegadora. Esta vez, los padres de Mina pudieron ver a su hija dirigirse hacia la luz. Se dio la vuelta, se despidió con la mano y desapareció.
Grace: ¡Gracias, Eleonor!
Eleonor: Ha sido un placer ayudarles.
Grace abrazaba a Eleonor con todo el agradecimiento del mundo.
Jonathan: Gracias, esto no lo podremos olvidar jamás.
Eleonor: Ahora deben intentar ser felices, aunque siempre tengan a su hija presente. Saben que Mina está bien y desea su felicidad.
Edward y Michael fueron a prisión y allí acabarían sus últimos días de vida. Grace y Jonathan siguieron con su vida y juntos sobrellevaron la muerte de Mina. Un año más tarde, Grace se quedó embarazada. Theo consiguió la ayuda del inversor y juntos consiguieron que el hotel recuperase su reputación. Ahora, era un hotel que atraía clientes aficionados al ocultismo y lo paranormal.
Eleonor siguió trabajando en el hotel. Ahora intentaba ayudar a todos aquellos espíritus que lo necesitaban. Su testimonio era casi un show para todos los huéspedes que acudían al hotel, por lo que ella misma se encargaba de hacer tours por las estancias en las que había ocurrido algo paranormal. Theo le pagaba mucho más de lo que ella jamás podría haber imaginado. Era feliz.
Una tarde de invierno, Eleonor limpiaba la última habitación de su jornada laboral. Se apresuraba a hacer la cama, pues debía atender a unos clientes que la esperaban para el tour por las zonas terroríficas del hotel.
Por fin estamos solos, Eleonor.
Aquella voz tenebrosa la paralizó. Recordó aquel hombre que la quiso matar hacía ya unos años. Era la misma voz, la del doctor Hugh Crain. El miedo la invadió por completo.
Revivió aquel fatídico día. Recordó cuando entró en la habitación de Crain, creyendo que no había nadie. Pretendía limpiar y ordenar la habitación pero Hugh la estaba esperando, sentado en un sillón en la oscuridad, dispuesto a acabar con su vida. Pensó que aquel sería su final, pero la policía andaba tras su pista y llegaron a tiempo. Estaba muerto, pero había vuelto a por ella.
Se dio la vuelta y lo vio, levitando en una esquina de la habitación. Supo que nadie acudiría en su ayuda, estaba a merced de aquel espíritu maligno.
Eleonor: ¡Vete, aléjate de mi!
Hugh Crain: ¡Conseguiste escaparte una vez, pero ahora nadie acudirá en tu ayuda!
Su voz era tan terrorífica que la paralizó. No podía dejar de mirar sus ojos inyectados en sangre, deseosos de venganza.
Eleonor: ¡Socorrooo!
Hugh Crain: Mi obra de muerte y desolación no terminó y tú me ayudarás a seguir con ella.
Eleonor: ¡No te ayudaré! ¡Aléjate de mi!
El espíritu saltó sobre Eleonor y esta cayó sobre la cama.
Hugh Crain: Has prometido ayudar a todos los espíritus que se te acerquen, ¡Deja que entre en ti!
Eleonor: ¡Noooo!
Minutos más tarde, Theo fue en su busca. Los huéspedes la estaban esperando y ya empezaban a impacientarse. No era normal que Eleonor se retrasase tanto en sus tareas. Entró en la habitación y la encontró haciendo la cama.
Theo: ¿Eleonor? Los huéspedes te están esperando.
Eleonor estaba sumida en sus tareas. No atendía a las palabras de Theo.
La veía de espaldas, así que se acercó a ella para averiguar si se encontraba bien.
Theo: ¿Eleonor?
Seguía de espaldas a ella, haciendo la cama. La agarró del hombro para llamar su atención.
Theo: ¿Te encuentras bien?
Eleonor giró la cara y Theo gritó aterrada. Su cara estaba deformada y sus ojos inyectados en sangre. No tardó en percatarse que era el rostro del doctor Hugh Crain.
Eleonor: Tú serás la siguiente en morir.
Calabazo: ¡Cuidado con esos baúles! En su interior tengo cosas muy delicadas.
Dos seres extraños le están ayudando a cargar el camión de mudanzas. La tienda está prácticamente vacía. Un momento...uno de esos hombres parece Hugh Crain.
Calabazo: ¡Poco a poco!
Coraline: Disculpe, ¿tiene un momento?
Calabazo: En estos momentos ando algo ocupado, señorita. Estoy de mudanza.
Coraline: ¿Ya cierra el negocio?
Calabazo: Nos trasladamos. Este barrio no es lo que esperaba.
Coraline: ¿Recuerda a mi hermana? Fuimos juntas a su tienda. Nos echó cuando mi hermana insistió en comprarle un libro.
Calabazo: Lo recuerdo vagamente.
Coraline: Ha desaparecido. Anoche se fue de casa y no regresó. Estoy preocupada. Quizás usted la haya visto. ¿No regresó a la tienda otra vez?
Calabazo: Lo siento, no la he visto. Quizás esté con amigos, ya sabe que la noche de Halloween es muy especial y todo puede ocurrir.
Coraline: Me dijo que se iba con sus amigos ocupas a Clisandia, pero es extraño que no se haya despedido...
Calabazo: Ahí tiene la respuesta. Estará con sus amigos, ocupando edificios.
Coraline: No sé...
Calabazo: Si me disculpa, tengo mucho trabajo que hacer. Deje de preocuparse.
Nancy: ¡Coraline! ¡Estoy aquí! ¡Soy la barita!
Coraline: Gracias por su amabilidad. Tiene usted razón, estará con sus amigos.
Nancy: ¡Estoy aquí!
Calabazo: Claro, mujer. Hasta la vista.
Coraline: Adiós.
Nancy: ¡Noooooo! ¡Coraline!
Calabazo sube a la parte trasera del camión y se acerca hasta un cofre de madera. Ahí está la barita guardada con otros objetos.
Calabazo: No te esfuerces, ella no puede oírte. Ponte cómoda, nos vamos muy lejos.
Nancy: ¡Socorrooo!
Calabazo: Amigos, espero que les haya gustado la historia de Halloween de este año. Debo marcharme a mi mundo pero no os preocupéis, el año que viene regresaré con más historias terroríficas. Hasta ese momento, ¡que tengáis felices pesadillas!
FIN