Zayd bebía junto a su
hijo. Celebraba lo que para él era todo
un éxito. Había salvado el honor de la familia y su negocio de trata de clacks no podía ir mejor. Pronto Hafida no sería más que un mal recuerdo. Sin embargo,
Makin no estaba tan contento como su padre. El rechazo de Hafida le había
herido en lo más profundo de su hombría. Se consideraba un hombre irresistible
y un gran partido para las mujeres.
Zayd: Hijo, alegra esa
cara. Podrás tener la mujer que te plazca. Hafida deseará estar muerta cuando
descubra el lugar dónde vivirá. Se arrepentirá por haberte rechazado.
Makin: Lo sé, padre. Esa
mujer me ha ofendido como jamás pensé que podría hacerlo. Deseo que su vida sea
un calvario. Se merece una vida de desgracias y sufrimiento.
Zayd: Así será, hijo mío.
Makin: ¿Qué te parece
Pamela?
Zayd: Hijo, esa mujer
será el deseo de muchos compradores. Hiciste un buen trabajo engañado y
trayendo a esa rubia descarada. ¿En serio pensaba que una mujer tan poco
respetuosa podría ser tu esposa?
Makin: Fue fácil
engañarla.
Zayd: Una mujer de
ciudad, de las que se piensan que pueden hacer todo lo que les venga en gana.
Mostrando sus encantos y pervirtiendo a los pobres hombres que se topan con
ella. La mujer existe para complacer al hombre y servirle, pero no de esa forma
tan descarada y poco respetuosa.
Makin: Allá dónde la
enviaremos deberá mostrar respeto por los hombres.
Zayd: Mañana llevaremos a
Hafida y las demás al punto de encuentro. Allí nos estarán esperando unos
jeques deseosos de gastar su dinero en exóticas y preciosas mujeres. Tenemos
unas cuantas bellezas por ofrecer.
Makin: Seguro que por
Hafida pagan bien. Estoy deseando ver su rostro sorprendido cuando sepa cual es
su destino.
Zayd: De todas formas,
debemos andarnos con cuidado. Manda a uno de nuestros hombres a que le lleven
comida y agua, no quiero que tengan mal aspecto. Mañana mandaré que las limpien
y las vistan para la ocasión.
Makin: Luego enviaré a
alguien a que les lleve algo de comida. Seguro que estarán pasando mucho calor.
El sol está más furioso que nunca.
Zayd: Debemos buscar otra
ubicación para las chicas en un futuro. No podemos correr el riesgo a que
mueran de calor o quién no deba las descubra. El otro día tu hermana paseaba
por aquella zona. Menos mal que uno de nuestros hombres me informó y le ordené
que no pasease más por allí.
Makin: Si descubre que
Hafida está allí encerrada y que la pensamos vender a un Jeque millonario se
interpondría.
Zayd: No lo creo, ahora
ya no son amigas. Me preocupa más Hasine, ese viejo podría darnos problemas.
Makin: Piensa que su
sobrina se fue a la gran ciudad y lo abandonó.
Zayd: Lo sé, pero no me
fío. En cuanto pueda, me desharé de él.
Jessenia quería hablar
con su padre sobre algunos detalles de la boda y cuando escuchó la
conversación, se escondió. Descubrió lo que su padre y su hermano habían hecho
con Hafida y no pudo más que sentirse preocupada y arrepentida por ella. Aunque
se habían peleado, la quería como a una hermana. No podía permitir que la
vendiesen como si de un animal se tratara. Tenía que hacer algo por ella antes
de que fuese demasiado tarde.
Pamela se había rendido.
Llevaba horas protestando, intentando convencerse de que aquello era una broma
pesada de Makin. Conforme pasaban los minutos se iba percatando de la gravedad
de la situación, de lo ingenua que había sido. Le dolían las manos y las
piernas de tanto patalear y golpear la puerta. Se sentó en un lugar apartado, alejada
de todas las demás. No quería mezclarse con ellas. Aunque estaban en la misma
situación, se consideraba superior y se negaba a creer que correría el mismo
destino que ellas. Hafida la observaba y decidió acercarse. Aunque su
comportamiento había dejado mucho que desear, pensaba que vivir aquel infierno
en persona quizás la hubiese hecho recapacitar y se replantease su actitud.
Hafida: ¿Estás bien?
Pamela: En cualquier
momento Makin abrirá esa puerta y me dejará salir. Sé que esto es solo una
broma.
Hafida: Te estás engañado
tontamente. Has sido utilizada y engañada. Estás en la misma situación que
nosotras. Cuanto antes lo aceptes mejor.
Pamela se levantó airada.
No permitiría que la comparasen con ellas. Debía defenderse, hacerles entender
que no eran iguales y que aquello era tan solo una broma pesada.
Pamela: ¡Cállate! Tú que
sabrás, ¡no me conoces! Makin está enamoradísimo de mí, ¿lo entiendes? ¡Me ama!
Esto es solo una broma y cuando entre a por mí y me deje salir, me reiré en tu
cara.
Hafida: ¡No seas ingenua!
¡Te venderán al igual que lo harán con nosotras!
Pamela: No eres capaz de
comprender, ridícula. Yo no soy igual que tú, soy como el buen caviar y tú…eres
una vulgar sardina. Sabe que como yo, hay pocas mujeres.
Denise agarró a Pamela
del cuello y la empujó contra la pared. Pamela palideció de inmediato. Estaba
paralizada del miedo y no supo reaccionar.
Denise: ¿Te crees mejor
que nosotras? ¡Deja de decir tonterías! Ya puedes dar gracias que soy una mujer
pacífica, si no te tragarías mi puño entero. Veo que tienes dos piernas, pelo
en la cabeza, dos brazos…imagino que tu sangre es roja, ¿o perteneces a la
realeza y es azul? No eres más que otra mujer encerrada contra su voluntad en
este lugar…aunque un poco más tonta, sin duda.
Pamela: ¡Suéltame!
¡Socorro!
Llegó la noche. Hafida no
podía dormir. Se negaba en rotundo a aceptar ese destino. Quería luchar,
necesitaba luchar. Pasó horas pensando una forma de escapar de aquel lugar y
finalmente tuvo una idea. No tenía muy claro si funcionaría pero valía la pena intentarlo.
Por la mañana, ocuparon
sus posiciones. Si pretendían ganar dinero con ellas, era imprescindible que
estuviesen vivas. Indulala y Denise se tirarían al suelo haciéndose las
muertas. Hafida y Nazira se colocarían a ambos lados de la puerta y asaltarían
al hombre que abriese la puerta y fuese a socorrerlas.
Hafida: ¿Seguro que
vendrá ahora?
Denise: Sí, siempre nos
traen el desayuno cuando amanece.
Nazira: ¡Escucho pasos!
Hafida: ¡Todas a vuestros
posiciones!
Indulala y Denise se
tumbaron en el suelo, a la vista de sus captores. Hafida y Nazira esperaban el
momento para lanzarse sobre quién les trajese el desayuno. Pamela se mantenía
al margen. Aunque hacía ver que no le interesaba, en su interior rezaba para
que todo saliese bien.
Al abrirse la puerta no entró ninguno de los hombres de Zayd con comida. Jessenia se había hecho con las llaves golpeando en la cabeza con una piedra al vigilante que custodiaba la zona.
Hafida: ¡Jessenia!
Jessenia: ¡Por lo más sagrado! ¡Era verdad!
Hafida: ¿Que haces aquí?
Nazira: ¡Tu padre nos tiene secuestradas!
Jessenia: ¡Hafida! ¡Nazira!
Hafida: Jessenia, ¡tienes que ayudarnos!
Jessenia: ¿Que les ocurre a esas chicas?
Hafida: No te preocupes, están bien.
Jessenia se lanzó a los brazos de Hafida y se puso a llorar. La había echado de menos. A pesar de pelearse, la quería como a una hermana. Las dos amigas lloraban abrazadas.
Jessenia: ¡Oh Hafida, lo siento! ¡Perdóname, te lo ruego!
Hafida: Jessenia, perdóname tú a mí...
Jessenia: Te tiré del pelo y te dije cosas horribles...
Hafida: Eso ahora ya no importa, no te preocupes. Debes ayudarnos a salir de aquí. Tu padre...
Jessenia: Debes creerme, amiga mía. Yo no sabía que mi padre hacía estas cosas...y ni muchos menos que te retenía contra tu voluntad para venderte. He venido en cuanto he podido. ¡No permitiré que se salga con la suya!
Hafida: ¿Que piensas hacer?
Jessenia: He golpeado al vigilante con una piedra. Tardará en recuperar la conciencia. Tengo dos camellos amarrados no muy lejos de aquí, escaparéis con ellos. Hay que caminar bastante, pero no podía arriesgarme a ser descubierta con camellos por los hombres de mi padre.
Todas saltaron felices al escuchar esas palabras. Veían luz en un túnel hasta ahora muy oscuro.
Hafida: ¡Eres la mejor!
Jessenia: Debemos darnos prisa, no tardarán en dar la voz de alarma.
Pasados unos minutos, uno de los hombres de Zayd descubrió el cuerpo de su compañero inconsciente en el suelo. Quitó el seguro de su rifle y se puso en guardia.
Tutoh: ¡Pero que narices!
Vio la puerta abierta y se asomó alerta. Las chicas habían escapado.
Tutoh: ¡Maldición! Esto no gustará nada al jefe...
Zayd acudió junto a su hijo y sus mejores hombres cuando Tutoh dio la voz de alarma. Estaba muy enfurecido. Había prometido a importantes compradores material de primera. Clacks preciosas que cumplirían sus más profundos deseos. Si escapaban perdería mucho dinero. También le preocupaba que acudiesen a las autoridades. Si se descubrían sus negocios corruptos, le meterían en la cárcel y se pudriría entre rejas el resto de su vida.
Zayd: ¡Solo tengo hombres incompetentes!
Makin: Padre, no desesperes.
Zayd: ¡Nuestro futuro está en juego! Debéis atrapar a esas mujeres, a ser posible con vida...pero si no tenéis otra opción, disparad a matar. No podemos permitir que nos denuncien. Sabes que si nos descubren, iremos a prisión.
Makin: ¡Eso no ocurrirá, padre! Las encontraré.
Zayd: Llévate algunos hombres contigo. No quiero que regreses con las manos vacías.
Makin y algunos hombres salieron corriendo siguiendo el rastro de las huellas en la arena.
Makin: ¡No andan muy lejos! ¡De prisa!
Las chicas llevaban mucho rato corriendo sin parar. Encontraron unas palmeras dónde resguardarse del sol y descansar unos minutos. Estaban muy cansadas y nerviosas.
Nazira: ¡Pienso denunciar lo ocurrido en cuanto pueda!
Denise: Yo también lo haré. No podemos permitir que sigan traficando con clacks.
Jessenia: Siento mucho el sufrimiento que habéis padecido por culpa de mi padre. Haced lo que debáis. Si llego a saber lo que ocurría yo misma le habría denunciado.
Hafida: Jessenia, ¿puedo hablar contigo a solas?
Jessenia: Por supuesto, ¿que ocurre?
Hafida: Comprenderás que denunciar a tu padre es inevitable.Sé que debe ser duro para ti, pero...
Jessenia: Jamás le podré perdonar que te haya hecho esto...tampoco a estas chicas. Siempre imaginé que los asuntos de mi padre eran ilegales pero no hasta este punto...De verdad que siento todo esto...
Hafida: No es culpa tuya. Nos has ayudado, eso es lo que cuenta. Quería comentarte otra cosa. Es sobre Simbat...
Jessenia: Mejor no toquemos ese tema, por favor. Todavía me sigue doliendo tu actitud...pero intento olvidar.
Hafida: Debemos hablar de ello. Tu padre amenazó a Simbat para que se casara contigo.
Jessenia: Eso no tiene sentido, Simbat me ama.
Hafida: Siento decirte esto, pero no es así. Tu padre le amenazó con matar a su padre y también a mi si se negaba.
Jessenia: No...eso no es cierto.
Hafida: Siento provocar este dolor en tu corazón...pero es verdad. Nazira fue testigo de ello. Ya sabes que precisamente ella no tiene razón para inventarse nada así, no somos amigas ni ningún interés en ello. Simbat me ama y yo a él, es así. Puedes volver a tirarme del pelo si lo necesitas o retirarme la palabra, pero es la verdad.
Jessenia: Yo pensaba que me amaba...¿Que más me puede ocurrir en la vida? No podría ser más desgraciada...El amor de Smbat era lo único que me daba fuerzas para seguir adelante...Ya no puedo más, esto es demasiado para mi...
Nazira: ¡Mirad!
Indulala: ¡Vienen a por nosotras!
Jessenia:¡Es mi hermano y sus hombres!
Hafida: ¡Debemos huir!
Jessenia: ¡Tenemos que llegar a los camellos antes que nos alcancen!
Corrieron desesperadas siguiendo a Jessenia. Pamela estaba asfixiada. Correr sobre esa arena y con el implacable sol brillando resplandeciente en lo más alto era agotador.
Pamela: ¡No sé si podré correr por más tiempo!
Jessenia: ¡Ya falta poco!
Nazira: ¡Nos están disparando!
Hafida: ¡Se han vuelto locos!
Denice: ¡No os rindáis!
Los hombres de Makin dispararon hasta alcanzar a una de las chicas en la espalda. Nazira cayó al suelo al momento. Pamela gritó alertando a las demás que corrían más adelantadas.
Nazira: ¡Ahh!
Pamela: ¡Le han dado! ¡Han disparado a Nazira!
Hafida: ¡Nazira!
Denise: ¡Malditos!
Se acercaron hasta ella. Hafida la abrazó y examinó la herida. Supo de inmediato que era un herida mortal. De estar cerca de algún hospital habría tenido alguna posibilidad pero en medio del desierto nada se podía hacer por ella.
Jessenia: ¡Estás perdiendo mucha sangre! ¡Debemos llevarte a un hospital!
Nazira: El hospital más cercano está demasiado lejos...Hafida, ¿es grabe? Me duele mucho...
Hafida: Nazira...
Nazira: No me mientas...
Hafida: Sí...es muy grabe.
Nazira: Voy a morir...en mitad del desierto...
Hafida: No te abandonaremos.
Denise: ¡Cargaremos con ella!
Pamela: ¡Se están acercando! ¡Debemos marcharnos ya!
Nazira: No, soy una carga y nada podéis hacer ya por mi.Os alcanzaran y moriremos todas...ya no siento dolor...
Hafida: ¡No te abandonaré! Entre todas te llevaremos, ¡podemos conseguirlo Nazira!
Denise: ¡No te rindas!
Hafida: Venga, te ayudaré.
Nazira: Hafida, es inútil...Quiero pedirte perdón por todas las veces que te he tratado mal...te envidiaba. Veía el amor entre Simbat y tú, que aunque no os declararais vuestro amor, tenía claro que os amabais. Tu amistad con Jessenia, tus aventuras en el extranjero...te envidiaba por todo y deseaba ser tu amiga...
Hafida: Nazira, ya eres mi amiga. Aunque me dijeses que no querías serlo. No te mueras, por favor...
Pamela: ¡Se están acercando!
Nazira: Hazme un favor. Cásate con Simbat, sé feliz.
Hafida: Lo haré, te lo prometo.
Nazira: Haz que los hombres que nos han hecho esto lo paguen, por favor...
Hafida: Lo haré, aunque sea lo último que haga.
Jessenia: Yo también...
Nazira: Iros, no dejéis que os atrapen....
Jessenia: Yo me quedaré con ella.
Indulala: ¡Es una locura!
Hafida: De eso nada, es muy peligroso. Yo me quedaré con ella.
Jessenia: Me siento responsable de Nazira, esto es por culpa de mi padre y mi hermano. Yo cuidaré de ella en sus últimos momentos. A mi no me harán nada, soy de la familia.
Hafida: Está bien. Ten cuidado, amiga.
Pamela: ¡De prisa!
Hafida: Adiós...Nazira.
Jessenia: ¡No perdáis más tiempo! Los camellos se encuentran en esa dirección.
Huyeron a toda prisa. Todas menos Pamela lloraban por Nazira.
Jessenia acariciaba a Nazira mientras esperaba su trágico final.
Jessenia: Lo siento mucho, Nazira.
Nazira: No eres culpable de nada, Jessenia...te pido que dejes que Hafida y Simbat sean felices juntos...debes aceptar que él no te ama...
Jessenia: Pero yo sí que le amo...
Nazira: Eso no es suficiente...se valiente. Hoy has demostrado gran valor...
Jessenia: Yo no soy valiente...¿Nazira? ¡Nazira!
Nazira dejó de respirar y murió. Jessenia lloraba abrazando su cuerpo sin vida. En ese momento llegó Makin con sus hombres.
Makin: ¡¿Jessenia?! ¿Que haces aquí?
Jessenia: ¡Habéis matado a Nazira!
Makin: Responde mi pregunta, hermana. ¿Que haces aquí?
Jessenia: Liberé a Hafida y las demás. Os escuché hablar a padre y a ti. No podía permitir que cometierais más injusticias.
Makin: ¿Fuiste tú?
Hafida: Sí.
Makin propinó a Jessenia un golpe en la cabeza con la culata de su pistola. Ella cayó al suelo sorprendida. Sus hombres miraban expectantes la escena.
Makin: ¡Desagradecida! ¿Cómo crees que pagamos todos tus caprichos? ¿Crees que lo ganamos vendiendo zapatos en el mercado? Esto no le gustará nada a padre.
Jessenia intentaba levantarse pero veía borroso. Uno de los hombres examinó a Nazira.
Hombre1: Está muerta, señor.
Makin: Nos has hecho perder mucho dinero, hermanita. Por tu culpa nuestras vidas penden de un hilo. Si dan parte a las autoridades, nos arrestarán.
Jessenia: La culpa es solo vuestra, ¡sois unos delincuentes!
Makin: Maldita desagradecida...padre te castigará como mereces. Enterrad a la mujer aquí mismo.
Jessenia: ¡No! No es digno, ¡deja que la entierre como es debido!
Makin: No podemos correr riesgos. Aquí nadie encontrará su cadáver.
Jessenia: Me engañaste...pensaba que eras diferente, hermano. Te admiraba, te quería. Por favor, debes entrar en razón. Dejad esta locura antes de que mueran más inocentes.
Makin: Definitivamente eres tonta, hermana. ¿Quieres llevar una vida pobre y desgraciada? Este negocio nos permite vivir bien.
Jessenia: A costa de la vida de los demás. ¿Es que te da igual que Nazira esté muerta?
Makin: Ella está muerta por tu culpa. Tú las liberaste. Te aseguro que todavía seguiría con vida si no te hubieses interpuesto en nuestros planes.
Continuará...