Cuando vio que Hafida
corría sin mirar atrás, la angustia más atroz se apoderó de él. La amaba con
todo su corazón. No sólo le había acompañado para protegerla de Ben y apoyarle
en tan delicada situación, también pretendía conquistarla. Quería demostrarle
lo mucho que la amaba y ahora lo había echado todo a perder.
Simbat: ¡Hafida, vuelve!
Pamela agarraba a Simbat para que no corriese tras Hafida.
Pamela: Lo siento…no
pretendía ocasionarte problemas. Oye, ya que estamos, ¿nos divertimos un rato?
Hazme caso, ella ya no te perdonará…
Hafida lloraba en el
pasillo. No podía creer que Simbat fuese esa clase de hombre. Se conocían de
toda la vida y jamás imaginó que fuese así…se sentía engañada. Sabía que en
realidad no tenía derecho a enfadarse, que solo eran amigos, pero sus ilusiones
y sus sueños se habían hecho añicos en tan solo un momento.
Christine: Señorita, ¿se
encuentra bien?
Christine la descubrió
llorando desconsoladamente y se preocupó por ella.
Hafida: No imaginaba que él fuese así, ¡me engañó por completo!
Christine: Tranquilícese,
¿quiere una tila?
Hafida: No, gracias…solo deseo estar sola...
Christine se fijó en la
puerta abierta de la habitación de Simbat. Escuchó gritos y decidió acercarse para comprobar que todo estuviese en orden.
Para su sorpresa,
encontró a Pamela sobre Simbat en la cama. Él intentaba librarse de ella
a toda costa pero ella se agarraba a él como si le fuese la vida en ello.
Pamela: ¡No te resistas!
¡Eso me pone más caliente!
Simbat: ¡Quítese de
encima! ¡No comprendo a las mujeres occidentales!
Christine: ¡Pamela! ¡¡Que
demonios está haciendo!!
Christine la agarró del
brazo y liberó a Simbat. Pamela protestó al instante. Para ella Christine no era más que una vulgar trabajadora que podía despedir cuando se le antojase.
Pamela: ¡¡Que haces!!
¡¡Despedida!!
Christine: ¡Está acosando
a un cliente!
Pamela: ¡Esto no es
acoso! ¡¡Yo soy tu jefa!! ¡¡Suéltame!!
Christine: Lo pondré en conocimiento de Idalia,
¡puede estar segura! Disculpe las molestias, caballero...
Simbat: ¡Esa, esa mujer está loca!
Christine: Le ruego que disculpe las molestias ocasionadas, no volverá a ocurrir.
Simbat: Por su culpa ahora Hafida piensa que yo…
Sin querer, la toalla se le volvió a caer al suelo. Christine gritó sobresaltada y asustada.
Simbat: ¡Otra vez!
Christine cerró la puerta en el acto dejando a Simbat solo en su habitación. Ya se había ruborizado y le ardían las mejillas.
Simbat: A este paso todo el mundo me va a ver las vergüenzas…
Ben miraba la televisión
en su habitación del hotel. Sentado en la cama y vestido con los pantalones del
pijama, pensaba en Hafida. Aquel programa sobre subastas le estaba aburriendo
enormemente. Una mujer trataba de vender un jarrón antiguo por un precio más
elevado del que le correspondía. El comprador le ofrecía mucho menos de lo que
ella esperaba.
Mujer: ¡Es herencia familiar! No lo pienso vender por tan poco dinero.
Vendedor: Señora, que tenga valor sentimental no significa que...
Ben: Menudo tostonazo…
Sabía que Hafida estaba en esos momentos en su habitación, sola. Deseaba ir a verla e insistirle en lo mucho que la amaba. La entrega y el amor por su tío habían aumentado su admiración y amor por ella. Se tumbó mirando el techo. Había cometido muchos errores, pero no podía rendirse tan fácilmente. Le gustaba de verdad y quería lo mejor para ella. Lo tenía que volver a intentar, por última vez. Se sentó en la cama decidido. Haría un último intento y si ella le rechazaba, se retiraría definitivamente.
Hafida llevaba una hora
llorando sin parar en su habitación. La imagen de Simbat junto a esa mujer se
le repetía una y otra vez en su mente. Se odiaba por haberse ilusionado
tontamente con él. Cuantas veces soñó que se amaban, que vivirían una historia
de amor y pasión. Lo peor es que ella había creído ver en él signos de que se
interesaba en ella en ese sentido. Se sentía tan estúpida, tan ridícula por
haberse dejado llevar por su imaginación que no podía dejar de llorar.
Llamaron a la puerta. No
quería que nadie la viese llorando, así que se limpió bien las lágrimas y se
serenó todo lo que pudo. Al abrir se encontró a Ben en el umbral. Llevaba
consigo una botella de champagne.
Hafida: Ben…
Ben: ¿Le apetece a la
señorita una copita de un buen champagne de Clisandia?
Hafida: Yo…
Ben: ¿Qué te ocurre? ¿Has
llorado?
Hafida: Pasa…
Se sentaron en la cama.
Ben le sirvió champagne en una copa y brindaron.
Ben: Por tu tío, por su
pronta recuperación.
Hafida: Por él. Gracias.
Ben: ¿Qué te ocurre?
Se le
saltaron as lágrimas aunque intentase impedirlo con todas sus fuerzas.
Ben: ¿Lloras por tu tío?
No temas, todo saldrá bien. Te lo prometo.
Hafida: No es eso…
Ben: ¿Entonces?
Hafida: Me siento desgraciada...todo me sale mal. El amor es una estafa. Deseo que mi tío se recupere...es en el único click en el que confío plenamente.
Ben le agarró de una mano
y se la besó. Hafida no supo como reaccionar…
Ben: No llores más,
preciosa. Hafida, yo te amo…sé que me dijiste que nuestro tren había pasado
pero…no puedo reprimir lo que siento por ti…dame otra oportunidad…te demostraré que el amor no es una estafa.
Hafida se levantó al escuchar esas palabras y le
dio la espalda. Se puso a llorar desesperada mente.
Ben: Vaya…esperaba
cualquier reacción, pero no esa…lo siento, no debería…perdóname.
Hafida: Ben…no tengo nada
que perdonarte. Eso que sientes por mi es precioso…tus sentimientos son puros,
lo sé. Sé que te arrepientes y no dudo de tus intenciones. Te quise, muchísimo.
Sentí por ti algo que me hizo muy feliz y te has convertido en alguien muy
especial para mi…pero ya no te amo, no como antes. Te quiero como un amigo,
como alguien que me cuidó y que lo sigue haciendo, como se puede querer a un
hermano o a un amigo. No puedo cambiar eso…y me siento mal por ello. ¡Me
gustaría amarte! ¡Quiero hacerlo pero no puedo! Lo siento…quisiera amarte, sé
que sería feliz a tu lado…
Ben: Hafida…dame un
abrazo.
Se abrazaron fuertemente. Hafida lloraba. Se sentía culpable por no poder corresponderle.
Hafida: Eres maravilloso, estoy segura que encontrarás a una mujer que te amará como te mereces…pero yo no soy esa mujer…lo siento...
Ben: Hafida, no llores más. No puedes controlar lo que sientes…me costará, pero me repondré. Dios, esto duele como una estaca en el corazón...
Hafida: Siento hacerte daño...con todo lo que estás haciendo por mi tío...
Ben: No digas eso, ayudo a tu tío sin esperar nada a cambio. No es culpa tuya...esto me lo he ganado a pulso. No te he tratado como merecías y te he perdido. No debes sentirte mal. Intentaré aceptarlo y mirarte con otros ojos...pero necesito tiempo. Dime, ¿le amas?
Hafida: No sé de qué hablas…
Ben: Simbat. Me di cuenta…entre vosotros hay algo, lo sé.
Hafida: No sé si debería hablar de esto contigo...
Ben: Lo amas, puedes ser sincera conmigo.
Hafida: Sí, lo amo. Eres
a la primera persona a la que se lo confieso…pero esta noche me he dado cuenta
de muchas cosas. Cuando lo descubrí con otra supe que lo amaba más que nada en
este mundo y que lo que siento por ti no es esa clase de amor…ahora lo sé, lo
tengo todo claro…
Ben: ¿Lo has pillado con
otra? Pero, ¿él no te ama?
Hafida: Llegué a pensar
que sí, pero hoy me demostró que no es así…
Ben: No te precipites,
¿has hablado con él?
Hafida: No tenemos nada
de que hablar…lo vi con mis propios ojos.
Ben: Si eso es cierto, ese hombre no te merece.
En ese momento llamaron a
la puerta. Ben abrió esperando al camarero, había pedido algo para picar, pero
en su lugar apareció Simbat con un ramo de flores.
Simbat: Oh, no sabía que
interrumpía…
Ben: No interrumpes nada,
no te preocupes.
Hafida: No es buen
momento, Simbat. Vete…
Ben se acercó a Simbat y le habló al oído.
Ben: Ella te ama, no la fastidies más. Hazle feliz o te las verás conmigo.
Ben se fue dejándolos solos. No se iba contento ni mucho menos…pero si Hafida conseguía ser feliz con Simbat, al menos no estaría tan sola en el mundo. Aquella noche se emborracharía en su habitación viendo programas cutres de subastas en televisión.
Simbat le ofreció el ramo
de flores. Eran rosas rojas, blancas y rosas. Estaba tan nervioso que le temblaba
la mano.
Simbat: Son para ti…
Swity miraba la escena
bebiendo champagne. Encontró la botella casi llena y no se lo pensó dos veces.
Swity : ¡Oh oh oh! (¡Que
sabor tan raro tiene el agua!)
Hafida: No las
quiero…será mejor que te vayas, estoy cansada.
Simbat: Hafida, esa mujer
se metió en mi habitación. La recepcionista me tuvo que socorrer, ¡se me tiró
encima!
Hafida: ¿Crees que soy
tonta? De todas formas no me debes explicaciones, solo somos amigos.
Simbat agarró a Hafida de
los brazos y la miró a los ojos. Se esforzaba en no llorar, pero las lágrimas
se asomaban tímidamente.
Simbat: Estoy cansado.
Basta ya de tonterías, Hafida. Te amo, desde hace muchos años. No amo a otra
mujer ni deseo a otra, esa clack que entró en mi habitación era solo una prueba
para nuestro amor. Entró en mi habitación y me provocó, pero la rechacé. Solo te amo a ti.
Hafida: Simbat…me cuesta
creerte…
Simbat: Estoy aquí,
frente a ti. Te estoy abriendo mi corazón y no tengo razones para mentirte. Te
amo con locura y no puedo vivir sin ti…es la verdad. Si no me amas dilo ahora
mismo y me marcharé, jamás volveré a molestarte, te lo juro.
Hafida: Simbat…pero esa
mujer…
Simbat: ¿Tan poco confías
en mí?
Hafida: Estoy confundida.
Simbat: ¿Me amas?
Hafida: ¡Oh Simbat! ¡Yo
también te amo! ¡Te amo con locura! ¡Siempre te he querido!
Simbat: Soy el hombre más
feliz y afortunado del Playmundo...Llevo toda mi vida esperando escucharte decir eso.Puedes confiar en mi, Hafida...tú eres la dueña de mi corazón.
Se besaron apasionadamente. Fue un beso largo, intenso y profundo. Sus labios se unieron como si llevasen toda la vida esperando ese momento.
Swity saltaba de un lado para otro agarrado a la botella de champagne totalmente borracho. Parecía celebrar la declaración de amor, la felicidad de ambos.
Simbat llevó en brazos a Hafida hasta la cama y la tumbó. Se colocó encima y la miró con ternura a los ojos.
Simbat: Llevo muchos años esperando este momento…soñando con tenerte frente a mi y mirar tus intensos ojos y decirte lo mucho que te amo.
Hafida: Simbat…yo también…te quiero con todo mi corazón.
Simbat: Quiero casarme contigo, tener hijos y envejecer a tu lado.
Hafida: ¡No corras tanto! Por el momento disfrutemos el momento…Simbat, hay una cosa que me preocupa…¿Qué pasa con Jessenia?
Simbat: ¡Jessenia! ¿Que ocurre con ella?
Hafida: Te ama...
Simbat: Olvídate de ella, yo solo te quiero a ti.
Hafida: Pero es mi amiga…esto destruirá nuestra amistad…y le hará mucho daño.
Simbat: Ahora no pienses en esas cosas…no dejes que nadie destruya nuestro momento.
Swity: ¡Oh oh oh! (¡Marcha, fiesta, bueeee!)
Por la mañana, Hafida se despertó desorientada. Había dormido como un tronco toda la noche y no identificaba dónde se encontraba. Cuando recordó lo vivido la noche anterior, su corazón dio un brinco. Se asustó cuando no vio a Simbat a su lado y se incorporó.
Lo encontró frente la tele. Estaba viendo un programa sobre aventuras. Un click se se iba solo de aventuras por el mundo en los lugares más inhóspitos e intentaba sobrevivir hasta encontrar ayuda. Miraba la televisión totalmente absorto.
Hafida: Buenos días.
Simbat: ¡Buenos días! Has dormido toda la noche. Por cierto, duermes como una princesa...me he pasado la noche mirando como dormías.
Hafida: Simbat...no me acostumbro a que me digas esas cosas, esto parece un sueño.
Simbat: ¿Te pareció un sueño lo de anoche? A mi me pareció muy real. Por cierto, fue maravilloso.
Hafida: No me gusta hablar de eso...me da vergüenza. ¿Que estás viendo?
Simbat: Es asombroso, amor. Este tipo está en la selva y come gusanos y raíces para sobrevivir...y lo más increíble es que lo hace solo por gusto, ¡es estúpido!
Hafida se acercó hasta él y le hizo un masaje en los hombros.
Hafida: Es estúpido, tienes razón. Tenemos que ir a desayunar algo, quiero ir a ver a mi tío al hospital.
Simbat: ¡Pobre Hasine! Se sentirá muy solo allí entre extraños.
Hafida buscó a Swity y lo encontró en el cuarto de baño, vomitando. Los efectos de la juerga nocturna con el champagne ya le estaba pasando factura.
Hafida: ¿Que le ocurre a Swity?
Swity: ¡Oh oh oh! (¡Creo que voy a vomitar el hígado! ¡Ayy que malito estoy!)
Alguien llamó a la puerta con insistencia y fue a abrir. Ben apareció en la puerta, parecía estar nervioso. Tenía ojeras y mal aspecto por no haber pegado ojo en toda la noche.
Hafida: ¡Ben! Buenos días...¿Cómo estás?
Ben: Hafida, se trata de tu tío.
Hafida: ¿Mi tío? Oh, Ben...¿Que ocurre? ¿Se encuentra bien?
Ben: Me han llamado del hospital, lo están operando de urgencia a corazón abierto en estos momentos.
Continuará...