jueves, 24 de septiembre de 2020

Un verano muy loco - Capítulo 08 - Tres bebés y un perdón

Cuando Agatha se marchó, llegaron Estrella, Wen y Briana. Estrella empujaba un carricoche marrón precioso y Wen llevaba una bolsa con multitud de utensilios para su hija.

Sus: ¡Bienvenidos! ¡Habéis traído a mi sobrina!
Estrella: Sí, hemos ido de paseo y queríamos pasar a saludaros.
Wen: De paso, vemos a Mar y Bosco.


Sus: ¡Oh, está preciosa! Está dormidita.
Estrella: Sí, la pobre está agotada de tanto jugar.
Adolfina: Parece una muñeca.
 Sus: Pasad y poneos cómodos. Duclack está allí, con Mar.


Estrella tomó asiento en el sillón, junto a Duclack y Sus. Las tres, con sus bebés en brazos, hablaban con cariño de ellos.

Estrella: Le he comprado un vestidito precioso para los domingos. Ya la veréis, le queda muy bien.
Duclack: Briana podría ser modelo, es guapísima.
Estrella: Pues anda que Mar, es una niña muy guapa. 
Sus: Bosco se parece mucho a su padre. Tiene los mismos gestos y ronca como Diamante. Le gusta todo lo que sea dorado. Diamante le enseña sus monedas de oro, y se vuelve loco de alegría.
Duclack: Es su hijo, de eso no cabe duda. Pradito cuida mucho de Mar. Temía que se pusiese celosa, pero todo lo contrario. Siempre está pendiente de ella.


Diamante: Adolfina.
Adolfina: Sí, señor.
Diamante: Estoy seco. Otra copa de ron para mi y otra para mi cuñado. Sebastián, ¿quieres tomar algo más?
Sebastián: No, me conformo con el zumo.
Adolfina: Marchando dos copas de ron para los señores.
Diamante: Gracias, maja. Wen, ¿cómo llevas lo de ser padre?
Wen: Lo llevo bien. Es verdad que ya no tengo tiempo para nada, pero por Briana lo que sea.
Sebastián: Cuando se es padre, cambian tus prioridades. 
Diamante: Preguntadme lo que querías. Aquí el menda, es todo un experto. 


Cuando todos se fueron, Sus se sentó en uno de los sofás de la sala principal y abrió una ventana. Sentada desde ahí, podía ver los árboles de la calle y algunas fachadas. Tenía a Bosco en brazos y este, miraba las nubes asombrado. 

Sus: Eso son nubes, cariño.

Sus nunca se imaginó así, casada y con tres hijos. Recordó el día que se enamoró de Diamante en Gran Click Hermano, su boda y el día que nacieron Suselle y Dante. Todo había pasado tan rápido que casi no se lo creía. Era inmensamente feliz.


Sus: Y ahora tengo a otro angelito en mi vida. Mi Bosco. Serás muy feliz, ya lo verás. Con tus hermanos no te aburrirás. Dante seguro que te protegerá de cualquier enemigo y Suselle te enseñará muchas cosas y te querrá mucho. Papá será como un amigo para ti, ya lo verás. Creo que os llevaréis muy bien. Yo estaré unida a ti para siempre, mi pequeño. Te amaré hasta el último de mis días.


Adolfina barría la sala. Escuchó sus palabras y se le saltaron las lágrimas. A ella le habría gustado poder tener un hijo y amarlo de la misma forma. Si antes apreciaba a Sus, ahora lo hacía todavía más. Era una madre entregada, que amaba a sus hijos sobre todas las cosas. Se prometió cuidar a sus hijos como si fuesen suyos, pero también cuidar de ella. Muchas veces, las madres se descuidan por sus hijos y no hay quién las cuide de la misma forma.


En la calle...

John: ¿Preparada?
Sabrina: No. Esto es un error, John. Ella no me perdonará jamás.
John: Debes intentarlo.
Sabrina: ¿Y si nos vamos a casa? Pedimos comida china y vemos una peli.
John: Me dijiste que querías empezar de cero, que estabas arrepentida por todo el daño que has hecho. Este es el momento de empezar un nuevo camino. No pasará nada si ella no te perdona, lo importante es que disculpándote, habrás dejado atrás todo aquello.
Sabrina: Será humillante...


John: Sé que tienes miedo, pero debes ser valiente. Es hora de cambiar, Sabrina. Te aseguro que después de esto, serás otra. Yo estaré aquí, esperándote. Después, pediremos comida china y veremos esa película de acción que tanto te gusta.
Sabrina: Está bien. Lo intentaré...


En cuanto sonó el timbre, Adolfina abrió la puerta. Miró a Sabrina con curiosidad al ver que llevaba un ramo de flores rojas en la mano.

Adolfina: ¿En que puedo ayudarla?
Sabrina: ¿Está Sus en casa?
Adolfina: Sí, aguarde un momento.


Adolfina avisó a Sus y esta fue a la puerta para ver de quién se trataba.  Cuando vio a Sabrina con un ramo de flores, casi se desmaya. 

Sus: ¡Sabrina! He intentado localizarte en varias ocasiones para darte las gracias pero no lo he conseguido. ¿Qué haces aquí?
Sabrina: Te traigo este ramo de rosas, espero que te guste. Me preguntaba si podrías dedicarme unos minutos, si no es molestia...
Sus: Gracias, son muy bonitas.


Sus: Adolfina, ¿las podrías poner en agua?
Adolfina: Sí, ahora mismo.
Sus: Tengo un momento. Pasa, nos sentaremos en el sofá.


Sabrina: Gracias por recibirme.
Sus: Las flores son preciosas y no sabes lo agradecida que estoy por tu ayuda con el parto. De no ser por ti no sé lo que habría pasado.
Sabrina: Veo que tu bebé está bien.
Sus: Sí, está sano. Ya te digo que te agradezco lo que hiciste, pero eso no quita todo el daño que me has hecho durante todos estos años.
Sabrina: Lo sé.


Sus: Por eso no quiero más juegos sucios ni engaños. Ahora dime la verdad, ¿a que has venido a mi casa?
Sabrina: Entiendo tu desconfianza, no te lo puedo reprochar. No he cambiado por arte de magia ni soy mejor clack que antes, pero lo estoy intentando. Deseo con toda mi alma recuperar la confianza de mi marido y mis hijos, ser la clack que ellos se merecen. Jamás seré como tú, y tampoco es lo que quiero. Soy así, con muchos defectos pero también algunas virtudes. Ha llegado el momento de empezar de cero, dejar atrás el pasado. Es por ello que quiero pedirte perdón.
Sus: ¿Te estás disculpando? ¿No te estarás riendo de mi?
Sabrina: No, te lo prometo. 


Sus: No sé...
Sabrina: Siento que se haya marchado Agatha.
Sus: Sí, no sé si volverá...
Sabrina: Quizás se ha ido por mi culpa. Le toqué el culo haciéndole creer que había sido Diamante. También le toqué el culo a Diamante y le hice creer que fue ella...
Sus: ¿Perdona? ¡Y me lo sueltas así!
Sabrina: También fui yo la que te asusté en el bosque. Casi te matas por mi culpa. No había ningún lobo aquel día. Era yo, gritando como una loca. Es cierto que estaba enferma, pero eso no me exculpa.
Sus: Ahora entiendo muchas cosas...
Sabrina: Lo siento. Al igual que siento todas las cosas que te he hecho durante estos años. 


Sus: Ay, Sabrina. Lo tuyo es alucinante...
Sabrina: Entiendo que no me perdones, pero necesitaba disculparme. Al menos que sepas que lo siento de verdad, aunque no te lo creas.
Sus: Cierto, no me lo creo. Algo tramas.
Sabrina: Te prometo que no es así. Me alegra mucho que tu hijo esté bien. Aunque no lo creas, deseo que seas feliz junto a tus hijos y Diamante. No volverás a saber nunca más de mi. Ojalá pudiese cambiar el pasado, pero eso no es posible.


Sus: No, lo es...
Sabrina: Debo volver con mi familia. Gracias por atenderme, Sus. De verdad que siento que las cosas entre nosotras hayan terminado así. Ah, mi Walter adora a Suselle. Espero que no te importe que alguna vez la invite a casa...
Sus: Pues...
Sabrina: Mis hijos no tienen que pagar por mis errores. No quiero molestarte más. 


Sabrina se levantó apresuradamente.

Sus: ¡Sabrina! ¡Espera un momento! 


Sabrina se dio media vuelta. Sus se levantó del sofá y se acercó a ella.

Sus: Acepto tus disculpas. Quizás me arrepienta, pero es lo que mi corazón me dicta en este momento.
Sabrina: Gracias...
Sus: ¿Quieres tomar un café? Adolfina ha preparado rosquillas de chocolate.
Sabrina: ¿En serio? No quiero molestar...
Sabrina: Si queremos fumar la pipa de la paz, esta me parece la mejor forma. Odio el tabaco, así que una taza de café servirá. ¿Qué me dices? ¿Te apetece?
Sabrina: Será un honor tomar ese café de la paz.


Por la noche...

Sus había dormido a Bosco en su cunita. Diamante y ella lo miraban con amor.

Diamante: Menudos hijos más guapos tenemos.
Sus: Sí, son guapísimos. Bosco es enterito a su papá.
Diamante: Y a su mamá. 


Se tumbaron en la cama agotados.

Diamante: Todavía no me creo lo de Sabrina.
Sus: Yo estoy igual, no me lo puedo creer. Jamás pensé que se disculparía. 
Diamante: ¿Crees que ha sido sincera?
Sus: Sabes que soy muy ingenua, pero creo que sí. He visto arrepentimiento en su mirada. Intenta cambiar, emendar sus errores. Le honra pedir perdón. No ha debido ser fácil para ella dar este paso. Venir hasta aquí y disculparse no es cualquier cosa.


Suselle y Dante entraron gritando en la habitación.

Sus: ¡Shhhhhhhh! ¡Niños, que está Bosco durmiendo!
Diamante: ¿A que viene tanto alboroto?
Suselle: ¿Podemos dormir con vosotros?
Sus: De eso nada. Tenéis vuestras propias camas.
Dante: Porfa, que está tronando.
Suselle: Sí, está lloviendo mucho y me da miedo...


Diamante: Está bien, pero que no sea una costumbre.
Suselle: ¡Yupiii!
Sus: Dormiremos un poco apretaditos.
Dante: ¿Nos contaréis un cuento?
Sus: ¿Cuál os apetece?
Suselle: El del osito y el elefante.
Dante: ¡El del ratón pirata!
Diamante: Os contaremos los dos si prometéis dormiros pronto.
Dante:Prometido.
Sus: Está bien. Empezaremos por el del oso y el elefante.
Suselle: ¡Bieeen!


FIN

 

martes, 15 de septiembre de 2020

Un verano muy loco - Capítulo 07 - La Señora Adolfina

Sus fue trasladada al hospital y coincidió con Duclack, pues ella también había dado a luz. Ambas fueron hospitalizadas en la misma habitación. Después de unos días muy intensos de visitas y repuestas del parto, volvieron a casa.  Pradito, Sus y Suselle jugaban con los monopatines y el coche eléctrico. Pradito y Dante hacían carreras en la entradita y el comedor de la casa.

Suselle: ¿Estáis preparados?  
Pradito: ¡Seeeeh!
Dante: ¡Te voy a ganar!
Pradito: Eso habrá que verlo.            
                            

Diamante charlaba con Sebastián sentados a la mesa. 

Diamante: Lo harás bien, Sebastián. Con Pradito estás siendo todo un padrazo. 
Sebastián: Gracias, Diamante. Aunque Mar me siento muy perdido. Es tan delicada que temo hacer algo mal.
Diamante: Si quieres te enseño algunas técnicas. Yo soy todo un experto cuidando bebés. Mira que mozos y sanos están Suselle y Dante.


Sebastián: Sí, han crecido muy sanos.
Diamante: Igual que Pradito, está sana y muy feliz. 
Sebastián: Estos días estamos teniendo la ayuda incondicional de mi madre. Fíjate el moño que le ha hecho a Pradito.
Diamante: Mi madre no puede venir todo lo que quisiera, pero quiere a sus nietos con locura. Mi suegra también ayuda mucho, aunque a veces molesta más que ayuda. A ver si viene Adolfina con el ron, me muero de sed.


Pinky se aseguraba que los ositos panda estuviesen bien. Estaban dormidos en su cestita, pegados el uno al otro.

Pinky: ###### (Pobrecitos, están rendidos de tanto jugar).


Pandy estaba exhausto. Se había tumbado en el suelo y solamente quería dormir.

Pandy: #### (Esto de ser padre es agotador...). 


Duclack y Sus estaban sentadas en el sofá, con sus bebés sobre sus regazos.

Sus: Bosco es un niño muy curioso e inquieto, como su papá.
Duclack: Mar también lo es. Se nota que corre por sus venas sangre pirata.
Sus: Después de todo lo que hemos pasado, casi que no me creo que estemos aquí,con nuestros hijos.
Duclack: Sí, ha sido una odisea.


Bosco: ¡Brrrrrr!
Sus: Parece que quiera hablar. Te como, cariño mío.
Duclack: Mar se ha quedado dormidita. 
Sus: Es tan bonita. Tenemos que hacer fotos de los dos juntos.


Duclack: Es buena idea. Por cierto, ¿sabes algo de Sabrina?
Sus: No. Quise ponerme en contacto con ella, para agradecerle su ayuda, pero no coge el teléfono.
Duclack: Te ayudó, pero sigo sin fiarme de ella.
Sus: Yo tampoco me fío de ella, pero si no me llega a ayudar...no sé lo que habría pasado. Eso no quiere decir que seamos amigas. Entiendo que estaba mal por la enfermedad, pero ya de por si tiene un carácter difícil. No puedo olvidar la que montó el día de mi boda...ni aquella vez en el bosque. Quería enamorar a Diamante a toda costa.
Duclack: Lo recuerdo. Haces bien en agradecerk h su ayuda, pero ten cuidado con ella.


Sus: Estoy un poco tristona, Agatha se marcha.
Duclack: He hablado con ella. Parece que está muy entusiasmada con el viaje.
Sus: Sí...
Duclack: La echarás de menos. ¿No te gusta la señora Adolfina?
Sus: Sí, se ve buena mujer y es una gran profesional, pero...
Duclack: Ya, no es lo mismo.
Sus: Espero que Agatha vuelva pronto. Aunque con Owen, puede que no vuelva nunca. Es un hombre guapísimo.


Mientras tanto, en la cocina...

Adolfina: Ya lo tengo listo. Zumo de manzana para Sebastián y ron para Diamante.
Agatha: Recuerde que a Diamante le gusta el ron que venden en barril, no el de botella. El cordero lo quiere siempre con patatas, aunque ahora se supone que está de dieta. 
Adolfina: Lo tendré en cuenta.


Agatha: Suselle toma leche de soja y Dante odia el zumo de naranja de botella. ¡Ah! Sus toma pan integral y Diamante el gallego. Los niños...
Adolfina: Querida, no se preocupe tanto. Recuerde que tengo sus notas.Todo irá bien.
Agatha: Me da pena dejarles y quiero que todo salga bien.
Adolfina: Todo irá como la seda, no se preocupe.


Agatha: Si no lo tiene claro, me quedo...
Adolfina: Agatha, lo tengo todo clarísimo. Deje de preocuparse y márchese de viaje con ese impresionante maromo. Cuidaré de esta familia, se lo prometo. 


Agatha: Lo sé, están en buenas manos. 
Adolfina: Viva esta experiencia y disfrute. Nosotros seguiremos aquí a su vuelta.
Agatha: Gracias, Adolfina. 


Adolfina: Es joven y tiene toda la vida por delante. Si tiene un sueño, debe perseguirlo. Cuando vuelva, nos tomamos un café y me cuenta.
Agatha: Trato hecho. 


Bajaron al primer piso. Adolfina llevaba la bandeja con las copas para Diamante y Sebastián. Al llegar abajo, se encontraron con los niños haciendo carreras.

Pradito: ¡Te voy ganando!
Dante: ¡De eso nada!


Adolfina se vio sorprendida por la carrera de monopatines y coches. Agarraba la bandeja con las dos manos y en ella, llevaba las copas de vino y zumo.

Agatha: ¡Cuidado!
Dante: ¡Que nos la pegamos!
Adolfina: ¡Por todos los clicks!


En un movimiento que más quisieran muchos malabaristas, agarró las dos copas al vuelo y dejó caer la bandeja. Las copas estaban intactas y no se derramó ni una gota.

Suselle: ¡Wooow!
Pradito: ¡Alucinante! ¡Esa mujer tendría que actuar en el circo!
Dante: ¡Lo tendría que haber grabado!
Suselle: Lo siento...no pretendíamos tirar las copas.
Adolfina: No ha sido nada, pequeños. Estoy curada de espanto y me he visto en muchas situaciones así.  
Agatha: Tiene muy buenos reflejos. 


Sebastián: Pradito, este no es lugar para hacer carreras.
Diamante: ¡Eso! ¡Salid a corretear a la calle! Estos niños de hoy en día no saben divertirse como antes.
Sebastián: Al final, romperéis algo o lo que es peor, haréis daño a alguien.
Suselle: Tienes razón. Vamos a la calle.
Pradito: Vaaaale...


Salieron a toda prisa en dirección a la calle. Pradito seguía conduciendo el coche de Dante y Suselle se agarró a la parte trasera. Dante montaba su monopatín azul con gran maestría.

Dante: ¡El último será un Pinypon!
Pradito: ¡Agárrate bien, Suselle!
Suselle: ¡Yupiiii!


Adolfina: Aquí tienen sus bebidas.
Sebastián: Muchas gracias. Lo que ha hecho es impresionante. Se nota que tiene experiencia.
Adolfina: Así es. Son muchos años tratando con niños y créame, estos son angelitos comparados con los que he tenido que cuidar años atrás.
Diamante: Pues mira que estos dan guerra. Suselle no tanto, pero Dante...


Adolfina fue a ver a Duclack y Sus.

Adolfina: ¿Desean beber alguna cosa? ¿Quizás algo para merendar? Puedo preparar magdalenas o galletas de chocolate.
Sus: Eres muy amable, Adolfina. Yo estoy bien. Duclack, ¿quieres algo?
Duclack: No, estoy bien.
Adolfina: Son dos bebés preciosos. Parecen dos angelitos.
Duclack: Gracias, Adolfina.
Adolfina: No había visto nunca una bebé con un pelo tan oscuro y brillante. Sus ojos, tan grandes y esos mofletes tan pellizcables. Es una niña preciosa. Al igual que el suyo, señora. Esos ojazos, la carita de angel,...he visto muchos niños y estos, son especiales. 
Sus: ¿Tiene hijos?
Adolfina: Desgraciadamente, mi cuerpo nunca fue apto para engendrar un hijo. He cuidado los hijos de otros, a los que he querido como si fuesen míos, pero nunca he podido tenido uno propio. 
Sus: Lo siento...
Adolfina: No se preocupe. Hace muchos años que lo asumí. Por eso adoro tanto a los niños y su bienestar siempre ha sido mi prioridad.


Agatha: Sus, debo irme ya.
Sus: ¡Agatha! Te echaremos de menos...
Agatha: Y yo a vosotros.Me he sentido una más de la familia.
Sus: Es que lo eres.Volverás, ¿no?
Agatha: Esa es la idea, aunque no sé cuando y tampoco quiero dar una fecha.
Sus: Lo entiendo. 
Agatha: ¿Os gusta Adolfina? Es buena mujer.
Sus: Sí, la verdad es que me gusta bastante. Estaremos bien con ella, no te preocupes. Aunque aquí, siempre tendrás tu casa.
Agatha: Gracias, no sabes lo importante que es para mi.


Owen: Hola. Estaba abierto...
Adolfina: ¡Agatha! Owen ya está aquí.


Agatha: ¡Owen! Eres muy puntual.
Owen: En realidad no lo soy, pero me preocupaba que te arrepintieses y he preferido venir a la hora.
Agatha: No te librarás de mi tan fácilmente.
Owen: Eso me gusta.
Sus: Owen, cuida de ella.
Owen: No te preocupes, lo llevo haciendo desde que la conocí.
Agatha: ¡Owen!
Owen: Es broma. La cuidaré y sé que ella hará lo mismo conmigo. 
Sus: Por favor, informad de vez en cuando para saber cómo estáis.
Agatha: Lo haré. Espero poder mandaros alguna foto...
Owen: No estaremos en lugares con cobertura, pero seguro que encontraremos algún lugar que lo tenga.


Agatha y Owen se marcharon.

Sus: La echaré de menos. ¿Cree que surgirá el amor entre ellos?
Adolfina: No lo creo, lo sé. A ella se le iluminan los ojos y se nota a leguas que él se muere por sus huesos. Sé que la aprecia, pero quizás no vuelva.
Sus: Lo sé...
Adolfina: Es una clack feliz que está haciendo sus sueños realidad. Ay, ya me gustaría a mi estar en su plástico. 
Sus: Sí, me alegra que sea tan feliz. 
Adolfina: ¿Preparo chocolate? Así nos animamos un poco.
Sus: Excelente idea.


Continuará...


 

martes, 8 de septiembre de 2020

Un verano muy loco - Capítulo 06 - Bienvenido al mundo

Después de un largo camino de obstáculos, consiguieron llegar a la cabaña. Sus caminaba lentamente, sin apenas fuerzas.

Sabrina: Un pequeño esfuerzo más, y llegamos.
Sus: Estoy al límite...
Sabrina: Vamos, no te puedes rendir ahora.



Sabrina la agarró para que se apoyase en ella. Sus agradeció su ayuda, pues era incapaz de seguir caminando.

Sus: Creo que he roto aguas...
Sabrina: ¡No me fastidies! 


Entraron a la cabaña. Allí no había teléfono ni nadie que las pudiese ayudar. En el suelo había paja y una sábana vieja.

Sabrina: ¡Aquí no hay nada!
Sus: ¡Oh, no! ¡Necesito ir a un hospital!


Sabrina: Al menos te podrás tumbar y no estaremos a la intemperie. 
Sus: No me sirve de mucho consuelo...
Sabrina: Vamos, que te ayudo a tumbarte.


Una vez tumbada, Sabrina la tapó con la vieja sábana.

Sabrina: Iré a pedir ayuda, ¿vale? Intenta tranquilizarte.
Sus: ¡No me dejes! Sabrina, ya no hay tiempo. Necesito que me ayudes a dar a luz...
Sabrina: ¿Yo? ¡Estás loca! Yo no tengo ni idea de cómo debo hacerlo. Necesitas un profesional.
Sabrina: Lo sé, pero tú eres lo único que tengo. Tendrás que ayudarme.
Sabrina: Prefiero ir a pedir ayuda.
Sus: Es demasiado tarde para eso. Por favor, tienes que ayudarme.
Sabrina: Está bien. ¿Qué hago?


Sus: No hay forma de conseguir agua ni toallas, así que tendrás que ayudarme tal cual...Asómate y dime cómo está la cosa.

Sabrina miró bajo la sábana y se asustó. El niño estaba a punto de salir.

Sabrina: ¡¡Ya viene!! ¡Por todos los clicks! ¡No sé lo que debo hacer!
Sus: ¡Ayúdale a salir!
Sabrina: Está bien...


Sus gritaba de dolor. Los gritos resonaban en las montañas y los pájaros salían volando asustados.

Sabrina: ¡Empuja! ¡Empuja!
Sus: ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Grrrrrrrrr! ¡No puedooo!
Sabrina: ¡Sí que puedes! ¡Empuja! ¡Ya le veo la cabeza! ¡Sigue así!
Sus: ¡Ahhhhhhhhh!


Finalmente, dio a luz. El bebé empezó a llorar y Sabrina lo agarró con cariño.

Sabrina: ¡Es un niño!
Sus: ¡Mi niño!
Sabrina:  Es hermoso y está sano. Enhorabuena, Sus.
Sus: Gracias, Sabrina.

No podía dejar de llorar. Había dado a luz ahí, en mitad del bosque, ayudada por su peor enemiga y a pesar de ello, todo había salido bien.


Sabrina le dio al niño y Sus lo abrazó.

Sus: Ya estás aquí, mi pequeño.
Sabrina: Enhorabuena, Sus. 


Los gritos se habían escuchado por todas partes. Owen, que pasaba por allí con la moto, los escuchó. Fue hasta la cabaña y descubrió la escena.

Owen: ¡Está aquí!


Diamante y los niños entraron corriendo a la cabaña. Vieron a Sus con el niño en brazos y saltaron de alegría. Primero por encontrarla y luego por ver al recién nacido. 

Diamante: ¡¡¡Suuus!!! ¡¡No puede ser!! ¡¡Has dado a luz!!
Sus: ¡Diamante, niños!
Diamante: ¡No puedo creerlo!


Los niños abrazaron a su madre y al bebé, que había dejado de llorar y miraba curioso a su alrededor. 

Dante: ¡Es muy guapo!
Suselle: ¡Mi hermanito! ¡Yo soy tu hermana, Suselle!
Diamante: Es muy grande. ¿Estás bien?
Sus: Sí, gracias a la ayuda de Sabrina.
Diamante: ¿De Sabrina?

Sabrina estaba de pie en una de las esquinas de la casa. No se movía, sentía que molestaba y que no tenía que estar ahí.

Sus: Es una larga historia. Te presento a tu papá y tus hermanos.
Diamante: Hola, pequeño. Soy tu papá.
Sus: Te agarra del dedo.
Dante: Le enseñaré a montar en monopatín y jugar al fútbol. ¡Será un crack!


Mientras tanto...

Owen se dirigía hacia su moto. Agatha le acompañaba. Estaba muy agradecida por todo lo que había hecho por ellos.

Agatha: Estamos muy agradecidos por tu ayuda.
Owen: No ha sido nada. Lo importante es que tanto ella como el bebé, están bien.
Agatha: Sí. Ay, me emociono al pensarlo. Estaba muy preocupada.
Owen: Eso demuestra que tienes buen corazón.


Agatha: ¿Te marchas ya?
Owen: Sí, tengo que llegar al pueblo antes que anochezca. Estaréis bien. He llamado a la ambulancia y no tardará en llegar.
Agatha: ¿Volveré a verte?
Owen: Me iré de viaje, pero quizás nos podamos ver antes de mi partida. Ya nos llamaremos. Me voy, antes de que se haga más tarde.


Agatha: Owen...
Owen: ¿Sí?
Agatha: Lo he pensado mejor. Me voy contigo.
Owen: ¿Hablas en serio?
Agatha: Sí. Quiero empezar a vivir. Necesito arriesgar un poco y creo que tú eres ese tren que uno no debe dejar pasar en la vida.
Owen: ¡Estupendo! No sabes lo feliz que me hace tu decisión. Mañana te llamaré y empezaremos con los preparativos.


En ese momento, salió Sabrina de la cabaña. Quería alejarse. Quizás perderse en el bosque y desaparecer para siempre. Había defraudado a toda su familia. Estaba segura de que John jamás le perdonaría. Es cierto que había perdido la cabeza debido a la enfermedad, pero eso no la exculpaba de todas las cosas malas que había hecho.


Se puso a correr sin mirar atrás, llorando por ella pero feliz por haber ayudado a Sus. Al menos había hecho algo bueno en su vida.

John: ¡Sabrina!


Leticia: ¡Mira, está allí!
John: ¡Vamos, Rex! ¡Sabrina! ¡No huyas!
Leticia: Espero que no siga bajo los efectos de la enfermedad...


Sabrina se sorprendió al ver a John, Rex y Leticia. Rex se lanzó sobre ella y le lamió la cara.

Sabrina: ¡Hola, Rex!
John: Amor, estás bien.
Sabrina: John...


John la abrazó con lágrimas en los ojos.

John: Pensaba que te había perdido para siempre.
Sabrina: Tranquilo, estoy bien. He recuperado la cordura...al menos eso creo.
John: Te hemos buscado por todas partes. Por suerte, las cámaras de seguridad el hospital captaron el momento en el que te metías en la caravana de Diamante y Sus.


Sabrina: John, lo siento tanto...he sido una inconsciente. He vuelto a meter la pata hasta el fondo. ¿Podrás perdonarme algún día?
John: Estás viva, eso es lo único que me importa. Veo que estás muy arrepentida y eso lo valoro, mi amor. Ahora tenemos que volver al hospital cuanto antes. Tienes que recuperarte. ¿Prometes portarte bien?
Sabrina: Puedes estar seguro de ello. Haré lo que sea para recuperar tu confianza y la de los niños.


Continuará...