Cuando John se marchó, se puso manos a la obra. Encendió la radio y anunciaron que era día de San Valentín. Sabrina odiaba San Valentín. Siempre estaba sola y prefería ni acordarse de esa fecha tan señalada para los enamorados. Era una ocasión especial para esforzarse todavía más con la cena y sorprender a John.
Fue al supermercado y compró marisco y carne de calidad. Con la ayuda de Donna la cena salió deliciosa. Preparó una mesa elegante y compró champagne (en realidad lo robó, no tenía tanto dinero encima).
John había pasado el día pensando en su situación con Sabrina y Walter. No estaba seguro de lo que debía hacer, pero su corazón se lo susurraba con cada latido. La amaba con locura, a pesar de todo lo que había ocurrido. Su mente le advertía que no debía precipitarse. Al ver lo que Sabrina le había preparado, el corazón ganó a la mente. Sabía perfectamente lo mucho que le costaba a Sabrina cocinar y ser tan detallista.
John: ¿Sabrina?
Sabrina: Hola, mi amor.
Sabrina lucía un precioso vestido rojo, zapatos blancos de tacón y un collar. Se había maquillado a conciencia y se había cortado las puntas en la peluquería.
John: Estás preciosa.
Sabrina: Llevo todo el día preparándome para ti. Hoy es San Valentín y pienso darlo todo para volver a conquistar tu corazón.
John: Sabrina, pero si mi corazón ya lo has conquistado.
Sabrina: Tienes dudas sobre mi, cariño. He cometido cientos de errores, lo reconozco. Soy una bruta, envidiosa y muy celosa. Soy así y creo que no conseguiré cambiar nunca. Soy algo traviesa y siempre me meto en problemas, pero hay algo en mi que es diferente. Te amo y quiero pasar el resto de mis días a tu lado. Se acabaron otros hombres y las infidelidades. No he sabido valorarte, John, pero a partir de ahora eso cambiará. Tenemos un hijo precioso que nos necesita y estoy dispuesta a hacer todo lo que me pidas para demostrarte que te amo.
John: Sabrina...
Sabrina: No te quiero presionar. Si no lo tienes claro, me marcharé. Aunque me duela en en el alma, lo aceptaré...
Las lágrimas resbalaban por sus mejillas. John la observaba emocionado.
John: Hay una cosa que puedes hacer por mi.
Sabrina: Haré lo que sea.
John: Cásate conmigo.
Sabrina: ¿Qué? ¿Has dicho que me case contigo?
John: Sí, cásate conmigo. Dejemos atrás el pasado y casémonos ya. Te lo iba a pedir en el pantano, pero las cosas no salieron bien...
Sabrina: John...
John: ¿No quieres?
Sabrina: ¡Sí, quiero!
La cogió en brazos y la subió al dormitorio.
Sabrina: ¡John! ¡Tenemos que cenar!
John: ¡Mi cena eres tú!
La tiró sobre la cama y se puso sobre ella.
Sabrina: ¿De verdad te quieres casar conmigo?
John: Sí, quiero que seas mi mujer y poder hacer esto todos los días.
Sabrina: ¡¡Casémonos ya!!
John: Sabrina, tenía tantas ganas de ti...
Se besaron con pasión y se fundieron el uno con el otro.
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Sabrina dormía con la cabeza apoyada sobre el escultural pecho de John. Un ruido la despertó.
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Sabrina: ¿Eh?
Algo la observaba desde la escalera. Parecía un panda, pero no estaba segura.
Sabrina: ¿Pandy?
Se levantó y fue hasta las escaleras, pero desapareció. Miró al piso de abajo y allí estaba. Parecía que iba hacia la cocina.
Llegó a la cocina pero no lo encontraba. Se preguntaba que hacía Pandy allí.
Sabrina: A lo mejor está harto de Sus y quiere que lo cuide yo. No me extraña, Sus es una clack sosa y aburrida.
Entonces, al mirar la puerta de salida, encontró a Sus.
Sabrina: ¿Sus? ¡¿Qué haces aquí?! Esta es mi casa, ¿cómo te atreves a entrar sin permiso?
Sus: Crees que puedes ser feliz y superar mi felicidad, pero eso no es posible. Siempre has sido mala clack y siempre lo serás.
Sabrina: Seré mucho más feliz que tú. Me voy a casar con John y tengo un niño precioso.
Sus: Un niño que no es de John...le sigues engañando. Por cierto, mi casa es mucho más bonita que esta.
Sabrina: ¡¡Eso es mentira!!
Los ojos y la boca de Sus se deformaron. Su rostro era horrible y Sabrina gritó asustada cayendo al suelo.
Sabrina: ¿Qué eres? ¡Tú no eres Sus!
Sus: ¡Diamante es mejor que John y mis hijos más guapos que Walter! Oh, mala madre...enterraste a tu hijo en el bosque...¡Tú lo mataste!
Sabrina: ¡Eso es mentira!
Unos zombies estaban entrando por la puerta principal.
Sus: Mereces ser devorada por los zombies. Pandy y yo observaremos como te devoran hasta no dejar nada de tu patético cuerpo.
Sabrina: No...no...
Sus desapareció y los zombies estaban invadiendo la casa. Debía avisar a John y huir de allí lo antes posible. Al dirigirse hacia el primer piso, un zombie le bloqueó el paso.
Se lanzó a por ella con la boca abierta pero consiguió zafarse. Corrió sin perder el tiempo escaleras arriba seguida de todos los zombies. Cada vez eran más y aparecían por todas partes.
Sabrina: ¡Socorro!
John seguía durmiendo sin enterarse de nada. Zarandeó su cuerpo para hacerle despertar pero John no reaccionaba.
Sabrina: ¡John, han vuelto los zombies! ¡Despierta!
Abrió los ojos y su rostro se transformó. Le salía sangre por la boca y en sus ojos había desaparecido todo rastro de vida.
John: ¡Ahhhhhh!
Sabrina: John, no...tú no...mi amor...
Se levantó deseoso de atraparla y pegarle el primer bocado. Los zombies que la perseguían no tardaron en aparecer. Sus piernas no le respondían así que se arrastró como pudo hasta una esquina de la habitación. No podía huir, se sentía débil y demasiado aterrada. La estaban rodeando. Extendían sus brazos hacia ella y abrían sus bocas hambrientas.
Sabrina: ¡Nooooo!
¡Sabrina!
Sabrina: ¡Nooooooo!
¡Sabrina!
Sabrina: ¡Noooo!
John: ¡Sabrina, despierta! Cariño, estás soñando...
Sabrina: ¿John?
Abrazó a John llorando. La tranquilizó hasta que se relajó.
Sabrina: Pensaba que te había perdido para siempre...¡No quiero que te mueras!
John: Ha sido una pesadilla, ya está.
Sabrina: John...ha sido horrible...
John: Ya está, relájate mi amor.
Sabrina: Estoy loca...
John: No estás loca. Ha sido una pesadilla. Debes ser paciente, pronto estarás del todo bien. El doctor me dijo que tenemos que tener paciencia. Lo pasaste muy mal y esto es como una herida, necesita su tiempo para cicatrizar.
Sabrina: Oh, John...es que ha sido horrible..Sus y unos zombies me perseguían... y tú...tú estabas...
John: Cariño, tan solo era una pesadilla. No le des más importancia. Olvida eso y piensa en nuestra boda.
Sabrina: ¡Es verdad! ¡Nos casamos!¡Nos casamos! ¡Esto lo tiene que saber todo el mundo!
Salió al balcón y lo gritó con todas sus fuerzas.
Sabrina: ¡NOS VAMOS A CASAAAAAAAAAR!
John: ¡Jajajaja! Dudo que sea del interés de los animales y de los pocos vecinos que nos rodean.
John sacó una manta y la rodeó con ella.
John: No quiero que te pongas mala. Sé que anhelas una boda por todo lo alto, pero amor...no quiero perder más tiempo. Tengo un contacto en el ayuntamiento y me hará un hueco para casarnos. Nada de muchos invitados ni de una gran ceremonia.
Sabrina: Pero John...
John: Tú y yo y unos pocos. Mi madre no debe enterarse por nada del mundo.
Sabrina: Se enfadará. Además, me odia.
John: Sé que se ofenderá, pero no quiero que nos estropee la boda.
Sabrina: Como quieras.
John: Será una boda íntima. Iremos elegantes, pero nada pomposo. Quiero casarme contigo cuanto antes, sin nada de parafernalias y tonterías. Me deben días en el trabajo, así que nos iremos de luna de miel.
Sus: ¡Vivaaaaa! Me habría gustado una boda como la de Sus y Diamante, que se casaron por todo lo alto y con muchos invitados, pero bueno...lo importante es que por fin seré tu mujer. Te amo.
John: Yo también te amo.