jueves, 19 de julio de 2018

Vacaciones en el mar - Capítulo 13: Triste en el cielo

Carlota bajó a la isla después de armarse de valor. "No pasa nada, todo está bien" se dijo para tranquilizarse. Había visto a Donato bajar del barco y le apetecía hablar con él. Aquel click tenía algo especial que le hacía olvidarse de todos sus problemas. Lo encontró en una tumbona, descansando bajo la sombra de unas palmeras.


Se sentó sobre la arena, aunque no se había puesto bañador ni tenía un calzado adecuado para caminar por la playa. No deseaba ponerse demasiado cómoda por si tenía que salir corriendo. 

Carlota: ¿Se está mejor que en Bokiang Liao?

Donato se incorporó al escuchar su voz. Su mirada se iluminó al verla sentada sobre la arena.

Donato: Se está muy bien, pero Bokiang Liao es mucho mejor.
Carlota: ¿Mejor que esta isla paradisíaca? 
Donato: Así es.


Donato se levantó y se sentó junto a ella. Carlota no pudo evitar mirarle de arriba a bajo. Sin duda, a pesar de su edad, Donato se cuidaba. Tenía un cuerpo que muchos jóvenes envidiarían. 

Donato: ¿No te pones bañador?
Carlota: Es que he bajado de forma improvisada. Mi idea era quedarme en el barco.
Donato: Menos mal que has bajado. Es imperdonable perderse una experiencia como esta. 
Donato: Carmen, ¿puedo preguntarte algo?

Ya no recordaba que le había mentido sobre su nombre. Se arrepintió por haberle mentido, pero le costaba confiar en la gente.

Carlota: Claro, puedes preguntar lo que quieras.
Donato: Te ocurre algo, lo sé. Pareces preocupada desde que te conocí. ¿Estás bien?
Carlota: Tengo algunos problemas, si te soy sincera. Aunque no quiero hablar de ello.
Donato: Lo respeto. ¿Puedo hacer algo para solucinarlos?
Carlota: No. 


Donato: ¿Puedo seguir preguntando?
Carlota: Bueno...
Donato: ¿Estás casada? ¿Divorciada? ¿Viuda?
Carlota: Viuda, pero desde hace muchos años. Mi marido murió muy joven.
Donato: Vaya...
Carlota: Antes de su muerte, adoptemos una niña. Se llamaba Sol. La cuidé durante años pero un día apareció su madre biológica y finalmente se marchó con ella. A veces la veo, pero ya no soy nada para ella.
Donato: Lo siento, es muy injusto.
Carlota: Al menos es feliz, es lo que importa.


Donato: Tú también importas.
Carlota: Hace años que no le importo a nadie. Aunque soy muy luchadora y si la vida me da un golpe, yo me levanto con más fuerza.
Donato: Impresionante. Tienes una fortaleza envidiable. 
Carlota: Eso intento.
Donato: Siguiente pregunta. ¿No tienes calor con esa ropa?
Carlota: Sí, lo cierto es que tengo calor.


Donato: Ponte un bañador y nos metemos en el agua.
Carlota: Oh, no gracias. Prefiero quedarme aquí.
Donato: ¡Es hora de vivir la vida con más intensidad, Carmen!
Carlota: Es que ahora no tengo ganas de subir a por el bañador...
Donato: ¡Al agua pato!


La agarró por la cintura y junto a ella, se tiró al agua. Carlota gritó sorprendida. El agua estaba muy templada, por lo que no fue desagradable.


Se empapó completamente. Al asomar la cabeza del agua, miró a Donato enfadada. Al verle sonreír con ojos de niño revoltoso, no pudo evitar echarse a reír y tirarle agua a la cara.

Carlota: ¡Estás loco!
Donato: Has descubierto mi lado más oscuro. Estoy majareta, completamente chalado. Espero que no lleves nada de valor encima.
Carlota: No, lo tengo todo en el bolso. Oh, el agua está fabulosa.
Donato: Deja que te transmita un poco de mi locura. Los locos vivimos mucho mejor, ya lo verás.

Los dos se echaron a reír y se relajaron en el agua.


Agnes y Artemisa miraban en silencio el mar azul. Se habían bañado y se relajaban sentadas en la arena. Agnes se abanicaba, tenía calor. Artemisa estaba muy seria, casi no hablaba. 

Agnes: Esto es precioso, Artemisiña.
Artemisa: Es bonito.
Agnes: Si no fuese por este calor, sería perfecto.
Artemisa: Para ti sería perfecto estar en Galicia.

En otras circunstancias ese comentario no le habría ofendido, pero dicho así, le sentó fatal. Había sonado casi a burla y eso le dolió. Intento disimular.

Agnes: Sí, pero estar aquí contigo también es perfecto.
Artemisa: ¿De verdad? Últimamente parece que estorbo. 


Agnes: Artemisiña, ¿por qué dices eso? Tú no sobras y lo sabes. No entiendo tu actitud, ¿he hecho algo que te moleste?
Artemisa: Solamente hablas de Galicia y con tus nuevas amigas, sobretodo con Asunción.
Agnes: No sabía que estabas molesta...
Artemisa: Encima cantas canciones gallegas con ella y yo me quedo al margen...no me malinterpretes, me gusta que te relaciones, pero...
Agnes: Te sientes desplazada. Artemisiña, si yo solo tengo ojos para ti.


Asunción: ¡Rapatza! ¡No os encontraba!
Artemisa: No puedo creerlo. ¿Qué hace aquí?
Agnes: Habíamos quedado para bajar juntas a la isla.


Asunción: Mis hermanas se están dando un baño. Estas nadan como sirenas y yo con el miedo que le tengo al mar, meto solamente los pies. ¿Molesto si me quedo?
Artemisa: Pues mira, no te preocupes que yo me voy ya.
Asunción: ¿Ya? ¡Pero si se está de maravilla!


Artemisa se levantó corriendo y se marchó visiblemente enfadada.

Agnes: ¡Artemisa!
Asunción: Vaya, he llegado en un mal momento...


Agnes se volvió a sentar. Todo aquella situación le sobrepasaba. No era capaz de asimilar el enfado de Artemisa y ni mucho menos que estuviese celosa.

Agnes: Creo que está celosa...
Asunción: Ay, los celos son malísimos. ¿Está celosa de alguien en concreto?
Agnes: De ti...
Asunción: ¡Por todos los santos! ¿De mi? Ay, amiga mía...he metido la pata sin querer. No pretendía causaros estos problemas. Yo no tengo malas intenciones contigo, ¡adoro vuestra relación! Lo que ocurre es que contigo tengo mucha conexión, pero como amigas, nada más.
Agnes: No sé que hacer...


Asunción: No lo dudes, ve y habla con ella. Los celos son como una enfermedad. Dile que yo no tengo ningún interés en ti y que estarás menos tiempo conmigo. 
Agnes: Vale...pero me da pena que no podamos hablar.
Asunción: Dejaremos pasar un tiempo, que se le pasen los celos. Corre, habla con ella cuanto antes.


Agnes salió corriendo en busca de Artemisa. Deseaba solucionar las cosas con ella y aclarar los malentendidos. Asunción la veía alejarse sin poder apartar la mirada de su trasero.

Asunción: Artemisa es muy lista e intuitiva...sí que me gusta Agnes, pero no tenía pensado lanzarme a por ella...


Un chico cachas, guapo, rubio, con gafas de sol y enseñando palmito se le acercó de improvisto. Asunción gritó horrorizada cuando le habló al oído sin que lo viese venir.

Chico: ¿Te apetece pasear conmigo, muñeca?
Asunción: ¡Carallo! ¡Menudo susto me has dado! Una aclaración, no soy una muñeca y ni mucho menos tu muñeca. 
Chico: Pues pareces una barbie, muñeca.
Asunción: Soy lesbiana, ¿lo pillas?


Chico: ¡Eso a mi no me importa, me gustan las lesbianas!
Asunción: ¡Pero a mi no me gustan los chuloplayas!


Wenda y Duclón descansaban sobre la arena después de haberse dado un buen baño.

Wenda: Me siento más joven que nunca.
Duclón: Yo también. Si no fuesen por estas canas, parecería un chaval.
Wenda: Esas canas te hacen muy sexy. Duclón, esta isla es fantástica.
Duclón: Sí, aunque antes era mucho mejor. Ahora está repleta de turistas y no se puede respirar la paz que antes transmitía. Me estoy acordando de Peralta, un noviete de hace años de Duclack.
Wenda: ¿Que le ocurre?
Duclón: Por lo que me han dicho, está muy enfermo. Conoció a mi Duclack en esta isla y se hicieron inseparables. Mi Duclack era una renacuaja pero estaba enamoradita de él, que era unos años mayor.


Wenda: Oh, ¿que le ocurre?
Duclón: No lo sé. Se lo ha dicho mi Duclack a Duque por Whatsaclick.
Wenda: Espero que se recupere. La vida es tan injusta a veces...


Duclón: Debemos vivir la vida intensamente, Wenda. Aprovechar cada segundo.
Wenda: Sí, uno nunca sabe lo que puede pasar. Bueno, yo creo que lo estamos haciendo. Este viaje es una muestra de ello.
Duclón: Este viaje cambiará nuestras vidas.
Wenda: No sé si tanto como eso, pero está siendo inolvidable.
Duclón: Tengo una pequeña sorpresa para ti.
Wenda: ¿Un sorpresa?
Duclón: Sí, pero por el momento no te puedo decir nada.


Wenda: ¿No me puedes dar una pista?
Duclón: No, quiero que sea una sorpresa.
Wenda: ¡Qué intriga!

Se lanzó sobre Duclón y se besaron apasionadamente. Willy los buscaba y cuando los vio así, se detuvo sorprendido. 


Wenda: ¡Willy! ¿Qué haces ahí mirando?
Willy: No quería molestar. Es que me parece que nos vamos ya. Leire está haciendo subir a todo el mundo al barco.
Wenda: ¿Ya?


Leire: Hola, así es. Tienen que volver al barco, nos vamos ya.
Wenda: Oh, con lo bonito que es esto...
Leire: Ay sí, esto es precioso. Bueno, visitaremos otros lugares espectaculares.


Los pasajeros subían al barco lentamente. Leire cometió el error de no estar pendiente de la lista con los nombres de todos los pasajeros que habían bajado. Perdió la cuenta de los que habían entrado, por lo que concluyó que ya habían subido todos. Elliot buscaba a su padre, pero no lo encontraba.


Elliot: Dora, ¿dónde está mi padre?
Dora: No lo sé. Lo vi con Lucía hace un buen rato. A lo mejor está descansando en su camarote.
Elliot: Iré a ver.


Elliot fue corriendo en busca de su padre. Deseaba contarle las cosas que había hecho en la isla y lo bien que se llevaba con Renzo, Willy y los demás.


Dora se acercó a Rafa, que estaba junto a una mesa esperando a ser atendido. Estaba serio y parecía triste.

Dora: Siento la tardanza, justo ahora suben todos los clientes y están sedientos. ¿Desea tomar algo?
Rafa: Sí, un whisky.
Dora: Perdona, siento si soy una pesada, pero soy una gran admiradora. Eres un crack, Rafa.
Rafa: Gracias...


Dora: Tienes un ojo hinchado, ¿estás bien?
Rafa: Estoy lejos de estar bien.
Dora: ¿Te puedo sugerir algo?
Rafa: Bueno...
Dora: Un whisky está bien, pero un cóctel bomba de Vera te sentará mucho mejor. Es fuerte, pero revitaliza el alma. 
Rafa: Me has convencido.
Dora: Rafa, podríamos tomar algo juntos un día de estos. 
Rafa: Bueno, ya buscaremos el momento...


Dora: No sé lo que te ocurre pero me da mucha rabia verte así. Espero que eso que te preocupa se solucione pronto. Te traigo enseguida ese cóctel bomba y ya verás como te ayudará a relajarte.
Rafa: Gracias...
Dora: Dora, me llamo Dora.
Rafa: Gracias, Dora.


Beatriz, Ignacio y Kimberly subieron juntos al barco. Beatriz notaba que algo raro ocurría entre su marido y su hija.

Beatriz: ¿Ocurre algo?

Kimberly miraba a su padre, que le suplicaba con la mirada que no dijese nada. Había decidido no decir nada y seguir viviendo una vida cómoda y con todos los caprichos, pero cuando vio a su madre, todo eso dejó de ser tan importante.

Kimberly: No sé. Papá, ¿ocurre algo?
Ignacio: Pues claro que no, ¿verdad hija?
Kimberly: Tengo tantas ganas de comprar ropa. En este barco hay tiendas muy exclusivas de ropa, ¿me das la tarjeta de crédito, papá?
Ignacio: Claro, hija. Me visto y te la doy.


Beatriz: ¿Te has vuelto loco? ¡No tiene edad para ir con una tarjeta de crédito!
Ignacio: Ya, pero...
Beatriz: Pero nada. Luego le acompañamos y que se compre lo que quiera, pero de dejar tarjetas nada. Le pueden robar, Ignacio. ¡Es tan solo una niña!
Ignacio: Sí...¿Lo comprendes, hija?
Kimberly: No, papá. No comprendo nada. Mejor me voy...


Elliot corría por los pasillos a toda velocidad. Estaba seguro que su padre estaría en su camarote. Le contaría que tenía nuevos amigos y que le gustaba mucho Emma.


Abrió la puerta esperando encontrar a su padre hablando por teléfono o escribiendo con el ordenador. Lo que vio, no le gustó nada. Su padre y Lucía se revolcaban sobre la cama semidesnudos.


Capitán Miller: Oh, me tengo que levantar. Estamos a punto de salir y me esperan en el puesto de mando.
Lucía: Sí, yo también debería hacer un pensamiento. Tengo muchas cosas que hacer. Leire está algo verde y es capaz de dejarse a alguien en tierra.
Capitán Miller: Mmm, podría pasarme horas y horas tumbado a tu lado.


No podía creer lo que estaba viendo. Su padre estaba traicionando a su madre con otra clack. Su pobre madre debía estar triste en el cielo, llorando por haber sido sustituida por otra.


Lucía: Tenemos que levantarnos, no quiero que tu hijo nos pillé así.
Capitán Miller: Sí, tienes razón.
Elliot: ¡¡Papá!!


Capitán Miller: ¡Elliot! Eh, ¿qué haces ahí?
Lucía: Elliot, estábamos tomando la siesta.
Elliot: ¡¡Estás traicionado a mamá!!
Capitán Miller: Hijo, tu madre...
Elliot: ¡¡Mamá no se merece esto!!
Capitán Miller: Deja que te lo explique, hijo.
Elliot: ¡Te odio!


Elliot lloraba de rabia y tristeza. Salió corriendo dejando a su padre con la palabra en la boca.

Capitán Miller: ¡Elliot! ¡Vuelve!


Continuará...

3 comentarios:

  1. ¡Ayyyy me ha encantado este capítulo! ¡Pero qué emocionante! A ver si me acuerdo de todo lo que quería comentar. En primer lugar, me hace muchísima gracia la situación de Agnes y Artemisa. Me hace gracia que Artemisa esté celosa y es que no voy a decir nada, pero hay muchas casualidades en la vida. Dentro de poco, entenderás por qué digo eso. Luego la verdad es que Asunción me ha sorprendido mucho. ¡No me esperaba para nada que le gustase Agnes! Y la verdad es que me encanta el derrotero que está tomando la historia. ¡Quiero saber más de lo que pasa! Me hace gracia también que Artemisa se haya enfadado tanto, pero también me da mucha pena. Espero que las cosas se puedan solucionar. También me da un poco de miedo que Leire no haya controlado quién ha subido al barco. Creo que es un gravísimo error y muchos pasajeros se van a quedar en tierra. ¡Madre mía qué desastre!
    Dora me cae bien. Es una fan más, pero me cae bien. También me hace gracia la situación de Kimberline, pero tampoco me gusta que sea tan materialista. Quizá cambie de opinión, pero no lo creo.
    Me da pena Eliot, pero tengo la intuición de que cambiará de idea y acabará aceptando lo que pasa entre Lucía y su padre. Es normal que reaccione así. Al contrario que Eliot, creo que su madre no estará triste en el cielo. Seguro que ella querrá que el capitán rehaga pronto su vida y le pueda dar otra madre a su hijo.
    También me da pena Carlota. Espero que con Donato vaya soltándose y así podamos conocer su historia, que siento mucha intriga por todo lo que vivió y lo que le pasa.
    Estoy muy intrigada. Estoy deseando saber más cosas sobre los personajes. ¡Lo has dejado muy interesante y emocionante! Además las fotografías son preciosas. Cuánta vida se desprende de ellas y qué bonito todo. ¡Me encanta esta historiaaa!

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  2. ¡Qué buen capítulo! Estoy muy enganchada a esta historia. En primer lugar me ha hecho gracia la locura de Donato tirando al agua a Carlota. El click se desvive por dar un poquito de su alegría y bienestar a Carlota. A ver si ella se confía y vamos descubriendo más sobre el motivo de su tristeza. Me ha dado mucha pena con lo de la hija adoptiva. En segundo lugar me ha sorprendido también lo de Asunción y el giro que ha dado al conocer que también le gusta Agnes. Me he reído con el chulo playa, es de Sabrina. Ese no cambia. Habrá ido al crucero a ver quién cae. En tercer lugar Duclón y Wenda con esa conversación tan natural sobre cómo era antes Isla Tortuga y la historia de Duclack adolescente con Peralda. Me ha encantado el guiño. Me ha sacado una buena sonrisa. A ver qué sorpresa le tiene preparada Duclón. Y luego llega Willy y los pilla revolcándose en la arena como dos adolescentes. El pobre Willy seguro que ha pasado vergüenza con la situación. Y por último lo del capitán y Lucía, pillados por Elliot. Anda que no cerrar con pestillo... A ver si madura un poco el niño y se le quita la tontería y acepta que su padre merece ser feliz y de paso hasta se puede beneficiar encontrando una madre.
    Estoy deseando leer el siguiente capítulo. Muy buenas fotos, como siempre y excelente historia.

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    1. P.D: Dora me ha parecido un poco descarada. Pero se ve una chica con las ideas claras y que no espera a que el amor llegue a ella, sino que es capaz de ir ella misma a conquistarlo. Lástima que no le veo apenas posibilidades con Rafa.

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