lunes, 25 de marzo de 2019

Mi vida ahora - Capítulo 10: Ficha policial


Mercedes Clická era la primera periodista que había llegado a la comisaría. Sabía que en breves minutos, trasladarían al Chris a ese lugar. Era la noticia bomba del momento, otra clack maltratada por su pareja. La gente estaba cansada de tantos casos de maltrato a las clacks y se estaban empezando a calentar los ánimos. Consciente de todo esto, decidió acudir junto a su inseparable compañero Paco, el cámara.

Mercedes Clická: Estamos a punto de presenciar la entrada a la comisaría del presunto agresor.



Chris: ¿Cámaras de televisión? ¡Lo que faltaba!
John: No te detengas.
Mercedes Clická: ¡Una pregunta! ¿Se declara inocente o culpable?


Mercedes se acercó a Chris, pero John se interpuso.

John: Por favor, no se acerque al detenido.
Mercedes Clická: Solamente quiero saber si se considera inocente.
Chris: ¡Soy inocente! ¡Ha sido culpa de la loca de su madre! ¡Ella le come la cabeza!
Mercedes Clická: ¿La madre? ¿Considera a la madre culpable de lo ocurrido?
John: Ya es suficiente.


Mercedes Clická: El presunto agresor alega que la madre de la víctima es la culpable. ¿Habrá algo cierto en sus palabras? ¿Intenta exculparse?


Agente García: Muy bien, Levis. espera un momento y te podrás ir.
Levis: Joer macho, menuda pesadilla.
Agente García: La pesadilla es para mi, que te tengo que ver la jeta todos los santos días. A ver si te enderezas y dejas de hacer el tonto.
Levis: Lo que tú digas. 


John entró junto a Chris. 

Agente García: Hola John. ¿Este es el detenido?
 John: Sí, creo que tenemos la ficha por ahí.
Agente García: Deja que lo mire. ¿Su nombre?
Chris: Chris Revuelta.
Agente García: Sí, te tengo. Vaya, veo que tenemos que rellenar algunos datos más. Te haremos una ficha más específica. Ya lo puedes meter, John. Por cierto, ¿que tal Sabrina y el niño?
John: Muy bien. ¿Y Helen y los niños?
Agente García: De maravilla. 


John abrió la puerta de la celda y Chris se sorprendió al ver tanta gente. Todos tenían pintas de macarras y de tener muy malas pulgas.

John: Lo siento, estamos faltos de espacio. Tendrás que compartir celda con estos caballeros hasta que te traslademos.
Chris: Vale...


John cerró la peurta con llave y lo dejó ahí dentro.

Pinhead: ¿Qué miras?
Chris: ¿Yo? Nada.
José: Tengo ganas de partirle la cara a alguien.
Jacinta: Oh, qué macho.


Fuera, El Petas y Fune esperaban el momento idóneo para poder liberar a Chris y Pinhead. Se conocían de varios trapicheos y quedaron para urdir un plan. No se calentaron mucho la cabeza. Compraron una sierra especial con la que pretendían serrar los barrotes de la celda.

Fune: No pienso dejar que mi Pinhead vaya de nuevo a prisión.
El Petas: Chris es mi colega y entre los colegas nos ayudamos. Tenemos muchos planes de futuro.


Se acercaron a la ventana de la celda y mientras Fune vigilaba, El Petas llamó a su amigo.

Chris: ¡Petas!
El Petas: ¡Bro!
Chris: Me han pillado, colega.
El Petas: No te preocupes, te sacaré de ahí. Tengo un plan infalible.


Los padres y la hermana de Pinhead se dirigían a la comisaría. Ramona estaba muy enfadada con su hijo. Creía que ya había entrado en razón y dejaría la delincuencia atrás, pero no era así. 

Ramona: ¡Le voy a dar un par de collejas que le dolerá la cabeza en semanas! Pagar una fianza, con lo que cuesta ganar el dinero...


Sandy: Ya sabes como es, mamá.
Ramona: Nena, vete a la carnicería y la abres. Tu padre y yo nos encargamos de esto.
Sandy: Pero...
Ramona: Hija, me tienes que ayudar un poco, por favor...


Ramona entró a toda velocidad a la comisaría. Su marido la seguía sin abrir la boca. Sabía que cuando su mujer estaba enfadada, era mejor mantenerse en silencio y no tentar a la suerte. Cualquier cosa que diga, puede ser usado en su contra.

Ramona: Buenas agente García, vengo a sacar a mi hijo. 
Agente García: ¿Otra vez, señora Ramona?
Ramona: Pues sí, no me queda otra.


Agente García: Parece que su hijo no aprende. Deje que mire en el ordenador. Ajá, aquí lo tengo. La fianza asciende a dos mil cleuros.
Ramona: Aquí tiene. Dese prisa, que tengo la carnicería por atender. Tengo unas ganas de cantarle las cuarentas al cabeza perdida de mi hijo...


Unos hombres estaban sentados en la sala de espera. Lucían muchos tatuajes y tenían cara de pocos amigos.

Ramona: ¿No piensa levantarse y dejarme asiento?

Uno de los hombres la miró sorprendido. Le dio miedo y se levantó sin pensárselo.

Ramona: Muy amable.


Agente García: Su hijo ya sale, señora Ramona.
Ramona: Este hijo mío me hace perder dinero y tiempo. Entre la mujerzuela esa con la que sale y sus amistades, no hay manera de que entre en razón.


Agente: Pinhead, tus padres están aquí. Han pagado tu fianza.
Pinhead: ¿Le pueden decir a mi madre que saldré más tarde y que me espere en casa? Me dará una somanta de palos cuando me vea...
Agente:Pinhead, que salgas.
Pinhead: Vale vale...
Agente: Chris, acompáñame. 


Fune y El Petas vieron lo ocurrido. Fune empezó a saltar de alegría.

Fune: ¡Mi novio es libre! Lo siento colega, pero yo me las piro.
El Petas: Eso no vale, ¡somos un equipo!
Fune: Yo paso de meterme en jaleos por tu colega.


Fune salió corriendo muy emocionada. El Petas no podía contener la rabia.

El Petas: ¡No me dejes solo! ¡Fune!
Fune:  ¡Ahí te quedas, pringao!
El Petas: ¡Traidora!


Agente García: Señor Pinhead, deberá acudir cada día a comisaría y firmar hasta que llegue el día del juicio.
Pinhead: ¿Todos los días? ¡Los maderos sois unos plastas!
Agente García: Tiene suerte de tener una madre que se preocupe por usted.


Ramona agarró a su hijo de los pelos y tiró con fuerza. Seguidamente le dio dos capones en la cabeza.

Pinhead: ¡Ay! ¡Mamá!
Ramona: Me tienes contenta, Pinhead. ¡A partir de ahora trabajarás en la carnicería o te juro que no te saco más las castañas del fuego!
Pinhead: ¡Juro que me portaré bien!


Salieron de la comisaría y su madre comenzó a darle bolsazos.

Ramona: ¡A partir de ahora las cosas van a cambiar! 
Pinhead: ¡Ay, no me pegues más!
Ramona: ¡Te mereces esto y mucho más!¡Tiiiraaa para casa! No pienso dejarte salir hasta que no endereces tu vida. ¡Trabajarás en la carnicería sin ganar un cleuro!
Pinhead: ¡La carnicería me aburre!
Ramona: ¡No me repliques!

Fune veía lo que estaba sucediendo en la distancia. Ansiaba estar con su novio, pero esperaría a la noche. Se colaría por la ventana de su habitación y pasarían la noche juntos.


Rose: Chris, ponte en aquella pared, por favor. Tengo que actualizar tu ficha policial.
Chris: Vale...
Rose: te haré una foto, ¿vale?


Chris: ¿Me pongo aquí?


Rose: Sí, ahí estás bien. ¡Perfecto! Ahora te tengo que tomar las huellas dactilares. 


Chris: ¿Pongo el dedo ahí?
Rose: Exacto. Ahora deja la huella en ese papel. Genial, ha sido muy rápido. 
Chris: ¿Y ahora que hago?
Rose: Ahora vamos a ver a John y te contará como está tu situación actualmente.
Chris: Eso ya lo sé, bien jodida.
Rose: Bueno, no seamos pesimistas. 


Rose acompañó a Chris hasta el despacho de John, que los estaba esperando frente al ordenador.

Rose: John, te traigo a Chris.
John: Ah, perfecto. Gracias Rose. Chris, siéntate por favor.
Chris: Gracias.


John: Vamos a ver...Estuviste en prisión dos años, por robo con intimidación y pertenencia a banda armada. Anteriormente habías cometido delitos menores y se te condenó a servicios sociales.
Chris: Sí, limpiar las calles. Le vine bien al ayuntamiento.
Rose: Mejor eso que estar encerrado.


John: Bien. Ahora tenemos que añadir a todo eso dos delitos más. Robo y violencia de género.
Chris: No quise hacer daño a mi novia, fue un accidente.
John: Le empujaste por accidente.
Chris: Es que fue en un momento de confusión.
John: ¿Robaste todas esas monedas de oro?
Chris: No, simplemente me las llevé por equivocación.


John: Explícate.
Chris: Nada, que me llevé una bolsa para meter ropa mojada y no sabía que estaban esas monedas dentro.
John: ¿No te extrañó que pesase tanto?
Chris: La ropa mojada pesa, tío.
Rose: Ya.


John: Chris, esto es serio. Puedes pasarte muchos años encerrado.
Chris: ¡Fue todo un malentendido, maldita sea!
Rose: Tranquilo.
Chris: ¡Soy inocente! ¡Es la bruja de la madre de mi novia! ¡Se lo inventa todo!
John: Chris, hay muchos testigos. Los dueños de la casa lo han visto todo y por si todo eso fuese poco, hay una grabación en la que se te ve robando las monedas de oro.
Chris: ¡Todos mienten! Ese vídeo es un montaje.
John: Necesitas un buen abogado.


Chris se levantó enfadado. Estaba esposado, pero podía suponer un peligro en ese estado de nervios. 

Chris: ¡Soy inocente! ¡Vosotros los maderos os creéis los reyes del mundo! ¡No sois mejores que yo! ¡Dejarme ir!
John: Por favor, intenta mantener la calma.
Chris: ¡No me da la gana!
Rose: Será mejor que vuelvas a la celda.
Chris: ¡Soy inocente!


Rose lo agarró para llevárselo de nuevo a la celda.

John: Tienes que calmarte y decir la verdad, Chris. Si colaboras, todo irá mejor.
Chris: Vete al infierno.
Rose: Me lo llevo. Vamos, chico malo. 


Sus conducía el coche familiar. Wenda estaba sentada de copiloto, llorando como una magdalena. Suselle y Dante estaban sentados en los asientos traseros. Pinky y Pandy en la parte de atrás. 

Sus: Tienes que intentar reponerte, mamá.
Wenda: Lo intento, pero es muy duro. De pensar que debe estar por ahí solo, sufriendo...debería haberme permitido ir con él.
Sus: Lo sé, mamá. Sabes lo mucho que te quería, pero era algo que quería hacer solo...

 La marcha de Duclón desoló a todo el mundo, especialmente a Duclack. Aquel no era un buen momento para la pirata. Wenda no podía soportar la idea de perderle para siempre.


Silvia había pedido a Agnes y Artemisa que la acompañasen. Había quedado con Ben para dar un paseo. Irían con ella y luego se acercarían al hospital. A la señora Hermenegilda la habían ingresado en el hospital por una subida de azúcar.

Agnes: Ahora nos pasaremos a verla.
Artemisa: Es que no me extraña nada que esté así. ¡Se pasó comiendo dulces!
Silvia: Santa paciencia para aguantar a esa señora. Yo no sería capaz, chicas. Me colapsa con tantas enfermedades y no para de hablar. Deberíamos haber prohibido la entrada a la cafetería a señoras pesadas con un cartelito en la entrada del estilo, "no se admiten abueliñas pesadas".


Agnes: Aí falaches!

Se echaron a reír a carcajadas.

Artemisa: Ay chicas, estoy nerviosa. Hoy sabremos si esa crítica culinaria ha dicho algo de la cafetería y si es bueno.
Agnes: ¿Lo dice en el periódico que has comprado?
Artemisa: Sí, aquí escribe sus artículos.


Silvia: Espero que sea una critica positiva o al menos constructiva.
Agnes: Claro, que podamos mejorar en aquello que fallamos.
Chino Juan: ¡Señolita Silvia!


Se dieron la vuelta y ahí estaba Chino Juan. Llevaba consigo dos maletines.

Silvia: Señor Chino Juan.
Chino Juan: Disculpe las molestias, pelo tengo otla ofelta que hacele.
Silvia: Es usted muy persistente.


Chino Juan le enseñó los dos maletines plateados.

Chino Juan: Están lepletos de dinelo. Si acepta, son suyos. Es el doble de lo que le oflecí la plimela vez.
Silvia: Es usted muy generoso pero sigo sin querer vender. Esa cafetería es importante para mi. Me he dejado la piel para convertirla en una realidad y si la vendiese, estaría vendiendo parte de mi.
Chino Juan: Pelo...
Silvia: Lo siento, pero sigo sin querer vender.


Se marcharon y dejaron al "pobre" Chino Juan desolado.

Artemisa: Ese hombre no se rinde. 
Silvia: El dinero requiere tres cosas, saberlo ganar, saberlo gastar y saberlo despreciar. De momento, me quedo con mi cafetería.
Agnes: Eso nos hace muy felices, ¿verdad Artemisiña?
Artemisa: Mucho.


Silvia: Bueno, chicas. Ha llegado el momento de leer la crítica. ¡Estoy de los nervios!
Artemisa: Yo también...
Agnes: Vamos, salgamos de dudas.


Artemisa abrió el periódico y buscó la sección de la crítica. Tragó saliva y se puso a leer.

"Naturalidad, transparencia e implicación con el negocio. Sus camareras, atentas y muy simpáticas procuran que el cliente se sienta como en casa, y a pesar de los evidentes nervios por la inauguración, todo salió a las mil maravillas. Es un lugar acogedor, elegante y muy tranquilo.Pude degustar sus deliciosos dulces, distintos y que no dejan indiferente a nadie. Con cada bocado, descubres una nueva sensación. Su extensa carta de tés, cafés e infusiones te invita a viajar por el extraordinario mundo de los sabores más exóticos y por los más clásicos. Tienen un café, una infusión y un té para cualquier estado de ánimo. Descubrí que hay manchas de té que desaparecen. Se está mejor que en casa, que ya es decir. Sin duda, un lugar extraordinario en el que repetiré muchas veces".


Las tres saltaron y se abrazaron felices.

Silvia: ¡Ha sido todo un éxito!
Agnes: ¡Le hemos gustado mucho!
Artemisa: ¡Hacemos buen equipo!


Silvia: Esto hay que celebrarlo. Mañana por la noche, salimos las tres de fiesta. ¡Se lo tengo que contar a Ben! Estoy tan feliz, chicas. 
Agnes: Y nosotras, es un reconocimiento público muy bonito.
Silvia: Por cierto, tenemos que contratar a otra persona. No os quiero tener todo el día trabajando. 


Continuará...

viernes, 22 de marzo de 2019

Mi vida ahora- Capítulo 09: Debí mandarle al cuerno

Capítulo 09: Debí mandarle al cuerno

Diamante esperó a la mañana siguiente para investigar sobre la desaparición de sus monedas. Reunió a la familia en la salita de estar y les preguntó. Sus, que se enteró de lo ocurrido al llegar a casa de correr, no podía dar crédito a lo ocurrido. Dudaba que sus niños y Pradito tuviesen algo que ver con eso.

Suselle: ¿Escondías monedas en ese cofre? A lo mejor te lo has gastado todo y no te has dado cuenta.
Diamante: No, tenía muchísimas monedas. Las tenía perfectamente contabilizadas. Dante, ¿tú sabes algo?
Dante: Ni idea, papá. Jugamos con Pradito toda la tarde y no sabíamos que tenías monedas guardadas.
Sus: A lo mejor jugando os lo habéis dejado tirado por ahí...
Suselle: Nos acordaríamos, mamá.


Los niños se fueron a su habitación y Diamante se quedó pensativo. 

Sus: Ellos no saben nada. ¿Seguro que no las guardaste en otro sitio?
Diamante: Te digo que no, Sus. Estaban ahí, de verdad. ¡Eran mis monedas!
Sus: Lo sé, cariño...
Diamante: Habrá que preguntar a Filomena y su hija.
Sus: ¿Crees que...?
Diamante: La verdad es que nunca me he terminado de fiar de ellas.


En ese momento, Filomena y su hija entraron en casa.

Filomena: No lo entiendo, la verdad. Llevas toda la mañana muy seria y llorando. Soy tu madre y deberías contarme lo que te pasa.
Leticia: Cosas mías, madre.
Filomena: No me apartes de tus problemas, hija.


Leticia: Ahora prefiero no hablar de ello, madre.
Filomena: Al menos intenta disimular. Los señores no tienen que verte con esa cara tan larga...


Sus: Buenos días.

Diamante y Sus las estaban esperando sentados a la mesa del comedor. Se sorprendieron al verlos levantados tan temprano.

Filomena: Buenos días. Hoy han madrugado mucho. ¿Ocurre algo?
Diamante: Sí, algo muy grave. 
Filomena: No me asuste...
Leticia: ¿Le ocurre algo a los niños?
Sus: No, ellos están bien.


Diamante: Me han robado.
Filomena: ¡Por la virgen de los Clickores! ¿Se encuentran bien?
Sus: Sí, estamos bien. Alguien se ha llevado las monedas de oro de Diamante.
Diamante: Las tenía guardadas en el mueble del televisor, en el cuarto del piano.
Filomena: ¡Eso es terrible!


Un sudor frío recorrió el cuerpo de Leticia. Creía que se mareaba y comenzó a sudar. Había sido Chris, estaba completamente segura.

Sus: Os lo tenemos que preguntar, Filo. ¿Sabéis algo al respecto?
Filomena: Señora, jamás cogería algo que no me pertenece. Leticia tampoco, no somos esa clase de clacks.
Diamante: Mis hijos no han sido, ni Pradito. No ha entrado nadie más en casa.
Filomena: Señor, nosotras tampoco...
Diamante: Tendremos que llamar a la policía.

Leticia había cortado con Chris, pero no quería que le ocurriese nada malo. Lo amaba y si descubrían que había sido él, volvería a prisión y esta vez para muchos años. No se lo pensó dos veces. 


Leticia: He sido yo.
Filomena: ¿Qué? No digas barbaridades, hija.
Leticia: He sido yo, madre.
Diamante: ¡Lo sabía!
Sus: Leticia...


Filomena: ¡No me lo puedo creer! ¿En qué estabas pensando? ¡Devuelve ahora mismo ese dinero! ¡No puede ser, esto no puede ser cierto!
Leticia: Lo siento...


Filomena empezó a llorar y se puso a temblar. Sus intentó tranquilizarla, parecía que le iba a dar algo. Diamante fue hacia Leticia y la agarró de los hombros.

Diamante: ¡Devuélveme mi dinero, Leticia! ¡Son mi monedas!
Leticia: Lo siento, ahora mismo voy a por ellas.
Diamante: Ya me lo dijo Duclack, que no me fiase de ti. ¡Eres una ladrona!


Leticia se puso a llorar y se deshizo de Diamante. Tenía que ir en busca de Chris y rogarle que devolviese el dinero. Temía que se lo hubiese gastado ya.

Leticia: ¡Ahora mismo lo traigo!
Diamante: ¡Si no vuelves llamaré a la policía!
Dante: ¡Leti, un momento!
Suselle: ¡No te marches!


Los niños corrían tras ella y consiguieron que se detuviese antes de salir a la calle.


Suselle: ¡Tú no has robado el dinero de mi papá!
Dante: ¡Ha sido el flipao ese!
Filomena: Leticia, ¿puedes explicarnos de que están hablando?
Leticia: Yo...
Suselle: Su novio, Chris. Dejamos la tablet grabando por accidente, mientras tocaba el piano. He mirado y lo he visto llevándose las monedas de oro.


Diamante: ¿Y para que has dicho que has sido tú?
Sus: ¿Querías encubrirlo?
Filomena: ¿Estabas con ese en la casa? ¿Le dejaste entrar?
Dante: Se coló, ella intentó impedírselo. Decía que tenía hambre y frío.


Filomena: No atiendes nunca a lo que te digo. Me desvivo por ti, te doy consejos y los tiras a la basura sin la menor consideración. ¡Mira la que has liado!
Leticia: Lo siento...
Sus: ¿Sabías que había robado?
Leticia: No, pero he supuesto que debió ser él. Así que quería ir a su casa y exigirle que devuelva el dinero.
Filomena: Hija, ese click es peligroso. No puedes ir sola.
Leticia: No quiero que lo metan en la cárcel, tiene antecedentes...
Diamante: Haz que venga y que se traiga mis monedas. Si lo hace, a lo mejor no llamo a la policía.
Leticia: Vale. 


Leticia llamó a Chris y le pidió que fuese a la casa con el dinero. Le dijo que la había metido en un aprieto y que si se daba prisa, no habría consecuencias catastróficas para él. Aceptó y tras esperar unos minutos, apareció con la bolsa de monedas en la mano. Leticia le aseguró que estarían solos, por lo que estaba relativamente tranquilo.

Leticia: Hola, Chris.
Chris:Mi amor, ¿estás bien?
Leticia: ¿Has traído todas las monedas?
Chris: Sí, están todas aquí.


Leticia: No debiste hacerlo, Chris. Me has decepcionado mucho...
Chris: ¡Lo hice por nosotros!


Chris entró en la casa y dejó la bolsa en el suelo. Agarró a Leticia por los brazos.

Chris: Solamente quiero que lo tengas todo. El Petas me ha dicho que con toda esta pasta y el golpe que demos, nos podremos retirar a una isla paradisíaca. Podremos ser felices, juntos, sin tu madre.
Leticia: En todo este tiempo no has conseguido saber lo que quiero y lo que soy. Si me conocieses, sabrías que esto es justo lo que yo no quiero. Chris, me conformaba con tu amor...
Chris: Piensa un poco. ¡Vivirás como una reina!


Diamante aprovechó el momento y agarró la bolsa de monedas con suavidad.

Leticia: Quiero que salgas de mi vida para siempre...por favor, aléjate de mi.
Chris: No sabes lo que dices.
Leticia: No quiero seguir contigo, Chris.
Chris: Sí que quieres.


Vio algo moverse por el rabillo del ojo y se dio la vuelta. Pilló a Diamante con la bolsa en la mano.

Chris: ¡Ey tú!
Diamante: ¡Fuera o llamo a la policía!
Chris: ¡Ese dinero es mío!


Empezaron a forcejear. Leticia se interpuso, intentando separarlos. 

Chris: ¡Me has engañado! ¡Me dijiste que estabas sola!
Leticia: ¡Suelta la bolsa, Chris!
Diamante: ¡Mis monedaaaaaaaaaas! ¡Suelta de una vez!
Chris: ¡Son mías!
Leticia: ¡Vete antes de que sea demasiado tarde!


Chris empujóa Leticia y esta cayó contra una mesita. Se golpeó la cabeza y quedó inconsciente en el suelo.

Chris: ¡Amor mío!


Sus estaba llamando a una ambulancia y a la policía. Diamante miraba la escena sin saber muy bien lo que debía hacer. Filomena clamaba al cielo, llorando de impotencia.

Filomena: ¡Me la has matado! ¡Has matado a mi niña!
Chris: ¡No, ha sido sin querer! ¡Leticia!


Una ambulancia y la policía aparecieron minutos después. Los enfermeros reanimaron a Leticia y la estabilizaron. La policía esposó a Chris, que no opuso resistencia. Diamante hablaba con los agentes, muy nervioso. La gente se se acercaba para ver de cerca lo que estaba ocurriendo. 

Diamante: ¡Se llevó todas mis monedas, agente!
Policía: Comprendo. 
Suselle: ¿Se pondrá bien, mamá?
Sus:Seguro que sí, hija.
Dante: No quiero que se muera...


Agente Rose: ¿Se encuentra bien?
Leticia: Sí, creo que sí.
Agente Rose: ¿Recuerda lo ocurrido?
Leticia: Sí...yo soy la culpable de todo...
Agente Rose: Deje que nosotros lo decidamos. Por el momento debe recuperarse.

Leticia estaba tumbada sobre una camilla y se disponían a meterla en la ambulancia.


Chris: ¡Leti, lo siento! ¡Sabes que nunca te haría daño!
Leticia: Chris...

Se sentó en la camilla y los enfermeros la obligaron a sentarse.

Enfermero: Túmbese, por favor.
Filomena: Haz caso, hija. 


El agente John se llevaba esposado a Chris al coche policial. La gente lo miraba y murmuraba.

Chris: Me miran como si fuese un monstruo.
John: ¿Lo eres?
Chris: No.Ha sido un error, nada más. Ella os lo explicará.
John: La has liado parda, Chris. Estaba vez nada te librará de estar una buena temporada entre rejas.


Fui se acercó junto a Pinky para ver que es lo que estaba ocurriendo. Sus le había dicho que vivían en esa casa y se preocupó por ella y Pandy. Cuando Pinky vio a Pandy, se saltó el cordón policial y fue corriendo hacia él.

Fui: ¡Pinky!
Pinky: ###### (¡Pandy! ¿Estás bien?)
Pandy: ##### (¡Pinky! Sí, estoy bien. Un loco entró a robar en casa y ha empujado a una chica. Por poco no lo cuenta...pero está bien)
Pinky: #### (Pobrecita. Me alegra que estés bien...temía por ti).


Fui: Pinky, te has saltado el cordón policial. Estabas preocupada por tu amigo, ¿verdad? 
Pinky: ##### (Sí, no quiero que le ocurra nada malo).
Pandy: #### (Tranquila, soy un oso fuerte. Muchos dicen que soy tan fuerte como un oso pardo).


Agnes y Artemisa salieron de la cafetería al escuchar las sirenas. Un vecino les contó lo ocurrido. Agnes vio a Chris en el coche policial y no pudo evitar sentirse culpable. 

Agnes: Sabía que algo ocurriría y no pude hacer nada. Algo en Chris estaba mal pero fui incapaz de verlo...
Artemisa: Agnes, no tienes la culpa de nada. Sabes que puedes intuir muchas cosas, pero eso no quiere decir que puedas solucionar lo que pueda ocurrir. Debes dejar de culparte por eso. 


Chris la miró. Lloraba desesperado.

Chris: ¡Fue sin querer! ¡Agnes, fue sin querer!

Agnes lo miraba espantada.

Artemisa: ¿Te encuentras bien? ¿Agnes?
Agnes: Está descontrolado, Artemisiña. Me da miedo...
Artemisa:Vamos, será mejor que entremos en la cafetería. Estás temblando. Te prepararé una infusión para que te relajes. 


La ambulancia arrancó. Leticia estaba tumbada en la camilla. Filomena se sentó en el único asiento de la ambulancia. 

Enfermera: No haga movimientos bruscos. Tenemos que asegurarnos de que todo está bien.

Leticia no podía dejar de llorar. Sentía que lo había perdido todo. Su madre la miraba de esa forma que tanto odiaba, con lástima y rencor. Sin duda, había perdido su confianza. Las palabras de Diamante desvelaban la realidad, ya no podría volver a trabajar para ellos. La cara de Sus, preocupada y seguramente defraudada. Suselle y Dante con rostros preocupados, aguantándose las ganas de llorar y...Chris. Había vuelto con él una y otra vez, perdonado sus desplantes, su machismo y su extraña forma de tratarla. Había perdido el tiempo pensando en un futuro junto a él, no queriendo ver la realidad y pasando de los consejos de su madre y amigos. Estas eran las consecuencias de todo eso, y debía apechugar con ello.

Leticia: Debí mandarle al cuerno...¡soy idiota!
Enfermera: Señorita, debe tranquilizarse.
Leticia: Me merezco todo esto...

Su madre se sacó un pañuelo del bolso y le secó las lágrimas.

Filomena: Superaremos juntas todo esto. Sé fuerte, hija mía. 


Suselle y Dante miraban como se alejaba la ambulancia.Sus los abrazaba y ellos agradecían el cariño por parte de su madre.

Suselle: ¿Volveremos a verla?
Sus: No lo sé, Suselle. 
Dante: ¿No volverá a trabajar en casa?
Sus: Con todo lo ocurrido...no lo creo muy posible, cariño. No os preocupéis, la ayudaremos en todo lo que podamos.


Lui: Hola,Sus. Soy Fui, ¿me recuerda?
Sus: ¡Fui! Claro que sí.
Fui: Me han contado lo ocurrido. ¿Se encuentran todos bien?
Sus: Sí, estamos bien. Con el susto en el cuerpo.


Fui: ¡Pinky!

Pandy y Pinky se metieron en la casa. Caminaban sin prestarle atención a todo lo que ocurría a su alrededor.

Pandy: #### (Te voy a enseñar mi casa).
Pinky: ###### (¡Es muy grande! Me gusta, es elegante).
Pandy: ##### (Seeeeh, Sus y Diamante tienen buen gusto).
Sus: Necesito una infusión para relajarme. ¿Le apetece una?Así los dejamos estar juntos un rato y de paso, nos conocemos mejor. 
Fui: Una gran idea. Será un placer.


Continuará...