miércoles, 5 de noviembre de 2025

Halloween 2025 - Capítulo 03: El disfraz de fantasma

Capítulo 03

Disfraz de fantasma

Hazel era la hermana mayor. Al contrario de Anne, ella se casó con un desastroso actor de teatro. Aunque no pudieron tener hijos, su vida matrimonial fue transcurriendo hasta que los problemas económicos azotaron la pareja. Su marido, adicto a las apuestas y las inversiones sin sentido, se había lapidado parte de la herencia. Hazel, aunque no le gustaba apostar, tampoco supo invertir ni conservar su patrimonio. Poco a poco, lo fueron perdiendo todo. Que su hermana Anne estuviese perdiendo la cabeza fue lo mejor que le podía haber pasado. Si conseguía demostrar que ya no podía valerse por si misma, se quedaría con su dinero y lo que era mucho mejor, su mansión. Sobra decir que Hazel detestaba a su hermana. Nunca entendió que pudiese ser su hermana, no tenían nada que ver.

Aquella tarde se había reunido con el doctor Steve. Era el médico de la familia y necesitaba que certificase que su hermana había perdido la cabeza definitivamente.

Hazel: Doctor, mi hermana ya no sabe lo que hace. Tiene a los vecinos atemorizados. Si mis padres levantasen la cabeza...
Doctor: Hazel, la gente es muy chismosa y le gusta esparcir rumores para entretenerse. Las reuniones para tomar el té suelen ser aburridas si uno no se inventa este tipo de historias.
Hazel: Este es un barrio muy respetable, doctor. Además, yo misma he descubierto a mi hermana hablando sola.


Doctor: ¿Quiere que la incapacite?
Hazel: Solamente por su propio bien. Temo que termine haciéndose daño o lo que es peor, haciéndoselo a los demás. En esos centros psiquiátricos aplican técnicas muy novedosas que las podrían ayudar. Si hasta la chica negra que tiene trabajando en casa está atemorizada.
Doctor: ¿Habla de Kamia?
Hazel: Esa misma. Es un ejemplo de que algo raro le pasa a mi hermana. Le he recomendado empleadas más cualificadas para trabajar para ella pero siempre se ha negado. Esa mujer no es de fiar.
Doctor: Kamia me parece una mujer muy cualificada para el puesto.
Hazel: Bueno, no perdamos más tiempo. Espero que me ayude a incapacitar a mi hermana y que la ingrese de inmediato en el psiquiátrico.


Llamaron a la puerta y Kamia no tardó en abrirles.

Kamia: Buenas tardes, señora. 
Hazel: Vengo a ver a mi hermana. ¿Dónde está?
Kamia: Se encuentra leyendo en el comedor.
Doctor: Buenas tardes, Kamia.
Kamia: Doctor, pase por favor. ¿Desean tomar algo?


Doctor: No, muchas gracias.
Hazel: Kamia, tengo que preguntarte algo y quiero que seas sincera.
Kamia: Lo seré, señora.
Hazel: ¿Mi hermana sigue hablando sola? Trabajas aquí, seguramente habrás sido testigo de la locura en la que está sometida.

Kumia nunca mentía, pero en esa ocasión creyó que era necesario. Si confesaba todo lo que había visto, ingresarían a Anne en un psiquiátrico. Quizás se estuviese equivocando, pero dudaba que la solución para ella fuese ingresarla en un lugar tan espantoso. 

Kamia: La señorita está perfectamente. Le gusta mucho leer en voz alta y a veces, me interpreta las obras de teatro a las que suele asistir cada semana.
Hazel: No hablo de eso. Anne habla sola, lo sabes bien.
Kamia: Yo no he visto tal cosa, señora.
Hazel:¡Mientes!
Kamia: Señora, yo...


Hazel: Vamos a ver a mi hermana. No podemos fiarnos de lo que diga esa necia.
Doctor: No debe alterarse tanto. La explicación de Kamia me parece muy razonable.
Hazel: ¡Miente!


Anne estaba sentada en el sofá, leyendo una novela que la tenía completamente enganchada.

Anne: ¡Hermana! ¡Doctor! Menuda sorpresa. No esperaba visita.
Hazel: No has venido a casa. Quedamos en que vendrías.
Anne: Lo olvidé.
Hazel: ¿Ve, doctor? Se olvida de las cosas.
Doctor: Eso no demuestra nada.
Hazel: Quiero que el doctor te examine. No te veo bien y estoy preocupada.
Anne: ¿A mi? ¡Pero si me encuentro perfectamente!
Hazel: Eso lo decidirá el doctor.


El doctor la examinó durante un buen rato. Mientras, le hacía preguntas sobre su vida, la actualidad y cosas cotidianas. Anne contestaba con claridad y sin titubear.

Anne: No estoy loca.
Haze: Eso es justo lo que diría una loca.
Anne: Estoy bien, no te preocupes por mi, hermana.
Doctor: Está perfectamente.
Haze: Eso no es posible, doctor. Pregunte a los vecinos.


Doctor: No es necesario. Su hermana está bien.
Haze: ¿Y este libro? ¡Drácula de Bram Stoker! Es lectura de locos.
Anne: A mi me gusta.
Doctor: Y a mi. También lo he leído y es fascinante. Anne, me alegro mucho de haberla saludado. Será mejor que me marche.
Anne: Gracias por su visita, doctor.


Haze se marchó junto al doctor. Estaba muy enfadada con él.

Haze: Mi hermana está loca, ¿es que no lo ve?
Doctor: Deje de decir eso. Es su hermana.
Haze: Mi hermana estaría mejor muerta. Solterona, loca y viviendo en una mansión tan grande para ella sola.
Doctor: No hable así de ella. Sus padres seguro que desaprobarían esas palabras.
Haze: Mis padres están muertos. 


Al día siguiente Haze y su marido quedaron con dos maleantes. Ambos estaban faltos de dinero y no dudaron cuando el marido de Haze los quiso contratar. Quedaron en la calle, cerca de la mansión de Anne. Estaba anocheciendo, por lo que era el momento ideal para iniciar el plan urdido por Haze.

Haze: Mi hermana está loca, pero necesita un último empujón para que pierda el juicio por completo. Necesitamos que entréis ahí y la asustéis. Un susto que le haga perder la cabeza, que crea que ha visto fantasmas y finalmente la pueda incapacitar.

Howard, el esposo de Haze, era actor, por lo que los preparó para interpretar el papel de fantasma.

Howard: No te preocupes, querida. Esta noche se llevarán a tu hermana en una camisa de fuerza.
Kevin: Gracias por la oportunidad. He ensayado mucho y ahora hago de fantasma a la perfección.
Josh: Yo también. Parezco un fantasma de verdad.
Haze: ¿Han visto alguna vez un fantasma de verdad?
Kevin: No...


Howard: Amor, no debes preocuparte. Soy actor, es mi trabajo. Ellos están preparados para hacer su papel. Pronto seremos los dueños de esta mansión.
Haze: Esposo mío. Lo deseo tanto. No he podido registrar la mansión, pero dicen que esconde grandes tesoros ocultos de su anterior propietario. Quizás oro, mucho oro.
Howard: Será nuestro, te lo prometo.


Decidieron que la mejor forma de entrar era por la terraza. Saltaron la valla sin ser vistos.

Haze: Os estaré esperando aquí. Amor, mucha mierda.
Howard: Gracias, querida.


A Kevin no le costó nada forzar la puerta de la terraza y acceder al interior. Permaneció alerta a cualquier ruido y movimiento. Haze había asegurado que su hermana solía estar acostada a esas horas.

Kevin: El pájaro está en el nido.
Josh: ¿Qué pájaro?
Kevin: Hablo en clave, memo.
Josh: ¡Ahh! Pensaba que habías visto un pájaro en un nido.
Howard: ¡Shhhh! Despertaréis a mi cuñada.


Kevin entró al comedor y se asomó por la puerta de la cocina.

Howard: ¿Y bien?
Kevin: No hay moros en la costa.
Josh: ¿Y eso que tiene que ver ahora? Pues claro que habrá moros en la costa.
Kevin: ¡Eres un memo!
Howard: ¡Silencio! Por favor, esta misión es importante y debe salir bien.


Kevin: El objetivo está en el piso superior. Escucho voces, ¿no estaba sola?
Howard: Ya os he dicho que está loca. Seguramente esté hablando sola.
Josh: Qué miedo. 
Kevin: En esta casa vivía ese millonario tan antipático. Dicen que ocultaba su fortuna en las paredes.


Howard: Eso no es de vuestra incumbencia. Venga, aquí os traigo el disfraz de fantasma. ¿Quién subirá a su alcoba para asustarla?
Kevin: Yo mismo. Se va a llevar un susto de muerte.


Se colocó una enorme sábana blanca cubriendo todo su cuerpo y una capucha blanca con dos orificios para los ojos. Levantó los brazos y caminó lastimosamente.

Kevin: ¡Booooh!
Josh: ¡Qué bien lo haces!
Kevin: ¡Boooooh!
Howard: Venga, sube y pégale un susto de muerte. Josh se disfrazará aquí abajo y esperara a que aparezca para darle otro susto.


Kevin empezó a caminar hacia las escaleras. Debía tener mucho cuidado con la sábana. Si la pisaba, se caería y se descubriría todo el pastel.


Subía las escaleras con cuidado por miedo a caerse por ellas. Escuchó voces y se quedó parado. No sabía si aparecer ya o esperar a que se durmiese.


Anne estaba sentada en su cama, leyendo Drácula. El libro la estaba fascinando. Dormía en una gran cama doble muy confortable. Miró a lado de la cama vacío y sonrió.

Anne: ¿Te lo llegaste a leer? ¡No es malo! Es muy emocionante. Sí, me da miedo...pero saber que estás conmigo me tranquiliza.


Anne: ¡Jajajajajaja! ¡Es cierto! Que me tranquilice dormir con un fantasma tiene tela. No eres un fantasma cualquiera, eres mi novio. Desearía tanto poder besarte...


Kevin: Está totalmente majara...
Anne: Lo sé, pero no estoy interesada en ningún hombre vivo. No insistas, no deseo enamorarme de otro hombre, ni vivo ni muerto. Sí, es muy tarde. Será mejor que duerma ya. Mañana quiero ir al mercado  con Kamia y elegir la fruta más fresca.


Anne se tapó con las sábanas y cerró los ojos.

Anne: Buenas noches, amor mío.
Kevin: Es el momento.


Entró en su dormitorio y dando rienda suelta a su maravillosa interpretación, empezó a actuar.

Kevi: ¡Boooooh!


Anne abrió los ojos asustada y se sentó en la cama. Al ver a Kevin disfrazado, gritó aterrorizada.

Kevin: ¡Boooooh! ¡Voy a por ti, Anne!
Anne: ¡Socorro! ¡Andrew!


Saltó de la cama en dirección opuesta a Kevin. Intentaba alejarse de él, pero su perseguidor no se daba por vencido.

Anne: ¡Déjame en paz!
Kevin: ¡Vengo para llevarte conmigo!


Saltó sobre la cama y consiguió alejarse de él. Tenía el camino libre para bajar las escaleras y escapar.

Kevin: ¡No tienes escapatoria! ¡Booooh! ¡Eres mía!


Anne llegó a las escaleras y bajó corriendo sin pensárselo dos veces. Kevin se detuvo y la vio bajar aterrada. No pudo evitar sonreír. Se sintió orgulloso de su impresionante interpretación.


Kevin: Creo que me gusta esto de actuar. Se me da muy bien. Aunque con estas sábanas estoy empapado de sudor.


Entonces, un ruido le sobresaltó. Pensaba que podría ser Anne, pero el sonido procedía detrás del armario. Se fijó en las sombras que el armario proyectaba y distinguió una figura oculta.

Kevin: ¿Hay alguien ahí? ¡Soy un fantasma y estoy cabreado! ¿Hola?


La figura oculta salió de las sombras y se dejó ver. Era un ser sobrenatural. Su rostro pálido y sus ojos amarillos le helaron la sangre. Vestía de negro, con una capa roja que le llegaba a los tobillos. Su expresión era de enfado.

Kevin: ¿Quién es usted? ¡No se acerque! 


Kevin quiso salir corriendo, pero las sábanas de su disfraz se enredaron entre sus piernas y cayó al suelo. El ser sobrenatural se acercaba lentamente a él, dispuesto a cumplir su cometido.

Kevin: ¡Maldito disfraz! ¡Josh! ¡Ayuda!


Cuando consiguió levantarse, el ser del más allá ya le había alcanzado.

Kevin: ¡Soy peligroso, no se acerque a mi! No puede ser, ¡eres un fantasma de verdad! 


El fantasma agarró del cuello a Kevin y lo asfixió sin que pudiese hacer nada. Tras unos segundos de asfixia, cayó muerto al suelo.


Continuará...

 

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