miércoles, 30 de septiembre de 2015

Epidemia Zombie: Capítulo 08 - Prepárese para la acción

Junior paseaba junto a su padre y Boby. Le gustaba el ambiente a aventura que se respiraba en el aire. Estaba atento a todo lo que ocurría a su alrededor. Vio a lo lejos algo amarillo que le resultó extraño. Al acercarse un poco más descubrió que se trataba de un cuerpo. Nervioso llamó a su padre sin perder un momento.

Junior: ¡Padre, ahí hay alguien tumbado en la tierra!



PD: No te acerques, Junior. ¡Por todos los circos! ¿Es un cadáver?
Boby: No me extrañaría. Parece una clack.


Boby le tomó el pulso. Donna todavía seguía con vida.

Boby: ¡Está viva! ¿Señorita? ¿Hola?
Donna: Me duele...
Junior: ¡Está viva!
Boby: ¿Puede oírme?
Donna: Sí...me duele la cabeza... 


La ayudó a sentarse y Donna fue recuperando la consciencia poco a poco. Estaba aturdida y no comprendía lo que estaba ocurriendo.

Boby: ¿Se ha perdido? Llamaré una ambulancia.
Donna: No, creo que estoy bien.
PD: No parece que se encuentre muy bien.
Donna: Creo que he sufrido un desmayo y me he golpeado la cabeza. Me duele, pero es soportable...
Boby: Me gustaría que le viese un médico. Más vale asegurarse. ¿Que hace aquí sola? 
Donna: He venido con mi hermana. Salí en su busca y creo que me perdí...no recuerdo bien.


Junior: ¡Viene alguien!
Boby: Quizás sea su hermana.
Donna: No, ese no es su coche.
Junior: ¡Eyyy, paren!
PD: ¡Es Wen y Duclack!
Donna: Gracias por socorrerme. No sé que habría sido de mi...
Boby: No es nada, señorita. Cumplo con mi trabajo y cualquier hijo de vecino haría lo mismo.


Donna: Me duele menos la cabeza. No recuerdo que es lo que me ha pasado...
Boby: Este sol de justicia es peligroso. Una insolación le podría haber causado la muerte. Una clack tan bella como usted debería cuidarse más.
Donna: Gracias por el cumplido...


Wen, Duclack y David bajaron del coche cuando vieron a PD y Junior haciendo señales y pidiendo ayuda. Reconocieron a Donna en  cuanto la vieron. Aunque no se llevaban bien con su hermana, ella era un encanto y no tenían nada en su contra.

Wen: ¿Estás bien, Donna?
Donna: Un desmayo pero estoy bien. Me da vergüenza el revuelo que se ha creado por mi culpa...
Duclack: No te preocupes, que esto nos puede ocurrir a todos.
Donna: Estaba buscando a mi hermana pero no sé que me ocurrió...
Wen: Pues según este chico, está ocurriendo algo raro en el pantano.


PD: ¿Tú no estabas con esos dos excursionistas? 
David: Así es, pero no sé dónde están. Me atacaron unos...
Wen: Unos zombies.
Boby: ¿Zombies?
PD: Puede que todavía queden caníbales...aunque creo que acabé con todos hace años.
David: ¡Tenemos que encontrarlos! Esos seres son muy peligrosos...
Boby: No te preocupes, daremos con ellos. 


Wen: Boby, PD...Vosotros conocéis bien el pantano. Estoy buscando a Estrella, mi ex novia. Es posible que se haya instalado por aquí y necesito encontrarla. Ahora aumenta mi preocupación con esas criaturas vagando por el pantano.
Boby: Un momento. He visto a Estrella. El otro día la vi junto a un click bastante peculiar, con un pañuelo en la cabeza. Vive cerca de aquí, en una caravana. 
Wen: ¡¿Qué?! Por favor, tienes que indicarme el lugar exacto, te lo ruego.
Boby: Ahora mismo. Os acompañaremos.


Aparcaron el coche en un lugar apartado y se acercaron a la caravana de Estrella dejando una distancia prudencial. David se sorprendió al ver a Gerard golpeando la puerta de la caravana.

David: ¡Es Gerard! ¿Que hace?
Wen: ¡Tengo que ir a por Estrella!
PD: No es buena idea.
Duclack: Tiene razón, Wen. Creo que ese Gerard está infectado...


Wen: Pero algo tenemos que hacer, no puedo quedarme aquí con los brazos cruzados.
David: ¿De verdad creéis que Gerard está infectado?
PD: Totalmente. 
Duclack: Debemos llamar su atención y que se aleje de la caravana. Desde aquí veo que hay alguien en el interior pidiendo ayuda.
Wen: Estrella...


David: Podríamos distraerlos con las bicicletas. Me gusta el ciclismo y suelo salir con mi bici a dar paseos. Me ofrezco para llamar la atención de Gerard.
Duclack: No dejaré que lo hagas sólo. Iré contigo.
Boby: Está bien. Mientras nosotros nos acercaremos sin ser vistos.


Duclack y David se subieron a las bicicletas y pedalearon dirección a la caravana. A David le gustaba Duclack. Su vitalidad, su energía, su belleza y valentía le atraparon. Aunque suspiraba por el amor de otra clack, hasta ese momento no había sido correspondido.

David: Gracias por acompañarme, Duclack.
Duclack: Lo hago por ti, pero también por Estrella. Si está atrapada en la caravana estará muy asustada.
David: Tienes un gran corazón y eres valiente.


Duclack: Gracias, David. ¿Estás preparado?
David: Creo que sí. ¡Vamos allá!


Mientras, Boby y Wen se acercaban son sigilo. Boby había desenfundado su pistola y estaba preparado para disparar si era necesario. Wen le seguía nervioso. Se imaginaba a Estrella escondida en la caravana, llorando y temblando de miedo. "No te preocupes, Estrella. Ya voy, mi amor" se decía emocionado.


Duclack: ¡Ey, monstruo! ¡Sí, tú! ¡Hola!

Gerard miró a Duclack enfurecido. Deseaba saborear su plástico y saciar su sed.

David: ¿Gerard? Soy David...

Miró a David con unos ojos carentes de humanidad. En seguida perdió interés por la caravana y se alejó de ella.

David: Gerard, ¿no me reconoces?
Duclack: Debemos movernos ya, David.


Comenzaron a pedalear atrayendo la atención del zombie, que arrastraba sus pies con lentitud pero con decisión.

David: ¡Nos sigue!
Duclack: ¡No dejes de pedalear! 


David: ¡Eres rápida, Duclack! 
Duclack: ¡Tú no te quedas atrás! 


Cuando se alejaron de la caravana, se detuvieron. Boby se acercó a él y le gritó a sus espaldas. El zombie se dio media vuelta.

Boby: ¡Las manos arriba! 

Gerard no entendía sus palabras. Deseaba alimentarse y estaba indeciso. Al estar más cerca de Boby, caminó hacia él.

Boby: ¡No se mueva! ¡Alto!


Gerard seguía caminando sin titubear. Boby no quería disparar, pocas veces lo había hecho y le temblaba el pulso.

Boby: ¡Se lo repito por última vez! ¡No se mueva y ponga las manos en alto! ¡Le dispararé!


Le disparó en una pierna, pero siguió caminando. Luego en la otra pero las balas no parecían afectarle. Disparó en su pecho y en las extremidades pero el zombie no se inmutaba. Finalmente un disparo en la cabeza consiguió detener a Gerard que cayó al suelo para morir definitivamente.

Boby: Lo siento, chico...


Wen golpeó la puerta de la caravana y Gallofa abrió nervioso. No esperaba encontrar a Wen y eso le alegró. Wen estaba feliz, encontrar a Gallofa significaba encontrar a Estrella. Deseaba abrazarla y asegurarse de que no estuviese  herida.

Gallofa: ¡Wen!
Wen: Estrella, ¿dónde está?
Gallofa: ¡No pude hacer nada, Wen! Se fue corriendo junto a Sabrina. Uno de esos zombies las perseguían.
Facunda: Salieron por patas pero esas cosas parece que no pero corren que se las pelan.


Wen: ¿En que dirección se fueron?
Gallofa: Por allí.

Wen salió corriendo sin perder un segundo. No permitiría que nada ni nadie les volviesen a separar. Después de todo lo que habían sufrido y cuando por fin la encontraba, el destino se la quería arrebatar. Amaba a Estrella y lucharía y daría su vida por ella.

Gallofa: ¡Wen, ten cuidado!


Will no sabía que se podía sudar tanto. Le dolía el cuerpo y las piernas ni las sentía. Aquel calor le estaba volviendo loco. Había tenido tiempo para pensar y recordar. Cuanto más pensaba, más se deprimía. Recordaba el día que se le cayó el móvil al suelo. Lo había comprado, feliz y contento. Salió a la calle y un tipo le empujó. El móvil cayó con la mala fortuna de revotar y caer en una alcantarilla. Aquel día llovía y desapareció en aquellas aguas turbulentas y sucias. No había pagado seguro alguno, así que se quedó sin móvil y pagando la cuota por meses.

Will: Y todavía lo estoy pagando...

Visionó un objeto rojo en la distancia y se acercó por curiosidad. Se trataba de un maletín rojo.


Will: ¿Un maletín? Espero que contenga algo de comida o un teléfono para pedir ayuda.


Al abrir el maletín descubrió todo el dinero. No eran dos o tres cleuros, en su interior habían muchos billetes juntos. No podía dar crédito, aquello le parecía un sueño, algo que les ocurre a los demás o en las películas. Lo miraba asombrado, sin poder mover ni un solo músculo.

Will: No puede ser verdad...


Lo cerró y se puso a saltar de felicidad y llorar de alegría. La vida le había sonreído, por fin. Después de tantos palos la suerte estaba de su lado. Pensó en que podría gastarlo y decidió que en nada. Lo guardaría y lo utilizaría sólo para ir sobreviviendo.

Will: ¡Gracias, gracias, gracias! ¡La vida es bella!


De pronto una idea invadió su mente. ¿Y si se trataba de una broma? Miraba de un lado para otro sin encontrar nada sospechoso. Luego se imaginó a un gangster  peligroso buscando el maletín. Con un arma en la mano deseando encontrar el dinero y acabar con todo aquel que se interpusiese en su camino. Se puso a correr desesperado para alejarse de aquel lugar.


Mientras tanto, John, Rose, Cloti y los perros se habían refugiado en el interior de su caravana. Mathías y Damon pretendían entrar golpeando puertas y ventanas. Rita ladraba nerviosa por los zombies y la ausencia de Donna.


Cloti se había refugiado en el cuarto de baño. Estaba totalmente aterrorizada. Aunque detestaba a Sabrina, estaba preocupada por ella. John agarraba a Rex, que deseaba salir y atacar a los zombies.

Rose: ¿¡Que son esas cosas!?
John: No lo sé, pero no me puedo quedar aquí esperando que alguien nos ayude. Debo encontrar a Sabrina y Donna.


Rose se asomó por la ventanilla de la puerta y vio horrorizada la repugnante cara de Mathías. Si antes había sido guapo, no quedaba ni rastro de su belleza.

Rose: ¿Y qué piensas hacer? Esas cosas son peligrosas y no tenemos armas.


Rose escuchó un golpe seco. John había sacado la claraboya del techo de la caravana. Saltó y consiguió sacar medio cuerpo fuera.

Rose: ¡John! ¿Que narices estás haciendo?
John: Llegaré al coche e iremos en busca de Sabrina y Donna. Vigila que esas cosas no consigan entrar y cuida de mi madre.
Rose: ¡Ten cuidado!


Gracias al detector del virus Clickora los científicos se estaban aproximando a la caravana de John.

Dra Ada: Estamos muy cerca. Detecta gran concentración del virus en esta zona.
Dr. Marcus: Actuemos con calma. No sabemos si Y-321 habrá infectado a algún civil. 


Descubrieron a Mathías intentando entrar en la caravana y supieron que se trataba de un infectado. Guardaban una distancia prudencial para no llamar su atención.

Dr Marcus: Maldición, se trata de un infectado...
Dra Ada: Doctor, esto se nos ha ido de las manos...¡Civiles infectados! Debemos pedir ayuda y dar parte a la empresa. Ellos sabrán que hacer.
Dr. Marcus: ¡Olvide esa idea tan descabellada! Solucionaremos esto nosotros solos. ¿Es que desea que todo nuestro trabajo se vaya al traste? Por no mencionar que nuestras carreras estarían acabadas para siempre y hasta nos jugamos nuestra libertad. Demos un rodeo y prepárese para la acción. 


John consiguió alcanzar el techo. Cogió carrerilla y saltó. 


Uno de los zombies le agarró una pierna. No conseguía zafarse de él. Le daba patadas  y puñetazos pero Damon se resistía a soltar su presa.

John: ¡Suéltame! 


Un disparo en la cabeza le salvó la vida. La Dra Ada había disparado su pistola justo a tiempo. Damon cayó al suelo inerte. Mathías perdió interés en John. Parecía querer vengar la muerte de su compañero y amigo zombie. 

Dr Marcus: ¡Dispare!
Dra Ada: He matado a una persona...
Dr Marcus: ¡Eso ya no era una persona! ¡Dispare!


No podía disparar. Se sentía culpable. Por su culpa un inocente había perdido la vida y eso la estaba matando por dentro. Era incapaz de volver a disparar. Estaba acostumbrada a disparar en el centro de tiro pero no a personas.

Dra Ada: ¡No puedo!
Dr Marcus: ¡Dispare maldita sea!


John le arrebató la pistola y disparó a Mathías en la cabeza. El zombie cayó como un saco de patatas al suelo y dejó de moverse para siempre.

John: ¡Por poco!
Dra Ada: Gracias...
John: Soy yo el que les tiene que dar las gracias. Me han salvado la vida.


John: ¿Quienes son? ¿Saben que es lo que está ocrriendo?
Dr. Marcus: No tenemos tiempo para dar explicaciones. Debemos desinfectar la zona. Aléjense, por favor.


Rose: Merecemos una explicación. 
Dra Ada: Se trata de un asunto confidencial. No se me está permitido revelar ninguna información al respecto, lo siento. Les pido que disculpen las molestias pero intentaremos solucionar todo esto con la mayor rapidez posible.
John: ¿Hay más cosas de esas por ahí?
Dra Ada: Sí, al menos una. Es peligrosa y altamente contagiosa. Un arañazo o mordisco de esa criatura puede ser mortal. Debemos encontrarlo cuanto antes.


John: ¡Sabrina! ¡Tengo que encontrarla!
Cloti: ¡John, ten cuidado hijo mío!
Rose: ¡Espera, te acompañaré!
Dra Ada: ¡Necesitamos la pistola!
John: ¡Se la pido prestada!

La última vez que vio a Sabrina estaba llorando y muy extraña. Se preocupaba por Donna pero no consiguió averiguar que es lo que realmente le estaba ocurriendo. Temía que esas cosas las hubiesen atacado. No estaba dispuesto a permitir que nada malo le ocurriese a su amada.



Continuará...

lunes, 21 de septiembre de 2015

Epidemia Zombie: Capítulo 07 - Sálvese quien pueda

"Se pensaba la pringá esa que me conformaría con una limosna" pensaba El Perlita caminado con el maletín del dinero. Pensaba quemar el dinero en fiestas y vicios varios. No sabía que dirección tomar, así que caminaba esperando encontrar alguna indicación. Vio a dos clacks sentadas y decidió acercarse hasta ellas y preguntar.



Cual fue su sorpresa al descubrir la identidad de aquellas dos clacks. La Facunda y él se habían pegado juntos muchas fiestas hasta altas horas de la madrugada. Tenían los mismos vicios y preocupaciones. Con Roula era diferente. Le gustaba esa clack. Ella era más dulce y cariñosa que Facunda y desde el primer momento que la vio le gustó. 

El Perlita: ¡No me lo puedo creer! ¡Flipo en colores!
Facunda: ¡Perlita! ¡Si no lo veo no lo creo, tío! ¿Pero que haces aquí, macho?
El Perlita: Cuanto tiempo sin verte.
Facunda: Mazo tiempo, tío. Sigues estando to igual, no cambias nada. ¿Te has tragado la fuente de la juventud?
El Perlita: Una fuente de cerveza, ¡Jajajaja!
Facunda: ¡Jajajaja!


El Perlita: Roula, tan guapa como siempre. Mi corazón palpita como una patata frita.
Roula: Anda ya, tonto. Me alegro de verte, guapo.
Facunda: ¿Ande vas con ese maletín? ¿Te has vuelto to pijo?
El Perlita: Que va, colega. Negocios.
Facunda: Ouuuhh, cuidado que ahora es un tío de negocios de esos. Que llevas en el maletín, ¿el boli y la carpeta?


El Perlita: ¿Un boli? Mira, chavala. Pasta gansa.
Facunda: ¡Que me aspen! ¡Cuanta pasta! ¡Eres millario!
Roula: Millonario. Es mucho dinero, Perli. ¿En que andas metido?
El Perlita: Lo sé. Yo no me ando con tonterías. Me gusta jugar fuerte y siempre gano.


Facunda estaba conmocionada. El dinero ganado abandonado el bidón en el pantano le parecía ridículo. Con todo el dinero de El Perlita, podría hacer todo lo que le viniese en gana y ser completamente libre.


Roula: Siempre supe que eres un click especial.
El Perlita: Roula, escucha atentamente. Quiero que te vengas conmigo y me ayudes a gastar toda esta pasta. Alquilaremos una habitación en un hotel caro y pediremos todo lo que nos apetezca. Iremos de fiesta y arrasaremos la ciudad.
Roula: Es tu dinero, no quiero aprovecharme de ti...
El Perlita: Quiero que te aproveches de mi, nena.

Facunda no podía soportar ni un segundo más aquella conversación. Tenía ganas de potar y se estaba aburriendo.


Roula: Eso suena tan...excitante. No sé si debería...
El Perlita: Vamos muñeca, no te reprimas y vente conmigo.

Facunda agarró un palo del suelo y le arreó un buen golpe en la cabeza. El Perlita cayó al suelo inconsciente.


Roula: ¡Facu! ¿¡Qué has hecho!?
Facunda: Hasta las narices estaba de esa porquería.  Te he hecho un favor, tía. 

Agarró el maletín y lo abrazó feliz.

Facunda: Ahora esto es nuestro. Vamos, tenemos trabajo en las máquinas tragaperras. Lo siento por El Perlita, pero la pasta es la pasta. Ya le invitaré a una birra y se le pasará el cabreo.


Roula examinó a su amigo y lo colocó sobre sus piernas.

Roula: ¿Te has vuelto loca? ¡Lo podrías haber matado! Ese dinero es suyo, no tienes derecho...
Facunda: Vamos tía, no seas inegua. ¡Seguro que lo ha robado! Te daré algo de pasta, no creas que me lo quiero quedar para mi sola.
Roula: No voy a ningún lado contigo, Facu. Somos amigos, y a los amigos se les respeta.
Facunda: Tía, estás to tonta. Yo me doy el piro con la pasta. Quédate aquí asándose al sol con este fracasao de tío si quieres. Yo pienso gastar hasta el último cleuro en lo que me dé la gana. ¡Soy millaria! 

Facunda dio media vuelta y se marchó de allí con el maletín. Roula estaba indignada. Le tentaba marcharse con ella y quedarse con la mitad del dinero, pero no podía. Le gustaba El Perlita y sabía que eso no estaba bien.

Roula: ¡Mala amiga! Muy bien, disfruta con todo ese dinero pero cuando no te quede ni un cleuro no se te ocurra venir a buscarme. 
Facunda: Si te he hecho un favor, ahora estarás sola con tu amor. ¡Adiós Roula!
Roula: ¡Facu!



Pasados unos minutos , El Perlita despertó. Roula le explicó lo ocurrido y entró en cólera. Se había fiado de Facu pero estaba dispuesto a ir tras ella y recuperar su dinero.

El Perlita: Y tú te has quedado conmigo...
Roula: ¡Pues claro! No iba a dejarte aquí abandonado.


Se incorporó y sacó su pistola del pantalón. Roula se asustó al ver el arma.

Roula: ¿Y esa pistola?
El Perlita: Vamos a buscar a esa traidora. Voy a recuperar toda mi pasta y a darle un escarmiento.


El Dr. Marcus y la Dra. Ada seguían el rastro del bidón. Marcus había llamado a el departamento de residuos tóxicos de Ambrella para averiguar si había llegado el bidón con Y-321 en su interior. Al descubrir que su sobrina no había cumplido con sus indicaciones, se puso en marcha. La señal del móvil de Facunda les llevó hasta el pantano. Gracias a un sofisticado aparato que detectaba moléculas del virus zombie, siguieron el rastro del bidón. Llevaban consigo un arma para defenderse y un par de botellas con una sustancia que eliminaba el virus Clickora. Debían encontrar el bidón y eliminar cualquier rastro del virus para evitar daños mayores.

Dra. Ada: Su sobrina nunca me causó buena impresión, Dr. Marcus. La señal del buscador indica que por aquí hay rastro del Clickora, aunque se está muriendo al no encontrar sujetos a los que contagiar. 
Dr. Marcus: De alguna forma Y-321 habrá conseguido escapar del bidón. Mi sobrina es toda una decepción. Puede culparme, he pecado de ingenuo.
Dra. Ada: Si no logramos encontrar a Y-321, nuestro trabajo no sólo habrá sido un fracaso, también será el fin del Playmundo.
Dr. Marcus: Lo sé, lo sé muy bien. Debemos recuperar al zombie y seguir con nuestro trabajo. Sospecho que estamos cerca de descubrir algo realmente importante.
Dra Ada: Ahora mismo no soy capaz de pensar en eso. Deseo solucionar todo este desaguisado antes de que más personas resulten heridas o lo que es peor, muertas.


El detector comenzó a vibrar a más velocidad. Ada seguía la señal nerviosa. Si Y-321 había conseguido salir del bidón, tendrían que enfrentarse a él. Iban vestidos con trajes de protección especial contra residuos tóxicos y químicos.  Unas máscaras especiales les protegían del aire contaminado. 


Cuando Ada vio el bidón, llamó inmediatamente a su camarada. No cabía la menor duda, el zombie había conseguido escapar. 

Dra. Ada: ¡Doctor, está aquí! ¡He encontrado el bidón!



Examinó el bidón y descubrió que estaba algo abollado por un lateral.

Dra Ada: Sin duda alguien golpeó el bidón. Todavía hay muchos restos residuales...
Dr. Marcus: Hágase a un lado, querida. Debemos limpiar toda esta zona.


Roció el bidón y los alrededores con la sustancia que contenían las botellas. Una vez precintado el bidón, lo aseguraron para que no volviese a ocurrir lo mismo.

Dr. Marcus: Debemos encontrar al sujeto antes de que contamine a alguien.
Dra Ada: Esto se nos está escapando de las manos...
Dr. Marcus: No desespere, lo encontraremos. Sigamos el rastro del virus y acabemos con todo esto de una vez por todas.


Siguieron el rastro del virus sin percatarse que no muy lejos de su posición, una clack corría desesperada pidiendo ayuda. Claudia no los había visto así que se alejaba corriendo en dirección contraria. Estaba muy asustada y agotada.


Dra. Ada: Es por aquí. ¡Aquí hay sangre!
Dr. Marcus: ¿Sangre? Espero que sea del propio Y-321...
Dra. Ada: No la identifica como sangre contaminada...

Misty observaba escondida a los científicos. No solía intervenir en los asuntos de los clicks, pero estaba preocupada por la estabilidad y bienestar de sus tierras. Era el espíritu del pantano y no podía permitir que destruyesen su hogar y las criaturas que allí habitaban. 


Aunque Facunda estaba contenta, en su interior se sentía mal. Apreciaba a Roula pero estaba decepcionada. A la primera de cambio le había traicionado por un click. Pensaba que eran amigas de verdad. Estaba sudada, molesta y muy incómoda. 

Facunda: Lo primero que haré es ir al bar Manolo y tomarme una buena birra fresquita. Pediré un par de tapas, una de brazas y otra de olivas con anchoas. ¡Que hambre tengo! Que leches, ahora soy millaria, me pediré también unos calamares y unos chocos con limón. La máquina tragaperras que tienen allí la tengo controlada. Me gusta más que la del vikingo que tienen en el bar co. 


Vio a Sabrina corriendo hacia ella y se preparó para defenderse. Podía estar buscando el maletín y no estaba dispuesta a renunciar a sus sueños por nada del mundo. Sabrina vio el cielo abierto cuando la vio. Se había perdido y no encontraba la caravana ni a John. Aunque Facunda era una mujer extraña, que causaba desconfianza por su aspecto, al menos no era un zombie.

Sabrina: ¡Socorro!


Facunda: ¿Quién eres y que quieres? ¡El maletín es mío!
Sabrina: ¡El maletín! ¿Se lo has quitado al Perlita? Bueno, me da igual...¡Tengo que encontrar a John! Me persiguen unos zombies...
Facunda: ¿Conoces al Perlita? ¿Te manda él? Podría inventarse algo más creíble para quitarme el dinero.
Sabrina: ¡No me manda nadie! ¡Te digo que me persiguen zombies! Quieren hacerme pagar por todos mis pecados...¡No quiero morir!
Facunda: ¿Estás flipá? ¡Que no pienso soltar ni un cleuro!


Gerard y Claudia las sorprendieron en mitad de la discusión. Facunda se quedó petrificada. Ver a los dos zombies acercarse hasta ellas le había causado una gran conmoción. Sabrina gritaba histérica, al borde de la locura.

Sabrina: ¡Ya vienen, ya vienen! ¡Es el fin del mundo! ¡Socorro!
Facunda: Esto...debe ser una broma...



Gerard se abalanzó sobre Facunda, que no supo reaccionar a tiempo. Interpuso el maletín entre su cuerpo y la hambrienta boca del zombie.

Facunda: ¡Ahhh! ¡Ayuda! 
Sabrina: ¡Oh no! 
Facunda: ¡Agarra el maletín!


Se libró del zombie y le lanzó el maletín a Sabrina. Facunda se puso a correr pero Sabrina tropezó. El maletín cayó junto a los zombies y dudó si ir a por él. 

Facunda: ¡Agarra el maletín, tonta! ¡No lo dejes ahí!
Sabrina: Es el fin del mundo...el dinero ya no vale para nada...
Facunda: ¿Qué dices?
Sabrina: En el infierno no me hará falta dinero.



Abandonó el maletín y salió corriendo junto a Facunda.

Facunda: ¡Era mucha pasta! ¡Maldita seas!
Sabrina: ¡Pues ve tú a por el dinero si tanto lo deseas!

Facunda no respondió. Tenía demasiado miedo y no era capaz de arriesgar su vida por el dinero.


Muy cerca de allí, Estrella y Gallofa disfrutaban de un tranquilo día en el Pantano. Llevaban unos días viviendo allí. Aunque seguía triste por la ruptura con Wen, había conseguido vivir con ese dolor en su corazón. Allí junto a su querido amigo Gallofa era más o menos feliz. Añoraba a Wen y todos sus amigos y su vida en la ciudad, pero estaba resignada. 


Vivían en una antigua caravana. Disponían de pocas comodidades y la vida allí no era precisamente fácil, pero se las apañaban. Habían encendido un fuego en el cocinaban. Gallofa miraba las llamas pensativo cuando Estrella le sacó de sus pensamientos. 

Estrella: ¡Mira que bonita!
Gallofa: ¿Otra serpiente?


Estrella: ¡Sí! Es muy bonita. Le haré un par de fotos para el álbum.  Mira, parece que está posando para mi.
Gallofa: A mi me parece muy fea...y me da asco.
Estrella: Anda ya, pero si es muy bonita.



Gallofa: Me aburro...
Estrella: ¿No te gusta estar aquí?
Gallofa: Sí, pero...No hay nada que hacer...
Estrella: Mañana iremos a la gasolinera a comprar comida y pilas para la cámara. Podríamos comprar algún juego de mesa.
Gallofa: ¡El parchís! ¡Soy fan de ese juego! Siempre ganaba a mis amigos.


Estrella se sentó a su lado y le enseñó las fotografías de la serpiente.

Estrella: ¿Te gustan? Se las enviaré a Vicrogo en cuanto pueda.
Gallofa: La serpiente es fea pero la foto me gusta. Estrellita, ¿no crees que deberías hablar con Wen? No eres feliz, no me lo puedes negar...


Estrella: Es demasiado tarde, Gallofa. Seguro que ya no piensa en mi. Estará junto a Sinéad, enamorados y felices. Hice bien quitándome de en medio. Lo amaré mientras viva, pero mi tiempo junto a Wen terminó.
Gallofa: Pues yo no pienso igual. Si no luchas por tus sueños, ¿que te queda? Una vida triste y oscura preguntándote si podrías haber cumplido tus sueños luchando por ellos.
Estrella: Me harás llorar, Gallofa. Mejor dejemos de hablar de esto...me hace daño.


¡¡Ahhhhhhhhhh!!

Gallofa: ¿Has escuchado esos gritos?
Estrella: Sí...
Gallofa: ¿Será un pájaro?
Estrella: No, eso no es un pájaro.


Sabrina y Facunda vieron la caravana y corrieron hacia ella. Aporrearon la puerta pidiendo ayuda desesperadamente.

Sabrina: ¡Por favor, que alguien nos ayude!
Facunda: ¡Ya vienen los zombies! ¡Abran la puerta!


Gallofa y Estrella se asomaron y vieron a las dos clacks golpeando la caravana.

Gallofa: ¿Que hacen?
Estrella: ¡Es Sabrina!


Sabrina: ¿Estrella? ¿Tú también estás en el infierno?
Estrella: No comprendo. ¿Qué haces aquí?
Sabrina: ¿No te has enterado? ¡Estamos en el infierno! ¡El juicio final! 
Estrella: Tranquilízate, por favor.
Facunda: ¡Y un pimiento! ¡Que vienen los zombies! Abre la puerta de la caravana antes de que nos alcancen. 


Gallofa abrió la caravana y dejó entrar a Facunda. En ese momento fueron atacados por los zombies. Facunda luchaba contra Gerard. Pretendía entrar en la caravana y darse un banquete con ella. Gallofa observaba horrizado la escena. A Estrella y Sabrina no les dio tiempo a entrar. Claudia estiraba los brazos para alcanzar a las dos clacks y acabar con sus vidas.

Facunda: ¡Maldita sea! ¡No me deja cerrar la puerta!
Gallofa: ¡Estrellita y Sabrina están fuera!
Facunda: ¡Lo siento, esto es sálvese quien pueda!



Sabrina: Tenemos que huir, ¡ahora!
Estrella: No entiendo nada...


Sabrina: ¡Nos matarán! ¡Vamos!

Aunque corrían con todas sus fuerzas, Claudia les estaba dando alcance. Mientras ellas corrían alejándose de la caravana, Facunda consiguió cerrar la puerta. Gerard quedó fuera golpeando una y otra vez la puerta. 

Facunda: ¡Toma ya! ¡Chúpate esa, zombie del demonio!
Gallofa: ¡Estrella! ¡Oh no! ¡Estrella, corre!

Gallofa observaba aterrorizado desde el interior de la caravana. Veía cómo el zombie las perseguía muy de cerca y temía por la vida de su amiga.



Continuará...