viernes, 27 de marzo de 2020

Estado de alarma - Capítulo 01: Sus, Duclack y los niños

Estado de alarma

Capítulo 01

Sus, Duclack y los niños

Hasta que lo decretaron, Sus no sabía lo que significaba estado de alarma. En su vida había vivido una situación así. En un principio, cuando se empezaron a escuchar casos de Clickvirus en otros países, no creyó que la situación fuese a derivar en una pandemia. Llevaba dos semanas encerrada en casa, sin poder salir. Estaba embarazada y eso la convertía en click de factor en riesgo. Ágatha era la que salía a hacer la compra. 

Estaba tumbada en su cama, pensando. Había intentado dormir la siesta, pero no podía dejar de pensar. Estaba muy preocupada por sus padres, sus abuelos y la gente que quería. Sabía que todos estaban bien y que cumplían el confinamiento, pero eso no la tranquilizaba. Otra cosa que le preocupaba era dar a a luz en esos momentos. Los hospitales estaban colapsados y le aterrorizaba entrar en uno, contagiarse y dar a luz a un clickito en tremendas circunstancias. "Ahora mismo no quiero que salgas, pequeño", decía mientras se tocaba la barriga. "Espera un poco más, por favor". 


Ágatha llamó a la puerta y entró. Traía la merienda para Sus. La pandemia pilló a Ágatha en circunstancias personales un poco complicadas, por lo que Sus y Diamante le pidieron que se quedara con ellos en casa. Para Sus fue una bendición. En su estado y con los niños, los pandas y Diamante todo el día en casa, se habría vuelto loca.

Ágatha: Le traigo la merienda, señora.
Sus: Gracias, Ágatha.


Le puso sobre la cama la bandeja. Una taza de chocolate caliente y un muffin de mora y chocolate. Ágatha era una gran cocinera.

Sus: No tengo mucha hambre.
Ágatha: Si es su muffin preferido.
Sus: Lo sé, pero no tengo mucho apetito.


El delicioso olor de la muffin penetró en sus fosas nasales con suavidad. El apetito se le despertó al instante. 

Ágatha: ¿Quiere que me lo lleve?
Sus: No, me lo comeré.
Ágatha: Tiene que animarse, señora.Todo esto pasará.
Sus: Me cuesta ser positiva. El miedo me invade, Ágatha. Mis abuelos son muy mayores, y mi padres no son precisamente niños. Tampoco quiero dar a luz ahora...no quiero salir de casa y ni mucho menos ir a un hospital. No es buen momento para traer un clickito al mundo, no se lo merece.
Ágatha: Se preocupa demasiado, señora.
Sus: Ay, Ágatha, tienes que tutearme, te lo he dicho mil veces.
Ágatha: Lo siento...me cuesta.
Sus: Lo sé, no te preocupes. Mmmm, está delicioso. Ágatha, es una bendición tenerte en casa.
Ágatha: Soy afortunada. Me siento muy querida en esta casa y aquí me siento segura. 


Fue a llevarle la merienda a Diamante. Estaba viendo otro programa de coches. Estaban analizando los nuevos coches de gama alta que habían salido al mercado. Se encontraba en la habitación del piano, sentado ante la televisión en su sofá azul.


Ágatha le trajo su merienda. Una copa y una botella con el mejor ron (según Diamante).

Ágatha: Su merienda, señor.
Diamante: ¡Mi ron! Gracias, maja. ¿Hay cochinillo?
Ágatha: Sí, lo he metido al horno. En cuanto lo tenga listo, se lo subo.
Diamante: ¡Gracias!


Ágatha: Señor, me preocupa la señora.
Diamante: ¿Qué señora?
Ágatha: Su mujer, Sus.
Diamante: ¡Ahhh! ¿Le ocurre algo?
Ágatha: La encuentro con el ánimo muy bajo.
Diamante: ¿Sabes si le preocupa algo?


Ágatha: Es esto del clickvirus y el estado de alarma. No lo está llevando muy bien. He intentado animarla, pero no creo que lo haya conseguido. Quizás usted sepa la forma de hacerlo.
Diamante: Mi Sus. Yo también estoy agobiado de estar metido todo el día en casa. ¡Echo en falta salir a navegar! Ahora iré a verla. Gracias por tu preocupación.
Ágatha: Voy a ver como va el cochinillo.


Diamante fue a ver a Sus. Seguía tumbada sobre la cama. No quedaba ni rastro del muffin y el chocolate.

Diamante: Hola, cariño.
Sus: Hola.


Se sentó junto a ella. Sus lo miró. Se la veía muy preocupada.

Diamante: ¿Estás bien?
Sus: Estoy cansada de estar preocupada, Diamante. Tengo ganas de meter la cabeza bajo la almohada y dormir hasta que todo esto pase.
Diamante: Deja de preocuparte. Así no consigues nada. Todo va bien. Estamos todos a salvo en casa y el embarazo sigue su curso sin ningún problema. ¡Alegra esa cara!
Sus: Mi Diamante. Siempre consigues sacarme una sonrisa. Tienes razón.
Diamante: Siempre la tengo. Por algo soy el pirata más inteligente del mundo.


Sus se abrazó a Diamante. Siempre conseguía animarla. En eso, era un experto. Diamante es un pirata alegre y optimista.

Sus: Te quiero.
Diamante: Y yo a ti. Todo esto pasará. Ahora tenemos que ser fuertes y valientes. Deberías hablar con Duclack por Skype. A ver que tal lo está llevando ella.
Sus: ¡Síii! Hemos quedado en hablar dentro de un rato.


Diamante: Mientras tanto, os cantaré una canción pirata. A ti y al bebé.
Sus: ¡Oh! ¡Canta la del pirata de agua dulce! El bebé da pataditas cuando la cantas.


Suselle jugaba en su cuarto con sus juguetes. Tenía esparcidas por el suelo un montón de muñecas y complementos. La historia de amor entre el oso amoroso y la barbie veterinaria estaba dando mucho de si. Eran varias las muñecas que estaban en contra de su relación. Al final, la barbie se había marchado en su coche a un país muy lejano para evitar que hicieran daño al oso amoroso.


Suselle: ¡¡¡No te marches, barbie veterinaria!!!
¡¡Te quiero, pero nuestro amor es imposible!! ¡¡Muaaaa!!


Dante jugaba al Fortclicke en su ordenador. Jugaba con Karim, que también estaba conectado desde su casa.

Dante: ¡Construyo un puente aquí y subo hasta lo más alto! ¡Cuidado, Karim!
Karim: ¡Me han matado!
Dante: ¡Oh, no! ¡A mi también!


¡¡Danteeeeee!!

Dante: Alguien me llama desde la calle.
Karim: ¡Será el clickvirus que ya sabe hablar!
 ¡Jajajaja!
Dante: Creo que es Pradito. ¡Luego me conecto otra vez, tío!
Karim: ¡Vale, tío! ¡Hasta luego!


Dante salió al balcón y vio a Pradito asomada a una ventana de su casa.

Pradito: ¡Danteeee!


Dante: ¡¡Pradito!!
Pradito: ¡Holaaaa! ¿Qué haces?
Dante: Estaba jugando al Fortclicke.
Pradito: ¡Pasa de ese aburrimiento y conéctate por Skype! ¡Dile a Suselle que también se conecte!
Dante: ¡Vale, ahora se lo digo!


Pradito: ¡Dile que le tengo que pasar fotos de la historia que estamos haciendo!
Dante: ¡Valeee!


Pradito: ¡Yo me conecto ya!
Dante: ¡Vale, ahora nos conectamos nosotros!


Pradito: ¡Hasta ahora!
Dante: ¡Hasta ahora!


Dante corrió hasta la habitación de Suselle.

Suselle: Sin ella, me volveré a los bosques y viviré allí para siempre, rascándome la espalda en los árboles. ¡Oh, mundo cruel!
Dante: ¡Suselle!
Suselle: ¿Qué pasa?
Dante: Es Pradito. Ha dicho de conectarnos por Skype ahora.
Suselle: ¡Yupiii!


De esa forma, los tres podían estar en contacto sin necesidad de salir de casa. Pradito se sentó en su cama y encendió el ordenador portátil. 

Pradito: ¡Holaaa!
Suselle: ¡Pradito!¿Cómo estás? ¡Te tengo que contar! Al final el oso amoroso se va al bosque a rascarse la espalda contra los árboles y barbie veterinaria se ha ido con su coche.
Pradito: ¿¿Qué?? ¡Quiero que me lo cuentes todo! Mi barbie pirata ha escapado de los Mr Potatos y está buscando a tu barbie veterinaria.


Suselle: ¡Se podrían encontrar!
Pradito! ¡Síii! Y juntas podrían ir en busca del oso amoroso y del Ken rapero.
Suselle: ¡Vale! Podrían refugiarse los cuatro juntos en el bosque.


Dante: Y luego llega mi Pokémon y se los carga a todos.
Suselle: ¡Eso no vale!
Dante: Tiene que vengarse, por no invitarle a la boda de la princesa Disney y el Pinypon.
Pradito: Es que le rompió el corazón a Barbie futbolista. La dejó tirada en el altar y eso no se hace.
Dante: Mi pokémon prefiere a tu barbie pirata.
Pradito: Ella quiere a Ken rapero.


Suselle: ¿Cuando podremos jugar juntos? Te echo de menos, Pradito.
Pradito: Y yo a vosotros. Con mis padres me lo paso bien, siempre estamos haciendo cosas y no me aburro, pero os echo de menos.
Dante: Yo me agobio aquí todo el día. Tengo ganas de jugar al fútbol y salir por la calle. Aunque mola no ir al cole.
Suselle: Yo echo en falta ir al colegio. Me acuerdo mucho de todos los profes...
Pradito: Y yo.
Suselle: Ojalá pase pronto todo esto y podamos volver a las clases y salir a jugar.


Ágatha echaba de menos a su familia, en especial a su novio. Aunque le gustaba estar en casa de Sus y Diamante, preferiría estar junto a ellos. Vivían lejos, en un país muy golpeado por el clickvirus.


Se sentó un rato, para intentar reponerse. No quería llorar delante de los demás. Sabía del desánimo de Sus y no quería que se sintiese peor.

Ágatha: Torno presto con te. Quando tutto questo sarà finito, tornerò a casa. So che starai bene. Dio ti protegge.

Dijo en voz baja, pensando en su novio.


Diamante se asomó a la calle por la puerta principal. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo cuando vio el panorama. No había un alma en la calle. Alguna paloma volando de un lado para otro, sorprendida ante tanta soledad.

Diamante: Esto da miedo.


Cerró la puerta sobrecogido. 

Diamante: ¿Y si está todo el mundo muerto y somos los únicos supervivientes? ¡Es horrible!


Se dirigió al comedor. Sus estaba frente al portátil. Se había sentado a la mesa del comedor.

Diamante: Sus, no hay un alma en la calle. Nunca había visto algo así.
Sus: Menos mal que la gente se está comportando. Todos deberíamos quedarnos en casa. ¿Te has enterado de lo de Sabrina? Alexia me ha dicho que la vio por la calle paseando al perro y que la policía la paró. Por lo visto llevaba un par de horas paseando. Es una descerebrada.
Diamante: No me sorprende. Sabrina nunca acata las normas.


Dante bajaba las escaleras a toda prisa.

Diamante: ¡Eh! ¿A dónde vas con esas prisas?
Dante: ¡Hay una pelea de gatos en la calle!
Diamante: ¿Y? Sabes que no puedes salir.
Dante: Pero puedo mirar por la ventana.


Dante se asomó por una de las ventanas. Dos gatos estaban enzarzados en una pelea brutal.

Dante: ¡Pelea, pelea!


Diamante: No te asomes tanto que como salten, te arañarán la cara.
Dante: ¡Menuda pelea, papá! ¡Qué pena no tener el móvil!


Sus: ¡¡Dante!! ¡¡Cierra la ventana!!
Dante: Estoy mirando, nada más.
Sus: ¡He dicho que la cierres!


Sus fue como una loca a cerrarla.

Dante: Mamá, pero si no pasa nada.
Sus: ¡Me da miedo! Te asomas por las ventanas de arriba o por el balcón.
Dante: ¡Pero si no pasa nada! 
Sus: ¡A callar! He dicho que no te asomas y punto.


Dante: ¡Qué exagerada! ¡Pues me voy arriba! ¡He dejado a Pradito y Suselle hablando por Skype!
Sus: Me da igual ser exagerada. No quiero que os pase nada.
Diamante: Tranquila, que el clickvirus no entra por la ventana. Tienes que relajarte, cariño.
Sus: Lo siento...


En casa de Duclack...

Duclack: Hola, Pradito. ¿Hablas con Suselle y Dante?
Paradito: Sí, pero ya nos despedimos.
Duclack: Pues me tumbaré un ratito contigo.
Pradito: ¡Vale!


Duclack: ¡Hola, chicos!
Suselle: ¡Hola, Duclack!
Dante: ¡Hola! ¿Cómo estás? Mi madre está un poco paranoica. 
Suselle: No digas eso.
Dante: Es que no quiere ni que me asome a la ventana. ¡Solamente quería ver una pelea de gatos!
Duclack: Os quiere proteger.
Pradito: ¿Luego seguimos hablando?
Suselle: Después de cenar te llamo.


Pradito cerró sesión y apagó el ordenador. Se tumbó con su madre y se abrazó a ella.

Duclack: ¿Has terminado todos los deberes?
Pradito: Sí, tengo toda la tarde libre.
Duclack: Podríamos preparar la cena los tres juntos.


Sebastián: Me gusta la idea.
Paradito: ¡Papá! Ven, túmbate con nosotras.
Sebastián: Hazme un hueco, cariño.


Pradito: ¿Cuando podremos salir a la calle?
Sebastián: Cuando sea seguro. Por el bien de todos, debemos permanecer en casa. No te preocupes, esto no durará siempre. Pronto podremos salir a la calle, ya lo verás.
Duclack: ¿Que es lo primero que haréis cuando podamos salir? Yo dar un paseo con mi barco.
Pradito: ¡Ir al cole!
Sebastián: ¡Yo iré a correr por el bosque!
Pradito: ¡Ir a una heladería! ¡Quiero una copa de helado!
Duclack: ¡Ver a todos mis amigos!
Paradito: ¡Ver a Suselle y Dante!


Diamante se había tumbado en el sofá de la salita de estar. Estaba muy aburrido. Se estaba cómodo junto a la estufa, por lo que pronto se quedó dormido. Pandy cuidaba a Pinky. Le daba besitos y le traía todo lo que ella necesitaba.


Pinky: #### (Estoy bien, osito mío).
Pandy: #### (¿No necesitas algo más? ¿Un poco de bambú? ¿Algo para morder?).
Pinky: ### (No, estoy de maravilla. Noto que nuestros hijitos también lo están).
Pandy: ##### (Estoy deseando poder verlos).


Sus se conectó al skype.

Sus: Huy, me habla Eddy.
Eddy: ¡Hola,Sus!
Sus: Paso de contestarle. ¿No se puede bloquear? Anda, está conectada Agnes. Luego le preguntaré. Me han dicho que ya no está con Artemisa.
Eddy: ¡Sus, no me ignores!


Duclack se sentó en su cama. Pradito y Sebastián se fueron a jugar un rato al ajedrez.

Duclack: Ahí está Sus. Anda, hay mucha gente conectada. ¡El que se quería casar conmigo! Espero que no me hable, el otro día me llamó a las tantas de la noche. ¡Hola, Sus!


Sus: ¡Duclack! ¿Cómo estás?
Duclack: Sinceramente, no muy animada. Estoy cansada de todo esto. No poder salir de casa para nada es desesperante. Echo en falta navegar, el viento en mi cara, el sol...
Sus: Yo me siento igual que tú.
Duclack: Estando embarazada, soy click de riesgo. Bueno, tendremos que ser pacientes. Debo reconocer que con Sebastián se hace más llevadero. Pradito se está portando muy bien y hacemos muchas cosas juntas.
Sus: Diamante también se está portando genial conmigo. Los niños muy bien. Dante es un poco más trasto, pero lo lleva mucho mejor de lo que podría imaginar. Ágatha es un encanto, me ayuda mucho. ¿Te has enterado de lo de Sabrina?
Duclack: Huy, no.
Duclack: Casi la detienen. Si no llega a ser por John, estaría entre rejas.
Duclack: ¿En serio? Cuenta, cuenta...


Continuará...

lunes, 23 de marzo de 2020

¡Oh, Chidi de mi corazón! - Capítulo 04: Noche de pasión

Olivia preparó café y pastas para merendar. Era una costumbre que llevaba haciendo años. Llegaba de la iglesia y merendaba junto a su marido. Loretta tenía un compromiso, por lo que no pudo estar en la merienda. Se sentaron todos a la mesa. Olivia disfrutaba jugando con los colores a la hora de preparar la mesa. Las tazas eran verdes y los platos y cubiertos blancos. El mantel también era verde y el tapete de ganchillo blanco.

Olivia: Estos dulces los preparo yo.
Wenda: Están deliciosos.
Olivia: Gracias. 
Martin: No me puedo creer que os vayáis a casar.
Olivia: Ni yo.


Wenda: Para mi también ha sido una sorpresa. 
Chidi: Quería que mi petición fuese inolvidable. No se me ocurre una mejor forma que hacerlo así, ante mi gente y en la iglesia.
Olivia: A mi me habría gustado que me consultaras antes de dar este paso. No es por nada, pero me habría gustado darte mi bendición. Me he enterado al mismo tiempo que los vecinos...
Chidi: Quería que fuese una sorpresa.
Olivia: No pasa nada, cariño. Estoy feliz por vosotros. Wenda, ¿cómo se lo tomará tu familia?
Wenda: Les sorprenderá, pero seguro que lo aceptarán y se alegrarán por mi.


Olivia: Una relación es cosa de dos, los demás solamente somos meros espectadores, pero que la familia os apoye es importante. Me gustaría conocer a tus hijos y tus nietos, Wenda.
Wenda: Será un placer presentaros a toda la familia.
Chidi: Ya habrá tiempo para eso, mamá.


Wenda: Los podríamos invitar a pasar unos días en casa. Hay sitio de sobra para todos.
Chidi: Me parece bien. Todavía me tiemblan las piernas. No sabes lo nervioso que me puse cuando me arrodillé para pedirte matrimonio. Temía que dijeses que no...
Wenda: Ni loca habría dicho que no. No había pensado en ello, pero en cuanto me lo propusiste, lo tuve claro.


¡Riiing, riiiiing, riiiiing!

Wenda: Me llaman al móvil. Es sus.Salgo fuera para hablar con ella.
Chidi: Vale.


Martin: Yo voy a salir para ver una cosa de la moto. Ahora vuelvo.
Olivia: Dale a Moisés las sobras del potaje, que están en esa bolsa. El animalito tiene que tener hambre.
Martin: ¡Vale!


En el exterior, Wenda hablaba con Sus por vídeollamada. 

Sus: ¿Qué? 
Wenda: Que nos vamos a casar...
Sus: ¿Hablas en serio?
Wenda: ¡Síii! Estoy tan feliz, hija. Me lo pidió en la iglesia, delante de todo el mundo. Fue tan bonito y romántico.
Sus: Pero mamá, ¡hace muy poco que os conocéis! 
Wenda: ¿Y? Nos amamos. 
Sus: Pero...
Wenda: No hay peros que valgan. Sé que te choca, pero necesito que me apoyes, hija mía. Es joven, pero me ama. ¿No puedo ser feliz?
Sus: No es eso, mamá. Sabes que quiero que seas feliz y Chidi me parece un gran chico, pero...
Wenda: Otra vez con el pero. 
Sus: Lo siento, no te enfades. Estoy impactada, deja que me haga a la idea. Claro que quiero que seas feliz. 
Wenda: Gracias, cariño. No digas nada por ahí, deja que lo haga yo.
Sus: Vale. Mamá, tienes que volver a casa. ¿No ves las noticias?
Wenda: No, ¿qué ocurre?
Sus: El Clickvirus. Hay que quedarse confinado en casa durante 15 días.
Wenda: ¿Clickvirus?
Sus: Sí. No es una tontería. Hazme el favor de volver...


Martin: Wenda, ¿tienes un momento?
Wenda: Me reclaman, cariño. Luego te llamo. Martin, saluda a mi hija.
Martin: ¡Eyyy!
Sus: Mamá...qué vergüenza..Hola...
Wenda: Luego hablamos, cariño. Dime, ¿qué ocurre?
Martin: Mi moto. 


Wenda: Ah, esta es tu moto.
Martin: Así es. Yo mismo la he tuneado. El tubo de escape hace un ruido que lo flipas. Los manillares y los faros son también sello de la casa.
Wenda: Ah, está muy bien...
Martin: Sabía que te gustaría. Venga, que te doy la vuelta que te prometí.


Wenda: Oh, no...mejor otro día.
Martin: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.Venga, no te arrepentirás. Todas las chicas que suben a mi moto, quieren repetir. No montarás una más potente y cañera en tu vida.
Wenda: Te lo agradezco, pero no soy muy amante de la velocidad y después de la merienda no creo que sea una buena idea. Además...me da algo de miedo.
Martin: Chorradas. Monta conmigo y déjate llevar. Prometo que no te pasará nada.
Wenda: Está bien... 


Le dio un casco que estaba firmado por Loretta. "Propiedad de Loretta, la novia de Martin", se podía leer en un lado. Wenda se lo puso con dificultad. Sentía que le faltaba el aire y ya se estaba agobiando, pero reprimió el impulso de quitárselo.

Martin: ¡Agárrate!
Wenda: No corras muchoooo...¡Ahhhh!

Martin arrancó y la moto salió disparada. El estruendo del tubo de escape era ensordecedor.

Martin: Agárrate bien a mi cintura, con fuerza. Puedes apretar, no te cortes.
Wenda: ¡Por favor, no corras tanto! ¡Por la virgen de la clickarena!


Martin: ¡Todas las titis se vuelven locas cuando las saco de paseo!
Wenda: ¡Ahhh! ¡Es que esto es una locuraaaa!¡Martin, paraaa!
Martin: ¡Déjate llevar!
Wenda: ¡Ahhhhhhh!
Martin: ¡Agárrate más fuerte!

Martin la obligó a agarrarse con más fuerza a su cintura. Disfrutaba como Wenda se pegaba a su espalda, apretando los pechos contra él.


Wenda: ¡Ay madreeeee!
Martin: ¡Somos pájaros libres!
Wenda: ¡No quiero morir así!

Loretta llegó en ese momento y los vio en la moto. La sangre le hervía al ver a Wenda agarrar de esa forma a su novio. Identificó su casco. Estaba firmado, era suyo. ¿Quién se creía ella que era para ponérselo? Los celos se apoderaron de ella.


Tras dar unas cuantas vueltas, volvieron a la casa. Aparcó y Wenda bajó de la moto mareada. Estaba a punto de vomitar. Se agarró como pudo a la valla de la entrada.

Wenda: Estoy viva, estoy viva...ay, todo me da vueltas.
Martin: ¡Nenita! Ya estás aquí. Pensaba que llegarías más tarde.
Loretta: Ya veo. Querías tontear con esa vieja, ¿no?
Martin: Amor, eso no es así.
Loretta: ¡Te conozco, Martin! 


Wenda se quitó el casco con gran esfuerzo e intentó peinarse con la mano.

Wenda: Hola, Loretta.
Loretta: Dime, ¿has disfrutado del paseo en la moto de mi novio? ¿Te gusta mi casco?
Wenda: Está bien, pero creo que prefiero los paseos más...


Loretta se abalanzó sobre ella. Wenda dio un par de pasos atrás. Martin agarró a su novia para que no alcanzase a Wenda.

Loretta: ¡Asaltacunas! ¡No vuelvas a tocar a mi novio! ¡No me gustas nada!
Wenda: ¡Oye! ¿Has perdido el juicio?
Martin: Nena, no te pongas así, por favor.
Wenda: ¡Esto es de locos!


Loretta: Es mi novio. He visto como lo tocabas.
Wenda: Perdona que me quisiera agarrar para no matarme. ¡Yo estoy con Chidi y nos vamos a casar! 
Martin: Es que es muy celosa. ¿Verdad, pajarito?
Loretta: Sí...lo siento.
Wenda: El casco, Martin y la moto son en exclusiva para ti. No los quiero para nada. Estoy enamorada de Chidi y no tengo ojos para otro hombre, y mucho menos para el hermano de mi novio.

A Martin le disgustó esa frase, pero disimuló. Era mejor mantener a Loretta calmada.

Martin: ¿Has visto? Tienes que controlar tus celos, pajarito. 
Loretta: Está bien, lo siento.
Wenda: ...


Llegó la noche y el momento de ir a dormir. Wenda se lavó los dientes y al salir, encontró a Olivia en la cama. Estaba leyendo una novela y tenía las lámparas de las mesitas encendidas.

Wenda: Oh, ya estás en la cama.
Olivia: Sí, yo a estas horas ya me acuesto. Me pongo a leer mi novela, y a dormir.
Wenda: ¿Qué estás leyendo?
Olivia: Una monja en clickópolis. Trata de una monja que debe regresar a casa por problemas familiares y se encuentra con su ex.


Wenda: No la conozco.
Olivia: Está bien. Se debate entre el celibato o lanzarse a los brazos del amor.
Wenda: Interesante...


Se metió en la cama y se tapó con las sábanas.  Estaba muy cortada, pues nunca se había visto en una situación parecida. Olivia seguía leyendo y no parecía interesada en conversar con ella.

Wenda: Si me lo recomiendas, me lo leeré.
Olivia: Cuando lo termine, te digo. Espero que estés cómoda.
Wenda: Lo estoy. Se está muy bien aquí.
Olivia: Siento ser estricta con algunas cosas, pero son las normas de mi casa y del señor. Mira mi Martin, que lleva ya tiempo con Loretta y nunca se han acostado juntos. No los vigilo, son adultos, pero Loretta es una santa y no quiere cometer fornicación. Me lo dijo no con esas palabras, pero casi. Es muy devota y sigue a raja tabla las normas del señor. No quiero hacer distinciones entre unos y otros. Todos moros o todos cristianos.
Wenda: Lo entiendo...

Olivia siguió leyendo y quedaron en silencio. Solamente se escuchaba el reloj de pared de la habitación y cuando Olivia pasaba una página del libro.


Wenda: Voy a dormir. Buenas noches, Olivia.
Olivia: Pobre, debes estar cansada.
Wenda: Sí, ha sido un día intenso.
Olivia: Para mi también. Descansa. Buenas noches. ¿Te molesta que siga leyendo? A mi Orlando le da igual, duerme como un tronco.
Wenda: No, para nada. Buenas noches.

En realidad no estaba cansada y no tenía sueño. Se giró y dio la espalda a Olivia. Se tapó con la sábana y rezó para que aquella noche pasase rápido. "¡Quiero dormir en mi casa!" Pensaba desesperada.


Olivia siguió leyendo una media hora más antes de apagar la luz y dormir. Wenda siguió despierta un rato más y al final se durmió. Chidi se arrastraba por el suelo, en calzoncillos. Intentaba no hacer ruido para no ser descubierto.


Llegó a la cama de sus padres y se levantó en el lado en el que Wenda estaba acostada. Le tocó el hombro y Wenda se sobresaltó. Chidi se puso un dedo en los labios para pedirle que no hiciese ningún ruido. Le animó a levantarse de la cama con cuidado.


Wenda se levantó poco a poco. 

Chidi: Vamos.
Wenda: ¿A dónde?
Chidi: A dónde sea. Tengo ganas de ti.
Wenda: Chidi, ¡nos pueden pillar!
Chidi: Tú me hiciste lo mismo en tu casa, ¿lo recuerdas?
Wenda: Cómo olvidarlo. Fue fantástico.


Se metieron en el cuarto de baño. Chidi la besó y Wenda se abrazó a él y le dio un cachete en el trasero.

Chidi: Eres muy mala...
Wenda: No se lo digas a tu madre.
Chidi: Te guardaré el secreto.


Empezaron a jugar con sus cuerpos, dejándose llevar por la pasión.

Wenda: ¡Oh, Chidi!
Chidi: Quiero fundir mi cuerpo con el tuyo.


Escucharon pasos. Alguien subía las escaleras.

Wenda: ¡Alguien viene!
Chidi: ¡Corre, salgamos de aquí!


Martin entró en el cuarto de baño. Llevaba cuatro horas jugando a la videoconsola y había hecho un paréntesis para ir al baño.

Martin: Juraría que había escuchado ruidos...


Chidi la llevó a una salita de estar y cerró la puerta con suavidad.

Wenda: Chidi, esto es una locura...
Chidi: Me gustan las locuras. Mira la luz de la luna penetrando por la ventana. Es un momento mágico. Es nuestro momento.
Wenda: Te amo tanto...


Tumbó a Wenda sobre un baúl de madera y se colocó sobre ella.

Chidi: ¿Quieres que siga o prefieres volver a la cama con mi madre?
Wenda: ¿De verdad necesitas que responda esa pregunta?
Chidi: En realidad no.

Esta vez se entregaron a la pasión y la lujuria sin interrupciones. 


Wenda volvió a la cama pasadas unas horas y se durmió al instante. Cuando escuchó a Olivia moverse de un lado para otro y corriendo cortinas para que entrase la luz, se despertó. Desayunaron en familia y una vez preparadas las maletas, se despidieron de todos.

Wenda: Gracias por vuestra hospitalidad.
Olivia: No entiendo que no os quedéis un par de días más.
Orlando: Da gusto teneros en casa.
Chidi: Tenemos que volver, lo siento. Eso del clickvirus pinta mal. Ya sabéis, quedaros en casa y no salgáis para nada.
Olivia: Hombre, a la iglesia tendré que ir. Es la casa del señor y nos protege de todas las cosas malas.
Chidi: Mamá...
Orlando: No te preocupes, yo la convenceré.
Wenda: Cuidaros mucho. ¡Adiós, Loretta y Martin!
Olivia: Te quiero, hijo. Andad con cuidado. ¡¡Llamad cuando leguéis!!
Chidi: ¡¡Lo haremos!!


Martin: Nena, ¿cuando le diremos a mi madre lo del embarazo?
Loretta: Esperaremos un poco más. Todavía no se me nota.
Martin: Tengo miedo. No reaccionará bien.
Loretta: ¿Y si nos casamos en plan rápido? Así no le sentará tan mal, ¿no? 
Martin: No creo que sea tan fácil, nena.


Continuará...