jueves, 19 de noviembre de 2015

En busca del Ogro


El intrépido y valiente pirata Hércules, les propuso a sus amigos Wen y Sus vivir una aventura. En lo más profundo de un bosque se encontraba la morada de un Ogro feo y malvado. 

- ¡Será emocionante! -exclamó Wen entusiasmado con la idea. 

El pequeño Pandy no quiso perderse esta gran aventura y se apuntó de inmediato. Llegaron al bosque y caminaron siguiendo la corriente del río y las instrucciones de Hércules.

- ¡Vamos, que os quedáis atrás! 

Saltaban de roca en roca para no caer al agua. Hacía frío y el agua estaba helada. Pandy saltaba con sus patitas cortitas y afortunadamente no cayó al agua.


- Este bosque es precioso, Wen -admiraba Sus observando la hermosura del paisaje.
- Hemos hecho bien apuntándonos a esta aventura -le dijo mientras saltaba cruzando el río.


Aquel bosque tan grande parecía ocultar secretos y tesoros escondidos. Se respiraba la magia junto a las fragancias de las flores y la humedad del bosque.

- Creo que es por aquí -Hércules caminaba el primero guiando a los dos hermanos y al pequeño panda.
- ###### (Esperad, que tengo las patitas muy cortas) -se quejaba Pandy cansado.
- ¿Te llevo en brazos, Pandy? -Sus se ofreció cariñosa. Adoraba a su querido amigo panda.
- ####### (No es necesario, ya soy mayor y puedo solo) -Aunque Sus no lo entendió, supo que prefería ir solo.


- ¡Mirad, he llegado hasta esta enorme roca! -les decía Sus a los demás.
- Cuidado no te caigas al agua -le advirtió Hércules -que está helada y te resfriarás. 



En ocasiones debían alejarse del río para poder seguir el camino. La vegetación se interponía en su camino y les complicaba avanzar con más libertad. Hércules intentaba evitar las zonas más densas de vegetación y les tocaba escalar y subir algunas montañas.

- Estoy agotada -confesó Sus secándose el sudor.
- Todavía nos queda camino por delante. Cuando pasemos por esta zona de montañas, descansaremos un rato -Pandy por poco salta de alegría. No quería confesar que estaba muy cansado y necesitaba un descanso. 
- Ese Ogro debe sentirse muy solo viviendo en un lugar tan apartado -Aunque a Wen le estaba gustando mucho aquel bosque, imaginarse viviendo allí solo le asustaba.


Llegaron a una de las zonas más elevadas y pudieron contemplar aquel fabuloso paisaje. Pájaros volando en libertad, árboles coloridos, el río, los animales del bosque...

- ¿Veis aquella cascada de allí? -Hércules señaló a lo lejos y todos asintieron -Pues ahí vive el malvado ogro.
- ¿No será peligroso que nos vea? -A Sus la idea ya no le parecía tan divertida.
- Nos esconderemos. Si no nos ve, no pasará nada -la tranquilizó.


Siguieron avanzando y de nuevo llegaron hasta el río. Se estaban acercando poco a poco a la guarida del Ogro. Los pocos que lo habían visto, contaban que era feo y espantoso. Aseguraban que era malo y peligroso, por lo que no aconsejaban acercase a él. 

- ¿Es muy feo? -quiso saber Sus.
- ¡Es lo más espantoso que he visto nunca! -les aseguró.
- ¿Más feo que un gato pelado? -preguntó Wen riendo.
- Más feo, todavía -afirmó el pirata.
- ##### (Pues no tengo claro que lo quiera ver...) -A Pandy le espantaba imaginar tan horrible ser.


En ocasiones, cruzaron el río para poder seguir avanzando. Mediante unas ramas, debían pasar intentando no caer al agua.

- Ay, que me caigo -Sus avanzaba agarrada a un tronco para no caer al agua.
- Wen, ¿has visto cuantos peces? -le preguntó Hércules.
- ¡Ayuda! -pidió Sus asustada.
- ¡Es verdad! Cuantos peces. Algunos son enormes. ¿Serán tiburones? -Wen reía mientras que su hermana gritaba histérica pidiendo ayuda. 
- ¡Ayy, no me asustéis!
- Vamos, Sus. No te preocupes que era broma. Aquí no hay tiburones -la tranquilizó Hércules.
- Venga hermanita, que tú puedes -le animó Wen.


Finalmente llegaron al lugar dónde vivía aquel terrible Ogro. Se trataba de una enorme cueva situada en lo alto de una montaña. De aquella cueva emanaba una gran catarata de aguas cristalinas. 

- Ahí vive el Ogro.
- Empiezo a tener algo de miedo -confesó Sus.
- No nos ocurrirá nada malo, no te preocupes -Hércules era muy valiente y parecía no temer a nada ni a nadie.


Subieron la montaña con mucho cuidado. La cueva estaba situada en una parte alta de aquella montaña. El acceso no era precisamente fácil. Debían ir con mil ojos para no tropezar y caerse.



Hércules se detuvo alertado. 

- Un momento -les ordenó.

Sus, Wen y Pandy se detuvieron silenciosos. Caminaban mojándose los pies en aquellas aguas cristalinas y frías. Para acceder a la morada del ogro, era preciso mojarse un poco. 

- ¿Qué ocurre? -quiso saber Wen.
- El ogro ha gritado. Sabe que estamos aquí -aseguró a sus amigos.


El temible ogro se estaba dando un refrescante baño en las aguas de su cueva. Solía bañarse una vez al día y era su momento preferido. Solía cantar canciones y jugar con los peces que se acercaban hasta él. 

- ¡Patám, patám, patúm, soy el Ogro más guapo del bosque! ¡Patám, patám , patúm, el señor de esta cueva! ¡Ayyyyyy, pero que bello y guaaAAaaaAAAaapo soy!

Cantaba terriblemente mal, pero nadie se lo había dicho nunca. Una vez una ardilla le tiró un piña a la cabeza en señal de protesta ante su horrible canto, pero no se percató.

- Me apetece salir a comer moras -dijo en voz alta.

Vivía completamente solo y así era la mar de feliz; al menos eso era lo que él quería creer. Odiaba a la gente y no le gustaba la compañía de los humanos.


Decidió salir al exterior para atiborrarse de moras y cantar al aire libre. Fue entonces cuando se percató de la dulce fragancia que invadía el ambiente.

-¡Recórcholis, que bien huele!

Olisqueó el aire intentando averiguar de dónde procedía aquella fantástica fragancia.Salió al exterior y el olor se intensificó.



Pensó que podrían ser las moras. Desesperado gritó al viento.

- ¡Allá voy, moras! -exclamó hambriento.

De un gran salto, salió al exterior. Hércules y Wen se prepararon para defenderse, pero el ogro no se percató de su presencia y siguió su camino.


- ¡Qué susto! -dijo Sus tocándose el pecho nerviosa.
- Es espantoso, tenías razón. Jamás había visto un ser tan feo -Wen estaba muy sorprendido y fascinado.
- Se marcha. Vamos a seguirlo, a ver a dónde va.


- ¡Patám, patám, patúm, soy el Ogro más guapo del bosque! ¡Patám, patám , patúm, el señor de esta cueva! ¡Ayyyyyy, pero que bello y guaaAAaaaAAAaapo soy!


- Su voz me da miedo. Además de ser feo y malvado, tiene una voz horrible -sentenció Sus espantada.
- No me extraña que viva solo en este bosque. Ha ido por ahí, chicos. Vamos, no quiero que le perdamos el rastro -dijo Hércules.




Ogro se estaba comiendo todas las moras que podía. Era un lugar secreto y nadie excepto él sabía la existencia de aquellas sabrosas moras. Las masticaba hambriento y feliz. 

- ¡Patám, patám, patúm, soy el Ogro más guapo del bosque! ¡Patám, patám , patúm, el señor de esta cueva! ¡Ayyyyyy, pero que bello y guaaAAaaaAAAaapo soy! -cantaba al mismo tiempo que comía, por lo que miles de perdigones saltaban en todas direcciones.

Nuestros amigos estaban escondidos, observando al ogro comer totalmente fascinados.

- ¡Qué mal educado! ¡Come con la boca abierta y cantando! -exclamó Sus.


- Shhh, creo que nos ha escuchado -. Todos guardaron silencio asustados.
- ¡Quién anda ahí! -gritó el ogro.

No quería que nadie le quitase sus apreciadas moras, así que se alejó de allí con la firme intención de atrapar a aquellos que lo espiaban. Cuando los vio escondidos espiando lo que hacía, se enfadó mucho.

- Malditos humanos, ¡me queréis quitar mis moras! 
- ¡Nos ha descubierto! -dijo Wen aterrado.



El ogro los persiguió enfadado. Aunque ellos eran más rápidos, el ogro conocía el bosque como la palma de su mano. Corrieron desesperados, de un lado para otro intentando alejarse de él, pero todos sus intentos fracasaron. El ogro los acorraló y no tenían posible escapatoria.


- ¡Os queríais comer mis moras! ¡Pagaréis por ello!
- No, te equivocas. ¡No deseamos comernos tus moras! -le aseguró Hércules. Sacó su cuchillo para defenderse.
- ¡Mentiroso! Los humanos sois todos unos mentirosos.


- Por favor, no nos haga daño -le imploró Sus llorando.
-Prometemos marcharnos para siempre -le aseguró Wen.
- Mentiras y más mentiras. Acabaré con vosotros...¿Eres tú lo que huele tan bien?-Pandy miró sorprendido al ogro. 
-###### (Sí, soy yo lo que huele tan bien. Por favor, no nos hagas daño, señor Ogro).


El ogro observaba  y olfateaba curioso a Pandy. Su rostro enfadado y de pocos amigos cambió por completo. Ahora sonreía contento.

- Eres la cosa más bonita y que mejor huele del mundo -le dijo al pequeño panda.
- ###### (Gracias, señor Ogro. No queríamos molestarle. Observamos que vive usted completamente solo y queríamos ser sus amigos) -le explicó.

Sus, Wen y Hércules no comprendían las palabras de Pandy, pero el ogro  las entendía a la perfección.

- Así es, pequeña cosa. Odio a la gente porque nadie me quiere. Dicen que soy feo pero no ven mi buen corazón. Todos huyen cuando me ven -le explicó triste.


- ##### (Eso es muy triste, señor Ogro. No se preocupe, nosotros seremos sus amigos).

Aquellas palabras de Pandy alegraron al Ogro. Agarró a Pandy con una de sus enormes manos y lo acarició.

- Nunca imaginé que podría tener amigos -Unas lágrimas caían por las mejillas del solitario ser.


Pasaron el día juntos. Descubrieron el gran corazón del ogro, que aunque triste y atormentado por la soledad, albergaba mucho amor en su interior. Compartió sus deliciosas moras con sus nuevos amigos y juntos charlaron y jugaron hasta cansarse. 


Desgraciadamente, debían marcharse de nuevo a casa. Aunque al ogro le entristeció la despedida, sabía que sus nuevos amigos lo visitarían muchísimas veces más.

- Cuídese mucho, señor Ogro. No esté triste, volveremos a verle -se despidió Sus sonriente. 
- Os esperaré con ilusión, amigos. La próxima vez, os enseñaré algunos secretos ocultos de este bosque. Nos lo pasaremos muy bien - Levantó su mano para despedirse y se metió en una cueva -¡Adiós, cosa peluda! 
- ##### (¡Adiós, señor Ogro! -le dijo Pandy triste.


Se hacía tarde y estaba oscureciendo. Debían regresar a casa antes de que anocheciese. Aquella experiencia les sirvió para aprender que nunca se debe juzgar a los demás por sus apariencias. No importa la belleza y el físico, importa el corazón.




Fin

domingo, 15 de noviembre de 2015

La mudanza

Aquel era el primer día de frío de verdad de otoño. Diamante encendió la estufa y en seguida entraron en calor. Sus veía un programa del corazón sentada en el sofá. Diamante se había tumbado apoyando su cabeza sobre sus piernas. Dormía profundamente. Había pasado dos días fuera de casa con Duclack y todos sus compañeros piratas buscando un tesoro.

"Tú lo que eres es una petarda acabada. Mira, tengo las pruebas de que has estado liada con el Pachuli"
"¡Bombazoooo!"

Sus: No sé que hago viendo esta porquería, la verdad.

"Nos confirman que duerme en bragas y que le sienta mal el gazpacho. ¿Es cierto Karmele?"

En esos momentos, Diamante despertó. Vio a Suselle y Dante jugando con sus juguetes y a Pandy en su cesta con un ovillo de lana rosa. Sus parecía absorbida por la televisión.

Diamante: ¿Todavía están dando eso?
Sus: Sí...dicen que ahora darán el nombre del nuevo concursante de Gran Superviviente Hermano Vip 21.


Diamante: ¿No terminó hace nada la edición 20?
Sus: Ya...
Suselle: ¡Déjame!


Sus: ¡Dante! No le quites la muñeca a tu hermana.
Dante: No me la deja.
Suselle: ¡Es mía!
Sus: Será por juguetes. Portaros bien que dentro de poquito os prepararé la merienda.


En ese momento llamaron al timbre y Sus se levantó para abrir la puerta. 

Diamante: ¿Quién será?
Sus: A lo mejor es Lilu. Me dijo que se pasaría.


Sin embargo, se trataba de una chica joven muy atractiva. Se presentó con una tarjeta y dijo ser abogada. Se llamaba Kira y aseguraba tener buenas y malas noticias para Diamante. Sus la hizo pasar y entró con una sonrisa agradable en la cara. Al entrar al comedor Diamante se incorporó vergonzoso, no esperaba que entrase una chica guapa y lo pillase con la guardia baja.

Sus: Pase, por favor.


Kira: ¡Qué niños tan guapos!
Sus: Gracias. Perdona el desorden, pero es que cuando se ponen a jugar no tienen bastante con un solo juguete...
Kira: No pasa nada, lo entiendo.


Sus: Te presento a Diamante, mi marido.
Kira: Un placer, Diamante. Yo soy Kira y trabajo para tu tía, Agatha. Tengo buenas y malas noticias par usted.
Diamante: Puedes tutearme. Mi tía Agatha, hace muchos años que no sé nada de ella.
Sus: Yo no sabía ni que existía...
Diamante: ¿De que se trata?
Kira: Empiezo por la mala. Siento ser yo quién te comunique todo esto, no es plato de buen gusto.


Diamante: Ay madre, ¿qué pasa?
Kira: Lamento comunicarle, ay, comunicarte, que tu tía Agatha falleció hace un par de días.
Diamante: Vaya...
Kira: Lo siento...
Sus: Cariño, lo siento...Nunca me hablaste de ella.
Diamante: Era una clack muy amable y cariñosa, pero la vi muy poco. Siento que haya muerto pero es que tenía tan poco trato que no me afecta demasiado...De todas formas, gracias por comentármelo. Era una buena clack.
Sus: Tendrás que decírselo a tu madre y tus abuelos.
Diamante: Se llevaban realmente mal pero les afectará...


Kira: Dicho esto, vamos a por la buena noticia, ¿os parece bien?
Sus: Por mi sí.
Diamante: Y por mi.

Se levantó y colocó un papel sobre la mesa. Lo extendió y sacó un bolígrafo de su maletín. Diamante lo miró alucinado.

Diamante: Ay madre, que era millonaria y me ha dejado su fortuna. Dime que es eso, por favor.
Sus: ¡Diamante!
Diamante: Hombre, ya puestos a pedir...
Kira: Pues no va muy mal encaminado. Su tía nunca tuvo hijos y su marido falleció hace muchos años. Dejó como herederos a su sobrino, que eres tú, y a la ONG Manos Fijas sin fronteras.
Diamante: ¡Vivaaa! ¿Cuanto dinero es?
Kira: La totalidad del dinero lo ha donado a la ONG, pero sin embargo su mansión la has heredado tú. Se trata de una mansión en la que tu tía no vivía. Siempre estaba viajando por su trabajo y al final nunca hizo uso de su propiedad.
Diamante: ¡Una mansión!


Sus: Diamante, eso es fantástico.
Kira: Por supuesto. Si no os gusta, la podréis vender. Aunque ya os adelanto que os encantará. Este piso es coqueto y muy confortable, pero no tiene nada que ver con la mansión que has heredado.

Diamante se sentó sorprendido. Estaba intentando encajar la noticia. 


Kira: Este es el testamento. En mi maletín tengo las escrituras y todo el papeleo de la mansión. Sólo quedará que firmes un par de documentos y listo.

Diamante leyó el testamento y corroboró todo lo que la abogada le estaba explicando.

Diamante: Es verdad, he heredado una mansión...Gracias tía Agatha.
Sus: ¿Cuando podremos ir a verla?
Kira: Mañana mismo, si les parece bien. ¿Quedamos a las 12?
Diamante: ¡Genial!


Cuando la abogada se marchó, se sentaron de nuevo en en sofá. Todavía estaba en shock e incrédulos ante lo que les había ocurrido.

Sus: Una mansión, cariño. Ojalá sea preciosa. 
Diamante: A lo mejor es horrible...Si no nos gusta, la vendemos.


Al día siguiente Kira los acompañó a la mansión. Decidieron ir en el monovolumen de Sus y Diamante. Dejaron a los niños y Pandy al cuidado de la madre de Sus, Wenda. Kira iba sentada en el asiento trasera y le iba dando indicaciones a Sus, que era la que conducía. Entraron en una barrio de enormes mansiones y gente con un nivel de vida muy elevado.

Kira: Es un barrio muy exclusivo. Justo en esta calle, gira a la derecha. La mansión está situada en la calle Click X el sabio. Está muy cerca del ayuntamiento y tenéis todo tipo de tiendas. Las escuelas son las mejores y la oferta cultural es fantástica. Es un barrio muy seguro y los vecinos encantadores. 
Diamante: Suena muy bien.
Kira: Mirad, es esa. El número 23.
Sus: No puede ser...


Sus detuvo el coche frente la enorme mansión. Diamante sudaba como los pollos sin poder creer que aquello fuese cierto.

Diamante: ¿Seguro que es aquí?
Kira: Sí, es esta. Aparcad ahí mismo.


Salieron del coche y Kira sacó las llaves de la casa. Disponía de dos preciosos balcones y muchas ventanas. La entrada era realmente bonita y la puerta elegante.

Sus: No puedo creerlo...Adoro a tu tía, cariño. Que pena no haberla conocido.
Diamante: ¿Seguro que no es una broma o un error?
Kira: Pues claro que no. Pudiste leer el testamento. No me invento nada.


Kira abrió la puerta y los invitó a entrar.

Kira: Vamos chicos, no tengáis miedo. ¡Es vuestra casa!
Sus: Diamante, estoy nerviosa...
Diamante: Y yo...


Una vez dentro Kira les explicó que se encontraban en la cocina. No había ningún mueble instalado y estaba todo limpio e impecable.

Sus: ¡Es enorme!
Kira: Su tía quería colocar aquí la cocina. Le gustaba mucho cocinar aunque nunca le pudo dedicar todo el tiempo que le habría gustado. No sé vosotros, pero creo que es ideal para instalar una cocina.
Diamante: En nuestra cocina estamos un poco apretujados, la verdad.


Kira: Este es el comedor.

Bajando dos escalones se encontraban con el amplio y luminoso comedor. Sus pegó un grito sorprendida.

Sus: ¡Parece un palacio!
Kira: Sí, no tendrán problemas de espacio.
Diamante: No puedo dar crédito.


Sus corrió por el comedor ilusionada. Observaba todos los detalles. El papel de las paredes, los escalones, la pintura, las cortinas rosas...

Sus: ¿Te imaginas nuestros muebles aquí? Ahí dónde estás tú, la mesa y las sillas. Aquí el sofá y el sillón. Podríamos poner la estufa en aquella esquina. Ay, Diamante...me imagino a los niños corriendo por aquí y me dan ganas de llorar.
Diamante: Invitar a todos a comer o cenar ya no sería un problema. 


Kira: Os enseñaré el primer piso.

Subieron por unas escaleras de caracol y llegaron al primer piso.


Kira: Esta es una habitación perfecta para un dormitorio para un matrimonio o para los niños. Es muy amplia.
Diamante: O para un regimiento...es realmente grande.
Kira: Sí, es una casa con mucha amplitud. Está claro que dependerá de sus gustos a la hora de amueblar y decorar la casa para aprovechar bien el espacio.


Abrió una puerta que dio a otra estancia más pequeña.

Kira: Este es el cuarto de baño. 
Diamante: Cuanta luz.
Sus: El nuestro está poco iluminado.
Kira: Su tía quería mucha luz natural, por eso dispone de tantas ventanas.
Diamante: Mi tía era la caña.


Subieron al segundo piso. Se encontraron con una preciosa habitación con unas vistas sorprendentes.


Sus: ¡Qué bonito! Ay, me gusta mucho.
Diamante: Es preciosa.
Sus: ¡Mira, Diamante! Las vistas son sorprendentes.
Kira: Es el Central Click Park. La envidia de todas las ciudades. Para hacer deporte o pasear es una delicia. Os recomiendo el paseo en barco por su lago artificial. 



Abrió una puerta y entraron en la última habitación de la casa. Sus saltó emocionada al ver el papel de las paredes y el balcón.

Sus: ¡Esto parece un sueño!
Kira: Esta habitación es realmente bonita. Para mi es la mejor. Aquí es dónde su tía pretendía instalar su alcoba. 
Diamante: Nuestra cama quedaría fenomenal ahí.


Sus abrió una de las ventanas. Un aire fresco y puro le acarició la cara. Su pelo se movió suavemente y cerró los ojos relajada.

Sus: Huele a bosque, a humedad.
Diamante: Sería una pasada despertarse cada mañana así.


Kira: Si queréis, os enseño el balcón. La luz que entra gracias a este portón es media vida. Abrió y la luz los deslumbró. El aire fresco y puro invadió sus pulmones y respiraron maravillados.




Salieron al balcón y observaron las vistas. Se veía el parque y las viviendas colindantes, igual de grandes y elegantes. Lejos se veían los edificios de la ciudad. Sus olió las flores que adornaban la barandilla del balcón.

Kira: Su tía amaba las flores. Pagaba a una vecina para que las regase todos los días. 
Diamante: Son muy bonitas.
Sus: Tenía muy buen gusto. Son preciosas. 


Kira: La ilusión de su tía era que pudieses disfrutar de esta mansión, pero si la queréis vender, conozco a varias personas interesadas.
Diamante: No la quiero vender.
Sus: No...a mi me gusta mucho.
Kira: En este barrio viven algunas celebridades. Mercedes Clická vive en aquella de allí. Carmen Clickores y el torero Rojillo en aquella de allá. Dicen que Natalia Morey está interesada en una de aquellas. Esa de ahí es de la polifacética Sidra y aquella de Leopoldo Belmonte.
Diamante: Y ahora podríamos vivir nosotros...


Sus: ¿Tú crees? Me da pena dejar el piso...
Diamante: Ya, pero tenemos que ser prácticos, cariño. Ganamos en calidad de vida y los niños aquí serán muy felices.
Sus: La verdad es que estoy enamorada de esta casa. Es un sueño hecho realidad.


Kira: El barrio en el que vivís es estupendo y el piso muy cuco, pero no tiene comparación con esto. Seguro que podréis vender el piso a un buen precio.


Diamante: ¿Hacemos la locura?
Sus: Pues...¡Sí!
Diamante: ¡Bien!
Kira: ¡Felicidades, pareja!

Los dos se besaron felices. Aquella casa significaba una nueva vida repleta de nuevas experiencias. Estaban deseando comunicarles a todos sus amigos que se mudaban.


Una vez en casa, se sentaron en el sofá para asimilar el cambio. Los niños jugaban con Pandy ajenos a todo lo que estaba ocurriendo.

Suselle: ¡Yo soy la princesa y vienes a rescatarme!
Dante: ¡Vamos, caballito! ¡Más rápido!
Pandy:##### (¡Sus, el niño se ha hecho caca! ¡Ahhh!) 
Sus: Mira que felices son. Diamante, me da mucha pena dejar el piso...
Diamante: Y a mi, pero en nuestro nuevo hogar seremos muy felices, ya lo verás.
Sus: Siempre que estemos juntos, seré feliz.

Diamante se lanzó sobre Sus y se besaron apasionadamente.

Pandy: ##### (¡Ey, vosotros! ¡Que esto huele mal!)



Unos días después comenzaron con la mudanza. Un amigo de Duclón le prestó el camión para transportar todos los muebles y enseres. Los amigos y familiares de la pareja no dudaron en ayudarles con tan pesada tarea. Diamante transportaba los muebles sobre su espalda, haciendo gala de su fuerza. Ben y Duque movían juntos el pesado mueble de comedor y Estrella colocaba la delicada y cara vajilla (regalo de Mary Sarrat) en cajas.


Duclack ayudaba a Sus a guardar todo tipo de objetos personales en cajas para su transporte. Sus había perdido los nervios un par de veces, viendo todas sus cosas tan desordenadas.

Sus: No sé dónde he dejado el peine azul, lo necesito...
Duclack: Está ahí, Sus. 


Sus: Gracias por ayudarnos, Duclack. Creo que sin tu ayuda, me habría vuelto loca.
Duclack: Para eso están las amigas. Ya nos queda poco, no desesperes.


La habitación fue una de las últimas estancias que recogieron. Sus metía toda la ropa en maletas mientras que Diamante intentaba poner orden. Los niños saltaban como locos sobre la cama entusiasmados con el desorden.

Diamante: ¡Os vais a caer de la cama!
Dante: ¡De mayor trabajaré en el circo!
Suselle: Yo trabajaré de princesa y llevaré vestidos muy bonitos.
Sus: Diamante, trae toda la ropa interior de aquel cajón.
Diamante: Voy.


La casa estaba prácticamente desalojada. Wen ayudaba a Diamante a bajar la pesada nevera. Tenían dificultades para que pasase por el hueco de la puerta.

Wen: Pasa justo.
Diamante: La próxima nevera que compremos será de esas de camping. ¡Esta pesa como un elefante!
Sus: ¿Pesa mucho?
Diamante: ¿Eh? No, esto no pesa nada cariño. No te preocupes, que está chupao. Tu maridito la baja sin problemas.
Sus: Ah, vale...Pero no te hagas daño, por favor.



Duclón condujo el camión hasta la nueva vivienda de Sus y Diamante. Bajaban los muebles poco a poco y con delicadeza. Lilu daba órdenes sin mover un dedo.

Lilu: ¡Tito, cuidado con ese mueble!
Ben: ¿Eh?
Lilu: Osea que es caro y el diseño exclusivo, tito. Sería como muy tragedia que se rayase.


Hércules: Creo que puedo solo, Diamante. No hace falta que me ayudes con el sofá.
Diamante: Yo también puedo solo, pero es por hacer algo juntos...


Fatumata: Sus, ¿tantas cosas necesitas para vivir?
Sus: Pues...supongo.
Fatumata: La mayoría de estas cosas no sé ni para que sirven...
Estrella: Cuando te acostumbras a usarlas, ya no puedes vivir sin ellas.
Sus: Es verdad.
Fatumata: Pues no las quiero.


Lilu: ¡Miro y admiro, caris! ¡Muy bien!
Duque: Lilu, podrías echar un cable...
Lilu: ¡Ya lo hago, cari! No seas tan refunfuñón. 
Duque: ¿Eso es ayudar? Lo único que haces es molestar...
Lilu: ¡Osea, ve a big brother y nomínate! Estoy dando instrucciones. Alguien debe poner orden en todo este desorden. 


Othello: Ahí va la mesita, Gallofa.
Gallofa: Ay, me duelen hasta las pestañas. Esto de tener tantas cosas...¡Menos mal que yo vivo casi con lo puesto!


En el interior de la casa, ya habían instalado algunos muebles. Duclón se estaba encargando de la instalación del agua, que estaba dando algún problema en la cocina. Nahuel intentaba ayudar en lo que podía a Duclón, pero no se enteraba de nada.

Duclón: Páseme la llave inglesa, Nahuel.
Nahuel: ¿Inglesa? Aquí pone made in China y no veo llaves por ninguna parte. ¿Le vale mi llave de casa?
Duclón: Déjelo, ahora lo busco yo mismo.

Willy y Renzo jugaban corriendo de un lado para otro. Atalana bailaba mientras cantaba algo totalmente incomprensible para Wenda, que la observaba boquiabierta. Salma sonreía divertida. Mientras Suselle y Renzo y Pandy jugaban con los juguetes.


Wenda: ¿Qué diablos está haciendo? Me está mareando...
Salma: Está bendiciendo la casa y expulsando a los malos espíritus. Es un baile clásico en nuestra tribu.
Wenda: Ahhhh...
Atalana: ¡Yeha noha, yeha noha, tubancaqué tubancaqué! ¡Wepa haou! ¡Wepa haou!
Wenda: Precioso...
Salma: ¿Verdad? Es que en esta casa ya no se respira malas vibraciones.
Wenda: Sí, se respira mucho mejor, digo. 


Atalana: ¡Yeha noha, yeha noha, tubancaqué tubancaqué! ¡Wepa haou! ¡Wepa haou!
Wenda: Para su edad tiene una vitalidad envidiable, eso no te lo puedo negar.
Salma: El secreto está en la alimentación y la vida sana. También hay que tener buena genética.
Wenda: Salma, tu hermana era una mujer muy generosa.
Salma: Bueno...era especial.
Wenda: Tengo entendido que no os llevabais muy bien.


Salma: Has entendido bien. Renegó de la tribu y de su familia. Decía no sentirse realizada y que aquella vida no era suficiente para ella. Se marchó sin más y nunca más se preocupó por nosotros.
Wenda: ¿No has sentido su muerte?
Salma: Pues claro. Abani, que es así cómo se llamaba realmente, era alguien muy especial para mi. La adoraba y siempre fue mi ejemplo a seguir, hasta que se le fue la cabeza. Quería que todos la llamasen Agatha y criticaba de malas maneras las costumbres de nuestro pueblo. La vi un par de veces, pero siempre discutimos y nos acusamos por errores pasados. Su muerte ha sido un palo para mi...aunque parezca que tenga el corazón de piedra. Mis padres han sufrido mucho, pero para ellos la muerte no es más que otro paso a otra vida. Yo sin embargo, estoy influenciada por otras culturas y su muerte no me parece tan...mágica.  Que le haya dejado esto a mi Diamante es una muestra de que me quería y que se disculpaba por todos los errores que cometió. Si pudiese, también me disculparía...
Wenda: Seguro que ella sabía que la querías y estabas arrepentida por no haber solucionado las cosas.


Wen cargaba con una de las mesitas de la habitación de invitados. Duclack intentaba montar las camas.

Wen: Ya estoy aquí con la segunda mesita de noche.


Duclack: Pensaba que me costaría mucho más montar estos muebles, pero ha sido bastante fácil. La llave allen es una maravilla.


Cuando montaron todos los muebles, Diamante y Sus fueron a su piso para despedirse. Entraron en el comedor, donde tantas experiencias habían vivido. Sus no pudo evitar soltar unas lágrimas de tristeza.

Diamante: No llores, cariño. Hemos sido muy felices aquí pero también lo seremos en nuestro nuevo hogar.
Sus: Lo sé, pero no lo puedo evitar...Hemos celebrado aquí navidades con todos nuestros seres queridos, Halloween, reuniones familiares y de amigos. Recuerdo cuando anunciamos que estábamos embarazados.
Diamante: ¡Menuda fiesta montamos! Duque tocaba la guitarra y todos nos animamos a bailar.
Sus: Has organizado con todos los piratas muchas de vuestras misiones en este comedor.



Diamante: ¡Y cómo olvidar cuando nos reuníamos para comer churros con chocolate!
Sus: Sí...
Diamante: No llores más, cariño.
Sus: Es que esos recuerdos son muy bonitos. ¿Recuerdas cuando se mudó Sinéad y Eros? La pobre estaba muy cortada. La echaré de menos...
Diamante: Nos vendrá a visitar, no te preocupes.
Sus: Los niños han crecido aquí, son tantos recuerdos...Este era nuestro refugio, Diamante.





Fueron al dormitorio, ya sin ningún mueble. Se asomaron por la ventana para observar el paisaje por última vez desde aquella ventana.

Sus: Aquí te he echado de menos muchas veces, tumbada en la cama esperando que volvieras de tus viajes. Hemos vivido momentos de pasión incontrolable...
Diamante: Si estas paredes hablasen...
Sus: Hemos sido muy afortunados aquí. ¿Recuerdas cuando me vendaste los ojos y me sorprendiste con la cunita y los muebles de los niños?
Diamante: Sí, aquel día fue muy mágico. Encontrar esa pared hueca y poder aprovecharla para colocar la cunita fue una suerte.




Sus: Adiós, gracias por los momentos tan felices. Siempre te llevaré en mi corazón.

Sus se puso a llorar y Diamante la abrazó cariñoso. A él también le costaba desprenderse del que hasta ese momento, había sido su hogar. Llevaban consigo algunas maletas con las últimas cosas que se habían dejado en el interior. Echaron un último vistazo al pasillo y cerraron la puerta.


Sus: ¿Quién se vendrá a vivir aquí? No quiero que sea mala gente, Diamante.
Diamante: El de la inmobiliaria dice que el piso tiene muchos novios. Procuraré que se lo quede uno con buenas intenciones. 
Sus: Podría ser una familia como nosotros. 


Sinéad: Veo que ya os vais definitivamente.

Sinéad y Eros pasaron para despedirse. Sus intentaba disimular las lágrimas y Eros sonrió divertido. Por mucho que se esforzase, sabían que le estaba costando dejar el piso.

Sus: ¡Sinéad, Eros! Ahora íbamos a despedirnos. Sí, ya nos vamos...
Sinéad: Os echaré de menos...esto no será lo mismo sin vosotros.


Sus se lanzó a los brazos de Sinéad y lloró en su hombro. Sinéad hizo un esfuerzo para no llorar y manchar a sus con lágrimas de vampiro.

Sus: ¡Os echaré de menos!
Sinéad: Nosotros también. No te preocupes, iremos a veros muchas veces.
Sus: ¿Me lo prometes?
Sinéad: Te lo prometo.


Diamante: Está llorona. 
Eros: Pero Sus, si os vais a vivir a una mansión de infarto.
Sus: Lo sé, pero...
Sinéad: Yo te entiendo. Os confieso que estamos mirando otra residencia. Pronto nos marcharemos de aquí.
Diamante: ¿Os vais?
Sinéad: Deseamos una zona distinta y cambiar de aires. Ahora que vosotros no estáis, nada nos retiene.


Hermenegilda: ¡De aquí no os vais sin despediros de mi!
Sus: ¡Señora Hermenegilda!
Hermenegilda: La misma que viste y calza.
Sinéad: Creo que os trae cocido...

Llevaba una olla humeante y se la entregó a Sus muy decidida.


Sus: ¿Y esto?
Hermenegilda: Que la juventud de hoy en día no come más que porquerías. Mradonals de ese y comida de yankees. Es un cocido mío, de los buenos con fundamento. Tiene pelotas de carne, patatas, garbanzos y zanahoria. ¡Pa chuparse los dedos, guapa! Estoy segura que allí mal comeréis.
Sus: Oh, gracias...


Hermenegilda: La olla no te preocupes, ya me paso yo misma mañana y la recojo. Era el número 23, ¿no?
Diamante: No, el 29.
Sus: ¡Diamante! Sí, es el 23. Aunque no quiero que se moleste, si eso ya se la traemos nosotros...
Hermenegilda: ¡Ni hablar! Haberse visto, si a mi no me cuesta nada ir a tu casa. De paso me la enseñas y te doy mi opinión. ¡Ah! Compra leche desnatada y me invitas a merendar, yo llevaré unas magdalenas recién hechas. Te contaré lo de mi amiga Fernanda, que ayer conoció a un viejo verde y se piensa que está enamorada. ¡Ah! La del tercero, esa es muy rara. El otro día estuve hablando con ella y como tenía la puerta entreabierta, pude ver el comedor. Ya te contaré, ¡es un horror!
Sus: Vale...
Eros: Menudo morro tiene...
Hermenegilda: ¿El qué has dicho?
Eros: Que...si...tiene morro el cocido.
Hermenegilda: Ah, pues de eso no le he echado. Es que con las pelotas ya tiene consistencia.  


Diamante: Será mejor que nos marchemos ya, que se está haciendo tarde.
Sus: Gracias de nuevo. Ya sabéis dónde vivo, allí tenéis vuestra casa.
Hermenegilda: Ah, pues alguna noche me escapo y me quedo a dormir con vosotros.
Eros: Será mejor que huyáis de inmediato.

Salieron corriendo y la señora Hermenegilda tocó los hombros de Sinéad y Eros.

Hermenegilda: Es una pena pero bueno, ahora podremos estar más unidos. No notaréis su ausencia, me encargaré de que no os sintáis solos.
Sinéad: Ay, no...


Sus y Diamante llegaron por fin a su nuevo hogar. Estaba completamente amueblado y con todos sus enseres en su sitio. Sus dejó la pesada olla sobre la mesa de la cocina y suspiró.

Sus: Pues huele bien, pero lleva carne...
Diamante: Ya me lo comeré yo. Qué silencioso está todo, ¿no?



Wenda estaba en el comedor, cuidando de los niños. La estufa estaba encendida y el ambiente era muy acogedor.

Wenda: Habéis tardado mucho, ¿no?
Sus: Nos hemos entretenido con la vecina.
Wenda: ¿La pesada? Esa mujer es un calvario.
Sus: Pero es buena mujer.


Dante jugaba con un tractor en el suelo y Pandy dormía en su cesta abrazado a su ovillo de lana.

Dante: Ruum, ruuum, ruuuuuuum.


Diamante: ¡Ven aquí, enano!
Dante: ¡Yo no soy enano!

Le hizo cosquillas en la barriga y Dante reía alegre.

Wenda: ¡Shhh! La nena duerme.
Sus: Oh, mi niña. Se ha quedado frita.
Wenda: No me extraña, con los trotes que da de un lado para otro. Duclack está arriba con Willy y Renzo. Han insistido en quedarse a dormir esta noche. Mañana no tienen escuela.
Sus: ¿Y Duclack?
Wenda: Subió a la habitación de los niños para contarles un cuento.


Diamante y Sus subieron las escaleras hasta la primera planta. Observaron la habitación de invitados amueblada.

Sus: Son muebles clásicos y quizás poco novedosos, pero son elegantes y quedan bien.
Diamante: Cuando podamos compramos unos más modernos.


Sus: El cuarto de baño es genial. Nuestros muebles han quedado perfectos.¡Parecen pensados para esta casa!

Abrieron la puerta y entraron ilusionados. Se acabaron los problemas de espacio. 



Subieron a la segunda planta y allí encontraron a Duclack. Estaba sentada en una pequeña silla para niños y frente a un escritorio. Leía un cuento infantil de un libro que les había regalado a Dante y Suselle.


Duclack: Cuando la malvada bruja de las Cumbres encerró a las 7 princesas en los 7 castillos de las 7 montañas, custodiadas por 7 halcones, 7 ogros y 7 dragones, nadie pensó que se las pudiera volver a ver con vida. Pero años después, el valiente Sir Pentín juntó un aguerrido grupo de...Uy, no os había visto.
Sus: Hola. Se han quedado dormidos.
Duclack: Sí, eso parece.



Sus: ¿Te quedarás a cenar? Vamos a preparar pizzas. ¡Ah! También tenemos cocida de la señora Hermenegilda...
Duclack: Me quedo, pero prefiero pizza. Estoy muy feliz por vosotros, esta mansión es maravillosa.
Diamante: Gracias, capitana.
Sus: Es un sueño, la verdad. Aquí te podrás quedar muchas veces a dormir, en el piso era muy engorroso.
Duclack: ¡Sí! Voy a bajo a jugar con Pandy.
Diamante: Ahora nos vemos.


Finalmente entraron en su alcoba. Los dos observaron su nido de amor emocionados. Aunque habían sido muy felices en el piso, estaban seguros que aquí también lo serían.

Sus: Todavía no doy crédito. 
Diamante: Yo tampoco. Vamos a estrenar la cama en esta casa.



Se tumbaron boca arriba. Estaban cansados de la mudanza y el cúmulo de emociones, pero la felicidad superaba cualquier otra sensación.

Diamante: Gracias, tía Agatha.
Sus: Algún día me tienes que contar más sobre ella. 
Diamante: Lo haré. Sus, estoy pensando una cosa...
Sus: ¿El qué?


La agarró y la besó con pasión.

Diamante: Sobran las palabras, ¿no?
Sus: Sí, sobran.


FIN