lunes, 26 de febrero de 2018

Fuego en mi alma: Capítulo 06 - Colorín

Capítulo 06

Colorín

Austin apuntaba a Ben con su arma. Disfrutaba del terror en los ojos de sus víctimas, que lo miraban asustados. Algo golpeó con fuerza a Austin en la cabeza. Descubrió que era un pájaro, que se lanzaba una y otra vez contra él. 

Ben: ¡Es Colorín!

Su querido amigo atacaba al hombre con todas sus fuerzas. Este intentaba golpearlo sin éxito hasta que al final perdió el control de la situación.


Keira y Ben aprovecharon el momento y forcejearon con él para arrebatarle el arma y reducirlo. 

Ben: ¡Sigue así, Colorín!
Keira: ¡Dame el arma!
Austin: ¡No quiero! ¡Déjame, bicho del diablo!


Finalmente, Keira le quitó el arma. Ben lo redujo hasta dejarlo inmóvil en el suelo.

Ben: No te muevas.
Austin: ¡Suéltame! 
Keira: Si intentas algo, dispararé.


Austin: Vamos, solamente pretendía asustaros...
Keira: ¡Manos arriba! No se te ocurra hacer ninguna tontería. Si me das un motivo, disparo.
Austin:Vale vale, tranquila...


Colorín los observaba posado en unas rocas. Parecía satisfecho. Ben se acercó hasta su amigo. Les había salvado la vida. El pájaro se posó en su mano y Ben le acarició la cabeza.


Ben: Amigo mío, muchas gracias. Nos has salvado la vida.


Paula: Ben...

Colorín se posó en el hombro de Ben y este se acercó hasta Paula, que lo miraba avergonzada.

Ben: Será mejor que te marches, Paula.
Paula: Vamos, amor...estaba asustada. ¿No te habrás tomado en serio todo lo que dije?
Ben: Por supuesto que sí. Entiendo que estuvieses asustada, pero no te importó lo que me pudiese ocurrir.
Paula: ¡Eso no es verdad!
Ben: No me invento nada, me remito a lo que acaba de ocurrir. No quiero volver a verte, pero no te preocupes, te recordaré con "mucho" amor.
Paula: ¿Hablas en serio? Por favor...
Ben: No puedo seguir contigo, Paula. Me has hecho daño, me has defraudado y has demostrado que nuestro amor no es nada para ti.


Paula salió corriendo hacia la cabaña. Estaba llorando, arrepentida por su forma de actuar.

Ben: ¡Que alguien te acerque a tu casa!


Sus, Duclack y Amador caminaban juntos por otra zona del bosque. Amador no dejaba de hablar con Duclack y ensalzar su belleza. Esta lo ignoraba e intentaba cambiar de tema cuando se ponía pesado.

Amador: Estoy inspirado, por la belleza del bosque y la tuya, Duclack.
Duclack: ¿Inspirado?
Amador: Oh, Duclack, oh bella pirata, tu piel de porcelana y tu carita de princesa. Oh, Duclack, oh bella damisela, preciosa por fuera, maravillosa por dentro. Ohhh, Duclack...
Sus: ¡Qué pesado!
Duclack: Sí, es muy cansino. 
Amador: ¡Oh, Duclack, la pirata más bellísima y guapa del Playmundo!


Duclack: Amador, agradezco tus piropos pero no es necesario que sigas. 
Amador: ¿No te gustan mis poesías?

Sus siguió caminando sin percatarse que se habían detenido.

Duclack: No es eso, es que no estoy interesada en ti y no creo que lo esté nunca. Ahora mismo mi corazón está cerrado con un candado y la llave la tengo guardada a buen recaudo. Prefiero que guardes tus esfuerzos para cortejar a una clack que esté predispuesta al amor y le gustes y no que pierdas el tiempo conmigo. No me malinterpretes, eres un buen click, seguro que encuentras el amor en otra parte.


Amador: Oh, ¿y tu amiga?
Duclack: Está casada y con hijos. 
Amador: ¡Cachis!
Duclack: Deberíamos centrarnos en lo que hemos venido aquí, que es salvar la naturaleza.
Amador: Disculpa, soy muy pasional...


Duclack: No te preocupes. Un momento...¿Qué es eso?

Duclack señaló en unos matorrales. Fueron hasta allí y sacaron una garrafa de gasolina. Estaba oculta entre entre la maleza.


Amador: Con esto pretenden incendiar el bosque...
Duclack: Debemos alertar a los demás.
Amador: Un momento, ¿dónde está tu amiga?


Duclack: ¿Sus? ¡Sus!
Amador: Hace un rato que no la veo.
Sus: ¡Socorro!
Duclack: ¡Es Sus!


Corrieron hacia ella y la encontraron gritando acorralada por el fuego. Luchaba por salir de allí, pero las llamas devoraban insaciables cada escapatoria.

Sus: ¡Socorro! ¡Duclack!


Duclack: ¡Sus! ¡Intenta mantener la calma! 
Sus: No...puedo respirar...
Duclack: ¡Aguanta!


Sus cayó al suelo y perdió el conocimiento.

Duclack: ¡Tenemos que ayudarla!
Amador: ¡Si no nos damos prisa morirá!
Duclack: ¡No lo permitiré!


Amador: ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Duclack! ¡Es muy peligroso!

Duclack corrió hasta unas rocas y empezó a correr con todas sus fuerzas.


Saltó y se agarró a la rama de un árbol. Al agarrarse tomó impulsó con las piernas.

Duclack: ¡Patada voladoraaaaa!



Finalmente, cayó justo dónde se encontraba Sus.  

Duclack: ¿Sus?
Sus: Duclack...


La agarró en brazos, pero no sabía por dónde salir.

Amador: ¡Las llamas avanzan rápido! ¡Tenéis que salir de ahí!


El viento abrió un hueco entre las llamas y Duclack aprovechó para saltar por ahí. No se lo pensó dos veces, pues podría ser la única oportunidad de salir con vida de esa situación.


Dio un gran salto con Sus en brazos y consiguió salir del infierno. Tumbó a Sus en el suelo e intentó reanimarla. 

Sus: Duclack...


Duclack: ¿Estás bien?
Sus: Sí, creo que sí.
Amador: Ha venido por poco.
Sus: Creía que no lo contaba...


Amador: ¡Debemos apagar el incendio!
Duclack: Hay que avisar a los demás y que vengan los bomberos.
Sus: Si no nos damos prisa, puede arder todo el bosque...


Amador vio un hombre caminando con una antorcha en la mano y una garrafa de gasolina en la otra. Sin duda alguna, aquel era el hombre que estaba propagando el fuego. Reconoció a aquel tipo como uno de los hombres de Austin, un tipo muy peligroso.


Caminó con sigilo hasta acercarse a él. Lo vio quemar el hogar de una serpiente, que salía despavorida huyendo de las llamas.


Aquello enfureció todavía más a Amador, que salió de su escondite ante la sorpresa del pirómano. 

Amador: ¡Deja de quemar el bosque!
Troy: ¿Eh? 


Amador le golpeó con todas sus fuerzas y el hombre quedó en el suelo inconsciente. No quiso perder más tiempo del necesario y se puso a dar patadas al fuego en un intento por apagarlo. Estaba claro que necesitarían ayuda. El fuego estaba avanzando de forma peligrosa y descontrolada.



Continuará...

sábado, 17 de febrero de 2018

Fuego en mi alma: Capítulo 05 - Esa es mi chica

Capítulo 05

Esa es mi chica

Keira creó grupos de tres y les asignó una zona del bosque. Aunque Suselle quería participar, la dejaron en la cabaña junto a Ximena y Donna. Esas personas podían reaccionar de una forma impredecible si las encontraban, por lo que era demasiado peligroso. 

Agnes y Artemisa iban junto a Valeria. Era una clack valiente y muy segura de si misma, por lo que se sentían protegidas. Comenzaron a caminar entre los árboles. Al principio reinaba el silencio, ninguna parecía capaz de pronunciar una sola palabra. Aquello a Agnes no le importaba, pues estaba disfrutando del relajante ambiente natural del bosque. Finalmente, Valeria rompió el silencio.

Valeria: Chicas, muchas gracias por ayudarnos.
Artemisa: Queremos ayudar en todo lo que sea posible.
Valeria: La gente suele pasar de estas cosas. Se piensan que nada de esto va con ellos.
Agnes: La naturaleza es todo lo que tenemos. Sin ella...
Valeria: No somos nada.
Agnes: Siempre he estado muy unida a la naturaleza. En Galicia me pasaba largas horas paseando y leyendo en el bosque.
Valeria: ¿Eres gallega?
Agnes: Sí, aunque hace mucho que no vivo allí. Aunque mi intención es volver en cuanto pueda y quedarme allí para siempre.


Valeria: Dicen que Galicia es muy bonita. No he estado nunca, pero me han hablado muy bien de ella.
Artemisa: Es una tierra preciosa.
Agnes: La tierra más preciosa del mundo. Bueno...al menos para mi.
Valeria: Es lógico que pienses así. Es la tierra dónde has nacido. Yo amo mi Wensuland y no creo que exista mejor lugar en el mundo. Por mucho que nos alejemos, la tierra que nos vio nacer siempre la llevaremos en nuestro corazón.
Agnes: Sí...
Valeria: Perdona, no pretendía entristecerte...
Agnes: No te preocupes, es añoranza por Galicia. No me has entristecido. 


Valeria: Un momento...¿Habéis escuchado eso?
Artemisa: Yo no...
Agnes: Viene alguien...
Valeria: Debemos escondernos. Puede que sea uno de esos hombres.
Artemisa: ¿Son peligrosos?
Valeria: ¿Clicks capaces de incendiar un bosque y asesinar animales por diversión? Apuesto lo que quieras a que sí. Seguidme, por aquí.


Siguieron a Valeria intentando hacer el menor ruido posible. Agnes se detuvo un momento para ver quién se estaba acercando. Sabía que podía ser peligroso, pero quería ver la persona capaz de hacer cosas tan terribles. Recordó los incendios que azotaron Galicia y eso la enfureció. Por un momento pensó en ir corriendo hasta esa persona y gritarle en la cara, pero desechó la idea al instante.


Ese ser miserable tenía la apariencia de un click normal. Era rubio, con barba. Vestía con ropa de cazador y un gorro negro de tela. Caminaba con tranquilidad, sin percatarse de su presencia.


Valeria las llevó hasta una cueva y allí se escondieron. Se asomaron para ver que hacía aquel hombre.

Valeria: ¡Lo sabía!
Artemisa: ¿Qué ocurre?
Valeria: Es uno de los cazadores que merodean por el bosque. Le he multado muchas veces y tiene varios juicios pendientes. Es un personaje despreciable. 
Artemisa: ¿Está planeando algo? Parece muy decidido...
Valeria: Seguro que sí. Debemos estar atentas. Si lo pillamos con las manos en la masa, lo podrían encerrar mucho tiempo entre rejas.


Agnes: No comprendo que exista gente capaz de dañar la naturaleza...
Valeria: Desgraciadamente hay mucha. Por eso decidí ser guardabosques. Al menos siento que hago algo por la tierra.
Artemisa: ¿Qué está haciendo?


Se acercó hasta unas rocas y apartó unos matorrales. Metió la mano entre las rocas y sacó una garrafa de gasolina.

Agnes: ¿Eso que es?
Valeria: Debe ser gasolina. La tenía ahí escondida. ¡Maldito!



Cuando agarró la garrafa de gasolina, se marchó.

Agnes: ¡Se nos escapa!
Valeria: No te preocupes, me conozco muy bien este bosque.


Algo gruñó tras ellas. Todavía no habían salido de la cueva. Al darse la vuelta, vieron a un pequeño oso mirarles fijamente.

Valeria: ¡Es un osezno! Debemos apartarnos lentamente. 
Artemisa: Mirad...esa es la madre.
Valeria: Está durmiendo, si somos sigilosas no se despertará. Si se percata de nuestra presencia, nos atacará.
Agnes: Hola, pequeño.
Artemisa: Agnes, no te acerques...


El osezno se acercó a Agnes y ella lo acarició. El animal parecía agradecido y no se mostraba hostil. 

Agnes: Pareces un peluche. Eres un animal adorable. Eu tamén me alegro de coñecerche.
Valeria: No te teme...
Agnes: Sabe que no le haré ningún daño.
Valeria: Es peligroso, Agnes...si la madre se...


En ese preciso momento, la madre se despertó. Se acercó rápidamente hasta su hijo y Agnes. Artemisa y Valeria se alejaron de ellos, pero Agnes no se movió.

Artemisa: ¡Agnes!
Agnes: No tengo miedo.
Valeria: Debes alejarte, por favor. ¡Es peligroso!


Agnes hizo caso omiso a su advertencia. Se acercó lentamente a la madre y la acarició. La osa cerró los ojos complacida y Agnes le sonrió.

Agnes: Coida do teu fillo, amiga. Hai xente moi mala que quere facervos dano.
Valeria: No doy crédito...
Artemisa: Me va a dar algo. Sabía de su conexión especial con los animales, pero nunca pensé que podría ser tan grande.


Agnes se despidió de los osos y comenzó a caminar.

Agnes: Vamos, no debemos perder más tiempo.

Artemisa y Valeria la miraban con admiración.

Artemisa: Esa es mi chica.
Valeria: Es alucinante.


Keira caminaba junto a Ben y Paula. Ella iba delante, buscando huellas o cualquier cosa que le diese pistas sobre los sospechosos. Paula escuchaba audios del móvil con los auriculares, por lo que estaba poco atenta a lo que ocurría a su alrededor.

Ben: ¿A que este lugar es precioso? ¿Paula?
Keira: No te escucha. Las niñatas son así, Ben.
Ben: No es una niñata.
Keira: Pues tampoco es una mujer. No me quiero meter dónde no me llaman, pero Paula es una...


Paula: ¡BEEEEEEN! ¡Nueva canción de Clingo! ¡Habla de un amor y parece que está hablando de nosotros! ¡LA TENEMOS QUE BAILAR!
Keira: ¡Shhh! ¡Baja la voz!
Ben: ¿Ahora? Cariño, este no es buen momento para eso...


Paula: ¡Claro que lo es!
Keira: ¡Shhh! No grites tanto, intentamos pasar desapercibidos. 
Paula: ¡Tú, calla! Se nota que estás celosa. 
Keira: ¿Yo? Niñata, estás alucinando.
Paula: Venga, vamos a bailar. Te pongo un auricular y bailamos.
Ben: Paula, te digo que ahora no es buen momento...
Paula: ¡¡QUIERO BAILAR ESTA CANCIÓN!! 


Keira: Por favor, estamos trabajando. Si gritas tanto alertaras a los que estamos intentando atrapar.
Paula: No creas que soy tonta. He visto como miras a Ben. Lo siento, pero es mío. Nos amamos y vamos a casarnos. 
Ben: ¿Eh?
Paula: Tendremos hijos y viviremos juntos. Venderemos esa cabaña y nos iremos a vivir a la gran ciudad.
Keira: Vale, felicidades. Ahora intenta hablar en voz baja, estamos trabajando.
Paula: Estás celosa y no quieres que disfrutemos nuestro amor.
Keira: Mira, guapa. Tú no sabes nada sobre mi ni sobre lo que quiero. No estamos aquí para discutir vuestro amor.
Ben: Paula, tiene razón.


Paula: ¡PERO ES QUE NO TE ESTÁS DANDO CUENTA! ¡TE ESTÁ MANIPULANDO! 
Ben: Quieres relajarte, por favor. Te equivocas con Keira. Es una gran amiga y solamente quiere atrapar a los malos, nada más.
Keira: Tienes suerte de pillarme a buenas. A mi las tonterías las justas. Ben, tienes que llevarte a esta de aquí. Está entorpeciendo nuestro trabajo.
Ben: Será mejor que volvamos a la cabaña y te tranquilices.
Paula: ¡¡NO ME DA LA GANA!! Quiero bailar esta canción contigo aquí y ahora. Ben, nos amamos, es un amor verdadero, eterno. Este bosque debe ser testigo de nuestro amor. Si no bailamos esta canción, ¿qué será lo próximo? ¿ Dejar de darnos de comer?
Keira: ¿Os dais de comer?


Austin: Disculpad que os interrumpa.

Un hombre armado con una pistola los estaba apuntando con ella. Vestía con ropa de cazador con una boina militar. Lucía una perilla y unas cejas muy pobladas. Era un hombre de complexión fuerte y una sonrisa maliciosa. 

Paula: ¡AHHHHH!
Keira: Austin, me lo tendría que haber imaginado. 
Austin: El sigilo no es lo vuestro, ¿verdad? Se escuchaban los gritos desde la otra punta del bosque.


Keira: Haz el favor de bajar esa arma. Esto no es necesario.
Austin: ¡Manos arriba!
Ben: ¿Qué pretendes?
Austin: Ganar mucho dinero. No te preocupes, tendréis una muerte rápida e indolora.
Paula: ¡YO NO QUIERO MORIR!


Ben: Te lo ruego, deja que ellas se marchen. 
Austin: Son testigos, no las puedo dejar marchar. Además, Keira sabe quién soy.
Keira: Pues claro que lo sé. Eres una maldita cagarruta sin corazón. Prometo que acabaré contigo.
Austin: Olvidas que soy yo el que tiene un arma.


Ben: Esto es un sin sentido. Matar vidas, destruir bosques...¿Tanto amas el dinero?
Austin: Digamos que el dinero es el amor de mi vida. Cuando Germán Estello me pague, seré rico. Estoy deseando quemar esa maldita cabaña que tienes.
Ben: Te ruego que desistas de esta locura.
Austin: Lo siento, está decidido.


Paula: ¡Un momento! Yo no tengo nada que ver con esto. En serio, no sé que hago aquí. A mi me da igual todo esto del bosque.
Ben: ¡Paula!
Paula: Solamente estoy aquí por Ben, pero que prefiero vivir a morir aquí. Deja que me vaya, no diré nada a nadie.
Keira: ¿Esto va en serio?


Paula: Ben, lo siento pero todo esto es demasiado para mi. Yo todavía soy muy joven para morir y tú...al menos has vivido más que yo. Prometo recordarte con amor...pero yo no quiero morir. Lo siento.
Ben: Así que nuestro amor no era verdadero.
Paula: Te quiero, pero no tanto como para morir. 
Keira: ¿Ahora ya no te apetece bailar?
Paula: ¡Calla! Ahora podrás morir con él, no te quejes.
Ben: Deja que se marche.


Austin: ¿Os creéis que soy tonto?De aquí no saldrá nadie con vida.
Paula: ¡Pero si yo no diré nada a nadie! 
Austin: Lo siento, pero no puedo dejar cabos sueltos. 


Keira: Solamente es una chica estúpida, no tiene nada que ver con esto. Deja que se marche.
Austin: Me aburrís. He dicho que no.
Paula: ¡YO NO QUIERO MORIR!
Ben: Espero que si existe el infierno, acabes allí para siempre.


Continuará...