martes, 18 de agosto de 2020

Un Verano muy Loco - Capítulo 04 - Diversión en el agua

Llegaron a la playa pasadas unas horas. Los niños estaban deseando meterse en el agua y salieron disparados de la caravana. Sus les gritaba precaución y que no se alejaran de la orilla. Había poca gente, así que estuvieron muy tranquilos. Todos se bañaron a excepción de Sus, que no le apetecía ponerse el bañador ni arriesgarse en el agua. Cuando salieron, se tumbaron en las toallas y dieron buena cuenta de la comida que había preparado Agatha. Los niños pronto salieron a jugar por ahí persiguiendo a las gaviotas. Agatha se quedó dormida y los pandas jugaban con la arena. Sus estaba tumbada, escuchando las olas romper en la orilla.


Diamante se había puesto un gorro de paja enorme que había comprado a un vendedor ambulante.  Muy cerca se habían tumbado dos chicas veinteañeras a tomar el sol. Diamante las miraba atento. Eran chicas muy guapas y que lucían su cuerpo sin complejos. Se percataron de las miradas de Diamante y rieron divertidas.

Anabel: Mira el papaito. No deja de mirarnos. Es guapete.
Roxi: Sí, aunque ese gorro es algo ridículo.

Las dos rieron y Diamante les sonrío coqueto. Consciente de que estaba sin camisa, intentó esconder barriga y apretar los bíceps para parecer en forma.

Anabel: Vaya con el papito, es un poco descarado mirando. Nos sigue sonriendo.
Roxi: Nena, es que somos irresistibles. Mira su mujer, si es una morsa.
Anabel: A lo mejor está embarazada.
Anabel: ¿Tú crees? 


Sus: ¡Diamante! ¿Qué estás mirando?
Diamante: Ehhh, nada. El paisaje.
Sus: Yo aquí tumbada, que casi no me puedo mover con esta barriga y tú mirando chicas. ¡Ya te vale!
Diamante: Cariño, estaba mirando las gaviotas...
Sus: Diamante, así no, por favor. Ya me siento lo bastante gorda, fea y ridícula como para que ahora te pongas a mirar a otras y me sienta la más horrible del mundo.
Diamante: Eso no es verdad, Sus. Eres la más...


Roxi:  Menuda bronca le está dando la parienta. ¡Jajajaja!
Anabel: ¡Jajajajaja! Su mujer es un ogro. Pobre papito. ¿Vamos al agua?
Roxi: Sí, que me agobian los gritos de esa histérica. 


Diamante: Yo...
Sus: ...por no hablar del dolor de los riñones, que me estoy volviendo loca. Te tendrías que quedar embarazado, para que sepas lo que es esto y lo mal que sienta que yo me ponga a mirar a tíos mientras tú estás...
Dante: ¡Vamos al agua!
Suselle: ¡Espera, Dante!


Dante: ¡El que llegue el último será un pinypon!
Suselle: ¡Yo no seré una pinypon!
Dante: ¡Ya lo veremos!


Cuando salieron del agua, encontraron unas cuevas.

Suselle: Mira, unas cuevas.
Dante: Parecen profundas. ¡Eoooooo!
Suselle: Está muy oscura. Me da miedo.
Dante: ¿Entramos? Podríamos investigar. A lo mejor encontramos un tesoro.


Suselle: ¿Estás loco? ¡Debe ser peligroso!
Dante:Se escuchan ruidos raros.
Suselle: Yo no escucho nada.
Dante: Sí, son como rugidos de monstruos o algo así.
Suselle: Me estás tomando el pelo...


Dante: ¡Voy a entrar! ¡Espera aquí!
Suselle: ¡Danteeee! ¡No entres!
Dante: ¡Ahora vuelvo!
Suselle: ¡No entres!


Suselle: ¿Dante?

Dante había desaparecido en la oscuridad de la cueva. Suselle empezó a preocuparse. Entonces, escuchó a Dante gritar.

Suselle: ¡Dante! ¡Oh no! ¡Dante!

Dante no respondía. Suselle rompió a llorar asustada. De pronto, Dante apareció de la nada y gritó con todas sus fuerzas. 


Dante: ¡Buh!
Suselle: ¡Ahhhhh!


Dante: ¡Cobardica! ¡Te he asustado! ¡Jajajaja!
Suselle: ¡No me has asustado! ¡Grrrr! ¡Me las vas a pagar!
Dante: ¡Buuuuh!
Suselle: ¡Ven aquí! ¡Te voy a dar una paliza!
Dante: ¡Lentorra! ¡No me pillarás!
Suselle: ¡Grrrrrr! ¡Ven aquí!


Al día siguiente, fueron a la montaña. Diamante conocía una zona muy bonita que había visitado en muchas ocasiones con Duclack. Conducía la caravana mientras observaban el paisaje. El bosque era precioso.

Sus: ¿Has venido muchas veces?
Diamante: Sí, unas cuantas. He venido muchas veces con Duclack y la tripulación. Es un lugar ideal para descansar lejos de la ciudad y relajarse.


Dante: ¿Falta mucho?
Diamante: Ya casi estamos.
Sus: ¿Qué le pasará a Agatha? Está muy callada.
Diamante: No lo sé. Ye te dije que está muy rara...
Sus: Tenemos que intentar animarla. Debe ser muy duro estar lejos de su familia.
Diamante: Mejor la animas tú. 


Se detuvieron en una zona muy verde y fueron a caminar. Llegaron a un lugar alto en el que se veía todo el bosque.

Suselle: ¡Es muy bonito, papá!
Diamante: ¡Cuidado no te caigas!


Suselle: ¡El aire es tan puro!
Diamante: Mira, allí a lo lejos está el río. Ahora iremos.
Suselle: ¡Yupi!


Dante: ¡Soy el rey del mundo!


Sus: Ay, no puedo más. No quiero fastidiar las vacaciones a nadie, pero es que soy incapaz de dar un paso más.
Agatha: Descansemos un rato aquí.
Sus: Agatha, ¿estás bien? 
Agatha: Sí...
Sus: Algo te ocurre. Somos amigas, me lo puedes contar...
Agatha: He visto como regañaba a Diamante en la playa...
Sus: Sí...perdí un poco los nervios. Siento el espectáculo.
Agatha: Se enfadó mucho con él. No quiero ni imaginar si llega a tocarle el culo a alguna...eso le sentaría muy mal.
Sus: No se lo perdonaría. Por suerte, Diamante no es así. Se le va la mirada, pero no llega a más. Aunque no soporto que lo haga, y menos si estoy yo delante. Además, estando embarazada...no se lo consiento. ¿A que vienen estas preguntas?
Agatha: Estaba pensando en los hombres, nada más... El motorista del otro día, Owen. Un aventurero, viviendo la vida al máximo. Le parecerá una locura, pero me habría montado en su moto y me habría ido con él a vivir la vida. Siempre hago lo correcto, no arriesgo ni me dejo llevar.
Sus: Te entiendo. Ya tendrás más oportunidades para marcharte a vivir aventuras. Aunque me daría pena que te marchases.
Agatha: Sus, a lo mejor me marcho.
Sus: ¿En serio? Pero... 
Agatha: Me encanta estar con vosotros...pero creo que es mejor que me marche.


Pandy: ###### (¡Niños, no os asoméis tanto! Son como su padre, unos aventureros).
Pinky: ####### (Sí, igual de adorables que su papá).
Pandy: ##### (Y que su mamá).


Sabrina: Maldita sea. Estoy empezando a cansarme de estar escondida. No les pude seguir a la playa y ahora estoy aquí, entre los árboles y los bichos. Tengo que idear un plan para romper esa familia. Me aburro y necesito algo de acción. 


Suselle: Mira Dante, ¡este gran árbol está hueco!
Dante: ¡Holaaaaaaa!
Suselle: ¿Crees que vivirán duendes o hadas ahí dentro?
Dante: Seguramente. Yo apostaría a que ahí viven trolls. 


Diamante: Cuidado no caeros, niños. Huy, ¿dónde está Sus?
Agatha: Se ha quedado descansando. Dice que no puede más.
Diamante: Pobre, debe estar muy cansada.
Dante: ¡¡Allí hay una ardilla!!
Suselle: ¡Vamos a verla!


Cuando los niños se alejaron, Agatha habló con Diamante.

Agatha: Diamante, no ha estado bien lo que hizo.
Diamante: ¿El qué?
Agatha: Ya lo sabe.
Diamante: Ah...lo sé. Bueno, tampoco he matado a nadie.
Agatha: ¡Pero está mal! Sus no se lo merece.
Diamante: Lo sé...
Agatha: Prometa que no lo volverá a hacer más.
Diamante: Hombre...
Agatha: Si no lo promete, me marcharé.
Diamante: Está bien, lo prometo. No sabía que te importaba tanto, y más después de...
Agatha: ¿De qué?
Diamante: En fin, será mejor que dejemos el tema. Estaremos los dos con las manos bien quietas, ¿vale?
Agatha: Yo tengo las manos bien quietas. Que sepa que esto me ha hecho replantearme si seguir trabajando con ustedes...
Diamante: Vaya, eres muy empática. 


Volvieron a la caravana y fueron al río. Sus se sentó en la toalla, junto a Pinky, que tampoco deseaba mojarse. Los demás, fueron directos al agua.

Sus: ¿No te apetece ir al agua?
Pinky: #### (No, que luego me queda el pelo fatal).


Dante, Suselle y Agatha estaban sentados dentro del río. El agua no era muy profunda así que podían hacerlo sin problema.

Suselle: ¿Te has enterado de lo de Agnes?
Dante: No, ¿le pasa algo?
Suselle: Se ha ido a vivir a Galiclick.
Dante: ¿Eso no está muy lejos?
Suselle: Lo suficiente para no poder verla todo lo que quisiéramos. 
Dante: Jolin...Eso es lo que ella siempre ha querido, ir a vivir a su tierra.
Suselle: Sí, llevaba años deseando irse. La echaré de menos...
Dante: Y yo.
Agatha: Debéis estar felices por ella. No hay nada más duro que estar lejos de tu tierra. Volver a tus raíces es algo natural. 


Diamante: ¡Suuuus!
Sus: ¡Qué!
Diamante: ¡El agua está muy rica! ¡Ven conmigo!
Sus: No me encuentro con fuerzas, cariño.
Diamante: Jolines...
Pandy: ##### (Mi Pinky tampoco quiere meterse).
Diamante: Con lo bien que se está.


Suselle: Dice que vendrá el mes que viene a vernos.
Dante: ¡Yupi! Podrá conocer a nuestro hermano. Para el mes que viene ya habrá nacido.
Suselle: Me gustaba tanto salir a pasear con ella, leer cuentos y tomar helados...
Agatha: Aunque no lo hagáis con tanta frecuencia, las veces que os veáis, serán más especiales.
Dante: ¡Vamos a nadar!


Sabrina: Ahí están. La muy tonta se ha quedado otra vez embarazada para tener más hijos que yo. Es muy envidiosa. Prepárate, que me vas a pagar el daño que me has hecho durante todos estos años.
Sus: Vaya, Pancho y Peky saben nadar, a pesar de ser tan pequeñitos. ¡¡Dante, no juegues a aguantar la respiración!!


Dante: ¡No pasa nada! Es una competición para ver quién aguanta más.
Sus: ¡He dicho que no! Ese juego no me gusta. Jugad a otra cosa.
Dante: Mamá...
Sus: Dante, hazme caso y no me pongas nerviosa, por favor.
Dante: Vale...


Diamante: Chicos, ¿jugamos a ver quién aguanta más tiempo bajo el agua?
Suselle: Mamá no quiere.
Dante: ¡Mamá! ¡Papá nos deja jugar!
Sus: ¡He dicho que a ese juego no!
Diamante: Amor, pero si no pasa nada.
Sus: Diamante, no quiero que juguéis a eso. Es peligroso.
Diamante: Vale...


Agatha se tumbó al lado de Sus.

Agatha: Intente relajarse.
Sus: Lo intento, pero me cuesta. Ains, ni en un lugar tan bonito consigo relajarme. ¿Me estaré volviendo una clack insoportable? Yo antes no era así...
Agatha: Son etapas, y no es insoportable. Yo también les regañaría por jugar a eso.
Sus: Agatha, ¿te has pensado mejor lo de marcharte?
Agatha: No lo tengo decidido. Aunque ahora estoy más tranquila. Seguramente me quede...eso de irme por ahí de aventura no es lo mío. Soy en realidad una cobarde...
Sus: No eres cobarde, Agatha. Yo deseo que te quedes con nosotros, pero si te marchas, lo entenderé. Mereces ser feliz.
Agatha: Muchas gracias, Sus.


Caminaron un poco por la zona y fueron hasta una pequeña cascada. Sus se sentó en una gran roca mientras los demás se bañaban.

Suselle: ¡Mamá, mira! ¡He subido aquí arriba!
Sus: Muy bien, cariño.
Diamante: Venga, a ver quién es capaz de bucear y llegar a esa roca.
Dante: Eso está chupado.


Diamante: Tened cuidado con las piedras.
 Suselle: A mi bucear no se me da muy bien...
Dante: Claro, si eres muy cobardica.
Suselle: ¡Eso es mentira!
Sus: ¡Dante, deja en paz a tu hermana!


Diamante: Aquí es fácil bucear. El agua está muy clara y es poco profundo. Es perfecto para aprender, Suselle.
Suselle: ¡Vale!


Diamante: Venga, Dante. ¡A bucear!
Dante: ¡Allá voy!
Suselle: ¡Sabe bucear!
Diamante: Aunque le queda mucho que aprender...


Suselle: ¡Se ha dado un coscorrón con esa roca!
Dante: ¡Ay!
Diamante: Tienes que mirar bien.
Sus: ¡Jugad a otra cosa! ¡Eso es peligroso!
Dante: ¡Mamá, eres una plasta!


Después de las clases de buceo, caminaron por el agua. Sus se animó, y caminó junto a ellos.

Sus: Pues está fresquita, el agua.
Diamante: Te lo dije, que estaba muy buena.
Agatha: Este lugar es magnífico. Mi único miedo es encontrarme una serpiente...
Dante: No te preocupes, yo te defiendo.
Diamante: De eso nada. Si ves una serpiente, te alejas. 
Suselle: No hay que molestarlas. Seguro que ellas tienen más miedo que nosotros.
Agatha: Lo dudo. Me dan verdadero pavor. 


Diamante: Yo las odio. Me acuerdo de una vez en el pantano, que vimos una enorme. ¡Qué asco!
Sus: Lo recuerdo. Saliste corriendo como jamás te he visto correr.
Diamante: Claro, fui a pedir ayuda...
Agatha: Yo me quedaré un ratito por aquí. Luego nos vemos.


Agatha caminaba por la orilla del río, absorta en sus pensamientos. Aunque había dejado claro las cosas con Diamante, no se sentía cómoda. No deseaba vivir una situación así otra vez. La idea de marcharse tomaba más fuerza.

Agatha: Podría llamar a Adolfina. Seguro que le gustaría trabajar para ellos y yo creo que les caería bien.


Agatha: No sé...lo tengo que pensar bien. Quedarme ahora sin trabajo me acarreará una serie de problemas. Mis ahorros no son gran cosa...


Serpiente: ¡Psssssssss!
Agatha: ¡Ahhhh! ¡Una serpiente! ¡Socorro!


Owen conducía su moto por aquellos lares cuando escuchó los gritos de Agatha. 

Owen: Esos gritos...¡Es ella!


Fue hasta Agatha y se interpuso entre la serpiente y ella.

Agatha: ¡Owen!
Owen: No te muevas. No te hará ningún daño. No sabe si eres una amenaza. Estás en su territorio y está evaluando la situación. En cuanto vea que no representas ningún peligro, se irá.


La serpiente dio media vuelta y se marchó por dónde había venido.

Agatha: ¡Se ha ido! ¡Oh, gracias!


Owen: De nada. Obrando con inteligencia, se puede salir victorioso de cualquier situación.
Agatha: Estaba paralizada de terror...


Owen: Es la segunda vez que voy en tu ayuda. ¿Sueles estar siempre en peligro?
Agatha: Se está convirtiendo en una costumbre. No lo entiendo, ¿qué hace aquí?
Owen: Eso mismo me estaba preguntando. Yo estoy de aventura. Me dijeron que esta era una buena zona para explorar. He encontrado algunas cosas muy interesantes. ¿Y tú?
Agatha: Estoy de vacaciones por la zona. Es una casualidad muy grande, habernos encontrado otra vez.
Owen: Reconozco que tenía ganas de volver a verte. 
Agatha: No suelo decir esto, y mucho menos a desconocidos, pero...yo también deseaba verle.
Owen: Puedes tutearme. ¿Te apetece pasear conmigo?
Agatha: Me encantaría.


Continuará...

domingo, 16 de agosto de 2020

Un Verano muy loco - Capítulo 03 - La Gasolinera

Sabrina había sido ingresada en el mismo hospital en el que Estrella había dado a luz.  Estaba tumbada en la cama, con una mascarilla en la cara. John estaba sentado en una silla, un poco apartado de ella y con mascarilla. Sabrina había intentado mantener una conversación con John, pero él no estaba por la labor.

Sabrina: John, te he dicho que lo siento.¿Es que hablo para las paredes?

John: Ya te he escuchado. Ahora mismo tus disculpas no me valen para nada.  


Sabrina: Me dejé llevar, lo siento. En casa estoy agobiada y siempre pendiente de los niños, que no me dejan respirar. Soy un espíritu libre y necesitaba distraerme, vivir la vida. Sé que hice mal, pero yo soy así.
John: ¿Te das cuenta a dónde te ha llevado tu espíritu libre? ¡Estás en el hospital! Esto no es un juego, Sabrina. Sabes que ese virus puede matarte.
Sabrina: Bah, estoy bien.
John: ¿Y los niños? ¿Has pensado en Anita y Walter? ¿Y en mi? ¡Nos podrías haber contagiado! ¿Tan poco valoras nuestras vidas? ¡Tienes que empezar a madurar de una vez!


Doctora Calzado: Siento interrumpir. Tengo los resultados de las pruebas.
John: No se preocupe, doctora. Han sido muy rápidos.
Doctora Calzado: El protocolo es dar prioridad a estos casos. 
Sabrina: ¿Qué me pasa, doctora?


Doctora Calzado: Como ya sabrán, el clickvirus ahora afecta de una forma u otra dependiendo del sistema inmunológico del click al que infecte. La piel en su caso, es una de las partes de su cuerpo que más afectada está. A pesar de ello, el color de su piel volverá a su estado natural en unas semanas sin dejar ningún tipo de secuela.
Sabrina: ¡Viva! ¡Sabía que no era nada! Si es que conmigo no puede el virus ese ridículo.
Doctora Calzado: No pretendo alarmarla, pero no debería cantar victoria todavía. Hemos descubierto que cuando el virus afecta la piel, también trastorna la cabeza. Varios de nuestros pacientes han sido víctimas de paranoias, obsesiones compulsivas e incluso de comportamientos violentos.
John: Por todos los clicks...


Sabrina: Eso no me pasará a mi. ¿Se cree que me voy a volver loca? ¡Usted no me conoce!
Doctora Calzado: Relájese, quizás el virus no le afecte con tanta virulencia, pero no podemos descartar esa posibilidad. Es cierto que cuando el virus afecta de esta forma, no es contagioso, pero como comprenderán, debe quedarse en observación varias semanas.
Sabrina: ¿¿Qué??
Doctora Calzado: Si finalmente el virus le afecta de la peor forma, será un peligro para usted misma y los demás. No será consciente de la realidad y podría resultar herida o herir a otros. Debe quedarse ingresada y seguir el protocolo de seguridad en estos casos.
Sabrina: ¡¡Y un cuerno!! ¡Yo no me quedo aquí!
John: ¡Sabrina! ¿Quieres dejar de decir tonterías? Ella es la profesional y debemos seguir sus instrucciones. 
Sabrina: ¡¡¡Esa no sabe nada!!! ¡¡Que yo me las piro de aquí!! ¡¡Me voy a mi casa y nadie me lo impedirá!!
John: Pero...
Doctora Calzado: ¿Podemos hablar un momento a solas?
John: Sí.
Doctora Calzado: Ahora volvemos. Intente descansar.


John: Está muy alterada...
Doctora Calzado: Me temo que el virus le está afectado. No le tome en cuenta nada de lo que diga y haga, pues no es dueña de sus actos. Con su consentimiento, debemos sedarla y dejarla en observación un mínimo de dos semanas.
John: Lo que sea, pero que se recupere, por favor...
Doctora Calzado: No desespere. Aunque no es agradable, estos síntomas suelen remitir en unos días. Venga, tendrá que firmar una autorización.


Sabrina se levantó de la cama y se quitó la mascarilla.

Sabrina: ¡Yo me largo de aquí! John parece que está de parte de esa matasanos.


Sabrina: Ahí están, planeando la forma de acabar conmigo. Tengo que salir de aquí cuanto antes...


Sabrina cogió el ascensor y miró al exterior.

Sabrina: Necesito encontrar un vehículo para escapar de aquí. Ya no me puedo fiar de nadie...tampoco de John.  


Sabrina: ¡No puedo creerlo! ¡Es la caravana de la petarda de Sus y el buenorro de Diamante! Me colaré en su interior, seguro que encuentro algún escondite.


Salió del hospital a toda prisa. La idea de esconderse en la caravana le pareció la mejor opción del mundo. 

Sabrina: ¡Así podré espiar a Sus! Seguro que ella está confabulada con esa doctora y el traidor de John.


Miró a través de las ventanillas y vio a Agatha con los pandas.

Agatha: Pandy, ¿quieres más bambú?
Pandy: ##### (Síii, tengo mucha hambre).
Sabrina: Vaya, es la chacha de Sus y los pandas piojosos. ¡Maldición! Es imposible entrar sin ser vista...


Subió al techo de la caravana y abrió y maletero superior. Había espacio de sobra para esconderse. Apartó unas sillas y se acomodó con unas toallas.

Sabrina: ¡Es un escondite perfecto!


John y la doctora salieron a la calle en su búsqueda.

John: ¡¡Sabrina!!
Doctora Calzado: ¡Tiene que encontrarla! ¡Ahora mismo es un peligro y es capaz de cualquier cosa!


John: ¿Dónde habrá ido?
Doctora Calzado: Pruebe a ir a su casa, quizás se haya ido allí. 
John: Sabrina, te encontraré...


Diamante arrancó la caravana y se alejaron del hospital.

Sus: Ay, qué feliz estoy. ¡Briana es una preciosidad!
Diamante: Sí, es un pequeña princesita.
Dante: ¿Ahora a dónde vamos?
Diamante: Tenemos que llenar el depósito en la gasolinera. ¡Nos espera un viaje largo y trepidante!


Llegaron a la gasolinera a los pocos minutos...

Sus: Aprovecharé para sacar a los pandas para que hagan de lo suyo.
Dante: ¡Yo quiero chuches de la gasolinera!
Suselle: ¡Y yo!
Sus: Está bien, pero no os paséis comprando.


Diamante: Me pondré en ese surtidor. 
Sus: Tendrás que dar la vuelta.


Los niños salieron disparados a comprar chucherías. 

Diamante: ¡Niños!
Suselle: ¿Qué pasa?
Diamante: Traedme algunas chuches. Quiero de esos chicles con forma de melón, regaliz, troncos de chocolate y dentaduras.
Suselle: ¡Vale!
Diamante: ¡Y algunas nubes!


Agatha se quedó mirando a algunos clientes de la gasolinera. 

Agatha: Mira que hay gente rara...

Un robot bebía gasolina de la misma manguera del surtidor.

ROBert: ¡Mmmm, deliciosa!


Sus: Vamos chicos, ahí tenemos una zona verde que os servirá como lavabo. 


Dante: ¡Hola!
Dependienta: Hola, chicos.
Dante: Queremos chuches.
Suselle: Ay, no me acuerdo de todas las chuches que quería papá...


Diamante esperaba que se llenara el depósito de gasolina. Miraba alrededor distraído. 

Diamante:Tendría que haberle dicho que me compre piruletas...


Sabrina salió de su escondite. Miró a Diamante divertida.

Sabrina: Pobre Diamante, tener que aguantar una familia tan petarda...


Sabrina: Me voy a divertir un poco...


Se acercó a Diamante por detrás y le tocó el trasero. Seguidamente se escondió sin ser vista.


Diamante: ¿Eh?

Agatha estaba ahí, mirando hacia otra parte. Se giró al escuchar a Diamante y los dos se miraron.

Diamante: Ups...
Agatha: ¿Ya ha llenado el depósito?
Diamante: No...todavía no...(¡Me ha tocado el culo! Vaya, le gusto...imagino que se habrá visto atraída por mi irresistible encanto....).


Cuando Agatha se despistó, Sabrina le tocó el trasero. Se escondió rápidamente.x

Agatha: ¡Ay!


Se giró y miró a Diamante sorprendida. Este también la miraba curioso.

Agatha: Diamante...
Diamante: ¿Pasa algo?
Agatha: Pues que me has...


Sus: Ya estoy aquí. En ese parque se está muy bien. Tendríais que haber visto a los panditas jugando.
¿Y esas caras?
Agatha: Nada, es este calor...
Diamante: Sí, el calor...


Sus: Pandy, meteros en la caravana que estaréis fresquitos. Voy a buscar a los niños, que seguro que se han distraído con cualquier cosa.


Agatha: No se preocupe, yo me quedo con ellos.
Sus: Ahora vuelvo.


Sus: ¿Se puede saber que es lo que estáis haciendo aquí?
Suselle: Comiendo chucherías. ¿Quieres una?
Sus: ¡Son muchas chuches! 
Dante: Esas son para papá.
Sus: ¿Todo eso? Le dijo el doctor que tenía que empezar a cuidarse...


Un motorista llegó a la gasolinera. Tendría unos sesenta años, pelo blanco y barba abundante. Lucía tatuajes y vestía con ropa negra. Agatha lo miró sorprendida.


Se bajó de la moto para llenar el depósito de gasolina. Se puso a silbar una canción heavy de su grupo preferido, Los clicks Marcianos. Se dio media vuelta y vio a Agatha ahí plantada, mirando.


Se acercó hasta ella y le sonrió.

Macarra: ¿Ves algo que te gusta?
Agatha: Disculpe, no pretendía ofenderle...
Macarra: No me ofendes, muñeca. ¿Quieres subir a la moto conmigo? Podemos ir a un lugar tranquilo para conocernos mejor.
Agatha: No, gracias.


Macarra: Si lo estás deseando, preciosa.
Agatha: Le he dicho que no. Déjeme en paz.
Macarra: Tu boca dice no pero tus ojos que sí. Ven aquí.

En ese momento llegó otro motorista. Era un hombre joven y llevaba una moto amarilla con la que recorría los lugares más inhóspitos e inaccesibles.


Al bajarse, escuchó a Agatha protestar.

Owen: ¿Qué demonios pasa ahí?
Agatha: ¡No me toque!
Macarra: Si lo estás deseando, preciosa.


Owen: ¡Ey, tú! No molestes a la señorita.
Macarra: ¿Quién narices eres tú? Esto no es asunto tuyo.
Owen: He dicho que no molestes a la señorita.
Macarra: ¿Vas de chulito? Te voy a dar "pal pelo".


Owen esquivó su puño y lo tiró al suelo con rapidez. El Macarra se golpeó las costillas contra el suelo y gritó de dolor.

Macarra:¡Ayyy! ¡Está bien, está bien! ¡Ya me voy!
Owen: Hazlo antes que llame a la policía. 


El hombre salió corriendo a toda pastilla.

Owen: ¡Y que no vuelva a verte el pelo por aquí! ¡La próxima vez que te vea molestando a una dama, te las verás conmigo!


Owen: ¿Se encuentra bien? 
Agatha: Sí, muchas gracias. Algo asustada, pero bien.
Owen: Si quiere podemos dar parte a la policía.
Agatha: No, creo que no es necesario. Se lo agradezco mucho...


Owen: Oh, disculpe, no me he presentado.

Se quitó el caso y Agatha se quedó prendada. Era un hombre muy guapo, con un pelo negro como el carbón, barbita de dos días y una sonrisa encantadora.

Owen: Me llamo Owen Toro Cornudo. Sí, tengo unos apellidos muy poco comunes. He soportado burlas toda mi vida por ello, pero gracias a ello me hice más fuerte.
Agatha:  Sí, son apellidos muy curiosos. Un placer conocerle. Yo soy Agatha.
Owen: El placer es mío, créame. Tiene un nombre precioso. 
Agatha: Veo que es usted motorista.
Owen:  Sí, ahí tengo a mi moto. Es como mi novia. No sabe la de aventuras que hemos vivido juntos. Recorro el Playmundo en busca de aventuras, de sensaciones nuevas.
Agatha: Qué interesante.


Diamante: ¿Todo bien, Agatha?
Agatha: Oh, sí.  Te presento a Owen, me ha ayudado con un pesado que no me dejaba en paz. 
Owen: Un placer...quizás será mejor que me marche. Imagino que van de vacaciones juntos. Unas vacaciones en pareja.


Agatha: Oh no, no somos pareja. En realidad trabajo para él y su mujer, pero nos llevamos muy bien y me han invitado a pasar las vacaciones juntos.
Owen: Eso es estupendo. Quizás nos veamos por ahí algún día.
Agatha: Sí, quizás.


Owen: Me marcho, que mi novia me espera.
Agatha: Ah...
Owen: Está esperándome, deseando llevarme por ahí de aventura.
Agatha: ¡Ah, se refiere a su moto!
Owen: ¡Exacto! Adiós, Agatha.


El motorista macarra pasó con su moto a toda velocidad y casi se lleva por delante a Dante. Por suerte, Sus lo apartó a tiempo.

Sus: ¡Ey! ¡Locoooo!
Dante: Uh, qué susto...


Agatha miraba a Owen alejarse con su moto. Su corazón latía desbocado de alegría por haberle conocido, pero al mismo tiempo defraudado por haberle dejado marchar. 

Agatha: Owen...espero volver a verte algún día.


Sabrina aprovechó el momento para tocarle de nuevo el trasero. Agatha gritó asustada y se giro al momento.


Sabrina se había escondido tras un surtidor y no la vio. En su lugar, vio a Diamante. Este había estado revisando el estado de los neumáticos cuando la escuchó gritar.

Diamante: ¿Te has asustado?
Agatha: Sí. Debería dejar de hacer eso. Se lo ruego.
Diamante: Debo revisar si están bien hinchados y no hay nada mejor que tocarlos con la mano. Es necesario, por seguridad.
Agatha: No creo que sea necesario, eso no tiene nada que ver con la seguridad. ¿Ha pensado en Sus?
Diamante: Precisamente por eso lo hago.
Agatha: Pues yo no quiero que lo haga. Mi trase...


Sus: Diamante, menudo susto nos hemos llevado. Un tiparraco en moto casi se lleva por delante a Dante. 
Agatha: Debe ser el hombre ese que me estaba acosando.
Diamante: ¡Menudo sinvergüenza!
Sus: ¿Te estaba acosando?
Agatha: Sí...
Sus: ¡Eso es horrible!


Agatha: Sí, pero un motero muy valiente me ha defendido. Estoy por llamarlo y que me proteja de  nuevo...

Al decir eso, miró a Diamante.

Sabrina: ¡Jejejeje!
Sus: Ay, pobre. Te noto alterada. Vamos, te prepararé una infusión relajante y de paso me cuentas.
Agatha: Prefiero ir preparando la comida, así me distraigo.
Diamante: Yo quería revisar los neumáticos, pero lo dejaré para otro momento...


Diamante arrancó la caravana y Sus se sentó de copiloto. 

Diamante: Agatha está muy rara, ¿no crees? 
Sus: Ese hombre le estaba molestando, Diamante. Es normal, yo también estaría alterada.
Diamante: Ya, pero es que le molesta que revise los neumáticos...
Sus: Por cierto, ¿cuantas chuches has comprado?
Diamante: Eh...
Sus: Recuerda lo que te dijo el doctor. Tienes que empezar a cuidarte, cariño.
Diamante: Estamos de vacaciones, Sus. Cuando vuelva, me pondré serio.


Suselle: Agatha, ¿te ayudo con la comida? ¿Corto los pimientos?
Agatha: Sí...(No esperaba esto de Diamante...¡Me ha tocado el culo! No sé si debería decírselo a Sus...en su estado algo así no le vendrá nada bien).
Suselle: ¡Podríamos hacer helado para el postre!
Agatha: Buena idea. (Debo hablar claramente con él. Si no entra en razones, dejaré el trabajo).


Diamante: ¡Rumbo a la playa!
Dante: ¡Yupiiiii!
Suselle: ¡Estoy deseando meterme en el agua!


Continuará...