Es un domingo cualquiera, de esos que se olvidan. Es un día oscuro, quizás algo triste. Las paredes de casa se te caen encima y no hay nada que te saque una sonrisa. Necesitas escapar. El bosque es una gran opción, la única posible y más alentadora. El aire puro te revitaliza, la soledad te serena y la naturaleza te acaricia el alma. Wen y Sus necesitan salir solos y hablar de sus cosas. Pandy les acompaña, salir de paseo le apasiona. El bosque en el que tantos buenos ratos han pasado está mutilado, casi destrozado. Aquel vendaval casi lo destruyó por completo.
Sus: Me entristece ver nuestro bosque así. No es justo que uno de los pocos lugares mágicos que existen a nuestro alrededor esté desapareciendo...
Wen: No te preocupes, renacerá.
Sus: Tengo la sensación de que está llorando...
Wen: Vamos a tumbarnos sobre estas hojas. Estaremos en contacto con el espíritu del bosque.
Sus: Diamante y los niños han ido a pasar la mañana en el barco de Duclack. Necesitaba unas horas de tranquilidad.
Wen: Así estamos un tiempo juntos, que últimamente nunca podemos hacer cosas solos.
Pandy: ###### (Me estoy quedando frito...)
Es desolador encontrar el bosque así, pero sigue vivo. Su espíritu es fuerte y lucha contra las adversidades. Todavía quedan lugares mágicos y rincones misteriosos. En un momento han perdido a Pandy. Lo buscan desesperados. Miran en el interior de esa extraña y profunda cueva y lo llaman.
Sus: ¡Pandy!
Wen: No creo que esté ahí dentro...
Pandy: ##### (¡Estoy aquí fuera!)
Sus: ¡Pandy! Me has asustado.
En algunos lugares todavía se respira tranquilidad, y es ahí dónde puedes dar rienda suelta a tu imaginación. Deciden jugar al escondite y contar historias fantásticas.
Es un domingo cualquiera, pero no de esos que se olvidan. Recordaremos estos momentos vividos en plena naturaleza, en un día que parecía triste y gris, pero se volvió mágico.