jueves, 24 de septiembre de 2020

Un verano muy loco - Capítulo 08 - Tres bebés y un perdón

Cuando Agatha se marchó, llegaron Estrella, Wen y Briana. Estrella empujaba un carricoche marrón precioso y Wen llevaba una bolsa con multitud de utensilios para su hija.

Sus: ¡Bienvenidos! ¡Habéis traído a mi sobrina!
Estrella: Sí, hemos ido de paseo y queríamos pasar a saludaros.
Wen: De paso, vemos a Mar y Bosco.


Sus: ¡Oh, está preciosa! Está dormidita.
Estrella: Sí, la pobre está agotada de tanto jugar.
Adolfina: Parece una muñeca.
 Sus: Pasad y poneos cómodos. Duclack está allí, con Mar.


Estrella tomó asiento en el sillón, junto a Duclack y Sus. Las tres, con sus bebés en brazos, hablaban con cariño de ellos.

Estrella: Le he comprado un vestidito precioso para los domingos. Ya la veréis, le queda muy bien.
Duclack: Briana podría ser modelo, es guapísima.
Estrella: Pues anda que Mar, es una niña muy guapa. 
Sus: Bosco se parece mucho a su padre. Tiene los mismos gestos y ronca como Diamante. Le gusta todo lo que sea dorado. Diamante le enseña sus monedas de oro, y se vuelve loco de alegría.
Duclack: Es su hijo, de eso no cabe duda. Pradito cuida mucho de Mar. Temía que se pusiese celosa, pero todo lo contrario. Siempre está pendiente de ella.


Diamante: Adolfina.
Adolfina: Sí, señor.
Diamante: Estoy seco. Otra copa de ron para mi y otra para mi cuñado. Sebastián, ¿quieres tomar algo más?
Sebastián: No, me conformo con el zumo.
Adolfina: Marchando dos copas de ron para los señores.
Diamante: Gracias, maja. Wen, ¿cómo llevas lo de ser padre?
Wen: Lo llevo bien. Es verdad que ya no tengo tiempo para nada, pero por Briana lo que sea.
Sebastián: Cuando se es padre, cambian tus prioridades. 
Diamante: Preguntadme lo que querías. Aquí el menda, es todo un experto. 


Cuando todos se fueron, Sus se sentó en uno de los sofás de la sala principal y abrió una ventana. Sentada desde ahí, podía ver los árboles de la calle y algunas fachadas. Tenía a Bosco en brazos y este, miraba las nubes asombrado. 

Sus: Eso son nubes, cariño.

Sus nunca se imaginó así, casada y con tres hijos. Recordó el día que se enamoró de Diamante en Gran Click Hermano, su boda y el día que nacieron Suselle y Dante. Todo había pasado tan rápido que casi no se lo creía. Era inmensamente feliz.


Sus: Y ahora tengo a otro angelito en mi vida. Mi Bosco. Serás muy feliz, ya lo verás. Con tus hermanos no te aburrirás. Dante seguro que te protegerá de cualquier enemigo y Suselle te enseñará muchas cosas y te querrá mucho. Papá será como un amigo para ti, ya lo verás. Creo que os llevaréis muy bien. Yo estaré unida a ti para siempre, mi pequeño. Te amaré hasta el último de mis días.


Adolfina barría la sala. Escuchó sus palabras y se le saltaron las lágrimas. A ella le habría gustado poder tener un hijo y amarlo de la misma forma. Si antes apreciaba a Sus, ahora lo hacía todavía más. Era una madre entregada, que amaba a sus hijos sobre todas las cosas. Se prometió cuidar a sus hijos como si fuesen suyos, pero también cuidar de ella. Muchas veces, las madres se descuidan por sus hijos y no hay quién las cuide de la misma forma.


En la calle...

John: ¿Preparada?
Sabrina: No. Esto es un error, John. Ella no me perdonará jamás.
John: Debes intentarlo.
Sabrina: ¿Y si nos vamos a casa? Pedimos comida china y vemos una peli.
John: Me dijiste que querías empezar de cero, que estabas arrepentida por todo el daño que has hecho. Este es el momento de empezar un nuevo camino. No pasará nada si ella no te perdona, lo importante es que disculpándote, habrás dejado atrás todo aquello.
Sabrina: Será humillante...


John: Sé que tienes miedo, pero debes ser valiente. Es hora de cambiar, Sabrina. Te aseguro que después de esto, serás otra. Yo estaré aquí, esperándote. Después, pediremos comida china y veremos esa película de acción que tanto te gusta.
Sabrina: Está bien. Lo intentaré...


En cuanto sonó el timbre, Adolfina abrió la puerta. Miró a Sabrina con curiosidad al ver que llevaba un ramo de flores rojas en la mano.

Adolfina: ¿En que puedo ayudarla?
Sabrina: ¿Está Sus en casa?
Adolfina: Sí, aguarde un momento.


Adolfina avisó a Sus y esta fue a la puerta para ver de quién se trataba.  Cuando vio a Sabrina con un ramo de flores, casi se desmaya. 

Sus: ¡Sabrina! He intentado localizarte en varias ocasiones para darte las gracias pero no lo he conseguido. ¿Qué haces aquí?
Sabrina: Te traigo este ramo de rosas, espero que te guste. Me preguntaba si podrías dedicarme unos minutos, si no es molestia...
Sus: Gracias, son muy bonitas.


Sus: Adolfina, ¿las podrías poner en agua?
Adolfina: Sí, ahora mismo.
Sus: Tengo un momento. Pasa, nos sentaremos en el sofá.


Sabrina: Gracias por recibirme.
Sus: Las flores son preciosas y no sabes lo agradecida que estoy por tu ayuda con el parto. De no ser por ti no sé lo que habría pasado.
Sabrina: Veo que tu bebé está bien.
Sus: Sí, está sano. Ya te digo que te agradezco lo que hiciste, pero eso no quita todo el daño que me has hecho durante todos estos años.
Sabrina: Lo sé.


Sus: Por eso no quiero más juegos sucios ni engaños. Ahora dime la verdad, ¿a que has venido a mi casa?
Sabrina: Entiendo tu desconfianza, no te lo puedo reprochar. No he cambiado por arte de magia ni soy mejor clack que antes, pero lo estoy intentando. Deseo con toda mi alma recuperar la confianza de mi marido y mis hijos, ser la clack que ellos se merecen. Jamás seré como tú, y tampoco es lo que quiero. Soy así, con muchos defectos pero también algunas virtudes. Ha llegado el momento de empezar de cero, dejar atrás el pasado. Es por ello que quiero pedirte perdón.
Sus: ¿Te estás disculpando? ¿No te estarás riendo de mi?
Sabrina: No, te lo prometo. 


Sus: No sé...
Sabrina: Siento que se haya marchado Agatha.
Sus: Sí, no sé si volverá...
Sabrina: Quizás se ha ido por mi culpa. Le toqué el culo haciéndole creer que había sido Diamante. También le toqué el culo a Diamante y le hice creer que fue ella...
Sus: ¿Perdona? ¡Y me lo sueltas así!
Sabrina: También fui yo la que te asusté en el bosque. Casi te matas por mi culpa. No había ningún lobo aquel día. Era yo, gritando como una loca. Es cierto que estaba enferma, pero eso no me exculpa.
Sus: Ahora entiendo muchas cosas...
Sabrina: Lo siento. Al igual que siento todas las cosas que te he hecho durante estos años. 


Sus: Ay, Sabrina. Lo tuyo es alucinante...
Sabrina: Entiendo que no me perdones, pero necesitaba disculparme. Al menos que sepas que lo siento de verdad, aunque no te lo creas.
Sus: Cierto, no me lo creo. Algo tramas.
Sabrina: Te prometo que no es así. Me alegra mucho que tu hijo esté bien. Aunque no lo creas, deseo que seas feliz junto a tus hijos y Diamante. No volverás a saber nunca más de mi. Ojalá pudiese cambiar el pasado, pero eso no es posible.


Sus: No, lo es...
Sabrina: Debo volver con mi familia. Gracias por atenderme, Sus. De verdad que siento que las cosas entre nosotras hayan terminado así. Ah, mi Walter adora a Suselle. Espero que no te importe que alguna vez la invite a casa...
Sus: Pues...
Sabrina: Mis hijos no tienen que pagar por mis errores. No quiero molestarte más. 


Sabrina se levantó apresuradamente.

Sus: ¡Sabrina! ¡Espera un momento! 


Sabrina se dio media vuelta. Sus se levantó del sofá y se acercó a ella.

Sus: Acepto tus disculpas. Quizás me arrepienta, pero es lo que mi corazón me dicta en este momento.
Sabrina: Gracias...
Sus: ¿Quieres tomar un café? Adolfina ha preparado rosquillas de chocolate.
Sabrina: ¿En serio? No quiero molestar...
Sabrina: Si queremos fumar la pipa de la paz, esta me parece la mejor forma. Odio el tabaco, así que una taza de café servirá. ¿Qué me dices? ¿Te apetece?
Sabrina: Será un honor tomar ese café de la paz.


Por la noche...

Sus había dormido a Bosco en su cunita. Diamante y ella lo miraban con amor.

Diamante: Menudos hijos más guapos tenemos.
Sus: Sí, son guapísimos. Bosco es enterito a su papá.
Diamante: Y a su mamá. 


Se tumbaron en la cama agotados.

Diamante: Todavía no me creo lo de Sabrina.
Sus: Yo estoy igual, no me lo puedo creer. Jamás pensé que se disculparía. 
Diamante: ¿Crees que ha sido sincera?
Sus: Sabes que soy muy ingenua, pero creo que sí. He visto arrepentimiento en su mirada. Intenta cambiar, emendar sus errores. Le honra pedir perdón. No ha debido ser fácil para ella dar este paso. Venir hasta aquí y disculparse no es cualquier cosa.


Suselle y Dante entraron gritando en la habitación.

Sus: ¡Shhhhhhhh! ¡Niños, que está Bosco durmiendo!
Diamante: ¿A que viene tanto alboroto?
Suselle: ¿Podemos dormir con vosotros?
Sus: De eso nada. Tenéis vuestras propias camas.
Dante: Porfa, que está tronando.
Suselle: Sí, está lloviendo mucho y me da miedo...


Diamante: Está bien, pero que no sea una costumbre.
Suselle: ¡Yupiii!
Sus: Dormiremos un poco apretaditos.
Dante: ¿Nos contaréis un cuento?
Sus: ¿Cuál os apetece?
Suselle: El del osito y el elefante.
Dante: ¡El del ratón pirata!
Diamante: Os contaremos los dos si prometéis dormiros pronto.
Dante:Prometido.
Sus: Está bien. Empezaremos por el del oso y el elefante.
Suselle: ¡Bieeen!


FIN

 

1 comentario:

  1. ¡Ayyy, qué bonito! Me alegro mucho de que las cosas les vayan tan bien y sobre todo que Sabrina le haya pedido perdón a Sus. Es un capítulo muy bonito lleno de escenas tiernísimas que me han emocionado mucho. Me ha gustado mucho la historia porque mezcla escenas de todo tipo. ¡Espero que no tardes mucho en hacer otra historia! Ya sabes que las leo con mucho gusto y cariño y que siempre será así. ¡Seré siempre tu lectora más fiel! Como le dice Sus a Bosco, siempre estaré unida a ti pase lo que pase. ¡Te quiero mucho! Nunca dejes de hacer trabajar tu imaginación, pues vale más que toda la que existe repartida por el mundo junta.

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